LA SINGULARIDAD DE JESUS Permítame hacerle una pregunta muy importante: ¿Quién es, en su opinión, la personalidad más sobresaliente de todos los tiempos? Las buenas nuevas que voy a compartirle, son de tan vital importancia que desearía fuera posible hablarle personalmente, frente a frente, para no perder ni ápice de la efectividad de este mensaje. Hace tiempo, un brillante joven estudiante de medicina, devoto seguidor de una de las grandes religiones orientales, vino a verme. En el tiempo que teníamos de conocernos, nos hicimos buenos amigos. A este joven le hice tres preguntas: “ ¿Quiénes, en tu opinión, es el líder más grande que el mundo ha conocido, que haya hecho el mayor bien a la humanidad?”. Después de un momento de vacilación, me contestó: “Tengo la seguridad que Jesús de Nazaret es quien ha hecho el mayor bien a la humanidad; diría que El es el más grande líder”. Entonces dije: “ ¿Quién piensas que es el más grande maestro?”. Sin duda, él debe haber pensado en Sócrates, Aristóteles, Platón y otros grandes filósofos de todos los tiempos; o tal vez pensó en Confucio. Sin embargo contestó: “El más grande maestro es Jesús de Nazaret”. Finalmente dije a este devoto seguidor de una religión oriental: “En tu opinión, ¿quién ha vivido la vida más santa que jamás haya existido?”. A esta pregunta, su respuesta fue inmediata, porque obviamente el mundo sabe, al igual que él, que de acuerdo con la historia, no ha habido nadie como Jesús. Si usted fuera ha visitar cualquier parte del mundo hoy en día, para hablarles a los hombres de cualquier religión, no importa cuán devotos sean de ella, si saben algo de los hechos, ellos también tendrán que reconocer que no ha habido ningún hombre como Jesús. El es la personalidad única de todos los tiempos que ha cambiado el curso de la historia. Aun los periódicos testifican el hecho de que Jesús de Nazaret, el Cristo, vivió en esta tierra, hace casi dos mil años: A.C., significa antes de cristo; D.C., después de Cristo. Si usted investiga la vida e influencia de Cristo Jesús, observará que doquier llega su verdadero mensaje, toma lugar un gran cambio en la vida de los hombres y de las naciones. Frecuentemente se escucha que la historia es SU HISTORIA –la historia de la vida- de un hombre, porque si quitamos a Jesús de Nazaret de la historia, ésta sería completamente diferente. A pesar de que Jesús ha influido y afectado al mundo entero, yo llamaría su atención especialmente a la condición de las mujeres sin Cristo. Aristóteles dijo: “La sociedad estaría completamente desorganizada si las mujeres fuera iguales al marido; de igual manera sería si los esclavos fueran iguales que sus amos”. Sócrates dijo: “ ¿A quién le habla menos que a su esposa?”. Platón, en La República, recomendó que las mujeres fueran tenidas en común por los hombres y que sus hijos serían sostenidos por el Estado; y una de las religiones más populares del mundo oriental, se basa en la eterna degradación de la mujer. Pero Cristo le puso fin a todo esto. El Nuevo Testamente declara que en Cristo no hay hombres ni mujeres esclavos o libres. Dondequiera que Cristo va, la santidad del matrimonio; los derechos de las mujeres y su sufragio, han sido reconocidos, se han establecido instituciones de enseñanza superior; se han legislado contra la explotación del niño, contra la abominación de la esclavitud y una serie de cambios, se han hecho para el bien de la humanidad. Por supuesto, siempre hay agnósticos y escépticos en colegios y universidades. Tengo el privilegio de visitar aproximadamente 50 universidades cada año, donde les hablo a miles de estudiantes acerca de Jesús de Nazareth. Naturalmente me he encontrado con profesores y estudiantes que son antagonistas hacia Cristo (aunque debo decir que este número es la gran minoría). Algunos dicen que Cristo es un mito, o un gran hombre y nada más. Otros más, ridiculizan la Biblia y se burlan de aquellos que adoran Cristo Jesús como hijo de Dios. Había un escéptico, el Dr. Cyril E. M. Joad, uno de los más grandes filósofos del mundo, que fue por años director del Departamento de Filosofía en la Universidad de Londres. El