patología hallada en el esqueleto de un individuo de época romana

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PATOLOGÍA HALLADA EN EL ESQUELETO DE UN INDIVIDUO
DE ÉPOCA ROMANA EXHUMADO EN LA VALL D'UIXÓ
Negre M C, Feucht M M, Puchalt F J, CasteHa M y Villalaín J D
Laboratorio de Antropología Forense. U.D. Medicina Legal.
Universitat de Valencia Estudi General.
Fotografía: Silvestre Mora A
Resumen
Se presenta el estudio antropológico y osteopatológico de los restos de un individuo
exhumado en un yacimiento romano de la Vall d'Uixó. El análisis preliminar ha permitido
determinar, desde el punto de vista antropológico, que se trata de un varón adulto. En el
esqueleto poscraneal se aprecian deformidades, tanto en miembros superiores como inferiores, destacando las tibias, que aparecen incurvadas. Todos los signos observables pueden
ser consecuencia de una alteración, probablementes, de tipo metabólico. Se comentan asimismo, las repercusiones de estas deformidades en la vida del individuo.
Introducción
Los restos objeto del presente estudio
proceden del yacimiento Villa Romana de
Uixó que data del siglo 1 a.c. al 11 de la era
cristiana. El yacimiento consta de tres fosas
y son especialmente interesantes desde el
punto de vista arqueológico porque, por una
parte, representan un tipo de hábitat rural romano poco documentado hasta la fecha en
la zona y, por otra, porque no se exhumaron
en un área de necrópolis, sino que se hallaron en interior de una casa, sin ajuar acompañante.
El equipo de arqueólogos, con la finalidad de evitar un mayor deterioro de los restos, aplicó un tratamiento consolidante y fijador. Gracias a esto las piezas se han conservado más o menos completas, aunque una
vez en el laboratorio se han limpiado y se ha
eliminado la capa que los recubría, para pro-
ceder a su estudio. Previamente se ha hecho
una reconstrucción del esqueleto, aunque en
muchos huesos ésta ha sido parcial, dada la
pérdida de materia ósea.
Ya durante el proceso de limpieza y reconstrucción sorprendió el hecho de que los
huesos eran muy ligeros para el aspecto robusto que presentaban. A priori, y como indicio, nos hizo pensar en algún tipo de descalcificación. Esta hipótesis se fue reforzando según se profundizaba en el estudio de
los restos.
No es el momento de entrar en grandes
explicaciones acerca del material y los métodos empleados, aunque debemos señalar
que se trata de un estudio mayoritariamente
macroscópico, si bien se ha practicado un
examen radiográfico a alguna de las piezas,
como se verá posteriormente.
Antes de empezar con la discusión de la
patología y tal como se suele proceder en un
160
Negre, Feucht, Puchalt, Castelló y Villalaín
estudio de este tipo, conviene señalar algunas características antropológicas.
Características antropológicas
El esqueleto se halla prácticamente completo, aunque es tal su fragilidad que a pesar
de encontrar restos de la mayoría de los huesos, los datos que aportan son limitados,
pues, como es lógico pensar, se han perdido
algunas zonas de menor espesor en el cráneo, y parte de los extremos epifisarios, en
los huesos largos.
Estudio craneal
Características generales
Tras la reconstrucción a la que nos hemos referido anteriormente, aparece ante nosotros un cráneo incompleto, sobre todo en
lo que a esplacnocráneo se refiere, del que
sólo se conserva la apófisis nasal del maxilar izquierdo y parte de los malares y del
maxilar superior. El neurocráneo se conserva bastante bien aunque la base del cráneo
tampoco está íntegra.
La primera inspección permite una
aproximación en cuanto al sexo, puesto que
se trata de un cráneo robusto, con fuertes
impresiones musculares, pómulos salientes,
entre otros. Es más alto que ancho
(acrocráneo) y presenta características que
permiten clasificarlo como dolicocráneo.
Las grandes dimensiones, la robustez,
el contorno superior ovoide, junto con los
índices craneales (dolicocráneo, tendente
al hiperdolicocráneo; acrocráneo; ortocráneo) permiten incluir este cráneo entre los
de tipo mediterránido robusto (Turbón,
1981). Pero presenta ciertos rasgos no típicos, como es la ausencia de prognatismo
subnasal. La craneometría se presenta en
la Tabla n° l.
