la eucaristia celebrada, adorada y vivida por madre ines

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LA SIERVA DE DIOS MADRE MARIA INES VIVE, CELEBRA Y ADORA LA EUCARISTIA
Estamos viviendo la fiesta del Corpus Domini con la
Iglesia Universal, en Roma se ha llevado a cabo
esta celebración el jueves pasado presidida por el
Santo Padre, iniciando con la Santa Misa para
continuar con la procesión del Santísimo desde la
Basílica de San Juan de Letrán hasta Santa María la
Mayor. Tomamos textualmente parte de su homilía,
haciendo una comparación con los escritos de
Madre María Inés, la Sierva de Dios, mostrando la
sintonía de corazones que palpitan al unísono con la
Eucaristía, guiados por el Espíritu Santo. Veamos el
significado que el Santo Padre nos da en esta fiesta
y cómo nos invita a estar unidos en torno a Cristo, a
caminar con él y adorarlo postrados ante el
Santísimo Sacramento imitando a la Madre de Jesús
Eucaristía.
“¿Cuál es el significado de la solemnidad de hoy, del
Cuerpo y la Sangre de Cristo? Nos los explica la
misma celebración que estamos realizando, con el
desarrollo de sus gestos fundamentales: ante todo,
nos hemos reunido alrededor del Señor para estar juntos en su presencia; en segundo lugar,
tendrá lugar la procesión, es decir, caminar con el Señor; por último, vendrá el arrodillarse ante el
Señor, la adoración que comienza ya en la misa y acompaña toda la procesión, pero que culmina
en el momento final de la bendición eucarística, cuando todos nos postraremos ante Aquél que se
ha agachado hasta nosotros y ha dado la vida por nosotros.” (Homilía Santo Padre Benedicto XVI,
Corpus Domini, 22 mayo 2008)
En unos de los tantos escritos Eucarísticos de Madre Inés, encontramos la vivencia de la Sierva
de Dios en este grande misterio: “Al celebrar y adorar la Eucaristía, se vive la presencia y la
oblación de Cristo, como prueba máxima de su amor, en cuanto que el Señor hace presente su vida
donada para comunicarla a toda la humanidad:
Ahí, en la sagrada Hostia blanquísima, que a
diario tienen mis ojos y mi corazón la dicha de
contemplar expuesta en la custodia, está el
Jesús vivo, ofrendado por el Padre, aceptado
por María en nombre de toda la humanidad, el
Dios hombre, en quien se realizaron una a una,
todas las profecías preanunciadas con tantos
siglos de anticipación; reuniéndose allí, en
conjunto abigarrado, las misericordias y las justicias, las ternuras y los castigos, las promesas y
las oblaciones y las expiaciones y el amor todo
de Jesús a los hombres; diciéndonos desde ahí
con inefable ternura: «Mis delicias son estar con
los hijos de los hombres»...” (S.D. Madre Ma. Inés Teresa Arias)
“Nos postramos ante un Dios que se ha abajado en primer lugar hacia el hombre, como el Buen
Samaritano, para socorrerle y volverle a dar la vida, y se ha arrodillado ante nosotros para lavar
nuestros pies sucios. Adorar el Cuerpo de Cristo quiere decir creer que allí, en ese pedazo de pan,
se encuentra realmente Cristo, quien da verdaderamente sentido a la vida, al inmenso universo y
a la más pequeña criatura, a toda la historia humana y a la más breve existencia. La adoración es
oración que prolonga la celebración y la comunión eucarística, en la que el alma sigue
alimentándose: se alimenta de amor, de verdad, de paz; se alimenta de esperanza, pues Aquél
ante el que nos postramos no nos juzga, no nos aplasta, sino que nos libera y nos transforma.
“(Homilía Santo Padre Benedicto XVI, Corpus Domini, 22 mayo 2008)
La Eucaristía es el más sublime misterio de amor que pudo idear
Jesús, es nuestro alimento, nuestro inseparable compañero. El hace
derroche de su amor en su divina Eucaristía. Madre Inés en sus
momentos de adoración ante el Santísimo, pide para todas sus hijas
misioneras clarisas: “Si tus misioneras son eucarísticas, las almas
que conviertan a ti cifrarán sus delicias en adorarte en el Augusto
Sacramento del altar. A ti recurrirán rendidas, amorosas, a
comunicarte sus cuitas, a contarte sus penas, a participarte sus
alegría, tú serás, ¡Corazón, Eucarístico!, el centro de sus amores;
para ellas no habrá dicha mayor que la de pasar largos ratos contigo,
adorándote en ese misterio de fe y de amor. Tú las calentarás con
tus rayos, ellas saldrán caldeadas, e irán a sus casas a difundir por
doquier a Jesús Eucaristía.” (S.D. Madre Ma. Inés Teresa Arias)
“Por este motivo, reunirnos, caminar, adorar, nos llena de alegría. Al hacer nuestra la actitud de
adoración de María, a quien recordamos particularmente en este mes de mayo, rezamos por
nosotros y por todos; rezamos por cada persona que vive en esta ciudad para que pueda
conocerte a ti, Padre, y a Aquél que tú has enviado, Jesucristo. Y de este modo tener la vida en
abundancia. Amén.” (Homilía Santo Padre Benedicto XVI, Corpus Domini, 22 mayo 2008)
En diversos escritos íntimos de Madre Inés, descubrimos cómo reflejan su interioridad, la dimensión
mariana y misionera, que se encuadra en un marco eucarístico (cristólogico), eclesial y misionero,
donde resalta el aspecto contemplativo:
“¡Qué dicha, Jesús mío, que, al servirte tú de este inútil instrumento,
pueda con tu omnipotencia, llevarte a todas las regiones del mundo
pagano, a millares de lugarcitos en donde no irradia tu Eucaristía,
para que allí seas adorado, amado, consolado, visitado. Yo quisiera,
que en todas las partes del mundo estuvieras expuesto. ¡Oh Dios de
amor! Y que todas las almas se enamoren de ti en este sacramento
inefable! Las almas que viven de Eucaristía ¡son felices! las penas
no las agobian, las tentaciones no las hacen caer, las alegrías no las
desvanecen; ¡sabes tú prodigar tantos consuelos a las almas que te
visitan, que te quieren, que te confían sus penas y sus alegrías!
Tienes tú el poder inefable de cautivar sus corazones, ¡oh Ladrón de
amor! Y si tú no tienes otro deseo que incendiarlos yo como tú, no
tengo otro. La Eucaristía y María, María y la Eucaristía, estos dos
amores fundidos en uno, es el centro donde gravita mi alma con
todos sus anhelos” (S.D. Madre Ma. Inés Teresa Arias)
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