Cuando los copistas oran: plegarias de los criptomusulmanes en la

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Cuando los copistas oran:
plegarias de los criptomusulmanes
en la literatura aljamiada-morisca
María Luisa Lugo Acevedo
Universidad de Puerto Rico
L
os manuscritos aljamiado-moriscos, muchos de ellos escritos en español
pero con caracteres árabes, y algunos otros escritos con caracteres latinos, constituyen parte esencial de la literatura híbrida española del Siglo de
Oro. Se trata, como ha destacado Bernabé Pons, de una literatura islámica,
algunas veces traducida; otras veces creada; y, en otros momentos, copiada
“por musulmanes y para musulmanes, primero en Aragón y después en
Marruecos, en Argelia, en Túnez y, en mucha menor medida, en los territorios
otomanos del Mediterráneo oriental” (2010, 27).
Los estudios pioneros sobre los copistas y escribanos moriscos han
sido los de la investigadora Consuelo López-Morillas.1 Esta estudiosa se
interesó por conocer quiénes eran esos copistas moriscos, dónde escribían,
cuánto dominio tenían del árabe, a qué ritmo trabajaban, si eran copistas
especializados de códices aljamiados y si trabajaban de forma individual o
en un gremio profesional. La investigadora concluye que los manuscritos
aljamiado-moriscos ofrecen “la primera clara indicación de un ‘linaje de
escribanos’”, a juzgar por toda una familia de apellido Escribano, que ella
logra documentar, que se dedicó a copiar estos códices (1986, 106).
Nuria Martínez (2010) también se hace cargo de estudiar a los copistas
moriscos. La investigadora estudia el proceso mediante el cual el copista
producía un texto aljamiado, basándose principalmente en el estudio del
manuscrito T-19 de la Biblioteca de la Real Academia de la Historia de
Madrid (signatura actual 11/9415), y concluye que estos códices fueron
escritos de forma organizada, por unos copistas cultos en estos talleres clandestinos. Ambas estudiosas se oponen a la tesis tradicional de Hegyi (1981,
22), quien señalaba que los manuscritos aljamiados fueron el producto de
individuos aislados, quienes escribían con una lengua arcaica, ajena por
completo al ideal lingüístico del Renacimiento.
1
Ver los estudios de López-Morillas, 1984 y López-Morillas, 1986.
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HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
En fin, López-Morillas y Martínez, junto a Vilar (1996, 180), rechazan la
“tesis tradicional, según la cual los moriscos formaban una minoría iletrada,
con [una] cultura residual más oral que escrita”.
Por mi parte, también me he dedicado al estudio de los copistas, en el
artículo titulado “El Kitāb-al-anwār: el copista ante su texto”. Allí trabajé
cómo el copista del manuscrito T-17 (signatura actual 11/9413) de la Biblioteca de la Real Academia de la Historia, llamado Alí Roŷel, llevó a cabo su
traducción del Kitāb-al-anwār al español, pero escrita en caracteres árabes,
en comparación con las variantes que se presentan de esta leyenda sobre la
genealogía luminosa de Mahoma en el resto de los códices aljamiados que
la contienen. En esta ocasión, me acercaré al estudio del copista desde otra
perspectiva. En primer lugar, propondré que el copista de estos manuscritos es el autor o el co-autor de los mismos, siguiéndole los pasos al teórico
italiano Luciano Canfora. Mi fundamento es que el copista es quien escribe
materialmente el texto, haciendo que las palabras, no solo pasen por su
mano, sino también por su mente.2 De esta manera, podríamos concluir que:
El copista no se limita a copiar un texto que para él no tenga sentido, sino
que puede llegar a corregirlo o adaptarlo con intención de “mejorarlo”. Si
bien encontramos errores mecánicos o “conceptuales”, en muchos casos
se ve la “manipulación” que hace el escriba (González Suárez, 2009, 279)
En segundo lugar, propondré que estas intervenciones personales del
copista son plegarias u oraciones de los más diversos géneros pertenecientes
al devocionario musulmán. Intentaré describir y clasificar estas oraciones
en sus respectivos géneros, ya sean de alabanza (takbir, tahlīl), de perdón
(ṣalāt istigfar), de temor o de peligro (ṣalāt al-khauf), de protección (du’ā’
al-isti’āda), del viajero (ṣalāt-ul-musafir) o del caminante (ṣalāt-as-safar),
pero más aún, calibraré el sentido profundo de las mismas como registro
de los sentimientos del morisco y de las tensiones más intensas que vivía
aquella comunidad herida de muerte en aquellos tiempos difíciles de represión inquisitorial.3
Transportémonos por un momento a uno de esos talleres secretos del
Reino de Aragón en donde los copistas moriscos se reunían clandestinamente
para escribir sus leyendas y relatos religiosos. Allí tendrían sus materiales de escritura, sus cálamos de distintos tamaños, pergaminos, materiales
para la encuadernación, tintas de diversos colores, para pergeñar, con trazos
descuidados en unos casos, con una escritura elegante en muchos otros, la
caligrafía de la lengua del Profeta (Fournel-Guérin, 1979). Allí se encon2
Ver el principal estudio de Canfora, 2002.
