Actividad 8 Palabras, emociones, sensaciones 1 Lee con atención estos tres textos. 1º Texto lírico. A un olmo seco Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo, algunas hojas verdes le han salido. ¡El olmo centenario en la colina que lame el Duero! Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina al tronco carcomido y polvoriento. No será, cual los álamos cantores que guardan el camino y la ribera, habitado de pardos ruiseñores. Ejército de hormigas en hilera va trepando por él, y en sus entrañas urden sus telas grises las arañas. Antes que te derribe, olmo del Duero, con su hacha el leñador, y el carpintero te convierta en melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta; antes que rojo en el hogar, mañana, ardas de alguna mísera caseta, al borde de un camino; antes que te descuaje un torbellino y tronche el soplo de las sierras blancas: antes que el río hasta la mar te empuje por valles y barrancas, olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida. Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera. Antonio Machado. Soria 1912. 59 60 2º Texto narrativo. Los espejos velados El Islam asevera que el día inapelable del juicio, todo perpetrador de la imagen de una cosa viviente resucitará con sus obras, y le será ordenado que las anime, y fracasará, y será entregado con ellas al fuego del castigo. Yo conocí de chico ese horror de una duplicación o multiplicación espectral de la realidad, pero ante los grandes espejos. Su infalible y continuo funcionamiento, su persecución de mis actos, su pantomima cósmica, eran sobrenaturales entonces, desde que anochecía. Uno de mis insistidos ruegos a Dios y al ángel de mi guarda era el de no soñar con espejos. Yo sé que los vigilaba con inquietud. Temí, unas veces, que empezaran a divergir de la realidad; otras, ver desfigurado en ellos mi rostro por adversidades extrañas. He sabido que ese temor está, otra vez, prodigiosamente en el mundo. La historia es harto simple, y desagradable. Hacia 1927, conocí una chica sombría: primero por teléfono (porque Julia empezó siendo una voz sin nombre y sin cara); después, en una esquina al atardecer. Tenía los ojos alarmantes de grandes, el pelo renegrido y lacio, el cuerpo estricto. Era nieta y bisnieta de federales, como yo de unitarios, y esa antigua discordia de nuestras sangres era para nosotros un vínculo, una posesión mejor de la patria. Vivía con los suyos en un desmantelado caserón de cielo raso altísimo, en el resentimiento y la insipidez de la decencia pobre. De tarde -algunas contadas veces de noche- salíamos a caminar por su barrio, que era el de Balvanera. Orillábamos el paredón del ferrocarril; por Sarmiento llegamos una vez hasta los desmontes del Parque Centenario. Entre nosotros no hubo amor ni ficción de amor: yo adivinaba en ella una intensidad que era del todo extraña a la erótica, y la temía. Es común referir a las mujeres, para intimar con ellas, rasgos verdaderos o apócrifos del pasado pueril; yo debí contarle una vez el de los espejos y dicté así, el 1928, una alucinación que iba a florecer el 1931. Ahora, acabo de saber que se ha enloquecido y que en su dormitorio los espejos están velados pues en ellos ve mi reflejo, usurpando el suyo, y tiembla y calla y dice que yo la persigo mágicamente. Aciaga servidumbre la de mi cara, la de una de mis caras antiguas. Ese odioso destino de mis facciones tiene que hacerme odioso también, pero ya no me importa. Jorge Luis Borges. Obras Completas II. pág. 380. 