La techumbre de la ampliación de Al-Hakam II

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CuaderRos
de
Madlnat
al -Zahrá'
Vol. 5
Córdob
a, 2004
CTJADERI{OS DE MADiNAT AL-ZAI]RÁ'
Cuadernos de Madinat a|-Zahra
Revista de difusión científica del Conjunto Arqueo.lógico Madrnat al-Zahra
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I
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SUMARIO
. ESTUDIOS
EDUARDO MANZANO MORENO
El
círculct de pocler de los califas ornelas cle
Córclaha
Pág. 9
JEAN-PIERRE VAN STAÉVEL
Prítoir jzgaler, bátir : droit de la
judiciairu
)
Cordoae rJurant le
cr¡nslruclian et institarians
í'lX'
si¿cle
Pág.
3L
MOHAMED MEOUAK
Madinat al-Zabm'
en las fuentes
árabu del occidente
i¡láttica
Pág. 53
BRUNA SORAVIA
Une bistaire de la f.rna. Aurariré er
le tuIutpaltis
d'Ibn
lígitirnirí dan:
Hayan
Pág. 81
MANIIELA MARÍN
A/tos fancionarios para e/ ca/ifa: jueces 1 otras cargos de la
Adntinisnación cle'Al¡d al-Rabntan
III
Pá9.97
M.' ANTONIA MARTÍNEZ NÚÑEZ.
MANUEL ACIÉN ATMANSA
La epi¡1rafra
de
al-Zabra'
Pá9. I07
ya - pa / e s t i n i enne
Pás.159
Madinar
SOLANGE ORY
L'
ep
i grap b i e umayy ade
s
CARMEN BARCETÓ
El cíJin andalusi de "praaincias" durante el Califato
(3a0_403t9j2_10j3)
pá9. t73
ANTONTO VALLEJO TRTANO,
ALBERTO MONTEJO CÓRDOBA,
ANDRÉS GARCÍA CORTÉS
/a interaenciín art¡aeo/ígica en /a
"Ca:a de Ya'far" 1 en el ecliJicia cle "Patio cle los Pilaru"
de X[adinat al-Zahra'
Resa/tados preliminares de
Pá9.
I99
PATRICE CRESSIER,
MOURAD RAMMAH
S¿bra al-A4ansariya : [Jne autre aille
caltfale
Pág.241
JUAN F. MURILLO REDONDO,
MARÍA TERESA CASAL GARCÍA,
ELENA CASTRO DEL RÍO
Madinat Qar¡aba. Aproxinaciín al procesa de forntaciín de la
ciudad emiral 1 califal a patir de la información arquealógica Pág. 217
VICENTE SALVATIERRA
La instauraciín clel Califato en el AIra
Gaadalqaiuir
Pá5. 291
PEDRO GURRIARÁN DAZA
Hacia una canstrucción del poder. Las prácticas edi/icias
en la periferia andalusi duranre el
Pág. 297
ALBERTO CANTO GARCÍA
El dinar en al-Andalas en el sigla X
Pás.327
Califaro
CAROLINA DOMÉNECH BELDA
La
rnaneda
farimí 1 sa relaciín
con
al-Andalus
Pág. 339
PATRICE CRESSIER
Histarias de capiteles: ¿Hubo talleres califales
pratincialesi'
Pá9. 751
TILO ULBERT
Resafa en
Siria. Una
residencia
califal
de los últimrts onteyas en
)riente Pá9. 377
BERNABÉ CABAÑERO SUBIZA,
VALERO HERRERA ONTAÑÓN
La tecbu¡nbre de la ampliación de al-Hakan II rJe la mezqaita aljama
d¿ Círdoba. Análisi: tícnico 1 estulio forxul de sa policrarnía
Pá9. 391
SABINE NOACK.HALEY
Los capireles de
la hlezt¡aita
de
Madinar
al-Zaltra'
Pág.
Egypte
Pág. 445
4I3
MARIANNE BARRUCAND
Le prentier clécor arcltitectural
fatimide
en
PIERRE GUICHARD
Canc/usions
.
Pág.463
CRÓNICA DEL CONJUNTO
ANTONIO VALLEJO TRIANO,
JOSÉ ESCUDERO ARANDA
Crínica del Conlanto, añas 1998-2003
Pág. 47
I
ESTIJDIOS
ACTAS DE LAS IV JORNADAS DE MADINAT AL-ZAHRÁ':
Nuevas investigaciones sobre eI Califato de Córdoba
Córdoba, 10-12 Noviembre 2003
LA TECHUMBRE DE LA AMPLIACIÓN DE AL-HAKAM II DE
LAMEzeurrA ALJAMA DE cónooBA. ANAusrs rÉcxlco
Y ESTuDro FoRMAL DE su Pollcnou͡
BERNABE CABANERO SUBIZA, Unit,ersidad de Zaragoza
VALERO HERRERA ONTANON. A¡'arttatrtiento de Segot'ia
RESI]MEN
EI presente artículo aborda el análisis técnico y
el estudio formal de la policromía de la techumbre
de Ia ampliación de al-Hakam II de Ia Gran Mezquita de Córdoba. El primer estudio de esta pequeña serie de trabajos sobre esta cubierta de madera
se publicó en la revista Artigrama, 16 (Zaragoza,
2001), pp. 257-283 y abordó las cuestiones constructivas, mientras que el tercero que se espera que
se publique en la revista ilIadrider ht itteilungen, an:alizará srrs elementos decorat ivos.
Del estudio de la policromía de dicha techumbre se desprende que entre los motivos existentes
predominaban los digitados en detrimento de los
lisos de origen abasí, estos elementos digitados son
muy similares a los empleados en la decoración arquitectónica del llamado Salón Rico de Madinat
a\-Zahra'y de la mezquita aIlama de Córdoba. Del
mismo modo, la utilización de una gran cantidad de
colo¡es (amarillo, verde, blanco, negro, y distintas
variedades de azul y de rojo) y el empleo del aceite
de Iinaza como aglutinante, que permite la posibilidad de crear veladuras, superponiéndose desde una
hasta cuatro capas distintas de pintura, permitieron
conseguir un resultado finai sumamente cuidado.
