Juventud divino tesoro que dicen algunos, juventud inquietud inquietante, y valga la redundancia. Pienso en comerme el mundo, no creas, al menos cinco veces a la hora; será que andaba acertado Gil de Biedma y aún no me he dado cuenta de que el mundo, la vida, van en serio. Pues sí, quizá sea eso; o quizá sea que lo intuyo y no quiero dejar que sea el mundo el que me coma. Hace tiempo que dejé atrás el bullir de las hormonas; bueno, tampoco tanto, ya sabemos que todo es relativo, aunque sólo hasta cierto punto. Supongo que es bastante para mis años y, a penas, nada para el que me triplica la edad. El caso es que he dejado atrás el miedo adolescente y gran parte de las inseguridades, he encontrado causas para la rebeldía y es por eso que estoy aquí. Me preguntas por mis referentes, te respondo aunque sé que no te va a gustar; me preguntas que por qué he venido, te digo que no por gusto. Me pides el nombre, apellido, D.N.I., número de teléfono, dirección, correo electrónico y hasta el número de la seguridad social. Credenciales de estudios, experiencia laboral, me preguntas por mis padres, te digo que están bien, no sabía que los conocieras, me respondes que no, que no los conoces. Un chaval llama a la puerta, te trae un fajo de billetes de cincuenta, le devuelves un par y te sientas tranquila en tu mesa. Enfermedades, alergias, alguna operación, grupo sanguíneo... continúa el interrogatorio. Me pides que me desnude, tienes que ojear la mercancía. Me quito el vestido, el sujetador, las bragas y ando de un lado a otro, doy media vuelta, vuelta entera y me vuelvo a vestir. En cuanto encontremos algo te llamo, pero olvídate de tu vida, te necesitaremos a tiempo completo, cotizarás a la seguridad social sin prestaciones, nada de vacaciones, tiempo libre y pago en bonos de la E.T.T., tienes un supermercado al fondo con todo lo que necesites, pero nada de dejar fiado, si quieres abre un crédito, 15% de interés Autor: Nagore Ares Amaya http://suenosdeuncielorojo.blogspot.com/