doctor Joad y sus colegas, Julian Huxley, Bertrand Russell y H.G. Wells, probablemente han hecho más para minar la fe de los estudiantes del mundo de la generación anterior, que cualquier otro grupo similar. El Dr. Joad creía que Cristo fue sólo un hombre, que Dios era parte del universo y que si el universo fuera destruido El también sería destruido. Iba de acuerdo con lo que se conoce como la filosofía dinámico-vital de Shaw. Creía en la inexistencia del pecado y que el hombre estaba destinado para la utopía. “Démosle al hombre un poco de tiempo y tendrá el cielo sobre la tierra”. El Dr. Joad fue un antagónico agresivo contra la cristiandad y escribió muchos libros que hicieron gran impacto en el pensamiento del mundo estudiantil durante su generación. En 1948 leyendo una sección del periódico matutino “Tiempo” de Los Ángeles, vi en la primera página interior del periódico la fotografía de este venerable doctor con una frase respecto al dramático cambio que había acontecido en su vida. Explicaba como por muchos años había sido antagónico al cristianismo. Así como en una ocasión había negado el pecado, ahora estaba completamente convencido de que el pecado era una realidad. Dos guerras mundiales y otra inminente le habían demostrado que el hombre era pecador. Ahora él cree que la única explicación del pecado se encuentra en la Palabra de Dios y la única solución se encuentra en la cruz de Cristo Jesús. Ahora había admitido y aceptado lo que durante toda su vida había negado. Antes de su muerte, el Dr. Joad se volvió un entusiasta seguidor del Salvador. Tengo en mi escritorio un libro que acaba de llegar de Inglaterra, en el cual él hace una narración de su regreso a la fe; su fe en Cristo Jesús. Hay cientos de casos semejantes que pueden ser relatados. Por ejemplo: Lew Wallace famoso genio literario. El y su querido amigo Ingersol, acordaron escribir juntos un libro que destruiría para siempre el mito de la cristiandad. Estaban ofendidos por la aparente esclavitud de la gente religiosa que adoraba a Cristo. El Sr. Wallace cuenta la historia de cómo, durante dos años, estuvo estudiando en las mejores bibliotecas de Europa y América buscando información que le ayudara a escribir el libro que destruiría el cristianismo. Mientras estaba escribiendo el segundo capítulo de su libro, se encontró de pronto arrodillado y diciendo a Jesucristo: “Mi Señor y mi Dios”. La evidencia de la divinidad de Cristo era avasalladoramente conclusiva. Ya no pudo negar que Cristo Jesús era el Hijo de Dios. Aquél a quien quería exponer como un fraude, lo había capturado. Después, Lew Wallace escribió lo que probablemente es la más grande novela que se ha escrito relativa a los tiempos de Cristo: Ben-Hur. Otro escéptico era C.S. Lewis, profesor de la Universidad de Oxford. Por muchos años fue un agnóstico que negó la divinidad de Cristo. Ahora es un devoto seguidor de Cristo y ha escrito muchos libros defendiendo su confianza en El como su Salvador. En su famoso libro “El Argumento a favor del Cristianismo”, dice: “El hombre que siendo solamente hombre diga las cosas que Jesús dijo, no sería un gran maestro de moral; sería un lunático en el nivel de un hombre enfermo de vanidad y orgullo, o sería el diablo del infierno; usted tiene que escoger; éste era y es el Hijo de Dios, o fue un loco o algo peor. Usted lo puede tomar por un demonio o puede caer a Sus pies y llamarlo Señor y Dios. Pero nunca venga con eso de que El fue un gran maestro de moral. El no nos ha dejado esa alternativa”. ¿Quién es Jesús de Nazareth para usted? ¿Un hombre solamente, un mito o el Hijo de Dios? La vida de usted en esta tierra y por toda la eternidad depende de su respuesta a esta pregunta. Algunos preguntan: “ ¿Está el cristianismo realmente basado en hechos históricos positivos?” Permítame compartir con usted lo que el Dr. Clifford Herbert Moore, de la Uiversidad de Harvard dice acerca de esto: “El cristianismo conoció a su Salvador y Redentor no como algún dios cuya historia incluía una creencia mística, con elementos rudos, primitivos y aún ofensivos. La fe de los cristianos se funda en hechos positivos, históricos y