PATOLOGÍA HALLADA EN EL ESQUELETO DE UN INDIVIDUO DE ÉPOCA ROMANA EXHUMADO EN LA VALL D'UIXÓ Negre M C, Feucht M M, Puchalt F J, CasteHa M y Villalaín J D Laboratorio de Antropología Forense. U.D. Medicina Legal. Universitat de Valencia Estudi General. Fotografía: Silvestre Mora A Resumen Se presenta el estudio antropológico y osteopatológico de los restos de un individuo exhumado en un yacimiento romano de la Vall d'Uixó. El análisis preliminar ha permitido determinar, desde el punto de vista antropológico, que se trata de un varón adulto. En el esqueleto poscraneal se aprecian deformidades, tanto en miembros superiores como inferiores, destacando las tibias, que aparecen incurvadas. Todos los signos observables pueden ser consecuencia de una alteración, probablementes, de tipo metabólico. Se comentan asimismo, las repercusiones de estas deformidades en la vida del individuo. Introducción Los restos objeto del presente estudio proceden del yacimiento Villa Romana de Uixó que data del siglo 1 a.c. al 11 de la era cristiana. El yacimiento consta de tres fosas y son especialmente interesantes desde el punto de vista arqueológico porque, por una parte, representan un tipo de hábitat rural romano poco documentado hasta la fecha en la zona y, por otra, porque no se exhumaron en un área de necrópolis, sino que se hallaron en interior de una casa, sin ajuar acompañante. El equipo de arqueólogos, con la finalidad de evitar un mayor deterioro de los restos, aplicó un tratamiento consolidante y fijador. Gracias a esto las piezas se han conservado más o menos completas, aunque una vez en el laboratorio se han limpiado y se ha eliminado la capa que los recubría, para pro- ceder a su estudio. Previamente se ha hecho una reconstrucción del esqueleto, aunque en muchos huesos ésta ha sido parcial, dada la pérdida de materia ósea. Ya durante el proceso de limpieza y reconstrucción sorprendió el hecho de que los huesos eran muy ligeros para el aspecto robusto que presentaban. A priori, y como indicio, nos hizo pensar en algún tipo de descalcificación. Esta hipótesis se fue reforzando según se profundizaba en el estudio de los restos. No es el momento de entrar en grandes explicaciones acerca del material y los métodos empleados, aunque debemos señalar que se trata de un estudio mayoritariamente macroscópico, si bien se ha practicado un examen radiográfico a alguna de las piezas, como se verá posteriormente. Antes de empezar con la discusión de la patología y tal como se suele proceder en un 160 Negre, Feucht, Puchalt, Castelló y Villalaín estudio de este tipo, conviene señalar algunas características antropológicas. Características antropológicas El esqueleto se halla prácticamente completo, aunque es tal su fragilidad que a pesar de encontrar restos de la mayoría de los huesos, los datos que aportan son limitados, pues, como es lógico pensar, se han perdido algunas zonas de menor espesor en el cráneo, y parte de los extremos epifisarios, en los huesos largos. Estudio craneal Características generales Tras la reconstrucción a la que nos hemos referido anteriormente, aparece ante nosotros un cráneo incompleto, sobre todo en lo que a esplacnocráneo se refiere, del que sólo se conserva la apófisis nasal del maxilar izquierdo y parte de los malares y del maxilar superior. El neurocráneo se conserva bastante bien aunque la base del cráneo tampoco está íntegra. La primera inspección permite una aproximación en cuanto al sexo, puesto que se trata de un cráneo robusto, con fuertes impresiones musculares, pómulos salientes, entre otros. Es más alto que ancho (acrocráneo) y presenta características que permiten clasificarlo como dolicocráneo. Las grandes dimensiones, la robustez, el contorno superior ovoide, junto con los índices craneales (dolicocráneo, tendente al hiperdolicocráneo; acrocráneo; ortocráneo) permiten incluir este cráneo entre los de tipo mediterránido robusto (Turbón, 1981). Pero presenta ciertos rasgos no típicos, como es la ausencia de prognatismo subnasal. La craneometría se presenta en la Tabla n° l. Craneometría I/eurocrál/eo longitud máxima longitud de la base anchura máxima anchura frontal mínima anchura frontal máxima anchura biastérica altura basal altura auricular longitud de la apófisis mastoides derecha longitud de la