SOBRE LA ENFERMEDAD SAGRADA Julio Martínez-Cava Aguilar Grupo 11 Historia de la Ciencia I INTRODUCCIÓN No nos sería legítimo exigir a la Historia un carácter evolutivo-lineal si concebimos ésta bajo la forma de una transcripción de los hechos pasados, conectados (según una interpretación) conforme a una visión común (convenida). Es el problema del carácter procesal-histórico, que una vez transcrito parece hacernos olvidar la contingencia de los hechos (como si hubiesen sido así necesariamente y no pudieran haber sido de otro modo) y la espontaneidad de la acción humana que genera aquella (de consecuencias indeterminables de forma precisa1). Así parece que la Historia se rija por causa-efecto, condición sine qua non tendría sentido. Tomando como punto de partida esta noevolución-lineal en la Historia, tenemos en nuestra mano la posibilidad de hablar de regresiones o recesiones en la Historia de la Ciencia, entendiendo estos “pasos atrás” bajo el criterio moderno-actual. No obstante la Historia de la Ciencia pugna por una concepción de la Ciencia no finalizada, no limitada, sino en constantes controversias agentes del cambio; teniendo en cuenta este factor es necesario tener presente a su vez que el criterio actual de evaluación de los sucesos históricos en comparación con las opiniones vigentes en la actualidad pudiera ser erróneo (de forma análoga al hecho de que el atomismo fuera considerado una recesión hasta ser aceptado y asentar sus raíces en lo más profundo del saber científico moderno). Sin embargo, de la misma forma (bajo el prisma moderno) que podemos hablar de recesiones, nos es legítimo también hablar de saltos o grandes avances en este inmenso campo en continuo devenir que llamamos la Ciencia. Las “buenas ideas” necesitan tiempo para asimilarse, y van modificándose en el proceso de asimilación, por lo que hay una necesidad de que con el tiempo, reformulándose y respondiendo a las objeciones, triunfen estos méritos científicos. No obstante no debemos olvidar que un punto de vista holítico permite comprender que los desarrollos revolucionarios no surgen espontáneamente de la nada sino que suelen ser fruto de un extenso trabajo que se ha ido fraguando por todos aquellos dedicados a la materia, llegando a veces a paradojas tales como que sin el trabajo de personajes en contra de esta idea revolucionaria no se habría podido ni concebir ésta. Tal es el caso que encontramos en los tratados hipocráticos durante la refutación que realizan éstos a los “falsos médicos”, sin los cuales el autor del tratado 1 Sobre la acción humana y la discontinuidad en la Historia: Cfr. Hannah Arendt, ¿Qué es la política?, Paidós 1997, pp. 65-66 hipocrático estudiado difícilmente podría haber llegado a la idea de la enfermedad que expondré más adelante. Lejos de idealizar a ciertos personajes adjudicándoles exclusivamente a ellos el mérito de estos grandes avances, podemos no obstante destacar el papel que jugaron en su época y lo que su actuación supuso al desarrollo y la configuración del conocimiento científico. El radical cambio en el modo de comprender la epilepsia, que pasó de ser un mal divino a una enfermedad de igual divinidad que el resto y empezando a tratarse como tal, constituye a mi parecer una de las grandes aportaciones al continuo y pretendido proceso de mejora del campo de la Medicina por parte de los médicos hipocráticos. Sobre la Enfermedad Sagrada constituye uno de los tratados en los que más se pone en evidencia la constitución de la nueva medicina como un saber diferenciado. El problema estudiado es precisamente la secularización medicinal de la época por parte de los médicos hipocráticos en el caso de afecciones de epilepsia. CONTEXTUALIZACIÓN DE LA ENFERMEDAD - Nota: la Historia de las enfermedades se remonta a lo más profundo de la Antigüedad, recibiendo las enfermedades una infinidad de nombres a lo largo de la existencia humana. Los conocimientos vigentes en cada época son el criterio para explicar aquellas, por lo que las explicaciones se ven sometidas al nivel noético en el que se sitúan. Por ello podríamos decir, lanzando una mirada retrospectiva con el prisma científico actual, que durante las distintas concepciones de la epilepsia a lo largo de la Historia se produjese una recesión (ver Introducción) en la Edad Media, al volver a concebirse dicha