3
Sobre las oraciones moriscas son importantes los siguientes estudios: Casassas Canals, 2007;
Cervera Fras, 1987; Chejne, 1987; Harvey, 1964. y el libro indispensable de Longás, 1990.
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traría, por ejemplo, Alí Roŷel, escribano del ms. aljamiado T-17, copiando
con esmero y temor una traducción del Kitāb-al-anwār, original árabe del
siglo XIII, que los moriscos tradujeron en suelo español. En esta leyenda, el
copista interrumpe su función de traductor, para adentrarse en los folios del
texto y convertirse en autor, y, de esta manera, escribir una serie de oraciones
que testimonien sus más grandes angustias como morisco y como escritor.
La primera intervención directa de Alí Roŷel aparece al inicio de la
cuarta parte de la leyenda del Libro de las luces. Este copista, valiéndose
de una escritura apretada y de un espacio reducido, pero destacado del resto
del folio por medio de puntos que enmarcan cada una de las letras, escribe
una oración de alabanza y de protección, que dice de la siguiente manera:
4
(Versión aljamiada en caracteres latinos)
(Versión moderna en español)
Allāh Allāh Allāh Allāh Allāh
Šeñor, defiyéndenoš de nuweštoroš
enemigoš.
Lā ilaha Allāh lāila Allāh, Muḥammad
il rasulū Allāh. (Lugo Acevedo, 2008, p.
279, fol. 77v )4
Allah, Allah, Allah, Allah, Allah
Señor, defiéndenos de nuestros enemigos.
No hay Dios, sino Dios, y Mahoma es el
enviado de Dios.
Lámina 1: El Libro de las luces, leyenda aljamiada presente en el ms. T-17 de la Biblioteca de la Real
Academia de la Historia de Madrid, folios 77v-78r. Observe en el folio de la derecha el procedi4 Todas las citas del Libro de las luces porceden de esta edición. Las láminas 1 y 2 presentan con la
caligrafía árabe la oración que adjunto transcribiéndola en caracteres latinos, en su versión científica y moderna.
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HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
miento que utiliza el copista para destacar la oración que añade de su propia creación, en medio
de la traducción que está llevando a cabo: las letras que destaca bordeándolas con puntos, y la
oración que añade con una letra más pequeña.
Lámina 2: Detalle del folio 77v del Libro de las luces, ms. T-17 de la Biblioteca de la Real Academia de
la Historia. Observe las letras rodeadas de puntos, y en medio de las dos líneas destacadas con ese
procedimiento, la escritura de la oración personal del copista.
En este ejemplo observamos que el copista escribe dos tipos de plegarias.
De una parte, tenemos la alabanza a Allāh por medio de la repetición de su
nombre, junto al tahlīl, es decir, la pronunciación de la fórmula religiosa
que constituye la primera parte de la šahāda (profesión de fe islámica), Lā
ilaha Allāh lāila Allāh, Muḥammad il rasulū Allāh, que significa No hay
Dios sino Dios, y Mahoma es el enviado de Dios. De otra parte, Alí Roŷel
pronuncia una plegaria que podríamos clasificar como du’ā’ al-isti’āda, en
la que el copista pide protección contra algún mal. La preocupación mayor
de Alí Roŷel, así como la de los muslimes en tierras hispánicas en los siglos
XVI y XVII, es la persecución, vigilancia y represión que sobre ellos ejercían
sus principales enemigos: los cristianos de la España de los Felipes.
