34_38_Pluma_invitada 14/10/05 16:57 Página 34 Pluma invitada Iniciamos esta sección de “Pluma Invitada” con la colaboración del Catedrático y Profesor de Historia Medieval de la Universidad Autónoma de Madrid, D. Vicente Ángel Álvarez Palenzuela, Comisario General de la exposición “Isabel, la Reina Católica” y una de las figuras más relevantes especializadas en este personaje. Con motivo de la celebración del V Centenario de la muerte de Isabel la Católica, algunas ciudades han realizado diferentes actos en su memoria, así Valladolid, Granada y Toledo. En esta última ciudad el reinado de la Reina Isabel es evocado en una gran exposición organizada por el Arzobispado de Toledo, que completa y cierra los actos organizados con motivo del centenario. 34 La muestra, que fue inaugurada por S.M el rey don Juan Carlos, el 15 de junio, y permanecerá abierta hasta el 12 de diciembre, evoca los aspectos esenciales del reinado a través de 346 piezas: Documentos, códices e incunables, escultura, pintura, tapices, telas, orfebrería, ajuar doméstico y muebles; la personalidad de la Reina, sus gustos y espiritualidad hallan en la exposición un recorrido memorable. 34_38_Pluma_invitada 14/10/05 16:57 Página 35 EL REINADO DE ISABEL I, LA REINA CATÓLICA. L a princesa Isabel, la futura “Reina Católica” nace en Madrigal, el 22 de abril de 1451; es la primogénita del segundo matrimonio de Juan II de Castilla con Isabel de Portugal. De este matrimonio nace también un varón, Alfonso, en diciembre de 1453, de modo que, cuando fallece Juan II (julio de 1454), Isabel ocupa el tercer lugar en la sucesión del reino ya que su hermanastro, ahora rey, Enrique IV, carece de sucesión por el momento. Las circunstancias políticas del reino y la enfermedad de su madre mantendrán a Isabel, en Arévalo, apartada de la vida oficial durante unos años; son también razones políticas las que provocarán su forzada entrada en la Corte. En el verano de 1461 se anunciaba el embarazo de la reina Juana de Castilla, segunda esposa de Enrique IV, con la que había casado seis años atrás después de una irregular declaración de nulidad de su primer matrimonio, una azarosa negociación y una ceremonia de matrimonio no menos discutible, carente de oportuna dispensa y no oficiada por ninguno de los prelados designados al efecto por el Papa: en febrero de 1462 nacía Juana, sobre cuya ilegitimidad hubo rumores desde el primer momento. Parecía oportuno que los dos herederos hasta el momento, Alfonso e Isabel, estuviesen bajo adecuado control. La pugna política por el control del poder comienza a tener forma de levantamiento nobiliario a partir de septiembre de 1464. La Liga de nobles publicaba un manifiesto en el que se acusaba a Enrique IV de planear el asesinato de su hermanastro Alfonso, y de planear el matrimonio de Isabel con Alfonso V de Portugal para franquear la herencia a Juana, de la que, por primera vez, se afirmaba que no era hija del Rey. La rebelión alcanza su punto culminante el 5 de junio de 1465, con la deposición de Enrique IV en una ceremonia burlesca, en Ávila, y la proclamación de Alfonso como rey de Castilla. El fugaz reinado de Alfonso presencia una verdadera capitulación de la autoridad monárquica. En septiembre de 1467 Enrique IV y su hermanastro alcanzaban una solución: reconocimiento de Enrique como rey y de Alfonso como heredero; al privar a Juana de sus derechos sucesorios se daba por firme su ilegitimidad, aunque no se explicasen las razones de la misma. Era la quiebra de la autoridad monárquica sin que se alcanzase la solución de los problemas, porque, el 5 de julio de 1468, moría Alfonso, cerca de Ávila. Apenas conocida la muerte de su hermano, Isabel reclamó para sí el título de heredera del trono, así lo establecía el testamento de su padre, si Enrique moría sin hijos; no obstante, rechazó absolutamente el título de reina que algunos de sus partidarios pretendían que asumiese. En ese