ANTINOMIA: UNIVERSALIDAD- PARTICULARIDAD A PROPÓSITO

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ANTINOMIA: UNIVERSALIDAD- PARTICULARIDAD A PROPÓSITO DE LA
“TEORÍA DE LA JUSTICIA” DE JHON. RAWS.
POR: Ronal Suárez Quiroz
1.- Problemática Global.
El problema o más precisamente el conflicto dualista universalidadparticularidad no puede ser considerado como un hecho exclusivo de épocas
recientes, ya los viejos pensadores expresaban a través de sus escritos un afán
considerable por desenredar esta aporía. Dicho conflicto se patentiza en múltiples
horizontes de la reflexión; aunque principalmente se evidencia a nivel jurídico y
filosófico. Así, para cumplir con exigencias formales nos avocaremos al ámbito de la
filosofía política tocando en la medida de lo necesario asuntos éticos.
Primero, pensamos que el conflicto universalidad- particularidad debe
entenderse como leyes formales, abstractas, a priori para emplear jerga kantiana,
como rasgo característico de la universalidad; y , la existencia de diversas
sensibilidades, costumbres, tradiciones humanas; en cuanto a la particularidad.
Segundo, nuestra intención es mostrar de qué manera puede existir una
reconciliación y viabilidad entre ambos conceptos. Para este propósito tomaremos en
cuenta concepciones contractualistas, liberalistas, comunitaristas por sobre otras.
Ahora bien, el conflicto al que hemos aludido anteriormente nos remite casi
inconscientemente a otros problemas de dimensiones altamente controversiales; por
ejemplo, el reconocimiento del Otro, la Justicia, la multiculturalidad, la interculturalidad;
en fin, todo aquello que implica un segundo elemento que permite establecer cierta
lógica de diálogo. Estamos totalmente convencidos de que la dimensión del tema en
cuestión desborda los límites de este modesto trabajo. Pero convencidos también
estamos que temas como éste despierta el interés fervoroso de la mayoría de
personas; no sin razón, evidentemente.
Desde nuestra óptica, existen dos planteamientos que se han esbozado hasta
ahora claramente visibles al complejo problema de la universalidad-particularidad: a)
El reduccionismo de los conflictos y fenómenos a reglas puramente universales,
formales, abstractas.; ejemplo de ello es la tradición contractualista; b) La atención
únicamente a la multiplicidad de costumbres, creencias, etc. En diversas
comunidades, llegando así a un relativismo; como prueba de ello tenemos a la
posición
comunitarista.
Sin
embargo,
¿Cómo
interrelacionar
derechos
consuetudinarios con diversidad de sensibilidades humanas? esto trata de manifestar
este trabajo, que está estructurado básicamente en dos partes: 1) El reduccionismo
formalista, a priori; 2) ¿Más allá de la posición Contractualista?
2.- Posición Contractualista.
El divorcio inconsulto entre ética y política sucedido en la época
contemporánea ha dado mucho trabajo a nuestros pensadores. Un hito importante
plantado en el devenir de la historia a propósito de esta separación lo encontramos en
el Príncipe de Maquiavelo1. Aquí, se observa una pujante tensión entre el ser y el
deber ser, seguramente esta idea obedece al presupuesto de la razón como
instrumento, más aun a la noción del hombre como un animal de pasiones. Producto
1
El texto de Maquiavelo deja notar dos premisas en base a las cuales los políticos modernos fijan sus
propios intereses. A) Cómo arribar al poder; b) Cómo mantenerse en él. Estas ideas de Maquiavelo se
patentizan notoriamente al menos en tres partes. La primera es la que tiene que ver con las formas del
Principado y cómo se adquirirían. La segunda hace alusión a la crueldad y humanidad: en donde además
se formula la pregunta de si ¿es mejor ser amado que ser temido, o viceversa? Y la tercera que muestra
el deseo de querer saber Que tiene que hacer un Príncipe para ser estimado. (Véase, Maquiavelo,
Nicolás. El Príncipe. Austral; cuadragésima edición 2007; 252 pp)
de este divorcio tenemos el nacimiento de la Ciencia Política que se encarga de
examinar en forma técnica el mejor medio posible de obtener el poder. A partir de
Maquiavelo el pensamiento filosófico político se muestra desinteresado por responder
preguntas con cargas ontológicas como ¿qué es la política? al contrario; el afán se
centraliza en responder ¿Cómo debe ser la política?, para Maquiavelo, la política debe
ser vista como realidades. De manera que, esta separación trae consecuencias aun no
resueltas; una de ellas es la formulación de leyes formales, universales, a priori, cuyos
máximos exponentes modernos son Hobbes, Locke y principalmente Kant y a partir de
ellos los ilustrados franceses y gran parte de la concepción de Rawlsiana. Esta
tradición contratualista ha sido objeto de múltiples críticas, pero también de
significativas adhesiones.