afección como un mal divino. Es destacable también que las enfermedades eran concebidas como desequilibrios de humores según la constitución personal de cada afectado. Esto no cambió hasta la llegada de Paracelso, al conceptualizarlas como entidades individuales que se localizaban en partes específicas del cuerpo y tenían sus propias características patológicas2. El mérito de los médicos hipocráticos será pues el de situar la epilepsia en este conjunto de enfermedades-desequilibrio librándola de su carácter teísta. La concepción pre-hipocrática En el período anterior a la época hipocrática, la Medicina de por entonces consideraba este mal como una “enfermedad sagrada”, un fenómeno sobrenatural, y debido precisamente a este diagnóstico de carácter divino los remedios que se practicaban respondían a la necesidad-religiosa que una enfermedad sagrada requería. Se realizaban ofrendas a los dioses, expiaciones y actividades dirigidas por médicos-sacerdotes. Las primeras anotaciones acerca de la epilepsia se remontan al papiro de Edwin Smith (3.000 a. de N.E.) en el cual aparecen descripciones de enfermos “poseídos por espíritus” y se describen a su vez trepanaciones-religiosas cuyo objetivo era la búsqueda de aquel ser maléfico que ocasionaba el sagrado mal para que abandonase la cabeza del poseído por el orificio practicado. La cultura mesopotámica denominaba a este mal la enfermedad bennu, y describía sus síntomas típicos en algunos textos conservados (en el propio código de Hammurabi se estipula en una de sus secciones que si un esclavo sufriera de bennu podría ser devuelto a su anterior amo en el plazo de un mes). Para entender esta concepción de la enfermedad es necesario destacar el gran papel que jugaban las religiones en las culturas antiguas, especialmente la influencia de los sacerdotes en todos los ámbitos: política, ciencia, vida cotidiana etc. Como ejemplo tomemos la ciudad mesopotámica de Ectabana que se construyó inspirándose en una interpretación religiosa de los descubrimientos astronómicos realizados en los zigurats. La deuda que estableció la medicina hipocrática con las culturas antecesoras es inmensa. La medicina egipcia y la babilónica ejercieron de “maestras” para la presocrática3. Por ejemplo el tratado hipocrático “Sobre las mujeres estériles” guarda una fuerte conexión con el papiro médico egipcio “kahun ginecológico”. Es destacable también el papel del médico Alcmeón que entendió la enfermedad como desequilibrio y la salud como isonomía. El médico Empédocles también influyó en la medicina hipocrática con su teoría de los cuatro elementos en la cual se inspiraron estos médicos para elaborar su teoría de los cuatro humores (siendo la epilepsia un mal provocado por uno de los cuatro, la flema fría y húmeda, como veremos más adelante). Cfr. Victor Navarro, “Paracelso y los orígenes de la iatroquímica” en Historia de la Ciencia, Austral, 2008 3 Cfr. Javier Ordoñez, “Medicina presocrática”, en Historia de la Ciencia, Austral, 2008 2 El cambio de conceptualización: explicación y tratamiento Los practicantes de la medicina hipocrática mantenían la convicción sobre el origen natural de la enfermedad frente al origen divino heredado de las culturas antecesoras: “tiene su naturaleza propia, como las demás enfermedades”. Por ello intentaron diagnosticarla de forma racional (el diagnóstico en la Antigüedad se configuraba mediante una observación rigurosa y el pensamiento analítico). Sin embargo para que su nueva idea triunfase debían hacer frente a la concepción anterior, y realizaron varias refutaciones que se recogen en este tratado y que les obligaron a perfilar y perfeccionar su propia explicación. Frente al supuesto origen divino los hipocráticos abogaron por su normalidad, argumentando que se la ha creído divina por falta de saber: “lo consideraron los hombres como una cosa divina por su inexperiencia y su asombro”, ya que es cierto que constituye una enfermedad que difiere bastante del resto (en síntomas y respuestas al tratamiento sobretodo). Sigo la opinión popular de que en gran parte de las sociedades primitivas (inexperiencia) se recurre con normalidad a las explicaciones sobrenaturales ante hechos no comprensibles (asombro). Además si se consideraba sagrada a dicha enfermedad se debería considerar también a otras muchas enfermedades que son