Las peregrinaciones irlandesas a Santiago de Compostela.

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Las peregrinaciones irlandesas a Santiago de Compostela.
Juan José Carballo.
“Agradezco a Pedro Antonio Serrano,
el trabajo y el interés mostrado para dejar el
escrito a disposición de cualquier lector”
I. El Camino de San Patricio.
http://fsvr1.ibdinternet.com/read.php?6,324845,phorum_session_v5=e753cd0272d70ad999a262ca2c530326
Hace cuatro meses visité Irlanda, país al que nos une mucho a través de la contrarreforma
y el Camino de Santiago.
Lo primero que me llamó la atención fue que en una revista de las que dan en los aviones,
vienen excursiones programadas para visitar los cementerios católicos con sus cruces celtas,
esculturas y panteones, repartidas por todo el país y que forman parte de la cultura celta,
donde dan mucha importancia a la última morada.
Hay muchas tumbas en cementerios megalíticos por todo Irlanda.
Hasta el cementerio de Newgrange, está considerado Patrimonio de la Humanidad por la
UNESCO.
De hecho, hay un dicho irlandés que dice: “Ante la alternativa de asistir a un funeral o a una
orgía sexual, un auténtico irlandés siempre optará por el funeral”.
Doy fe de ello, pues me encontré tal cantidad de gente que acude a los funerales, hasta con
megafonía puesta en la calle por la cantidad de personas que no caben y, como casualmente
te pille ir detrás de un coche fúnebre, toca paciencia, pues paralizan medio pueblo.
Ahora comprendo que la tradición celta del Halloween, naciera en Irlanda junto a la tradición de
la calabaza.
Foto de una cruz irlandesa con el símbolo nacional del trébol esculpido.
San Patricio fue el que introdujo en Irlanda, con sus adoctrinamientos, el trébol para explicar
el misterio de la Santísima Trinidad, y el pueblo irlandés lo tiene ahora como signo de identidad
de Irlanda.
Desde entonces miles de peregrinos acuden a la Montaña de San Patricio. Tuve la suerte
de encontrarme con un par de peregrinas que iban allí, recordándome mis peregrinaciones a
Compostela.
En este monte, a mitad de camino, se encuentra la imagen de San Patricio y hasta llegar
arriba, a su cima, hay que subir un desnivel fuerte y lleno de piedras sueltas; algunos
peregrinos lo suben y bajan descalzos.
También a San Patricio le colgaron el “milagro leyenda” que sostiene que arrojó a las
serpientes de Irlanda, cuando se sabe que en Irlanda nunca habrá serpientes por ser un clima
inhóspito para dicho reptil.
Fotos del Camino de San Patricio.
Camino a la Montaña de San Patricio.
Camino de San Patricio.
II. La peregrinación eterna y la terrenal unidas por la cerveza.
http://fsvr1.ibdinternet.com/read.php?6,324846,phorum_session_v5=e753cd0272d70ad999a262ca2c530326
Antes de mostraros algunas imágenes de la Iglesia de Santiago en Dublín junto a la famosa
fábrica de cerveza Guinness (como celtas que son, celebraciones y cerveza en Irlanda van de
la mano), quisiera comentaros algo sobre el refrán irlandés que afirma: “Ante la alternativa de
asistir a un funeral o a una orgía sexual, un auténtico irlandés siempre optará por el funeral”.
Para que me entendáis mejor os aclaro que los irlandeses, en el cementerio y posteriormente
en un pub, se despiden del amigo fallecido cantando todos la canción folk irlandesa llamada
“La última copa-The Parting Glass”, bebiendo algunas pintas de más.
En esta canción, “The Parting Glass”, es como si el propio difunto cantara sobre el dinero
que tuvo y como se lo gastó en buena compañía, pide perdón por sus errores, que sabe que
los amigos y seres queridos quieren que se quede un día más, pero que ahora le ha tocado a
él y como el dice: “a ustedes todavía no y que subirá con delicadeza y suavemente los
llamaré”, y se despide solicitando la última copa para que brinden con él pase lo que pase,
deseando buenas noches y que la alegría esté con todos.
La foto anterior es un fotograma del grupo The Kilkennys, interpretando la canción “The parting glass”, cuyo vídeo
puedes ver en el siguiente enlace: http://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&v=ZKuQfO3DVG8.