Por su parte, Kant muestra esta idea apriorística en la mayoría de sus escritos.
No obstante, en su texto ¿qué es la Ilustración? Hace una clara alusión a la idea de
libertad y autonomía que debería gozar cada ser humano: “Sapere aude! ¡Ten el valor
de servirte de tu propio entendimiento!2 Efectivamente, ésta es la nueva predica en la
que se embarca el conocimiento moderno. Hay que considerar a la razón como
tribunal y filtro de purificación de todo aquello que pretende presentarse como
conocimiento verdadero. En el aspecto político, esta idea Kantiana trajo consigo
enormes consecuencias. El nacimiento de individuos libres, autosuficientes
despojándose de cualquier tipo de tutelaje debilitando así el principio de autoridad que
hasta ese entonces reinaba. Las ideas de libertad, igualdad, fraternidad son las que
ganan terreno en esta nueva época y aperturan así un cambio de perspectiva en el
pensamiento político moderno. Los pensadores basándose en la idea sobre todo de
libertad inauguran lo que posteriormente se denominaría liberalismo, cuyas
características fundamentales se manifiestan a través de leyes formales, universales,
a priori; válidas para todos los ciudadanos. En este sentido, Kant es uno de los
principales exponentes de esta corriente filosófica- política.
Ahora bien, lo más importante que podemos extraer del filósofo de Königsberg
es la concepción de individuo que él posee; puesto que, es imprescindible al hablar de
una teoría contractualista. Kant tiene una noción de individuo totalmente abstracto,
formal, desligado de todo influjo de afecciones, radicalmente puede ser considerando
como robótico. Muy bien podemos notar esto en una de sus máximas obras, la Critica
de la Razón Pura: “La unidad trascendental de la apercepción es la que une en un
concepto del objeto todo lo múltiple dado en una intuición”3. El sujeto trascendental
kantiano goza de universalidad abstracta. La multiplicidad expresada en las intuiciones
finalmente es sintetizada en la unidad de conciencia. Evidentemente, esta postura
kantiana se esboza para dar cuenta de cuestiones gnoseológicas; pero haciendo un
parangón con el pensamiento político el procedimiento no resulta ser del todo distinto.
Sin embargo, las tesis kantianas respecto a aspectos políticos filosóficos
hunden sus raíces en textos como la Paz perpetua, e incluso en su Crítica de la
Razón Práctica que fácilmente podemos observar a través de sus imperativos
categóricos como expresa su idea de universalidad, a priori: “Obra de tal modo, que la
máxima de tu voluntad pueda valer siempre, al mismo tiempo, como principio de una
legislación universal”4. De esto se deduce rápidamente que la intención kantiana es
obtener leyes universales que sean válidas en todo tiempo y habría que agregar en
todo lugar. Es decir, que las acciones que realiza una persona puedan valer como
leyes universales, que seas admitidas por todos y no se reduzca sólo a un
determinado ámbito. Ahora bien, para que nuestras acciones lleguen a ser
legislaciones universales es necesario desligarse de todo tipo de condicionamiento,
nuestra posición tiene que ser categóricamente práctica a priori. Esta voluntad
pensada es independiente de cualquier condicionamiento empírico, esta idea Kant ya
2
KANT, Immanuel. ¿Qué es la Ilustración?,pg 83.
KANT, Immanuel. Crítica de la Razón Pura, pg 83.
4
KANT, Immanuel. Crítica de la Razón Práctica, pg 63.