La utihzación de la técnica del óleo en una fecha
tan temprana es Lrna novedad puesto que se pensaba que dicha técnica había sido introducida en Occidente por los hermanos Hubert e Jan van Eyck.
Además, la utilización de colores complementarios
y la sucesión alternativa de colores demuestran un
amplio conocimiento de la teoría del color.
ABSTRACT
This article addresses the technical analysis and
formai study of the polychromy of the roof of alHakam II's addition to the Great Mosque of Cordoba. The first str-rdy of this small series of works
on this wooden roof was published in the magazine
Artigrama, 16 (Saragossa, 2001), pages 257-283
and addressed the const¡uction questions, whilst
the third, wich is expected to be published in the
magazine Madrider Nlitteilungen, will analyse its
decorative elements.
It can be deduced from the study of the polychromy of this roof that among the existing motifs the digitated ones predominate over the piain
Abbasid origin ones; these digitated elements are
very similar to the ones used in the architectonic
decoration of the so-called "Salon Rico" of Madinat
al-Zahra' and of the Aljama mosqlre of Cordoba.
Likewise, it was possible to achieve an extremely
meticulous final ¡esult due to the use of a large
number of colours (yellorv, green, wl-rite, black and
different tones ofblue and red), as well as oflinseed
oil as a binder, which enables glazing to be created,
superimposing one or up to four different layers of
paint. The use ofthe oii technique at such an early
date is a novelty as it was thought that this technique had been introdr-rced into the STest by the
brothers Hubert and Jan van Eyck. In adittion, the
use of complementary colours and the alternative
succession of colours show a wide knowledge of the
theory of colour.
Palabras clave
Key words
Córdoba, mezquita, techumbre, al-Hakam II,
policromía, óleo, arte islámico.
Cordoba, tnlrque, roof. al-Hakaw
oil. Ir/amic art.
ll,
pol1chron4,,
391
T a revista Arl)traua. medio.le transmisión cicn-l¿ úñca clel Departamento de Historia del Arte
de la Universidad de Zaragoza, viene publicando
desde 1993 una serie de trabajos, escritos por Bernabé Cabañero Subiza, Valero Flerrera Ontañón y
Carmelo Lasa Gracia, citados por orden alfabético,
dedicados a estudiar y reivindicar Ia importancia de
Ias armaduras lígneas labradas
por artistas islámicos
y mudéjares en la Península Ibérica entre los
y
años
10. Primero analizamos los arrocabes de
integrados
por un friso de canes del palacio
yeso
islámico de la Aljafería de Zaragoza, qLre favore961
11
cíanla sustentación de un alfarje desaparecido, dispuesto en la alcoba oeste del Salón del Trono, y su
reiación con una viga almorávide conservada en el
Museo del Batha de Fez (Marruecos)t; después la
techumbre de la iglesia de San Millán de Segovia2,
tallada hacia el año 1110; más tarde los restos de
madera de la Casa palacio del Temple de ToledoJ,
labrados en las mismas fechas que los del templo
segoviano; para concluir con una serie de aportaciones novedosas, qlre empezaron a darse a conocer en
eI ano 2002, sobre la techumbre de Ia ampliación
de al-Hakam II de la mezquita aljama de Córdoba,
y cuyo estudio fue abordado en 1928 por el arqLritecto restaurador de la Catedral de Nuestra Señora
de la Asunción de Córdoba Don Félix Hernández
Giméneza.
Dada la cantidad de aspectos y de la complejidad de los mismos que presenta el estudio de
la techumbre de Córdoba nos ha parecido 1o más
aconsejable exponer nuestras conclusiones, bastan-
te extensas tanto en cuanto a su texto como en lo
referente a la parte gráñ.ca, en tres artículos diferentes, que van a formar una pequeña serie sobre
la techumbre de la ampliación de al-Hakam II. El
primero de ellos se publicó con el siguiente título:
Bernabé CABAÑERO SUBIZA y Valero HERRERA ONTAÑÓN, "N.r"rros datos para el estudio de
la techumbre de la ampliación de al-Hakam II de la
mezquita aljama de Córdoba. Cuestiones constructlas", Artigrama, L6 (Zaragoza,2001), pp. 257283.
Las dos siguientes entregas de esta serie son el
presente trabajo y el que esperamos se publique en
Ia revista Madrider Mitteilungen sobre el estudio de
los elementos decorativos de dicha cubierta cali-
falt.
792
Con la presentación de nuestro trabajo en tres
partes complementarias queremos expresar púrblicamente nlrestro afecto y agradecimiento por slr aylrda y magisterio hacia los Dres. María Isabel Álvaro
Zamora, Antonio Vallejo Triano y Christian Ewert,
respectivamente, con quien nos une una sincera y
profunda amistad.
El estudio de Don Félix Hernández sobre el aifarje de la mezquita aljama de la capital del Califatcr
publicado en eI Archiao Español de Arte y Arqaeologia
en 1928 constituye una de las grandes joyas bibliográficas de este arquitecto restaurador cuyo prestigio no hace sino aumentar día a día, comparable en
importancia a su estudio sobre el codo en la histoiografía árabe de la Mezquita Mayor de Córdoba,
su monografía sobre el alminar constrr-rido a instancias del califa 'Abd al-Ral-iman III en el patio de
este mismo oratorio, y la Memoria de la Excavación
de Madinat al-Zahra'.
Sin embargo, hay dos razones que aconsejan
volver sobre esta cuestión, qr-re mientras exista la
más mínima posibilidad de que ap^rezcan nuevas
piezas y de que se recuperen algr-rnas de Ias perdidas, estará siempre "abierta":
La primera es que el nombramiento del nuevo
Canónigo Obrero del Cabildo Metropolitano de la
Santísima Catedral de Córdoba, Don Juan Moreno Gutiérrez, de talante abie¡to y constructivo, ha
propiciado la creación de una serie de condiciones
idóneas para que los estudiosos del arte islámico interesados en la mezquita aljama de la capital del
Califato puedan llevar a cabo sus investigaciones.
