Tema 1: Los apóstoles, testigos y enviados de Cristo “Vosotros sois

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Tema 1: Los apóstoles, testigos y enviados de Cristo
“Vosotros sois mis amigos” (Jn 15, 15)
Objetivo: Actualizar y revisar la llamada que Dios nos ha dirigido a cada uno para
estar en relación con Él y encomendarnos una misión concreta, dentro de la Iglesia,
que se fundamenta en la sucesión apostólica.
Introducción:
Cada uno de los apóstoles fue llamado de forma personal y directa por Jesús, para
seguirle y vivir junto a Él. En el temario de este curso vamos a acercarnos a varios de
los Doce, por eso en este primer tema es importante ver qué características tiene esta
llamada de Jesús.
Como nos dice el Papa Benedicto XVI en una de sus catequesis dedicadas a los
apóstoles, Jesús llama a los Doce a entrar en una relación personal con Él, desde el
mismo momento de la llamada, que algunos recuerdan muy exactamente (“sería más
o menos la hora décima” Jn 1,39). “Su destino estará de ahora en adelante
íntimamente ligado al de Jesús”. Y no de cualquier manera, sino que el apóstol se
convierte en “un «especialista» en Jesús” (catequesis del 22-III-2006). Y llegan a ser
especialistas a través del trato personal y directo con el Maestro, de la convivencia
cotidiana, de observar y compartir su vida, sus andanzas, sus enseñanzas. “Antes de
ser enviados a evangelizar, tendrán que «estar» con Jesús y establecer con Él una
relación personal” (catequesis del 22-III-2006). Esta relación transforma para siempre
la vida del apóstol: ya no volverá a ser el mismo, su vida tiene una orientación nueva,
está al servicio de Jesús y de su Reino. Los apóstoles se convierten paulatinamente
en compañeros y discípulos, en testigos y enviados, Jesús los llama incluso “amigos”
(Jn15,15). Tras los años de convivencia con Jesús y la experiencia de la Pasión, son
enviados a anunciar la buena nueva de la Resurrección, a dar testimonio del misterio
de la Pascua y a difundir el Evangelio por todo el mundo, construyendo la Iglesia.
Estos Doce, los enviados por Jesús, son el fundamento de la Iglesia, los doce
cimientos sobre los que Jesús la quiere construir. Ellos mismos buscaron sucesores
para su tarea, nombraron obispos en las iglesias que iban fundando, dando origen así
a lo que conocemos como “sucesión apostólica”. “Los doce apóstoles se convierten
en la señal más evidente de la voluntad de Jesús en lo relacionado con la existencia y
con la misión de su Iglesia, la garantía de que entre Cristo y la Iglesia no hay ninguna
oposición” (catequesis del 15-III-2006). Los apóstoles y sus sucesores, los obispos,
son por lo tanto, para cada cristiano, la certeza de que Cristo sigue actuando en su
Iglesia, “a través de la sucesión apostólica Cristo llega ahora a nosotros” (catequesis
del 10-V-2006).
Los apóstoles y sus sucesores son también los garantes de la Tradición. En
nuestros días, todo lo que se denomina “tradicional” parece tener un tono negativo,
despectivo. Sólo se valora lo nuevo, lo innovador. Sin embargo, los cristianos vivimos
gracias a esta Tradición, que es “el río vivo que nos une con los orígenes... y nos
conduce al puerto de la eternidad”. La Tradición es mucho más que “la simple
transmisión material de cuanto ha sido entregado a los apóstoles”, es “la actualización
permanente de la presencia activa de Jesús Señor en su pueblo”. La Tradición es, por
tanto, “la comunión de los fieles en torno a los legítimos pastores en el transcurso de la
historia” (catequesis del 26-IV-2006).
La cuarta nota que define y distingue a la Acción Católica es precisamente el
especial vínculo con la jerarquía, ese sentido eclesial que lleva a los militantes a
trabajar en la Iglesia junto a los obispos y a los sacerdotes. Desde aquí podemos
reconocer la importancia de nuestra cercanía, interés y obediencia al obispo diocesano
y a sus representantes. Como los primeros cristianos que colaboraban en las duras
fatigas del evangelio con los apóstoles, los laicos de la AC están llamados a ser
colaboradores eficaces del ministerio apostólico.
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Un modelo cercano a nosotros de esta conciencia de apóstol, como testigo y
enviado, es el recientemente beatificado Manuel Lozano Garrido, “Lolo” (1920-1971).
A través de su intensa biografía, de joven de Acción Católica, de enfermo y de
periodista, nos deja el testimonio de alguien que se siente llamado a ser apóstol,
“porteador de Cristo”, como decía él. “Elegido es el que nota una llamada
poderosísima y echa a andar sobre las huellas de Cristo que le invita a que le siga,
pero también quien trabaja en un taller de mecánica, guarda la circulación o da clases
de Universidad. Se es elegido siempre cubriendo con alegría el hueco que se nos
dispuso en la vida y orientando positivamente nuestras características personales...