3
la había esbozado en cierta medida en la Crítica de la Razón Pura al sintetizar la
multiplicidad de intuiciones. Tal como lo formula Kant, ésta es la condición suprema de
todas las máximas.
Asimismo, un concepto que no puede dejarse de lado en la concepción
kantiana y que sirve enormemente a la teoría de Rawls es la noción de autonomía.
Kant la expresa del siguiente modo: “ La ley moral no expresa nada mas que la
autonomía de la razón pura práctica, es decir, la libertad, y ésta es incluso la condición
formal de todas las máximas, bajo cuya condición solamente pueden éstas coincidir
con la ley práctica suprema”5. Por tanto, un precepto práctico no debe llevar consigo
una condición material porque si fuese así, no podría ser considerado como ley
práctica porque como dice Kant, la ley de la voluntad pura que es totalmente libre,
pone esta voluntad en una esfera totalmente distinta de la empírica.
Por otra parte, los pensadores de la ilustración francesa se encontraban
motivados por la idea de un contrato social- idea que es consecuencia de los
postulados kantianos- especialmente Rousseau. Tanto Hobbes, Locke, Rousseau,
Kant, Rawls comparten la idea de convenir en un contrato social. Rousseau por
ejemplo, cuando hace alusión a las cláusulas del contrato social sostiene lo siguiente:
“La alineación total de cada asociado con sus innegables derechos a toda la
humanidad. Pues, primeramente, dándose por completo cada uno de sus
asociados, la condición es igual para todos; y siendo igual ninguno tiene
interés en hacerla gravosa para los demás”6
En esta parte específica de la concepción de Rousseau podemos poner de relieve tres
ideas; la primera tiene que ver con la aceptación de cada miembro deseoso de
asociación sin la renuncia a sus innegables derechos; segundo, la igualdad de
condiciones para todos los participantes en dicho contrato; y finalmente, el desinterés
mutuo entre todos. Estas ideas serán tomadas en cuenta por Rawls cuando elabore su
teoría de la justicia. Pero estos individuos desinteresados, iguales, libres, necesitan
tomar un norte y algo que pueda dirigirlos hacia ello. Rousseau lo manifiesta así:
“Cada cual pone en común su persona y su poder bajo la suprema dirección
de la voluntad general y cada miembro es considerado como parte indivisible
del todo (en este acto de asociación) la persona particular se transforma en un
ente normal y colectivo”.7
Entonces, es en la voluntad general donde converge la renuncia de cada persona en
forma individual para dar origen a un individuo colectivo, común, indivisible. Si
efectuamos un paralelismo entre Kant y Rousseau, las conclusiones que podemos
obtener no resultan ser muy diferentes. En ambos casos observamos una síntesis de
multiplicidad, en el caso de Kant de las diversas intuiciones en la unidad de
apercepción o en los imperativos categóricos expresados en su Crítica a la Razón
Práctica; y, en el caso de Rousseau, una especie de síntesis de multiplicidad de
individuos particulares en una voluntad general, común para todos. También es
importante sostener que ambos autores tienen como predilección este nivel último, el
nivel abstracto, formal, alejándose así de la multiplicidad de sensibilidades humanas.
Para corroborar lo que venimos diciendo es preciso constatar una idea más de
Rousseau: “Un estado gobernado por la voluntad general tiene la necesidad de pocas
leyes, y cuando se impone la promulgación de otras nuevas, tal necesidad es
universalmente conocidas”.8 De esto se obtiene que las nuevas leyes promulgadas
entrarán en conflicto con las diversas costumbres, tradiciones de una determinada
comunidad, aunque sean válidas universalmente. Esto se debe fundamentalmente por
que la concepción de individuo que tiene la postura contractualista es abstracta,
formal, a priori.
5
Ídem, pg 68.
Rousseau. J. J. El contrato social, pg 55.
7
Ídem, pg 55-56.
8
Idem, pg 174
6
Ahora bien, Rawls como buen seguidor de la concepción contractualista
elabora su teoría de la justicia basándose exclusivamente en principios constituyentes
del contrato social; lo importante es la honestidad de dicho autor al expresar
explícitamente esta idea:
“Lo que he tratado de hacer es generalizar y llevar la teoría tradicional del
contrato social representada por Locke, Rousseau y Kant, aun nivel más
elevado de abstracción (…) la teoría resultante es de naturaleza sumamente
Kantiana. De hecho no reclamo originalidad por las ideas que expongo”9.