Craneometría
I/eurocrál/eo
longitud máxima
longitud de la base
anchura máxima
anchura frontal mínima
anchura frontal máxima
anchura biastérica
altura basal
altura auricular
longitud de la apófisis mastoides derecha
longitud de la apófisis mastoides izquierda
longitud porion-asterion derecha
longitud porion-asterion izquierda
circunferencia horizontal máxima
arco transversal
arco sagital
arco sagital frontal
arco sagital parietal
arco sagital occipital
arco de la escama occipital
cuerda sagital frontal
cuerda sagital parietal
cuerda sagital occipital
cuerda de la escama occipital
longitud del agujero occipital
anchura del agujero occipital
esplacllocrálleo
longi tud de la cara
alfura total de la cara
altura de la cara superior
altura nasal
longitud maxiloalveolar
185
100
132
97
108.5
115
136
j 12.8
29
29
52
52
520
292
368
120
123
125
78
110
J 11
106
72
40
29
92
105
64
40
70
íl/dices crcmeales
71.35
(dolicocráneo según Martin)
Índice altura-anchura
103.03 (acrocráneo)
Índice altura-longitud
73.5 (ortocráneo)
Índice medio de altura
85.804 (cráneo alto)
Índice frontal transverso
89.4 (crestas intermedias)
Índice fronto-parietal
73.48 (eurimétope)
Índice del agujero occipital 72.5 (microsema)
Índice gnático de Flower 92.0 (ortognatismo)
Índice cefálico
Estudio mandibular
medidas mal/dibulares
anchura bicondílea
anchura bigonÍaca
altura de la sínfisis
altura de la rama derecha
altura de la rama izquierda
anchura de la rama
125
101
29
74
70
32.5
Salud, Enfermedad y Muerte en el Pasado
longitud total
altura del cuerpo en PI-P2
altura del cuerpo en M I-M2
grosor del cuerpo en P I-P2
grosor del cuerpo en M I-M2
98
32
30
12
14
íl1dices llIal1dibulares
Índice goniocondíleo
80.8
43.92
Índice de la rama
Índice mandibular
78.4 (braquignato)
Índice de robustez en P I-P2
37.5
46.6
Índice de robustez en M I-M2
Medidas postcraneales (mm)
tibias
longitud máxima
perímetro
diámetro antero-posterior
diámetro transverso
diámetro A-P máximo
diámetro transverso máximo
Índice diafisario
Índice cnémico
90
25
25.5
34.5
31
102
89.85
396
95
25
27
37
29
108
78.37
perol1és
perímetro
diámetro antero-posterior
diámetro transverso
Índice diafisario
54
17
13
76.42
55
18
13
72.22
30
46
56
30
46
93
42.5
32
51
92
41.5
30
52
astrágalos
clavícula
anchura en el centro
anchura en la epífisis medial
161
derecho
15
izquierdo
15
21
longitud.
altura
anchura
calcál1eos
hÚllIeros
perímetro
diámetro antero-posterior
diámetro transverso
Índice diafisario
77
22
24
91.6
72
22
21.5
102
longitud
altura
anchura mínima
anchura máx ima
Tabla l. Medidas craneales y postcraneales en Illm.
radios
longitud máxima
perímetro
diámetro antero-posterior
diámetro transverso
circunferencia mínima
diámetro de la cabeza
Índice diafisario
Índice de robustez
262
52
14
18
50
26
77.77
19.08
260
51
14.5
17
48
26
85.29
18.46
cúbitos
perímetro
diámetro antero-posterior
diámetor transverso
Índice de platolenia
48
26
22
84.6
50
25
22.5
90
93
31
28
30
34
110
88.23
99
30
32
51
31
38
93.75
81.57
42
45.5
21.5
23
félllures
perímetro
diámetro antero-posterior
diámetor transverso
diámetro de la cabeza
diámetro A-P subtrocantérico
diámetro transverso
Índice pilástrico
Índice mérico
rótulas
altura
anchura
espesor máximo
Estudio mandibular y dental
La mandíbula está prácticamente entera,
apenas si se observan pequeñas pérdidas de
sustancia ósea. En cuanto a la conservación se
refiere se podría decir que se encuentra en buen
estado. Se trata de una mandíbula robusta,
ancha, con los ángulos goníacos salientes.
