Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS El legado italiano de Federico II Hohenstaufen Doña Ana Pujol-Soliano Licenciada en Historia Moderna DEA en Historia de América Facultad de Historia Universidad de Barcelona Introducción Federico II es sin duda una de las figuras más fascinantes y sugerentes del Medievo. Su historia está estrechamente ligada al sur de Italia, como rey de Sicilia y Apulia, donde desarrolló una política y realizó unas obras de tal envergadura que originaron un período de esplendor como nunca antes se había visto. La vida de Federico, desde su nacimiento hasta su muerte, estuvo envuelta de un halo de misterio. Su madre, Constanza de Altavilla heredera del reino de Sicilia, se quedo embarazada a los siete años de casada con casi cuarenta, edad en que una mujer de la época ya era considerada estéril. Estaba a punto de finalizar 1194 y la comitiva real se encontraba camino de Palermo para que la reina diera a luz pero, en la víspera de Navidad, debido a los rigores del invierno, tuvo que detenerse en la pequeña ciudad de Jesi en la marca de Ancona. Ahí el 26 de diciembre, en una humilde tienda levantada en medio de la plaza principal, nació el futuro emperador cuyo alumbramiento fue público para que nadie discutiese su legitimidad. Historia Digital, XIII, 22, (2013). ISSN 1695-6214 © Ana Pujol-Soliano, 2013 4 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS Conocido como Stupor Mundi por la magnitud de sus posesiones que se extendían desde Alemania hasta el sur de Italia, a las que más tarde se añadiría el reino de Jerusalén tras su matrimonio con Jeane de Brienne, Federico II heredó de su madre Constanza, hija primogénita y póstuma del rey normando Roger II de Altavilla el reino de Sicilia, y de su padre, el suevo Enrique de Hohenstaufen, hijo de Federico Barbarroja, el Sacro Imperio Germánico. Fue bautizado en la catedral de San Rufino de Asís, nombres de Federico Roger en honor a sus dos con los abuelos, después del bautismo la comitiva real se trasladó a Palermo. Pronto se entablo una batalla por la educación del pequeño Federico, entre su madre que pretendía que se formase en Italia y su padre que quería que lo hiciese en tierras germánicas. Parecía que los designios paternos habían ganado la batalla pero fue el azar el que determinó su destino. El futuro emperador iba ya a trasladarse a Alemania, cuando Enrique VI, al regresar de una partida de caza a orillas del Etna, fue víctima de una crisis de malaria que acabó con su vida el 28 de diciembre de 1197. Poco antes de su muerte Enrique, que durante toda su vida había batallado por hacer del Imperio una monarquía hereditaria, logró coronar a su hijo rey de los Romanos con apenas dos años, abriéndole así las puertas del futuro Imperio y del reino de Alemania. La educación en Sicilia fue un elemento fundamental para formar su personalidad, donde la civilización normando-árabe-bizantina de la isla no solamente le familiarizó con la fe de los cristianos, sino también con el Islam y el judaísmo. El continuo contacto con las diversas culturas le estimuló para aprender lenguas extranjeras, se dice que hablaba nueve. Era muy joven cuando ya manifestó sus simpatías por la cultura musulmana, inclinación que mantuvo a lo largo de toda su vida. Constanza, al igual que había hecho Enrique con Alemania, quiso asegurar el reino italiano para su hijo, y, así, el 17 de mayo de 1198 en la catedral de Palermo, el pequeño Federico con tan solo 4 años, fue coronado Historia Digital, XIII, 22, (2013). ISSN 1695-6214 © Ana Pujol-Soliano, 2013 5 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS Rey de Sicilia, duque de Apulia y príncipe de Capua. No obstante pocos meses le duraría la protección de su madre, ya que poco después, el día 27 de noviembre de ese mismo año, moría Constanza. Como Sicilia era feudo de Roma, en su lecho de muerte la reina nombró regente y tutor de su hijo a Inocencio III. El consejo de familia, compuesto por personas indicadas por la difunta reina y elegidas entre los arzobispos de