Y visto como son estos irlandeses, tan tradicionales y tan devotos a la logia del lúpulo, ya
que el agua no la facturan y su consumo es gratis (ahora comprendo que estén hartos de tanta
agua y se van todos a quitarse la sed a los “pub” -palabra que hace referencia a “Public”
meeting- para referirse a un lugar de encuentro público), nos vamos a uno de sus símbolos
nacionales más representativos, la fábrica de cerveza Guinness, ubicada en la calle de
Santiago (de propietarios protestantes y obsesivos por registrar los records), y os cuelgo una
foto del contrato de arrendamiento del alquiler, firmado para 9.000 años por Guinness por un
importe anual de 45 libras al año, (si, si nueve mil años -contrato record), firmado a partir del 31
de diciembre de 1759 (año que figura en sus etiquetas); junto a la fábrica se ubica la Iglesia de
Santiago en Dublín o la llamada Puerta de Santiago, “St. James's Gate”, puerta de la muralla
medieval por donde se accedía al centro de Dublín. Delante de la puerta junto a la muralla
había un pozo dedicado a Santiago, Y DESDE ALLÍ PARTÍAN HACIA SANTIAGO DE
COMPOSTELA.
Como curiosidad diré que cada 25 de julio, fiesta de Santiago, los peregrinos son invitados a
beber cerveza, escuchar música irlandesa en vivo, y degustación de tapas y visita guiada a la
fábrica en español.
Foto del contrato de arrendamiento.
Foto de la fábrica de cerveza Guinness.
La iglesia de Santiago en Dublín o la llamada Puerta de Santiago -“St. James's Gate”-. Parte trasera.
III. La Iglesia de Santiago “St. James’s Gate” de Dublín, un grano en el culo de Su
Graciosa Majestad.
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Sobre la destruida iglesia de Santiago se edificó la iglesia actual, siguiendo su misma
advocación, en el mismo lugar y sin perder las buenas relaciones peregrinas que se mantenían
desde 1.220 con la iglesia de Santiago de Compostela.
En esta Iglesia de Santiago en Dublín o la llamada Puerta de Santiago, “St. James‟s Gate”,
consta que su primera piedra fue puesta el día 4 de Abril de 1884 por el libertador de la patria
irlandesa, O‟Connell.
Daniel O„Connell (1775-1847), fundador del nacionalismo irlandés y primer alcalde católico
de Dublín, fue “El Libertador” de Irlanda contra la opresión inglesa y, además, PEREGRINO.
FALLECIÓ EN 1947 EN GÉNOVA, PEREGRINANDO A ROMA a los 71 años de edad.
Cumpliendo su último deseo, su corazón fue enterrado en Roma y su cuerpo en el Cementerio
de Glasnevin, en Dublín.
La iglesia de Santiago fue construida por el arquitecto católico Patrick Byrne (1844-1859). El
gobierno inglés obligaba a los arquitectos católicos a construir las iglesias sin torres, y que se
parecieran a las iglesias metodistas y presbiterianas.
Por dentro tiene unas vidrieras muy bonitas, hechas por el maestro vidriero O‟Connor
(1860), y el crucifijo del altar es de 1742.
En 1916, al resurgir la proclama de los firmantes por la libertad e independencia de Irlanda
ante el Reino Unido, los ingleses los reprimieron brutalmente, a tal extremo que los sacerdotes
de la Iglesia de Santiago, “St. James‟s Gate”, tuvieron que atender las necesidades de sus
patriotas en la cárcel de Kilmainhan horas antes de su ejecución por los pelotones de
fusilamiento. Uno de ellos, Joseph Mary Plunkett (con 28 años), se casó en la capilla de la
prisión con su novia protestante convertida al catolicismo y el cáliz y el copón utilizados en la
misa de su boda, junto al libro de registro matrimonial, se conservan en esta iglesia de
Santiago.
El pequeño cementerio de la iglesia de Santiago está cerrado al público y tiene en su
entrada una pequeña y redonda fuente hecha en 1790, anterior a la iglesia actual.
