Diapositiva 1 - IES 8 de Marzo

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Heracles, es el héroe más célebre
y popular de toda la mitología
clásica. Las leyendas en las
cuales figura constituyen un ciclo
completo, en constante evolución
desde la época prehelénica hasta
el fin de la Antigüedad. Por eso
resulta difícil exponer los
diferentes episodios siguiendo un
orden racional.
Heracles es hijo de Alcmena y
Anfitrión, pero su verdadero padre es,
en realidad, Zeus, quien,
aprovechándose de la ausencia de
Anfitrión, que había salido para una
expedición contra los telebeos, tomó su
forma y aspecto para engañar a
Alcmena y engendró al héroe en el
curso de una larga noche, prolongada
por orden suya. Cuando a la mañana
siguiente regresó Anfitrión, se dio a
conocer y engendró un segundo hijo,
Ificles, hermano gemelo de Heracles y
sólo una noche más joven que él. El
célebre héroe recibe en un principio el
nombre de Alcides, por su abuelo
Alceo, pero recibe el nombre de
Heracles por la mala fama que su
nacimiento le supuso a Hera, pues Zeus
le fue infiel con Alcmena.
Anfitrión
Zeus intenta seducir a Alcmena
Antes de que naciera
Heracles, empezó a
manifestarse la cólera de
Hera, celosa de Alcmena.
Zeus afirmó,
imprudentemente, que el
niño que naciera del linaje
de Perseo reinaría en
Argos. Inmediatamente
Hera retrasó el parto de
Heracles (permaneció diez
meses en el seno de su
madre), y adelantó, en
cambio, el de su primo
Euristeo (hijo de Esténelo),
haciendo así que fuese rey
en lugar de Heracles.
Nacimiento de Heracles
Una versión del origen de la Vía Láctea es que Zeus engañó a Hera
para que amamantase al infante Heracles. Al descubrir quién era, lo
apartó de su pecho y un chorro de su leche formó la mancha que
cruza el cielo y que puede verse en él desde entonces.
Cuando Heracles tuvo ocho meses, Hera intentó matarlo. Un
atardecer, Alcmena había acostado a los dos gemelos, Heracles
e Ificles, en su cuna, y se había dormido. Hacia medianoche, la
diosa introdujo en la habitación dos enormes serpientes, que se
enroscaron en el cuerpo de los niños. Ificles se puso a llorar,
pero Heracles, intrépido, agarró los reptiles por la garganta, uno
en cada mano, y los ahogó. Anfitrión acudió, espada en mano, a
los gritos de Ificles, pero no tuvo necesidad de intervenir. Se
dio cuenta perfectamente de que Heracles era hijo de un dios.
Heracles creció sano y fuerte. Su primer maestro fue el músico
Lino, el cual le enseñó los conocimientos de las letras y de la
música. Seguía sus lecciones junto a Ificles; pero mientras éste
se mostraba un alumno dócil y aplicado, Heracles era muy
indisciplinado, por lo cual Lino debía reprenderlo, e incluso un
día trató de castigarlo. Pero Heracles, en vez de ceder, montó en
cólera y, agarrando una lira, dio con ella un golpe tan fuerte a su
maestro que le causó la muerte. Heracles hubo de comparecer
ante un tribunal, acusado de asesinato. Pero se salió del apuro
citando una sentencia de Radamantis, según la cual existía el
derecho de matar al adversario en caso de legítima defensa. Fue,
pues, absuelto. Pero Anfitrión, inquieto y temiendo que su hijo
adoptivo fuese presa de nuevos accesos de cólera se apresuró a
enviarlo al campo, y lo puso al frente de sus rebaños. Allí un
boyero escita llamado Téutaro continuó su educación,
adiestrándolo en el arte de manejar el arco.
