¿UNA RUPTURA HISTÓRICA? José Alejandro Aguayo Desde hace bastante tiempo hemos constatado, en nuestro diario vivir, como se ha tratado de acomodar la verdad publica por parte de los grupos de poder y los medios de comunicación masivos (controlados casi monopolicamente por estos) y en especial la memoria histórica con el fin de justificar ciertos hechos del pasado, para legitimar lo que difícilmente es legitimable y en concreto, crear una verdad que responde a intereses faccionales, para crear un estado de cosas proclive también a estos intereses faccionales. Observando la televisión en estos días, y viendo los diarios hemos observado como se comunica la noticia de la muerte del General Augusto Pinochet, quien, como sabemos, encabezo el golpe militar de 1973 que acabaría con el gobierno de la Unidad Popular e inauguraría con una férrea dictadura el sistema político y económico que moldea los cauces de nuestra sociedad actual. Inmediatamente recordamos esa otra coyuntura en que se vería envuelto este general, cuando fue arrestado en Londres en el año 1997 con motivo de violaciones a los derechos humanos cometidos durante su dictadura.. Nuestra intención, con este ensayo, es dar a conocer nuestra opinión y análisis con respecto a esta coyuntura política y su respectivo enfrentamiento ideológico, que “acicateo el alicaído debate político chileno mas que ningún otro hecho durante la década de los 90, A los actores tradicionales-esencialmente la “clase política” se agregaron muy rápidamente numerosas personas e instituciones que expresaron una amplia gama de opiniones”1 De este debate podemos inferir el legado del General Pinochet. Para este abordar este debate, tomamos en cuenta, en primer lugar, la opinión del aludido, es decir, del General Pinochet, que a través de su “Carta a los Chilenos” enviada a Chile desde su cautiverio en Londres explicaría las razones que tuvo para dar junto al ejercito el golpe militar, en una versión bastante simple y con tintes de ser “arenga patriotera”, justificando así su proceder e invalidando de esta manera el requerimiento a la justicia que por aquel entonces le estaba haciendo el juez Baltasar Garzón. También consideramos la versión historiográfica conservadora del historiador Gonzalo Vial, y por ultimo, el manifiesto de Historiadores que haría un poco mas tarde frente a esta coyuntura once académicos de distintas universidades del país, que como ellos mismos revelan “ frente a la profusa difusión de verdades históricas manipuladas respecto a temas que inciden estratégicamente en la articulación de la memoria histórica de la nación y por ende, en el desarrollo de la soberanía civil, nos mueve, a hacer valer el peso de nuestro parecer profesional y la soberanía de nuestra opinión ciudadana sobre el abuso que la difusión de esas verdades históricas implican”2, junto con la opinión de otros historiadores sobre el tema. 1 2 Grez, Sergio “Manifiesto de Historiadores” , Serie Historia, Ediciones Lom Varios autores, Manifiesto de Historiadores, pag 2, editado en Punto Final del 5 al 18 de 1999 Cuando pareciera que en nuestra historia se acaba un ciclo comenzado hace mucho, cerrando con esto muchas heridas aun abiertas; cuando muchos creen que creando consensos y olvidando y sepultando gran parte de las verdades se puede avanzar en la creación de una nueva reconciliación entre todos los chilenos, es que nosotros, como hijos de la generación producto de este golpe y que vivimos aquella coyuntura histórica y el debate que ella conllevo, consideramos que la verdad debe primar sobre la omisión o el olvido. O como comúnmente sucede, con la deformación de la memoria. Como señala Sergio Grez “los historiadores estamos obligados a reconocer que nuestro posicionamiento es una tarea azarosa y complicada por la tensión objetiva que existe entre la memoria y la historia, y más aun, entre la historia y la política, debido a las eternas tentativas de esta ultima para convertir a Clío en su esclava obediente”3 Es necesario comenzar por hacer una aclaración. La detención de Pinochet en modo alguno creemos que lo podríamos denominar una “ruptura histórica”. Ni tampoco creemos que su muerte corresponda a esta categoría. Cuando hablamos de “ruptura histórica” debemos entender que se trata de un proceso no solo político, sino que social y económico, que crea las condiciones de precipitar una crisis, que se trata, a decir de Salazar, del momento en que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer. En el caso “Pinochet”, lo que básicamente estaba en juego a ojos de nuestra clase política eran cuestiones relativas a la soberanía