bloque 12 - IES Alfonso Moreno

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12.1. EL REINADO DE ISABEL II. LA OPOSICIÓN AL LIBERALISMO (INCLUYENDO LA CUESTIÓN SUCESORIA):
CARLISMO Y GUERRA CIVIL. LA CUESTIÓN FORAL.
A la muerte de Fernando VII se inicia la primera guerra carlista (ó guerra de los 7 años: 1833-1940), entre las
fuerzas gubernamentales y los partidarios de Carlos María Isidro, tío de la reina. Las causas del conflicto pueden
resumirse en:
- El problema sucesorio: Hasta el nacimiento en 1830 de Isabel, la futura Isabel II, fruto del cuarto
matrimonio de Fernando VII (con su sobrina María Cristina de Nápoles), el hermano del rey, Carlos
María Isidro, había sido el heredero. Meses antes del alumbramiento de Isabel, Fernando VII
publica la Pragmática Sanción por la que se deroga la Ley Sálica (ley imperante en España que no
permitía el gobierno de las mujeres). Carlos María Isidro no aceptó esta modificación legal y contó
con el apoyo de los sectores más reaccionarios, para hacerles frente Fernando VII se apoyó en los
monárquicos más moderados nombrando Jefe de Gobierno a Cea Bermúdez y desterró a su
hermano a Portugal. A la muerte del rey en mayo de 1833, con la publicación del manifiesto de
Abrantes se inicia el enfrentamiento entre carlistas (partidarios del hermano del rey) e isabelinos
(partidarios de la hija), dando lugar a las llamadas guerras carlistas.
- El enfrentamiento ideológico, entre carlistas (identificados con el absolutismo) e isabelinos
(identificados, progresivamente, con los liberales).
La ideología carlista en sus comienzos era difusa, pero terminó articulándose en torno a unas cuantas ideas
elementales:
- Dios.- Pretenden la restauración del poder de la iglesia y defienden una catolicismo excluyente (se
oponen a la libertad religiosa, rechazan las desamortizaciones, defienden el mantenimiento del
diezmo….) Su catolicismo fue, por encima de cualquier otra idea, la seña de identidad esencial del
carlismo.
- Patria.- Entendida como un conjunto de tradiciones, normas, costumbres y creencias recibidas de
los antepasados.
- Rey.- partidarios de la monarquía absoluta de origen divino y legitimista (solo los varones podían
reinar).
- Fueros.- defienden el mantenimiento de los fueros y privilegios tradicionales en el País Vasco y
Navarra, así como su recuperación en Cataluña, Aragón y Valencia (perdidos en el siglo XVIII tras los
Decretos de Nueva Planta). Por tanto, frente a la política centralizadora liberal, defienden el
foralismo según el cual las regiones debían mantener instituciones de gobierno autónomas,
sistema propio de justicia y exención fiscal y de quintas (recordar la tradición de los Habsburgo).
(Frecuentemente se ha presentado la cuestión foral como el rasgo más definitorio del movimiento
carlista. Pero la historiografía actual relativiza su importancia, ya que ni en todos los territorios
donde arraigó el carlismo existía una acentuada conciencia foral, ni ésta se canalizó en exclusiva a
través del carlismo). La defensa de la cuestión foral dio un gran apoyo popular al carlismo en dichas
regiones.
- Inmovilismo.- Se oponen a cualquier reforma, tanto política como económica, rechazan todas las
novedades del mundo moderno y se resisten al avance de la industrialización y del capitalismo.
Apoyos: El bando carlista dominó en áreas rurales, especialmente en el País Vasco, Navarra, Aragón, Cataluña y
el Maestrazgo. A nivel social obtuvo el apoyo de la pequeña nobleza rural, el bajo clero y gran parte del
campesinado (de alguna manera de sectores que consideraban que las posibles reformas de los liberales les
podían perjudicar). Por su parte a los isabelinos les apoyan los habitantes de las ciudades, los grupos dirigentes
en general (alta nobleza, alto clero, altos mandos del ejército…) y los intelectuales.
La primera guerra carlista fue, ante todo, una guerra civil pero tuvo también una proyección exterior: las
potencias absolutistas (Austria, Rusia y Prusia), así como el Papa, apoyaban más o menos abiertamente al bando
carlista; mientras que Inglaterra, Francia y Portugal secundaron a Isabel II, lo que se materializó en el tratado de
la cuádruple alianza y en ayuda financiera.
La guerra tuvo cuatro etapas:
1) Primera etapa (1833-35). Al morir Fernando VII, los carlistas intentan provocar una insurrección general
del país, al no lograrlo, se inició la guerra civil. Zumalacárregui, general carlista, emplea con éxito las
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tácticas de las guerrillas y logra controlar grandes espacios rurales (aunque fueron territorios
discontinuos y no se pudo ocupar ninguna capital). La etapa concluye con la muerte de Zumalacárregui,
durante el asedio a Bilbao.
2) Segunda etapa (1835-37): Los carlistas realizan una serie de expediciones fuera de los núcleos que
controlaban. Aunque llegan hasta Madrid, no tienen consecuencias definitivas.
3) Tercera etapa (1837-39): campañas victoriosas de Espartero. Con ellas, el ejército isabelino pasó a la
ofensiva. El agotamiento de los carlistas provocó su división interna entre los intransigentes (partidarios
de seguir la guerra) y los moderados (partidarios de llegar a un acuerdo honroso). Finalmente, éstos
últimos, encabezados por el general Maroto, firman, tras la derrota de Luchana, el Convenio de
Vergara (1839).
4) Cuarta etapa (1839-40): resistencia en el Maestrazgo. El general Cabrera y sus tropas se negaron a
acatar el Convenio de Vergara y resisten hasta la caída de Morella. En julio de 1840, los últimos
reductos carlistas cruzan los Pirineos.
El contenido del Convenio de Vergara era abiertamente conciliatorio.
- Reinserción de los mandos carlistas en el ejército isabelino (manteniendo su graduación militar y
su retribución).
- Ambigua promesa de mantenimiento de los privilegios forales vascos y navarros, Espartero se
comprometió a remitir la cuestión foral a las Cortes para su discusión. En 1841 se aprueban varias
leyes según las cuales: Navarra pierde sus aduanas, sus privilegios fiscales, sus exenciones militares
y sus instituciones (Cortes), a cambio consiguen un sistema fiscal muy beneficioso (pago de un cupo
contributivo único anual de poca cuantía); las provincias vascas, por su parte, pierden algunos de
sus viejos y tradicionales privilegios forales como las aduanas, pero conservan su exclusión del
servicio militar obligatorio y se establece un sistema contributivo ventajoso.