Existe una vieja costumbre de dar tres vueltas a esta misma fuente, en los cortejos fúnebres,
antes de enterrar al fallecido en el cementerio. ¿Son vestigios ancestrales de los cortejos
fúnebres celtas? Aquí hay enterrados muchos personajes históricos de Irlanda y con muchas
de sus leyendas y anécdotas, que darían para escribir mucho y reírse más.
Foto de la Iglesia de Santiago, “St. James‟s Gate”, a la izquierda. A la derecha, su parroquia.
Interior de la iglesia de “St. James‟s Gate” de Dublín, en cuya sacristía se puede sellar la credencial.
Imagen del apóstol Santiago en el interior de la
iglesia de “St. James‟s Gate” de Dublín.
Foto de uno de los carteles expositores en la entrada de la
iglesia del Apóstol Santiago en Dublín, donde informan que
desde aquí parten los peregrinos irlandeses a Compostela.
Pequeño oratorio jacobeo donde los peregrinos, antes de partir hacia España rezan, entre otras, la
oración irlandesa de los peregrinos:
--------“Que la tierra se vaya haciendo camino ante tus pasos.
Que el viento sople siempre a tus espaldas.
Que el sol brille cálido sobre tu cara.
Que la lluvia caiga suavemente sobre tus campos,
y hasta tanto volvamos a encontrarnos,
que Dios te guarde en la palma de sus manos.”
-------The earth will make its way to your steps,
that the wind always at your back,
the sun shine warm upon your face,
the rain fall softly on your fields and,
until we meet again,
that God take you in the palm of your hand.
Dentro de ese oratorio peregrino hice también la foto de este cartel de Santiago.
Hasta aquí bien, pero fijaos como utilizan la imagen de esta foto cambiando la de la ciudad del fondo a sus pies, en otra
foto que a continuación cuelgo. Es una baraja de cartas comprada en Madrid, y es la misma imagen que el cartel que
hay puesto en el oratorio peregrino de la iglesia de Santiago en Dublín.
Y es que hay devociones y aficiones.
IV. Código Genético.
http://fsvr1.ibdinternet.com/read.php?6,324950
Los irlandeses llevan música a cualquier reunión o celebración, ya en gaélico, en inglés o en
escocés del Ulster. Evidentemente son celtas y lo llevan en el código genético. Y uno de sus
instrumentos celtas que más caló en las tradiciones del pueblo fue “el arpa irlandesa”, que poco
a poco fue destronada por el laúd en España y la gaita escocesa en el siglo XV.
Fue tal su esplendor en Irlanda, que decidieron tomarla como emblema nacional. Hasta que
llegó “el maquiavélico Cromwell que, siendo tan fanáticamente protestante, les prohibió a los
católicos irlandeses e ingleses la celebración de cualquier tipo de oficios religiosos,
destruyendo las iglesias y confiscando tierras, casas y bienes, entregándoselas a los
protestantes “colonos” y a sus soldados (1641–1653); y cuando capturaba a algún clérigo lo
mataba en el momento, sin darle tiempo a rezar un padrenuestro, mandándole a la Gloria sin
más demora.
La misma suerte corrieron los peregrinos católicos que venían por mar para peregrinar al
Apóstol Santiago (Alemanes, de los Países Bajos, franceses, ingleses, irlandeses y nórdicos),
siendo perseguidos por mar, muertos al ser hundidas las naves o, una vez apresadas y
saqueadas éstas, hechos prisioneros para pedir rescates o ser vendidos como esclavos.
Tampoco se pudieron librar de Cromwell, las “arpas” de Irlanda y de Escocia; tan sólo en un
año mandó quemar 500 arpas en Dublín, y 2000 arpas más corrieron la misma suerte en el
resto de Irlanda. Cromwell consideró el arpa un instrumento peligroso que podía conducir al
nacionalismo independentista, dejando tocar este instrumento sólo a ciegos y a mendigos, y lo
sustituyó por la cornamusa y el violín, instrumentos más del gusto “británico”.
Gracias a los viajes de peregrinos embarcados para visitar Santiago de Compostela hoy
tenemos huellas de cómo eran las primeras arpas para poderlas reconstruir. Una de ellas está
ESCULPIDA EN EL PÓRTICO DE LA CATEDRAL DE SANTIAGO (24 ANCIANOS DE LA
APOCALIPSIS AFINANDO LOS INSTRUMENTOS).