apófisis mastoides izquierda longitud porion-asterion derecha longitud porion-asterion izquierda circunferencia horizontal máxima arco transversal arco sagital arco sagital frontal arco sagital parietal arco sagital occipital arco de la escama occipital cuerda sagital frontal cuerda sagital parietal cuerda sagital occipital cuerda de la escama occipital longitud del agujero occipital anchura del agujero occipital esplacllocrálleo longi tud de la cara alfura total de la cara altura de la cara superior altura nasal longitud maxiloalveolar 185 100 132 97 108.5 115 136 j 12.8 29 29 52 52 520 292 368 120 123 125 78 110 J 11 106 72 40 29 92 105 64 40 70 íl/dices crcmeales 71.35 (dolicocráneo según Martin) Índice altura-anchura 103.03 (acrocráneo) Índice altura-longitud 73.5 (ortocráneo) Índice medio de altura 85.804 (cráneo alto) Índice frontal transverso 89.4 (crestas intermedias) Índice fronto-parietal 73.48 (eurimétope) Índice del agujero occipital 72.5 (microsema) Índice gnático de Flower 92.0 (ortognatismo) Índice cefálico Estudio mandibular medidas mal/dibulares anchura bicondílea anchura bigonÍaca altura de la sínfisis altura de la rama derecha altura de la rama izquierda anchura de la rama 125 101 29 74 70 32.5 Salud, Enfermedad y Muerte en el Pasado longitud total altura del cuerpo en PI-P2 altura del cuerpo en M I-M2 grosor del cuerpo en P I-P2 grosor del cuerpo en M I-M2 98 32 30 12 14 íl1dices llIal1dibulares Índice goniocondíleo 80.8 43.92 Índice de la rama Índice mandibular 78.4 (braquignato) Índice de robustez en P I-P2 37.5 46.6 Índice de robustez en M I-M2 Medidas postcraneales (mm) tibias longitud máxima perímetro diámetro antero-posterior diámetro transverso diámetro A-P máximo diámetro transverso máximo Índice diafisario Índice cnémico 90 25 25.5 34.5 31 102 89.85 396 95 25 27 37 29 108 78.37 perol1és perímetro diámetro antero-posterior diámetro transverso Índice diafisario 54 17 13 76.42 55 18 13 72.22 30 46 56 30 46 93 42.5 32 51 92 41.5 30 52 astrágalos clavícula anchura en el centro anchura en la epífisis medial 161 derecho 15 izquierdo 15 21 longitud. altura anchura calcál1eos hÚllIeros perímetro diámetro antero-posterior diámetro transverso Índice diafisario 77 22 24 91.6 72 22 21.5 102 longitud altura anchura mínima anchura máx ima Tabla l. Medidas craneales y postcraneales en Illm. radios longitud máxima perímetro diámetro antero-posterior diámetro transverso circunferencia mínima diámetro de la cabeza Índice diafisario Índice de robustez 262 52 14 18 50 26 77.77 19.08 260 51 14.5 17 48 26 85.29 18.46 cúbitos perímetro diámetro antero-posterior diámetor transverso Índice de platolenia 48 26 22 84.6 50 25 22.5 90 93 31 28 30 34 110 88.23 99 30 32 51 31 38 93.75 81.57 42 45.5 21.5 23 félllures perímetro diámetro antero-posterior diámetor transverso diámetro de la cabeza diámetro A-P subtrocantérico diámetro transverso Índice pilástrico Índice mérico rótulas altura anchura espesor máximo Estudio mandibular y dental La mandíbula está prácticamente entera, apenas si se observan pequeñas pérdidas de sustancia ósea. En cuanto a la conservación se refiere se podría decir que se encuentra en buen estado. Se trata de una mandíbula robusta, ancha, con los ángulos goníacos salientes. A continuación se detallan las principales medidas de la mandíbula. La fórmula dentaria del individuo, aplicando el sistema universal o Thompson, queda representada en la Figura n° l. En cuanto a los hallazgos en el aparato masticador hemos de decir que, a pesar de la ausencia de algunas piezas, el estudio dental revela datos interesantes. En el maxilar superior se han perdido post mortem los dos incisivos derechos y parte del hueso alveolar, al igual que una gran cantidad de masa ósea que abarca maxi lar izquierdo desde el alvéolo para el primer premolar hasta el final del paladar. Negre, Feucht, Puchalt, Castellil y Villalaín 162 1 2 3 4 5 6 32 31 }O- 29 28 27 ~ & ~ ~ 9 1 O 11 l-r '1;-3- -H -l-5- ±-6- 24 23 22 21 20 W W 17 \ Pérdida postmortem. x Pérdida antemortem. - Destrucción de la zona. Figura l. Pérdidas dentarias ante-mortem y post-mortem Si se observa la mandíbula, destaca la pérdida ante mortem de los dos incisivos derechos, de los molares primero y segundo del lado izquierdo, y del primer molar derecho, el alvéolo de este último