Conferencia 2: El modelo historiográfico del siglo XIX

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Seminario I: Historia y Ciencias Sociales: Una mirada crítica
sobre la reconstrucción del pasado
A cargo del profesor David Domínguez ([email protected])
3.1.1. Presentación
El objetivo general de este seminario es proporcionar al alumno UNA BASE TEÓRICA DESDE LA
CUAL PUEDA COMPRENDER LA VINCULACIÓN ENTRE PRÁCTICA INTERPRETATIVA Y PRAXIS
SOCIAL. Para ello será preciso introducir al alumno en las cuestiones y las problemáticas básicas
que han surgido en el contexto de la reflexión epistemológica sobre el ejercicio historiográfico.
Concretamente, debemos hacer referencia a aquellos desplazamientos que han marcado un antes
y un después en la autocomprensión del carácter y la naturaleza de la operación historiográfica.
Prueba de ello es la estructura misma que ha adoptado el seminario. Cada unidad didáctica
estará centrada en algún aspecto fundamental de la historia de la historiografía: desde la
distinción ‘MEMORIA-HISTORIA’ a la crítica del ‘TIEMPO CORTO’ y la historia ÉVÉNEMENTIELLE,
pasando por la consideración ideográfica de la disciplina o el enfoque estructural, entre otras.
El objetivo último del seminario es proporcionar una consideración ontológica del término
‘historicidad’. Pero lo haremos a través de un periplo particular: utilizando los debates teóricos
surgidos a raíz del trabajo de los historiadores (sobre todo, franceses y alemanes), los cuales no
dejan de suscitar el interés de otras comunidades de investigación, especialmente de los filósofos.
Cada sesión estará acompañada de textos que ayudarán a comprender (o debatir) las
explicaciones del conferenciante.
3.1.2. Conocimientos
1.
El surgimiento de la historia como conocimiento mediato.
1.1. . Las marcas de historicidad de la historiografía medieval.
1.2. . La mutación teórica de los textos sobre los que se apoya el historiador.
2.
El modelo historiográfico del siglo XIX o la historiografía événementielle.
2.1. El dogma fundamental de la historiografía del siglo XIX.
2.2. La crítica documental de las fuentes: la prioridad de los testimonios voluntarios y la
consideración ideográfica de la disciplina.
2.3. Las limitaciones del dogma fundamental de la historiografía del siglo XIX.
3. La renovación documental, la revolución historiográfica: el surgimiento de las Ciencias Sociales y la
Historia social.
3.1. Las Ciencias Sociales plantean una ruptura con el modelo de la experiencia vivida.
3.2. Nueva consideración epistemológica del documento: la prioridad de los testimonios
involuntarios y la serialización.
3.3. El caso de F. Braudel: la perspectiva de la ‘long durée’ (larga duración)
Historia de la filosofía antigua y medieval; SEMINARIO 1
1
4. Reconsideración de los términos ‘hecho histórico’ e ‘historicidad’.
4.1. No hay hechos históricos sin preguntas. ¿Qué es una pregunta histórica?
4.2. La ‘Historia efectual’: hacia una nueva consideración de la historicidad.
3.1.3. Lecturas recomendadas
1 – Bibliografía relativa al tema de la distinción ‘memoria-historia’:
- BUENO, G.: “Reliquias y Relatos. Construcción del concepto de ‘Historia Fenoménica’ “, en El
Basilisco, Revista de Filosofía, Ciencias Humanas, Teoría de la Ciencia y de la Cultura nº 1, Oviedo,
1978. (Texto complejo de entender)
- BOURDIEU, P.: El oficio de sociólogo, Siglo XXI, Madrid, 2005.
- CARBONELL, Ch. O.: La historiografía, FCE, México, 1993. (100 Pág. introductorio)
- FOUCAULT, M.: Las Palabras y las cosas, siglo XXI, 1984.
- FOUCAULT, M.: La Arqueología del saber, siglo XXI, 2003.
- POMIAN, K.: El orden del tiempo, Júcar, Madrid, 1990.
- POMIAN, K.: Sur l´Histoire, Gallimard, Paris, 1999.
- KOSELLECK, R.: historia/Historia, Trotta, Madrid, 2004.
- KOSELLECK, R.: Futuro pasado, Paidós, Barcelona, 1993.
2 – Bibliografía relativa a la Escuela Metódica francesa y el positivismo historiográfico:
- BOURDÉ, G Y MARTIN, H.: Las escuelas históricas, Akal, Madrid, 2004.
- CARBONELL, CH. O.: Histoire et historiens, une mutation idéologique des historiens français,
1865-1885, Privat, Toulouse, 1976.
- CARR, E. H: ¿Qué es la Historia?, Seix Barral, Barcelona, 1981.
- CARRERAS ARES, J. J.: Razón de Historia, Marcial Pons, Madrid, 2000.
- CRUZ, M.: El historicismo, Montesinos, Barcelona, 1981.
- DILTHEY, W.: Introducción a las ciencias del espíritu, Alianza editorial, Madrid, 1986.
- DROYSEN, J. G.: Histórica. Lecciones sobre la Enciclopedia y metodología de la Historia, Laia,
Barcelona, 1983.
Conferencia I: Surgimiento de la h istoria como conocimiento
mediático. David Domínguez
El objetivo del seminario es mostrar ¿Cómo se escribe la historia?, analizar los procedimientos y