nacional(sobre la capacidad de enjuiciar a un ex dictador) y sobre cuestiones de derechos humanos(relativos a los crímenes políticos cometidos durante por la dictadura de este sujeto). Lo que no deja de concitar interesantes opiniones con respecto a los últimos decenios de la historia de nuestro país, y que, con su muerte, quizás, se enardezcan. En medio de visiones diversas dadas en las Cámaras con respecto al tema, unas objetando a la justicia inglesa por no tener jurisdicción con respecto al tema, y por otro lado, quienes estaban de acuerdo en procesar al ex dictador, es que surge una oleada de protestas por parte de familiares de detenidos-desaparecidos de este régimen, quienes veían como una vez mas se aletargaba un proceso que ellos ya habían esperado mucho. Quizás demasiado tiempo. Es de este clima que surge, de puño y letra de Augusto Pinochet, la ya citada “carta a los chilenos”, que plantea, entre otras, tres “ verdades históricas” a propósito de su detención y de su dictadura: “a) que la intervención dictatorial de los militares entre 1973 y 1990 fue una gesta, hazaña o epopeya de carácter nacional; b) que la crisis política de la anterior democracia fue obra exclusiva del gobierno de la Unidad Popular, cuyo programa se proponía, con la predica del odio, la venganza y la división y la siniestra ideología del socialismo marxista imponer una visión atea y materialista…con un sistema implacablemente opresor de sus libertades y derechos…; el imperio de la mentira y el odio”, y que los hombres de armas actuaron como reserva moral de la nación para reimplematar la unidad del país…no para un sector o un partido, el respeto a la dignidad humana, la libertad de los chilenos, y dar verdaderas oportunidades a los pobres y postergados” Esta versión de la historia, cosificada y casi caricaturizada al extremo, vendría siendo, a nuestro juicio, lo que Grez señala como una “justificación del poder” Es decir, Grez, Sergio “Historiografía, Memoria y Política: observaciones para un debate”, Pág. 121, Cuadernos de Historia 3 una pincelada de una realidad que responde a intereses minoritarios, que en el mejor de los casos, nos ilustran el desconocimiento de la historia por parte de quienes tuvieron el poder durante 17 años. Sin embargo, es necesario aclarar que la historia como ciencia social del pasado también cuenta entre sus cultores quines reafirman, de una manera mas profesional e historiográfica, lo planteado por el General Pinochet y ayudaron a encender mediante sus visones el debate que se dio en esta coyuntura histórica, El mas conocido de ellos, Gonzalo Vial, en una serie de fascículos publicados por el diario La Segunda postula las siguientes tesis históricas: “a) la polarizacion de la política chilena se produjo a partir de los años 60, al implementarse las planificaciones globales de la Democracia Cristiana y la Unidad Popular, de preferencia contra los agricultores y otros sectores patronales vinculados a la Derecha; b) la “violencia” se introdujo en Chile por la vía del guevarismo” y tuvo como objetivo “la división de las Fuerzas Armadas”, la “Colonización” del Centro Político y la profundización del ataque “contra” los patrones; c) ante todo eso, la Derecha se polarizo, entrando también en el juego de la violencia, dada la “horrible perspectiva” del triunfo de Allende; D) las Fuerzas Armadas eran legalistas, pero debieron intervenir cuando la “ilegalidad se uso como sistema” y diversos sectores, ante las crisis, buscaron soluciones de fuerza (“guerra civil”) y, E) por omisión- dado que sus fascículos abarcan solo el periodo 1964-1973el historiador Vial excluye todo juicio histórico sobre el “terrorismo de Estado” que la Junta Militar desplegó durante y después que logro controlar militarmente la situación ( o sea, una semana después del 11 de Septiembre)”4 En esta versión historiográfica vemos graficada lo que Grez califica de historias oficiales “(…) aquellas que son producidas por poderes a fin de legitimar su influencia y dominación, que encarnan y justifican una régimen(poder) por la historia (saber que ellas producen, Según Marc Ferro, la historia institucional es la trascripción de una necesidad(casi instintiva) de cada grupo social o institución(Iglesia, Estado, partido, fuerzas armadas) que de esa manera justifica su existencia”5 De esta manera, cumpliría esta versión historiográfica la legitimación de un proceder faccional, que a su vez produce muchos olvidos, sobretodo de aquellos detalles que el autor considera perniciosos a la hora de justificar el golpe militar, y no solo eso, ya que si nos atenemos a los juicios elaborados por Fabio