se encontraba en fase de reabsorción. Pero el protagonismo a este nivel se lo lleva la importante atricción que presentan las piezas más anteriores, sobre todo las del maxilar superior. Los incisivos, caninos y premolares superiores han sufrido un peculiar proceso de limado por la superficie lingual y han adoptado una forma biselada de dentro afuera. Así, la cara labial de los incisivos está representada por una fina capa de esmalte, mientras por la cara lingual, éstos exponen dentina secundaria y cavidad pulpar, incluso formando una verdadera pala. En los premolares este proceso no está tan marcado. Tanto los incisivos, como los caninos y premolares, han alcanzado un grado 3 de abrasión, según la clasificación de Brabant. Por contra, en los molares el desgaste es horizontal y sólo ha afectado a las cúspides. El grado de abrasión es distinto según el molar de que se trate; así los molares primero y segundo presenta un grado 2, mientras que en el tercer molar la atricción se incluye en un primer grado. En la mandíbula, sigue sorprendiendo la mayor abrasión de los incisivos, caninos y premolares respecto a los molares. La abrasión dental en incisivos y caninos es horizontal, por lo que se afecta la superficie oclusal, en la que se puede ver la dentina rodeada de una capa de esmalte (grado 3 de Brabant). En el primer premolar izquierdo el desgaste crea dos superficies en la cara oclusal; la anterior es oblicua de dentro afuera, y la lingual al revés; de este modo queda un vértice de esmalte entre ambas. Esta misma pieza por la cara labial presenta una pérdida de esmalte en forma de «D», de bordes redondeados y que expone la dentina subyacente; esta pérdida puede ser debida al desgaste por maloclusión, a un traumatismo en vida, etc. En los premolares derechos se mantiene la doble faceta de desgaste, aunque la labial es en este caso horizontal y no oblicua. La atrÍcción en los molares no es muy intensa, aunque el tercer molar izquierdo presenta una reducción de las cúspides, sin exposición de dentina. Así, los premolares y molares han desarrollado un grado 2 de abrasión dental, según Brabant. En el incisivo central izquierdo se aprecia una pérdida de esmalte en la cara mesial que, si se observa a mayor aumento, revela unos bordes redondeados. Este hecho permite pensar en una pérdida ante mortem. Al observar las piezas con lupa se aprecian fisuras del esmalte tanto en la cara labial como en la oclusal, en este caso por acción tafonómica. Esqueleto postcraneal De esta parte del esqueleto únicamente describimos las zonas que tienen cierto interés, bien desde el punto de vista patológico, bien antropológico, por lo que no vamos Salud, Enfermedad y Muerte en el Pasado a proceder a un inventario óseo, aunque sí detallamos todos los datos métricos de que disponemos. Columna vertebral Está incompleta y muy deteriorada. Únicamente se han conservado completamente el axis, la tercera vértebra cervical y una vértebra lumbar. A pesar del mal estado que presentan se ha identificado el segmento dorsal y lumbar, aunque muchas vértebras quedan representadas por pequeños fragmentos de cuerpo vertebral. Por esto ha sido imposible individualizar cada una de las mismas con total seguridad. Los arcos posteriores vertebrales constituyen una mezcla de fragmentos de apófisis espinosas, láminas y carillas articulares, que impiden su reconocimiento y una posterior reconstrucción. Del sacro se conserva la primera vértebra, también incompleta. Altura anterior de L5: 25 mm. Altura posterior de L5: 19 mm. El índice de Cunningham en L5: 76 (Cirtorraquia). Miembros superiores Clavículas.- Ninguna de las los conserva la epífisis acromioclavicular. Por su cara inferior, cerca del borde externo, presentan una fosa ovalada, de fondo rugoso y áspero de 24 mm de diámetro máximo, en la clavícula derecha y 21 mm en la izquierda. Se trata de la llamada fosa romboidal formada en el punto de inserción del ligamento costoclavicular. Este rasgo se ha relacionado con una gran actividad de los pectorales, por lo que la mayor rugosidad en la clavícula derecha indica un predominio de la musculatura de este lado. Algunos estudios en autopsias permiten afirmar que una fosa oval de este tamaño indica sexo masculino. Húmeros.