Consecuencias de la primera guerra carlista:
• Inclinación de la monarquía hacia el liberalismo. El agrupamiento de los absolutistas en torno a Carlos
V convirtió a los liberales en el más seguro y consistente apoyo del trono de Isabel II.
• El protagonismo político de los militares. Ante la amenaza carlista, los militares se convirtieron en una
pieza clave para la defensa del régimen isabelino. Los generales o “espadones”, conscientes de su
protagonismo, se acomodaron al frente de partidos y se erigieron en árbitros de la vida política.
• Los enormes gastos de guerra. Situaron a la nueva monarquía liberal ante serios apuros fiscales, que en
gran medida condicionaron la orientación dada a ciertas reformas, como por ejemplo la
desamortización de Mendizábal.
• Pérdidas humanas y materiales.
El carlismo provocó dos guerras más, aunque sin el impacto ni la violencia de la primera:
• La segunda guerra carlista (1846-1849), también llamada guerra de los Matiners
(madrugadores), ante el fracaso de la boda entre Isabel II y el pretendiente carlista (Carlos VI).
• La tercera guerra carlista (1872-1876), en oposición a Amadeo de Saboya primero y a la 1ª
República después, se produce en el mismo escenario que el de la primera, se vuelve a intentar
la ocupación de Bilbao y se hacen de nuevo expediciones sin éxito.
El carlismo sobrevive hasta la guerra civil (1936-39).
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12.2. ISABEL II. (1833-43): LAS REGENCIAS.
Al morir Fernando VII, su hija Isabel sólo tiene tres años, fue necesario, por tanto, establecer una
regencia que será ejercida primero por su madre, la reina María Cristina (1833-1840) y después por el general
Espartero.
Fue una etapa fundamental en la implantación del liberalismo en España acabando definitivamente con el
Antiguo Régimen. La causa fundamental que explica esta evolución es el hecho de que los absolutistas apoyaron
a Carlos María Isidro y, por tanto, Isabel se queda sin apoyos políticos por lo que su madre, que no era en
absoluto liberal, se ve obligada a buscar apoyos en los liberales. Éstos exigen a cambio la implantación del nuevo
sistema liberal.
El liberalismo que ya estaba dividido en dos corrientes desde el Trienio (moderados y exaltados) se
escinde ahora definitivamente en dos partidos: el moderado y el progresista; ambos son liberales, es decir
coinciden en defender la división de poderes, la soberanía nacional y en el reconocimiento de los derechos
fundamentales, pero sus diferencias son importantes:
Moderados. Representan los intereses de la aristocracia y burguesía mercantil. Cuentan además
con el apoyo de la iglesia y de la mayoría del ejército. Pretendían la conciliación entre lo viejo y lo
nuevo, es decir lo que llamaban “el justo medio” entre absolutismo y revolución. Defienden que la
monarquía mantuviera amplios poderes: la llamada soberanía compartida entre rey y Cortes, el
sufragio fuertemente censitario, la limitación y recorte de los derechos individuales, la
intransigencia religiosa y el centralismo del estado. Consiguen permanecer en el poder casi
ininterrumpidamente. Encabezados por el General Narváez.
- Progresistas. Cuentan con apoyos muy heterogéneos. Defienden un liberalismo más radical; sus
diferencias con los moderados se perciben en el deseo de controlar el poder de la corona,
defendiendo la soberanía nacional, de ampliar la participación política y las libertades, en su
desconfianza hacia el clero católico (impulsan la desamortización, la libertad religiosa y pretenden
el control sobre la enseñanza) y en defender una mayor descentralización sobre todo en los
Ayuntamientos. Ocupan el poder durante breves periodos. Encabezados por el General Espartero.
En general el periodo se caracterizó por la gran inestabilidad política (coincide con la primera guerra
carlista) y las grandes reformas: se evoluciona hacia un régimen cada vez más liberal y progresista.
Distinguimos varias fases:
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1. FASE DE TRANSICIÓN ENTRE EL ESTADO ABSOLUTISTA DE FERNANDO VII Y EL LIBERAL DE ISABEL II. (183335):
Se suceden los gobiernos de Cea Bermudez (absolutista reformista) y Martínez de la Rosa (liberal
doceañista, moderado), que pretendían combinar el antiguo régimen con los principios liberales: se trataba de
suprimir sobre todo las normas económicas del antiguo régimen (liberalización del comercio, la industria y los
transportes) y reducir al mínimo las reformas políticas.
Todo ello queda reflejado en el ESTATUTO REAL DE 1834, solución de compromiso que no era
propiamente una constitución sino una carta otorgada de carácter muy conservador. En realidad se reducía
prácticamente a una convocatoria de Cortes.
Del Estatuto cabe destacar:
• Las cortes tendrían dos cámaras: Estamento de los Próceres, de designación real y Estamento de
Procuradores, elegibles, aunque para ser candidato era imprescindible disponer de cierto patrimonio. La ley
electoral, que se promulgó a continuación, establecía un sufragio enormemente censitario, pudiendo votar
tan sólo el 0,15% de la población.
• Las cortes carecían de la facultad de redactar leyes; solo podían solicitar su redacción al ejecutivo ejerciendo
el derecho de petición. La corona, pues, no renunciaba a la soberanía y las cortes legislaban a propuesta del
rey.
• No se reconocen derechos individuales
Además en este periodo se realizaron algunas reformas como la nueva división territorial en provincias, similar a
la actual (realizada por Javier de Burgos en 1833). Esta apertura y reformas fueron insuficientes, los liberales
progresistas solicitaban cambios más radicales y en numerosas ciudades estallaron revueltas.
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2. FASE DE RUPTURA: LOS GOBIERNOS PROGRESISTAS (1835-37)
Periodo complejo dominado por la figura del progresista Mendizábal. Éste consideraba que la única forma de
ganar la guerra carlista era profundizar en las reformas liberales, por lo que impulsó la ley de desamortización
eclesiástica (que veremos más adelante en el tema 10.4) y la reforma del ejército, como consecuencia, Iglesia y
ejército se oponen a Mendizábal, por lo que María Cristina lo sustituyó por el moderado Francisco Javier Istúriz.
Sin embargo la situación política no se estabilizó y, entre múltiples conflictos, se produjo el Pronunciamiento de
los Sargentos de la Granja de San Ildefonso (agosto de 1836) que llevó de nuevo a Mendizábal al poder, se
restaura la Constitución del 12 y se convocan Cortes Constituyentes.