A los 18 años realizó su primera hazaña al matar el león de Citerón, el cual
producía verdaderas devastaciones en los rebaños de Anfitrión y del rey
Tespio (que reinaba en un país vecino de Tebas). Tardó cincuenta días en
dar muerte al león, pero durante este tiempo se instaló en casa del rey
Tespio, quien deseaba tener nietos que fuesen hijos de héroes. Heracles
pasaba el día entero cazando y por la noche el rey, que tenía cincuenta
hijas, se las arreglaba para introducir cada noche a una hija suya en la cama
de Heracles. De este modo tuvo cincuenta hijos, los Tespíadas. Cuando
regresaba de su cacería se encontró con los emisarios del rey minio Ergino
de Orcómeno, que había derrotado años atrás a los tebanos y les había
impuesto un pesado tributo que debían pagar cada año. Heracles los atacó,
les cortó la nariz y las orejas y las ató a sus cuellos, enviándolos de regreso
con el mensaje de que ése era todo el tributo que iba a recibir. El rey
tebano Creonte le recompensó dándole en matrimonio a su hija, la princesa
Mégara, cuya hermana menor, Pirra, se casó con Ificles, hermano del
héroe. Heracles tuvo con Mégara varios hijos.
En un ataque de locura provocado por Hera, Heracles mató a sus
propios hijos, a Mégara (su esposa) y a dos de sus sobrinos con sus
propias manos. En penitencia por esta execrable acción, la sibila délfica
le dijo que tenía que llevar a cabo diez trabajos que dispusiera Euristeo,
el hombre que había usurpado su legítimo derecho a la corona y a quien
más odiaba. Heracles llevó a cabo todos ellos con éxito, pero Hera le
dijo a Euristeo que estimase que en dos de los trabajos había fallado,
pues había recibido ayuda, por lo que ordenó dos más, que Heracles
también completó, haciendo un total de doce.
El orden de los trabajos es:
1. Matar al león de Nemea.
2. Matar a la hidra del lago de Lerna.
3. Alcanzar a la cierva de Cerinia.
4. Capturar al jabalí de Erimanto.
5. Limpiar los establos de Augias.
6. Acabar con los pájaros del lago Estínfalo.
7. Domar al toro salvaje de Creta.
8. Robar las yeguas del rey Diomedes de Tracia.
9. Vencer a las amazonas y tomar el cinturón de Hipólita.
10. Matar a Gerión y robarle sus rebaños.
11. Robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides.
12. Ir a buscar a Cerbero, a los infiernos, y llevarlo a Euristeo.
El león de Nemea
El primero de los doce trabajos de Heracles fue matar al león de Nemea y
despojarle de su piel. Cuando Heracles se enfrentó a él por primera vez, usó su
arco y sus flechas, un garrote hecho de un olivo (que él mismo había arrancado
de la tierra) y una espada de bronce, pero todas las armas resultaron inútiles. La
morada del animal tenía dos entradas: Heracles lo azuzó hasta que el animal
penetró en ella, taponó una de las entradas y acorralándolo por la otra lo atrapó
y estranguló metiéndole un brazo por la garganta hasta asfixiarle. Heracles llevó
el cuerpo del león a Micenas para que lo viera el rey Euristeo, quien elegía qué
tareas debía cumplir el héroe en el camino de los doce trabajos. Pero éste se
asustó tanto que prohibió a Heracles volver a entrar a la ciudad, y le ordenó que
de ahí en adelante le mostrase el fruto de sus trabajos desde fuera. Euristeo
mandó a sus herreros que le forjase una tinaja de bronce que escondió bajo
tierra, y en la que se refugiaba cada vez que se anunciaba a Heracles,
comunicándole sus instrucciones a través de un heraldo. Heracles empleó horas
intentando desollar al león sin éxito. Por fin Atenea, disfrazada de vieja bruja,
ayudó a Heracles a advertir que las mejores herramientas para cortar la piel eran
las propias garras del león. De esta forma, con una pequeña intervención divina,
consiguió la piel del león, que desde entonces vistió a modo de armadura.
La hidra de Lerna
Tras llegar a la ciénaga cercana al lago Lerna, Heracles cubrió su boca y
nariz con una tela para protegerse de su aliento venenoso y disparó
flechas en llamas a su refugio (la fuente de Amimone) para obligarle a
salir. Entonces se enfrentó a ella con una hoz. Tras cortar cada una de sus
cabezas Heracles descubrió que le crecían dos nuevas cabezas. Heracles
pidió ayuda a su sobrino Yolao. Éste tuvo la idea de usar una tea ardiendo
para quemar el muñón del cuello tras cada decapitación. Heracles cortó
todas las cabezas y Yolao quemó los cuellos abiertos, matando así a la
Hidra. Heracles tomó entonces su única cabeza inmortal y la enterró bajo
una gran roca en el camino sagrado entre Lerna y Eleia, mojando sus
flechas en la sangre venenosa de la Hidra y completando así su segundo
trabajo. En su lucha contra Heracles, Hera envió a la hidra un aliado en
forma de cangrejo gigante que mordió al héroe en el talón; pero éste lo
aplastó. Cuando Euristeo, el rey que asignaba los trabajos a Heracles,
supo que había sido su sobrino quien le había dado la antorcha, declaró
que no había completado el trabajo solo y por tanto no contaba para el
total de diez labores que se le habían asignado.