- Tanto el húmero derecho como en el izquierdo aparecen incompletos, 163 con ausencia de la cabeza, que, a pesar de hallarse entre los restos, no ha permitido la reconstrucción. Su estado de conservación no es muy bueno y en la superficie ósea se aprecian varias zonas erosionadas post mortem. El índice diafisario revela euribraquia en ambos brazos. Radios.- En general están bien conservados, con pequeñas erosiones post mortem de la cortical y alguna zona con mayor pérdida de masa ósea. Se trata de unos radios propios de la raza caucasoide y con unas características intermedias en cuanto a la morfología de la diáfisis. La cabeza del radio tiene un diámetro mayor a 20 mm, por lo que probablemente se trata de un individuo varón. Cúbitos.- En ambos destaca la ausencia de la epífisis distal, pero su estado de conservación es bueno. Del índice de platolenia de Vernau se deduce que se trata de cúbitos medianos (eurolenia). Miembros inferiores Coxales.- Están muy fragmentados, aunque una reconstrucción parcial de cada uno ha puesto de manifiesto una escotadura ciática estrecha, profunda, de ángulo agudo, que indica sexo masculino. Fémures.- No se encuentran completos; así, en el fémur derecho se nota la ausencia de la cabeza, que forma parte de los restos remitidos, pero cuyo deterioro no posibilitó la reconstrucción. Por su parte, el izquierdo no presenta el cóndilo interno. En cuanto a su aspecto, el fémur derecho presenta un índice pilástrico medio, mientras que en el izquierdo la pilastra es nula. Por otra parte, el derecho es redondeado bajo los trocánteres, según indica la eurimeria, y el fémur izquierdo es más bien aplanado de delante atrás (platimeria), tal como se deduce del índice mérico. 164 Negre, Fellcht, Pucha/t, Castelld y Villa/aín Tibias.- Están bien conservadas, aunque la tibia derecha ha perdido el maleolo interno. El índice cnémico revela que se trata de tibias no aplanadas (euricnemia). Determinación de la edad El cálculo de la edad aproximada ha sido senci 110, puesto que presenta los terceros molares, y la sutura esfenobasilar aparece cerrada, lo que nos indica que estamos ante un adulto. Las suturas craneales permanecen permeables, pero este dato no debe tenerse muy en cuenta dadas las controversias en cuanto a su validez. Testut señala que la mOlfología de la cara estemal de la clavícula se va aplanando con la edad a partir de los 20-22 años. Sappey añade que ésta va tomando un aspecto más uniforme. En el caso que nos ocupa la superficie aparece lisa y uniforme, aunque no es completamente plana. En los cuerpos vertebrales, a pesar del deterioro al que nos hemos referido en la descripción, no se aprecian estriaciones en la meseta, sino que éstas han desaparecido y la epífisis anular está íntimamente adherida al cuerpo. Estas características corresponden a una vértebra de 25-35 años. Por último, la ausencia de signos degenerati vos articulares apoya los datos señalados hasta el momento, es decir, que se trata de un adulto joven. Determinación del sexo Para determinar el sexo nos hemos basado en las características macroscópicas diferenciales. Aunque se detectaron rasgos femeninos, el estudio del esqueleto en conjunto indicó que se trataba de un varón: robustez general, arcos supraciliares marcados, mandíbula cuadrada con ángulos goniacos pro- minentes, y, sobre todo, la escotadura ciática estrecha y profunda. Los datos referidos anteriormente (diámetro de la cabeza del radio mayor de 20 mm y presencia de la fosa oval en la clavícula) apoyan lo dicho. Determinación de la talla La estatura se ha calculado a partir de la longitud de huesos largos. Antes de entrar en los resultados hemos de hacer unas consideraciones. En primer lugar conviene señalar que, a pesar del gran número de piezas conservadas, no se ha podido determinar la estatura según el método anatómico, puesto que no se dispone de todas las vértebras; esto obliga al manejo de tablas, con el error consecuente. En segundo término indicaremos que los fémures tampoco se han empleado, puesto que están incompletos. Otros huesos largos también presentan pérdidas de sustancia ósea que afectan a los extremos epifisarios, por lo que finalmente la talla se calculó a partir de la longitud de la tibia (398 mm) y el radio (260 mm) izquierdos, con las tablas de Trotter y Gleser. Una última observación se refiere al