LA CONSTITUCIÓN DE 1837: de carácter progresista, recuperaba algunos aspectos del liberalismo de 1812 a la
vez que aceptaba algunos planteamientos del ideario moderado, es decir, pretendía consensuar las dos
corrientes del liberalismo. Su importancia radica en que consolida definitivamente el régimen constitucional en
España.
De la Constitución de 1837 destacamos:
• Aunque se reconoce la soberanía nacional, esta se matizó, puesto que la potestad legislativa se atribuye
conjuntamente a las Cortes con el rey (por lo que se aproxima al principio de la soberanía compartida
defendida por los moderados. La corona tendrá derecho a convocar y disolver el Parlamento y el derecho a
vetar las leyes aprobadas.
• Los derechos individuales parten de los reconocidos en la Constitución del 12, aunque de forma más amplia
y sistemática
• División de poderes:
- Se refuerza el poder de la corona, que conserva el poder ejecutivo.
- Las cortes pasan a ser bicamerales: Congreso de los Diputados (formado por representantes
elegidos por sufragio directo y censitario: vota el 3,9% del total de la población) y Senado
(cuyos miembros son nombrados por el rey entre una terna de aspirantes elegidos por los
votantes).
3. EL TRIENIO MODERADO: (1837-40)
Una vez aprobada la nueva Constitución, los moderados ganan las elecciones (septiembre del 37) y, con
el apoyo de la reina regente, dominaron los gobiernos entre los años 1837 y 1840.
La situación política, nunca plenamente estable, se deterioro en 1840 cuando los moderados trataron
de aprobar una nueva Ley de Ayuntamientos que suprimía la elección democrática de sus miembros, lo que
provocó altercados progresistas en Madrid y Barcelona. Finalmente los progresistas recurren a la insurrección
militar, encabezada por un oficial de enorme prestigio por haber puesto fin a la guerra carlista: el general
Espartero que obliga a María Cristina a abdicar.
4. REGENCIA DE ESPARTERO: (1840-43)
Espartero establece un gobierno autoritario apoyado en el ejército (especialmente por su grupo de
fieles, los llamados ayacuchos, que habían combatido en las guerras de independencia americana y formaban
una camarilla en torno a Espartero). Su autoritarismo (disolvió el parlamento) suscitó la oposición de todos,
tanto de los moderados como de los propios progresistas. Además su política en materia comercial (librecambio)
provocó una revuelta en Cataluña en la que participaron tanto obreros como patronos, (1842) que resolvió con
el bombardeo indiscriminado de la ciudad, lo que le granjeó aún más enemistades (entre el 3 y el 5 de diciembre
más de 800 bombas cayeron sobre la ciudad, 400 edificios fueron destruidos y hubo centenares de muertos).
Finalmente una extraña coalición de fuerzas antiesparteristas, dirigidas por el general Narváez, se
levantan y derrotan a las tropas gubernamentales en Torrejón de Ardoz (Madrid), poniendo fin a la Regencia
(Espartero se marcha a Gran Bretaña). Se proclama la mayoría de edad de la Reina (que sólo tenía 13 años).
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12.3. ISABEL II (1843-68). EL REINADO EFECTIVO.
Durante la mayoría de edad de Isabel II se consolida el nuevo Estado liberal. Los protagonistas son:
a) Los partidos políticos: los 25 años de reinado efectivo de Isabel II estuvieron marcados por la alternancia en el
poder de los partidos liberales burgueses que aún no eran partidos de masas sino simples agrupaciones de
notables encabezadas por militares; se trataba de agrupaciones organizadas desde arriba y con poco contacto
con la realidad social a la que ignoraban. La escasa participación del pueblo en las elecciones unido al control de
los votos y el fraude hizo que en casi todas las consultas electorales la candidatura triunfante fuera la del
gobierno convocante. Los principales partidos son:
- Moderados. (ver tema anterior e introducir)
- Progresistas. (ver tema anterior e introducir)
- La Unión Liberal. Dirigida por el General O’Donnell, se constituyó en los años cincuenta como un
partido de centro.
- De la Izquierda del progresismo surgen, a partir de la década de los 40, los demócratas que
defienden el sufragio universal masculino, la ampliación de derechos (asociación, reunión y
expresión sin limitaciones), el establecimiento de la enseñanza pública gratuita, reforma fiscal con
impuestos proporcionales a la riqueza y la supresión del servicio militar obligatorio y de los fueros.
Casi todos ellos eran además republicanos, antimonárquicos y anticlericales.
- Partido Carlista.
b) La Corona: Isabel II, ejercerá un papel de resistencia al progresismo con el nombramiento sistemático de
gobiernos moderados (lo que obliga a los progresistas a recurrir a la fuerza, realizando constantes
pronunciamientos e insurrecciones populares). Obesa, piadosa, enamoradiza y poco inteligente, careció además
de la formación necesaria. Siempre estuvo condicionada por su “camarilla” que aprovecha la situación para
intrigar y maniobrar en beneficio de sus intereses particulares.
c) El ejército: Desempeñan un papel muy activo en la implantación del liberalismo, evidente ya durante las
regencias. A lo largo del siglo protagonizaran constantes pronunciamientos y la mayoría de los gobiernos estarán
presididos por militares.
En este periodo se produce un amplio y casi exclusivo monopolio del poder por parte de los moderados.
Todo el reinado estuvo presidido por la CONSTITUCIÓN DE 1845 de carácter plenamente moderado, en la que
se refuerzan los elementos conservadores de la Constitución del 37. Sus principales rasgos son:
• Se introduce el principio de la Soberanía compartida entre la Corona y las Cortes (El Rey tiene el poder
ejecutivo y atribuciones legislativas como el derecho al veto absoluto y el derecho de convocatoria y
disolución de Cortes).
• Sistema de libertades muy restringidas (dominando la idea del Orden sobre la libertad). En realidad se
reconocen un amplio número de derechos individuales, pero la Constitución permitía regular la limitación
de su ejercicio mediante leyes ordinarias posteriores. Se establece la confesionalidad del Estado.
• División de poderes: El poder ejecutivo en manos de la Corona que tiene además poderes legislativos. El
poder legislativo en manos de Cortes bicamerales: Senado (cuyos miembros son nombrados por el
monarca) y Congreso (cuyos miembros son elegidos por el pueblo mediante un sufragio censitario muy
restringido: sólo tienen derecho al voto el 0,8% de la población). El poder judicial en manos de los
tribunales de justicia pero con atribuciones limitadas.