A continuación se detallan las principales medidas de la mandíbula. La fórmula
dentaria del individuo, aplicando el sistema
universal o Thompson, queda representada
en la Figura n° l. En cuanto a los hallazgos
en el aparato masticador hemos de decir que,
a pesar de la ausencia de algunas piezas, el
estudio dental revela datos interesantes. En
el maxilar superior se han perdido post
mortem los dos incisivos derechos y parte
del hueso alveolar, al igual que una gran cantidad de masa ósea que abarca maxi lar izquierdo desde el alvéolo para el primer
premolar hasta el final del paladar.
Negre, Feucht, Puchalt, Castellil y Villalaín
162
1
2
3
4
5
6
32 31 }O- 29 28 27
~
&
~ ~
9
1 O 11 l-r '1;-3- -H -l-5- ±-6-
24 23 22 21 20 W W 17
\ Pérdida postmortem.
x Pérdida antemortem.
- Destrucción de la zona.
Figura l. Pérdidas dentarias ante-mortem y post-mortem
Si se observa la mandíbula, destaca la
pérdida ante mortem de los dos incisivos derechos, de los molares primero y segundo
del lado izquierdo, y del primer molar derecho, el alvéolo de este último se encontraba
en fase de reabsorción. Pero el protagonismo
a este nivel se lo lleva la importante atricción
que presentan las piezas más anteriores, sobre todo las del maxilar superior. Los incisivos, caninos y premolares superiores han
sufrido un peculiar proceso de limado por la
superficie lingual y han adoptado una forma biselada de dentro afuera. Así, la cara
labial de los incisivos está representada por
una fina capa de esmalte, mientras por la cara
lingual, éstos exponen dentina secundaria y
cavidad pulpar, incluso formando una verdadera pala. En los premolares este proceso
no está tan marcado. Tanto los incisivos,
como los caninos y premolares, han alcanzado un grado 3 de abrasión, según la clasificación de Brabant. Por contra, en los
molares el desgaste es horizontal y sólo ha
afectado a las cúspides. El grado de abrasión
es distinto según el molar de que se trate;
así los molares primero y segundo presenta
un grado 2, mientras que en el tercer molar
la atricción se incluye en un primer grado.
En la mandíbula, sigue sorprendiendo la
mayor abrasión de los incisivos, caninos y
premolares respecto a los molares. La
abrasión dental en incisivos y caninos es horizontal, por lo que se afecta la superficie
oclusal, en la que se puede ver la dentina
rodeada de una capa de esmalte (grado 3 de
Brabant). En el primer premolar izquierdo
el desgaste crea dos superficies en la cara
oclusal; la anterior es oblicua de dentro afuera, y la lingual al revés; de este modo queda
un vértice de esmalte entre ambas. Esta misma pieza por la cara labial presenta una pérdida de esmalte en forma de «D», de bordes
redondeados y que expone la dentina subyacente; esta pérdida puede ser debida al
desgaste por maloclusión, a un traumatismo
en vida, etc. En los premolares derechos se
mantiene la doble faceta de desgaste, aunque la labial es en este caso horizontal y no
oblicua. La atrÍcción en los molares no es
muy intensa, aunque el tercer molar izquierdo presenta una reducción de las cúspides,
sin exposición de dentina. Así, los
premolares y molares han desarrollado un
grado 2 de abrasión dental, según Brabant.
En el incisivo central izquierdo se aprecia una pérdida de esmalte en la cara mesial
que, si se observa a mayor aumento, revela
unos bordes redondeados. Este hecho permite pensar en una pérdida ante mortem. Al
observar las piezas con lupa se aprecian
fisuras del esmalte tanto en la cara labial
como en la oclusal, en este caso por acción
tafonómica.
Esqueleto postcraneal
De esta parte del esqueleto únicamente
describimos las zonas que tienen cierto interés, bien desde el punto de vista patológico, bien antropológico, por lo que no vamos
Salud, Enfermedad y Muerte en el Pasado
a proceder a un inventario óseo, aunque sí
detallamos todos los datos métricos de que
disponemos.
Columna vertebral
Está incompleta y muy deteriorada. Únicamente se han conservado completamente
el axis, la tercera vértebra cervical y una vértebra lumbar. A pesar del mal estado que presentan se ha identificado el segmento dorsal
y lumbar, aunque muchas vértebras quedan
representadas por pequeños fragmentos de
cuerpo vertebral. Por esto ha sido imposible
individualizar cada una de las mismas con
total seguridad. Los arcos posteriores vertebrales constituyen una mezcla de fragmentos de apófisis espinosas, láminas y carillas
articulares, que impiden su reconocimiento
y una posterior reconstrucción. Del sacro se
conserva la primera vértebra, también incompleta. Altura anterior de L5: 25 mm. Altura
posterior de L5: 19 mm. El índice de
Cunningham en L5: 76 (Cirtorraquia).