Asimismo, al comienzo de la historia quinta del Libro de las luces,
Alí Roŷel repite su alabanza a Allāh a través de una de las oraciones más
importantes del Islam, el takbīr, que consiste en la pronunciación repetida
en forma de jaculatoria de Allāhu akbār o Dios es más grande, junto a la
petición de protección hacia todos ellos de parte de sus enemigos. He aquí
la siguiente plegaria:
(Versión aljamiada en caracteres latinos)
(Versión moderna en español)
Allāhu Akbār, Allāhu Akbār, Allāhu
Akbār
Allāh, Šeñor, defiyéndenoš de nuweštoroš
enemigoš.
Allāh, Allāh, Muḥamad [sic.] rasūlu Allāh
wa Allāhu Akbar wa alhḥamdu illāhi [y la
alabanza a Dios].(Lugo Acevedo, 2008,
279, fol. 87v)
Dios es más grande, Dios es más grande,
Dios es más grande.
Allah, Señor, defiéndenos de nuestros
enemigos.
Allah, Allah, Mahoma, el profeta de Dios.
Dios es más grande, y la alabanza a Dios.
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Lámina 3: Folios 87v-88r del Libro de las luces del ms. T-17 de la Biblioteca de la Real Academia de la
Historia de Madrid. Observe en el folio de la derecha la oración que inserta el copista entre las
líneas que están rodeadas por puntos.
Lámina 4: Detalle del folio 87v del Libro de las luces, del ms. T-17 de la Biblioteca de la Real Academia
de la Historia de Madrid, en donde aparece la oración que inserta el copista en el medio de las
dos líneas que están rodeadas por puntos.
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HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
Las dos oraciones que he mencionado constituyen evidentes intervenciones del copista Alí Roŷel, quien, a pesar de sentir miedo por la tarea tan
arriesgada que implicaba escribir con los caracteres árabes (a imagen y
semejanza de la traducción que llevó a cabo el morisco aljamiado, traductor
del códice árabe del Quijote, escrito por Cide Hamete de Benengeli), decide
adentrarse en el texto que estaba traduciendo para alabar a Dios y pedirle que
los defienda de sus principales enemigos. Salta a la vista que este copista es
heredero de la tradición de las ṣalāt al-tasbīh u oraciones de glorificación a
Dios; y de las ṣalāt al-khauf u oraciones en momentos de miedo o peligro,
que tanto consuelo les ofrecerían a los muslimes, temerosos de su situación
en la España inquisitorial del Siglo de Oro.
Al final de esta leyenda, a pesar del riesgo que implicaría revelar su
identidad, el copista escribe su nombre y afirma la gesta que ha hecho:
copiar para su comunidad de muslimes uno de los libros más importantes
de la genealogía del Profeta: el Libro de las luces. Citemos esta plegaria,
que empieza con la Basmala, oración ritual islámica con la que comienzan
muchas de las azoras del Corán:
(Versión aljamiada en caracteres latinos)
(Versión moderna en español)
Bis-mi illāhi il-rraḥmāni il-rraḥīmi wa ṣala
ala sabdi na wa mūla Muhamad, al karīmi.
‘Alī Rroŷel, fiŷo de Muḥammad Rroŷel.
Rogué a nuweštoro šeñor ke me dešaše
akabar ešte Libro de laš luzeš, i-y-él, por
šu šanto [sic.] piyadad, me a dado lugar de
akabarlo oy. I-y-aší mesmo le rogué, por
kiyen él eš, me deše akabar mi sageríya
an [sic.] šu šanto šerbisiyo. I, Šeñor, tú
defiende a todo muslim de todo enemigo.
(Lugo Acevedo, 2008, 389, fol. 132r )
En el nombre de Dios, el clemente,
el misericordioso, y la paz sea sobre
Mahoma, el noble y su familia.
