Club Parapente Rotor Arenales lusos y "sombreiros do sol" Me llamó la atención. En los dos sentidos; primero el del apercibimiento por el patricio de turno. Después el del interés, que me empujó a recogerlo para el anecdotario personal: el disfrute de los arenales en el país Luso tiene su cosa. Cosa que este menda ignoraba, claro está. Con Portugal a una carreiriña de can, se haría extraño no haberme familiarizado ya, a estas alturas de mi particular atracción por el país irmao, con sus costumbres; pero, en este caso, evidentemente, no lo estaba. Así que, sólo obedece a mi ignorancia el reseñar algo que, seguro, debe de ser harto conocido para muchos. Sin embargo, desconocido por estos pagos, por nuestras playas; donde campas libremente, posando el trasero aquí o acullá; donde plantas tu sombrilla, y ciscas el espacio a discreción con tus pasatiempos: rastrillo, pala y cubo, sin otros miramientos que los que dediques - siendo mi humilde caso - a las prójimas más próximas. Con levedad, delimitas tu territorio, sin caer en la inelegancia de hacerlo en plan perruno, y, a seguir, procedes con tus propios rituales: rascarse, sobre-rascarse, sondear el foso del ombligo a la captura de pelotillas, cualquier otro juego de manos al alcance de la mano; otros pasatiempos, etcétera. En resumen, plena libertad para solazarse sin cortapisas, en cualquier arenal de las Españas. Pero el disfrute de las playas en el país Luso tiene su cosa. Cosa que este menda ignoraba, he de insistir. La cosa Lusitana no goza de aquella normalidad nuestra; por lo que, si decides rebozarte en las playas portuguesas, sepas que el arenal lo dividen en zonas. La Concesionada: para las casetinhas de banho de aire ochocentista, esas, las pintadas a rayas, azules y blancas, con estampa de infantiles castillitos Legoland; que de muy de tomar el sol no se ven, no; y si fuese el caso de que vinieran a cobijar intimidades, a lo más, te da para el escondite de una pierna y mitad de un brazo. La zona Neutra: para aquellos desprovistos de parasol y carecen de los enseres queridos: pala, rastrillo y cubo. Y, por fin, en tercera línea, y de ídem orden de categoría, la zona Flaca; la escuchimizada de espacio; la que responde más a un gueto en cuarentena o franja de Gaza que a una zona de disfrute: destinada para los que hacen uso de las sombrillas o Sombreiros do Sol. Los tres campus playeros están claramente identificados y con sus correspondientes delimitaciones fronterizas, naturalmente. Ahora, pongamos que te alumbra la feliz idea de lanzarte a disfrutar del arenal portugués. Hete ahí tú, de porteador, a lo safari, en rigurosa fila india contigo mismo; accedes a las finas arenas cargado con tu parasol y tu canesú, tu silla plegable bajo el sobaco, y más cachivaches colgando de ti. Tras examinar el vecindario, convienes que el lugar idóneo donde fijar el mástil del Sombreiro do sol es justo delante del territorio concesionado de las casetinhas. ¿Razón? Ninguna, a no ser la estratégica, la de poder largar subrepticias miradas a quienes sean merecedoras. Craso error, queridos todos – y administraos sobradamente con el genérico, porque no estamos para despilfarros enunciando géneros a diestro y siniestra - Enfundado en tu ignorancia, cuando comiences a enterrar el trinquete de la sombrilla en territorio comanche, la feliz ocurrencia se habrá trocado en infeliz desenlace y te apercibirán por intruso y quebrantador de normas. “Desculpen os Senhores. Esta é uma área de barracas de praia”, vendrán a advertirte; y te harán recoger los bártulos junto con tus otros enseres más queridos: pala, rastrillo y cubo. Acto seguido, un brazo extendido, con el dedo índice tieso apuntando al horizonte, en inequívoco signo de expulsión del paraíso, te señalará hacia el campo de refugiados, el Lado Oscuro: la Zona de Sombreiros do sol. En la foto que acompaña a esta mini historia, si se hace uso del zoom para aproximar el detalle, alcanzaréis a distinguir las casetas protagonistas o barracas de praia, - zona Concesionada - en la parte más próxima al paseo. Por delante de ellas no se verán sombrillas, salvo un grupúsculo mal avenido que rompe la armonía del conjunto casetero de legoland, allá, al fondo, en un extremo de la concha del arenal, que con esfuerzo de miope lograréis discernir: a ellos, los verracos de los Sombreiros do sol. Ahí queda, la reseña curiosa de un viajero vacacionista que, citando a otros, – en algún lugar habré leído la frase reconoce “haber visto más cosas de las que recuerda, y recuerda más cosas de las que ha visto”. D&D. http://www.clubrotor.com Potenciado por Joomla! Generado: 19 November, 2016, 10:05