Miembros superiores
Clavículas.- Ninguna de las los conserva la epífisis acromioclavicular. Por su cara
inferior, cerca del borde externo, presentan
una fosa ovalada, de fondo rugoso y áspero
de 24 mm de diámetro máximo, en la clavícula derecha y 21 mm en la izquierda. Se
trata de la llamada fosa romboidal formada
en el punto de inserción del ligamento
costoclavicular. Este rasgo se ha relacionado con una gran actividad de los pectorales,
por lo que la mayor rugosidad en la clavícula derecha indica un predominio de la musculatura de este lado. Algunos estudios en
autopsias permiten afirmar que una fosa oval
de este tamaño indica sexo masculino.
Húmeros.- Tanto el húmero derecho
como en el izquierdo aparecen incompletos,
163
con ausencia de la cabeza, que, a pesar de
hallarse entre los restos, no ha permitido la
reconstrucción. Su estado de conservación
no es muy bueno y en la superficie ósea se
aprecian varias zonas erosionadas post
mortem. El índice diafisario revela
euribraquia en ambos brazos.
Radios.- En general están bien conservados, con pequeñas erosiones post mortem
de la cortical y alguna zona con mayor pérdida de masa ósea. Se trata de unos radios
propios de la raza caucasoide y con unas
características intermedias en cuanto a la
morfología de la diáfisis. La cabeza del radio tiene un diámetro mayor a 20 mm, por
lo que probablemente se trata de un individuo varón.
Cúbitos.- En ambos destaca la ausencia
de la epífisis distal, pero su estado de conservación es bueno. Del índice de platolenia
de Vernau se deduce que se trata de cúbitos
medianos (eurolenia).
Miembros inferiores
Coxales.- Están muy fragmentados, aunque una reconstrucción parcial de cada uno
ha puesto de manifiesto una escotadura ciática estrecha, profunda, de ángulo agudo, que
indica sexo masculino.
Fémures.- No se encuentran completos;
así, en el fémur derecho se nota la ausencia
de la cabeza, que forma parte de los restos
remitidos, pero cuyo deterioro no posibilitó
la reconstrucción. Por su parte, el izquierdo
no presenta el cóndilo interno. En cuanto a
su aspecto, el fémur derecho presenta un índice pilástrico medio, mientras que en el izquierdo la pilastra es nula. Por otra parte, el
derecho es redondeado bajo los trocánteres,
según indica la eurimeria, y el fémur izquierdo es más bien aplanado de delante atrás
(platimeria), tal como se deduce del índice
mérico.
164
Negre, Fellcht, Pucha/t, Castelld y Villa/aín
Tibias.- Están bien conservadas, aunque
la tibia derecha ha perdido el maleolo interno. El índice cnémico revela que se trata de
tibias no aplanadas (euricnemia).
Determinación de la edad
El cálculo de la edad aproximada ha sido
senci 110, puesto que presenta los terceros
molares, y la sutura esfenobasilar aparece
cerrada, lo que nos indica que estamos ante
un adulto. Las suturas craneales permanecen permeables, pero este dato no debe tenerse muy en cuenta dadas las controversias
en cuanto a su validez.
Testut señala que la mOlfología de la cara
estemal de la clavícula se va aplanando con
la edad a partir de los 20-22 años. Sappey
añade que ésta va tomando un aspecto más
uniforme. En el caso que nos ocupa la superficie aparece lisa y uniforme, aunque no
es completamente plana.
En los cuerpos vertebrales, a pesar del
deterioro al que nos hemos referido en la
descripción, no se aprecian estriaciones en
la meseta, sino que éstas han desaparecido y
la epífisis anular está íntimamente adherida
al cuerpo. Estas características corresponden
a una vértebra de 25-35 años.
Por último, la ausencia de signos
degenerati vos articulares apoya los datos
señalados hasta el momento, es decir, que
se trata de un adulto joven.
Determinación del sexo
Para determinar el sexo nos hemos basado en las características macroscópicas diferenciales. Aunque se detectaron rasgos femeninos, el estudio del esqueleto en conjunto
indicó que se trataba de un varón: robustez
general, arcos supraciliares marcados, mandíbula cuadrada con ángulos goniacos pro-
minentes, y, sobre todo, la escotadura ciática estrecha y profunda.
