Documento de trabajo: 13 de febrero de 2007 EJE: BASE SOCIAL Y TRABAJO EN RED Un documento para la reflexión previa A diferencia de otras temáticas que han sido trabajadas en los diferentes grupos de trabajo de la CONGDE para llegar a este encuentro con un documento de consenso, en el caso del eje de base social y trabajo en red se trata de un documento inicial para el proceso de reflexión sobre el tema. A lo largo del documento, se plantea el encuadre de algunos conceptos básicos que han de servir para el trabajo posterior, al tiempo que se dejan preguntas abiertas para orientar el trabajo y la reflexión posterior. El concepto de base social: límites y contenidos En los últimos diez años se ha observado una clara evolución en los aspectos que se relacionan con lo comunmente denominado como base social y la actuación de las ONGD. Por ejemplo, respecto al voluntariado, según datos del Directorio 2005, más de 39.000 personas en España colaboraron voluntariamente durante el año 2004 en actividades de las ONGD federadas, siendo en muchos casos su colectivo de trabajo fundamental. Igualmente, en este periodo se han podido observar numerosas campañas de las entidades para aumentar su número de socios. Y podríamos seguir con otros ejemplos alrededor de los colectivos que tienen presencia en una ONGD. Estos esfuerzos de la mayoría de las ONGD por ampliar los colectivos que colaboran en ellas pone de manifiesto el interés de fondo de ampliar la base social, que más allá de consideraciones relacionadas con los recursos inmediatos de la entidad (econòmicos, personales, materiales…), es algo que legitima la actuación de las entidades para la transformación social. Pero dado el número alto y creciente de colectivos que hay en la realidad diaria de las entidades, es importante reflexionar qué se entiende por base social y cuáles son los colectivos que la forman. Como en tantos otros temas, en éste se puede encontrar una gran variedad visiones. Un enfoque más legalista es aquel que entiende exclusivamente como base social la figura jurídica de socio. Bajo este punto de vista restrictivo, en la práctica solamente las asociaciones podrían tener base social, pues son las entidades con socias y socias, mientras que las otras figuras como colaborador económico, voluntariado, amigos de, trabajadores, miembros,… únicamente tienen la consideración de ser un grupo de interés, un colectivo con interés en la entidad, pero sin ser incluidos en el paraguas de la base social. Un enfoque prácticamente opuesto al anterior es aquel otro que incluye cualquier colectivo relacionado con la organización con base social. Prácticamente, identifican el concepto de involucrado (en inglés stakeholder) con el de base social. Aunque podrían haber argumentos en algunos casos concretos para esta conceptualización tan amplia, su generalización es difícil porque la gestión de involucrados incluye colectivos no siempre directamente identificados con la misión como los proveedores, la 1 Administración Pública o incluso a veces, los propios trabajadores. O sea, el espacio de gestión propio de los involucrados. Entre estas dos visiones extremas (sólo socios vs. colectivos involucrados) se ha de reflexionar para encontrar donde se pone el límite al concepto de base social. Aún partiendo de que siempre van a existir visiones diferentes (y seguramente es positivo que así sea) el eje de esta reflexión podría ser la de averiguar cuales son los colectivos identitarios para cada entidad, que constituirian la base social de la misma. Por ejemplo, ¿los trabajadores forman parte de la base social? Si los trabajadores de la organización están comprometidos e identificados con la misión y los valores, se podrá entender que forman parte; si por el contrario, los trabajadores trabajan en la organización como podían trabajar en cualquier otra empresa, como técnicos sin necesidad de sentirse identificados con la misión, seguramente no serian incluidos en la base social de la misma. Y habría que hacer estas reflexiones también con el voluntariado, los miembros, los colaboradores, …. Hay que entender que incluir a unos colectivos en la base social de una entidad no es una decisión gratuita, sino genera unos compromisos importantes para la organización, como, por ejemplo, la información, la participación y la implicación. Una base social activa e implicada Como se ha visto, el apartado anterior se ha centrado en la identificación de qué colectivos forman la base social de una entidad, y qué criterios podían usarse para identificarlos. El segundo paso de la reflexión tiene que ver con el papel o función que tiene la base social en las ONGD, desde la generación de recursos hasta la legitimidad para intervenir en la transformación social; y por tanto, que han de hacer las organizaciones para garantizar que la base social pueda desarrollar ese papel esencial. Un tema clave es cómo conseguir una base social, activa e implicada. Este aspecto no surge de manera espontánea, sino que las organizaciones deben destinar medios y recursos para facilitar provocar la participación de la base social en la organización y en los trabajos que desarrolla. Esta necesidad, junto con la necesidad de eficiencia en el uso de los recursos, hace preguntarse cual es el nivel óptimo de medios que deben destinarse a este tema. Para tener éxito, la gestión de la participación de la base social normalmente no se debe afrontar de manera global sino adecuándonos a la situación, expectativas y necesidades en función de los diferentes colectivos que la forman. Este apartado genera un cierto grado de complejidad de gestión de la base social que hace que tenga ser planificado, previsto y orientado. En paralelo, también hay que tener en cuenta que la participación es un concepto muy amplio y con diversas perspectivas según el tema y los colectivos. En este sentido, podemos hablar de los diferentes verbos de la participación, por que participar no es solamente decidir, sino también escuchar, manifestarse, aportar, opinar, reflexionar, recoger información, difundir, ayudar, organizar, preparar… Un amplio rango de verbos que nos acompaña en cualquier acepción de participación. Todas las formas de participación son importantes y dependerá de los objetivos concretos a conseguir en cada caso: No se debe entender la participación como un fin sino como un medio para conseguir los mejores resultados en los retos que afronta la organización. 