El México de Artaud Preludio de imaginarios, incursiones y fugas Varenka Viviana Hernández Bello Universidad París 1 Panthéon-Sorbonne Becaria de doctorado. Proyecto apoyado por el FONCA-CONACYT “ Ici psychiatres, je vous appelle au chevet de cet homme gonflé et qui cependant respire encore. Rassemblez-vous avec vos sacs abominables vos objets rares denrées autour de ce corps couché long et qui couche sur vos sarcasmes. Il est perdu, il est INTOXIQUÉ je vous dis, et il en tient de vos renversements de barrières, de vos fantômes à vide, de vos pépiements d’écorches El huesecillo tóxico [Fragmento] [...]” 1 Artaud, visto desde México La huida Antonin Artaud desembarca en el puerto de Veracruz en febrero de 1936, prácticamente con los bolsillos vacíos. Ya en su escala de La Havana había depositado las cartas que había venido escribiendo en su trayecto desde Marsella pidiendo ayuda económica a Francia. Contaba 39 años y hacía casi diez que había sido “excomulgado” por Breton del núcleo surrealista, por razones políticas y debido a su “paroxismo”. Artaud traía a cuestas la sombra del cine del que fue guionista y actor, y que seguramente veía ahora con moribunda fe. Había ya escrito poesía, teoría de la dramaturgia, editado El teatro de la crueldad (1932) y confiado a Jean Pauhlan los textos que se publicarían más tarde con el nombre de El teatro y su doble (1938). Venía de montar Los Cenci la única muestra de la “incandescencia implacable” del teatro de la crueldad artaudiano. Las representaciones podían considerarse un fracaso pues Les Cenci sólo duró diecisiete días en cartelera. “Vine a México huyendo de la civilización europea”2, asegura Antonin Artaud a su llegada en una de sus conferencias, y prosigue “[...] la concepción analítica del mundo es una mentira de la cultura europea, es una mentira del espíritu blanco”,3 “vine a México a buscar una nueva idea del hombre” 4 “para mí no hay revolución sin revolución en la cultura”5. Además de las conferencias universitarias, su estadía dejó rastro en artículos del El Nacional que Artaud escribía para ser traducidas apresuradamente, pues se le pagaba a la línea. Tradujeron sus textos, entre otros, José Gorostiza, Luis Cardoza y Aragón, Samuel Ramos y probablemente José Ferrel y Xavier Villarrutia. Todos ellos lo conocían apenas pero sabían de la penuria alimentaria y de fármacos que sufría Artaud. Elías Nandino reparó inmediatamente la tenaz adicción al opio que los médicos habían provocado en Artaud desde la adolecencia, rebasados por la dificultad de establecer un diagnóstico de su enfermedad y aliviar sus dolores de cabeza. Subyacen en el fondo del legendario itinerario artaudiano, unas condiciones de vida precarias, mezcladas a un terrible tormento, tanto físico como psíquico, que culminará con su expedición a la Sierra Tarahumara. 1 Antonin Artaud, LA REVOLUTION SURREALISTE No 11, Marzo 1928. ARTAUD Antonin, “Je suis venu au Mexique pour fuir la civilisation européenne,…” en Messages révolutionnaires, París, Gallimard, 1971, p.130. 3 ARTAUD Antonin, Ibidem, p.135. 4 “Ce que je suis venu faire au Mexique” en Messages révolutionnaires, en Messages révolutionnaires, París, Gallimard, 1971, p.100. 5 ARTAUD Antonin “Je suis venu au Mexique pour fuir la civilisation européenne,…”, Ibidem, p.131. 2 1 La Sierra Tarahumara y su huella Luego de unos cuantos meses, Artaud se va de la Ciudad de México y emprende la ruta que era su objetivo.“¿Cómo se fue a la sierra Tarahumara? – se pregunta Luis Cardoza y Aragón- Conjeturo que algo arregló o le arreglaron con alguna dependencia [...]. Tal vez con las escuelas rurales. Vivió en la miseria [...]