aceptables”. Se podía hacer una larga lista de eruditos que son fieles seguidores de Cristo, por ejemplo, el Dr. William Lyon Phelps, profesor de la Universidad de Yale por 40 años y uno de los más distinguidos profesores en la historia de los Estados Unidos, ha expresado su confianza en la evidencia histórica respecto a la divinidad del Señor Cristo Jesús; frecuentemente comparte su fe en Cristo como Salvador. Es verdad, hay hombres quienes no creen que Jesús es el Hijo de Dios, entre ellos algunos de los más grandes eruditos del mundo; sin embargo, me sorprende el hecho de que cuando hablo acerca de Cristo con algunos de estos hombres de erudición, descubro que muchos de ellos ignoran las verdades básicas del Evangelio. ¿Alguna vez ha leído los escritos de Ingersoll, Bertrand Russell y otros conocidos escépticos? Si lo hiciera se asombraría al saber que estos hombres están oponiéndose a algo que ellos no entienden completamente; dichos intelectuales hacen sus conjeturas falsas llamando a eso cristianismo y proceden así a destruir su propia creación. Todavía no he conocido al hombre que honestamente considere la avasalladora evidencia acerca de Jesús de Nazareth y no admita que El es el Hijo de Dios, aún, como ya he dicho, he encontrado a alguien que no cree, pero a medida que hemos hablado y razonado juntos, ha confesado honradamente: “No he tomado tiempo para leer la Biblia o considerar los hechos históricos respecto a Jesús”. Su resentimiento está basado en alguna experiencia desafortunada de la niñez, en la influencia de un profesor de la universidad. Pero siempre han admitido que no han considerado honradamente a la persona de Cristo Jesús y su demanda en sus vidas. He aquí algunos pasajes selectos tomados de la Palabra de Dios en una porción del Nuevo Testamento respecto a Jesús de Nazareth: Colosenses 1:15 “El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en El fueron creadas todas las cosas, las que haz en los cielos y las que hay en la tierra, visibles o invisibles, sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de El y para El”. Hebreos 1:1-2 “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo y por quien asimismo hizo el universo”. Colosenses 2:3 “En quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”. Efesios 1:9-10 “Dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra”. Hay muchas cosas que Cristo y nadie más puede hacer por nosotros, pero en este artículo me quiero concentrar en cuatro de ellas en forma definida. En primer lugar El es el único que puede perdonar al hombre de sus pecados. Segundo, solamente El puede dar al hombre un propósito para vivir. Tercero, sólo El puede dar paz al corazón agobiado. Cuarto, Sólo Cristo nos da poder para vivir una vida abundante. 1 PERDÓN La Biblia dice que Dios es santo y el hombre es pecador. Hay un gran abismo entre los dos y el hombre no puede por sí mismo, atravesar este abismo. La Biblia dice que todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios y que la paga del pecado es muerte, eterna separación de Dios, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro. El hombre, no importa cuán bueno sea, es incapaz de salvar este abismo entre él y Dios. Dios tiende un puente sobre el abismo hacia el hombre, por medio de su Hijo Cristo Jesús. La Escritura nos dice que “De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquél que en El cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Ahora, definamos nuestros términos: ¿Qué queremos decir por pecado? El pecado no solo es la mentira, el robo o la inmoralidad. Básicamente el pecado es una actitud: es escoger nuestro propio camino; es una falta de relación o compañerismo con Dios. Hay un trono en su vida y usted o Dios lo está ocupando. Si dice “Soy el dueño de mi vida, haré lo que yo quiera”, usted encaja en la categoría de pecador; si Cristo está en este trono, quien ha pagado la penalidad de su pecado, que es la eterna separación de Dios, le ha restaurado a sus relaciones con El. Imagínese una lámpara; saque la clavija de la conexión, el contacto con la corriente se interrumpe y la luz se apaga. Conecte otra vez la clavija y la