Alí Roŷel, hijo de Muḥammad Roŷel.
Rogué a nuestro señor que me dejase
acabar este Libro de las luces, y él, por su
santa piedad, me ha dado lugar de acabarla
hoy. Y así mismo, le rogué, por quien él
es, me deje acabar mi saguería en su santo
servicio. Y, Señor, tú, defiende a todo
muslim de todo enemigo.
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Lámina 5: Folios 131v-132r del Libro de las luces del ms. T-17 de la Biblioteca de la Real Academia de la
Historia de Madrid. Obsérvese la grafía apretada que utiliza el copista para destacar su intervención
en el códice que traduce, como autor de una oración.
Lámina 6: Detalle del folio 132r del Libro de las luces, del ms. T-17 de la Biblioteca de la Real Academia
de la Historia de Madrid
Otro de los copistas que también ora es el escribano anónimo del manuscrito T-235 de la Biblioteca Castilla-La Mancha, titulado El Corán de Toledo,
de 1606. De este Corán toledano, lo que me interesa son las intervenciones
que hace este copista a la hora de hacer su versión castellana del Corán. En
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HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
primer lugar, el copista, aparte de llevar a cabo la función material de copiar
la traducción coránica, se ocupa de adentrarse en el texto y escribir, de su
autoría, unas extensas notas, a manera de colofones, que están redactadas
“en una combinación de lenguas y alfabetos, en español, aljamiado y árabe,
y los ha mezclado hasta el punto de empezar una palabra en un alfabeto
al final del renglón, para continuarla renglón seguido en el otro alfabeto”
(López Morillas, 2011, 21).
Lámina 7: El Corán de Toledo, tomado de la edición que hizo Consuelo López-Morillas. Observe las
diferentes estrategias del copista para destacar su escritura: el uso de diversos colores, lenguajes
y grafías.
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En segundo lugar, este copista morisco le suplica a Dios para que los
lectores u oyentes de este Corán escrito en letras castellanas no consideren
su texto de menor importancia por haber sido escrito en caracteres latinos,
en lugar de la lengua sagrada del Islam. Este copista indica que escribió en
letra de cristianos, “porque es cierto que dixo el annabī Muhammad s‘m
que la mejor lengua era la que se entendía” (López Morillas, 2011, 22). De
esta manera, vemos que la plegaria que pronuncia el copista en este colofón
evidencia su deseo genuino de que su texto sea valorado y entendido por
los muslimes, hasta el punto de valerse de un hadīt en el que el profeta
Mahoma justifica el abandono de las letras árabes por el uso de otra lengua,
con tal de privilegiar la comprensión del texto en lugar de la lengua (López
Morillas, 2011, 25).
En tercer lugar, el escribano de este códice suplica por el que escribió
este Corán, por sus lectores o sus oyentes, así como por toda su comunidad
islámica. Citemos el texto: “Perdone Allah a quien lo escribió y a quien lo
leerá y a quien lo escuchará y a quien lo conprehenderá para bien. Y a todos
los del aluma del annabi muhammed” (López Morillas, 2011, 332, 167r). En
ese sentido, ese copista es coheredero de la famosa ṣalāt istigfar, es decir, de
la oración para pedir perdón, tan importante en el devocionario musulmán.
Otra de las plegarias más importantes que se presentan en los códices
aljamiados es la que lleva a cabo el muslim-caminante para pedir protección por motivos de viaje. Esta plegaria se presenta de manera clara en el
códice S-2, titulado precisamente Tratado de los dos caminos. El refugiado
de Túnez, autor de este manuscrito, se ocupa de pedir protección para que
Dios los libre de los peligros que podrían encontrar a lo largo de los caminos
por los que habrían de andar, tanto en los viajes reales que llevarían a cabo
muy secretamente, así como en la alegoría de los dos caminos que presenta
este manuscrito. En ese sentido, este morisco se une a la tradición de las
salat-ul-musafir, u oraciones por motivos de viaje, o a las salat-as-safar, o
las oraciones del caminante. Además, en este caso, también le sigue los pasos
a las salat-ul-khaif, que son las oraciones que se realizan motivadas por el
temor. Citemos la siguiente plegaria del refugiado de Túnez:
Y ruego a nuestro señor nos aparte del peligroso y de tanto daño, y nos
encamine por el que siguiéndolo merezcamos estar en su graçia, y con ella
ponernos en su santa gloria, qu’es la bida eterna en descanso infinito (Galmés
de Fuentes, 2005, 193-194, fol. 2v).