Sicilia, a cuyo frente se encontraba el obispo de Troia, Gaultier de Pagliara, se encargo de la educación del joven rey. Pero el 26 de diciembre de 1208, en cuanto Federico alcanzo la mayoría de edad, informó al Papa que su tutela había terminado, que disolvía el consejo de familia y que gobernaría en solitario. Sin embargo las presiones del Papa para que no se unieran las coronas de Sicilia y Alemania, no cejaron. Convenció a Federico para que contrajese matrimonio con la princesa Constanza de Aragón, hermana del rey Pedro II y viuda de Aymeric de Hungría. La ceremonia de la boda se celebró el 10 de agosto de 1209 en Palermo. La reina, diez años mayor que su marido, tuvo una favorable ascendencia sobre él. Su influencia se manifestó en el amor que le inculcó por la poesía y por la música a la vez que le ayudó a convertirse en un auténtico soberano. Los 500 soldados aragoneses, que conformaban la dote de la reina, y la presencia de su cuñado Alfonso de Provenza, que desgraciadamente murió al poco tiempo víctima de una epidemia de peste, contribuyeron a proporcionarle la seguridad que necesitaba para fortalecer su reino. Mientras tanto en el norte de Europa seguía el enfrentamiento por la corona imperial, Germania y Lombardía estaban divididas entre el partido güelfo, cuyo jefe era el sajón Otón de Brunswick y, el partido gibelino representado por el suabo Filippo de Hohenstaufen. Presionado por el Papa, que dejo de apoyar las pretensiones imperiales de Otón cuando este quiso recuperar por las armas el reino de Sicilia, Federico se decidió a viajar a Alemania. Nada más llegar fue coronado simbólicamente en la catedral de Magnucia, pero la verdadera coronación tuvo Historia Digital, XIII, 22, (2013). ISSN 1695-6214 © Ana Pujol-Soliano, 2013 6 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS lugar en Aquisgrán el 25 de julio de 1215, la ceremonia, frente al sepulcro de Carlomagno, estuvo revestida de toda la solemnidad sacramental que se requería para la ocasión. La muerte de Inocencio III dejó las manos libres al emperador en Sicilia y Alemania. Para asegurarse la sucesión, Federico II hizo que el nuevo Papa Honorio III coronase a Enrique, su joven vástago, como Rey de los Romanos. Una vez solventados los problemas sucesorios, el emperador decidió regresar a su amada Italia, dejando en Alemania a su hijo que adoptó el nombre de Enrique VII. Dieta de Capua Al llegar a Italia el emperador reunió a un grupo de notables en la Audiencia de Capua, lugar donde, el 17 de diciembre de 1220, se promulgó una nueva constitución de veinte capítulos que restablecería el poder real donde había sido usurpado por las ciudades, los nobles o la Iglesia. La dieta de Capua sentó las bases de las posteriores actuaciones del monarca. Durante su minoría de edad los barones habían gobernado en el reino de Sicilia con total impunidad, las nuevas disposiciones iban encaminadas a frenar y disminuir sus privilegios. A partir de esa fecha no podrían disponer de vasallos, estarían obligados a devolver a la corona las tierras procedentes de la curia regia que no tuviesen carta de concesión, no impartirían justicia, ni construirían castillos ni se casarían sin consentimiento del rey. Gracias a estas leyes más de doscientos castillos pasaron a pertenecer a la corona. Con la nueva constitución que limitaba el poder de los grandes feudatarios, pero favorecía a la pequeña nobleza que le proporcionaba soldados y, a la burguesía de donde seleccionaba a sus funcionarios, Federico II restauró su autoridad en el reino. Todas estas disposiciones condujeron a que Sicilia se convirtiese en el primer estado unitario y centralizado de toda Europa, posibilitándole un gran auge económico. Historia Digital, XIII, 22, (2013). ISSN 1695-6214 © Ana Pujol-Soliano, 2013 7 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS Problema musulmán Sicilia y Apulia, a diferencia de Alemania, no habían conocido el feudalismo. Después de formar parte del Imperio Romano, del que Sicilia fue su granero, estos territorios fueron gobernados