Los datos referidos anteriormente (diámetro de la cabeza del radio mayor de 20
mm y presencia de la fosa oval en la clavícula) apoyan lo dicho.
Determinación de la talla
La estatura se ha calculado a partir de la
longitud de huesos largos. Antes de entrar
en los resultados hemos de hacer unas consideraciones. En primer lugar conviene señalar que, a pesar del gran número de piezas
conservadas, no se ha podido determinar la
estatura según el método anatómico, puesto
que no se dispone de todas las vértebras; esto
obliga al manejo de tablas, con el error consecuente. En segundo término indicaremos
que los fémures tampoco se han empleado,
puesto que están incompletos. Otros huesos
largos también presentan pérdidas de sustancia ósea que afectan a los extremos
epifisarios, por lo que finalmente la talla se
calculó a partir de la longitud de la tibia (398
mm) y el radio (260 mm) izquierdos, con
las tablas de Trotter y Gleser. Una última
observación se refiere al hecho de que la
curvatura de la tibia condiciona que el valor
obtenido sea relativo.
Hechos estos comentarios, sólo queda
indicar que, aplicando las tablas de Trotter
y Gleser para varones blancos americanos y
con un radio de 260 mm, la talla calculada
es de 177-178 cm; y que con la misma tabla,
para una tibia de 398 mm, se establece una
talla de 179 cm.
Descripción de la patología
Cráneo
En el neurocráneo no se aprecian signos de
patología, sin embargo, en el esplacnocráneo
Salud, E/{lennedad y Muer/e en el Pasado
165
Figura 2. Cuerpo vertebral, probablemente D8.
se observa una ligera desviación de la raíz
del tabique nasal hacia la izquierda, lo que
condiciona una asimetría de las fosas
nasales.
Por lo demás no se observan alteraciones significativas, salvo el acusado desgaste dental, que ya se ha comentado y cuyo
origen no se puede afirmar que sea patológico.
Esqueleto postcraneal
Columna vertebral
Al observar las vértebras cervicales, en
concreto el axis y la tercera vértebra por la
cara dorsal, destaca la asimetría de la apófisis espinosa. Dicha apófisis presenta a distinta altura cada uno de sus tubérculos. El
lado derecho aparece en un nivel inferior.
Este hallazgo también se ha objetivado en
un pequeño fragmento de apófisis espinosa
cervical que está aislado.
Estos datos indican un distinto desarrollo
de la musculatura profunda cervical a un lado
y a otro del cuello. En concreto, existe una
asimetría en las zonas de inserción de los siguientes músculos: interespinoso, multífido,
semiespinosos del cuello y rotadores largo y
corto del cuello. Puede que el recto posterior
mayor de la cabeza y el oblicuo mayor, también estuvieran implicados en el distinto desarrollo de las láminas y de los tubérculos de
las apófisis espinosas, aunque sólo a nivel
de la tercera vértebra cervical, pues se insertan únicamente en ésta. El esplenio de la cabeza, que es uno de los músculos profundos
del dorso, con inserción en las apófisis espinosas cervicales, también pueden haber contribuido a la anomalía descrita.
En la columna dorsal una vértebra media, probablemente D8, presenta una depresión canalicular en la cara inferior del cuerpo, que parte del centro y se dirige hacia el
canal medular. Este canalículo rompe la continuidad del anillo en el centro del borde
posterior (Figura 2). Al observar la vértebra
a mayor aumento se aprecian unos bordes
redondeados, una trabeculación más fina y
más oscura en el fondo del canal, y unas
trabéculas pulidas en la pared posterior del
cuerpo vertebral, en la zona donde desemboca. Aunque podría tratarse de un proceso
tafonómico, las características antes mencionadas orientan más bien a una pequeña hernia discal.
166
Negre, Feuchf, Pucha/f, Casfellil y Villa/aíl1
Por otra parte, de todos los restos vertebrales destaca la quinta vértebra lumbar. En
primer lugar por la escasa altura de su cuerpo (25 mm en la cara anterior y 19 mm en la
posterior). También nos llamó la atención la
presencia de dos zonas desestructuradas, una
en la cara superior y otra en la inferior. El
borde anterior de la cara superior adquiere
un contorno ondulado, con finas crestas redondeadas, en dicha zona. Al mirar con la
lupa binocular la lesión de la cara inferior se
aprecia la superficie irregular, con depresiones y crestas de bordes redondeados. Además en esta vértebra se observa una rotación del segmento inferior hacia la izquierda (Figura 3).
