los enemigos de la conquista

Anuncio
DISCIPULADOS MIEZ
LOS ENEMIGOS DE LA CONQUISTA
Deuteronomio 1:21 | “Mira, Israel, el SEÑOR tu Dios ha puesto la tierra delante de
ti; sube, toma posesión de ella, como el SEÑOR, el Dios de tus padres, te ha dicho.
No temas ni te acobardes.”
INTRODUCCIÓN
Hebreos 10:1 dice que la ley fue la sombra de los bienes venideros. Siendo esto así,
durante tiempos de la ley, Dios demandaba el sacrificio de un cordero, esto era un
acto profético que miraba al sacrificio de Cristo. Dios también ordeno a Israel
celebrar siete fiestas, estas servirían para señalar siete eventos proféticos que
marcarían el plan de Dios con la creación. Bajo ese concepto Egipto es una tipología
del mundo; Moisés y Josué son una tipología de Cristo; la nube de fuego es una
tipología del Espíritu Santo; el Mar Rojo es una tipología del bautismo; el desierto es
una tipología del camino en donde se vencen los enemigos internos del cristiano y
Canaán es una tipología de la victoria sobre los enemigos externos y la conquista.
Entonces las cosas que sucedieron son un ejemplo para nosotros. Dios dice en su
Palabra en 1 Corintios 10: 6. Todo eso sucedió para servirnos de ejemplo, a fin de
que no nos apasionemos por lo malo, como lo hicieron ellos.
LECCIONES DEL PASADO (Eclesiastés 1:9-10)
En el libro de Proverbios dice “el sabio mira el mal y se aparta más el simple recibe
el daño”. Debemos aprender de las historias bíblicas del pasado, porque
comparando el ejemplo del Israel histórico con nuestras vidas espirituales actuales,
podemos ver semejanzas bien marcadas:
1.
A ellos se les había dado un decreto de conquista.
Cundo Israel iba en camino a la tierra prometida, el decreto de propiedad
ya les había sido dado por Dios, pero para conquistarla era necesario
seguir las pautas que Dios les había entregado por medio de Moisés.
2.
Ellos Debían vencer los enemigos internos y externos.
Israel debía vencer los enemigos que se opondrían a su conquista. Ellos
deberían enfrentar sus enemigos externos, aquellos gigantes y pueblos
que habitaban la tierra. Pero primeramente debían vencer sus enemigos
internos, aquellos que batallaban dentro de sus propios corazones y
mentes, y que serían más difíciles de vencer. Dios les había prometido la
victoria sobre sus enemigos externos, pero ellos debían derrotar los
enemigos internos en su mente, en su alma y en su corazón.
A nosotros también se nos ha dado decretos de conquista que incluyen lo
espiritual y lo físico, pero solo lo podremos obtener si por la obediencia a
la palabra de Dios primero derrotamos todos los enemigos en nuestro
interior que enumeramos a continuación.
LA INCREDULIDAD
Uno de los primeros obstáculos que los israelitas encontraron estaba en su propia
mente, fue la incredulidad. La palabra incredulidad en la Biblia viene del griego
apistia que significa falta de fe, infidelidad, duda, desobediencia. En el libro de
Números capítulo 13, se nos narra que doce espías fueron enviados a reconocer la
tierra que Dios les había prometido, diez de ellos dieron un mal reporte, ellos
dijeron que la tierra era buena, pero que jamás podrían vencer porque allí habían
gigantes, ni podrían penetrar sus ciudades amuralladas, como consecuencia el
pueblo se llenó de temor y decidieron nombrar un capitán para regresar a Egipto
(Números 13:27-28).
Ellos menospreciaron a Dios cuando prefirieron creer las circunstancias antes que la
promesa. Dios nunca les hubiera sacado de Egipto sin un plan de conquista, pero la
mayoría de ellos a pesar de haber presenciado el poder de Dios en contra de Faraón
decidieron no creer, por esa razón Dios decretó que aquéllos que le habían
menospreciado nunca verían la tierra prometida.
¡Que sentencia más terrible! Fueron liberados de Egipto para quedar postrados en
el desierto. La incredulidad es el acto por el cual se menosprecia a Dios y su palabra,
la incredulidad cierra las puertas de la bendición y la conquista, y es una
herramienta que el enemigo usa para robar nuestra bendición (2 Corintios 4:4).