Por tanto, los cimientos de la Teoría de la Justicia se hallan en el contrato social.
Incluso en su nivel más abstracto. Efectivamente, Rawls tiene una idea de individuo al
modo Kantiano, un individuo racional que tiene la capacidad de elegir lo que mejor le
convenga. La noción de elección racional es muy importante al momento de adoptar
un acuerdo. Las partes, como lo denomina Rawls están racionalmente aptas para
poder arribar a un contrato. A través del velo de la ignorancia que funciona como una
especie de separación de los intereses propios, las personas se encuentran en una
igualdad de libertad e igualdad de oportunidades. Que resultan ser los dos principios
de la justicia. Sin embargo, no hay que pasar desapercibido de que las tesis que
Rawls esboza al menos en la primera parte de su libro son puramente hipotéticas. El lo
hace notar: “En la justicia como imparcialidad, a posición original de igualdad
corresponde al estado de naturaleza en la teoría tradicional del contrato social (…) se
considera (a la posición original) como puramente hipotética”10. Una vez más se
corrobora la influencia de la idea de Contrato Social en la construcción de las ideas de
Rawls; además, nos advierte que la noción de posición original es sólo hipotética. De
este modo elabora Rawls su teoría de la justicia. Considera como principio básico a los
individuos, racionales, desinteresados, etc. Así: “Un rango de la justicia como
imparcialidad es pensar que los miembros del grupo en la situación inicial son
racionales y mutuamente desinteresados (…) se les considera (a los individuos) como
seres que no están interesados en los intereses ajenos”11 Como se observa para
Rawls los miembros integrantes se encuentran totalmente desinteresados de los
intereses de los demás. Para llegar a ello, Rawls se ha tenido que valer de los
recursos fundamentales de la posición original y del velo de la ignorancia. Si embargo,
el objetivo de Rawls es:
“Nuestro propósito es ocuparnos únicamente de la estructura básica de la
sociedad y de sus principales instituciones y por tanto, de las cosas típicas de
justicia formal (…) a esta administración imparcial y congruente de las leyes e
instituciones, cualquiera que sean sus principios sustantivos, podemos llamarlo
justicia formal”12.
Evidentemente, el objeto de la justicia para Rawls es la estructura básica de la
sociedad. Esta estructura se encarga de distribuir los derechos y deberes
fundamentales y determinar la división proveniente de la cooperación social. Los dos
principios mencionados anteriormente se encargan de regular dicha estructura básica.
En este punto es necesario precisar que los principios de justicia de los que habla
Rawls se encargarían de fiscalizar sólo una sociedad bien ordenada; es decir, una
sociedad en la que todos los integrantes velan por el mantenimiento de instituciones
justas. Por otro lado, según Rawls de lo que se trataría aquí es de una obediencia al
sistema; es decir de una justicia formal cuya finalidad es excluir cualquier tipo de
injusticia. Las autoridades deben ser imparciales y no dejarse influenciar por intereses
propios. Naturalmente, en la práctica esta muy lejos de darse esto. Pero Rawls agrega
algo más respecto a la justicia formal: “La justicia formal exige que las leyes e
instituciones se deben aplicar igualitariamente, esto es de la misma manera a aquellos
9
RAWLS, John. Teoría de la Justicia, pg 10.
Ídem, pg 26.
11
Ídem, pg 28.
12
Ídem, pg 65.
10
que pertenecen a las clases definidas por ellos”13. Quizás éste sea un motivo de
controversia legítima entre las tesis contractualistas y los comunitaristas y más
específicamente los defensores de concepciones multiculturalistas o de
interculturalistas.
El hecho de hacer valer una ley para todos podría entrar en conflicto con
algunas costumbres propias de una comunidad si es que no se ha considerado al
momento de elaborar dicha ley. El desafío radica en ¿Cómo poder conciliar ambas
posiciones? ¿Cómo poder conciliar las leyes universales, formales. etc. y la diversidad
de sensibilidades humanas? la teoría contractualista ha defendido gallardamente su
posición, pero veamos si podemos ir mas allá de ésta.