hecho de que la curvatura de la tibia condiciona que el valor obtenido sea relativo. Hechos estos comentarios, sólo queda indicar que, aplicando las tablas de Trotter y Gleser para varones blancos americanos y con un radio de 260 mm, la talla calculada es de 177-178 cm; y que con la misma tabla, para una tibia de 398 mm, se establece una talla de 179 cm. Descripción de la patología Cráneo En el neurocráneo no se aprecian signos de patología, sin embargo, en el esplacnocráneo Salud, E/{lennedad y Muer/e en el Pasado 165 Figura 2. Cuerpo vertebral, probablemente D8. se observa una ligera desviación de la raíz del tabique nasal hacia la izquierda, lo que condiciona una asimetría de las fosas nasales. Por lo demás no se observan alteraciones significativas, salvo el acusado desgaste dental, que ya se ha comentado y cuyo origen no se puede afirmar que sea patológico. Esqueleto postcraneal Columna vertebral Al observar las vértebras cervicales, en concreto el axis y la tercera vértebra por la cara dorsal, destaca la asimetría de la apófisis espinosa. Dicha apófisis presenta a distinta altura cada uno de sus tubérculos. El lado derecho aparece en un nivel inferior. Este hallazgo también se ha objetivado en un pequeño fragmento de apófisis espinosa cervical que está aislado. Estos datos indican un distinto desarrollo de la musculatura profunda cervical a un lado y a otro del cuello. En concreto, existe una asimetría en las zonas de inserción de los siguientes músculos: interespinoso, multífido, semiespinosos del cuello y rotadores largo y corto del cuello. Puede que el recto posterior mayor de la cabeza y el oblicuo mayor, también estuvieran implicados en el distinto desarrollo de las láminas y de los tubérculos de las apófisis espinosas, aunque sólo a nivel de la tercera vértebra cervical, pues se insertan únicamente en ésta. El esplenio de la cabeza, que es uno de los músculos profundos del dorso, con inserción en las apófisis espinosas cervicales, también pueden haber contribuido a la anomalía descrita. En la columna dorsal una vértebra media, probablemente D8, presenta una depresión canalicular en la cara inferior del cuerpo, que parte del centro y se dirige hacia el canal medular. Este canalículo rompe la continuidad del anillo en el centro del borde posterior (Figura 2). Al observar la vértebra a mayor aumento se aprecian unos bordes redondeados, una trabeculación más fina y más oscura en el fondo del canal, y unas trabéculas pulidas en la pared posterior del cuerpo vertebral, en la zona donde desemboca. Aunque podría tratarse de un proceso tafonómico, las características antes mencionadas orientan más bien a una pequeña hernia discal. 166 Negre, Feuchf, Pucha/f, Casfellil y Villa/aíl1 Por otra parte, de todos los restos vertebrales destaca la quinta vértebra lumbar. En primer lugar por la escasa altura de su cuerpo (25 mm en la cara anterior y 19 mm en la posterior). También nos llamó la atención la presencia de dos zonas desestructuradas, una en la cara superior y otra en la inferior. El borde anterior de la cara superior adquiere un contorno ondulado, con finas crestas redondeadas, en dicha zona. Al mirar con la lupa binocular la lesión de la cara inferior se aprecia la superficie irregular, con depresiones y crestas de bordes redondeados. Además en esta vértebra se observa una rotación del segmento inferior hacia la izquierda (Figura 3). Aparte de estas lesiones, en la carilla articular superior derecha se aprecia una fisura lineal, oblicua de fuera a dentro y de abajo arriba, que llega hasta el centro. La cara articular adopta una forma cuadrangular, cuyo borde inferior presenta una superficie desestructurada con crestas redondeadas, que representan un proceso de regeneración ósea, también observable en la parte inferior-externa. Este borde inferior, que se presenta con una ligera curvatura de concavidad inferior, contacta con el borde superior de la apófisis articular superior derecha del sacro, constituyendo una pseudoartrosis (Figura 4). Hay que añadir la existencia de una solución de continuidad en el arco posterior de la quinta vértebra lumbar. En ella se observa la ausencia de la lámina derecha y de las apófisis espinosa y costiformes, sin embargo, la lámina izquierda está respetada, pero alterada. El hecho de que