Don Juan Moreno, que es una persona culta y de
gran sensibilidad artística, consciente de Ia enorme
importancia de los vestigios que han llegado hasta
nosotros de Ia antigua mezquita aljama de Córdoba, y cuyo valor no hace sino aumentar a medida
que son limpiados, estudiados y correctamente
interpretados, ha puesto a nuestra disposición de
manera sumamente generosa tantos cuantos medios
hemos precisado para la realizacrón de nuestro estudio. Es de justicia reconocer el mérito qlre tiene
qr-ie el Canónigo Obrero del cabildo metropolitano
de Córdoba aprecie en su verdadero valor una serie
de piezas que no forman parte propiamente de la
catedral católica. Por todo ello deseamos expresar
públicamente nlrestro más sincero agradecimiento
hacia Don Juan Moreno Gutiérrez.
La segunda es que desde 1928 han sido encontrados en los trabajos de restauración de la catedral
de Córdoba Lrn gran número de vigas, cobijas corridas, y tableros desconocidos en la época -ya algo lejana para el rápido desarrollo de los descubrimientos
arqr-reológicos y artísticos- en qlre Don Félix Hernánclez escribió su estudio sobre la techumbre de la
mezquita de Córdoba. De hecho la mayor parte de
las cubiertas de la zona meridional de la catedral de
Córdoba, en la que se encuentra la ampliación de
al-Hakam II, han sido rehechas con posterioridad
de vigas y no dibujos completos en todo su desatto-
a 1928. Nunca se ha dado ningr-rna noticia sobre
Ios tableros y piezas originales aparecidos en 1as
cubiertas de madera de lo qr-re fue la antigua mezquita aljama de Córdoba en Ios írltimos 75 años.
al no recoger las marcas de los clavos originales
llo, hechos a escala, de los siete tipos diferentes
de
vigas que se conservan en las distintas dependencias que son propiedad del Cabildo metropolitano
de Córdoba.
Don Félix Hernández pudo ver un solo tipo
de cobija co¡rida -que publicó como el panel n."
62- cuando nosotros hemos podido ver cinco (fig.
1), incluida la citada por este arquitecto como Lrn
panel.
Además los dibr-rjos de Don Félix Hernández,
dejadas por las aplicaciones desaparecidas ni de los
replanteos previos
alaalla, dan la impresión
de ser
ahrmas- cuando en la actualidad están recogidas en
Ia catedral en la planta bajo cubierta unas 100 vigas
o medias vigas (es decir vigas cortadas en Ia mitad
mafcos que carecen de roda decoración en su interior, como sucede con Lrn famoso panel de madera
del siglo IX, bastante deteriorado, procedente del
Salón del Trono del palacio de Dar a/-Jaltfa (plural:
Dar" a/-J ilafa) o Yaasaq a/-Jaqani en Samarra (Irak),
y que ya su descubridor Ernst Herzfelde puso, con
todo acierto, en relación con otro (que constituye
el sofito de una puerta) de la mezquita de Ibn Tulun en al-Qatai (localidad hoy absorbida por eI áre^
urbana de El Cairo), que es prácticamente una réplica exacta. En otros dibujos e imágenes fotográficas de vigas y de tableros del trabajo de Don Félix
Hernández, al no reflejarse las huellas de los clavos
ni haberse limpiado la suciedad depositada sobre
ellos, los elementos vegetales parecen ser completamente lisos y de tradición por tanto abasí, mientras
que la limpieza de uno de los arrocabes corridos y
de 113'5 cm. de una de las vigas ha demostrado la
existencia de trazos vegetales digitados (lám. 3).
A todo ello hay que añadir que cuando en 1928
se publicó el estudio de Don Félix no se había podido llevar a cabo la limpieza de ninguna de las vigas
de la techumbre, ni por tanto, como es lógico analizar sus aparejos, sus pigmentos, y sus aglutinantes.
Del estudio de las piezas lígneas musulmanas
clue procedentes de las cubiertas de la mezquita aljama de Córdoba fueron reutilizadas en las techumbres modernas de la Catedral Metropolitana de esta
ciudad, donde han sido halladas, se desprenden las
de su canto).
sigu ientes concl usiones:
Nosotros mismos hemos podido ver y documentar
fotográficamente como en las ob¡as que se lievaron
a cabo en el mes de abril de 1999 en la reparación
del tejado correspondiente a la fase de al-Hakam II
aparecieron dos tableros (láms. 1 y 2), que estaban
colocados haciendo de ripia de la cubierta actual clel
templo cordobés, tallados con decoración vegetal, y
por tanto destinados a ser vistos, del alfarje labrado
entre Ios años 961 y 910.EI tablero cuya fotografía
se pr-rbiica en la lámina 2 de este artículo es igual
al que Don Félix Hernández designó en su estudio
de la techumbre de la mezquita cle Córdoba con el
n:úmero 4J.
Cuando Don Félix Hernández escribió su trabajo sobre la techumbre de Córdoba é1 pudo ver
clratro tipos de decoración de vigas, cuando nosotros hemos podido ver siete (hg.2), a los que hay
que añadir la ornamentación de otra octava viga
diferente, que fue dibujada sin escala válida o sin
escala por los arquitectos restauradores de la Santísima Catedral de Córdoba, que se sucedieron en
el cargo, Don Ricardo Yelázqluez Boscot' y Don
Antonio Flórez Urdapilletar (fig. 3), y que hoy se
encLlentra en paradero desconocido. Félix Hernández vio unos veinte fragmentos de vigas -según él
A esto hay que añadir que Don Félix Hernández
ofreció en su trabajo sobre Ia techumbre de la gran
mezquita de Córdoba fotografías de detalle de lo
que nosotros consideramos cuatro tipos diferentes
n pertenecen exclusivamente a la techumbre que cubría el espacio
ampliado a instancias del califa al-Hakam II
entre los años 961 y 970. Todas estas piezas es-
1.'' Las piezas que se conoce
)9)
tán talladas en madera de pino de muy buena
senta una banda de decoración vegetal, con
calidad.
