“El fruto del Espíritu” “El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” Gálatas 5:22-23 Amor ¿No son hermosas las cualidades de arriba? Léalas de nuevo, lentamente. Piense un momento en cada una. Esas son las cualidades que el bendito Espíritu Santo quiere producir en nuestras vidas. Consideremos el amor. Esta no es la versión de amor de Hollywood. La palabra traducida “amor” en este versículo es “ágape” en la lengua original, el griego. Ágape significa un amor no egoísta, un amor que da y no espera recompensa. Es un amor que siempre busca lo mejor para la persona amada. Es un amor sobrenatural de que no somos capaces sin el Espíritu Santo. Es parte del fruto del Espíritu. ¿No anhelamos ser amados con esa clase de amor? ¿No quisiéramos poder amar con esa clase de amor? Sí podemos, “si vivimos por el Espíritu,” si “andamos también por el Espíritu.” (Gálatas 5:25) Gozo “Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo.” Gálatas 1:6 Hoy en día se dice mucho sobre estar feliz, divertirse y reírse. Claro que no hay nada malo en esas cosas, pero a menudo ellas son cosas temporales, cosas que dependen de circunstancias y sentimientos. El gozo, el gozo verdadero es fruto del Espíritu Santo. Es profundo y duradero. Querido hermano cristiano, podemos experimentar gozo aún durante duras tribulaciones. De eso muchos pueden atestiguar, tal vez usted también. Otra vez, el gozo es sobrenatural, pues es producido por el Espíritu Santo. Paz Querido amigo, la primera paz que todos necesitamos es la paz con Dios. Nuestros pecados son una afrenta a Su santidad. Pero, aleluya, Jesús pagó nuestra deuda. Ahora, El es nuestra paz, y la Biblia nos dice que “por la fe, tenemos paz para con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.” Romanos 5:1 ¿Pero qué de la paz en nuestras vidas? ¿Qué de la paz de cada día que todos necesitamos? Pues, dejemos que los siguientes versículos de la Biblia nos consuelen sobre ese asunto: Jesús dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” Juan 14:27 “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:6-7 “Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo.” Salmo 119:165. Hay muchas otras escrituras que hablan de la paz; la paz con Dios, la paz de Dios, la paz en nuestras circunstancias y la paz en nuestras relaciones. Paciencia “Os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor.” Efesios 4:1-2 Pensamos a menudo en que la paciencia es esperar, algo y hacerlo algo de buen humor. La palabra “paciencia” en los versículos de arriba lleva el sentido de “longanimidad,” o sea, aguantar algo o a alguien que sea desagradable. De vez en cuando se dice que “la vida sería mucho más fácil si no fuera por otra gente.” Hay al menos una persona en la vida de casi todos nosotros con quien es difícil llevarnos bien. Pero Dios nos llama, y nos capacita vivir con paciencia, con longanimidad, por medio del Espíritu Santo. Y ¿con qué actitud? ¡Amor! No podemos hacerlo de veras por nuestra voluntad. Es sobrenatural. Es fruto del Espíritu. Benignidad y bondad Hay mucha semejanza entre estas dos cualidades que el Espíritu quiere producir en nuestra vida. Sin embargo, las palabras originales en griego muestran una distinción. Benignidad es bondad en acción. El Espíritu produce benignidad en cómo tratamos a otros. Se refiere más a lo que hacemos. Dios, de su benignidad, nos mostró las riquezas incomparables de su gracia; nos la mostró en la persona de Cristo Jesús. ¡Qué gran muestra de su benignidad! Envió a Jesús para ser nuestro Salvador. Bondad denota una cualidad moral. Parece tener que ver más con el carácter que con el comportamiento, aunque seguro que afectará nuestro comportamiento. El Espíritu nos quiere transformar en personas de buen carácter. Debemos cooperarnos con la obra del Espíritu. En la Biblia se lee mucho de la bondad de Dios. Ser bueno es parte del carácter de Dios. Somos beneficiados indignos de la gran bondad de Dios. Fidelidad / Fe “Por gracia sois salvos por la fe, y eso no de vosotros, pues es don de Dios – no de obras, para que nadie se gloríe.” Efesios 2:8-9 En griego, “fe” y “fidelidad” son la misma palabra. Esa palabra en griego siempre nos habla de la fe en Dios o la fidelidad de Dios. ¿No estamos agradecidos de que Dios nos dio la fe para creer Su verdad? (Véase los versículos de arriba de Efesios)? ¿No estamos agradecidos de que Dios es fiel y fidedigno? ¿No es maravilloso que el Espíritu quiera y sí produce estos hermosos atributos de Dios en nuestra vida? Preguntémonos cómo podríamos mostrar más fe y fidelidad hoy. Pidamos que el Señor nos indique donde aplicar esos atributos. Mansedumbre La mansedumbre es una cualidad tan hermosa. En el mundo de hoy día parece un atributo raro. Tendemos a asociar la mansedumbre con las acciones. Por ejemplo, tal vez digamos, “Ella trataba a sus hijos con tanta mansedumbre.” Sin embargo, la palabra original griega describe una condición del corazón o de la mente; un espíritu manso. Entonces, cuando el Espíritu Santo produce mansedumbre en el corazón, esa mansedumbre se manifiesta en nuestras acciones. Jesús era manso y tierno, pero no era débil. Bendecía a otros de un corazón de amor y compasión. Cuando el Espíritu Santo produce este fruto en una vida, no hay motivos egoístas. Es una cualidad de Cristo; es sobrenatural. Si usted y yo fuéramos más mansos, ¿cómo afectaría a nuestra familia, a nuestros amigos? Seamos más como Jesús, amados hermanos. Templanza “Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.” 1 Pedro 1:5-8 ¿Lucha usted con realizar templanza? De veras es una lucha, ¿no? Pero al fin y al cabo es una cuestión de someter nuestra propia voluntad al control del Espíritu Santo y Su poder. Dios nos ha dado albedrío libre, pero eso no nos da la libertad de hacer cualquier cosa que queramos. Nos dio albedrío libre para que Lo conozcamos, amemos y obedezcamos voluntariamente. Y eso sólo es posible por medio de la obra del Espíritu Santo. La templanza es el último fruto del Espíritu, pero no es el menor. En realidad, Dios desea que cada aspecto del fruto del Espíritu, - amor, gozo, paciencia, benignidad, bondad, fe/fidelidad, mansedumbre y templanza, - se manifieste en nuestra vida, y abunde cada vez más. El quiere que nuestra vida le traiga gloria y honra. ¡Que sea así, amados hermanos! Amén.