por un tiempo por los exarcas bizantinos y posteriormente pasaron a manos de emires musulmanes que se instalaron en Siracusa, Palermo, Catania y Mesina y no permitieron que los hacendados del lugar acumulasen tierras ni que erigiesen feudos hereditarios en sus dominios. El poder árabe se debilitó por las peleas intestinas entre los distintos emires, propiciando la conquista normanda de Sicilia. Cuando accedió al trono, Roger II de Altavilla implantó en su nuevo reino una administración basada en las tradiciones del ducado de Normandía y en las leyes de los califas omeyas. Sin embargo la tolerancia de los primeros reyes normandos hacia los musulmanes, que les permitía conservar su fe, su cultura, su lengua y sus costumbres, se vio restringida con el progreso de los cristianos latinos. Ante el aumento de la presión, abandonaron las ciudades y se refugiaron en las montañas desde donde reanudaron los lazos con las comunidades musulmanas del norte de África lo que provocó una serie de rebeliones. Para solventar el problema, el emperador tuvo una brillante idea; mandó trasladar a unos 16.000 sarracenos de las montañas sicilianas a las llanuras de Apullia y los asentó en la ciudad de Lucera, antiguo puesto militar romano. En un lugar de tradición cristiana les aseguró la libertad religiosa y la construcción de mezquitas, les permitió continuar con su cultura, les donó tierras de cultivo y todo a cambio de servicios militares que ejecutaron con absoluta devoción hacia Federico II, convirtiéndose en la caballería de elite del ejercito imperial. Historia Digital, XIII, 22, (2013). ISSN 1695-6214 © Ana Pujol-Soliano, 2013 8 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS Universidad de Nápoles Federico II quería funcionarios no solo bien preparados jurídicamente sino con vocación de servir al reino siguiendo sus directrices políticas. Este fue el principal motivo por el que en 1224 se fundó la Universidad de Nápoles, primer centro laico y estatal, cuya mezcla de culturas atrajo a los mejores docentes y discípulos de toda Europa. El primer rector de la nueva universidad fue Roffroi de Benevento, lo había sido antes de la de Bolonia, la más antigua y prestigiosa de la península. En Nápoles se enseñaba derecho civil romano, los tratados de Cicerón, los fallos dictados por el Senado de la República, las Pandectas de Justiniano, derecho administrativo, historia y geografía. Estos estudios, junto al espíritu de crítica y libre examen, pronto la diferenciaron de las otras instituciones cuyos estudios se centraban en el derecho canónico fundado en la interpretación de las escrituras y principio de autoridad. Pero lo verdaderamente innovador fue que los alumnos eran instruidos, alimentados y alojados a cargo del estado y podían elegir libremente las materias y a sus profesores. A cambio debían comprometerse a que al acabar sus estudios trabajarían a beneficio del reino y no se irían al extranjero, cualquier infracción a esta regla comportaba severas penas. En poco tiempo esta universidad contó con unos 15.000 alumnos y pasó a ser la mayor y más moderna de toda Europa. Escuela de medicina de Salerno Federico II, apasionado de la medicina, promovió la escuela de medicina de Salerno al sur de Nápoles que, debido a su situación privilegiada y clima favorable, se convirtió en un lugar apropiado para acoger a enfermos y convalecientes, dando lugar a un centro de excelencia médica que rivalizaba con escuelas similares en Alejandría, Bagdad y Córdoba. Cuenta la leyenda Historia Digital, XIII, 22, (2013). ISSN 1695-6214 © Ana Pujol-Soliano, 2013 9 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS que su creación se debe a un griego (Ponto), un cristiano (Magíster Salernus), un musulmán (Adela) y un hebreo (Helino). Sus fundamentos se basaban en la síntesis de la tradición greco-latina complementada por las nociones provenientes de la cultura árabe y judía. Los alumnos, sometidos a una severísima selección, recibieron una enseñanza práctica y teórica centrada en un profundo conocimiento del cuerpo