Este morisco, que tuvo que refugiarse en Túnez, también ora por todos
aquellos muslimes que sufren tribulaciones y ruegan porque Dios los lleve
a tierras islámicas. Démosle paso a su dolida petición: “estábamos de día y
de noche pidiendo a nuestro señor nos sacase de tanta tribulaçión y riesgo,
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HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
y deseábamos bernos en tierra del yçlam, aunque fuese en cueros” (Galmés
de Fuentes, 2005, 103).
El alfaquí de Segovia, en el Breviario Sunní, ofrece, a su vez, varias
recomendaciones que debe tener en cuenta todo muslim que se encuentre
en una situación de temor mientras viaja. Este alfaquí recomienda que “si el
que va [de] camino estuviere en lugar de miedo o fortuna, o abrá temor de
fieras, alimañas o ladrones o enemigos, o cosas semejantes, puede acortar
y abreviar el açala”.5 Además, indica que el muslim puede dejar de mirar
hacia la alquibla, hacer menos arracas (inclinaciones), orar sin la presencia
del alfaquí, entre otras medidas cautelares como lo sería el uso de la taqíyya
o el disimulo, tan permitido en el Islam para evitar cualquier situación de
peligro (Mateos Paramio y Villaverde Amieva, 2010, 254-255). Estas oraciones del viajero y del caminante, junto a las recomendaciones al orar
durante momentos de peligro que presenta el alfaquí de Segovia, de seguro
las tendrían en cuenta esos muslimes cuando hacían sus viajes secretos
para huir clandestinamente de España o regresar a ella. Ese es el caso del
itinerario morisco de España a Turquía y los avisos para el camino insertos
en el ms. 774 de la Biblioteca Nacional París, que permiten conocer las
peripecias de la casta morisca cuando huye clandestinamente de España a
Berbería en el siglo XVI.6 Esta guía tiene su contrapartida en otro itinerario
de viajes presente en el ms. T 16a de la BRAH (signatura actual 11/9412),
que conduce a los moriscos de regreso desde Venecia a España. De los
testimonios de estos viajes secretos da cuenta Luce López-Baralt (2009)
en su artículo “Dos itinerarios secretos de los moriscos del siglo XVI”.7 En
definitiva, los muslimes que orarían al realizar estos viajes tan arriesgados,
contrastan con la decisión de otros moriscos, como la del copista Mohamad
Dobecar registrada en las guardas del ms. Junta XVI, cuando afirma de
manera contundente: “Nosotros no partiremos, antes morremos” (Mateos
Paramio y Villaverde Amieva, 2010, 316). Como hemos podido apreciar,
los manuscritos aljamiado-moriscos, incluyendo los segmentos en los que
los copistas oran, constituyen textos que satisfacen no solo las necesidades
sociales de los muslimes, sino las religiosas (Chejne, 1983, 112), haciendo
que estos códices sean mucho más que simples manuscritos, sino artefactos
humanos, personales y testimoniales (Koningsveld, 1992, 94-95), que les
5 Apud Mateos Paramio y Villaverde Amieva, 2010, 254 n. 3).
6
Este itinerario de viajes fue editado por Sánchez Álvarez, Mercedes, 1982. El manuscrito
misceláneo 774 de la Biblioteca Nacional de París: Leyendas, itinerarios de viajes, profecías sobre
la destrucción de España y otros relatos moriscos, Madrid: Gredos, p. 153-154, fols. 37v-39r.
7
Aunque Luce López-Baralt publicó originalmente este artículo en el Homenaje a Álvaro Galmés
de Fuentes, en colaboración con Awilda Irizarry, ha ampliado dicho estudio en Lopez Baralt, 2009,
de donde tomo las citas.