Algunos golpes de suerte han permitido que se pueda recuperar e investigar el arpa celta en
sus variantes traídas desde Irlanda, incluso el arpa doble de origen hispano.
Irónicamente, a sus dueños, herederos protestantes de la fábrica de cerveza Guinness en
Dublín, se les ocurrió registrar el símbolo nacional del arpa, obligando al Estado irlandés a
poner el dibujo del arpa en sentido opuesto, es decir, el arco exterior hacia la izquierda,
mientras que en el anagrama de la marca de la cerveza está a la derecha.
Y es que, gracias al Maestro Mateo, se han podido crear muchos instrumentos ya perdidos
y que están expuestos en el Pórtico de la Gloria, como diria Forges: junto al “Barandacrator”.
V. Peregrinos de cabotaje (de puerto a puerto).
http://fsvr1.ibdinternet.com/read.php?6,324950,phorum_session_v5=e753cd0272d70ad999a262ca2c530326
Cuando los monjes irlandeses transmiten en Irlanda la noticia sobre el descubrimiento de
los restos del Apóstol Santiago en Galicia (Siglo IX), lo hacen gracias a las relaciones
monacales entre monasterios con el continente europeo.
La noticia corre como la pólvora y hacia el año 1.100 ya empiezan a embarcar rumbo a An
Bóthar go Santiago (el Camino de Santiago, en gaélico).
Cartel peregrino en Museo de la Historia Nacional de Irlanda.
Entre los primeros peregrinos que partieron hacia Compostela se encontraban los
peregrinos leprosos, que buscaban el milagro de curarse (como ocurrió en el Camino Primitivo
en Asturias). Aguardaban en el hospital de leprosos en las afueras de Dublín para salir en
barcos especiales.
El resto de los peregrinos habituales se instalaban en un hospicio esperando a que las
circunstancias del mar les pudieran permitir embarcar (casi siempre en primavera y verano),
saliendo desde la iglesia de Santiago, “St. Jame‟s Gate”, de Dublín.
Siendo en esta época tan habitual la búsqueda de reliquias para el culto y arqueo de caja,
los primeros que sacaron gran beneficio comercial aprovechándose de los peregrinos fueron
los capitanes y armadores, que cobraban elevados precios para la entrega del impuesto
llamado “Permiso Real de salida para las islas (Inglaterra e Irlanda)”.
Durante el año santo de 1434 se vendieron 700 licencias, y en el del año 1456 otras 781.
Al regreso de las peregrinaciones procuraban atracar en los puertos menos importantes,
escapando de los controles portuarios, tanto del contagio de enfermedades, como el de
espionaje militar, evitando pagar los gastos originados de estancia y comida por la retención
portuaria forzosa (normalmente, y si no había problemas, dos o tres días).
Del Siglo XV y XVI, hay documentos en Dublín en los que se manifiesta el precio abusivo
que tiene que pagar el peregrino para embarcarse. Tan sólo embarcan los más pudientes,
religiosos con autorización eclesial, funcionarios y militares ingleses en la Irlanda ocupada y el
Reino Unido en tiempo de paz con carta de protección de la chancillería (se les protegía sus
bienes, con o sin limitación de tiempo, durante la peregrinación y se les adelantaban sus
sueldos). Muchos barcos partían también desde Inglaterra y, al llegar a los diversos puertos
irlandeses se les unían más peregrinos.
Los peregrinos que decidían ir desde Irlanda del Norte a Escocia para embarcarse (la
distancia por mar es apenas 14 kilómetros), utilizaban los barcos ingleses desde los puertos de
Southampton, Bristol y Sandwich.
Las costas habituales, fuera de España, por las que desembarcaban con frecuencia los
peregrinos fueron las de los Países Bajos, Bélgica, en la costa francesa -desde El Canal de la
Mancha, Normandía (Mont-Saint-Michel), hasta bajar a Nantes y Burdeos- y por la costa
Atlántica portuguesas, por Lisboa y Oporto, para continuar a pie o por transporte animal hasta
Compostela.