luz regresa. La corriente es constante, lo que varía es la clavija. El hombre se puede comparar a esa clavija, debido a que no tenemos compañerismo con Dios, caminamos en la oscuridad. Hemos escogido seguir nuestro propio camino y somos culpables de pecado. Ahora, ¿Cuál es la provisión de Dios? En el Antiguo Testamento los israelitas traían sus sacrificios al sacerdote: la oveja, la paloma y el buey. Estos animales debían ser perfectos, sin mancha o defecto; lo mejor del rebaño. El pecado de quien hacía el sacrificio era transferido al cordero inocente. El animal era sacrificado y la sangre se rociaba en el altar por el sacerdote como un perdón temporal de sus pecados ¿Puede usted ver como esto anunciaba la venida del cordero de Dios cuya sangre no quita los pecados del hombre temporalmente, sino para siempre? Dios mandó a su único Hijo, el Cordero de Dios sin mancha o defecto para dar Su vida, derramando Su sangre en la cruz, para el perdón de nuestros pecados. “Sin derramamiento de sangre” –dice la Biblia- “no hay remisión de pecados”. Ahora, algunos de ustedes pueden decir, que no les gusta la clase de religión que pone énfasis en la sangre, una “religión sangrienta”. Recuerdo bien mi propio resentimiento en referencia a la sangre de Cristo. Mi sensibilidad estética se rebeló en mi y pensé: “!qué desagradable!” Ahora que comprendo esta verdad, digo con toda sinceridad y con toda la convicción de mi corazón, que no hay una verdad tan preciosa como ésta que “el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”. Vino a dar Su vida en rescate por muchos y “sin derramamiento de Su sangre, no hay perdón para nuestros pecados”. A medida que uno estudia las religiones del mundo, se da cuenta de que fuera de la cruz de Cristo Jesús no hay provisión para el perdón de los pecados. Básicamente, la mayoría de las religiones tienen la filosofía de la salvación por las buenas obras. El hombre tiene el concepto de que si sus buenas obras sobrepasan a las malas, irá al cielo; pero si sus obras malas sobrepasan a las buenas, irá al infierno, si es que hay infierno. Por supuesto, él nunca sabe si irá al cielo o al infierno hasta que muere. ¡Qué tragedia! ¡qué inadecuada es tal religión o filosofía! Dios a prometido que podemos conocerlo y tener compañerismo con El ahora y por toda la eternidad; a través de Su Hijo, el Señor Jesús. Al terminar de hablar en el auditorio de una universidad, un grupo de estudiantes se acercó a mí, preguntándome cómo podrían ser cristianos. Entre ellos, estaba un joven hindú que andaba de un lado a otro impaciente y enojado. Mientras hablábamos, él dijo: “Les tengo resentimiento a ustedes los cristianos, por la arrogancia con la cual dicen tener el único camino a Dios; creo que el cristianismo es un camino; pero sólo un camino, el hinduismo es otro, el budismo, el shintoismo y otros, son también caminos a Dios”. Llamé su atención a los escritos del gran líder hindú, Mahatma Gandhi, quien a pesar de la gran devoción a su religión declara en su autobiografía: “Es una constante tortura para mí que todavía estoy tan lejos de Aquél que yo sé que es mi vida y mi ser. Yo sé que es mi propia maldad la que me aparta de El”. Este joven me dijo que una vez creyó que Gandhi era Dios, pero, por supuesto, ya no creía más esto. Además de ser devoto, era excepcionalmente talentoso; estaba terminando un doble doctorado en física y en química. A medida que hablábamos, disminuyó su enojo y empezó a ver que el cristianismo es diferente; vio que no era otra religión o filosofía hecha por el hombre, sino una provisión para la necesidad básica del hombre, el perdón de los pecados. Admitió que no había encontrado la respuesta a pesar de que era un seguidor devoto de su religión; había leído con diligencia los sagrados escritos hindúes y cumplido su tiempo de oración y el ritual de su fe, pero confesó que nunca había encontrado a Dios. Le hice ver la diferencia en las vidas de sus amigos cristianos; admitió que tenían algo que él no poseía. Es obvio que ese “algo” es el Salvador viviente que había venido a vivir en ellos, perdonándoles de sus pecados. Por casi una hora explicamos