Si suponemos que en el apoyo de los techos de
la ampliación de al-Mansur (segundo haltib deI
califa Hisam II) se empleó una cobija corrida
como en las naves de al-Hakam II, obtendremos una longitud de vigas y tableros de 3'90
m; longitud esta que solamente se da en un
único tipo de viga y en ningírn tablero.
Así pues, con la creación de una serie de alfarjes
distintos en la fase de al-Hakam iI de los del
resto de la sala de oración (fig. 1) se pretendió
enfatizar todavía más ei carácter individual que
tiene dicha ampliación, que verdaderamente es,
como pensaba Félix Hernández, una mezquita
completamente autónoma dentro de otra mezquita, o como dijo Don Leopoldo Torres Bal-
un pequeño astrágalo en su parte alta integrado por ovas y dardos.
básto ouna rnezquita nueaa adrxada a /a anteriot'",
En la realidad las fases de 'Abd al-Rahman I y
'Abd ai-Rahman
II
quedaron convertidas en la
práctica en un "vestíbulo previo" a la mezquita
de al-Hakam II. Esto es una novedad puesto
que se pensaba con anterioridad a nuestro estudio que estos elementos lígneos pertenecían a la
cubrición de todas las fases de la Gran Mezquita de Córdoba.
2." Esta techr,rmbre era un alfarje o techo plano, en
ei que la separación de ios ejes de vigas consecutivas era de 87 cm (naves extremas), 89 cm
(naves 2.", 3.", 4.", 8.", 9.", 10.' contadas desde
el Este), 90 cm (naves 5." y J ." contadas desde el
Este) ó 91 cm. (nave central), segírn las cobijas
corridas; dichas vigas hacían de tirantes de una
cubierta que presentaba tn 42'8% de pendiente. Esto también es una novedad puesto que se
pensaba que las vigas habían sido dispuestas
a lo largo de toda la mezquita de una manera uniforme con Lrna distancia entre ejes de 84
3."
394
cm, además se ignoraba cuál era e1 ánguio de la
pendiente.
El arrocabe estaba compuesto por tres piezas:
a) Cobija corrida clavada a Ia parte inferior de
la viga.
b) Thbica apoyada en la cobija.
c) Alicer o friso compuesto por dos piezas; de
las cuales Lrna, que debe ser la inferior, presenta una inscripción en estilo cúfico simple,
mientras que la que debe ser la superior pre-
Los motivos vegetales del canto de las vigas se
repetían en las tabicas, cerrándose pues Ia decoración en sí misma. Así sabemos que la tabica
publicada por Don Félix Hernándezrr en el año
1p28 pertenecía a una de las naves extremas,
plresto que coincide con la decoración del canto
de las vigas dispuestas en dicho lr-rgar (fig. 4, dibujo inferior). Así se explica que los elementos
vegetales extremos del canto de las vigas nunca
estén trazados completos ni que exista un listón en esta zona, plresto que dicho extremo del
canto de las vigas no era visible al superponerse
sobre él la correspondiente tabica.
4^ Al tomar entre los años 1999 y 2003 las medidas de todas las vigas conservadas (flg. 2) hemos
podido comprobar que cuando encontramos
varias vigas de Ia misma talla, su longitud también es la misma y esto hace suponer que cada
nave tuviera un mismo tipo de viga. Esto no
significa que todas ias vigas de un mismo tipo
sean exactamente iguales, puesto que no
lo son,
ya que hay pequeñas variaciones en los elemen-
tos vegetales concretos que las decoran, y en las
dimensiones de dichos motivos ornamentales.
El heclro de que cada viga ruviera un esquema decorativo propio, rehr-ryendo los taliistas
de servirse de plantillas o de estarcidos para
repetir los dibujos en serie , demuestra que la
techuml¡re de la ampliación de al-Hakam II e¡a
una obra de ejecución extremadamente cuidada, existiendo en todo momento una Éaran preocupación por resolver de una manera satisfac-
toria hasta los más mínimos detalles.
5. En la ampliación de la mezquita aljama
cor-
dobesa llevada a cabo a instancias del califa al-
Hakam II se observa que hay tres tipos de cobijas corridas de decoración mucho más rica que
el resto (frg. 5). Esto lo interpretamos en el sentido de qr-re la cobija corrida más cuidada (la n."
)) -por haber sido utilizada en su policromía
como pigmento laca orgánica ro,a y por ser la
única en Ia que se repiten dos imágenes de marcos concretos- se encontraba en la nave central;
mientras que las dos naves que franquean dicha
nave axial contaban con cobijas corridas, idén-
ticas entre sí, de policromía menos esmerada
A
su vez estas cobijas corridas cle
las naves colaterales a la nave central eran dife-
que aquélla.
corrida ya no presenta marcos de aspecto claramente individualizado, sino frguras repetidas
en serie (lo qr-re en lenguaje moderno llamaríamos motivos "estándar") que pueden armoni-
rentes a las de las otras ocho naves.
Barajamos la hipótesis de que a estas dos naves
zar perfectamente con tableros de aspecto mr,ry
colaterales les correspondie¡a la cobija corrida
n." '1, puesto que es de labra y trazaclo más cuidado que ia cobija corrida n.' 3.
En las otras seis naves, de las cuales tres se encuentran hacia el Este y otras tres hacia el Oeste, se habría dispuesto la cobija corrida n.n 3. Y
en las dos extremas las dos cobijas corridas más
sencillas (las números I y 2). Así pues, en nllestra opinión, es la cobija corrida la que marca la
principal regla de la composición de la techum-
Por todo esto, creemos qr-re el núme¡o de tableros existentes en Ias naves colaterales era,
al menos, de seis y era por tanto mayor al de
bre.
En la nave axial en la cobija corrida se alternan
dos tipos de marcos, diferentes entre sí, lo que
viene a coincidir con el hecho de hay dos tabieros mucho más largos qr-re todos los demás (los
números II y 32 de la sistematización de Don
Félix Hernández). Además una de las figuras
cle las cobijas corridas es idéntica a una de las
existentes en dichos tableros.