3.- ¿Más allá de la posición Contractualista?
Sin duda, la posición contractualista ha sido objetada en forma múltiple.
Seguramente por caracterizarse como una concepción meramente teórica- abstracta,
que no ha tenido consecuencias prácticas, radicalizándose las críticas aún más, han
denominado a esta corriente como una utopía. El mayor problema que puede afrontar
el Estado cuando elabora leyes es que tiene que tener presente la concordancia entre
éstas y las diversas costumbres de un pueblo. De manera gravitacional este problema
con conduce a un problema de reconocimiento. Existen como sabemos ciertos
derechos universales, por un lado; y, una particular identidad por el otro. La política de
la dignidad igualitaria y la política de la diferencia entran en conflictos; de una parte se
exige el trato a la gente de un modo ciego a la diferencia; y por otra parte, hemos de
reconocer y fomentar la particularidad. Según Taylor, la política de la igualdad de
dignidad ha aparecido en la civilización occidental de dos maneras14.
Tal como se mencionó en la introducción de este trabajo, en este punto
tocaremos un tema con ciertos matices éticos que se desprende de lo anterior. Es la
noción de valores y hechos que se halla en el primer Wittgenstein en forma lúcida. La
cuestión es saber si funcionan en forma relacional o independientemente. Según
R.M.Hare en una entrevista con Brian Magee deja notar que funcionarían en forma
independiente y acusa a gentes como Rawls de caer en conflictos. De acuerdo con
este autor, Rawls pensaría;
“Los juicios de valor pueden derivarse de enunciados de hechos. Pero uno lee
este libro y se pregunta: “¿emplea él, jamás, cualquier argumento deductivo
válido, que vengan de hechos a valores, para demostrar la veracidad de alguna
conclusión moral?, no creo que lo haga. En vez de ello lo que hace es apelar a
las intuiciones; formular enunciados con los que espera que estemos de
acuerdo; y en esto pisa un terreno bastante firme, pues, debido a nuestra
13
Ídem, pg. 66.
La política de igualdad de dignidad (universalista) ha aparecido en la civilización occidental de dos
maneras, que podemos asociar a los nombres de sus defensores principales, Rousseau y Kant. Estos son
los primeros exponentes destacados de ambos modelos. El examen detallado de los modelos nos
permitirá hasta que punto son culpables de imponer una “falsa hegemonía”. En Rousseau tres cosas se
presentan como inseparables: libertad (la no dominación), la ausencia de roles diferenciados y un muy
compacto propósito común. Todos debemos depender de la voluntad en general, para que no surjan
formas bilaterales d dependencia. Esta ha sido la fórmula para las más terribles formas de tiranía
homogeneizadora, empezando por los jacobinos para terminar con los regímenes totalitarios de nuestro
siglo. Pero todavía podemos seguir interesados si cualquier política de igualdad de dignidad, basada en
el reconocimiento de capacidades universales, esta ligada a ser igualmente homogeneizadora. Por su
parte, Kant se limita a la igualdad de derechos otorgados a los ciudadanos. Y sin embargo, esta forma de
liberalismo ha sido objeto de los ataques por parte de los partidos radicales de la política de la
diferencia, quienes afirman que, en cierto modo, es incapaz de dar cuenta como es debido de la
diferencia. (Para un mayor detalle sobre estas cuestiones véase Charles Taylor, Ensayos Filosóficos,
específicamente el ensayo relacionado con Política de Reconocimiento, págs. 293-334)
14
formación, muchos de nosotros compartimos las intuiciones o los prejuicios de
Rawls. Pero como argumento su texto no se sostiene en la realidad”15.
Evidentemente ésta es una fuerte critica a la posición Rawlsiana, aunque en un
sentido contrario a la que pueden tener los comunitaristas por ejemplo, se trata de una
crítica por querer derivar argumentaciones morales, políticas a partir de
procedimientos lógicos, este fenómeno como sabemos se denomina falacia
naturalista. Valiéndonos de Wittgenstein, esto resultaría ser un sin sentido enorme. Por
su parte, Luis Villoro tiene notables reflexiones respecto a este problema. Aludiendo a
la idea de voluntad general como lo que rige a todos sin distinciones; es decir ante la
ley, todos somos individuos que se uniforman, nadie tiene derecho a ser diferente;
Villoro nos advierte que existiría una nueva idea de pueblo: “Esta idea nueva de
pueblo y de nación rompe con la noción tradicional. Un pueblo ficticio de individuos
abstractos reemplaza a los reales; una noción construida a las naciones históricas”16.