Habrá destinos visiblemente radiantes y otros aparentemente oscuros, pero cada uno
tiene su foco prometedor, íntegro y perfecto, sin categorías, porque Dios nos iguala
sobre los hechos, en la plenitud de la fidelidad que nos corresponde al final de cada
ciclo.” (de su libro Todos somos elegidos).
Partiendo de la Vida (Ver)
1.
Los apóstoles anuncian lo que han experimentado, lo que “han visto y
oído”. Puedo presentar hechos de mi vida en los que he comunicado a los demás
mi experiencia de encuentro con Jesús. ¿Cómo alimento mi relación con Él para
que mi anuncio sea auténtico y verdadero?
2.
Cada obispo es un sucesor de los apóstoles. Seguro que en mi vida he
podido experimentar cómo esta realidad suscita en mí afecto, interés y obediencia
hacia el obispo diocesano y me ayuda a ver, más allá de sus cualidades y
defectos, la misión que tienen encomendada. O también puedo exponer
brevemente cómo en otras ocasiones me ha costado vivir esta realidad.
3.
Puedo compartir en mi equipo cómo vivo y comprendo la Tradición
apostólica que fundamenta la Iglesia: si la valoro como la presencia actual de
Cristo entre nosotros, la acojo con cariño y obediencia; o, por el contrario, me
detengo en críticas negativas, en destacar defectos...
4.
En mi vida de bautizado he podido conocer y asumir mi misión en la
Iglesia; a veces de formas inesperadas. Puedo exponer si esta tarea supone para
mí responder a la llamada de Cristo a construir su Reino.
Iluminación desde la fe (juzgar)
A) Sagrada Escritura
Jesús destaca cómo la elección viene de Él (Jn 15, 16; Mt 10, 1-4) y
cómo los apóstoles son más que siervos, los ha convertido en sus amigos (Jn 15,
13-15).
Los apóstoles son los cimientos sobre los que Cristo, la piedra angular,
ha querido edificar su Iglesia: Ef 2, 19-22; 4, 11-13; Ap 21, 9-14;
Tras Pentecostés, los apóstoles llevan a cabo su misión con valentía:
Hch 5, 40-42. Se reconocen como enviados por Cristo, actúan en su nombre: Jn
17, 18; Hch 5, 29-32; 3, 1-9.
Los apóstoles van nombrando a sus sucesores: 2 Tim 1,6-11; 1 Tim
4,14.
B) Magisterio
La Constitución Dogmática sobre la Iglesia nos recuerda la institución
de los Doce, la sucesión apostólica y el ministerio de los obispos: LG 19-21. 24.
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El Concilio desarrolla en el Decreto sobre el Apostolado de los Seglares
cómo todos los miembros de la Iglesia están llamados al apostolado, hay
diversidad de ministerios, pero unidad de misión: AA 2
La Acción Católica se distingue por sus notas, definidas por el Concilio
Vaticano II; la cuarta nota expresa la vinculación con los sucesores de los
apóstoles: AA 20.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos explica por qué la Iglesia es
apostólica (857-865; 1086-1087), qué es la Tradición (76-83), quiénes son los
obispos (1555-1561; 1575-1576).
Hay dos documentos fundamentales para profundizar en el ministerio de
los obispos, el decreto conciliar Christus Dominus y la exhortación apostólica
Pastores Gregis. Para este tema recomendamos especialmente la lectura de CD 13 y de PG 6-7,10-11.
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Compromiso apostólico (actuar)
En este tema son muchos los aspectos que hemos podido revisar respecto a los
apóstoles, sus sucesores y nuestra propia misión.
Como compromiso formativo podemos profundizar en alguno de los aspectos que
hayamos percibido que están menos consolidados, como, por ejemplo el papel de la
Tradición o la importancia de la figura del obispo. A ello nos pueden ayudar los textos
ya mencionados en el juzgar o también las cartas de San Ignacio de Antioquía.
En nuestra colaboración con el obispo en la tarea de la evangelización destacan la
oración por el obispo diocesano y sus intenciones y la atención a sus enseñanzas y
llamadas. Podemos retomar estos compromisos de oración, formación y acción, de
forma personal o en grupo.
Recordando que “La Eucaristía celebrada por el obispo tiene una significación muy
especial como expresión de la Iglesia reunida en torno al altar bajo la presidencia de
quien representa visiblemente a Cristo” (CEC 1561) podemos asistir como grupo a una
Eucaristía que éste presida, a la que somos convocados con frecuencia y aprovechar,
si es posible, para saludarle personalmente.
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