Esto nos hace suponer que existían algunas
reglas de montaje. Por ejemplo el tablero n."
11 de la clasificación de Don Félix Hernández
debía de entestar con la cobija corrida n.' 5 de
nuestra clasificación (fig. 5). Como quiera que
la única viga sobre 1a que puede ir apoyado el
tablero n." 11, en razón de su longitud, es en la
que clasificamos como la n." 1 (fr4.2), se puede deducir cuales eran las vigas, los tableros y
las cobijas corridas de la nave central; así como
reconstituir el aspecto de las tabicas, de las que
no se ha conservado ningún resto.
El hecho de que los tabletos de la nave centrai
sean alternos conjuga perfectamente con la
existencia en dicha nave de la fase de al-Hakam
II de una serie de ejes transversales (fig. 6), definidos por los capiteles de orden corintio y com-
puesto dispuestos en la cara interna de la nave
central, sobre el primer orden de columnas'2.
Por contra, existen seis tableros diferentes que
pertenecieron a las naves colaterales a ia central.
La existencia de este mayor número de tableros se corrobora por el hecho de que la cobiia
diferente.
la nave central, donde sólo había dos. Además
pensamos que lo normal, siguiendo la estricta
regla de la simetría formal del arte del Califato
es que estos mismos tableros, o más si los hubo,
estuvieran dispuestos de idéntica manera en las
naves colaterales a la axial. Esto sin embargo,
ya no sucedía con la cuarta y octava nave contadas desde el Este, ya que se pr,reden adscribir a
la cuarta nave , por sus medidas, 12 tableros (los
núrmeros 16, 33, 78, 39, 40, 41, 44, 45, t0,
51, t6 y 57 de la sistematización de Don Félix
Hernández), que es imposible que estuvieran
en la octava nave, puesto que la anchura de ambas naves es diferente, mientras que del mismo
modo los cuatto tabieros (los números 20, 30,
36 V J4) que pensamos estaban en la nave octava no pudieron estar en la cuarta Porque sus
dimensiones son algo menores.
No se conserva ningún tablero que por su lon¡¡itud de talla pudiera pertenecer
a las
dos naves
extremas.
Así pues, las tres naves centrales estaban claramente diferenciadas cle las otras ocho, ya que aunque la más ornamentada e¡a la centrai, las dos colaterales también presentaban características propias,
puesto que a ellas se accedía por un arco lobulado
inscrito en un arco rebajado con función de arco cobijo distinto de los otros ocho arcos de herradura de
la arquería transversal existente en la unión de la
fase de Abd al-Rahman II con la de al-Hakam II a
modo de f¿chada. Además estas dos naves late¡ales
que franquean la central son las únicas de las diez
laterales que terminan en dos bóvedas de nervios
entrecruzados, que cubren ei espacio inmediato al
muro de la qibla donde se encuentran las puertas
de acceso al tesoro púrblico y al pasadizo que unía la
zona de lattar1sura con el palacio califal.
39t
La clara enfatización descrita de las tres naves
centrales respecto a las restantes, con Lrna mayor
ri-
queza ornamental en la nave axial que conduce has-
ta eI raihrab, y Ia repetición de los elementos decorativos que crean r-rna fragmentación de su espacio
que conlleva una graduación en profundidad mucho
más densa, resulta un precedente muy convincente
de la solución espacial de la Segr-rnda Kutubiyya de
Marrakech. La fascinación qlle sentían los maestros
de obras de la Segunda Kutubiyya almohade hacia
la gran sala de oración de Córdoba, así como probablemente sus ansias de emularla en importancia, se
demuestran también por el hecho de que fueron llevados hasta el pie de la Cordillera del Gran Atlas, a
unos 800 kilómetros a1 sur de Córdoba, un extenso
lote de capiteles cordobeses del siglo X, que como
un preciado trofeo de sus antepasados omeyas, fueron colocados delimitando el espacio de Ia waqsura,
es decir en el lugar más importante de la Segunda
Kutubiyya de Marrakech.
La admiración que los califas almohades sentían por slrs antepasados de la dinastía omeya de
Occidente se manifestó también en la construcción
en Rabat, a instancias del írltimo gran caiifa aimohade Yaqub al-Mansr-rr, de un "rnemento", de una
evocación a una escala enorme, incluso mayor que
el modelo, de la mezquitaaljama de Córdoba.
En Ios años 2001 y 2003 los técnicos en restauración Cristina López Royo y Carlos M." Costa
Palacios han procedido a limpiar y a reconstituir en
láminas de dibujo el aspecto de la policromía original de una cobija corrida de la nave central y de
1 13'5 cm de una de Ias vigas que perteneció aI aIfarje de la nave 5." ó7." contada desde el Este. Es de
justicia, sin embargo, reconocer que los resultados
del trabajo de Carlos M.' Costa Palacios, restaurador de pintr-rra mural en el conjr-rnto arqueológico
de Madinat al-Zahra' .llevados a cal¡o en los meses
de septiembre a noviembre de 2003 han resultado
ser mucho más briilantes que los conseguidos en el
año 2001. Los autores de este artículo desean manifestar pírblicamente su agradecimiento hacia Carlos
M." Costa Palacios por su labor desarrollada y por
sus sabias enseñanzas, de las que tanto se ha benellciado este trabajo de investigación.
EI estudio analítico de los aparejos, los aglutinantes y los pigmentos de las micromuestras tomadas de la techumbre de la mezqui ta allama de Cór396
doba ha sido realizado por el laboratorio Arte-Lab,
S. L., de Madrid. Todos estos trabajos de investigación, de limpieza de la policromía, y de análisis microscópico en el Iaboratorio de las micromuestras,
han sido hnanci¿rdos por la Federación Empresarial
de Segovia.
Las conclusiones de este trabajo son las siguientes: En las micromlrestras estudiadas exisren
dos grupos, uno en el que las capas de pintr-rra van
aplicadas sin aparejo, directamente sobre una impregnerción de cola de origen animal que cubre el
soporte de madera y otro, en el que sí existe un aparejo sobre la madera.
