este cuento

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MAGIA, SONRISAS Y SUEÑOS
Había una vez dos hermanitos de 6 años de nombres Fabiola y
Alfredo, que vivían en la preciosa ciudad de Granada. Alfredo y
Fabiola procedían de una familia muy humilde y sin mucho recursos
pero muy felices. Su padre, un vendedor de fruta era conocido por
toda la ciudad por ser un hombre muy alegre y divertido que se
ganaba el cariño de la gente día a día. Ese carácter lo habían
heredado sus hijos, dos niños alegres que pasaban sus días jugando
a miles de juegos que ellos mismos inventaban, pues Alfredo y
Fabiola eran dos niños con una increíble imaginación y muy
soñadores.
Fabiola tenia la habilidad desde que era muy chiquita de hacer
reír a la gente y todos disfrutaban pasando tiempo con ella. Por ello
Fabiola siempre decía que quería su vida dedicándose a sacar
sonrisas a la gente y sobre todo a los niños que, como ella, tenían
una vida difícil. Alfredo en cambio era un niño muy serio, pero al
igual que su hermana, poseía una inteligencia y un ingenio fuera de lo
común, pue es necesario ser una persona muy capacitada para poder
convertirte algún día en un gran mago, SI!, pues el sueño de Alfredo
era el de ser el mejor mago de toda Nicaragua y vivir haciendo
disfrutar a niños y mayores despertando esa ilusión que solo la
magia consigue.
Pero desde hacía unos meses la vitalidad y alegría de los niños
había decaído mucho y con ello su rendimiento en la escuela, lo que
tenia preocupado mucho a sus padres, pues no conocían el motivo.
Poco a poco Alfredo y Fabiola habían dejado de pasar tanto tiempo
jugando e inventando, paseaban tristes por la casa arrastrando los
pies e incluso llegaron a abandonar todo interés por la magia y el
humor. Este hecho fue lo que definitivamente hizo que su padre
intervinieran y una tarde cuando los niños regresaron de la escuela
el padre los reunió en el salón y les dijo lo siguiente: “niños, vuestra
madre y yo estamos muy preocupados por ustedes, no entendemos
que ha podido ocurrir para que hayan tenido un cambio tan radical
en tan poco tiempo, hasta tal punto que Alfredo ha abandonado sus
trucos de magia y Fabiola ya ni siquiera sonríe. Así que por favor les
pido que si existe alguna razón por la que están así, o incluso si
nosotros hemos hecho algo que haya podido afectarles a ustedes,
necesito saberlo para poder ayudarles y cambiar esta situación de
la manera que sea.”. Pero Alfredo y Fabiola se limitaron a callar con
la mirada hacia abajo.
El padre ante el silencio de sus hijos decidió marcharse de allí
con la seguridad de que por alguna razón que desconocía, él era el
culpable de la tristeza de sus hijos, pero justo antes de abandonar
la habitación sintió en sus piernas el fuerte abrazo de sus hija y
cómo esta comenzaba a llorar desconsoladamente. Su padre la
abrazó con fuerza y esperó hasta que Fabiola se tranquilizó y
empezó a hablar: “Padre, usted no tiene la culpa de nada, el
problema está en que ha venido a la escuela un nuevo profesor que
no permite a los niños jugar libremente, cada día Alfredo y yo
somos castigados sin receso por reír, bromear y jugar con magia.
Dice que nuestras ilusiones son simplemente estupideces de niños,
que no existe ningún valor en ser payaso o mago, que no tiene
ninguna utilidad y que deberíamos dejar de pensar en ello y
comenzar a buscar otros sueños mas normales. Por eso padre
estamos tan serios, tenemos que obedecer al profesor”.
El padre aliviado por la explicación de su hija, regresó al sofá
y les dijo: “Miren niños, ustedes no pueden permitir que nunca nadie
les diga cómo o qué tienen que ser, ni siquiera su profesor.
Seguramente su profesor fue un niño con sueños como los de
ustedes y nunca consiguió alcanzarlos, por ello ahora se dedica a
destruir ilusiones del resto de niños, así que mañana cuando
regresen a la escuela van a ir con una sonrisa enorme, Fabiola con
sus bromas y Alfredo con su magia y le van a decir a su profesor
que les puede castigar sin receso durante el resto del año pero que
ustedes no van a abandonar su sueños por nada ni por nadie. Y que la
felicidad e ilusión que transmite un payaso o un mago es igual de
importante en este mundo como lo puede ser la seguridad que
proporciona un policía o la salud que nos dan los médicos”. A partir
de ese momento Fabiola y Alfredo volvieron a ser los niños felices y
creativos que siempre fueron, aunque se pasaron el resto del año
castigados.
15 años mas tarde ambos eran estrellas del espectáculo
reconocidas por toda Nicaragua y regresaron a su antigua escuela
“El Escudo” para hacer una actuación ante los niños, padres y
profesores. Fabiola con sus números humorísticos arrancó las
carcajadas de todos los asistentes durante todo el espectáculo y
Alfredo con su magia dejó a todos con la boca abierta. Al final del
espectáculo la ovación fue enorme incluso por parte de un anciano
profesor al que se le llegaron a saltar las lágrimas, y que se acercó
a hablar con ellos, era su antiguo profesor: “Gracias chicos, habéis
despertado en este anciano una felicidad y una ilusión que hacía
años que no sentía! Me alegro de que hace 15 años ustedes no me
hicieran caso y continuaran persiguiendo sus sueños contra
cualquier cosa”.
Los tres se fundieron en un abrazo.
FIN
Escrito por:
Los niños de Tercer nivel de Preescolar de la escuela El Escudo de
Granada, la profesora María René y los voluntarios de ONG La
Esperanza Alexis Mouscadet, Tanja Seppänen y Pedro Antonio Bueno.
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