Dividimos la evolución política en tres periodos:
1. La Década moderada (1844-1854):
Protagonizada por el General Narváez, líder indiscutible de los moderados, aunque no siempre fue el presidente
del gobierno. La obra de los moderados puede sintetizarse en:
a. Acercamiento a la Iglesia: mediante la firma del Concordato de 1851, la iglesia reconoce el régimen
liberal español y acepta la desamortización realizada hasta la fecha a cambio, el Estado aseguraba el
sostenimiento económico de la Iglesia, la exclusión de otros cultos y su influencia social (con el
reconocimiento del derecho de intervención en la educación y la censura cultural).
b. Creación de la Guardia Civil (1844): por el duque de Ahumada. Cuerpo militarizado, encargado del
orden público y de la defensa del Estado (o sea, con funciones civiles). Su función fue fundamental en el
ámbito rural.
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Desarrollo del centralismo administrativo: la ley de Ayuntamientos (enero 1845) estableció el control
por parte del gobierno de la administración provincial y local: El gobierno nombra a los alcaldes de las
ciudades de más de 2.000 habitantes y al Gobernador Civil. Así se eliminó la democracia provincial y
municipal, lo que permitió al gobierno controlar el proceso electoral.
Reforma de la Hacienda: se establece un sistema más moderno que introduce principios de igualdad
(todo el mundo tributa) y proporcionalidad (en función de su renta). Se introduce además un impuesto
sobre el consumo enormemente impopular (ya que gravaban productos de primera necesidad como el
aceite o el jabón).
Unificación Jurídica: se aprobó el Código Civil y el Código Penal, que unificaba la legislación en todo el
país en ambas materias.
Creación de un nuevo sistema educativo: (Plan Pidal). Se establece el principio de secularización y del
control de la enseñanza por el Estado.
Realización a abundantes obras públicas que relanzan la economía.
La década se caracterizó por la estabilidad; tan sólo el problema del matrimonio de la reina y la segunda
guerra carlista (guerra de los matiners, en el norte de Cataluña que dura tres años: 1846-1849 y estuvo
provocada por la política centralizadora y el fracaso del matrimonio de Isabel II con el pretendiente carlista)
enturbiaron la vida política.
En los años 50 el clima se fue deteriorando por el aumento del autoritarismo (gobierno de Bravo
Murillo), las denuncias de corrupción y la división de los moderados. Finalmente triunfa un pronunciamiento
organizado por moderados izquierdistas y protagonizado por las tropas del general O’Donnell, éste lanza a la
nación el Manifiesto de Manzanares (en el que solicitaba reformas), es la llamada Vicalvarada (porque se inició
en Vicálvaro). El movimiento se extiende rápidamente por las grandes ciudades e Isabel II se ve obligada a
entregar el poder a Espartero.
2. El Bienio Progresista (1854-56):
Espartero como Jefe de Gobierno y O’Odonnell en el ministerio de guerra. Periodo caracterizado por:
• Inestabilidad: Durante el Bienio estallan conflictos sociales en diversas industrias sobre todo en Cataluña y
motines de subsistencia en Castilla. Todos ellos son reprimidos con violencia. (Los progresistas dejaron de
ser el sector radical del liberalismo siendo sustituidos por los demócratas que defienden a las clases bajas).
• Realización de importantes reformas, sobre todo económicas. Su obra fue sin embargo efímera: Al sólo
estar dos años en el poder, sus medidas desaparecen sin apenas dejar huella (nueva Constitución de 1856
que no se llega a promulgar, ley municipal….). Las excepciones serán la desamortización de Madoz (que
estudiaremos en otro tema) y la aprobación de la ley de ferrocarriles.
eN 1856 la situación se hizo insostenible para Espartero debido, entre otras razones, al aumento de la
conflictividad social (alza de precios) y las diferencias Espartero y O’Donnell, (que en este momento fundó la
Unión Liberal). Finalmente la reina nombró a O’Donnell jefe de gobierno, quién prescindió de los progresistas
poniendo fin al Bienio.
3. La descomposición del régimen: Alternancia de los moderados y la unión liberal (1856-1868).
O’Donnell y Narváez presiden gobiernos que se “turnan” en el poder. Destacamos dos aspectos:
• La política exterior: se realizan varias aventuras militares motivadas por razones de prestigio (expansión por
Ifni, en la costa atlántica africana; expediciones militares a México y a la Conchinchina).
• Aumento de las inversiones públicas, dando un importante impulso al desarrollo económico (se finalizan
grandes obras públicas, como el Canal del Ebro en 1857 y el Canal de Isabel II en 1858 y se desarrollan las
comunicaciones).
El régimen evoluciona hacia formas cada vez más conservadoras y autoritarias, con la permanente exclusión
del poder de progresistas y demócratas. Se suceden los gobiernos arbitrarios procedentes de la camarilla de la
reina lo que provoca un progresivo descrédito de la monarquía. A ello se une la muerte de las dos figuras
fundamentales del periodo (O’Donnell muere en el 67 y Narváez en el 68).
Finalmente todas las fuerzas de la oposición al régimen se unen firmando el Pacto de Ostende en el que se
acuerda la expulsión de la reina y un programa mínimo de gobierno.
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12.4. EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874): INTENTOS DEMOCRATIZADORES. LA REVOLUCIÓN, EL REINADO DE
AMADEO I Y LA PRIMERA REPÚBLICA.
Se trata del primer intento de establecer un sistema democrático en España (aunque en realidad los demócratas no
llegan a controlar el poder). Periodo muy agitado en el que se produce una rápida sucesión de etapas:
La revolución del 68.
La Constitución de 1869 y la regencia de Serrano (1869-70)
La monarquía de Amadeo de Saboya (1871 –73).
La primera república (1873- 74).
La dictadura del General Serrano (1874)
1. LA REVOLUCIÓN DEL 68.
El descrédito del régimen de Isabel II alcanzó su clímax en 1868, año en el que coincide una aguda crisis, económica, social y
política a la vez:
La crisis económica fue de gran intensidad y tuvo tres manifestaciones: una crisis financiera, debida a la
quiebra de gran parte de las compañías ferroviarias por falta de rentabilidad; un nuevo ciclo de crisis agraria,
que repercutió en una considerable subida de los precios del trigo y un alarmante aumento del paro.
La crisis social: se incrementaron las protestas urbanas por la carestía de la vida y la penetración de las ideas
del Partido Demócrata y del movimiento obrero entre las masas.
La crisis política no fue menos importante. (Ya conocemos sus causas: el régimen isabelino se había vuelto
cada vez más reaccionario en manos de una camarilla de moderados radicales e impedía gobernar a
progresistas y demócratas). En agosto de 1866 progresistas y demócratas firman el Pacto de Ostende, por el
que decidieron aunar sus esfuerzos para derrocar a la reina y establecer un nuevo régimen político. Al año
siguiente se unió al pacto la Unión Liberal dirigida por Serrano a la muerte de O’Donnell. Isabel II y los
moderados quedan aislados.