crucial momento, Enrique reclamó la presencia de su esposa en la corte, pero la reina Juana, que se hallaba en ese momento en avanzado estado de gestación, fruto de sus relaciones con Pedro de Fonseca, su custodio en Alaejos, huyó a refugiarse junto a uno de los Mendoza, Beltrán de la Cueva. El hecho tuvo una demoledora influencia sobre el rey y venía a justificar a posteriori todas las maledicencias y calumnias. En esas condiciones se entra en la negociación entre Enrique e Isabel que conduce a la firma del acuerdo conocido como Pacto de los Toros de Guisando (14 de septiembre de 1468): reconciliación de los bandos, reconocimiento de Enrique IV como legítimo rey y de Isabel como heredera, a cuyo efecto fue jurada, por ausencia de otros herederos legítimos; la causa de tal ilegitimidad es la del matrimonio regio, no de la filiación de Juana. En cuanto a Isabel, habría de casarse de acuerdo con su hermano y otras personas que se designaban, pero siempre contando con la voluntad de la Princesa. Las relaciones entre los hermanos serán cordiales, pero superficiales, mientras se desarrolla una intensa lucha política en relación con el matrimonio de Isabel. La diplomacia aragonesa trabajaba intensamente para lograr que el elegido fuese el príncipe Fernando; es probable que desde finales de este año Isabel hubiera tomado ya esa firme decisión. La situación en Castilla es muy confusa a causa de la división entre grupos nobiliarios que sostienen soluciones diversas para la situación política. En mayo de 1469 Isabel firma las capitulaciones matrimoniales con Fernando, se fuga de Ocaña y se instala en Valladolid, desde donde reclama la presencia del príncipe aragonés para contraer matrimonio. Era una clara ruptura de los acuerdos de Guisando, a pesar de lo cual Isabel se esforzó en ganar la voluntad de su hermano que, por su parte, también había incumplido los acuerdos al no convocar Cortes para el juramento de la heredera, como había sido convenido. Tras una novelesca entrada de Fernando en Castilla, la ceremonia de matrimonio tenía lugar en Valladolid el 19 de octubre de 1469: era un matrimonio que, además de los problemas políticos que planteaba, fue contraído sin dispensa pontificia para el defecto de grado de parentesco entre los contrayentes; aun- 35 34_38_Pluma_invitada 14/10/05 16:57 Página 36 Pluma invitada de Sixto IV, que es quien otorga la imprescindible dispensa, y el de un importante número de nobles, resultado de la decisiva legación del cardenal Rodrigo Borja, un día Alejandro VI. También progresa, de modo muy confuso, la relación de Isabel con su hermano. Ambos se entrevistan en Segovia, en diciembre de 1473, y pasean por sus calles poniendo de relieve una cierta reconciliación que dejaba prácticamente en el olvido los acuerdos de Valdelozoya. No hubo, sin embargo, acuerdos formales; Enrique fallecía en Madrid, en diciembre de 1474, sin despejar la gran incógnita de la sucesión. Isabel se proclamó inmediatamente reina, en Segovia; a aquella ciudad llegaría poco después Fernando, ausente en Aragón. Ambos acordarían la forma de gobierno de sus reinos, otorgándose mutuamente derechos de gobierno en sus respectivos reinos en los que actuarían, solos o conjuntamente, como soberanos, no como consortes. Es la “concordia de Segovia”, que se expresaría en el lema del reinado, “Tanto monta”. La proclamación de Isabel como reina de Castilla es casi la señal para el comienzo de la guerra con Portugal. Alfonso V, erigido en defensor de su sobrina Juana, que era proclamada reina de Castilla en Plasencia el 25 de mayo de 1475, iniciaba una invasión de Castilla que inauguraba un enfrentamiento de cuatro años. Los portugueses obtienen algunos éxitos importantes, como el de Baltanás (Palencia), en septiembre de este año, pero experimentarán una decisiva derrota en las proximidades de Toro, el 1 de marzo de 1479. que se dio lectura a una bula, ésta era falsa: la auténtica solo fue obtenida dos años después, en diciembre de 1471. La reacción de Enrique IV es una imposible vuelta atrás: nuevo reconocimiento de Juana como heredera y negociación con Francia para lograr para ella un novio francés, el duque de Guyena. Todo se concretó en Valdelozoya, en octubre de 1470, donde Juana era reconocida como legítima hija de los Reyes y, en consecuencia, jurada heredera. 