De esto se deduce que Villoro pretende remarcar la idea de una especie de
deshumanización en el concepto de individuo, comunidades, naciones para emplear
jerga Orthegiana. La intención de construir una voluntad general es lógicamente borrar
la multiplicidad de comunidades sobre las que se impone un orden homogéneo y una
cultura hegemónica como sabemos tiene por objetivo imponer sus atribuciones
administrativas, comerciales, además de la legislación obviamente. Ahora bien la idea
de deshacerse de un estado homogéneo y adoptar un estado plural no es tarea fácil,
implica la aceptación de una diversidad en la unidad. Para Villoro existiría un peligro al
gozar de un estado plural:
“El peligro mayor de un estado plural es, en efecto, el conflicto entre los grupos
diferentes que lo componen. Al suprimir la violencia de la dominación de un
sector de la sociedad sobre los demás, puede abrirse la caja de Pandora:
despertar la violencia entre los distintos grupos por obtener la supremacía”17.
Efectivamente este es uno de los mayores peligros al que se ve enfrentado el Estado
plural, una posible lucha de intereses por obtener la dominación. Lo ideal sería evitar
dicho conflicto, pero la cuestión es cómo. ¿Cómo poder solapar los intereses
contrarios? Este conflicto nos conlleva inmediatamente a evaluar asuntos éticos que
se encuentren ligados a cuestiones culturales18. Hay que ser conscientes que dentro
de una misma cultura resulta difícil encontrar líneas de consenso y el problema se
agrava cuando se trata de culturas diferentes.
Esta misma figura que existe en el fenómeno ético la podemos hallar en el
aspecto político. La idea de dominación es una de las principales nociones de ansias
de formulación de un universalismo formal. Puesto que al interior de este deseo se
encuentra el sometimiento ya sea de una cultura a otra o de un Estado a otro.
Considerando evidentemente la superioridad del primero respecto al segundo. Ahora
bien, frente a esta posición existen otras que defienden un cierto relativismo cultural o
un respeto a la identidad o particularidad de creencias, valores de un determinado
pueblo. Con ello llegamos nuevamente a esta suerte de antinomia entre universalidad
15
MAGEE, Bryan. Los hombres detrás de las ideas. pg. 168.
VILLORO, Luis. Estado plural, pluralidad de culturas, pg. 26.
17
Ídem, pg. 61.
18
El criterio para distinguir la objetividad de las normas éticas sería su universalidad. Una ética debería
ser valida para todo sujeto racional en cuanto tal, independiente de la cultura a la cual pertenezca. Pero
la marcha hacia universalización de la cultura no ha sido obra de la comunicación racional y libre, sino de
la dominación y la violencia. La imposición de esa pretendida cultura universal ha significado para
muchos pueblos la enajenación en formas de vida no elegidas. Este conflicto se expresa en dos líneas de
pensamiento. La tendencia a la unión invita a insistir en los valores transculturales comunes; la reacción
de las identidades culturales, a destacar la relatividad de creencias y valoraciones en cada cultura.
(véase Villoro, Luis. Estado plural, pluralidad de culturas, especialmente los capítulos relacionados con
Aproximaciones a una ética de la cultura; Sobre relativismo cultural y universalismo ético; Estadios en el
reconocimiento del Otro. Págs. 109-168).
16
y particularidad sobre el individualismo y en la importancia de su identidad histórica.
Tal como lo dice Garzón Valdés muestra de ello son los trabajos de Michael J. Sandel,
Alasdair MacIntyre. Para este autor existe un común denominador entre estas
posiciones:
“Común a estas posiciones es el rechazo de principios abstractos y universales
en los que el individuo aparecería desvinculado de un entorno, con lo que se
cerraría la posibilidad de actuar como gente moral, a la vez se le impondría
hegemónicamente reglas de comportamiento tendientes a asegurar una
sospechosa homogeneidad”19.