2 En definitiva, son muchas las preguntas que hay que responder y las acciones que hay que realizar para plantearse un objetivo común: una base social activa e implicada que ayude a la organización a conseguir su misión, su razón de ser. La movillización de la ciudadanía Otro de los retos que se afrontan en relación a la base social, tiene que ver con la movilización de la ciudadanía: Como organizaciones con finalidad de transformación social está como objetivo la movilización social de la sociedad en general. Este concepto guarda relación directa con la base social, que es la que nos va a ayudar a conseguir esta movilización ciudadana. Pero es importante no confundir la movilización de la sociedad con la base social de las organizaciones. La base social de las organizaciones participa como un actor clave en la movilización social pero esta movilización social se apoya en otros colectivos invlucrados en mayor o menor medida con la causa de la organización, como los simpatizantes u otros apoyos puntuales a la actividad de la entidad. Habrá que entender cuales son los mecanismos y canales que permiten a la organización una movilización general de la ciudadanía, así como el uso responsable y mesurado de los mismos para conseguir impactos reales en lugar de puestas en escena puntuales. De nuevo, es un factor complejo que requiere reflexión, conocimiento, recursos y una determinada capacidad de gestión. Las redes y la movilización social Una reflexión en este sentido está relacionada con el reto que supone aumentar el apoyo social de las ONGD y, por tanto, sobre las propuestas de acción en este sentido, las labores de incidencia política, la movilización social, etc., todo ello dirigido a la transformación social. ¿Cómo aumentar este capital y este movimiento? ¿Qué ha pasado en la CONGDE, por ejemplo, desde la campaña Dividendo de Paz, de menor difusión e impacto, a la campaña Pobreza Cero? ¿Qué ha cambiado? Dentro de la finalidad transformadora juegan un papel importante las redes. Las organizaciones están uniéndose cada vez más y trabajando conjuntamente en redes y alianzas que contribuyen a aumentar nuestro impacto y movilización social. El trabajo en red de cara a la sociedad también es beneficioso para las ONGD. La sociedad percibe que se dejan de lado intereses individuales en pos de un bien común. Saber sumar esos objetivos, superando individualidades y diferencias pero respetándolas al mismo tiempo, es un reto de ahora y de futuro. Las redes provocan una multiplicación necesaria del apoyo y la movilización social en las actuaciones de las ONGD. Pero esta multiplicación y apoyo conjunto se consigue enfilando las actuaciones hacia causas y finalidades comunes entre entidades, perdiendo los matices y diferenciaciones que la base social propia confiere. Estos aspectos hacen necesaria la existencia de las redes como un complemento de las organizaciones en la movilización social como potenciador de la base social organizativa. 3 Las finalidades de las redes Por la visibilidad que han supuesto las redes en la movilización social, se ha tendido en ocasiones a centrar el trabajo en red en esta cuestión. Y, aunque evidentemente es un papel cierto y real, no se trata de la única finalidad del trabajo en red. Hoy resultan claras las enormes ventajas que supone el trabajo en red (incremento del impacto, trabajo conjunto, avances consensuados…) pero también se ha de reflexionar sobre las renuncias y dificultades que supone. De esta manera, se reconoce que los beneficios del trabajo en red son múltiples y diversos. Pero no todas las redes son iguales ni su existencia tiene la misma razón de ser. Es importante poder responder qué esperan las ONGDs del trabajo en red. Pueden encontrarse otros objetivos en la existencia de las redes y la pertenencia a las mismas: interlocución con otros agentes sociales, representación de las organizaciones participantes en la red, favorecer la interacción entre las organizaciones, trabajar para la generación de conocimiento sobre el sector, la prestación de servicios, la consecución o redistribución de recursos o la validación de las entidades en alguna actuación, etc. Es decir, todas se llaman redes, pero sus objetivos y la razón de pertenencia a cada una puede ser diferente. Es importante que los miembros tengan clara las potencialidades y los objetivos de las redes a las que pertenecen para poder obtener buenos resultados. Además, es cierto que conocer las múltiples caras de la pobreza ha hecho a las organizaciones ser conscientes de que individualmente no se pueden tratar todas las facetas, sino que sólo trabajando junto a otras organizaciones se puede luchar efectivamente contra la pobreza. La unión de las ONGD es lo que les da legitimidad y credibilidad, por esa renuncia a los máximos de cada organización en busca del interés colectivo. Se ha de reflexionar sobre las enormes ventajas que supone el trabajo en red (incremento del impacto, trabajo conjunto, avances consensuados…) pero también las renuncias y dificultades. 4