La cierva de Cerinia
Heracles debía capturar a la cierva
para llevarla viva a Micenas y
entregarla a Euristeo. La cierva de
Cerinia, tenía pezuñas de bronce y
cornamenta de oro, estaba
consagrada a Ártemis ya que era
una de las cinco ciervas que la
diosa había intentado capturar para
engancharlas a su carro y había
sido la única que había logrado
escapar. Pero la cierva era muy
veloz y no le fue fácil atraparla,
por lo que la persiguió día y noche
sin descanso hasta el país de los
Hiperbóreos. Allí la capturó
mientras ésta tomaba agua y la
llevó a Euristeo. Heracles tardó
doce meses en capturarla.
El jabalí de Erimanto
En el camino hacia Erimanto, Heracles hizo una parada para visitar a su
amigo el centauro Fofo, quien en memoria de tiempos lejanos compartió
con él su comida y su vino. Pero los otros centauros, al oler el vino que
estaba especialmente reservado para ellos se enfurecieron de tal manera
que atacaron a Heracles, quien primero los rechazó y luego con sus
flechas envenenadas mató a varios de ellos mientras los demás se
retiraban. Mientras Heracles enterraba a sus víctimas, su amigo Fofo
sacó una de las flechas de Heracles y la examinó asombrado de que algo
tan pequeño pudiese dar muerte a criaturas tan formidables, pero con tan
mala suerte que la flecha se le cayó hiriéndolo en un pie y matándolo.
Heracles lo enterró al pie de la montaña que tomó su nombre.
Retomando el trabajo que tenía que finalizar, Heracles encontró al jabalí
y persiguiéndole durante varias horas, lo fue acorralando a una zona
cubierta de nieve donde saltó sobre su lomo atándolo con cadenas.
Después, se lo llevó a Micenas sobre sus hombros. Cazar a esta enorme
criatura fue el cuarto trabajo de los doce que Euristeo mandó realizar a
Heracles.
Los establos de Augias
Augias era un rey de Élide. Eran conocidos sus establos, que nunca
habían sido limpiados hasta que lo hizo Heracles en un solo día en
cumplimiento de su quinto trabajo. Euristeo le encargó esta extraña
misión con el fin de humillarle y ridiculizarle, pues tal era la cantidad
de excrementos acumulados en los establos que era prácticamente
imposible limpiarlos en un sólo día. Así el gran Heracles, vencedor de
terribles monstruos y hazañas heroicas, caería humillado ante una tarea
tan denigrante. Pero el astuto héroe cumplió su trabajo abriendo un
canal que atravesaba los establos y desviando por él el cauce de los ríos
Alfeo y Peneo, que arrastraron toda la suciedad. Augias montó entonces
en cólera, pues había prometido a Heracles regalarle una parte de su
ganado si realizaba la misión en un sólo día. Se negó a cumplir su
promesa alegando que el trabajo lo habían realizado los ríos, y cuando
el testimonio de su hijo Fileo convenció a los jueces para que le dieran
la razón a Heracles, Augias le desterró del reino. Euristeo por su parte
tampoco consideró el trabajo como uno de los diez, ya que Heracles
había sido contratado por Augias.