no menos divinas, y sin embargo no se hacía. Por lo tanto los que la consideraban sagrada serían tan sólo aquellos que obtuvieran algún beneficio de esta consideración: “Éstos, en efecto, tomaron lo divino como abrigo y escudo de su incapacidad al no tener remedio de que servirse”. A estos curanderos el autor los denomina falsos médicos, brujos, embaucadores, acusándoles de adjudicarle el carácter sagrado para librarse de la culpa en caso de fallecer el afectado (la culpa sería del Dios), y para beneficiarse de la gloria en caso de curación (en la que por supuesto ellos no habrían intercedido): “si el enfermo llegara a curarse, de ellos sea la gloria y la destreza, y si se muere, quedara a salvo su disculpa, conservando la excusa de que de nada son ellos responsables, sino sólo los dioses”. Además si la curación prescrita se realiza mediante alimentos, éstos también podrían provocarla, luego el origen sería humano y no divino. Se la denomina sagrada para excusarse ante el posible fallo del tratamiento, porque a la hora de curarla se recetan cosas humanas, que si fuese divina realmente, no deberían ser capaces de afectarla (se produce una desproporción entre lo humano, finito, y lo divino, infinito). Según el autor del tratado estos brujos en realidad ni siquiera creen en los dioses, les acusa de impiedad porque confían en su influencia (humana) sobre fenómenos que para un verdadero religioso son divinos (sol, lluvia, luna etc.) Si la enfermedad realmente fuese divina como argumentan estos falsos curanderos, la curación provendría de súplicas en templos y no de tratamientos humanos. Si fuese posible la manipulación de la Naturaleza “divina” por parte de rituales (como los que proponen los falsos médicos para la curación de este mal) el poder de los dioses estaría esclavizado a la voluntad del hombre4. La medicina hipocrática desmantela racionalmente la hipocresía subyacente en esta relación establecida sobre el carácter divino en el diagnóstico y la curación de la dolencia. Tras atacar la antigua concepción, el autor del tratado nos remite de nuevo a la esencia de la propia enfermedad para mostrarnos su propia explicación: La enfermedad es hereditaria en los individuos flemáticos (aquellos en los que el humor de la flema predomina sobre el resto): “¿qué impide que cuando el padre o la madre la tenían la enfermedad también la tenga alguno de los descendientes?” y se localiza: “la causa de esta dolencia está en el cerebro”. El origen de la enfermedad nos remite a la teoría de los cuatro humores y a la idea hipocrática de que el cerebro se purifica en el útero materno antes del nacimiento. Cuando no se produce ésta, el flujo se concentra en el cerebro y el niño nace flemático. Dentro del conjunto de los niños flemáticos existen dos tipos: aquellos que tienen abundante salivación y moqueo (quedarán sanos al crecer ya que expulsan la flema, es decir, realizan su purificación fuera del útero) y aquellos que no se purifican quedando una flema concentrada en gran cantidad en el cerebro. Serán éstos, los que no se purificaron en el útero y tampoco lo hicieron fuera de él, los afectados del mal conocido como epilepsia (aunque esta denominación no se usó hasta la modernidad). De esta forma los síntomas se explican por un repentino descenso de la flema fría por las venas (concebidas como conductos de aire): la flema inunda la vena, impide el paso del aire, ahoga y provoca espasmos (al estar detenido el flujo de sangre). Si el flujo flemático es excesivamente frío congela la sangre y el afectado muere, si no, provoca los síntomas descritos hasta que el afectado recupera el calor de la sangre que vuelve a fluir (habría sufrido una crisis o ataque epiléptico). Además según esta nueva concepción la epilepsia solo es capaz de matar a niños y ancianos, ya que a los adultos afectados no llega a matarles (sería así debido a la constitución más débil de los niños y 4 Cosa sabida en la cultura griega que no es así, estos falsos médicos representan la mentira y la herejía. ancianos que tardarían más en calentarse y la sangre quedaría congelada provocando su muerte). La causa del repentino descenso de la flema, según el diagnóstico hipocrático, es el cambio brusco de temperatura (adultos) o un gran susto (niños); otorgando especial importancia a los vientos. Para que los vientos afectasen