ésta presente un borde libre redondeado, con hueso en proceso de regeneración, de aspecto macroscópico similar al descrito al hablar de la carilla articular derecha, permite afirmar que la quinta vértebra lumbar sufrió una espondilolisis unilateral. Otra posibilidad sería que se tratara de una malformación del arco posterior neural, aunque, de admitirse esta hipótesis, no se explicaría el carácter unilateral ni tampoco la reacción ósea que se observa. Todas las alteraciones descritas podrían estar indicando igualmente un defecto de fusión de los arcos, aunque no parece muy probable dada la morfología. . La rotación y acuñamiento lateral del cuerpo (la altura del cuerpo por delante de la apófisis costiforme en el lado izquierdo es de 22 mm, mientras que en el derecho es Figura 3. Quinta vértebra lumbar con rotación del segmento inferior. Salud, Enfermedad y Muerte en el Pasado 167 Figura 4. Pseudoartrosis en el borde inferior del cuerpo vertebral. de 26 mm) están indicando que el individuo padecía una escoliosis, aunque el mal estado en que se hallan las vértebras adyacentes no permite ni descartar ni confirmar dicho proceso. Miembros superiores En el cúbito izquierdo, en el tercio distal, por encima del borde libre de la fractura post mortem, se aprecia un engrosamiento más o menos homogéneo que incluye prácticamente toda la circunferencia de la diáfisis. Este hallazgo sugiere que el individuo padeció una antigua fractura, cuyo proceso de cicatrización ha dejado como señal esta pequeña deformidad. Tanto este cúbito como el contralateral presentan una exageración de las curvaturas fisiológicas. Miembros inferiores De todos los hallazgos patológicos los más llamativos se dan en los miembros inferiores, que aparecen claramente deformes. En ambos fémures se observa una curvatura de convexidad anterior, apreciable en el plano sagital. La distancia desde el punto más profundo de la curva al plano que pasa por la cara posterior de los cóndilos y de los trocánteres es de unos 30 mm. Se detecta además el llamado genu valgUln, también bilateral. Esta deformidad consiste en una angulación interna de la rodilla, que desplaza hacia afuera el eje longitudinal de la tibia y el fémur. El valgo que presenta es de 16 grados. También es bilateral la especial morfología de las tibias; mientras el extremo proximal aparece en rotación externa, la porción distal lo hace en rotación interna para compensar el desplazamiento de los ejes. En la Figura 5 se puede ver la diferencia entre la tibia derecha del esqueleto estudiado y una homóloga normal. Aparte de las curvaturas, en las tibias se observan otras alteraciones: una reacción perióstica laminar, en la cara interna diafisaria, compatible con una periostitis; y una pequeña excrecencia ósea, de eje mayor longitudinal, que sigue la línea de inserción del músculo sóleo. Se trata de una calcificación de dicho músculo, o bien del tendón del flexor largo de los dedos. 168 Negre, Fellchl, Puchall, Caslellil y Villalaín Figura 5. Diferencia entre la tibia derecha de un individuo normal (izquierda) y el esqueleto estudiado (derecha) Estudio radiográfico Los signos radiográficos a tener en cuenta son los siguientes: en primer lugar, la especial estructura de las trabéculas óseas, que adoptan una morfología de red cuadrangular propia de los huesos con alteración del metabolismo óseo, con pérdida de masa mineralizada (por deficiente formación o por mayor resorción). Esta disposición trabecular es mucho más evidente en la epífisis y metáfisis proximal de la tibia. En segundo término conviene señalar la presencia de una pequeña zona trabecular en el cúbito izquierdo, que coincide con el engrosamiento del hueso apreciable macroscópicamente. Desde esta zona parte una línea de mayor densidad radiográfica, paralela al endostio y separada de éste unos tres milímetros, que asciende hasta aproximadamente la mitad del cúbito. Una formación similar, pero menos definida, puede apreciarse en el cúbito derecho. Otro dato radiográfico interesante está constituido por una zona de hueso trabecular, de proliferación, localizada en la tibia izquierda. Es interesante señalar que se detecta parte de las líneas metafisarias, como áreas hiperdensas, tanto en las zonas proximales como en las distales de los huesos largos. Este hallazgo