DOMINGO XX DEL TIEMPO ORDINARIO Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida Jn 6,51-58 ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 83,10-11) Fíjate, oh Dios, en nuestro escudo; mira el rostro de tu Ungido; pues vale más un día en tus atrios que mil en mi casa. ORACIÓN COLECTA Oh Dios, que has preparado bienes inefables para los que te aman; infunde tu amor en nuestros corazones, para que, amándote en todo y sobre todas las cosas, consigamos alcanzar tus promesas, que superan todo deseo. PRIMERA LECTURA (Pb 9,1-6) Venid a comer mi pan y a beber el vino que he mezclado Lectura del libro de los Proverbios La Sabiduría ha construido su casa, plantando sus siete columnas; ha preparado el banquete, mezclado el vino puesto la mesa Ha despachado sus criados para que lo anuncien en los puntos que dominan la ciudad: «los inexpertos, voy a hablar a los faltos de juicio: venida comer los faltos de pan y a beber mi vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis seguid el camino de la prudencia» SALMO RESPONSORIAL (Sal 33,2-3.10-15) R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor. Bendigo al Señor en todo momento su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se regocija en el Señor: Que los humildes lo escuchen y se alegren. R/. Todos sus santos, temed al Señor, porque nada les falta a los que lo temen; los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada. R/. Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor; ¿Hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad. R/. Guarda tu lengua del mal tus labios, de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella. R/. SEGUNDA LECTURA (Ef 5,15-20) Daos cuenta de los que el Señor quiere Lectura de la carta del aposto san Pablo a los Efesios Hermanos: Fijaos bien cómo andáis no seáis insensatos, sino sensatos, aprovechando la ocasión, porque vienen días malos. Por eso, no estéis aturdidos; daos cuenta de lo que el Señor quiere. No os emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje; sino dejaos llenar del Espíritu. Recitad, alternando, salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y tocad con toda el alma para el Señor. Celebrad constantemente la acción de gracias a Dios Padre, por todo, en nombre de nuestro Señor Jesucristo. ACLAMACIÓN AL EVANGELIO (Jn 6,57) R/. Aleluya, aleluya El que come mi carne y bebe mi sangre – dice el Señor –, habita en mí y yo en él. R/. Aleluya, aleluya EVANGELIO (Jn 6,51-58) Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida Lectura del santo evangelio según san Juan En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: “Yo soy el pan vivo, que ha bajado del cielo: el que coma de este pan, vivirá para siempre. Y el pan que yo daré, es mi carne por la vida del mundo”. Disputaban los judíos entre sí: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?” Entonces Jesús les dijo: ‘Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, habita en mí, y yo en él. El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come, vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron: el que come este pan vivirá para siempre’.” ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS Acepta, Señor, nuestros dones, en los que se realiza un admirable intercambio, para que, al ofrecerte lo que tú nos diste, merezcamos recibirte a ti mismo. ANTÍFONA DE COMUNIÓN (Sal 129,7) Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa o bien (Jn 6,51-52) Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan vivirá para siempre. ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Señor, después de haber recibido a Cristo en estos sacramentos, imploramos de tu misericordia que, transformados en la tierra a su imagen, merezcamos participar de su gloria en el cielo Lectio INTRODUCION La liturgia del domingo XX nos ilustra con claridad e insistencia el tema de la Eucaristía, que ya venimos reflexionando y nutriéndonos de la Palabra durante varios domingos. En realidad esta casi concluyendo el capitulo sexto dedicado a manifestar el motivo fundamental de la presencia de Jesús en medio de la humanidad. Contexto bíblico Jesús, continúa el gran discurso pronunciado en la sinagoga de Cafarnaúm. (Jn 6,59), explica cuidadosamente, en forma muy explícita, con una claridad admirable la eucaristía; se repiten algunos conceptos ya antes expresados, pero con un nuevo matiz, con un cambio notable, ya no dice solo de creer, sino que el que también me coma vivirá por mí. (Jn 6, 51-58), el argumento es propiamente eucarístico, el protagonista es Jesús, que se da en comida y bebida. Y la respuesta del hombre es participar en esa comida y