las limitaciones del quehacer histórico.
La primera sesión: Surgimiento de la historia como conocimiento mediático, pretende mostrar la
mutación que han sufrido los textos; como hemos pasado de concebir el documento histórico de una
Historia de la filosofía antigua y medieval; SEMINARIO 1
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autoridad a verlo como una fuente que ha de ser sometida previamente a una crítica. A continuación
veremos los instrumentos de autenticación histórica en tiempos modernos y premodernos.
La conferencia se detiene 20 minutos en analizar la bibliografía aportada en el programa del
seminario.
Introducción
Plantaremos un interrogante ¿Cómo se ha generado la historiografía?, ¿como se han ido
generando sus técnicas y esquemas cognitivos? Se ha ido generado a lo largo del período de las
revoluciones científicas, a lo largo del siglo XIX. Su singularidad estaría en mostrar con veracidad los
hechos del pasado, con independencia de que haya tratado de hacerlo de modo diverso a lo largo de
su historia. Así hay diferentes marcas de historicidad si nos referimos a la actividad de la historia
premoderna o si lo hacemos a la historiografía moderna.
Las marcas de historicidad de la práctica historiográfica premoderna
La historiografía premoderna se caracteriza porque los autores que la practican, parecen tener en
común la misma consideración acerca de la naturaleza teórica del texto y respecto al mecanismo de
autentificación del discurso.
Siguiendo a Pomian, como mecanismo de autentificación del discurso aparece la apelación al
testigo ocular. Hay que tener en cuenta que durante la edad antigua y la Edad Media los objetos en
los que se detenía la historia eran los acontecimientos de carácter extraordinario (guerras, intrigas
palaciegas, tratados…) El historiador, está volcado sobre su presente, pero además de cronista, se
remiten a conceptos pasados, es decir era además de cronista historiador.
Esto reclama un interrogante: ¿Que criterios de verdad manejaba para referirse a ellos? Ya no
podía ser el criterio ocular. Por eso aparece otro mecanismo de autenticación, que es la apelación a la
fe en el texto que remite en el fondo al anterior, ya que es confiar en el testigo ocular que vio lo que
nuestro cronista no vio. Por tanto el cronista medieval ha de encontrar textos del mundo antiguo y
adoptar la percepción propia de quien redactó el relato. Aquí no hay crítica a las fuentes, sino
identificación con el testimonio del pasado sometiendo a crítica solamente aquello que le era
inmediatamente accesible, sólo tenía sentido por tanto una crítica de naturaleza moral, política,
religiosa, sobre el autor del relato con el fin de mostrar que era digna de ser respetada en el seno de
una comunidad (concitar solidaridad social en el seno de una comunidad). Esta crítica soslaya si existe
un interés por parte de quien escribe sobre lo que escribe. Por lo que los textos son concebidos
como autoridades (cobran valor autentificador por la crítica sobre el autor del texto), no como
fuentes.
Las marcas de la historicidad de la práctica historiográfica moderna: o la historia
como conocimiento mediato.
La característica más relevante de la revolución científica es el paso de un saber basado en la
percepción inmediata de las cosas, una percepción esencialista, aristotélica a un saber basado en el
conocimiento mediato de las cosas. Toda práctica científica contiene un componente inteligible en
tanto que pretende establecer leyes, predicciones… y en este momento la historiografía desde le XVII
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al XIX se va caracterizar por el rechazo del rol desempeñado por la percepción en el proceso del
conocimiento. Traía consigo también otro rechazo y era el del tipo de abstracción intelectual que se
había realizado hasta ese momento.
La causa de estos rechazos, estaba en que la razón trabajaba con idealizaciones, que no estaban
en los datos proporcionados por la experiencia, y es que, para estos autores, los hechos científicos, no
se identifican con los hechos dados por la percepción. Estamos por tanto ante una posición de la
ciencia no positivista. Nos encontramos ante un cambio en la naturaleza del objeto de investigación;
aquí no interesa tanto lo que se deja percibir, sino lo que se deja medir, cuantificar, matematizar,
legislar por la razón por lo que se profundiza en técnicas de objetivación, técnicas que conviertan al
objeto en algo cuantificable desde determinados parámetros.
Se producen también cambios en el campo de la operación historiográfica, y es que se va a