36 La situación del reino es desastrosa en los próximos meses y muy difícil también la de Isabel y Fernando que, poco a poco van ganando apoyos, en especial el del Pontificado, desde la llegada al solio pontificio El laborioso logro de la paz se obtiene mediante negociaciones directas de Isabel con su tía Beatriz de Bragança, en nombre de Portugal. Estas negociaciones conducen al tratado de Alcáçovas (4 de septiembre de 1479); en realidad un conjunto de cuatro tratados en los que se renovaba la paz entre ambos reinos establecida en 1432, que regulaba los ámbitos de navegación marítima, se acordaban los matrimonios de Juana con el príncipe Juan, heredero de los Reyes, y de su primogénita Isabel con el heredero de Portugal, y se ponía fin a las últimas consecuencias materiales de la guerra: indemnizaciones, prisioneros y concesión de perdones. Así comenzaba un reinado de extraordinaria importancia, en medio de una situación sumamente comprometida por los largos años de tensión vividos y los de guerra civil que ahora se extinguía. La recuperación del orden era la primera gran tarea: llamar a la 34_38_Pluma_invitada 14/10/05 16:57 Página 37 Pluma invitada nobleza a la colaboración con la Monarquía era la primera gran empresa. Exigió grandes dosis de negociación, pero también de autoridad en la recuperación de parcelas de poder invadidas por la nobleza en los pasados años: fue un proceso que afectó por igual tanto a los antiguos partidarios como a los enemigos ahora reconciliados. Las Cortes de Toledo de 1480 son el marco en el que se aborda la reconstrucción política, económica -declaratoria de juros, es decir una depuración de los libros de Hacienda-, reordenación de las bases económicas, en particular la ganadería, reforma de la administración, en especial la Chancillería y el Consejo, y reordenación legal -Ordenamiento de Montalvoasí como primeras medidas de reforma religiosa. La guerra de Granada se presenta como el objetivo inexcusable que permita poner fin al largo empeño reconquistador. Iniciada por un acto de provocación musulmán, la guerra será un empeño sostenido y prolongado, con utilización de moderno armamento e intendencia, en el que tendrá gran importancia la guerra de cerco y, por ello, la artillería. La guerra se desarrolla en tres fases: 1482-1484, con las tomas de Álora y Setenil como hechos destacables; 1485-1487, con las decisivas conquistas de Ronda, Loja y, sobre todo, Málaga; y 1488-1492 en que, tras la conquista de todo el oriente granadino, se aborda la operación final sobre la capital. Fernández de Córdoba, serán el colofón de ese enfrentamiento. África era el gran objetivo de los Reyes. La conquista de Granada, en consecuencia de todo el territorio peninsular, implicaba la recuperación de los territorios norteafricanos que un día formaran parte de la Hispania romana. Las guerras de Italia y también la empresa americana hicieron, sin embargo, inviable el proyecto africano. El proyecto de navegación de Cristóbal Colón, resultado de una mezcla de lecturas, noticias recogidas de marinos, leyendas diversas y cálculos erróneos, consistía en navegar hacia las Indias por occidente. Cerrado el Mediterráneo a la navegación cristiana, los portugueses estaban a punto de llegar a Extremo Oriente circunnavegando África; por ello y por los errores de cálculo de Colón rechazaron su proyecto. También fue rechazado por los navegantes y geógrafos castellanos, Aspecto esencial es la política europea; hecho complejo porque la unión personal de Aragón y Castilla