La revolución se inicia el 17 de septiembre de 1868 (conocida como “la gloriosa” o “septembrina”), con la
sublevación de la flota al mando del Almirante Topete en la bahía de Cádiz; cuenta con el apoyo de Prim (progresista) y
Serrano (unionista). En el manifiesto conocido como “España con honra” se anima a las masas a que se organizasen en
juntas locales contra el gobierno, de esta manera el movimiento se extendió por todas partes, con levantamientos populares
y la organización de juntas revolucionarias locales. Días después, Serrano vencía al ejército gubernamental en la batalla del
puente de Alcolea (Cordoba) e Isabel II huía a Francia.
2. LA CONSTITUCIÓN DE 1869 Y LA REGENCIA DEL GENERAL SERRANO (1869-70).
Tras la victoria de los revolucionarios se constituye un gobierno provisional presidido por Serrano y formado por
progresistas y unionistas, quedando excluidos los demócratas y las juntas revolucionarias (compuestas por progresistas y,
sobre todo, demócratas, que serán obligadas a disolverse). Las primeras medidas se dirigieron a controlar la revolución y una
vez cumplido este objetivo se adoptará parte del programa político de juntas y demócratas - sufragio universal, convocatoria
de Cortes Constituyentes, abolición de consumos y quintas, ampliación de libertades, etc. -. Todo ello provocó la escisión del
Partido demócrata en dos facciones:
Los que estaban dispuestos a cooperar con el gobierno con independencia del régimen político (monarquía o
república), siempre que se respetase la democracia (se les llama demócratas monárquicos ó más propiamente
cimbrios).
Los republicanos, que con el apoyo de las clases populares, pretendían no sólo cambios políticos más radicales
(como el establecimiento de una república federal) sino también orientar la revolución hacia la justicia
económica y social.
El gobierno provisional convoca elecciones a Cortes Constituyentes, por sufragio universal masculino y directo,
para enero del 69. La coalición gubernamental obtiene una amplia mayoría absoluta.
LA CONSTITUCIÓN DE 1869. Se considera la primera democrática de la historia. No sólo es la más liberal de las españolas
hasta la fecha sino también fue la más vanguardista de las europeas del momento. Presenta las siguientes características:
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Se proclamaba solemnemente la soberanía nacional, resaltando que todos los poderes emanaban de la
nación, cuya forma de gobierno era la monarquía parlamentaria.
Avanzada declaración de derechos individuales y colectivos. (inviolabilidad del domicilio, libertad de
imprenta, de culto, libertad de enseñanza, derecho de reunión, de asociación…). Era muy amplia y reconocía
incluso “cualquier otro no consignado expresamente” (art.29). Se establece la aconfesionalidad del estado y la
libertad de culto.
Sufragio universal masculino (vota el 24% de la población).
Nítida división de poderes:
Judicial (se asegura su independencia y democratización al introducir la carrera judicial, las oposiciones y
los jurados);
Ejecutivo: Monarquía parlamentaria, se establece el principio del “rey reina pero no gobierna”, y aunque
en teoría tenía el poder ejecutivo, este lo ejercía el gobierno que era responsable ante las cortes.;
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Legislativo: las Cortes, con dos cámaras, ambas electivas, tenían un gran protagonismo, no sólo legislaban
sino que también controlaban al gobierno.
Una vez aprobada la Constitución, el general Serrano fue nombrado regente y el general Prim jefe de gobierno y
hombre fuerte del momento. La regencia de Serrano y el gobierno de Prim fue una etapa plagada de convulsiones sociales y
movimientos revolucionarios.Puesto que en la constitución se establecía un sistema de monarquía parlamentaria, la tarea
inmediata fue la de encontrar un candidato para el trono. Finalmente, a propuesta de Prim, se elige a Amadeo de Saboya,
hijo de Víctor Manuel II, rey de Italia (familia de amplia tradición liberal), por un escaso margen de votos.
2.3. LA MONARQUÍA DE AMADEO I (ENERO DE 1871 – FEBRERO DE 1873)
Caracterizada por la fuerte inestabilidad social y política (3 elecciones generales y 6 gobiernos en dos años), provocada por
graves y múltiples problemas:
Muerte de Prim, principal valedor del Rey y único capaz de mantener unida la coalición monárquicodemocrática, que se escindirá en: Unionistas de Serrano y Cánovas; y progresistas escindidos ahora en
progresistas radicales de Ruiz Zorrilla y progresistas constitucionales de Sagasta.
Agudización de la agitación social, estrechamente ligada a la continuidad de la crisis económica, y al desarrollo
del movimiento obrero.
Falta de apoyos sociales: la aristocracia latifundista no acepta el carácter progresista de la monarquía de
Amadeo y le consideran un “buen burgués” usurpador; la iglesia se opone como consecuencia de la política
anticlerical típica de los Saboya; por último, la burguesía se siente amenazada por el movimiento obrero y
buscan orden y seguridad que no les ofrece la nueva monarquía.
Tercera guerra carlista, (Carlos VII), se inicia ahora y se mantiene hasta 1876. Su escenario fue otra vez el
medio rural de Vascongadas, Navarra y Cataluña y con menor incidencia, Aragón, Valencia y Castilla. Llegan a
crear un gobierno formal con capital en Estella (Navarra), que incluso editó sellos y acuñó monedas.
La guerra de Cuba, ya iniciada en 1868, se agudiza ahora con la intervención de los EE.UU.
El nuevo rey, a pesar de sus cualidades personales y su buena voluntad, nunca logró ganarse el afecto de los
españoles, finalmente, solo e impotente, renuncia al trono “mi partido es tan coherente, y está tan unido que sólo lo formo
yo”. Ante el vacío de poder se proclama la República por una amplia mayoría de votos (258 a favor, 32 en contra).
4. LA PRIMERA REPÚBLICA. (1873-1874).
La inestabilidad siguió siendo la característica dominante, y aún más, ya que a los problemas heredados (agitación social,
guerra carlista y guerra de Cuba) se añaden:
Nuevas divisiones, ahora entre los republicanos, tanto de tipo personal como ideológicas. Dos grupos:
Unitarios, que buscan una alianza con los radicales; Federalistas, defensores de un sistema federal (divididos
a su vez en intransigentes y legalistas).
Hostilidad del aparato del estado; tanto de la administración como del ejército que no ocultan sus tendencia
monárquicas. A lo que se une la oposición frontal de la derecha política, de la Iglesia y de la mayoría de los
estados europeos.