modificar el estatus teórico de los textos sobre los cuales se apoya el historiador, estamos asistiendo
al paso de las autoridades a las fuentes. El texto ya no va a tener valor por algo extrínseco a sí
mismo, como es la moralidad de su autor; sino que su valor de verdad va a descansar en sí mismo, y
aparecerá cuando se haya sometido a una crítica material, que puede mostrar incluso la falsedad de
su autor.
Esta nueva versión de la historia va a empujar en el siglo XIX al desarrollo de las ciencias
auxiliares: paleografía, numismática, filología… que entre otras tareas van a intervenir en el momento
de determinar la veracidad o autenticidad del documento.
Conclusión
Conocer no será ya certificar con la mirada o el oído, como afirmaba Tucídides, sino que será
llevar a cabo una lectura interpretativa de las fuentes; el objetivo será ahora reconstruir a partir de los
vestigios materiales encontrados, considerados ahora como fuentes de información, que trascienden
incluso en discurso que contienen.
Su cientificidad radica ahora en el hecho de que es controlable, lo que quiere decir que se
pueden reproducir por quienes dominen las técnicas necesarias. Para ello es necesario que las fuentes
dispongan de una marca de historicidad. Las marcas de historicidad de siglo XIX y XX serían que los
textos tuviesen por ejemplo, abundancia de notas a pie de página que determinan el lugar, el archivo
en el que se basó el historiador, referencias continúas a libros, artículos…
Estas nuevas marcas de historicidad lo que pretenden es permitir al lector ir más allá de lo que el
texto dice, al posibilitar recorrer, reproducir el camino del historiador, con lo que explicita su
potencialidad de objetivación.
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Conferencia 2: El modelo historiográfico del siglo XIX o la
historiografía evenemencial.
La hegemonía historiográfica alemana
La institucionalización de la enseñanza de la historia
A lo largo del siglo XIX hay una hegemonía germana en la cuestión historicista, como atestigua el
hecho de que las grandes polémicas en torno a este tema se desarrollen allí, por ejemplo, la polémica
en torno al método y; porque fue allí donde se desarrollaron las principales líneas novedosas de
investigación, bajo tutela administrativa, que lleva a una profesionalización de la historia. Todos los
historiadores van a convivir bajo un único marco institucional, la universidad, que normatiza su trabajo
y sus competencias. Destaca la Universidad de Berlín donde tendrá la cuna el historicismo alemán.
Fuerte componente patriótico.
En Francia la profesión de historiador va a aparecer a finales del siglo XIX, hasta ese momento lo
que van a existir van a ser aficionados, cada uno con su metodología y más vinculados con la
profesión de archiveros que con la de historiador. Va a ser con la llegada de la III República cuando
se institucionaliza la profesión. Hay en términos generales una asimilación de los modelos alemanes,
sobre todo en el terreno universitario. Con la historia lo que se pretendía era hacer un uso político de
sus contenidos, pero su institucionalización lleva consigo el hecho de que se hace especial hincapié
en la veracidad de las fuentes, cosas que hasta ese momento carecía de relevancia, y se desarrollan
revistas especializadas como Revista de la escuela metódica francesa.
De este modo aparece la nueva historiografía francesa, que se presenta como un universo nuevo
donde se persigue la argumentación, el establecimiento de relaciones, bajo una atmósfera de
verificación y protegido por la aureola de la universidad.
Dimensión positivista de la historiografía decimonónica
El término positivista en el campo de la historiografía requiere una matización, y es que no tiene
la rigidez de los postulados del positivismo filosófico de Comte, y es que sus partidarios, como
Seignobos no pretendían establecer regularidades, leyes en la historia mantenían una posición
contraria a esto. Todos eran deudores del historicismo alemán.
Los tres postulados
1.- La idea de que al historiador no le compete juzgar la historia ni a sus contemporáneos sino
rendir cuentas de lo que sucedió. Hasta ese momento la historia, de tradición medieval, se había
comprendido como una magister vitae, sin revisar sus fuentes ni la veracidad de sus afirmaciones
buscaba tener consecuencias entre sus contemporáneos, sobre todo tratando de educar a las élites
que ocupaban el poder con sus afirmaciones. Se persigue ahora la objetividad, plasmar lo que
realmente sucedió.
2.- El historiador es capaz de escapar a toda forma de condicionamiento social, además de las
fobias personales, el condicionamiento social en la percepción de los acontecimientos.