la diferencia entre el cristianismo y las religiones del mundo. Si ponemos a Buda fuera del budismo, a Mahoma fuera del Islam y en la misma forma ponemos fuera a los fundadores de las varias religiones, cambiarían muy poco; pero si ponemos a Cristo fuera del cristianismo, no quedaría nada. Finalmente, él comprendió la gran verdad del perdón para el pecado a través del sacrificio de nuestro Salvador en la cruz y calladamente inclinó su cabeza. Este querido joven estudiante quien había buscado a Dios con todo su corazón, ahora oraba para que Jesús de Nazareth, el resucitado, el Hijo del Dios viviente viniera a su corazón, perdonara sus pecados y fuera su Señor y Salvador. La Biblia dice: “No hay otro nombre debajo del cielo dado a los hombres en que podamos ser salvos”. Solamente Jesús puede perdonar pecados. 2 PROPÓSITO No solamente es singular Jesús de Nazareth en que El sólo puede perdonar pecados, sino que es el único que puede dar a nuestras vidas propósito, paz y poder. Primero consideremos el propósito. Usted recordará de acuerdo con la Biblia, en Colosenses 1:16, que fue a través del Hijo, que Dios hizo todo el universo y al Hijo le había dicho que toda la creación finalmente le pertenecía. Uno puede ver claramente que Dios ha creado todo con un propósito. Hay orden sistema y diseño para toda la creación. El hombre es la expresión más grande de la creación de Dios: es la única parte de la creación con inteligencia. Dios creó al hombre con voluntad propia, con capacidad de elección. El puede decir a Dios “sí y no” y la mayoría ha escogido decir que “no”, nunca han descubierto el propósito de Dios para sus vidas. Ningún contratista pensaría en construir un hermoso edificio sin consultar los planos del arquitecto, del diseñador. ¿Cómo podemos ser tan tontos como para tratar de construir nuestras vidas sin consultar primero al gran Arquitecto de la vida, el que nos creó? La Biblia dice “Los pasos de un buen hombre son ordenados por el Señor”. (Salmo 37:23) “Y sabemos que los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Romanos 8:28. Ahora, hay grandes beneficios que se derivan de estar donde Dios quiere que esté y hacer lo que Dios quiere que haga. Dios no anda alrededor de nosotros con un garrote. Más bien, El ha establecido Sus leyes para gobernar toda la creación y si violamos estas leyes, debemos pagar las consecuencias, así como la persona que viola la ley de la gravedad debe pagar la consecuencia y la persona que viola las leyes de tránsito debe pagar la multa. Si no nos apegamos a la ley de tránsito, no sólo ponemos en peligro nuestras vidas, sino las vidas de los demás. Nosotros no anulamos las leyes de Dios; ellas nos anulan. Por ejemplo, el caso del matrimonio. ¿Sabía usted que uno de cada 2.5 matrimonios en Estados Unidos terminan en el divorcio? Esta información es del Dr. Pittrim Soroki, quien fue por muchos años famoso catedrático en Harvard. Sin embargo, en el mismo país uno de cada 1,015 matrimonios donde el marido y la esposa son cristianos, leen la Biblia y oran juntos, termina en divorcio. ¡Qué diferencia! 1 de cada 2.5 contra 1 de cada 1,015. Si; Cristo Jesús hace la diferencia. El trae un propósito real al matrimonio. Con estos hechos ante nosotros ¿quién se atrevería a tomar el riesgo del matrimonio sin Cristo? Usted podría decir: “No comprendo, cómo Cristo puede hacer una diferencia tan grande”. Simplemente así: Hay un trono en su vida y si usted está en el trono de ella, tanto su ego como el ego de la persona con quien se casa pelearán uno contra otro y la fricción será inevitable. Sin embargo si Cristo está en el trono de ambos, marido y mujer, El no peleará contra El mismo y habrá paz. La discordia se tornará en armonía y el odio se transformará en amor. Muchas veces he tenido el privilegio de arrodillarme en oración con hombres y mujeres quienes han estado al borde del divorcio, cuyas vidas estaban derrumbándose, sus hogares eran lugares de discordia y fricción; pero a medida que han entregado sus vidas a Cristo Jesús, la armonía, la paz y el amor han venido a sus hogares y a sus corazones. Por supuesto, la misma verdad se aplica a