Debo confesar que para mí éste acto tiene una doble significación

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PALABRAS DE LA SEÑORA CANCILLER EN EL
“ACTO DE HOMENAJE AL DR. AUGUSTO RAMÍREZ OCAMPO, EX
MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES DE COLOMBIA, EN EL
MARCO DE LA CONMEMORACIÓN DEL 66° ANIVERSARIO DE LA
CREACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS”
Martes 25 de octubre de 2011
Debo confesar que para mí éste acto tiene una doble
significación: Por una parte, se trata de un homenaje a uno de
los
más insignes colombianos de los últimos tiempos, el
excanciller Augusto Ramírez Ocampo. Por otra parte, ninguna
oportunidad podía ser mejor que el marco de la celebración de
los 66 años de la creación de las Naciones Unidas, la
Organización Internacional por excelencia, que ha prestado
servicios invaluables, a veces incomprendidos, a la causa de
la paz en el mundo.
Augusto Ramírez Ocampo nos enseñó, a las nuevas
generaciones de colombianos y de latinoamericanos, el valor
esencial de la vida y del optimismo, así como la importancia del
diálogo y la necesaria comprensión del pensamiento y los
anhelos de los Otros, en cualquier proceso de solución pacífica
de controversias. Nos enseñó también que se defiende mejor el
interés nacional, cuando se lo pone en consonancia con los
grandes requerimientos del desarrollo humano.
Nos enseñó con su palabra, con su ejemplo y con su actividad
diplomática y política, que las controversias deben tener como
norma, la preferencia por las soluciones civilizadas y pacíficas,
llámense mediación, o buenos oficios o simple intermediación.
Pero al mismo tiempo sabía que la dignidad humana debe
pasar ante todo por el respeto irrestricto a los Derechos
Humanos. Mucha falta hace, un hombre de sus quilates cuando
se va, pero qué elocuente es su ejemplo y su legado cuando
podemos continuarlo.
La política exterior colombiana, como sucede con los demás
países del mundo, ha tenido éxitos importantes en su historia,
así como tambien existen tareas inaplazables y temas
pendientes. Los colombianos de hoy, sentimos un inmenso
orgullo por haber sido país fundador de la ONU, por haber
contribuído en nuestra medida al fortalecimiento de la sociedad
internacional, y por haber estado vinculados desde muy
temprano en procesos relacionados con la paz y la seguridad
en la región y en otros ámbitos geográficos. Estamos, pues,
orgullosos por tener una vision institucional en lo internacional,
y por contribuir, en la medida de lo posible, a las soluciones
pacíficas de controversias.
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Uno de los motivos de mayor orgullo en nuestra historia (como
también lo ha sido para algunos paises hermanos), fué la
conformacion del Grupo de Contadora, una de las más
elocuentes
realizaciones
diplomáticas
en
el
continente
americano. Casi todos los países centroamericanos tenían a
comienzos de la decada de los ochenta, conflictos internos o
situaciones conflictivas en proceso de crecimiento.
Estabamos en la fase más dura despues de la guerra fría,
luego de la “distensión” o “detente” de la epoca de los 60s y
70s. Existía el peligro real de que, tal como habia sucedido
antes en Asia SurOriental, un conflicto en cualquiera de los
paises, pudiera contagiarse a los demás en un “efecto-dominó”.
Ello,
llevaría la guerra a toda América Central y parte del
Caribe insular, y seguramente podría terminar afectando
letalmente a todo el vecindario.
En ese contexto, en medio de todas las condiciones para que
la guerra y la muerte se impusieran, surgió, por iniciativa
auténticamente latinoamericana, la idea de un Grupo de países
de la región que, intentaran por todos los medios diplomáticos
a su disposición, evitar la escalada de conflicto internacional
que parecía inevitable. Contra todos los pronósticos, ese bello
sueño logró contribuir de manera importante a evitar la guerra
internacional en Centroamérica, y contribuyó en su medida a
que los procesos internos decantaran.
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Augusto Ramírez Ocampo definió el Grupo de Contadora como
un “catalizador en la búsqueda del diálogo y del consenso”.
Para
él,
“Contadora
fue
el
primer
esfuerzo
serio
de
construcción de una solución latinoamericana a conflictos
latinoamericanos; logró mantener la solución al conflicto
centroamericano por fuera de la confrontación Este-Oeste;
reedificó la relación de Latinoamérica con los Estados Unidos,
consolidando el principio interamericano de la No Intervención
y afianzando las soluciones multilaterales; demostró que la
solución de los conflictos que surgen en América debe ser
producto de soluciones conjuntas y no de acciones unilaterales;
y sirvió como catalizador para el entendimiento latinoamericano
ampliando la órbita y la intensidad de los contactos entre sus
países”.
Luego, ya como excanciller, y en el marco de actividades
relevantes de las Naciones Unidas, tuvo ocasión Augusto
Ramírez Ocampo, de poner más que un grano de arena para
los procesos de paz en El Salvador y Guatemala.