. Se alimentaba muy mal. Se fue a la Sierra Tarahumara vestido con un pantalón de franela y unos zapatos que le di. Seguramente llevaba muy poco dinero”6 Si creemos las conjeturas que hace Mario Schneider en el libro de Tzontémoc7, Artaud salió de la ciudad de México pasando por Chihuahua, Bocayna, Sisoquichic, Cusárare y terminó en Norogáchic. En la narración que desarrolla años más tarde, Artaud describe su ascención a la sierra como un “inexplicable suplicio”. Sus recuerdos son en parte alucinatorios, pero se cree con verosimilitud que antes de comenzar la ruta Tarahumara Artaud suspendió las drogas con el fin de llegar “puro” al peyote. En “La danza del peyote” describe el ritual Tutuguri en el que participó en plena disociación de su ego. Cuenta Artaud: “No me monté a caballo con un cuerpo arrancado de sí mismo, y que la supresión a la que me habían abandonado privaba en lo sucesivo de sus reflejos esenciales; no había sido ese hombre de piedra que necesitaba otros dos hombres para hacerlo montar a caballo; y que montaban y desmontaban como a un autómata desamparado; y a caballo me ponían las manos en las riendas porque era evidente que sólo yo había perdido la libertad, yo no había vencido a fuerza de voluntad esa invencible hostilidad orgánica [...].”8 ¿Pudo “el Mômo” descifrar la “montaña de signos” que se le manifestó en la Sierra tarahumara? Sólo se sabe que luego de su viaje con los Tarahumaras vuelve a Francia. Había llegado a México buscando el arte indígena, el “espiritu rojo” como él lo llamaba, y a su parecer en la capital sólo había encontrado una “mexicanización” del arte europeo. Ciertamente, la vanguardia estridentista, hermana del futurismo, había dejado en el ambiente mucho de su exaltación por la modernidad. Artaud bien sabe que figuras importantes del muralismo, como el Dr. Atl o Diego Rivera, habían estudiado en Europa. Conoció a muchos de los Contemporáneos también con formación y contactos europeos. En resumen, la capital vivía toda la efervescencia post-revolucionaria y la palabra “progreso” se escuchaba demasiado a juicio de Artaud. Regresó a Europa con trsiteza y con temor de haber presenciado el fin la vitalidad autóctona. Pero la experiencia ritual lo acompañaría siempre, los textos que componen Viaje al país de los Tarahumaras datan de épocas diversas, posteriores a su viaje. Poco tiempo luego de su regreso a Europa, Artaud se pierde en un delirio cada vez más profundo, se le recluye diez años en diversos hospitales psiquiátricos, se le administran diversos tratamientos, electroshocks. Al fin, en 1946 se le traslada a una clínica de la que puede salir libremente. De ese momento a su muerte, grabará la emisión Para acabar con el juicio de Dios, escribirá El regreso de Artaud el Mômo y Van Gogh el suicidado de la sociedad, corregirá una y mil veces los textos que forman parte de Viaje al país de los Tarahumaras. Dice Luis Cardoza que “El viaje impresionó a Artaud hasta el fin de su vida. Doce años después de haber escrito sus primeras páginas en México, compone Tutuguri (1948) un mes antes de su muerte”9 6 CARDOZA Luis, en BRADU Fabienne, Artaud, todavía, México DF, Fondo de Cultura Económica, 2008, p.186. TZONTÉMOC Pedro, Tiempo suspendido: fotografía sobre la ruta de Antonin Artaud en la Sierra Tarahumara, México D.F. 1995, Casa de las imágenes, 145 págs. 8 ARTAUD Antonin, “La danza del peyote” en México y Viaje al país de los Tarahumaras, México D.F., FCE, 1984, p.300. 9 BRADU Fabienne, Ibidem, p.181. 