individuos también, pues ningún hombre está completo sin Cristo. A través de los años he encontrado que los hombres que conocen a Cristo Jesús, tienen un propósito para vivir, en tanto, los que no le conocen son como un barco en el tempestuoso mar, sin timón y sin vela, llevados por el impulso de la marea. No importa qué tan brillante usted pueda ser, o qué exitoso sea como atleta, estudiante, hombre de negocios o profesional, si usted no conoce a Cristo, nunca sabrá el propósito real de su vida. Como ve, Dios nos ha hecho para El. San Agustín dijo hace siglos; “Nos has hecho para Ti, oh Dios, y nuestros corazones estarán en desasosiego hasta que encuentren descanso en Ti”. H.G.Wells, el famoso historiador y filósofo, dijo a la edad de 61 años: “No tengo paz. Toda mi vida está al borde de un precipicio”. Byron, el poeta dijo: “Mis días están en la hoja amarilla, las flores y frutas de la vida se han ido y la oruga, la llaga gangrenosa y la aflicción son mías solamente”. Thoreau, el genio literario, dijo: “La mayoría de los hombres viven vidas de desesperación callada”. Ralph Barton, uno de los caricaturistas más famosos de Estados Unidos, dejó una nota prendida con un alfiler en su almohada, antes de quitarse la vida: “He tenido pocas dificultades, muchos amigos, grandes éxitos; he ido de esposa en esposa, de casa en casa, he visitado los grandes países del mundo; pero ya estoy harto de inventar actividades para llenar las 24 horas del dia”. Pascal, el físico y filósofo francés, lo explica en esta forma: “Hay un gran vacío en el corazón de todos los hombres que sólo Dios puede llenar a través de su Hijo Jesús”. ¿Me atrevería a decir que hay un vacío en su vida? No sé. No necesito conocerlo, pero con toda honradez, en la quietud de su corazón, si usted no conoce a Cristo, está diciendo hoy: “Sí, hay un vacío; no estoy satisfecho con mi vida”. Usted nunca lo estará hasta que invite a Cristo a que le enseñe el propósito para el cual El le ha creado. Porque, como usted ve, nunca ha habido nadie que pudiera hacer esto –ni religión, ni filosofía ni hombre-. Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí”. (Juan 3:16). A medida que usted le conoce, El le enseñará el propósito para el cual le ha creado. 3 PAZ Solamente Jesús puede perdonar nuestros pecados. Solamente Jesús puede dar propósito a la vida. En tercer lugar, Jesús de Nazareth es el único que puede darle paz, El es el Príncipe de Paz. Como alguien dijo: “Nunca habrá paz en el corazón de los individuos, o en el mundo entero, hasta que el Príncipe de Paz reine supremo en los corazones de los hombres”. En S.Juan 14:27, Jesús dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da, yo os la doy. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo”. En S. Juan 11:28, El dice: “Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados y Yo os haré descansar”. Quizá ahora esté usted experimentando los temores y las frustraciones de la vida; quizá está preocupado de sus errores, de la vida social; de sus finanzas; de sus problemas en casa. Usted podría decir: “Por supuesto, todo el mundo tiene estos problemas”. Si; el cristiano no es una excepción. Volverse cristiano no significa que de repente se vea en una situación utópica, sino más bien, usted tendrá al que dijo: “La paz sea con vosotros, estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo, en toda ocasión y en todo tiempo. Nunca os abandonaré ni os desampararé. Mi paz os doy”. Hace algún tiempo se me pidió fuera uno de los oradores en una conferencia de estadistas. Un joven militar, antiguo compañero y colega de debate en mis días de universidad. Cuando vio mi nombre en el programa, me buscó entre la multitud y platicamos un rato. Me contó la historia de una tragedia que recientemente ocurrió en su vida por la perdida de un ser querido. Me preguntó si quería ir a su casa para hablar con él y con su esposa. A medida que hablamos esa tarde, ambos invitaron a Cristo Jesús a ser su Señor y su Salvador. En el momento en que Cristo llegó a sus vidas, éstas fueron cambiadas y experimentaron una paz maravillosa. Al año siguiente, fui invitado a regresar a la Conferencia, donde