Buenos
oficios, mediación y solucion pacífica de controversias,
nacionales
e
internacionales,
fueron
la
actividad
más
importante de Augusto Ramírez Ocampo durante varias
décadas.
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Sin embargo, él comprendió muy claramente, gracias a su
visión humanística, que ninguna solución podía prosperar sin
tomar en consideración el respeto estricto por los derechos
humanos, y la inclusión social y politica. Y se convirtió también
en un promotor de los derechos humanos y en general del
desarrollo humano.
Constantemente nos recordó la importancia de las metas del
Milenio, que todos los países acordamos en el seno de las
Naciones Unidas. Siempre, a su manera, insistía en la
importancia del desarrollo humano, sin el cual, cualquier
programa gubernamental o de la sociedad civil, o de las
Organizaciones
Internacionales,
no
puede
dignidad primero, el bienestar luego,
garantizar
la
y en definitiva la
prosperidad en condiciones democráticas.
Lo que en la política exterior colombiana estamos tratando de
hacer ahora, no es otra cosa que la continuación de ese legado
tan bien expresado por Augusto Ramírez Ocampo. Sabemos
que los países del mundo, obtienen mayor provecho mutuo por
la cooperación, que el que pueden obtener de manera
unilateral por los conflictos.
Entendimos finalmente, que en América Latina, pese a que
existen distintos modos de ver la política, la economía y la
inserción internacional, deberíamos trabajar intensamente en
los propósitos comunes para beneficio de nuestros pueblos.
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Creímos en buena hora, que era posible contribuir con
gestiones de aproximación entre las partes, a la solución de un
impasse político en un país hermano: Honduras.
conjuntamente
con
Venezuela,
porque
era
Y lo hicimos
la
mejor
demostración de que juntos podíamos avanzar en agendas
comunes.
Del mismo modo, avanzamos en la construcción suramericana,
parte esencial del espacio natural de la politica exterior de
nuestro país.
Por eso tambien, Colombia considera que el
único caso del continente Americano que ocupa al Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas, el de Haití, debe contar con
los esfuerzos de todos para encontrar y apoyar soluciones
sostenibles en el tiempo, que respondan a las necesidades
expresadas por el gobierno y el pueblo de ese país hermano.
En el mundo de hoy, creemos que, debe darse prioridad a la
aproximación entre los países y los pueblos, y a la solución
pacífica de los conflictos en el mundo. Pero sabemos también
que en los conflictos, de lo que se trata es de encontrar
soluciones sostenibles en el tiempo.
Grandes acuerdos y consensos nacionales e internacionales,
son casi siempre necesarios; y en los países y regiones en
desarrollo en todo el mundo, difícilmente podrá avanzarse en
soluciones sostenibles si no existe un trabajo eficaz en la
dirección del desarrollo humano.
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Somos conscientes que ese esfuerzo corresponde a una
actividad en la cual deben confluir gobiernos, Organizaciones
Internacionales, sociedades civiles y sectores privados, pero
que debe desarrollarse dentro del más estricto respeto por la
soberanía, así como por la autodeterminación y la comprensión
de las necesidades y sensibilidades de los diversos países.
En consonancia con éste interés fundamental de nuestra
política exterior, es que hemos decidido establecer, en el seno
de la Academia Diplomática de este Ministerio, la Cátedra
“Augusto Ramírez Ocampo sobre Resolución Pacífica de
Controversias”. La misma, tuvo dos conferencias inaugurales
en el día de ayer, aprovechando la visita de un profesor de la
Universidad Sehir de Estambul, experto en resolución de
conflictos.
A esta actividad seguirán muchas más, con especialistas y
expertos colombianos, latinoamericanos y de otras regiones del
mundo, y con el propósito de crear sinergias con el mundo
académico, el Centro de Pensamiento Estratégico de la
Cancillería, los sectores gubernamentales y privados, y en
general la sociedad civil. Todo ello, para ir aportando
elementos que alimenten el noble propósito de contribuir al
análisis, y dentro de lo posible, a la solución pacífica de
conflictos.
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La idea fundamental es que, a través de la discusión
informada, la comunicación de ideas y el debate de propuestas
basadas en este pilar de la política internacional, podamos
mejorar los distintos mecanismos de solución pacífica de
conflictos y tener a la mano una caja de herramientas
apropiada para contribuir a la tarea de construir la paz en éste
mundo globalizado.
Por lo anterior quiero invitar a todos y cada uno de los aquí
presentes a participar de éste ejercicio que, con toda
seguridad, redundará en beneficio, no sólo de Colombia y la
Región, sino también de todas aquellas naciones que sufren el
flagelo de la guerra y el conflicto armado. Estoy segura que
Augusto Ramírez Ocampo estará muy contento de que así lo
hagamos.
Muchas gracias.
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