Historia de la filosofía antigua y medieval; SEMINARIO 1
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3.- Consideración de que la historia existe objetivamente, no solo como realidad de la que
tenemos vestigios, sino que de suyo dispone de un orden y una concatenación de los hechos. Los
datos, una vez autenticados prescriben una sola forma de acceso a su comprensión. Lo materiales
hablarían por sí mismos, imponen un límite al discurso que se convierte así en un ejercicio unívoco,
libre de intereses e interferencias.
Los tres postulados representan el esquema cognoscitivo que se puso en práctica en las ciencias
de la época que llevaban a la historiografía a disponer de dos partes diferenciadas: una el análisis
documental de las fuentes, haciendo hincapié en que se ha de llevar a cabo de modo aislado; y otra
la síntesis, momento interpretativo de esos datos ya verificados, donde se establecen las conexiones
significativas entre los hechos.
La crítica documental de las fuentes
Lo primero para los historiadores positivistas, es el documento, pero no se puede identificar con
el hecho, sino que entre uno y otro hay que hacer una labor crítica, que reconstruya lo que sucede
entre el hecho y su plasmación por escrito. Para su reconstrucción es necesario para ellos la labor del
método crítico, que determina el proceso de reconstrucción que sigue una serie de partes: la crítica
externa o erudita y la crítica interna.
La crítica externa
Extraer información a través del análisis del material, del soporte del documento, si el texto
procede de donde dice, si es original, si es copia, qué tipo de copia es… Se suele hacer una crítica de
restitución (suele usarse en la historia antigua, donde no se posee el original y se analiza la naturaleza
de la copia) y una crítica de procedencia (suele usarse en la historia antigua y trata de proporcionar
reglas para determinar la procedencia exacta del documento desde la información del mismo).
La crítica interna
Una vez autenticado el documento, se pasaría al análisis crítico del contenido del texto. Se trata
de explorar las palabras para determinar qué fue lo que quiso decir
el autor del documento, las
razones que lo llevaron a decir lo que dijo. Posee dos pasos, uno la crítica de interpretación o positiva
(pretende reproducir todas y cada una de las cosas que el texto dice lo que exige el conocimiento del
idioma en que ha sido plasmado, por lo que toma especial relevancia el análisis filológico en este
siglo XIX, para evitar el anacronismo) y la crítica de sinceridad o negativa (requiere contemplar los
acontecimientos que rodearon al autor del texto buscando situaciones que pudieran alterar su
objetividad, su adscripción política, si pudo obtener prebendas por sus afirmaciones o si peligraba su
vida…)
Es por tanto una crítica que persigue determinar si hubo algún interés detrás de los contenidos
de la fuente.
La síntesis: el lugar atribuido a la interpretación.
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Constituye el ámbito donde se lleva a cabo la actividad interpretativa, Estos hechos históricos
aislados y objetivos que nos ofrece la crítica, requiere de un colofón, que trataría de establecer
vínculos que de suyo sugieren los hechos.
El carácter empiricista o positivista de la secuencia cognoscitiva
1.- Lo primero que supone es que el pasado aconteció…
2.- En segundo lugar considera que algunos restos de él se conservaron y otros no.
3.- En tercer lugar, que los vestigios o restos están ahí, con independencia de que el historiador
acuda a ellos y los encuentre.
4- Por último se encontraría la evidencia, que sería el término que usamos cuando creemos que
uno u otro de esos restos con capaces de hablar por sí mismos, antes incluso de haber sido
empleados comp. Pruebas que sostienen un argumento u otro.
De lo cual se deduce lo siguiente: que el referente (la cosa a la que se refiere el historiador) se
proyecta siempre hacia el terreno situado más allá del discurso, en una hipotética realidad
extratextual que además precedería y determinaría el propio discurso.
Se considera pues, que el pasado es capaz de hablar por sí mismo, el material ya dispone de una
información que determina el discurso.
El dogma fundamental de la historiografía del siglo XIX
¿Qué dice exactamente el dogma?
El pasado solo puede ser conocido por mediación de las fuentes; no hay más fuentes históricas
que los documentos escritos, por lo que el pasado solo puede ser conocido por los documentos
escritos.
Los documentos escritos, son tratados como testimonios voluntarios, es decir, se trata de un