En las costas españolas se aprovechan las rutas marítimas comerciales, hasta llegar a los
puertos de mayor o menor calado de atraque de las embarcaciones como en Bilbao,
Santander, Castro Urdiales, La Coruña, Avilés, y en general toda la costa, (Muros, Noia,
Fisterra, Viveiro, Ribadeo, Vigo).
En el puerto de La Coruña, en 1456, un peregrino de nombre William Wey, esperando a
embarcar de regreso a Inglaterra, contó y anotó en su diario que en el puerto estaban
atracados 80 barcos, de los cuales 32 eran ingleses y estimaba un promedio entre 60 y 80
peregrinos por embarcación.
Muestro fotos sobre mi visita a la sala medieval del Museo Nacional Irlandés en Dublín.
Allí se exponen al público los objetos peregrinos encontrados en las excavaciones
arqueológicas en el barrio medieval de Dublín.
Hay “especulae” (insignias metálicas de plomo o estaño que utilizaban los peregrinos,
cosidos a sus ropas, para ser identificados como tales, muy extendidas por Europa y que
equivalían a nuestra credencial).
Se pueden apreciar colgantes jacobeos, medallas e incluso un silbato, además de una
muestra de cómo era el calzado en aquella época, y lo duro que debía ser peregrinar, sin Goretex, ni suela antideslizante, ni demás inventos actuales.
VI. Peregrinos de estela a Compostela.
http://fsvr1.ibdinternet.com/read.php?6,325190
La persecución religiosa protestante, las pandemias, los bucaneros y las galernas fueron
los principales temores de los peregrinos irlandeses en la edad moderna (y hoy, el azote
turístico).
La afluencia de peregrinos hacia Compostela aumentó por mar en los siglos XII y XIII,
frenándose bruscamente con la llegada al poder de Enrique VIII de Inglaterra que, al romper
con la iglesia católica, atacó con virulencia enfermiza todo lo relacionado con lo católico y, por
supuesto, las peregrinaciones a Santiago.
Este simpático rey achacado por la gota, llegó a pesar 158 kilos y, con metro y medio de
grosor en cintura, llegó a ejecutar, aproximadamente, 70.000 personas. Implantó, en 1547, la
Ley de Vagabundos, por la que cualquier ocioso podría ser reclutado para el ejército o forzado
a trabajar para su Graciosa Majestad (que descanse en paz; y más descansaron sus súbditos
después de transportar su féretro para darle entierro, cuando tuvieron que llevarle como
pudieron, ya que se partió por la mitad el féretro por culpa del peso regio).
Su hija, la reina María I – Tudor, también fue odiada por su tiranía al restaurar el Catolicismo
Romano, exiliando a 800 personas y quemando a 273 en la hoguera. Por este motivo el pueblo
la llamó “Bloody Mary” (MARIA LA SANGUINARIA) y de este apodo fue creado en su honor el
cóctel Bloody Mary (zumo de tomate con vodka), en el año 1920, en el Harry‟s Bar de París.
Foto: Cóctel "Bloody Mary" (María la Sanguinaria).
Durante su reinado volvieron los peregrinos a embarcar más seguros hacia Santiago de
Compostela. No así los ociosos y vagabundos, que tenían prohibido salir de los límites de
Londres (bajo penas de sufrir latigazos) para ser requeridos “según necesidades reales”.
Peor fue aún la Reina Isabel I, que superó a su antecesora en odio contra la iglesia católica
de Irlanda, Inglaterra, P. Bajos (por las tropas españolas en Flandes), la zona católica francesa,
y, sobre todo a España (en venganza por el envío de La Armada Invencible), atacando con una
buena flota militar y de corsarios, entre ellos el pirata Francis Drake, a quien nombró Sir y al
que ordenó atacar La Coruña (1589). Menos mal que teníamos a nuestra “Lady María Pita”
(María Mayor Fernández de Cámara Pita), la héroe analfabeta, con domicilio en la calle
Herrerías, con sable en mano y unos atributos contrarios a su apellido gallego, “Pita” que
significa gallina quien, junto a otras mujeres valientes, mandaron correr al inglés de vuelta a su
casa sabiendo que pronto se les echaban encima tres navíos mandados por Felipe II desde
Lisboa.
A esta botella de butano que fotografié tirada en las costas de Irlanda, ganas me
entraron de haberle pintado un texto que dijera: “No son restos del naufragio de la
Armada Invencible; es un objeto arrojado por Maria Pita a Drake”, pero no iba a colar.