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servirían de consuelo, a pesar de que, como dice el Mancebo de Arévalo, no
estaban “de gosso para desir donayres i košaš dešagišadas”.8
Con este muestrario de oraciones, queda evidenciando que los escribanos
que copiaron, tradujeron, comentaron o refundieron estos manuscritos, se
convirtieron en los autores o co-autores, es decir, en los verdaderos artífices
del texto, ya que se metieron en los códices para consignar sus plegarias,
sus súplicas o sus preocupaciones, destacándolas, en muchas ocasiones del
resto del folio, con puntos alrededor de las letras, una caligrafía apretada,
letras de otros colores, mezcla de idiomas y de caracteres, o por medio del
lugar del códice en el que las consignaban, como las guardas del manuscrito,
los explicits o colofones. Todos estos recursos visuales le indican al lector o
usuario del códice que en esos segmentos se registra una voz distinta de la
del autor original: la del copista-autor que también ora. El copista de turno
no fue un simple escribano, sino que, metafóricamente, se convirtió en un
alfaquí que ora por sus intenciones personales y las registra en sus códices,
para que sirvan de modelo de las plegarias de alabanza, de perdón, de temor,
del caminante, entre otras, que usaban los moriscos.
Estos amanuenses, no solo se esforzaron por copiar, traducir o refundir el
códice que les había tocado escribir en aquellos talleres clandestinos, sino que
tuvieron la voluntad de estilo de convertirse en autores y añadirle al códice
oraciones y súplicas de su propia autoría. Estas oraciones se parecen a las del
morisco Ricote, de Cervantes, quien al regresar clandestinamente a España,
teniendo más de cristiano que de moro, hizo la siguiente oración: “y ruego
siempre a Dios me abra los ojos del entendimiento y me dé a conocer cómo
le tengo de servir” (Cervantes, 1999, 996). En resumen, el morisco Ricote,
personaje literario de Cervantes, así como todo muslim de carne y hueso
a las alturas del siglo XVI y XVII, al igual que los copistas de los códices
aljamiado-moriscos, practicaron y registraron, cada uno en su lengua, en su
caligrafía y en su cultura, el modo de oración y glorificación, híbrida y plural,
que les era propio, justo en aquellos años difíciles de censura y represión
en los que vivieron y oraron, muchas veces con júbilo y otras con dolor, los
últimos musulmanes de España.
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Escritos y relatos de una diáspora cultural,
8
Estas expresiones del morisco conocido como el Mancebo de Arévalo, las recoge María Teresa
Narváez Córdova en su edición de la Tafsira: Narváez Córdova, 2003, 104, fol. 2v.
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HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
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Madrid: Trotta.
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Resumen:
En este artículo se estudia cómo el copista de los manuscritos aljamiados, escritos en español,
pero usando los caracteres árabes, además de su función de traducir o copiar, se convierte en un
escritor/autor que interviene en el texto y que ora. Esas intervenciones del copista se registran
en el texto de manera evidente: en los colofones, en las guardas (primeras o últimas páginas)
del códice, por medio de tintas de diversos colores y cambios de alfabetos, a través de adornos
en el texto, entre otros. Cuando el copista se convierte en autor, ora y escribe oraciones de
perdón, para pedir protección, para pedir ayuda cuando en sus viajes, entre muchas otras, y esto
evidencia las preocupaciones más profundas de los últimos musulmanes de España.
Palabras clave:
Copistas, oraciones o plegarias, manuscritos aljamiados, moriscos, España.
Abstract:
This article presents how the copists of the Aljamiado manuscripts, texts written in Spanish,
but using the Arabic script, in addition to their main function of traducing or writing, they are
also writers/authors that intervene in the text and pray. These interventions are registered in
the text in evident manners: in the colophons, in the first or last pages of the codex, or through
the use of different ink colors, changes in the alphabet, ornaments, among others. When the
copists become authors, they pray several prayers to ask pardon, protection, help during their
journeys, among many others, that evidence the most inner concerns of the last Muslims of Spain.
Keywords:
Copists, prayers, Aljamiado manuscripts, moriscos, Moorish, Spain.
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