Aparte de estas lesiones, en la carilla articular superior derecha se aprecia una fisura lineal, oblicua de fuera a dentro y de abajo arriba, que llega hasta el centro. La cara
articular adopta una forma cuadrangular,
cuyo borde inferior presenta una superficie
desestructurada con crestas redondeadas, que
representan un proceso de regeneración ósea,
también observable en la parte inferior-externa. Este borde inferior, que se presenta
con una ligera curvatura de concavidad inferior, contacta con el borde superior de la
apófisis articular superior derecha del sacro,
constituyendo una pseudoartrosis (Figura 4).
Hay que añadir la existencia de una solución de continuidad en el arco posterior
de la quinta vértebra lumbar. En ella se observa la ausencia de la lámina derecha y de
las apófisis espinosa y costiformes, sin embargo, la lámina izquierda está respetada,
pero alterada. El hecho de que ésta presente un borde libre redondeado, con hueso en
proceso de regeneración, de aspecto
macroscópico similar al descrito al hablar
de la carilla articular derecha, permite afirmar que la quinta vértebra lumbar sufrió
una espondilolisis unilateral. Otra posibilidad sería que se tratara de una malformación del arco posterior neural, aunque, de
admitirse esta hipótesis, no se explicaría el
carácter unilateral ni tampoco la reacción
ósea que se observa. Todas las alteraciones
descritas podrían estar indicando igualmente un defecto de fusión de los arcos, aunque no parece muy probable dada la morfología.
. La rotación y acuñamiento lateral del
cuerpo (la altura del cuerpo por delante de
la apófisis costiforme en el lado izquierdo
es de 22 mm, mientras que en el derecho es
Figura 3. Quinta vértebra lumbar con rotación del segmento inferior.
Salud, Enfermedad y Muerte en el Pasado
167
Figura 4. Pseudoartrosis en el borde inferior del cuerpo vertebral.
de 26 mm) están indicando que el individuo
padecía una escoliosis, aunque el mal estado en que se hallan las vértebras adyacentes
no permite ni descartar ni confirmar dicho
proceso.
Miembros superiores
En el cúbito izquierdo, en el tercio distal,
por encima del borde libre de la fractura post
mortem, se aprecia un engrosamiento más o
menos homogéneo que incluye prácticamente toda la circunferencia de la diáfisis. Este
hallazgo sugiere que el individuo padeció
una antigua fractura, cuyo proceso de cicatrización ha dejado como señal esta pequeña deformidad. Tanto este cúbito como el
contralateral presentan una exageración de
las curvaturas fisiológicas.
Miembros inferiores
De todos los hallazgos patológicos los
más llamativos se dan en los miembros inferiores, que aparecen claramente deformes. En ambos fémures se observa una curvatura de convexidad anterior, apreciable
en el plano sagital. La distancia desde el
punto más profundo de la curva al plano
que pasa por la cara posterior de los
cóndilos y de los trocánteres es de unos 30
mm. Se detecta además el llamado genu
valgUln, también bilateral. Esta deformidad
consiste en una angulación interna de la
rodilla, que desplaza hacia afuera el eje
longitudinal de la tibia y el fémur. El valgo
que presenta es de 16 grados. También es
bilateral la especial morfología de las tibias; mientras el extremo proximal aparece en rotación externa, la porción distal lo
hace en rotación interna para compensar el
desplazamiento de los ejes. En la Figura 5
se puede ver la diferencia entre la tibia derecha del esqueleto estudiado y una
homóloga normal.
Aparte de las curvaturas, en las tibias se
observan otras alteraciones: una reacción
perióstica laminar, en la cara interna
diafisaria, compatible con una periostitis; y
una pequeña excrecencia ósea, de eje mayor longitudinal, que sigue la línea de inserción del músculo sóleo. Se trata de una calcificación de dicho músculo, o bien del tendón del flexor largo de los dedos.