De acuerdo a esta apreciación hay dos categorías que podemos poner de relieve, la
primera que ya se encuentra en la posición de Villoro es la idea de dominación; y, la
segunda es la pretensión de homogeneidad. De lo dicho anteriormente por los autores
citados podemos sostener que el reduccionismo formalista, a priori es identificable con
estas dos categorías.
Una idea fundamental a destacar de Garzón Valdés y que supone que se
encuentra en la mente del común de la gente es poder pasar de una cultura a otra y
reconocerse plenamente en cada una como ser humano. Sin embargo, Valdés se
inclina por el ideal cosmopolita- universal en contraste con un ideal de la nacionalidad
o de las comunidades étnico- culturales. El anhelo de querer constituir una unidad
nacional desde nuestra perspectiva se encuentra lejos de concretarse porque es difícil
para las diversas comunidades renunciar a sus formas de vida, “La existencia de una
uniformidad jurídica implica la prohibición de formas tradicionales de vida”20. Es aquí
precisamente donde se generan conflictos como los que se muestran en nuestra
cultura actual, ejemplo de ello es la problemática de los pueblos amazónicos.
Finalmente, haciendo hincapié en la posición Rawlsiana, puesto que este
trabajo se efectúa a propósito de ello es necesario manifestar que en tanto teoría
brinda argumentos ejemplares para una discusión en problemas de filosofía política.
Teniendo obviamente sus limitaciones como cualquier teoría, Rawls nos deja muchas
herramientas conceptuales aunque en la práctica no hayan teniendo consecuencias
inmediatas. Un balance en forma concisa de su principal libro Teoría de la Justicia es
hecho por un pensador que explícitamente se declara ser un defensor del liberalismo
junto con Rawls y Robert Nozick, se trata de Ronald Dworkin21, indudablemente el libro
de Rawls ha hecho eco desde las sociedades más avanzadas hasta las más remotas,
eso revela la importancia que alberga en sí mismo.
CONCLUSIONES
1) La tradición contractualista cuyos máximos exponentes son Kant, Locke,
Rousseau y más reciente Rawls, enfatiza persistentemente en la noción de
síntesis de multiplicidades existentes en las sensibilidades humanas. Su afán
es la renuncia de la persona individual para dar lugar a un ente colectivo cuya
máxima característica es la abstracción de la misma en su totalidad,
despojándose así de todo tipo de influjo de afecciones.
2) Conceptualmente resulta fundamental el aporte de los lineamientos
contractualistas en la construcción de cualquier teoría filosófica- política. Las
categorías con las que trabaja son herramientas imprescindibles cuando se
trata de efectuar cualquier análisis serio en cuestiones políticas, prueba de ello
19
OLIVE, León (compilador).Ética y diversidad cultural, pg. 35.
GARZON VALDES, Ernesto. Instituciones suicidas, pg. 239.
21
Para ver en forma breve las tesis centrales de “A Theory of Justice” de Rawls y “Anarchy, State and
Utopía” de Robert Nozick, remítase a la entrevista hecha Por Bryan Magge a Ronald Dworkin. (Magee,
Bryan. Los hombres detrás de las ideas, Págs. 236-276).
20
es la “Teoría de la Justicia” de John Rawls. En ella podemos encontrar un
estudio minucioso de manera filosófica de conceptos a menudo usados en el
ámbito político.
3) La postulación de leyes formales, abstractas, a priori- para emplear jerga
Kantiana- trae como consecuencia inmediata el desinterés concreto, la
sociedad en su proceso histórico, dando prioridad a una noción hegemónica de
una cultura a otra, de un Estado a otro. Naciendo así términos autoritarios
como dominación; esta es la perspectiva de gente que defiende tesis del
comunitarismo en general.
4) La antinomia universalidad- particularidad desborda inevitablemente los límites
de eventos meramente políticos y toca hondamente problemáticas éticas
filosóficas. Tesis multiculturales y/o interculturales son esbozadas cada día con
el fin de hacer frente a una ley homogenizadora perversa. Este hecho muestra
que la ética y la política al menos en teoría deberían andar juntas, aunque en la
práctica sucede lo contrario.
BIBLIOGRAFIA
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