EL NOVECENTISMO En la llamada Generación de 1914 dominan unas nuevas orientaciones ideológicas y estéticas que ya no son las del noventaichismo o los del `98, pero que tampoco son la ruptura de las vanguardias. Eugenio Dórs acuñó el termino novecentismo para englobar a ensayistas como Ortega y Gasset, o novelistas como Gabriel Miró y Ramón Pérez de Ayala, aceptando el termino novecentismo, Díaz Plaja delimita su contenido por medio de dos negaciones: lo que ya no es ni Modernismo ni noventaiochismo, y lo que todavía no es el vanguardismo que desemboca en la llamada Generación del ´27. Visto así, el novecentismo se gestaría en la 1ª década del siglo, alcanzaría su máxima afirmación en la vida cultural hacia 1914 y conviviría con las literaturas de vanguardia en los años veinte. Su ocaso ideológico y estético llegaría con la politización de la literatura y de las artes, a partir de 1930. EN lo cultural el novecentismo supone la aparición de un nuevo tipo de intelectual. Frente a la bohemia modernista, se hace gala de la pulcritud, palabra clave del momento. Al autodidactismo de los noventayochistas, se opone ahora una sólida preparación universitaria, frecuentemente ampliada en el extranjero. De ahí que el nuevo intelectual se proponga un examen disciplinado y sereno de los problemas, con pretensiones de objetividad o al menos con cierto distanciamiento. El irracionalismo y la angustia de los noventayochistas es sustituido por una voluntad de claridad racionalista. Igualmente, frente al casticismo precedente, los novecentistas se definen por su europeísmo, atendiendo a lo universal y resistiéndose a encerrarse en lo nacional; en relación con ello hay que ver la preferencia por lo humano frente a lo rural. En lo estético, los novecentistas presentan una serie de orientaciones comunes que son entre otras las siguientes: • Huida del sentimentalismo y en consecuencia abandono de la dicción interjeccional, del tono apasionado y vehemente cuyo prototipo seria el estilo de Hunamuno.Por eso se habla de pulcritud, distanciamiento y equilibrio. • Se crea bajo un imperativo de selección que produce en general una literatura para minorías. A la vez es característico el intelectualismo producto de la preocupación por evitar lo sentimental. Todo conduce hacia el ideal de un "arte puro" que se proponga un nuevo placer estético. • En el terreno de las formas, lo fundamental la preocupación por el lenguaje. Hay en el novecentismo un cuidado del estilo cuyo concepto clave seria tensión: el escritor huye de lo fácil y desmañado; es sintomático el cultivo del poema en prosa. En suma, la estética novecentista está presidida por una obsesión constante de la obra bien hecha, bien meditada. Ensayo en la generación de 1914. El núcleo de la generación del ´14 estaba formado por críticos, historiadores, eruditos, filósofos, profesores, estc. aunque en esta generación novecentista incluimos hoy a cultivadores de otros géneros. Es notable el lugar que en ella ocupan los ensayistas, citaremos a los mas destacados para luego detenernos en la figura de Ortega y Gasset. • E. Dòrs ejerció un papel definido y en cierto modo rector: junto a Ortega es el gran animador de las novedades intelectuales y estéticas. Lo más característico de su obra son sus comentarios breves, recogidos en los varios tomos de su Glosario. • Gregorio Marañon que además de medico eminente fue un humanista profundo. • Manuel Azaña figura política de aquel momento. • Americo Castro 1 • Claudio Sanchez Albornoz. etc. • J. Ortega y Gasset. Generación de Ortega se ha llamado alguna vez a la generación novecentista: ello indica el puesto central que ocupa el autor. A la vez es la máxima figura de la filosofía española contemporánea y un espectador agudo de la vida, las artes y la cultura. Literariamente nos interesa por su estilo claro, elegante en el que la metáfora y los símiles son manejados magistralmente para hacer practica la idea , su pensamiento se sitúa en una encrucijada entre el racionalismo y el vitalismo, y opuesto al irracionalismo imperante se centra en la vida humana y el sus meditaciones acerca del hombre y su entorno ( yo soy yo y mi circunstancia) le conducen a un interés creciente por la historia. En su abundante producción periodística y ensayista destaca los ocho volúmenes El espectador que recogen ensayos escritos entre 1916 y 1934. Otros títulos son: La deshumanización del arte e Ideas sobre la novela. de 1925. La novela novecentista. Conviven en la época distintas tendencias que pueden repartirse en dos líneas: de una parte los novelistas que continúan modos narrativos de etapa anteriores; de otra diversos intentos de renovación, algunos de los cuales enlazaron con las vanguardias. Entre los autores que en grado mayor o menor suponen una renovación de la novela se hayan Gabriel Miró y Ramón Perez de Ayala, unidos por la superación de los patrones narrativos y estilísticos del realismo, aunque esa superación se realice por diversos caminos: lirismo, ironía y humor, intelectualismo o deshumanización. Gabriel Miró destaca sobre todo por su asombrosa capacidad de captar sensaciones: luz y color, sonidos, aromas, sabores, llenan sus paginas de una riqueza pocas veces igualada. Esto y su potente sentido lírico justifica la expresión Gran poeta en prosa con que se le definió. Si su arte presenta vinculaciones con la prosa modernista y algún contacto con el 98 y especialmente con Azorín, su obra bien hecha así como algunos de los rasgos de su narrativa lo emparientan con los novecentistas. En sus novelas la acción deja de ser el elemento fundamental de su obra y pasa a ser un simple soporte para sus espléndidas descripciones y sus deslumbrantes prodigios verbales. Sus dos obras maestras son: Nuestro padre San Daniel 1921 y El obispo leproso 1926. Entre sus libros de relatos breves destacan lo que protagoniza el personaje Sigúenza alter ego del autor quien evoca sucesos, personajes o ambientes, así es en El libro de Sigúenza 1927 o en Años y leguas 1928. R. Perez de Ayala. Se inicio en las letras con un libro de versos dentro de un intimismo modernista pero este y otros poemarios posteriores no constituyen el cimiento de su fama. Como novelista su trayectoria va d un relato autobiográfico de filiación noventayochista a una novela intelectual aunque con las tendencias novecentistas. Siguiendo indicaciones del autor, el profesor Andrés Amarós divide esa trayectoria en tres etapas: • 1907−1913 P. de Ayala publica varias novelas unidas por la figura del protagonista Alberto Diaz de Guzman, Tinieblas en la cumbre 1907, A.M.D.G. 1910 despiadada sátira del colegio en que se educó s y sus dos obras maestras La pata de la raposa 1912 y Troteras y danzaderas 1913. • En 1916 publica en un volumen tres relatos a los que llama novelas poemáticas de la vida española y que constituyen su 2ª etapa o momento de transición. • En 1921 se inicia su ultima etapa. La acción se hace aun más leve y sirve de pretexto para los personajes que encarnan ideas y actitudes vitales o para exaltar disquisiciones sobre estética, moral, psicología, política, etc. la novela se aproxima por tanto al ensayo, así en Belarmino y Apolonio 1921 2 y Luna de miel 1921. Tigre Juan y el Curandero de su honra son un mismo relato sobre el amor, el honor y donjuanismo. Las inquietudes formales del momento explican algunas audacias constructivas: Así en esta ultima novela al separarse los protagonistas el relato se bifurca en dos columnas independientes en la pagina durante una parte de la obra. El estilo del autor es denso con una difícil mezcla de ironía y gravedad así, como de palabras populares y cultas. P. de Ayala lucha por conseguir una precisa transcripción de su pensamiento, se sus paradojas, de su interioridad. 4 1 3