humano que se aprendía con la observación de la disección de cadáveres. Además de medicina y farmacología, los alumnos estudiaban cirugía, matemáticas, astronomía y química. Para la obtención del título, que permitía el ejercicio de la medicina, se necesitaban seis años de formación, al final de este periodo se pasaba un examen público frente al equipo de maestros de Salerno. Pronto el prestigio de esta escuela de medicina se extendió fuera de sus fronteras. Constituciones de Melfi Federico II gobernó con férreas constituciones que representaban su visión del Estado y, así, consiguió ordenar su extenso imperio. Las más conocidas fueron las Constituciones de Melfi que reorganizaron el reino de Sicilia como una monarquía absoluta unitaria con un gobierno laico y centralizado, un concepto del todo innovador en una época en la que en muchas partes de Europa imperaba el feudalismo. Considerado el mayor legislador del Medievo creó un nuevo códice; el Liber Augustalis, que vio la luz el 1 de mayo de 1231, siguiendo las ideas políticas del emperador Augusto que mantuvo la paz en sus territorios, uno de los principios considerados fundamentales por el emperador junto con el orden y la justicia. Sin embargo para formular estas leyes también se inspiró en Justiniano cuyas Instituciones representaban un grandioso esfuerzo por ordenar asuntos de estado. Aunque mantuvo la tradicional concepción del derecho divino, introdujo una novedad; el principio de necesidad por la que el Historia Digital, XIII, 22, (2013). ISSN 1695-6214 © Ana Pujol-Soliano, 2013 10 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS emperador aseguraba la protección y supervivencia de sus súbditos, haciendo prevalecer el interés común sobre el particular. El códice federiciano se dividía en tres libros: • El primero establecía las normas para mantener el orden público y las relativas a las competencias de los funcionarios reales • El segundo constaba de los procedimientos civiles y penales • El tercero alternaba normas de derecho privado, penal y feudal Una serie de decretos regulaban todos lo hechos y gestas de la vida cotidiana desde la delimitación de los campos hasta los impuestos, por su laicismo escapaba del poder temporal y espiritual de la Iglesia. El Liber Augustalis fue, también, una auténtica revolución para le época al garantizar la libertad de todos sus súbditos protegiéndoles de los abusos de los barones. A las mujeres les reconoció una nueva dignidad humana y jurídica como sujeto de derecho y no solo objeto como sucedía hasta esa fecha. Para facilitar su gobierno dividió el reino en dos capitanías; Sicilia y Apulia, cada parte tenía diferentes altos cargos y distintas redes de funcionarios aunque todos dependían directamente del Emperador. Aquellos que ejercían labores administrativas y judiciales permanecían en el cargo tan solo un año salvo alguna excepción. Este nuevo concepto del estado, central y unitario, se articulaba a través de la Magna Curia, la gran corte imperial, formada por siete oficiales o ministros de la corona, pero todos los cargos eran nombrados por el rey que era la fuente de todo poder y el garante de la paz y de la justicia. Politica matrimonial: durante los períodos de paz, la política matrimonial fue la mejor arma de Federico I para llevar a cabo su política imperial. Viudo de Constanza de Aragón se casó por segunda vez con Yolanda, la jovencísima hija del rey de Jerusalén Juan de Brienne. Esta corona estaba rodeada de una aureola de gran prestigio aunque solo fuera de carácter Historia Digital, XIII, 22, (2013). ISSN 1695-6214 © Ana Pujol-Soliano, 2013 11 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS simbólico pues la ciudad estaba en manos de Saladino desde 1187. El rey Juan, cuya reputación estaba bajo mínimos después del desastre de la quinta cruzada, entregó a su hija de 14 años en matrimonio a Federico II. Entre otros intereses, lo que movía al Emperador en esta unión era cumplir su sueño de anexionar Tierra Santa a Sicilia y al Imperio. La boda imperial se