La composición del aparejo presenta algunas
diferencias entre Lrnas micromuestras y otras. EI
componente mayoritario es siempre el yeso, que en
un caso va acompañado de carbonato cálcico y una
baja proporción de silicatos y en otro, de silicatos y
muy baja proporción de minio. El aglutinante del
aparejo es invariablemente cola de origen animal.
La superposición de capas de pintura puede ir
desde una hasta cuatro, y siempre la ejecución es al
óleo, ya que se utiliza como aglutinante de los pigmentos el aceite de linaza. Esta es una cuestión de Ia
mayor importancia, puesto que se creía que la técnica del óleo no se había introducido en la pintr,rra
ellropea, hasta los trabajos de pintura sobre tabla de
los hermanos Hubert e Jan van Eyck, el segundo de
los cuales nació hacia el año 1390 y murió en I44I
en Brujas (Bélgica).
En las micromuestras analizadas no se han encontrado diferencias en cuanto al tipo de pigmentos
empleados en los estratos pictóricos aplicados sobre
uno u otro tipo de aparejo. Cabe destacar, sin embargo, que el pigmento amarillo oropimento sólo
se ha encontrado aplicado en capas de pintura de
áreas sin aparejo, siempre mezclaclo con yeso, Io que
se debe a que el amarillo oropimento se obtiene a
partir del sulfato de arsénico que podría fácilmente
teaccionar químicamente con cualquier otra slls-
tancia.
Los pigmentos utilizados son los siguientes:
Amarillo oropimento, obtenido a parrir del
sulfato de arsénico.
Verde dorado, obtenido de Ia mezcla de dos
partes de amarillo oropimento (en torno a 213) y
Lrna parte de azul índigo (en torno a Ill), utilizando el yeso como vehículo. El brillo del verde debió
conseguirse mediante veladuras hechas al óleo. La
presencia de tierras, en baja proporción, en Ia con-
de la gama estética aquellos colores originados por
la mezcla de dos colores diferentes al blanco y al
secución de este color verde dorado debe de expli-
negro, como por ejemplo el amarillo oropimento y
el azd. índigo que generan el verde do¡ado.
Hay además tres tipos de rojos:
En primer h-rgar se encuentra el rojo hematites,
que es el más denso y terroso de todos los rojos,
que se obtiene a partir del óxido de hierro (también
conocido como tierra de Sevilla).
En segundo lugar está la laca orgánica roja, que
se obtenía apaÍtir de un insecto propio de los países
calidos cle Europa y del Norte de África llamado
carse como impurezas naturales o intencionadas de
los propios colores, o quizás se emplearan dichas
tierras para alrmentar o apagar el propio brillo del
co1or.
Este color verde dorado sólo se ha conservado
en el lateral de la viga limpiada.
Blanco albayalde o blanco de plomo, obtenido
a partir del óxido de plomo o cerusita. El blanco
de plomo se utiliza de forma cr-rbriente y también
en veladuras conseguidas al emplearse como aglutinante el óleo. El blanco albayalde es poco visible
e identihcable a simple vista, debido al grado de
de¡erio¡o de los colores.
Negro (lám. 5), obtenido a partir del carbón
vegetal. De las varias formas que existen de obtener
un pi¡¡mento negro (negro mineral, negro de huesos, negro de humo), el negro empleado en el fondo
de la talla de la zona del papo de la viga estudiada
se obtuvo por la quema de satmientos de vid, de
cáscaras de almendra o de huesos de melocotón. El
negro obtenido de esta manera es Lrn negro de buena calidad, muy hno y ligero.
Azul índigo, obtenido a partir de la planta conocida cctmo "indigofera tictoria", procedente de la
India.
Derivados del azul índigo tenemos:
En primer lugar el azul claro, que es azul índigo más blanco de plomo y más carbonato cálcico.
En segundo lugar el azul turquesa, que se obtiene de La mezcla del azul índigo en una proporción de dos partes (en torno a 411), más una parte
de amarillo oropimento (en torno a 217) más meclia
parte de blanco de plomo (en torno a Ill). El azul
turquesa es aquel qlle tiene tendencia hacia el verde, pero todavía con un predominio del azul.
En tercer lugar el azul negro, que se obtiene
por la mezcia del negro de carbón con el azul índigo y una pequeña proporción del blanco albayalde
o blanco de plomo. Este azul negro se encuentra
en el lateral de la viga, y no ha sido iclentificado en
la zona del papo. Estos colores como el azul negro
que se obtienen de la mezcla de los colores fundamentales como el azr-rl índigo con el negro o con
el blanco, pertenecen, según la teoría del color a la
llamada gama empírica. Por contra, forman parte
"coccas
i/icis",llamado también "querrte!". del árabe
"quimt.iz".
En tercer lugar se encuentra el rojo minio, que
es un rojo anaranjado (flS. 9), qr-re procede del suifuro de mercurio que se obtiene a partir del cinabrio.
Derivados de estos tres rojos básicos (el rojo hematites, la laca orgánica roja y el rojo minio) existen otros tres rojos:
1." Rojo rosado, que se obtiene de la mezcla dei
rojo de minio con el blanco de plomo.
2." El rojo qr-re se obtiene de la mezcla del rojo hematites (que es óxido de hierro) con laca orgánica roja. Se trata de un rojo intermedio entre
el rojo oscuro hematites y el rojo más claro de
la laca orgánica roja.
3." EI rojo que se obtiene
de la mezcla del rojo heproporción
de blanco de
matites con una baja
plomo. Este último tipo de rojo se encuentra en
el fondo de la talla de los cantos de las vigas.
Resumiendo, entre los pigmentos utilizados en
la policromía de la techumbre de la mezquita aljama de Córdoba solamente son de origen orgánico
(vegetal y animal): El aztl índigo, Ia laca orgánica
roja y el negro. Son de origen mineral: El amarillo
oropimento, el l¡lanco albayalde, el rojo hematites
y el rojo minio.
Los colores orgánicos son los pigmentos que fí-
sico-químicamente demuestran más debilidad, por
1o que se encllentran mucho más deteriorados que
los colores mineraies, hasta el punto de que en algunos lugares han desaparecido por completo.