otra vez tuve el privilegio de participar en el programa. Nuevamente mi amigo teniente estaba presente. ¡Tragedia de tragedias! El me dijo que poco después de mi visita, una de sus hijas había enfermado, tenía cáncer en el sistema nervioso, lo cual ocasionó su muerte. La atención médica fue inmejorable, pero a pesar de eso, no hubo esperanza. El amaba a su hija grandemente y ahora la había perdido. Nunca olvidaré el día en que el y yo hablamos; tenía una conmovedora y comprensiva sonrisa mientras me dijo: “A pesar de que no lo comprendo, tanto como queríamos a nuestra pequeña hija y tanto como odiábamos verla irse, durante el tiempo de su enfermedad y después que se fue, la presencia del Señor Cristo Jesús era tan real, nosotros no lo comprendimos, pero a través de todo esto, hemos tenido una paz que sobrepasa todo entendimiento”. La tragedia , la angustia y la pena vendrán a su vida. Pero Cristo, el Príncipe de Paz, espera sentarse en el trono de su corazón para darle perdón, paz y propósito. Más aún: El es el único que le puede dar poder para vivir una vida nueva. 4 PODER Frecuentemente, hombres y mujeres me dicen: “Me gustaría ser cristiano, pero si lo soy, estoy seguro que nunca podré vivir la vida cristiana como debe ser. Usted no sabe los errores que he cometido, los resentimientos que tengo, las tendencias al pecado, la inmoralidad, el tanto beber, mi vocabulario y muchos otros problemas. No creo poder vivir la vida cristiana”. Y así muchos han venido a decir esto o algo similar, pero cuando han entregado sus vidas a Cristo, descubren que la vida cristiana es una vida sobrenatural. Usted y yo no podemos vivirla, no importa qué tan buenos seamos, sino que Cristo Jesús literalmente viene a vivir en nosotros y El vive Su vida en y a través de nosotros. De tal modo, que ya no es lo que nosotros hacemos, sino lo que El hace, porque El es el que provee el poder y nosotros somos solamente el instrumento a través del cual El exonera ese poder. Esto es lo que Jesús enseñó a un hombre llamado Nicodemo, que fue a El una noche (S. Juan 3:1-21). Nicodemo, gobernador de los judíos, era un muy buen líder religioso, moral y ético. El preguntó a Cristo: “Rabí (maestro), sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer estas señales que Tú haces, si no está Dios con él”. Respondió Jesús y le dijo: “De cierto de cierto te digo que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer? “Respondió Jesús: De cierto de cierto te digo que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”. Como ve, nosotros nacemos con un cuerpo físico para vivir una vida física; pero el reino de Dios es un reino espiritual y Dios es un ser espiritual. Si hemos de tener compañerismo con El, debemos ser criaturas espirituales. Piense en una oruga arrastrándose en el polvo. Es sólo un feo gusano. Si pudiera comunicarse con esta oruga, suponga que le dice: ¿Por qué te arrastras en el polvo? ¿Por qué no vuelas como una mariposa? Sin duda replicaría: “Me es imposible volar porque soy terrestre; yo sólo puedo arrastrarme en el polvo”. Entonces usted diría: “añadiremos a tu cuerpo unas alas de mariposa”. “No eso no dará resultado”. “Bueno, pues sólo toma un curso de aviación y podrás volar”. Todo esto no sirve de nada. Asimismo pasa con la gente que trata de ser cristiana haciendo buenas obras, tales como buena conducta, ir a la iglesia, leer la biblia, orar, etc. Y no por el camino del nuevo nacimiento como Jesús mandó. Un día la oruga teje alrededor de su cuerpo un capullo y de éste, emerge una preciosa mariposa. No comprendemos completamente lo que ha sucedido, pero nos damos cuenta que lo que era una vez una oruga que se arrastraba por el polvo, ahora es una mariposa que revolotea por el aire. Así también sucede en la vida del cristiano; este nuevo nacimiento acontece cuando Jesús de Nazareth, el Señor y Salvador resucitado viene a vivir en usted. ¿Qué debo hacer para experimentar las 4 P’es? (Perdón, Propósito, Paz y Poder) Recordará que antes dije que hay un trono en su vida y si en ese trono está usted decidiendo qué hacer con su vida, de seguro usted no es cristiano. Cristo llama a la