celebró el 9 de noviembre de 1225 en Brindisi y poco después la nueva emperatriz fue instalada en el palacio real de Palermo donde, a pesar del gran fasto que la rodeaba, llevó una vida prácticamente de reclusa y fue muy desgraciada. Sin embargo este matrimonio duró tan solo 30 meses, en mayo de 1228 Yolanda moría en Andria, Apulia, días después de haber dado a luz un niño que fue bautizado con el nombre de Conrado y sucedería a su padre en el trono de Sicilia. A la muerte de su segunda esposa, el papa Gregorio IX le urgió a casarse, por razones políticas. Esta vez la novia era la princesa Isabel, hija del rey Juan I de Inglaterra, popularmente conocido como Juan sin Tierra y de Isabel de Angulema, hermana de Enrique III y del príncipe Ricardo de Cornualles. La ceremonia de la boda tuvo lugar en la catedral de Worms el 15 de julio de 1235. El contrato matrimonial tenía cláusulas políticas de gran importancia para Federico. Una de las condiciones impuestas a los Plantagenet era que depusieran su apoyo a los güelfos, enemigos histórico de los Hohenstaufen (gibelinos). Isabel, a pesar de su juventud y belleza, no corrió mejor suerte que su predecesora pues se le asignó una residencia en uno de los castillos sicilianos donde su marido la rodeó de eunucos encargados de su custodia. Trajo al mundo tres hijos; una niña y dos varones. Murió prematuramente el 1 de diciembre de 1241, a los 27 años. Historia Digital, XIII, 22, (2013). ISSN 1695-6214 © Ana Pujol-Soliano, 2013 12 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS Castillos federicianos Durante los últimos treinta años de su reinado, Apulia su región favorita pasó a ser el centro del nuevo estado unitario donde los castillos eran el símbolo de la presencia del emperador en el territorio. Ahí se reunieron los mejores pensadores de la época y su corte se convirtió en un centro cultural y científico de renombre en todo el mundo. Federico II encarnaba el arquetipo del personaje medieval, rodeado de astrólogos y astrónomos, no tomaba una decisión sin consultar a los astros, convencido de su influencia en las acciones humanas. La arquitectura desempeñaba un papel simbólico y propagandístico donde los castillos y palacios eran concebidos por el soberano como signo visible de su poder. De hecho se trataba de estructuras polivalentes que cumplían distintas misiones, defensivas, residenciales o administrativas. Durante estos años del reinado de Federico II, se llevó a cabo una intensa labor de construcción como fruto de la revisión del sistema defensivo y de la gestión de los territorios Sin embargo el gran cambio de costumbres que se había producido en la corte, incorporando a la vida cotidiana la fastuosidad de los palacios de oriente, hizo que algunos de los castillos ya se construyeran como lugares de recreo o como pabellones de caza. Para su ubicación se eligieron unas zonas rodeadas de bosques y otras abiertas para las rapaces. Su gran afición a la caza la inmortalizó en un tratado de cetrería De Arte Venandi cum Avibus que alcanzó una gran fama e incluso hoy sigue siendo un texto fundamental para los estudiosos de las rapaces. Los castillos federicianos se caracterizaban por la simetría y regularidad de sus formas geométricas, generalmente tenían una planta cuadrada con una torre en cada esquina, alrededor del patio interior y a lo largo del perímetro se organizaban las estancias cubiertas. Los diseños geométricos estaban tradicionalmente ligados a números con significados simbólicos y religiosos que Historia Digital, XIII, 22, (2013). ISSN 1695-6214 © Ana Pujol-Soliano, 2013 13 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS alcanzaron su cenit en el castillo de Castel del Monte, obra cumbre del reinado de Federico II, donde las formas octogonales se repetían casi obsesivamente. Castel del Monte: la poliédrica personalidad del emperador culminó con la construcción de este castillo. Los elementos culturales del norte y sur de Europa, del mundo musulmán y de la antigüedad clásica se fundían y dieron origen a una obra de