La calidad técnica cle la policromía de la te-
chumbre de la mezquita allama de Córdoba
se
demuestra no sólo por el hecho de que se Lltilizó
como aglutinante el aceite de Iinaza, que permite Ia
)97
creación de distintas veladuras, y por la enorme va-
por otro, crean un resultado estético muy bello y
riedad de pigmentos empleados, sino también por
la demostración que hicieron los artistas que decoraron dichos alfarjes del conocimiento de ia teoría
del color.
Esto se demuestra en la existencia de una sucesión en el uso de los colores slrmamente coherente a
partir de un eje de simetría central (figs. 7 y 8). Es
decir, a partir del lazo central se disponen a ambos
lados dos tallos simétricos en los qr-ie trán alternándose segmentos de color amarillo con otros de color
armonioso.
blanco.
El primer tallo, que
del rojo de minio con su complementarto el azul
turquesa, que producen vistos desde lejos la impresión óptica del color blanco. Este efecto visual, casi
impresionista, Io reforzaron y Io materializaron los
artistas que policromaron la techumbre de Córdoba, disponiendo entre ambos colores complementarios una pequeña banda a modo de filete de color
blanco.
es
el más próximo al nudo
central, que es como se ha dicho de color amarillo,
terminaba en un bulbo. A partir de este bulbo se
dispone tn cáliz cuya policromía no se conserva, y
tras él se encuentra Ia hoja de vid pintada en rojo de
minio, que es un ro1'o anaranjado.
De esta primera hoja de vid proseguía el tallo hacia el extremo de la viga cambiando de color
blanco a color amarillo. Este segundo tallo termina
en otro bulbo, tras el que se dispone el cá1i2, inregrado por una primera zona de color rojo de minio,
un filete de color azul cIaro, y una segunda zona de
color azul turquesa. Tras esta zona del cáhz lahoja
de vid hal¡ía sido pintada en color rojo hematites y
Iaca orgánica roja, de tal manera, que el color que se
encontraba enla zona del cáIiz de la primera ho ja de
vid pasa en la segundahoja a ocupar toda la hoja de
parra, mientras que el rojo de minio que ocupaba la
superficie mayor de las hojas de vid próxim as al Iazo
central, pasan en la siguiente hoja a encontrarse en
la primera zona del cáliz.
Esta sucesión alternativa de colores aún se desarrolló todavía más en la pintura sobre superficies
lisas del arte del primer período taifa, puesto que
en el palacio de la Aljafería de Zaragoza podemos
apreciar como el intradós de dos lóbulos enfrentaclos de Lrn arco del lado norte de la galería del
oratorio repite el mismo esquema geométrico pero
alternando sus colores, de tal manera que 1o que en
un intradós es de color azul en el otro es de color
rojo, y al revés respectivamenterr.
Además de todo ello Ia yuxtaposición de colores complementarios como el rojo de minio y el
azul turquesa (que tiene tendencia hacia eI verde)
por un lado, y el rojo hematites y rojo de laca orgánica (que es un rojo intenso) con el verde dorado
398
La demostración del conocimiento de la teoría
del color se demuestra también en la yuxtaposición
La policromíauttlizada en la decoración de los
elementos vegetales del canto de las vigas también
había sido muy estudiada, ya que a un elemento vegetal con sus dos tallos en color amarillo le correspondía a ambos lados un motivo vegetal con medio tallo de color blanco, mientras que el siguiente
medio tallo que era de color amarillo franqueaba
otro elemento ve¿¡etal cuyos dos tallos eran de color
blanco, y así sucesivamente (fig. 7). Además el coIor verde dorado de la base del elemento vegetal se
yuxtaponía a un fondo rojo hematites, qlre es precisamente su color complementario.
Esta manera de disponer cada motivo vegetal
con dos tallos blancos entre dos semitallos amarillos y los que poseen dos tallos amarillos entre dos
semitallos blancos pretendía favorecer la individuahzactón óptica de los elementos vege tales siruados
en los cantos de las vigas, haciéndolos más Lícilmente distinguibles a los ojos del espectador que
los contemplaba desde el suelo de una sala hipóstila
que de por sí resulta ser poco luminosa.
En este mismo sentido es también interesante
reseñar qr-re los colores más oscuros (negro en el fondo, ro jo hematites, etc.) fueron utilizados enla zona
del papo de las vigas plresto que ésta era la más iluminada por la luz de las lámparas, mientras que en
Ios cantos de las vigas que siempre quedaban más
lejanos del foco de luz se emplearon colores mucho
más claros (rojo hematites con blanco de plomo en
baja proporción en el fondo, amarillo oropimenro,
verde dorado, blanco de piomo, rojo minio, etc.).
Por otra parte resulta ser de gran interés
el
constatar qlre entre los elementos vegetales que decoran la techumbre de la gran mezquita de Córdoba
predominan los elementos digitados (figs. 7 y 8, y
láms. 3 y 4), en detrimento de los lisos de origen
abasí. Formalmente estos elementos vegetales
digi-
tados guardan grandes semejanzas con ios motivos
presentes en distintos lugares del "Salón Rico" de
Madinat al-Zahra' y de la fase de ai-Hakam II de la
mezquita allama de la capital del Califato.
Antes de terminar esta breve aportación sobre
la policromía de la techumbre de la ampliación de
al-Hakam II de Ia Gran Mezquita de Córdoba, querríamos decir que la decoración vegetal y el uso que
hizo de los colores siempre tuvieron un profundo
significado en el arte musulmán. Confiamos ilusionados en que Ia continuación del estudio de la policromía de la techumbre de la Gran Mezquita de
Có¡doba pueda ayudar a encontrar nuevas claves de
se
interpretación que ayuden
a
dilucidar el signiÉcado
del complejísimo lenguaje formal del arte islámico,
del que de momento sóio vislumbramos sus principios más básicos.