Nosotros no debemos permitir que el enemigo nos contamine con incredulidad,
porque la incredulidad impide conquistar la vida abundante que el Señor tiene para
nosotros. Recordemos que al igual que Israel nosotros también fuimos rescatados
del pecado para ser conquistadores por medio del poder de Dios actuando en
nosotros.
LA DESOBEDIENCIA (Josué 7:1 y 10-11)
El segundo enemigo de la conquista es la desobediencia. Desobediencia no es lo
mismo que incredulidad, hay personas que han experimentado el favor de Dios, y
hasta han comprobado personalmente la veracidad de su palabra y su poder de,
pero en algún momento su alma es contaminada por el desánimo, o por la
soberbia, o caen presos de una tentación y entonces deciden voluntariamente
desobedecer la palabra de Dios. Debemos recordar que desobedecer la palabra es
lo mismo que desobedecer a Dios, lo uno está irrevocablemente unido a lo otro. Por
lo general nadie quiere reconocer que su desobediencia es una falta calculada o
voluntaria, se prefiere excusar culpando a la casualidad, a las circunstancias, o a
otras personas, pero nadie puede engañar ni a su propia conciencia ni a Dios, el
desobediente reconoce en lo profundo de su corazón sus verdaderas motivaciones,
además, a Dios nadie le puede engañar.
En el pasaje de Josué 7, se nos habla de Acán, un guerrero de la tribu de Judá que
decidió menospreciar la orden de Dios. La Biblia relata como Dios había declarado a
Jericó y todo lo que había dentro de esa ciudad bajo maldición y todo en ella debía
ser separado para ser destruido, pero la tentación que resulta en desobediencia
empieza cuando se desechan los parámetros de Dios y se comienzan a acariciar las
alternativas que dicta la lógica, la carne y el alma, y luego se justifican con palabras
como ¡Dios comprende que mis intenciones son buenas! En el caso de Acán, su
desobediencia trajo derrota al pueblo, además Israel se quedó estancado y no
pudo continuar en su propósito hasta que no se eliminó el origen del pecado. No
importa cómo se pretenda justificar, la desobediencia a los parámetros de Dios es
pecado, y el pecado trae derrota. Debemos desechar todo aquello que nos quiere
influenciar para que sobrepongamos la voluntad y los sentimientos egoístas antes
que la obediencia a la palabra de Dios.
LA NEGLIGENCIA (Josué 18:1-3)
Según el diccionario, negligencia es: descuido, desinterés, pereza, flojedad, apatía,
abandono, desgana, indolencia.
Habiendo logrado la conquista de toda la tierra de Canaán, el pueblo parece
haberse quedado en un estado de conformismo, se habían conformado con habitar
en la tierra de la promesa aunque todavía quedaban 7 tribus a las cuales no les
habían repartido su herencia, y ¿Por qué? Pues a causa de la negligencia, no fue
sino hasta que Josué confrontó severamente su negligencia que ellos reaccionaron
y repartieron la herencia a las tribus que todavía no les habían dado sus tierras.
¿Cómo puede ser posible que hayan peleado hasta conquistar la tierra pero no
continuar hasta reclamar su herencia personal? Hoy día muchos hijos de Dios están
viviendo una situación similar, se conforman con ser salvos de la condenación
venidera, pero no se preocupan por obtener y disfrutar de su herencia mientras
llegamos al cielo. Canaán no es una figura del cielo, Canaán representa nuestra
bendición mientras estemos todavía en la tierra. En Canaán Dios le dio a Israel la
victoria sobre sus enemigos, en Canaán había abundancia de pan, en Canaán
obtuvieron herencia y prosperidad, nada de eso será necesario cuando lleguemos al
cielo, por lo tanto si ya entramos en nuestra Canaán, ahora debemos reclamar
nuestra herencia, el ser usados como ministros de Dios y el ser prosperados
emocional, familiar, espiritual y económicamente. Esa es nuestra herencia mientras
estemos en la tierra.
CONCLUSIÓN
Dios nos ha llamado a ser más que vencedores, pero no debemos permitir que la
incredulidad, la desobediencia y la negligencia nos roben nuestra conquista, esos
son los instrumentos que el enemigo utiliza para robarnos la bendición pero al
conocer estas maquinaciones del enemigo también podremos contrarrestar sus
artimañas.
Descargar