deberían sucederse primero los del norte, continentales (los más saludables que despejan lo turbio en lo humano) y después los del sur, oceánicos (humedecen lo seco enturbiando el cuerpo). Para la Medicina Hipocrática el Clima era uno de los factores principales desencadenantes de síntomas o por el contrario un factor que propiciaba la curación. El hecho es que la influencia del entorno, especialmente la climática, era muy considerada por estos médicos tanto en la explicación como en la terapia. Según este diagnóstico, y basándose en la teoría de los contrarios por la cual se debe dar lo contrario a lo que propició el mal (y no lo afín, que lo alimentaría) se propone como terapia la dieta, una selección de los alimentos, para el tratamiento de esta dolencia; además de un cuidado especial de la temperatura (evitar los cambios bruscos de ésta etc.). Se incluyen también la gimnasia terapéutica y ciertos “medicamentos”, que serían hierbas medicinales. El interés histórico-científico de la aportación de los médicos hipocráticos radica en dos puntos: la nueva concepción de la epilepsia y el efecto simbólico que realiza al ser un caso representativo del proceso de secularización y constitución de una medicina como saber laico-independiente. En cuanto al primero, destacaré que la epilepsia pasó de ser una enfermedad sagrada de la que se aprovechaban brujos y falsos médicos5 para ser un síntoma de un cuerpo en mal estado, un desequilibrio en el estado benigno-normal en el que se encuentra el cuerpo al estar equilibrados los humores. 5 La existencia de pseudos-profesionales los cuales en realidad no poseían ningún conocimiento más allá de la retórica y el engaño fue una de las principales razones por las que estos médicos quisieron organizarse en plena independencia y autonomía EL PROCESO DE SECULARIZACIÓN EN LA MEDICINA: La escuela Hipocrática El caso de la “enfermedad sagrada” nos ilustra completamente en este período de la Grecia Antigua en el que la Medicina dejó de entenderse como el tratamiento místico y ritual de los enfermos (medicina sagrada) para pasar a constituirse como un saber aparte (medicina como ciencia, no solo teórica episteme o práctica empireia, sino que suma teoría y práctica: techne). Se reconstruyen las bases de este nuevo saber. Nos situamos en una Atenas cuya fuerza e interés reside en el conocimiento. La suma de masas intelectuales otorga resultados extraordinarios, se da lugar a una sinergia en los procesos del conocimiento, como sucede en el agrupamiento de “técnicos” de la medicina: los médicos hipocráticos; que posibilitan y llevan a cabo la constitución de un saber independiente agrupado en torno a varios Tratados, tomados en la posteridad como referente indiscutible e indispensable para el estudio médico. El tratado “Sobre la enfermedad sagrada” transmite el conflicto entre pensamiento científico versus superstición, mántica y magia (logos VS mythos) Debemos entender que el proceso de secularización se produjo en todos los ámbitos de la sociedad, especialmente en los conocimientos existentes y por desarrollar (filosofía, política, etc.). Las religiones no se abandonan, pero pasan a tener menos importancia dejando de acotar/limitar el desarrollo en ciertos ámbitos, y muchos de los saberes abandonan la primitiva idea de la providencia de los dioses para dar paso al imperio de la racionalidad (reflejado en la figura de Sócrates). Se ha conocido este cambio social en la Grecia Clásica como el paso del mythos al logos. Los médicos hipocráticos “tratan dicha dolencia como una enfermedad y no como un padecimiento derivado de un acción divina, lo que ha llevado a concluir que ambas escuelas (Cnido y Cos) fundaron en el S.V a. de N.E. una medicina laica que se alejaba progresivamente de los centros religiosos tradicionales para centrarse en el análisis de los síntomas y en una nueva ‘prudencia’ médica”6 6 Javier Ordoñez, “Medicina presocrática”, en Historia de la Ciencia, Austral, 2008, pp. 79-80. Sin embargo, pese a que la primera impresión adquirida de la lectura del tratado parezca indicarnos un severo ataque al carácter teísta de la sociedad, los médicos hipocráticos en ningún momento abandonan la religión, si no tan sólo la expulsan de aquel ámbito donde nada tenga que decir. Sólo hay que fijarnos en que ideas órficas como la purificación