Moraga, la estatura moral de quien los elabora correspondería a la de un historiador que en búsqueda de poder habría dado los argumentos para iniciar la persecución de sus compañeros de profesión, que tenían una postura ideológica diferente a la suya, mediante colaboración o por omisión con el régimen militar. Es así como plantea “ No vamos a discutir aquí su calidad académica o su seriedad como cultor de esta disciplina. Lo que es discutible y éticamente condenable es su complicidad con el gobierno que mas practicó la violencia estatal contra amplios sectores de la ciudadanía y cuyas reiteradas violaciones a los derechos humanos son una espina en la reconquista de una democracia que hoy, por la porfía de los hechos, es puesta en la palestra mundial”6 4 Varios autores, Manifiesto de Historiadores, pag 4, editado en Punto Final del 5 al 18 de 1999 Grez, Sergio “Historiografía, Memoria y Política: observaciones para un debate”, pag 109, Cuadernos de Historia 6 Moraga, Fabio, “Responsabilidades históricas” incluido dentro del Manifiesto de historiadores, pag 78 5 Es así como la contraparte a esta versión de la realidad es dada a través del Manifiesto de Historiadores, referida a estas visiones de la realidad acontecida a través de un lenguaje simple, cargado de solemnidad con respecto a los temas tratados y sin aproximarse a una historia “militante”, a decir de Jean Chesneaux. No es nuestra intención reproducir toda la replica, sino que los puntos más importantes sobre los que versa el Manifiesto. Frente a la Carta a los Chilenos del General Pinochet, expresa que la palabra gesta o epopeya solo esta reservada para quien realiza una acción mancomunada de carácter nacional, tal como paso con la resistencia mapuche contra los invasores españoles, o como la movilización del pueblo chileno durante la Guerra del Pacifico. De esta manera, la palabra gesta o epopeya no puede ser utilizada para una facción de chilenos que dirigió un golpe de Estado contra el resto de los chilenos. Y si la palabra epopeya pudiera ser utilizada como la hace Pinochet, ¿ no caerían dentro de esta categoría el intento realizado por la facción de chilenos derrotados por ese golpe, que institucionalmente intentaron realizar los cambios para mejorar las condiciones de vida de la sociedad chilena? Un movimiento legalista esta mas cerca de ser una gesta que un movimiento golpista armado. Respecto de la segunda afirmación del exdictador, la responsabilidad del colapso de la democracia no fue obra exclusivamente de la Unidad Popular, sino que a décadas de ineptitud política oligárquica, de tal forma que no es justificable condenar la opción de un 45% de los chilenos que creyeron en los cauces democráticos para llevar a cabo las trasformaciones económicas y sociales llevadas a cabo por la Unidad Popular, quien justamente, en sus hombros cargo con la represión dictatorial tras el colapso democrático, siendo ellos sindicados, principalmente, como responsables de una crisis gestada mucho tiempo atrás. Y por ultimo, es difícil señalar que los hombres de armas se comportaron como reserva moral de la nación, si luego del golpe le declaran la guerra sucia a mas de la mitad de la nación, violando la dignidad humana de sus connacionales e incurriendo en asesinatos de opositores políticos dentro y fuera del país, invocando el principio superior de la “soberanía” para justificar e inmunizar los atentados que perpretaron contra ella. La arenga, en este caso, poco tiene que decir frente al peso de la realidad Con respecto a las afirmaciones hechas por Gonzalo Vial, las replicas a su visión se centran en varios aspectos. En primer lugar, la polarización no se produjo por las planificaciones globales, sino que por décadas de estagnación económica; la violencia no se introdujo en Chile solo por influencia del “embrujo del guevarismo” sino que mucho antes, frente a la ineptitud política y la represión de Estado; las reformas estructurales no solo se dieron por faccinalismo, sino que por los graves efectos que había causado el agro en el país; la protesta patronal no solo se dio durante este periodo, sino que antes los patrones habían protestado frente a las deformaciones económicas imperantes mediante papel y lápiz, para después plantear la desestabilización del sistema y luego el golpe de Estado; y finalmente, los militares, no convocaron a una Asamblea para crear una nueva institucionalidad, sino que realizaron el golpe para destruir a la izquierda(e incluso el centro) en la etapa histórica en que se perpetraron la mayor cantidad de violaciones a los derechos humanos que en otro periodo histórico. Por