168
Negre, Fellchl, Puchall, Caslellil y Villalaín
Figura 5. Diferencia entre la tibia derecha de un individuo normal (izquierda) y el esqueleto estudiado (derecha)
Estudio radiográfico
Los signos radiográficos a tener en
cuenta son los siguientes: en primer lugar,
la especial estructura de las trabéculas
óseas, que adoptan una morfología de red
cuadrangular propia de los huesos con alteración del metabolismo óseo, con pérdida de masa mineralizada (por deficiente
formación o por mayor resorción). Esta
disposición trabecular es mucho más evidente en la epífisis y metáfisis proximal
de la tibia. En segundo término conviene
señalar la presencia de una pequeña zona
trabecular en el cúbito izquierdo, que coincide con el engrosamiento del hueso
apreciable macroscópicamente. Desde esta
zona parte una línea de mayor densidad
radiográfica, paralela al endostio y separada de éste unos tres milímetros, que asciende hasta aproximadamente la mitad del
cúbito. Una formación similar, pero menos definida, puede apreciarse en el cúbito
derecho. Otro dato radiográfico interesante
está constituido por una zona de hueso
trabecular, de proliferación, localizada en
la tibia izquierda.
Es interesante señalar que se detecta parte de las líneas metafisarias, como áreas
hiperdensas, tanto en las zonas proximales
como en las distales de los huesos largos.
Este hallazgo indica que la edad del individuo en el momento de la muerte no era muy
avanzada, es decir, se trataría, como se ha
dicho anteriormente, de un adulto joven.
Por último, al observar las radiografías
sorprende la aparición de múltiples líneas
hiperdensas perpendiculares a la cortical, horizontales y, algunas, simétricas. Se localizan
mayoritariamente en diáfisis y metáfisis de
huesos largos, sobre todo en tibias y fémures,
aunque también aparecen en los cúbitos. Se
tl:ata de zonas de osteocondensación, cuyo significado resulta muy discutido. Primero, el
hecho de que se den en huesos patológicos
hace pensar en pseudofracturas, o quizás fracturas de estrés. Segundo, también podrían relacionarse, en concreto aquéllas que se localizan en el límite diafisario, con las llamadas
líneas de Harris o de detención del crecintientoo Pero, dadas las características del individuo y que no se ha observado hipoplasia del
esmalte, frecuentemente asociada a la presencia de líneas de Harris, pensamos que no se
trata de estas líneas. Y tercero, simplemente
pueden indicar períodos de déficit
nutricionales. Lo cierto es que constituye un
hallazgo de difícil valoración, puesto que se
estudian huesos que han estado sometidos
durante un largo período a las influencias del
medio, que siempre pueden crear artificios y
desorientar.
Salud, Enfermedad y Muerte en el Pasado
Discusión de los hallazgos
En cuanto a los hallazgos en el aparato
masticador, resulta interesante comentar el
posible origen de la atrición dental, dadas las
peculiaridades del mismo. Puesto que los
molares no están excesivamente afectados,
no se ha relacionado con la dieta, sino que se
ha pensado en una posible etiología profesional o en un proceso patológico. Los datos
arqueológicos únicamente han aportado que
la población a la que pertenecía el individuo
era principalmente agrícola y ganadera, por
lo que no es posible confirmar ni descartar
el origen profesional. La mal oclusión dental, así como sujetar continuamente con los
dientes objetos extraños, como pipas, etc.,
podría ocasionar este peculiar desgaste. Por
otra parte, el bruxismo, parasomnia o trastorno del sueño consistente en un rechinar
de dientes, también se ha señalado como causa de erosión dental similar a la descrita.
Finalmente se llegó a la conclusión de que
el individuo, cuyos restos se han estudiado,
presentó en vida una alteración metabólica
ósea, con pérdida de masa mineralizada.
Entre estas enfermedades se encuentran el
raquitismo y la osteomalacia, la osteítis
fibrosa quística del hiperparatiroidismo y la
osteoporosis. La osteítis fibrosa quística se
eliminó como hipótesis, pues no aparecen
alteraciones típicas como la formación de
tumores pardos, ni imágenes craneales que
permitan su diagnóstico. La dificultad estaba en establecer el diagnóstico diferencial
entre osteoporosis y osteomalacia, pues ambos procesos aparecen en adultos, cursan con
fracturas y se manifiestan del mismo modo
radiográficamente.
El genu valgwn y las deformidades de la
tibia, bilaterales, orientan a un raquitismo/
osteomalacia. Se trata de una osteomalacia
muy evolucionada, puesto que el grado de
deformidad es apreciable.