a través del baño (el agua es símbolo de limpieza espiritual y física) continúan entre los tratamientos de la epilepsia incluso en estos médicos. La religión sigue constituyendo uno de los pilares fundamentales en la sociedad griega clásica, incluso durante su período de secularización donde la racionalidad llevó las riendas y fue protagonista subyacente durante la época cumbre de la Grecia Clásica (la edad de Pericles tiene lugar en pleno auge del papel racional frente al mítico, antecesor de dicha etapa).7 Es interesante destacar la importancia de la secularización simbolizada en la medicina hipocrática ya que puede entenderse como un antecedente al conflicto medieval entre razón y fe (la razón expulsa a la religión de aquellos campos en los que ésta contradiga a aquella; lo cual no elimina en ningún momento la necesaria e importante presencia de la religión en las sociedades antiguas) Desde un punto de vista más sociológico, podemos considerar comprensible que, como los síntomas de la enfermedad se caracterizan porque la persona parezca “poseída” o fuera de sí, se relacionase el fenómeno con alguna deidad. Pese a los avances científicos, incluso las sociedades modernas seguían haciendo esto: en la Rusia de “Los Hermanos Karamazov” de Dostoievsky se denominaban benditos a los que sufrían de esta afección (se pensaba que Dios les había dotado de un extraño don). Cabe destacar en lo que atañe a la Medicina, sumergidos en este nuevo contexto más racionalista, los médicos hipocráticos representan precisamente un núcleo de crítica a las teorías elaboradas previas a la práctica o independientes de la experiencia. Son un núcleo de empirismo práctico, como vemos en la crítica a personajes como Empédocles. La filosofía no es un método medicinal. En lo referente a la Ciencia lo importante es la observación y el razonamiento inductivo. El pensamiento científico supera su primera fase basada en la mística, la superstición y la mántica; pero también se independiza del saber teórico racional separado de la experiencia. 7 Una referencia clara de esta racionalidad subyacente se configura en torno a la figura de Sócrates. Y para verificar el papel razón-religión del mundo griego no hay más que retomar las obras platónicas en las cuales el propio Sócrates, iniciado en los ritos eleusinos, nos habla de baños que purifican el alma o de un daemon que le comunicaba con la Divinidad. CONCLUSIÓN Pese a que la medicina hipocrática no tenia conocimientos anatómicos más allá de lo poco que pudieron ver al curar heridas bélicas, y que la teoría de los cuatro humores dista kilométricamente de la medicina actual, sí podemos concluir asentando la necesidad de este pequeño paso en Medicina (simbólico y práctico) para todos los avances que se produjeron después (es decir, que fue condición necesaria para el desarrollo de la medicina posterior8). Se trata de un mérito científico de gran importancia que además es clarísimo ejemplo de las ideas clave que conformaron la estructura del saber médico de los que estudiaron en Cnido y Cos. Tras ellos, la figura del sacerdote-médico se bifurcó en el mundo griego y se intentó extirpar la figura del falso médico-embaucador, y es de suponer que el número de falsos tratamientos se redujese drásticamente tras la consolidación de la nueva figura del médico, reconocido positivamente con la popularización de los médicos hipocráticos. La constitución del pensamiento científico de la Humanidad ha sido un largo y laborioso proceso que aún sigue en movimiento, y el estudio de cómo se ha ido conformando permite ver y entender el cómo es ahora, y quizás prever el cómo se seguirá constituyendo. Bajo una perspectiva personal considero la medicina hipocrática un claro referente de organización y conformación del pensamiento científico. 8 No confundir con el concepto de necesidad histórica que traté en la Introducción Bibliografía - Tratados Hipocráticos Vol.I. Editorial Gredos, Madrid, 1983 (extraído de la Biblioteca de Humanidades de la Universidad Autónoma de Madrid) - Javier Ordoñez, Víctor Navarro, José Manuel Sánchez Ron, Historia de la Ciencia, Austral, 2008 - Hannah Arendt, ¿Qué es la política?, Paidós 1997 - “El tratamiento quirúrgico de la Epilepsia” en www.cubamedica.com - www.elnuevodiario.com.ni/variedades/5229 - http://neuroc99.sld.cu/text/ttoepilepsia.htm