bebida. (Jn 6, 22-50), el discurso sobre el pan de vida, asumido por la fe, pasa a ser una oferta de comida y bebida de la Eucaristía (Jn 6, 51-58). Antes de ser instituida la Eucaristía, hubiera sido todavía más difícil hacerse entender por la multitud. Reflexión En el Evangelio de este Domingo Jesucristo se revela como el Pan verdadero que ha bajado del cielo. El Capitulo 6 de Jn. Se centra en el Pan signo de la Eucaristía, de la salvación dada al mundo entero, a la Iglesia que vive de este Pan. Experiencia cotidiana de fe que da sentido a nuestra vida. Juan desarrolla en el discurso del pan de vida una visión de la Eucaristía que actualiza el único sacrificio de Cristo y lo hace presente. La Eucaristía renueva el Misterio de la Cruz. "Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre." V. 51 El discurso del pan de vida, que Jesús hace en la sinagoga de Cafarnaúm. El signo del maná ofrecido por Dios a Israel pelegrino en el desierto. Dios alimentó a su pueblo en el camino hacia la tierra prometida. Jesús habla del pan que el mismo dará y que es su Carne y su Sangre: "Discutían entre si los judíos y decían: Cómo puede éste darnos a comer su carne?. V. 52. Jesús les responde que los judíos que comieron el maná en el desierto murieron. Pero quien come de ese pan no morirá. "Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna". V. 54 Jesús el Hijo de Dios encarnado se nos ofrece como Pan de vida. El encuentro con Jesús muerto y resucitado por nosotros, sucede cuando nos alimentamos de la Eucaristía, Misterio de fe que nos mantiene unidos como Iglesia peregrina. La Eucaristía comunica a los fieles la vida que el Hijo recibe del Padre: "Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí". v 57. En la Eucaristía se expresa la fe en Jesús, el pan de vida, Reunidos en torno al banquete que sacia nuestra hambre y nos enseña a compartir el pan del amor con los hermanos. Buscar y creer en Jesús es establecer una relación personal con El, que nos permite participar de la vida divina. EL PAN DE LA VIDA Nos impresionan las palabras del Señor proclamadas en el evangelio de hoy. Significan que la “muerte” no tiene ninguna posibilidad de acceso allí donde se come “el pan de la vida”. Sabemos que el pan de la vida es la carne de Jesús entregada para la vida del mundo. Quien come su carne vive en Cristo. Es transformado en una realidad eterna. Y desde ahora. Vive ya la vida eterna, que es propia de Dios. Después, el futuro: “y yo lo resucitaré el último día”. El horizonte de la eucaristía es la resurrección de los muertos: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna”. Nunca más el horror del desierto, la angustia de la noche y las insidias del camino, sino la vida eterna. Mejor aún, el misterio del amor que reina entre el Padre y el Hijo en la Santísima Trinidad. La vida eterna está presente en quien come el cuerpo de Cristo. Apéndice DEL CATECISMO DE LA IGLESIA Las palabras de Cristo se cumplen en la Eucaristía 1333:En el corazón de la celebración de la Eucaristía se encuentran el pan y el vino que, por las palabras de Cristo y por la invocación del Espíritu Santo, se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Fiel a la orden del Señor, la Iglesia continúa haciendo, en memoria de Él, hasta su retorno glorioso, lo que Él hizo la víspera de su pasión: “Tomó pan”, “tomó el cáliz lleno de vino”. Al convertirse misteriosamente en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, los signos del pan y del vino siguen significando también la bondad de la creación. 1338:Los tres evangelios sinópticos y S. Pablo nos han transmitido el relato de la institución de la Eucaristía; por su parte, S. Juan relata las palabras de Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm, palabras que preparan la institución de la Eucaristía: Cristo se designa a sí mismo como el Pan de Vida, bajado del cielo. 1355: En la comunión, precedida por la oración del Señor y de la fracción del pan, los fieles reciben “el pan del cielo” y “el cáliz de la salvación”, el Cuerpo y la Sangre de Cristo que se entregó “para la vida del mundo” (Jn 6,51). 1375: Mediante la conversión del pan y del vino en su Cuerpo y Sangre, Cristo se hace presente en este sacramento. Los Padres de la Iglesia afirmaron con fuerza la fe de la Iglesia en la eficacia de la Palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo para obrar esta conversión. 1376:El Concilio de Trento resume la fe católica cuando afirma: “Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la substancia del vino en la substancia de su Sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación” (DS 1642).