Comparaciones y personificaciones en las poesías de Rafael Pombo

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Comparaciones y
personificaciones en las
poesías de Rafael Pombo
Rafael Pombo fue el primer gran personaje del país en escribir para
una población colombiana muy especial: los niños. Sus obras son
reconocidas por niños, jóvenes y adultos; aunque hayan pasado más
de 170 años de su muerte, sus cuentos, fábulas y poesías todavía
aparecen en muchos libros. Las obras de Pombo fueron famosas
por sus personificaciones y comparaciones.
→ Las personificaciones: se ven reflejadas en poesías como El renacuajo paseador, El gato bandido, Mirringa Mirronga y La marrana
peripuesta. En cada una de estas obras, los personajes cobran
vida y actúan como personas. El renacuajo paseador, llamado
Rinrín, es un personaje que habla, canta, bebe y se viste como
un humano. Veamos un ejemplo:
El hijo de rana, Rinrín Renacuajo,
salió esta mañana muy tieso y muy majo;
con pantalón corto, corbata a la moda,
sombrero encintado y chupa de boda.
En algunas poesías de Rafael Pombo,
también se les atribuyen cualidades psicológicas a los personajes. En La marrana
peripuesta, al verse adornada con flores,
la marrana presume de su belleza:
Lenguaje
3
Viénele a un mono la chusca idea
de ornar con flores a una marrana,
y ella al mirarse ya tan galana,
envanecida se contonea.
→ Las comparaciones: recurso literario utilizado por el famoso poeta.
La comparación se forma cuando se toman dos elementos y se
establecen semejanzas para crear una impresión más bella. La
comparación se acompaña de las palabras como, cual, tal, igual
a, etcétera. Lee el siguiente fragmento de La pobre viejecita.
Se murió del mal de arrugas,
ya encorvada como un tres,
y jamás volvió a quejarse
ni de hambre ni de sed.
En la estrofa anterior, se compara la figura encorvada de la pobre
viejecita con el número tres. La palabra que permite la comparación es como. En otra de sus obras, Simón el bobito, el personaje
es golpeado por una vaca y es tal el golpe que el pobre sale dando
vueltas.
Ordeñando un día la vaca pintada,
le apretó la cola en vez del pezón;
y ¡aquí que la vaca! le dio tal patada,
que como un trompito bailó don Simón.
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