indica que la edad del individuo en el momento de la muerte no era muy avanzada, es decir, se trataría, como se ha dicho anteriormente, de un adulto joven. Por último, al observar las radiografías sorprende la aparición de múltiples líneas hiperdensas perpendiculares a la cortical, horizontales y, algunas, simétricas. Se localizan mayoritariamente en diáfisis y metáfisis de huesos largos, sobre todo en tibias y fémures, aunque también aparecen en los cúbitos. Se tl:ata de zonas de osteocondensación, cuyo significado resulta muy discutido. Primero, el hecho de que se den en huesos patológicos hace pensar en pseudofracturas, o quizás fracturas de estrés. Segundo, también podrían relacionarse, en concreto aquéllas que se localizan en el límite diafisario, con las llamadas líneas de Harris o de detención del crecintientoo Pero, dadas las características del individuo y que no se ha observado hipoplasia del esmalte, frecuentemente asociada a la presencia de líneas de Harris, pensamos que no se trata de estas líneas. Y tercero, simplemente pueden indicar períodos de déficit nutricionales. Lo cierto es que constituye un hallazgo de difícil valoración, puesto que se estudian huesos que han estado sometidos durante un largo período a las influencias del medio, que siempre pueden crear artificios y desorientar. Salud, Enfermedad y Muerte en el Pasado Discusión de los hallazgos En cuanto a los hallazgos en el aparato masticador, resulta interesante comentar el posible origen de la atrición dental, dadas las peculiaridades del mismo. Puesto que los molares no están excesivamente afectados, no se ha relacionado con la dieta, sino que se ha pensado en una posible etiología profesional o en un proceso patológico. Los datos arqueológicos únicamente han aportado que la población a la que pertenecía el individuo era principalmente agrícola y ganadera, por lo que no es posible confirmar ni descartar el origen profesional. La mal oclusión dental, así como sujetar continuamente con los dientes objetos extraños, como pipas, etc., podría ocasionar este peculiar desgaste. Por otra parte, el bruxismo, parasomnia o trastorno del sueño consistente en un rechinar de dientes, también se ha señalado como causa de erosión dental similar a la descrita. Finalmente se llegó a la conclusión de que el individuo, cuyos restos se han estudiado, presentó en vida una alteración metabólica ósea, con pérdida de masa mineralizada. Entre estas enfermedades se encuentran el raquitismo y la osteomalacia, la osteítis fibrosa quística del hiperparatiroidismo y la osteoporosis. La osteítis fibrosa quística se eliminó como hipótesis, pues no aparecen alteraciones típicas como la formación de tumores pardos, ni imágenes craneales que permitan su diagnóstico. La dificultad estaba en establecer el diagnóstico diferencial entre osteoporosis y osteomalacia, pues ambos procesos aparecen en adultos, cursan con fracturas y se manifiestan del mismo modo radiográficamente. El genu valgwn y las deformidades de la tibia, bilaterales, orientan a un raquitismo/ osteomalacia. Se trata de una osteomalacia muy evolucionada, puesto que el grado de deformidad es apreciable. 169 En el contexto de una enfermedad ósea generalizada desmineralizante, no es infrecuente la aparición de escoliosis, ni de espondi lolisis-espondilolistesis. En este último caso creemos que el mecanismo de producción ha sido una pérdida de altura del cuerpo vertebral de la quinta lumbar, con lo cual la cara articular inferior de la cuarta vértebra lumbar y la apófisis articular superior del sacro formarían una pinza, sobre todo en el lado derecho, que presionaría el istmo de la quinta vértebra lumbar, que cedería a las fuerzas excesivas que se transmiten por la columna. A pesar de lo dicho, no se puede olvidar el mecanismo traumático, el más frecuente, al realizar movimientos repetidos de flexo-extensión dorso-lumbar para levantar cosas. De este modo puede romperse tempranamente el arco posterior. Para finalizar, simplemente apuntar posibles etiologías de este trastorno, teniendo en cuenta las lesiones halladas. Déficit nutriciona! Puede ser por insuficiente aporte de esterolliposoluble en la dieta, por poca activación por inadecuada exposición solar, o por no absorberse en el tracto digestivo. Se ha demostrado que