Dibujo del barco inglés (Judith), gobernado por Sir Francis Drake.
Los barcos más buscados para saquear y poder así llenar las arcas inglesas eran los
barcos españoles que venían cargados de plata y oro desde América y los que desde España
salían con destino a Flandes, Bruselas o Brujas, donde exportábamos naranjas (juguetes
preferidos para los niños que no podían comer este producto por su alto precio), y los barcos
cargados de vino que llevábamos a Irlanda por la costa oeste (Galway) para evitar encontrarse
con los barcos ingleses, e importando telas y obras de arte.
Estos barcos eran los que transportaban a muchos peregrinos que por desgracia murieron
en el mar, como lo confirman los archivos de protocolos notariales que tienen en muchos
puertos, gracias a los cuales se sabe quiénes iban embarcados y que no llegaban a su destino
por hundimiento de los barcos por el enemigo; o por el peor enemigo, que fue el mal tiempo y
los naufragios, sobre todo las terribles galernas del Golfo de Vizcaya, junto a las pandemias
(peste negra) que viajaban en los barcos con los peregrinos.
De estos archivos fueron sacados nombres, sucesos y hechos como el de este ejemplo:
-
En 1354, según los REGISTROS PEREGRINOS ISLANDESES, Olaf Bjarnarson y
Gudmund Snorrason, murieron ahogados debido a las tempestades y los escollos del
litoral irlandés.
-
En 1378, el velero Dantzing, volviendo de Compostela fue atacado por los bucaneros
ingleses cerca de Finisterre.
-
En 1395, el barco Jehan llegó a transportar a 160 peregrinos con éxito.
-
En 1507, una embarcación salió del puerto de Cork (Irlanda), al mando de Barry Roe,
pero un desastre marítimo se cobró la vida de 50 peregrinos que se dirigían a
Compostela.
En 1473, el barco Mary London, regresando de Irlanda con 400 peregrinos irlandeses,
fue atacado por corsarios venidos del puerto de Waterford.
VII. Oficina de Extranjeros (Foreign Office “El Topogrino”), el espionaje al más fiel estilo
literario de John Le Carré.
http://fsvr1.ibdinternet.com/read.php?6,325223
A la llegada en barco del Jefe de Clan gaélico Hugh O‟Donnell a La Coruña COMO
PEREGRINO A LA TUMBA DE SANTIAGO Y, LUEGO, PARA SOLICITAR AYUDA DE LA
MONARQUIA HISPANA, éste fue recibido con todos los honores como jefe militar y como
noble gaélico, enviando el rey Felipe II para su recibimiento al Gobernador, Conde de
Caracena y al Arzobispo de Santiago, con la orden de ofrecerle dinero para su mantenimiento.
Este héroe irlandés murió al poco tiempo en el castillo de Simancas, según se cree,
envenenado por un espía inglés cuando iba a entrevistase con el nuevo Rey Felipe III en la
capital de Valladolid, para seguir pidiéndole apoyo en la lucha contra el enemigo común, los
ingleses.
Foto del Jefe Gaélico.
Foto cedida por un buen amigo peregrino (Alfonso “Totoastur”), de la placa ubicada
en la entrada del archivo histórico de Simancas, en el mismo camino de Santiago desde Madrid.
Cuando España pierde la batalla de Kinsale (Irlanda) en 1601 y tras el fracaso más tarde de
la Armada Invencible, para socorrer a los católicos irlandeses, a los peregrinos se les unen
como compañeros de travesía en los barcos grupos de exiliados que huyen de la represión
inglesa (desde finales del siglo XVI hasta mediados del XVII), hacia La Coruña, Compostela y
Lisboa.