7 2 Surrealismo hecho en México Vanguardias y vuelta a los orígenes Los anhelos de rompimiento radical con las formas anquilosadas del arte occidental se habían sentido desde el inicio de las vanguardias y se manifestaron con frecuencia en todas ellas. El interés en las culturas no-europeas, surgido a raíz de las Exposiciones universales que comenzaron en la segunda mitad del siglo XIX, se vió impelido por los estudios etnógraficos y antropólogicos. Los surrealistas heredan además esta inclinación directamente del Dada. Ya el dadaísmo, nacido en el seno de la Primera Guerra, dirigía la mirada hacia nuevos horizontes donde intuía que los avances técnicos europeos todavía no habían hecho estragos. Ya decía Hugo Ball: “No es posible que esta época envilecida obtenga nuestra consideración. ¿Qué tiene de respetable para ellos? ¿Sus cañones? Nuestros tambores han cubierto su ruido. ¿Su idealismo? Es desde hace mucho un tema irrisorio. ¿Sus grandes festivales de carnicería y su heroísmo de caníbales? Nuestra locura voluntaria, nuestro entusiasmo por la ilusión les darán vergüenza.”10 El gran rechazo de Dada hacia orden establecido con sus valores sociales impulsa su total subversión hacia la estética de galería y lo conduce hacia el arte llamado “primitivo”, intentando así romper de golpe la dirección que había tomado la civilización ahora degenerada. Dada se torna hacia lo primitivo retando así a la civilización y al arte académico. Al mismo tiempo, pareciera buscar el regreso a una supuesta infancia idilica de la humanidad. La revolución dada es, en el sentido propio de la palabra, radical. Su deconstrucción del lenguaje lo lleva a un estado al límite de la onomatopeya evocando en cierta forma la sinrazón. Dada se interesaba igualmente en toda construcción antiacadémica por considerarla la expresión de ideas y de sentimientos primarios dejados intactos por los valores tradicionales del arte. Janco afirmaba: “No sólo consideramos al arte primitivo como el verdadero arte sino que vemos igualmente al arte de la infancia como el arte verdadero. Incluso contemplamos la idea del arte de los alienados” 11 Las vanguardias en general, encierran una electricidad, una energía impulsiva y exacerbada que choca con la idea del hombre civilizado. Todas ellas reflejan de uno u otro modo el desconcierto de la civilización europea en crisis. Artaud describe el espítitu del grupo en sus años surrealistas como un ánimo de “rechazo. Rechazo desesperado de vivir y que sin embargo debe aceptar la vida. En el surrealismo la desesperanza estaba a la orden del día y con ella el suicidio”. 12 Pero en materia de “malestares en la civilización” los surrealistas heredaron otro tanto a Freud. ¿Será por eso que las ”formas primitivas” no son visibles en la imagen surrealista? ¿Será que su primitivismo es de fondo, que es inconsciente? Lo cierto es que los surrealistas buscaron precedentes y fueron atraidos no sólo por los objetos primitivos sino por la visión del mundo del hombre primitivo. Según William Rubin, “tal y como la describían los eruditos, la mentalidad primitiva expresaba directamente las cualidades mismas que los surrealistas intentaban desesperadamente integrar a su propia vida y a su arte.13 Escribe Breton en ¿Qué es el surrealismo? “No hay 10 RUBIN William [bajo la dirección de], Le primitivisme dans l’art du 20ème siècle, Paris, Flammarion, 1987, p.535. RUBIN William, Ibidem, p.538. 12 ARTAUD Antonin, Messages révolutionnaires, Ibidem, p. 14. 13 RUBIN William, Ibidem, p.541. 11 3 obra de arte que pueda resistir delante de nuestro primitivismo esencial.” 