la excesiva ingesta de cereales no refinados, espinacas y otros puede originar un trastorno de este tipo. Alteraciones tubulares renales Existen varias tubulopatías que interfieren en el normal metabolismo fosfo-cálcico, con la consiguiente repercusión en el esqueleto. OsteodistroJia renal La alteración en valgo y la pequeña calcificación de la inserción muscular, anóma- l70 Negre, Feucht, Pucha!t, Castelló y Villalaín la para la edad estimada, orientan a un trastorno renal, que, como la mayoría de diagnósticos, en Paleopatología no podrá ser confirmado. La bibliografía médica consultada recoge que cierto tipo de tubulopatías cursa con mayor frecuencia con deformidades en valgo de las piernas y con entesopatías y calcificaciones ectópicas, aunque suelen manifestarse en la infancia. Todo esto son apuntes etiológicos que no pretenden más que eso, apuntar y establecer relaciones, y no sentar diagnósticos ciertos, porque en Paleopatología, donde es muy rara la existencia de una historia clínica de los restos, es poco menos que imposible llegar a establecer un diagnóstico de certeza. Epílogo Tras la exposición en el Congreso hubo cierto debate que creemos resulta interesante añadir al texto. El profesor Campillo discrepa en cuanto al origen de la asimetría de los tubérculos de las apófisis espinosas. En su opinión se trata de un hallazgo completamente normal, siendo precisamente la simetría un signo patológico. Dado que nuestra casuística personal dista muchísimo de la del profesor Campillo, no podemos sino justificar el que se le diera tanta importancia a este hallazgo. Llevados por cierto entusiasmo, al ver la asimetría de las cervicales junto a la fosa oval de la claVÍCula, pensamos que el desarrollo muscular cervical habría sido importante, hecho que creímos interesante plasmar en el estudio. Se apuntaron otras etiologías del cuadro. El profesor Tamarit señaló si se había pensado en un Cushing o en una acromegalia. Esta última se descartó, entre otras, por el hecho de que los restos, de gran tamaño, eran proporcionados, mientras que en la acromegalia las partes óseas crecen más en unas zonas que en otras, siendo al- gunas de las más afectadas la mandíbula, los arcos supraciliares (como bien señaló en aquel momento el profesor Campillo) y los dedos. De este modo el esqueleto adopta una apariencia extraña y desproporcionada. En cuanto al Cushing, si bien es cierto que a veces puede manifestarse con una osteoporosis intensa, colapso de cuerpos vertebrales y fracturas patológicas, no creemos que sea posible afirmar, con los datos disponibles, que se trata de un síndrome de Cushing, en especial si nos atenemos a las deformidades de los miembros inferiores. Por último, se señaló acerca de dichas deformidades que el origen podría residir simplemente en una alteración coxal. Precisamente, como se ha descrito en el apartado correspondiente, no disponemos de toda la pelvis. La cavidad glenoidea para la cabeza femoral presenta varias pérdidas de masa ósea, por lo que no es posible un estudio más detallado. Sin embargo, debemos señalar que no creemos que el origen de la deformidad se deba a una lesión pélvica. El conjunto de alteraciones halladas en este esqueleto nos hace pensar en una patología general ósea más que en afectaciones aisladas. De todos modos, tal como se ha dicho en las conclusiones, establecer con certeza un diagnóstico etiológico, con los medios de que disponemos, resulta prácticamente imposible. Bibliografía D. R. (1987) Desenterrando huesos. La excavación, tratamiento y estudio de restos del esqueleto humano, México D.F., Fondo de Cultura Económica. CAMPILLO, D. (1993) Els primers vestigis de la malaltia. Primera part, Barcelona, Fundació Uriach. CAMPILLO, D. (1994) Los primeros vestigios BROTHWELL, Salud, Enferrnedad y Muerte en el Pasado de la enfermedad. Segunda parte, Barcelona, Fundación Uriach. Colección Ciba de ilustraciones médicas, (1990) Sistema músculo-esquelético, anatomía, fisiología y enfermedades metabólicas, tomo VIII/l, Barcelona, Salvat. DASTUGUE, 1. et GERVAIS, V. (1992) Pa/éopathologie du squeleue humain, París, Société nouvelle des éditions Boubée. HARRISON (1991) Principios de Medicina Interna México City, Interamericana Mc Gral-Hill. PERA, C. 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