Heracles desvía el curso
de Alfeo
Los pájaros del Estínfalo
Los pájaros del Estínfalo eran unas aves que tenían picos, alas y garras de
bronce y cuyos excrementos venenosos arruinaban los cultivos y también
eran carnívoras. Poblaban la región y el bosque alrededor del lago
Estínfalo. Euristeo comandó entonces a Heracles que acabase con la
amenaza de dichas aves. Heracles se dirigió al Estínfalo, y allí se encontró
desolado pues la misión era especialmente difícil de completar: las aves
eran demasiadas para sus flechas y su legendaria fuerza no le servía de
nada. Entonces apareció Atenea y le socorrió dándole un cascabel de
bronce y le mandó que lo tocara desde una colina elevada, al hacerlo las
aves asustadas emprendieron vuelo y nunca más se las volvió a ver ni en el
bosque ni en el lago. Muchas de ellas fueron derribadas por las flechas de
Heracles y las que consiguieron escapar huyeron hacia la isla de Ares, en
el Mar Negro, donde fueron encontradas años después por los Argonautas.
Cuando Heracles volvió con Euristeo, éste se hallaba en su refugio debido
a que varios de los pájaros de bronce volaban alrededor de su palacio. Al
ver esto, Heracles sonó su cascabel y los pájaros se alejaron de allí.
El toro de Creta
El séptimo trabajo de Heracles consistió en capturar un toro salvaje
que expulsaba fuego por sus narices y que causaba estragos en Creta.
Este toro es el que Posidón hizo salir del mar cuando el rey Minos
prometió ofrecer un sacrificio al dios; pero Minos lo encontró tan
hermoso que lo incorporó a sus rebaños y el dios, enfurecido, hizo
que la reina Pasífae se enamorara del animal y concibiera de él un
hijo, el Minotauro, tras lo cual hizo enloquecer al toro. Así pues,
Heracles se presentó a Minos, que le autorizó para capturar al toro, si
podía. Heracles consiguió subir a lomo del animal y lo condujo, a
través del mar Egeo, hasta Micenas. Euristeo, al ver al hermoso
animal lo quiso ofrecer a Hera, pero la diosa lo rechazó al ver la
ferocidad del toro, por lo que Euristeo lo dejó libre. El toro causó
estragos allí por donde pasaba. Atravesó la Argólide, cruzó el istmo
de Corinto hasta que finalmente el héroe ateniense Teseo consiguió
matarlo en la llanura de Maratón (cerca de Atenas).
Las yeguas de Diomedes
El octavo de los trabajos de Heracles consistía en capturar a las
cuatro Yeguas de Diomedes, que comían carne humana. Éste las
tenía atadas con cadenas y las alimentaba con la carne de sus
inocentes huéspedes. Heracles partió con un grupo de
voluntarios, consiguiendo arrebatárselas a Diomedes, quien fue
con su ejército a atacar a Heracles, pero él lo mató arrojando el
cuerpo de este aún con vida a sus yeguas y su ejército huyó.
Tras devorarlo, las yeguas se volvieron tan mansas que el héroe
las pudo atar al carro de Diomedes y se las llevó a Micenas,
donde fueron regaladas a Hera. Durante la lucha, las yeguas
devoraron a Abdero, amigo de Heracles, quien había quedado
encargado en custodiarles, entonces Heracles fundó en su honor
la ciudad de Abdera.
El cinturón de Hipólita
A petición de Admete, hija de Euristeo, Heracles
se dirigió al reino de las Amazonas a la conquista
del cinturón de su reina, Hipólita. Este cinturón
era del propio Ares, que lo había dado a Hipólita
para simbolizar el poder que ella poseía sobre su
pueblo. Heracles llegó al puerto de Temiscira,
que era el del país de las Amazonas. Allí Hipólita
consintió de buen grado cederle su cinturón, pero
Hera, disfrazada de Amazona, suscitó una
disputa entre los hombres del séquito de Heracles
y las Amazonas. Se entabló una batalla campal, y
Heracles, creyéndose traicionado, dio muerte a
Hipólita.
Amazona
Los rebaños de Gerión
El décimo trabajo de Heracles consistió en robar el ganado de Gerión. Mientras viajaba
hacia allí, cruzó el desierto libio (Libia era el nombre genérico de África para los
griegos) y quedó tan frustrado por el calor que disparó una flecha a Helios, el sol.