La insurrección cantonalista. Fue un movimiento político y social de muy escasa duración –apenas un mes,
salvo en el Cantón de Cartagena- pero de tal intensidad, por la violencia y el desorden que generó, que
constituyó uno de los principales factores del fracaso de la Primera República. El movimiento se extiende
fundamentalmente por el Levante y Andalucía, donde numerosos pueblos se proclaman cantones
independientes, y concluyó con una dura represión por parte de la República. Ideológicamente es muy difícil
de clasificar ya que presenta una curiosa mezcolanza entre la ideología republicana federalista llevada al
extremo localista, el socialismo utópico y un anarquismo radical. En conjunto el movimiento pretendía
fundamentalmente impulsar una auténtica revolución social, tenía un carácter espontáneo, popular y falto de
organización.
La enorme inestabilidad de la República se refleja en el hecho de que, en menos de un año, se sucedieron cuatro
presidentes: (todos son figuras intelectuales respetadas y prestigiosas): Figueras, Pi i Margall, Salmerón y Castelar.
En su conjunto la actuación de los cuatro presidentes se caracterizó por la impotencia, la falta de capacidad para
controlar el aparato del estado y la debilidad. Sus principales medidas fueron reformas bienintencionadas e inspiradas en
sentimientos humanitarios pero que, de hecho, resultaron inoportunas y carentes de sentido práctico. Destaca el proyecto
constitucional que no llegó a promulgarse (Constitución non nata de 1873).
Finalmente se produce el golpe de estado del general Pavía, que ante el temor de que el poder recayera de nuevo
sobre los republicanos federalistas, invadió el hemiciclo del Congreso y disolvió la Asamblea.
2.5. LA DICTADURA DEL GENERAL SERRANO. (1874).
Tras el golpe de Pavía, se nombra jefe de gobierno al General Serrano que mantuvo la República pero aplicó una política
represiva con un claro protagonismo del ejército. Fue simplemente un periodo de transición hacia la Restauración.
Para terminar, otro pronunciamiento, el de Sagunto (diciembre del 74), protagonizado por el General Martínez Campos
acabó con el Sexenio.
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12.5. EL REINADO DE ALFONSO XII. EL SISTEMA CANOVISTA Y LA CONSTITUCIÓN DE 1876 .
La Restauración se inicia mediante un pronunciamiento militar (General Martínez Campos en Sagunto). Pese a ello,
la Restauración no fue obra simplemente de los militares: en realidad existía un estado de opinión generalizado en el país
predispuesto a ella y el verdadero artífice fue Cánovas del Castillo que había preparado la vuelta a España y al trono de
Alfonso XII. Guiado por Cánovas, Alfonso XII firma en diciembre de 1874 el Manifiesto de Sandhurst, donde se exponen sus
ideales políticos y su propósito aglutinador y conciliador.
La inestabilidad del sexenio provocó un acusado viraje de la burguesía y de amplios sectores de la población hacia
posiciones monárquicas y conservadoras que garantizaran el orden. Sin embargo los monárquicos estaban divididos en
distintos grupos apoyando a diferentes candidatos; Cánovas consiguió presentar a Alfonso XII como el candidato idóneo
atrayendo a los contrarios al absolutismo y a los excesos de la República.
El reinado de Alfonso XII (1875-1885) se caracteriza por la estabilidad y pacificación del país después del agitado
periodo anterior. Se finaliza la tercera guerra carlista, lo que supondrá la supresión de fueros e instituciones vascas, aunque
conservan la autonomía fiscal. Con esta derrota el carlismo entró en una fase de decadencia y reajuste interno, sin capacidad
para la vía militar. También se acaba con la guerra de Cuba, mediante la paz de Zanjón, que reconocía algunas mejoras pero
no concedía el estatus de provincia española a la isla, por lo que tan sólo será un aplazamiento hasta la guerra de la
independencia (1895-98). Durante el reinado de Alfonso XII, el gobierno lo ejerció básicamente el partido conservador (salvo
del 81 al 84) y la figura clave, como hemos dicho, fue Cánovas del Castillo.
LAS BASES DEL SISTEMA.
Cánovas era un político pragmático que aspiraba a construir un sistema político estable y sólido. Su fuente de
inspiración era el sistema inglés cuya estabilidad se basaba en la alternancia en el gobierno de los grandes partidos y en el
equilibrio de fuerzas entre la corona y el parlamento. El sistema se basaba en tres elementos básicos:
a) La Constitución de 1876 (en vigor hasta 1931, aunque fue suspendida y vulnerada en varias ocasiones). Era de
carácter moderado, aunque aparentemente se presenta como una síntesis entre moderados y progresistas. Su gran virtud
radicaba en su elasticidad, es decir, su articulado era poco preciso por lo que se adaptaba a gobiernos de muy distinto signo
político que podían variar las leyes ordinarias sin necesidad de variar su articulado. Sus principales características eran:
.- Carácter moderado, basada en la constitución del 45. Establecía la soberanía compartida entre el Rey y las
Cortes. Concedía grandes poderes al rey (mantenía el poder ejecutivo, nombraba y separaba libremente a los ministros,
sancionaba y promulgaba leyes, convocaba, disolvía y suspendía las Cortes). Las cortes eran bicamerales: con un Senado
sumamente elitista y conservador y un Congreso para el que no se definía el tipo de sufragio.
.- La declaración de derechos era semejante en apariencia a la del 69, pero se limitaba a reconocerlos con carácter
general y dejaba la regulación concreta a las leyes ordinarias. El catolicismo se establece como religión oficial del estado y se
prohíben las manifestaciones públicas de cualquier otra religión, aunque se reconocía la libertad individual de culto.
b) El Bipartidismo: La mayoría de los partidos existentes previamente se acabaron integrando en uno de los dos
grandes partidos:
.- Partido Conservador: liderado por Cánovas hasta su muerte en 1897 y después por Silvela. Se sitúa en la derecha
moderado (aglutina a los moderados, a la unión liberal, algunos progresistas e incluso a católicos tradicionalistas).
.-Partido Liberal: dirigido por Sagasta, se sitúa en la izquierda moderada burguesa (aglutina a progresistas, algunos
moderados desencantados de Cánovas, antiguos demócratas e incluso republicanos posibilistas.