arte maestra. El magnífico edificio encarnaba a la perfección el concepto de poder de Federico II. Tan solo se ha encontrado un documento de la época que hiciese relación a la construcción de Castel del Monte; una orden emitida el 29 de enero de 1240 por la que el rey conminaba a Ricardo de Montefusculo, Justicia de la Capitanata, que comprase cal, piedra y todo cuanto fuese necesario para edificar una morada. Aparentemente aislado y periférico, el castillo se levantó bien visible no lejos de la vía que unía Andria y Gravina, en una colina a 540 mts sobre el nivel del mar. Federico II, apasionado de la astronomía e identificado con el astro rey, eligió para la construcción de Castel del Monte un lugar inundado de sol durante todo el día, y donde al caer el crepúsculo se produjese un hermoso juego de luces y sombras. A pesar de que algunos historiadores lo han considerado un elemento esencial dentro de la red de castillos planificada por Federico II, otros le niegan su función defensiva puesto que carecía de los elementos típicos de una fortaleza medieval como el foso y el puente levadizo. Los constantes debates sobre el uso que se le dio a Castel del Monte no han llegado a una conclusión Historia Digital, XIII, 22, (2013). ISSN 1695-6214 © Ana Pujol-Soliano, 2013 14 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS definitiva y aún hoy siguen siendo objeto de estudio. De todas formas el lujo y refinamiento de los detalles y de las esculturas conducen a pensar que se construyo como residencia. Donde parece haber un mayor consenso es en el papel que jugó la cetrería, pasión del rey heredada de su padre Enrique, en la elección de la situación geográfica para la edificación de Castel del Monte. Sin embargo no se sabe si el castillo se terminó antes de la muerte de Federico II y por tanto si pudo llegar a vivirlo. Una de las historias más extendidas es la de que, por ironía del destino, los únicos Hohenstaufen que lo habitaron fueron los nietos del emperador, hijos de Manfredo su vástago favorito, y lo hicieron en calidad de prisioneros. A pesar de que no han sido demostradas, han circulado múltiples y variadas teorías sobre cómo se edificó el castillo. No cabe duda de que el esoterismo tuvo un papel fundamental pues su impronta se percibe por todo el edificio. Es incuestionable que el ocho, símbolo del infinito, número sagrado para el culto solar egipcio, se repite persistentemente; el castillo tiene ocho torres octogonales que giran en torno a un cuerpo asimismo octogonal. No hay que olvidar que los templarios, de los que no se descarta algún tipo de intervención, como dice el historiador Raffaele Nigro en su obra Viaggio in Puglia, construyeron edificios octogonales por razones esotéricas. Con la construcción de Castel del Monte y la identificación del emperador con el astro rey, parece ser que Federico II quiso demostrar la supremacía del imperio frente al papado. Construcción: El cuerpo central era un octógono en cuyos ángulos se erigían unas torres, también de ocho lados. Por la entrada principal se accedía a un patio octogonal que tenía un gran contraste cromático donde se repetían tres materiales; piedra calcárea, mármoles y grava coralina, como en todo el resto del edificio. Historia Digital, XIII, 22, (2013). ISSN 1695-6214 © Ana Pujol-Soliano, 2013 15 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS La planta baja estaba reservada para los poetas y sabios que rodeaban al emperador; ocho piezas se abrían al patio central cuyo pavimento estaba recubierto de mosaico de mármol de colores. Por unas escaleras de caracol situadas en cada una de las torres, se subía al piso superior que estaba reservado para el Emperador y los dignatarios de la corte, donde se encontraban ocho estancias más entre ellas la sala del trono. La terraza se extendía a lo largo del tercer nivel, desde donde la vista se perdía en el horizonte a la vez que suscitaba una sensación de infinito. Una parte de la azotea estaba inclinada y servía para recoger el agua de lluvia que descendía hasta las