399
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Fig. 1: Córdoba. Mezqaita aljanm. Plano de Ia planta
Eu.erl, procedente rle Euert
de la sala de araciín en.vt esta¡lo aüual, según Gudran l,CbrÁtian
1'l/isshak. Forschungen zur aimohadischen Moschee, l. 1, Vorstufen..., op. cit, plano 35.
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'fecbantl.,re de la aralliaciín c/t a/H¿kat¡ IL Decoraciín del paprt de
las úgas (en /a parte inferior) 1 de
sr correspondienle ct.lúa (en /a parte
supeúor)
rJe seis de /a.r .riete
cor¡sertados.
rigas de tipas
E/ canto del tipa de t,iga
n." ,í no ha.rido representado porqre
í/ tan
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apenas se catlserutTt restos de su
decaracirín.
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Fig. 1: Ctírdoba. Alezqnitcr aljatrta.
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Fig. 1:
a/jann. TLchut¡ltre de /¿
a/-Hakan ll. Recan¡tit¡tciít¡ tle /a politmntia
/nt ji'rtg|tkntl ¿1,: 113' j on de longitacl tle tnt de lrts t:igat
Crír'tktba. Ilezc¡uita
tu)tpli.zción de
eil
.j//e !(rteneci(í ¿tl
Este.
a/Jtrje de /¡ n¿te 5." ó 7." nntad¿
Jesde el
Dibtjo Car/r,.¡ lL'' Casta P¿lacirts.
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de la anltli,tcirín de rtl-H¿kant
Recon¡titttciín de /a po/icrontía eil /./il f'./.¡il/ent0 ¿le 1 1.)'i ,ttt ¿e lailg¡ll¿
de ttna de las úgas c¡ue perfeneció dl afarje de /a n¿tte 5." rí / .' contal¿ de.¡de
el Este. Dibalo C¿rht: hL" Costa Pal¿cir¡. Det¡tlle.
Fig.8: Córdoba. ,\Iezqttita aljant¿.'l'echunbre
ll.
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Fig.9:
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Córcloba. Mezquita aljanta. Techumbre de la ampliaciín
/a capa de co/or rojo tünia exiJÍcnle en zna nicrr.tnucJtra tliltac/,l
t.$$
de
al-Hakam IL E:pectro EDX obtenida del análisis realizado
en
un
e/entento uegeta/ de
/a zona
de/ papo de
a/ a/farje de la naae 5." rí 7." contada desde el Este, en e/ que se obsenta e/ parcentaje en e/ que
plono (Pb), el cahia (Ca), el silicio (Si) ), el alutninio (A/).
perteneció
,108
t0"00 {t.sü
r
sobre
ana de las t,igas que
particip¿zn en e/ pigmentt e/
f*d#s{' "'ry*@d#'
'¡il¡'r'li#l#
.'&.9-*rffi,
Lám. 1: Círdaba. Catedral de Nue.stra Señora c/e /a A.¡unción. Intagen de /a.r obrd.¡ realjzadas
abri/ de 1999 en la otbjert¿ actaal. donde pzeden urse da.¡ tableru de la tech¡tn¿bre de dl-Hakant
ca/ocados h¿ciendo de
en
ll
ripia.
Lál¡¡. 2: Córdaba. Catedral
de Nae.¡tra Seitora de /a
Asuntirjn. lntagot de /as obras
realizada.; et¡
l¿t
utbiert¿
dhril de 1999
aata/.
en
donde prede
ter¡e an detalle de an tablero
de
la
lI
¡tloc¿do h¿cjendo de ripia.
techuntl.tre de
¿/-Hakan¡
Detd./le.
+09
Lám. 1: C'úrdob¡. AIezr¡aira aljaua. Techuntbre de lrt
Il. Zan¿ dt/ papo ¿lc ¡tn¿ de /¡¡ tit,t¡
q/rc fertenec)í dl afirye de la u¿u i.' ri 7." con¡ada de-¡de el
,/t¡2plidción de al-H¿k¡tnt
Este. Deta//e c/e rn t¡¡otito t,eqetct/.
+fi
,ir¡ii
j;n,4
ü,;ii
L¿im. .l:
(.'rh"¿lob¿.
.tiltplid.ióil
de
qru pertenec)ó
Alezqtit,t a/jana. 'fethuubre de /a
¿l-H¿kan¿
ll. Zola
al a/farje tle la
n¿t.,e
del papa de una de /a.r t r;1t.t
i."
,'t
7.'' conta¿l¿
Este. t/onde prude apreciarse el¡ /d. !¿1.fte super)ar
le
ser linQiada )' eil ltz !/1fte inlerior
original n'as sr littt!ieza.
+lo
1,a
st
recalral¿
de.¡de
el
estado ¿nte
sr.
polinrtntírt
tt{spa
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telw i ut!:t!' i
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mcntos
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/ cargas
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übservseianes
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,.ál"ci.o.ticrrrs' {b.pi'.ott,uyula"(nr,b¿¡
, _ttouu"plnlrlra
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Lám. 5: Inttgen
,íi.!ri'rr
nticroscopio óptico de /a. sección trannersa/ de una r¡ticronuestra tortud¿ en el fonda de la ra//a de n/,,r
t)gas clne lerteneció al alfarje de la naoe 5." í 7." cont¿da dade el E¡te. Objetiru AIP/an 50 X/0'7 i. El
iatlica es e/ qrc aparece en /a tab/a stlttt irr
rLLttenirla
al
negro del ¡tapo de an¿ de /a.r
orden nuntírica qre se
411
.:
.L|apn;ColarLspesorPigmentos/t,argalohservaciones
1
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Lám. 6: Inmgen obtenida al nirolcopio iltico de /a
sección hecha
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ciirh()n3t(r
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ln rn cíngula de 15' de zna tnicronute:tra de co/or r,t.jo ¡ tteut,
la naue i." í 7," nntatla clade el Este. Objetito hIP/an 20
nltaírica qtte se ind)ctt es el c¡ae.tpclrece en la tab/a
super)or.
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apureJ(r
trnnri,
tontada en e/ /ateral ¿h ¡taa de las t.igas qte perteneció tz/ alfarje de
Xl0'10. E/
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