Helios le rogó que parase y Heracles pidió a cambio la copa dorada que el dios usaba
para cruzar el mar cada noche, de oeste a este. Heracles usó esta copa dorada para llegar
a Eritia. Heracles intentó robar el ganado y mató primero al perro Ortro y luego a
Euritión. Cuando llegó Gerión, en algunas versiones tras haber sido informado por
Menetes, el pastor del Hades, Heracles le mató, desgarrando su cuerpo en tres partes. En
el curso del viaje de regreso de Heracles a Grecia con su rebaño se sitúan la mayoría de
las aventuras que se le atribuyen en el Occidente mediterráneo. Ya en el viaje de ida,
había librado a Linia de gran número de monstruos, y, en recuerdo de su paso por
Tartesos, había erigido dos columnas, una a cada lado del estrecho que separa Libia
(África) de Europa: las Columnas de Heracles (Hércules) (el Peñón de Gibraltar y el de
Ceuta). Una vez en la ribera helénica del mar Jónico, Hera envió un tábano para que
picase al ganado, irritándolo y esparciéndolo. Hera envió entonces una inundación que
elevó el nivel de un río tanto que Heracles no podía vadear el ganado. Heracles apiló
piedras en el río para hacer que el agua fuera menos profunda, y tuvo entonces que
matar a un monstruo que era mitad mujer y mitad serpiente. Cuando por fin llegó a la
corte de Euristeo, el ganado fue sacrificado a Hera.
Helios asaetado por Heracles
Heracles mata a Ortro y a Euritión
Heracles luchando contra Gerión
Simbología
En el escudo de España aparecen a los laterales las Columnas de
Hércules, incorporadas en el escudo por Carlos I (1500-1558),
flanquean el escudo y soportan el lema: "Plus Ultra" (Más Allá). Las
columnas están coronadas por las coronas imperiales del Sacro
Imperio Romano Germánico y real española respectivamente, que
representan el pasado histórico como imperio y reino del país.
El escudo de Andalucía muestra la figura de un Heracles joven entre
las dos columnas de Heracles que la tradición sitúa en el estrecho de
Gibraltar, con una inscripción a los pies de una leyenda que dice:
"Andalucía por sí, para España y la Humanidad", sobre el fondo de
una bandera andaluza. Cierra las dos columnas un arco de medio
punto con las palabras latinas «Dominator Hercules Fundator»,
también sobre el fondo de la bandera andaluza.
Las manzanas de las Hespérides
Aunque se suponía que Heracles sólo había de realizar diez trabajos,
Euristeo no quiso contar aquellos en los que fue ayudado o pagado, por
los que le fueron encomendados dos más. El primero de éstos (el
undécimo en total) fue robar las manzanas del jardín de las hespérides.
Para ello Heracles capturó primero a Nereo, el dios del mar que
cambiaba de forma, para averiguar dónde estaba situado el jardín. En su
viaje de búsqueda, Heracles llegó a la montaña del Cáucaso, donde
liberó a Prometeo, cuyo hígado devoraba un águila y se regeneraba al
momento. Agradecido, el gigante le aconsejó que no cogiera por su
propia mano las manzanas maravillosas, y que encomendara esta misión
a Atlas. Llegando finalmente al jardín de las hespérides, Heracles engañó
a Atlas para que recuperase algunas manzanas de oro ofreciéndose a
sujetar el Cielo mientras iba a buscarlas. Al volver con las manzanas,
Atlas decidió no aceptar la devolución del Cielo, y dijo que él mismo
llevaría las manzanas a Euristeo, pero Heracles le engañó de nuevo
pidiéndole que sujetase el cielo un momento para ponerse una almohada
sobre los hombros, a lo que éste accedió. Entonces Heracles tomó las
manzanas y se marchó.
Heracles y Nereo
Hespérides
El perro Cerbero
El último de los doce trabajos de Heracles fue capturar a Cerbero. Viajó primero a
Eleusis para ser iniciado en los misterios eleusinos y aprender así cómo entrar y salir
vivo del Hades, y de paso para absolverse a sí mismo de la culpa por haber matado a
sus hijos. Encontró la entrada al inframundo. Atenea y Hermes le ayudaron a
traspasar la entrada a la ida y a la vuelta. Gracias a la insistencia de Hermes y a su
propio aspecto fiero, Caronte le llevó en su barca a través del Aqueronte. Mientras
estaba en el inframundo, Heracles liberó a Teseo, pero la tierra tembló cuando intentó
liberar a Pirítoo, por lo que tuvo que dejarlo atrás. Ambos habían sido encarcelados
por Hades, quien los había sujetado mágicamente a un banco cuando intentaron
secuestrar a Perséfone. Dicha magia era tan fuerte que cuando Heracles tiró de Teseo
para liberarlo, parte de los muslos de éste quedaron pegados al banco, lo que
explicaría por qué sus descendientes tenían muslos notablemente delgados.