14 Y Artaud : “La revolución más urgente a realizar se encuentra en una suerte de regreso en el tiempo”.15 México en el imaginario de la vanguardia surrealista Más allá de la herencia de Dada, la curiosidad de los surrealistas hacia México se ve incrementada seguramente por el rumor (infundado) de que el douanier Rousseau, pintor autodidacta admirado por los surrealistas, había encontrado en México su inspiración exótica. Pero finalmente, parece ser el plano político el que acaba de darles impulso a los surrealistas llegados a México posteriormente a Artaud. Sienten que la Revolución mexicana da sus frutos con el gobierno de Lázaro Cárdenas quien, a través de la gestión de Diego Rivera, asila a León Trotski, llegado a México los primeros días de 1937. De hecho, desde 1926, los surrealistas se habían adherido a la sección francesa de la Internacional Comunista, siendo el no querer afiliarse una de las causas de la expulsión de Artaud. Desde 1929, el mapamundi surrealista reflejaba la importancia de México para esta vanguardia. Y Artaud vino a desatar, luego de un periodo de relativa atenuación del “turismo cultural” posterior a la Revolución mexicana, lo que acabaría siendo una gran ola de incursiones surrealistas en México. Anticipa el viaje de Breton de 1938, la llegada de refugiados de la guerra civil española y posteriormente de refugiados de la 2ª Guerra Mundial. En 1942, Benjamin Peret llega con Remedios Varo, quien se instala definitivamente al igual que Wolfgang Paalen y Leonora Carrington. Luis Buñuel no llegaría hasta 1946. Los intercambios no cesarán y México llegará a considerarse el país surrealista por naturaleza, tanto para los europeos como para los propios mexicanos. ... Para concluir, cabe preguntarnos si la “naturaleza surrealista” de México sólo fue tal para el núcleo surrealista “de hueso colorado” mientras que para el autor del Huesecillo tóxico representó su más grande decepción. Una decepción a la medida de su esperanza en encontrar las bases para una transformación del hombre aún más radical que la del marxismo “blanco” como el le llamaría. Una transformación que para el espíritu mexicano no sería tal sino simple resurgimiento de la cultura autóctona en vías de extinción. Sólo queda recordar las palabras que Artaud dirige a los mexicanos en su artículo de El Nacional intitulado “Lo que vine a hacer a México” donde el teórico del teatro de la crueldad pone en guardia contra la influencia decadente diciendo: “El México actual que se da cuenta de las taras de la civilización europea tiene que reaccionar contra esta superstición de progreso”.16 14 BRETON André, Qu’est-ce que le surréalisme?, en GOLDWATER Robert, Le primitivisme dans l’art moderne, Paris, PUF, 1988, p.194. 15 ANTONIN Artaud, Oeuvres complètes, Tome II. Paris, Gallimard, 1970, p. 32. 16 “Lo que vine a hacer a México”, en Messages révolutionnaires, Ibidem, p.98. 4 Bibliografía ARTAUD Antonin, Messages révolutionnaires, París, Gallimard, 1971, 185 págs. ARTAUD Antonin, México y Viaje al país de los Tarahumaras, México D.F., FCE, 1984, 359 p. ANTONIN Artaud, Oeuvres complètes, Tome II. Paris, Gallimard, 1970, 365 p. BRADU Fabienne, Artaud, todavía, México DF, Fondo de Cultura Económica, 2008, 196 págs. DE MEREDIEU Florence, C’était Antonin Artaud, Paris, Fayard, 2006, 1086 págs. FAU Guillaume [bajo la dirección de], Antonin Artaud, París, B.N.F./Gallimard, 2006, 223 págs. GOLDWATER Robert, Le primitivisme dans l’art moderne, Paris, PUF, 1988, 294 págs. LECLERCQ Sophie, “L'appropriation surréaliste des objets d'art "indigènes", Disponible en : http://www.artsetsocietes.org/f/f-leclercq.html Consultado el 21/11/2012. LE CLEZIO Jean-Marie, El sueño mexicano o el pensamiento interrumpido, F.C.E., 1992, 278 págs. MUSEE D’ART MODERNE DE VILLE NEUVE D’ASCQ, Mexique Europe. Allersretours, París, Editions Cercle d’Art, 2004, 327 págs. RUBIN William [bajo la dirección de], Le primitivisme dans l’art du 20ème siècle, Paris, Flammarion, 1987, 703 págs. TZONTÉMOC Pedro, Tiempo suspendido: fotografía sobre la ruta de Antonin Artaud en la Sierra Tarahumara, México D.F. 1995, Casa de las imágenes, 145 págs. 5