En la huida de Irlanda se podría distinguir varios grupos:
-
LA NOBLEZA GAÉLICA, con sus jefes y familias (protegidos y financiados por la
monarquía española), que se relacionaban con la nobleza española. Muchos se
hicieron funcionarios (llevando consulados o protectorados), y otros fueron cadetes
oficiales (CABALLEROS DE HÁBITOS MILITARES DE SANTIAGO, CALATRAVA,
MONTESA O ALCÁNTARA). Burlonamente, los ingleses llamaban a los caballeros de
Santiago los del “lagarto rojo” (por la cruz roja de Santiago en el pectoral). La lista de
caballeros de la Orden Militar de Santiago (Caballeros de Santiago) tenía un número
considerable de miembros nobles de las familias irlandesas exiliadas: Lacey, O‟Reilly,
Murphy, O‟Donnell, O‟Driscoll, O‟Farrell, O‟Mahony, Nugent, O‟Kindelan, O‟Neill,
O‟Sullivan. Muchos se hicieron pasar por nobles para hacerse caballeros de Santiago y
cobrar paga, presentando testigos falsos para acreditar su nobleza, alegando no tener
documentos al huir de Irlanda y poder así pasar por el tamiz de la limpieza de sangre a
través del “Consejo de las Órdenes”.
-
LOS ESTUDIANTES IRLANDESES, de familias nobles (les prohibieron en Irlanda el
acceso a las universidades, en España les crearon los colegios irlandeses, para que
luego fueran a la universidad), Y EL CLERO IRLANDÉS (fueron perseguidos por
ejercer en Irlanda sus oficios religiosos católicos). Ambos fueron admitidos en las
estructuras eclesiásticas y educativas españolas.
-
LOS COMERCIANTES, que eran casi todos católicos ingleses, con más poder
económico, y que venían a instalarse en España (En Bilbao hubo un foco importante; y
otro, menor, en Valencia).
-
Y LAS NUMEROSAS LEVAS DE MERCENARIOS, que combatieron con las tropas
españolas tanto en Marruecos como en Flandes; y el que no se enrolaba, se le
devolvía a Irlanda.
-
Tampoco debemos olvidar a los vagabundos, ociosos, y delincuentes que venían de
Irlanda. Muchos decían ser nobles, perseguidos políticos y religiosos para intentar vivir
sin oficio.
En Santiago se les ayudó con cantidades de dinero cuantiosas que salieron del impuesto
llamado “los millones de las sisas”, las limosnas de las órdenes religiosas, “los propios”, “los
repartimientos” entre vecinos, y las instituciones de beneficencia.
Y desde las arcas reales, cada vez más menguadas, se les ayudaba con el impuesto de
“Entrenamientos” (paga mensual por servicios realizados), “Ayudas de costa” (una cantidad fija
y única entregada para un fin determinado).
En los barcos también viajaban frecuentemente espías ingleses y dobles espías a tal punto
que, cuatro meses antes del asedio a La Coruña (que fue el jueves 4 de Mayo de 1589 y que
duró 19 días), desembarcaron espías ingleses haciéndose pasar por irlandeses católicos para,
con la información suficiente, preparar con éxito el ataque a La Coruña por Drake y Norris.
Los espías Henry Daff y William Cas y sus colaboradores, estando en la Coruña, fueron
descubiertos ocultos entre los irlandeses que, ante la sospecha, los debieron delatar para, justo
cuando ya empezaron a sacarles información, declarándose culpables de espionaje, en ese
momento sobrevino el ataque a La Coruña.
No olvidemos que, a partir de Felipe II, hubo una oleada de espionaje internacional en las
que se vieron envueltos los servicios secretos españoles.
Y por desgracia, EL ÚLTIMO PRINCIPE GAELICO, O‟SULLIVAN, ADEMÁS CABALLERO
DE SANTIAGO Y PEREGRINO, ES ASESINADO EN 1618 EN MADRID POR UN ESPIA
ANGLO-IRLANDES AL SERVICIO DE LA CORONA INGLESA.
Este príncipe fue protegido por Felipe III y contó con asignación imperial. Cuando O‟Sullivan
salía de misa del Convento de Santo Domingo (ya no existe, lo derribó José Bonaparte), en la
esquina con la calle de las Veneras (Madrid), el espía llamado John Bathe alegó que había sido
desfigurado en un duelo por un sobrino de O‟Sullivan y le exigió batirse en duelo. Los guardias
los separaron pero, al darse la vuelta O‟Sullivan, fue atacado por la espalda alcanzándole la
muerte.
De esta forma eliminaron al último príncipe gaélico, sin dejar herederos.