Finalmente, Heracles llegó a presencia de Hades y le pidió autorización para llevarse
a Cerbero. El dios accedió, pero con la condición de que había de dominar al animal
sin recurrir a sus armas habituales, revestido simplemente con su coraza y su piel de
león. El héroe atacó a Cerbero, lo agarró por el cuello y, a pesar de que el rabo del
perro, que acababa en una especie de dardo como el de un escorpión, le picó repetidas
veces, no soltó la presa hasta que la tuvo dominada. Subió luego a la tierra con su
botín, saliendo por la boca del Infierno situada en Trecén. Al ver a Cerbero, Euristeo
experimentó tal terror que corrió a ocultarse en su jarra, su habitual refugio. No
sabiendo qué hacer con el perro, Heracles lo devolvió a su dueño, Hades.
Otras aventuras
•Heracles derrotó a los bébrices (gobernados por el rey Migdón) y dio su
país al príncipe Lico de Misia, hijo de Dáscilo.
•Mató al ladrón Termero.
•Mató al gigante Caco.
•Visitó a Evandro con Antor, quien entonces se quedó en Italia.
•Mató al rey Amíntor de Orminio por no permitirle entrar a su reino.
También mató al rey Ematión de Arabia.
•Mató a Litierses tras derrotarle en un concurso de siega.
•Mató a Periclimeno en Pilos.
•Fundó la ciudad de Tarento en Italia.
•Aprendió lucha de Autólico. Mató al famoso boxeador Érix de Sicilia en un
combate.
•Fue un argonauta. Mató a Alástor y a sus hermanos.
•Cuando Hipocoonte derrocó a su hermano Tindáreo del trono de Esparta,
Heracles restauró al legítimo gobernante y mató a Hipoconte y a sus hijos.
Heracles mata al gigante Caco
Su segunda esposa fue Ónfale, la
reina o princesa lidia a quien fue
vendido como esclavo.
Su tercer matrimonio fue con
Deyanira, por quien tuvo que luchar
con el dios río Aqueloo. Tras
matarle, Heracles tomó uno de sus
cuernos y lo dio a algunas ninfas,
quienes lo transformaron en la
cornucopia. Poco después de su
boda, Heracles y Deyanira tuvieron
que cruzar un río, y un centauro
llamado Neso se ofreció a ayudar a
cruzar a Deyanira, pero entonces
intentó violarla. Enfurecido,
Heracles disparó una flecha
envenenada (de la hidra de Lerna) al
centauro desde la otra orilla.
Agonizando, Neso le dijo a
Deyanira que recogiese su sangre si
quería asegurarse el amor de
Heracles.
Ónfale
Más tarde, cuando Deyanira
sospechó que Heracles prefería la
compañía de Yole, untó unas ropas
con la sangre de Neso. Licas, el
sirviente de Heracles, le llevó
dichas ropas, y éste se las puso. En
cuanto se templaron sobre su
cuerpo, el veneno que contenía la
sangre penetró en su cuerpo,
provocándole un dolor insoportable.
Heracles tomó a Licas por los pies y
lo arrojó al mar, intentando luego
quitárselas, pero se había pegado a
su carne. Deyanira, al ver lo que
había hecho, se ahorcó. Heracles
murió voluntariamente, pidiendo
que se le construyera una pira para
acabar con su agonía. Tras su
muerte en esta pira los dioses le
hicieron inmortal, se reconcilió con
Hera y se casó con Hebe, una hija
de ésta.
Atenea conduce a Heracles al Olimpo
Nadie sino el amigo de
Heracles Filoctetes
podía prender su pila
funeraria, y por esta
acción recibió su arco
y sus flechas, que más
tarde necesitaron los
griegos para derrotar a
Troya en la famosa
Guerra.
Los antiguos griegos celebraban el 12 de
octubre la fiesta de la Herakleia en
conmemoración de la muerte de Heracles.
JAVIER HERNÁNDEZ GARCÍA
lunes, 14 de septiembre de 2009
20:42h
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