3º Texto dramático. La Dama del alba (fragmento) 61 PEREGRINA: (Abre lentamente los ojos.) Ya voy. ¿Quién me llama? PEREGRINA; ¡Bah! Los niños juegan tantas veces con la Muerte sin saberlo. ABUELO: Mírame a los ojos y atrévete a decir que no me conoces. ¿Recuerdas el día que explotó el grisú en la mina? También yo estaba allí, con el derrumbe sobre el pecho y el humo agrio en la garganta. Creíste que había llegado mi hora y te acercaste demasiado. ¡Cuando, al fin, entró el aire limpio, ya había visto tu cara pálida y había sentido tus manos de hielo! ABUELO : ¿A quién venías a buscar? (Poniéndose ante la escalera.) Si es a ellos tendrás que pasar por encima de mí. PEREGRINA: (Serenamente.) Lo esperaba. Los que me han visto una vez no me olvidan nunca... ABUELO: ¿A qué aguardas ahora? ¿Quieres que grite tu nombre por el pueblo para que te persigan los mastines y las piedras? PEREGRINA: No lo harás. Sería inútil. ABUELO.--Creíste que podías engañarme, ¿eh? Soy ya muy viejo, y he pensado mucho en ti. PEREGRINA: No seas orgulloso, abuelo. El perro no piensa y me conoció antes que tú. (Se oye una campanada en el reloj. La PEREGRINA lo mira sobresaltada.) ¿Qué hora da ese reloj? ABUELO.-Las nueve y media. PEREGRINA: (Desesperada.) ¿Por qué no me desperta-ron a tiempo? ¿Quién me ligó con dulces hilos que no había sentido nunca? (Vencida.) Lo estaba temiendo y no pude evitarlo. Ahora ya es tarde. ABUELO: Bendito el sueño que te ató los ojos y las manos. PEREGRINA: Tus nietos tuvieron la culpa. Me contagiaron su vida un momento, y hasta me hicieron soñar que tenía un corazón caliente. Sólo un niño podía realizar tal milagro. ABUELO.-Mal pensabas pagar el amor con que te recibieron. ¡Y pensar que han estado jugando contigo! PEREGRINA -¡Quién piensa en tus nietos, tan débiles aún! ¡Era un torrente de vida lo que me esperaba esta noche! ¡Yo misma le ensillé el caballo y le calcé la espuela! ABUELO: ¿Martín?... PEREGRINA: El caballista más galán de la sierra... Junto al castaño grande. ABUELO: (Triunfal.) El castaño grande sólo está a media legua. ¡Ya habrá pasado de largo! PEREGRINA -Pero mi hora nunca pasa del todo, bien lo sabes. Se aplaza, simplemente. ABUELO: Entonces, vete. ¿Qué esperas todavía? PEREGRINA: Ahora ya, nada. Sólo quisiera antes de marchar, que me despidieras sin odio, con una palabra buena. ABUELO: No tengo nada que decirte. Por dura que sea la vida, es lo mejor que conozco. PEREGRINA: ¿Tan distinta me imaginas de la vida? ¿Crees que podríamos existir la una sin la otra? ABUELO: ¡Vete de mi casa, te lo ruego! PEREGRINA; Ya me voy. Pero antes has de escucharme. Soy buena amiga de los pobres y de los hombres de conciencia limpia. ¿Por qué no hemos de hablarnos lealmente? ABUELO: No me fío de ti. Si fueras leal no entrarías disfrazada en las casas, para meterte en las habitaciones tristes a la hora del alba. PEREGRINA: ¿Y quién te ha dicho que necesito entrar? Yo estoy siempre dentro, mirándoos crecer día por día desde detrás de los espejos. Alejandro Casona. La dama del alba, pp. 86-87. 62 2 Una vez leídos los textos señala los símbolos presentes en los textos y anótalos en orden en la primera columna de la tabla inferior. Cada símbolo transmite una idea, o emoción o sensación. Anótalos en la tabla. Una vez llenas las tablas verás como el texto cobra más sentido que la primera vez que lo leíste. Símbolo Idea o concepto Emoción o sentimiento Sensación (tipo y definición) Texto lírico. A UN OLMO SECO Ej. Olmo viejo... ............................................ Enfermedad Visual Muerte en vida Texto narrativo. Los espejos velados Ej. Chica sombría ............................................ Misterio Visual (oscuridad) Térmica (frialdad) Texto dramático. La Dama del Alba Ej. Peregrina La muerte no siempre es trágica, también puede ser bella Tranquilidad Visual (peregrinaje) Paz Sosiego 3 Ahora y en grupos de trabajo, cada grupo pondrá en común las tablas individuales. Finalmente, cada grupo expondrá sus resultados en una puesta en común con toda la clase.