169
En el contexto de una enfermedad ósea
generalizada desmineralizante, no es infrecuente la aparición de escoliosis, ni de
espondi lolisis-espondilolistesis. En este último caso creemos que el mecanismo de producción ha sido una pérdida de altura del
cuerpo vertebral de la quinta lumbar, con lo
cual la cara articular inferior de la cuarta
vértebra lumbar y la apófisis articular superior del sacro formarían una pinza, sobre todo
en el lado derecho, que presionaría el istmo
de la quinta vértebra lumbar, que cedería a
las fuerzas excesivas que se transmiten por
la columna. A pesar de lo dicho, no se puede olvidar el mecanismo traumático, el más
frecuente, al realizar movimientos repetidos
de flexo-extensión dorso-lumbar para levantar cosas. De este modo puede romperse tempranamente el arco posterior.
Para finalizar, simplemente apuntar posibles etiologías de este trastorno, teniendo
en cuenta las lesiones halladas.
Déficit nutriciona!
Puede ser por insuficiente aporte de
esterolliposoluble en la dieta, por poca activación por inadecuada exposición solar, o
por no absorberse en el tracto digestivo. Se
ha demostrado que la excesiva ingesta de cereales no refinados, espinacas y otros puede
originar un trastorno de este tipo.
Alteraciones tubulares renales
Existen varias tubulopatías que interfieren en el normal metabolismo fosfo-cálcico, con la consiguiente repercusión en el
esqueleto.
OsteodistroJia renal
La alteración en valgo y la pequeña calcificación de la inserción muscular, anóma-
l70
Negre, Feucht, Pucha!t, Castelló y Villalaín
la para la edad estimada, orientan a un trastorno renal, que, como la mayoría de diagnósticos, en Paleopatología no podrá ser confirmado. La bibliografía médica consultada
recoge que cierto tipo de tubulopatías cursa
con mayor frecuencia con deformidades en
valgo de las piernas y con entesopatías y calcificaciones ectópicas, aunque suelen manifestarse en la infancia. Todo esto son apuntes etiológicos que no pretenden más que eso,
apuntar y establecer relaciones, y no sentar
diagnósticos ciertos, porque en Paleopatología, donde es muy rara la existencia de una
historia clínica de los restos, es poco menos
que imposible llegar a establecer un diagnóstico de certeza.
Epílogo
Tras la exposición en el Congreso hubo
cierto debate que creemos resulta interesante añadir al texto. El profesor Campillo discrepa en cuanto al origen de la asimetría de
los tubérculos de las apófisis espinosas. En
su opinión se trata de un hallazgo completamente normal, siendo precisamente la simetría un signo patológico. Dado que nuestra
casuística personal dista muchísimo de la del
profesor Campillo, no podemos sino justificar el que se le diera tanta importancia a este
hallazgo. Llevados por cierto entusiasmo, al
ver la asimetría de las cervicales junto a la
fosa oval de la claVÍCula, pensamos que el
desarrollo muscular cervical habría sido
importante, hecho que creímos interesante
plasmar en el estudio.
Se apuntaron otras etiologías del cuadro. El profesor Tamarit señaló si se había
pensado en un Cushing o en una acromegalia. Esta última se descartó, entre otras,
por el hecho de que los restos, de gran tamaño, eran proporcionados, mientras que
en la acromegalia las partes óseas crecen
más en unas zonas que en otras, siendo al-
gunas de las más afectadas la mandíbula,
los arcos supraciliares (como bien señaló
en aquel momento el profesor Campillo) y
los dedos. De este modo el esqueleto adopta una apariencia extraña y desproporcionada. En cuanto al Cushing, si bien es
cierto que a veces puede manifestarse con
una osteoporosis intensa, colapso de cuerpos vertebrales y fracturas patológicas, no
creemos que sea posible afirmar, con los
datos disponibles, que se trata de un síndrome de Cushing, en especial si nos atenemos a las deformidades de los miembros
inferiores.
Por último, se señaló acerca de dichas
deformidades que el origen podría residir
simplemente en una alteración coxal. Precisamente, como se ha descrito en el apartado correspondiente, no disponemos de
toda la pelvis. La cavidad glenoidea para la
cabeza femoral presenta varias pérdidas de
masa ósea, por lo que no es posible un estudio más detallado. Sin embargo, debemos
señalar que no creemos que el origen de la
deformidad se deba a una lesión pélvica. El
conjunto de alteraciones halladas en este
esqueleto nos hace pensar en una patología
general ósea más que en afectaciones aisladas. De todos modos, tal como se ha dicho en las conclusiones, establecer con certeza un diagnóstico etiológico, con los medios de que disponemos, resulta prácticamente imposible.
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