Entre ambos había escasas diferencias ideológicas, igualmente su composición social e intereses eran muy
similares; sus diferencias giraban más en torno a liderazgos que a ideas y a un “talante” diferente.
c) Turno de partidos y fraude electoral: Todo el engranaje político ideado por Cánovas se traducía en la realidad en
una auténtica farsa:
.-En primer lugar, debido a que la alternancia en el poder y los cambios de gobierno eran pactados de antemano,
los dos partidos se relevaban de forma pacífica, se concedían plazos razonables de gobierno y aceptaban los cambios hechos
por el otro partido en el poder. Cuando un partido consideraba que le había llegado el momento de gobernar lo pactaba con
el otro partido y con el Rey. Éste mandaba formar nuevo gobierno, disolvía cortes y convocaba elecciones.
.-En segundo lugar, el cambio debía ser legitimado por la voluntad nacional, lo que se realizaba mediante el
fraude electoral. Para lograrlo ambos partidos tenían su propia red de relaciones personales y clientelismo organizada para
asegurarse los resultados electorales adecuados. El proceso por tanto, era el inverso a una democracia real, en la que
primero se obtiene la mayoría en las elecciones y después se forma el gobierno.
La red de clientelismo tenía la siguiente estructura:
.- En Madrid estaba la oligarquía o minoría política dirigente (altos cargos y personajes influyentes), vinculada a las
clases dominantes.
.- En las capitales de provincia estaba el gobernador civil.
.- En el medio rural los caciques locales (personalidades con poder económico o influencia personal que
controlaban a mucha gente que dependía de ellos.
Esta estructura organizaba el fraude electoral de arriba abajo, bajo la dirección del propio Ministro de la
Gobernación: Desde Madrid, los oligarcas daban instrucciones a los gobernadores civiles que elaboraban la lista de
candidatos (los encasillados) y finalmente los caciques se encargaban de la manipulación directa de los resultados electorales
mediante las amenazas, extorsiones, actitudes paternalistas o simples pucherazos (cambiando urnas, añadiendo votos,
retirando las urnas antes del recuento…). El sistema era más eficaz en las áreas rurales, más apolíticas y desmovilizadas que
las ciudades y donde la red de clientelismo y caciquismo se establecía con más fuerza.
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12.6. LA REGENCIA DE MARIA CRISTINA DE HABSBURGO Y EL TURNO DE PARTIDOS. LA OPOSICIÓN AL
SISTEMA. REGIONALISMO Y NACIONALISMO.
La inesperada y temprana muerte de Alfonso XII inicia la regencia de María Cristina que abarca desde
1885 hasta 1902. Poco después de la muerte del rey Alfonso XII, con el objetivo de evitar los errores que dieron
lugar a la crisis del reinado de Isabel II, se llegó al Pacto del Pardo: Un acuerdo suscrito por Cánovas y Sagasta,
que instituyó el sistema de turnos pacíficos en ejercicio del poder entre liberales y conservadores y consolidó la
Restauración hasta finales del siglo XIX y principios del XX. (Aquí se debe explicar de nuevo en que consistía el
turno de partidos)
El papel de María Cristina en el sistema de gobierno fue representativo, ya que no participó en los
enfrentamientos entre los partidos dinásticos, respetando el turno a la hora de llamar a los candidatos a formar
gobierno aunque se sintió más cercana a Sagasta y no puso dificultades al mantenimiento de largos períodos de
gobierno del partido liberal.
Durante su regencia y en concreto durante el llamado “parlamento largo” 1885-90 controlado por
Sagasta, se acomete el programa liberal y se promulgan, aprovechando la ductilidad de la Constitución:
- La ley de Asociaciones (1887), que permitía la legalización de las asociaciones obreras en la
clandestinidad desde la dictadura de Serrano. (Igualmente hay un intento de aproximación a los
problemas sociales, creándose una Comisión de Reformas Sociales para estudiar todas las
cuestiones relativas al bienestar de los trabajadores, con escasos resultados).
- La ley del Jurado.
- Ley del sufragio universal (1890) aunque la permanencia del caciquismo y el fraude electoral
anularon su sentido.
- Aprobación de la libertad de prensa, de cátedra, etc.
En 1890, Sagasta tuvo que abandonar el gobierno a causa de la división interna de su partido. Hasta el
98 no se produjeron novedades en el funcionamiento del sistema (aunque las tensiones y problemas aumentan
al final del periodo).
En 1897, el régimen sufrió un duro golpe con la muerte, en un atentado anarquista, de Cánovas del
Castillo. Sin embargo la verdadera crisis del sistema se produjo a raíz de la pérdida de las últimas colonias en
1898.
LA OPOSICIÓN AL SISTEMA: REGIONALISMO Y NACIONALISMO.
Quedan excluidos del sistema los movimientos antidinásticos (carlistas y republicanos) el movimiento
obrero (que estudiaremos en el tema 13.2) y los grupos regionalistas y nacionalistas. Estos dos últimos,
terminarán por destruir el sistema ante la incapacidad de éste por absorberlos.
1. Los carlistas: muy debilitados, en 1888 se escinden en dos:
• Los integristas, seguidores de Cándido Nocedal caracterizado por su catolicismo intransigente.
• El sector propiamente carlista que dará lugar a las Juntas tradicionalistas.
2. Los republicanos: Tras el fracaso de la Primera República, el republicanismo permaneció muy dividido, con
proyectos sociales contrapuestos. Hubo tres corrientes que intentaron fusionarse sin éxito:
• El partido posibilista o republicano histórico: fue el más moderado, unitario, dirigido por Emilio Castelar. Su
moderación hizo que, tras la aprobación del sufragio universal en 1890, se integrase en el sistema,
renunciando a planteamientos radicales.
• Los unionistas de Ruiz Zorrilla y Salmerón.
• El partido federal, liderado por Pi i Margall: partido laicista y anticlerical, partidario de la descentralización,
lo que lo acercó a los movimientos nacionalistas
3. Movimientos regionalistas y nacionalistas.
En este momento se produce el movimiento emergente de los nacionalismos (vasco y catalán) y regionalismos
(gallego y valenciano). Las causas son difíciles de cifrar, sin embargo podemos establecer una serie de factores
que propician el hecho:
• Extensión del fenómeno en toda Europa.
• Existencia de movimientos culturales (ligados al romanticismo) que rescataban la riqueza de las lenguas
vernáculas y costumbres autóctonas: La Renaixença en Cataluña, la recuperación y codificación del euskera
en el País Vasco y el Rexurdimiento en Galicia.
• Política centralista y uniformizadota del estado liberal, acrecentado con la Restauración.
11
•
La industrialización y los cambios económicos también afectaron: en Cataluña su mayor modernización y
desarrollo hace que reivindiquen un mayor protagonismo en el poder central acorde con su fuerza
económica y en el País Vasco, la llegada masiva de emigrantes será percibida como una amenaza hacia sus
tradiciones.