cisternas. Desde ahí, a través de un sistema de tuberías, empotradas en los muros, se suministraba agua a la fuente octogonal situada en el patio central (hoy en día destruida) y a los baños e instalaciones sanitarias de los distintos pisos, lo que supuso una gran innovación en Europa. En la simbología medieval a cada número le correspondía un significado. El número ocho se identificaba con el tránsito de la tierra al cielo, de lo finito a lo infinito, del tiempo a la eternidad. El castillo ha sido calificado por algunos historiadores como morada de un hechicero, próximo a la intersección entre la magia y las matemáticas. Se puede afirmar que Castel del Monte fue la imagen que mejor encarnó la grandeza de Federico II y representó a la perfección su concepción del “arte al servicio del poder”. Muerte del emperador El lupus conocido como “fuego sagrado” y la disentería que devastó sus vísceras acabaron con Federico II cuando se dirigía a Foggia desde Lucera. Tan grave se puso que la comitiva no pudo llegar a su destino y tuvo que pararse por el camino en el castillo de Castel Florentino, donde le alcanzó la muerte el 13 de diciembre de 1250, faltaban tan solo 13 días para su 57 cumpleaños. Historia Digital, XIII, 22, (2013). ISSN 1695-6214 © Ana Pujol-Soliano, 2013 16 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS Cuando el emperador se dio cuenta de donde se hallaba y estando ya a punto de morir, se acordó de la profecía del astrólogo y filósofo Michele Scoto que vaticinó que sus días acabarían delante de una puerta de hierro en un lugar cuyo nombre estaba formado por la palabra flor. A su lado solo se encontraba su hijo Manfredo, el preferido. Su madre Blanca Lancia que había sido el gran amor del emperador y con la que tuvo otras dos hijas; Constanza que sería emperatriz de Nicea y Violante futura condesa de Caserta. Todos ellos fueron legitimados en articulo mortis por la reglamentación del matrimonio de su madre. Al ver que se acercaba su hora mandó llamar al notario de Brindisi para dictarle su testamento; El Imperio y el reino de Sicilia iban para su primogénito Conrado, si este moría sin hijos pasaba a su hermano Enrico y por último a Manfredo. Dispuso a su vez que durante las estancias de Conrado en Alemania, Manfredo quedaba como regente en los reinos de Italia y también se le otorgaba el Principado de Taranto. Una vez asegurada la continuidad de la dinastía en el seno de su familia quiso morir en paz con la Iglesia. Mando restituir todos los territorios que había conquistado a los Estados Pontificios a cambio de que el papa reconociera los derechos imperiales de los Hohenstaufen. Como correspondía a su condición de rey y emperador, su cadáver fue inhumado con todo boato en la catedral de Palermo junto a los restos de su madre y su primera esposa Constanza. La figura de Federico Hohenstaufen encarnó como ninguna otra la fusión entre el mundo medieval y el moderno. El Medievo representado por su idea del mito imperial, un poder universal que le venía directamente de Dios. Mientras que su manera de entender la cultura, desde una perspectiva integradora y general del saber humano, sin hacer distinciones entre cristianos, musulmanes o hebreos junto con su visión política abierta, escenificaban una modernidad que hoy se calificaría como “ecuménica”. Historia Digital, XIII, 22, (2013). ISSN 1695-6214 © Ana Pujol-Soliano, 2013 17 Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS Bibliografía • BENOIST, Méchin. El Emperador Federico II (1194-1250). Civilización Ediciones. Barcelona 1989 • FASOLI, Gina. Aspetti della politica italiana di Federico II. Casa Editrice Prof. Riccardo Patron, 2ª ed. Bologna 1966 • KANTOROWICZ, Ernst. Federico II Imperatore. Aldo Garzanti Editore. Italia 1976 • NIGRO, Raffaele. Viaggio in Puglia. Ed. Laterza. Bari 2009 • TRAGNI, Bianca. Il mitico Federico II di Svevia. Ed. Adda. Italia 2010 Historia Digital, XIII, 22, (2013). ISSN 1695-6214 © Ana Pujol-Soliano, 2013 Historia Digital, XIII, 22, (2013). ISSN 1695-6214 © Ana Pujol-Soliano, 2013 18