puerta, como vemos en Apocalipsis 3:20, donde El dice: “He aquí yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo”. La Biblia dice que a tantos como reciban a Jesús, Dios les da el poder de ser sus hijos. Y si cualquier hombre está en Cristo, o si Cristo está en cualquier hombre, él es nueva criatura; las cosas viejas pasan; he aquí todas son hechas nuevas. El rendirnos a Cristo incluye la entrega del intelecto, las emociones y la voluntad, osea la persona total. Como ilustración digamos que usted ha oído muchos elogios de un joven o de una señorita. Apenas pudo esperar a conocer tal persona. El encuentro resultó ser aún más emocionante. Intelectualmente, a usted le gustó lo que vio; le gustó su personalidad y muchas otras cualidades; le gustó todo acerca de la persona. ¿Sería esto suficiente para lanzarse al matrimonio? No. Se necesita más para el matrimonio que admiración y respeto mutuo. A medida que pasaron, más y más tiempo, juntos, se conocieron mejor. Así sucedió. Cupido encontró su blanco y ustedes se enamoraron. ¿Es esto matrimonio? No. Se necesita más para el matrimonio que el intelecto y las emociones. Un día ustedes se comprometieron y el día de la boda llega. ¡Qué emocionante! Intelectualmente, usted cree que tal persona es la más maravillosa en todo el mundo. Emocionalmente, sus corazones laten mucho más rápidamente cuando están juntos, pero algo mucho más importante va a acontecer. Mientras están frente al ministro o ante quien intercambiarán promesas, cada uno entrega su voluntad al otro. El matrimonio no es verdadero si no hay una entrega mutua del uno al otro. Aquí lo tienen, la relación matrimonial incluye el intelecto, el corazón y la voluntad. Asimismo, es el ser cristiano, uno se debe entregar completamente a Cristo- intelecto, emociones y voluntad. Algunos de ustedes pueden decir: “Yo creo que Cristo Jesús es el Hijo de Dios, creo que El murió por mis pecados. Si, he creído esto toda mi vida. ¿No soy cristiano?” No, si usted se ha rehusado a entregar su voluntad a El. Otros puedes decir: “Recuerdo cuando oí un maravilloso sermón en un ejercicio espiritual o durante una serie de reuniones especiales en la iglesia. Mis emociones fueron conmovidas y tuve un gran experiencia emotiva. Aún respondía a la invitación de ir por concejo, “ ¿no soy cristiano?” No, si usted no ha renunciado al trono de su vida, de su voluntad y las ha cedido a Cristo. Otros pueden decir: “Voy a la iglesia con toda regularidad, leo la Biblia y oro diariamente , trato de vivir una vida buena; ¿no soy cristiano?” No, a menos que haya entregado su voluntad a Cristo. La renuncia de nuestra voluntad es la clave para ser cristianos y el secreto de vivir una vida victoriosa en Cristo. En este momento, si usted todavía no ha recibido a Cristo como su Señor y Salvador, sepa que Jesús está tocando a la puerta de su corazón (su intelecto, emociones, voluntad, su personalidad total). ¿Querrá usted, en la quietud de este momento, entregar a El su voluntad? Invítelo a entrar en su vida; a vivir Su vida en usted, a perdonar sus pecados, a dar propósito a su vida, a darle Su paz y poder. Inclinará su cabeza ahora y en este sagrado momento de decisión orará con estas palabras: “Señor Jesús, ven a mi vida, persona mis pecados. Te entrego mi voluntad y el trono de mi vida. Muéstrame tu propósito para mi vida y lo haré. Dame tu paz y poder para que yo te pueda agradar y honrar, Señor Jesús. Amén.” De acuerdo con las Sagradas Escrituras en S. Juan 1:12 dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Cuando usted recibe a Cristo, se convierte en Hijo de Dios. También se nos dice en la Biblia que “Dios nos ha dado vida eterna y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida”. Cuando recibe a Cristo, tiene vida eterna aquí y ahora. Al recibir a Cristo en su vida, usted empieza la gran aventura para la cual El le ha creado. A medida que continúa en obediencia a Sus mandamientos, usted experimentará el cumplimiento de Su promesa de una vida abundante. Lo invito a que estudie la Palabra de Dios, la Biblia, diligentemente y sea activo en el vital compañerismo cristiano de una iglesia.