El nacionalismo catalán:
En su origen será fundamentalmente un movimiento cultural de recuperación de lengua, cultura e historia
propias. Adquiere forma política durante el sexenio (federalismo), durante la Restauración, surgen dos modelos
alternativos:
• El primer modelo procedía del republicanismo federal catalán que reclamaba la soberanía para Cataluña; su
principal defensor fue Valentí Almirall.
• El segundo de carácter conservador y regionalista. Dentro de esta tendencia se funda en 1891 la Unió
Catalanista que intentó unificar todas las tendencias en torno a la burguesía nacionalista.
Este sector conservador se impuso en los años 90. En 1892 se establecen las Bases de Manresa (que fue el
primer programa explicito del catalanismo que incluye un proyecto de estatuto de autonomía).
En 1901 se forma el primer gran partido catalanista: la Lliga Regionalista, liderada por Enric Prat de la Riba y
Francesc Cambó (partido conservador, vinculado a la burguesía industrial, durante las dos primeras décadas del
S. XX fue el principal partido de la vida política catalana).
El nacionalismo vasco:
Carente de la base cultural del catalanismo (o del galleguismo) ya que el euskera, limitado al ámbito rural,
carecía por completo de tradición literaria. En 1894 Sabino Arana funda el PNV, partido de ideología antiliberal
que defiende una sociedad tradicional vasca católica y rural, rechaza el proceso industrial y el capitalismo;
presentaba además un componente belicista y violento de raíz carlista. En el S. XX evolucionará hacia posiciones
más moderadas.
El nacionalismo gallego:
Presenta un desarrollo más lento y de menor arraigo social, debido esencialmente al atraso económico de la
región. El nacionalismo gallego inicia su andadura en 1889, cuando Murguía (esposo de Rosalía de Castro) fundó
la Asociación regionalista gallega, de tendencia tradicionalista.
12.7. GUERRA COLONIAL Y CRISIS DE 1898.
El final del imperio colonial español se produjo en 1898 como consecuencia de la guerra entre España y
USA que se desarrolló en dos escenarios, Cuba y Filipinas, donde previamente se habían originado movimientos
independentistas. La situación de las colonias era de total carencia de autonomía, no estaban integradas en las
instituciones peninsulares y eran administradas por capitanes generales.
a) La Guerra de Cuba.
Cuba era la más importante de todas las colonias españolas (produce algodón, tabaco y caña). Hasta 1860 no
presentó problemas, pero a partir de aquí varios hechos modifican la situación:
- Reducción de mano de obra esclava (cuya utilización le hacia depender de España al necesitar su
ejército).
- Desarrollo del mercado azucarero estadounidense, lo que disminuyó su dependencia económica de
la metrópoli.
El conflicto se inició, como hemos visto con la “guerra larga” que concluyó con el convenio de Zanjón,
en el que se hacían promesas de autonomía pero que no se llegó a cumplir (en parte por la negativa de la
oligarquía cubana). Pese a todo continúan los brotes de conflictividad (guerra chiquita en 1879, insurrecciones
del 83 y 85).
La insurrección finalmente estalló en 1895 (grito de Baire) bajo de dirección de José Martí (que muere ese
mismo año). Posiblemente la insurrección podía haber sido controlada de nuevo si no hubiera intervenido USA.
Su intervención respondió básicamente a motivaciones económicas (compraba el 90% de la producción
de azúcar cubano). Antes de intervenir había realizado gestiones de todo tipo, incluida una oferta de compra y
durante su intervención se llevó a cabo una intensa campaña en la prensa en defensa de los “hermanos
cubanos”.
La voladura del Maine (acorazado enviado a la Habana a fin de proteger a los residentes estadounidenses,
con 250 marines muertos. Probable accidente, aún sin clarificar) de la que se acusó al gobierno español, provocó
la declaración de guerra a España a menos que renunciara a la soberanía en el plazo de tres días. (Nueva oferta
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de compra). En España la prensa, los políticos y las masas eran partidarias de defender a toda costa la isla y se
minimiza el poderío de USA.
La escuadra yanqui destruyó por completo a la española bloqueada en Santiago de Cuba
bajo el mando del almirante Cervera. (Barcos de madera españoles frente a blindados y cañones de mayor
alcance).
b) Las Filipinas.
También en Filipinas habían aparecido movimientos de carácter nacionalista y en 1896 estalló una
revolución, sofocada al año siguiente, que aspiraba a la independencia. Cuando los americanos declaran la
guerra a España se presentan también ante los filipinos como sus libertadores y al igual que en Cuba, inflingieron
una aplastante derrota a los españoles (Batalla de Cavite).
Obligados a pedir la paz, los americanos impusieron unas condiciones muy duras (10 de diciembre del
98, tratado de París), que supondrán el fin del imperialismo español en América y en el Pacífico y el inicio del de
EE.UU.
- España pierde Cuba que fue ocupada provisionalmente por USA. Quedará independiente pero
dominada política y económicamente.
- Cede a USA: Puerto Rico, Guam y las Filipinas (éstas últimas a cambio de 20 millones de dólares).
Quedan como colonias.
A España sólo le queda en el Pacífico las Marianas, las Carolinas y las Palaos que fueron vendidas poco
después a los alemanes (en 1900 se venden igualmente algunas islas del archipiélago de Jolo).
Las repercusiones del 98
a) En el ámbito político:
- Resentimiento de los militares hacia los políticos, que les habían utilizado haciéndoles perder la
guerra.
- Crecimiento del antimilitarismo popular que critica el sistema de quintas, la enorme dureza de la
guerra (pésimas condiciones sanitarias y enfermedades tropicales) y la ineficacia de los mandos.
- Descrédito del sistema puesto que una derrota tan profunda e inesperada puso al descubierto los
fallos y atraso del país. Desde esta fecha, la historia de la Restauración es una continua pendiente
de desprestigio y descontento.
b) En el ámbito económico:
- Pérdida de mercados coloniales. Aunque la recuperación fue rápida.
- Repatriación a España de capitales situados en América impulsando la banca española.
c) En el ámbito ideológico: Se produjo una auténtica crisis de la conciencia nacional que se manifestó en:
- La actitud pesimista de los intelectuales: generación del 98.
- La aparición del regeneracionismo: movimiento crítico al sistema de la restauración que pretende
revisarlo, modificando lo necesario, para superar viejos vicios y adaptarlo a las nuevas circunstancias.
Siguiendo a Maura, su principal defensor, se trataba de hacer una “revolución desde arriba” para evitar
la “revolución desde abajo”.
España había sido humillada “sólo se advierte una nube general de silenciosa tristeza” artículo “sin pulso” de
Francisco Silvela, nuevo líder conservador.
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