lo planteado hasta ahora, se puede ver claramente que este tipo de debate supera lo estrictamente académico. Se trata, en efecto, de una batalla por la memoria como lo ha manifestado Maria Angélica Illanes, la que ocurrió con quienes vivieron la represión de la dictadura militar, y que aguantaron la omnipotencia del poder estatal. Es curioso, sin duda, en la coyuntura en que se dio esta batalla por la memoria, como si una parte de la historia hubiese querido revivir frente a la verdad oficial. Es así que “ si se acepta, dentro y fuera del país, que Pinochet fuera el dictador brutal a que hacíamos referencia, eso dificulta que una figura como el pueda volver a darse en la historia de Chile. Muy distinto seria el caso de que la imagen predominante de que fue un salvador de la patria”7 Nuestro pasado ha sido convulsionado, inquietante, en que la angustia no ha dejado de estas ausente. Los derechos humanos fueron transgredidos en nombre de la nación y la patria, siendo muchas personas torturados, asesinados y hechos desaparecer por esta causa. Es que se trataba de delincuentes?. Eran terroristas? Representaban un peligro para la sociedad? Es lo que muchos se preguntan. Y como estudiantes de la generación hija de la dictadura, de la globalización, de la sociedad de consumo de masas podemos aducir que se trataba de hombres y mujeres que reivindicaban derechos que al pueblo que por su condición de tal le correspondía. Sus muertes nos enseñan la brutalidad y genocidio con que actúan quienes tienen el poder, que la reconciliación entre explotadores y explotados quizás jamás será posible!. El sistema neo liberal impuesto por esta dictadura, en la que el consumo expresa nuestra felicidad, en la que la competencia entre uno y otro marca estándar en nuestra sociedad y en que la pobreza es mas tolerada por todos nosotros, no ha podido borrar de nuestro recuerdo ni ha sumido en el olvido la memoria de nuestros antepasados, que de una forma u otra, quizás saltara la brecha de los medios de comunicación de masas, que le impone luego de tres generaciones pasadas aproximadamente. Precisamente con pequeños golpes de mano, con actos dignos del mejor malabarista, a veces con la astucia del mago y otras con la fuerza brutal del Estado, se fue construyendo una memoria publica que se ajusta globalmente a la imagen que de si desean tener los que han sustentado y sustentan el poder. Pacientemente, se aherrojaron los hechos, se truncaron los testimonios, se quemaron los documentos, hasta quedar con historia mas o menos pulcra, no se titubeo en omitir, desterrar, cercenar o mentir respecto a la parte mas importante de los procesos que afectaron a nuestra nación, lo que importaba era construir una historia oficial que nos hiciera sentir orgullosos de ser chilenos.8 En nombre de un consenso, como hemos descrito, completamente forzado, es que se va construyendo una memoria pulcra, oficial, de la que desaparecen conceptos como dialéctica, dependencia, imperialismo, explotación, genocidio, los pobres desaparecen de la historia y con ellos todas sus lacras. Le podemos denominar a esto anti/historia. Por otro lado, aparece la historia que se vive en cada momento, lugar, que hace sus distinciones en factor de la importancia y las proyecciones que este resalta. Es así que cuando se habla también de ruptura histórica, es que deducimos que las rupturas han estado en beneficio de reproducir mecanismos para legitimar el estado de cosas. De futuras rupturas históricas es que las generaciones venideras, con mantencion de la memoria, es que pueden construir nuevos anhelos, suenos y esperanzas. El empeoramiento de la salud de Pinochet, y su muerte, una vez mas, expresa lo que muchos chilenos quieren en su imaginario colectivo; crear las condiciones para doblarle la mano a la injusticia. Porque la historia no es solo pasado, sino también, y principalmente, presente y futuro. La historia es proyección. Es la construcción social de la realidad futura. El Gazmuri, Cristian “Pinochet y su imagen histórica”, incluido dentro del Manifiesto de Historiadores” pag 53 8 León, Leonardo, Los combates por la historia, incluido dentro del Manifiesto de Historiadores, pag 110 7 mas importante de los derechos humanos consiste en respetar la capacidad de los ciudadanos para producir por si mismos la realidad futura que necesitan. No reconocer ese derecho, usurpar o adulterar ese derecho, es imponer, por sobre todo, no la verdad, sino la mentira histórica. Es vaciar la verdadera reserva moral de la humanidad9 9 Varios autores, Manifiesto de Historiadores, Pág. 19, editado en Punto Final del 5 al 18 de 1999