hacía muy difícil conciliar alianzas internacionales hasta entonces contrapuestas. Los Reyes despliegan una política que busca el aislamiento de Francia, hostil a los intereses de Aragón; la base de esa política son acuerdos matrimoniales para sus hijos que llevan a acordar el de la primogénita Isabel en Portugal, sucesivamente con el heredero, Alfonso, y muerto éste con Manuel, entonces ya rey; un doble enlace con los Habsburgo: el de Juan con Margarita y el de Juana, finalmente heredera de Castilla, con Felipe; un sucesivo enlace de Catalina en Inglaterra, primero con Arturo y, fallecido éste, con Enrique, luego Enrique VIII; finalmente la boda de María con Manuel de Portugal, viudo de su hermana Isabel. Esta política de contención de Francia no impedirá que la prosecución por Carlos VIII y Luis XII de los derechos de los Anjou en Italia provoque el enfrentamiento con la Corona Española, pues Fernando es heredero de los importantes derechos de la Corona de Aragón en el mediodía italiano. Las guerras de Italia, en las que brilla la eficaz figura de Gonzalo 37 34_38_Pluma_invitada 14/10/05 16:57 Página 38 Pluma invitada marzo de 1492, de conversión forzosa de los judíos, y la expulsión del reino de los no convertidos. Expulsados desde hacía mucho tiempo de muchos territorios de Europa, como Inglaterra o Francia, los judíos españoles habían llevado una existencia aceptable salpicada de acontecimientos terribles como las persecuciones de 1391. Lograda la unidad territorial parecía imprescindible obtener también la religiosa. Es lo que mueve a decretar la conversión obligatoria; se esperaba una respuesta masiva, pero el judaísmo sefardí había experimentado terribles pruebas que habían templado su fe: hubo algunas importantes conversiones, convenientemente divulgadas, pero la mayoría optó por el heroico camino del exilio, plagado de terribles sufrimientos, en la fidelidad a su fe. Similares razones movieron a decretar la expulsión de los musulmanes del reino de Granada; en este caso se veían incrementadas por las acusaciones que les hacían responsables de constituir un apoyo a incursiones de piratas berberiscos, con intención de reconstruir la presencia musulmana. Se intentaron todos los medios para lograr conversiones, pero el resultado obtenido fue insignificante; después de varias revueltas, algunas extraordinariamente duras, se decretó la expulsión de toda la población musulmana en febrero de 1502. Las conversiones que se producen para evitar la expulsión generan un nuevo problema, el morisco, resuelto en idéntico sentido un siglo después. pero asumido por la Reina y abordado con escaso riesgo económico, pese a las leyendas que se han acumulado sobre el asunto. El descubrimiento de “islas” y “tierras” a Poniente exigirá una activa diplomacia ante el Pontificado, del que se obtienen las famosas “bulas alejandrinas”, y con Portugal, con revisión del tratado de Alcáçovas mediante un nuevo acuerdo, el tratado de Tordesillas, de junio de 1494, y una nueva distribución de los mares. 38 Entre tanto se había adoptado una de las decisiones peor entendidas del reinado: el decreto, de 31 de La reina Isabel otorgaba testamento en octubre de 1504, al que añadía, un mes después un codicilo. Es una pieza documental maestra para el conocimiento de la personalidad política y humana de la Reina. En él va desgranando todas las preocupaciones de un gran estadista y sus objetivos de gobierno: desde la sucesión del Reino y la prosecución de la guerra con el Islam en África, al trato a los indígenas americanos como verdaderos súbditos de la Corona; desde la adecuada conservación del patrimonio real al cumplimiento de los tratados internacionales, la eficacia de la justicia o cuidadosos detalles respecto a sus bienes, exequias y sepelio. Vicente Ángel Álvarez Palenzuela. Catedrático de Historia Medieval. Universidad Autónoma de Madrid. Académico Correspondiente de la R.A.H.