Dibujo del Convento de monjas Santo Domingo, desaparecido en 1868, que estaba en la
actual Plaza de Santo Domingo, cerca del actual Corte Inglés (ya podrían haber llamado
a la firma comercial “La estocada inglesa”), a cuya salida asesinaron a O‟Sullivan.
VIII. l Camino Inglés, ese patito feo de los caminos.
http://fsvr1.ibdinternet.com/read.php?6,325309
En Irlanda, no esperéis que la credencial irlandesa os la selle un jesuita, pero sí
un franciscano.
Como es sabido, en los siglos XVI y XVII se fundaron los colegios irlandeses en
Europa y, más concretamente, en España. Éstos tenían en principio la obligación de
formar a los hijos de las clases nobles gaélicas irlandesas (algunos de ellos, hijos de
Caballeros de la Orden de Santiago) para su incorporación a las universidades, que
no existían en su país de origen y que en Inglaterra se les negaba por ser católicos,
siendo el principio de la anglinización protestante de Irlanda.
Los Colegios Irlandeses en la península estuvieron al amparo de la Monarquía
Española, y fueron fundados en Santiago de Compostela, Valladolid, Salamanca,
Lisboa, Alcalá de Henares, Sevilla y Madrid. Estos colegios, al principio, fueron
llevados por franciscanos desde Irlanda hacia España.
Mientras que los franciscanos querían educar a sus alumnos irlandeses como
futuros dirigentes para su vuelta a una Irlanda invadida, los jesuitas (“la
Compañía”) utilizaban los colegios como seminarios jesuitas, para sus misiones no
irlandesas.
Esto originó un conflicto de intereses entre los franciscanos irlandeses y los
jesuitas por el gobierno de los colegios irlandeses, formándose dos grupos: los Old
Irish (los irlandeses antiguos-gaélicos) y los Old English (Los anglo-irlandeses).
Con el tiempo fue pasando el control y el gobierno a manos de los jesuitas, hasta
que Carlos III expulsó a dicha Orden en 1767, acusada de tener cuantiosas
riquezas acumuladas.
Me entregaron la credencial peregrina en la iglesia de Santiago en Dublín, o
como los irlandeses llaman a la credencial, “pasaporte peregrino”, emitida por la
Asociación Irlandesa de Hermanos de Santiago o, dicho en gaélico, “Cumann Cáirde
San Séamus i nÉirinn”; traducido al Español: 10 € de marras. No me resultó
económico su precio, aún siendo bonita, en formato de cuadernillo, con la oración
peregrina irlandesa impresa, junto con tres mapas de los caminos y la dirección de
su web www.stjamesirl.com.
La mitad del cuadernillo sirve para sellar por el Camino del Norte, y la otra
mitad para sellar por uno de los dos caminos principales que vertebran Portugal.
Pero no muestran el camino que siempre han hecho, el Camino Inglés, en el que
muchos irlandeses perdieron la vida para peregrinar a Compostela y el cual, ahora
desde la Coruña, están dejando de utilizar por no tener la distancia exigida para
conseguir la Compostela y no ser tan rentable como el camino francés, que al final
es de lo que se trata: afrancesar todos los caminos.
Al adquirir la credencial por la asociación irlandesa peregrina ya me la
entregaron con el sello estampado en tinta, que es el mismo sello que ponen en la
fábrica de cerveza Guinness, pero quise sellarla en la misma Iglesia de Santiago
(“St. James’s Gate”) de Dublín y cuál sería la sorpresa que en la credencial el sello
es “troquelado” y luego lleva la firma de un franciscano.
Foto de la máquina de troquelar las credenciales.
Foto de la portada y contraportada de la credencial irlandesa.
Oración Peregrina en la credencial irlandesa.
Foto de uno de los mapas de la credencial irlandesa.
Foto con el sello troquelado, con la firma de un franciscano.
Y como despedida, sólo deciros que vine de Irlanda con la credencial sellada
para comenzar el Camino Inglés, camino que nunca podrá ser eclipsado gracias a
esos valientes peregrinos que confesaban por medio penique sus pecados antes de
embarcar, muchos de los cuales hicieron un largo camino sin vuelta, muriendo en el
mar.
Por ellos levanto mi copa. Y por ellos, mi próximo Camino Inglés.
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