conjunto de testimonios ideados para informar conscientemente a las generaciones presentes y
futuras de los acontecimientos. (Leyes, crónicas, biografías, documentos diplomáticos…) Los
documentos dejan abierto el paso a la reconstrucción histórica. Tenemos delante “objetos de estudios
susceptibles que ser articulados lingüísticamente por medio de textos”, tenemos una identificación
entre fuentes históricas, textos escritos y testimonios voluntarios por lo que se le impone a la
historiografía dos limitaciones básicas:
Las limitaciones epistemológicas del dogma:
-
La restricción de la mirada historiográfica al campo de los documentos escritos y de las
instituciones que han producido escritos. (Este relega a todas aquellas culturas de las que
carecemos de documentación escrita.
Por ejemplo en la Edad media, quedan fueran las
amplias masas de población que no aparecían en los documentos) Esta restricción supone
una mirada interesada, al marginar una buena parte de los hechos históricos, los no
documentados, y un reduccionismo de la masa histórico de hechos.
-
Dentro del paradigma un hecho solo sería historiable si es susceptible de la producción de
textos en torno a ellos, de ahí el carácter evenemencial o episódico de la historiografía del
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siglo XIX, que limita muchísimo la posibilidad de reconstrucción, ya que la legibilidad del
proceso histórico sólo cuenta con lo que se hace visible, que es lo que ha llamado la
atención del espectador. El acontecimiento histórico sería únicamente una irrupción
extraordinaria aparecida en el entorno; pero su naturaleza extraordinaria está determinada
por un espectador que así lo considere. Además el acontecimiento ha de ser perceptible, o
sea darse a la vista, si no se ve, no puede ser considerado acontecimiento. Estos
condicionantes limitan subjetivamente el escenario histórico, y limitan la frontera del campo
de lo invisible. Con lo que surge un problema, si el campo de estudio de la historia remite
a cada instante al ámbito de lo invisible, (de lo que ya ha acontecido) entonces; ¿qué
justificación ha de tener para legitimar su veracidad, para tener la misma categoría verídica
que los datos de la percepción? Comprender el pasado según los esquemas de la
inteligibilidad del presente. Propone tratar al pasado desde los esquemas de interpretación
del presente, con lo que estamos ante un anacronismo.
Por todo lo expuesto, no podemos sacar esta concepción de la historiografía evenemencial, fuera
de la basada en los modelos de la memoria, y de los principio de la inteligibilidad basados en la
percepción. Hay que reconocer una diferencia entre la historiografía medieval y la moderna, en cuanto
a los mecanismos de autentificación discursiva; sin embargo, ambas asumen el mismo horizonte de
narración histórica, porque ambas asumen el horizonte de experiencia registrable de los participantes
en un acontecimiento. Se miden hechos del pasado como si fueran hechos de la memoria, con lo
que tenemos una concepción unidimensional del tiempo histórico, el historiador lee el pasado como
si lo presenciase a través de los ojos de quien testimonió.
Conclusiones provisionales
Estos postulados llevarían a considerar que uno de los documentos fundamentales para la lectura
histórica serían las biografías o la consideración de la historia de un pueblo, como si fuese el
despliegue de una biografía colectiva, con la consiguiente presuposición de que hay sujetos colectivos
que se desarrollan a lo largo de la historia con objetivos y metas comunes, es la historiografía
nacionalista del XIX.
La historiografía del XIX, independientemente de sus adscripción política es una historia
evenemencial, basada en episodios históricos relevantes, y tratan el pasado como si sus autores
fuesen únicamente quienes ocupan cargos de responsabilidad y de poder, por lo que nos
encontramos con narraciones de batallas, de conquistas de tal
o cual general. Es sin duda una
manipulación del devenir histórico, puesto que, reducen el protagonismo de la historia a los
personajes que dominan el poder; serían sus acciones las que se tomarían como causas de los
cambios.
Una última conclusión sería que la historiografía del XIX asume una temporalidad de corta
duración. Hecha a la medida del hombre, en la que el individuo puede reconocerse como el
responsable de la misma (alejado del providencialismo medieval).
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Sesión
3ª
el
movimiento
de
los
annales
o
la
revolución
historiográfica francesa
Esquema de la sesión
1-. La circunscripción histórica de los primeros annales
Los antecedentes teóricos alemanes y austriacos:

El positivismo historiográfico

El materialismo histórico

La historiografía crítico-académica
Los antecedentes teóricos franceses

La sociología de E. Durkheim y F. Semiand

La geografía de Vidal de la Blanche
2.- Los annales en singular

Una historia social

Una historia de la larga duración

Una historia interpretativa o una historia como problema
3.- Irrupción de las ciencias sociales en el campo de la historiografía.

La idea de ruptura con el modelo de la experiencia vivida

Cómo se consuma esa ruptura en el plano de la investigación historiográfica
o
A través de una ampliación de abanico documental: los testimonios
involuntarios.
o

A través de una tematización distinta del documento: la serialización.
El caso de La longue duree de F. Braudel
o
La experiencia historiográfica es superior a la experiencia vivida
o
Evacuar al sujeto como punto de partida del análisis
La circunscripción histórica de los primeros annales
El nombre de annales les viene a estos autores de una revista 1 homónima de historia, vigente aún
hoy en día, en la que se mostraban formas de llevar a cabo la actividad historiográfica, si bien no hay
que suponer un misma línea de trabajo para todos, en ella tenía cabida todas las ideologías políticas
e historiográficas. Destacan entre sus miembros F. Braudel.
David Domínguez muestra como la historiografía de los annales es deudora de la historiografía
anterior, concretamente de lo que se mostró en la sesión anterior como positivismo historiográfico
1
Su nombre completo era annales de historia, económica y social.
Historia de la filosofía antigua y medieval; SEMINARIO 1
9
se trataba de una línea de trabajo historiográfico que se va a extender por todas las escuelas de
europeas. Junto a esta corriente existían otras dos que también hay que destacar: por un lado, el
materialismo histórico iniciado por el marxismo, con obras como El capital de Karl Marx y manejado
por autores como Marx Weber. Para esta corriente, donde encontramos autores como Rosa
Luxemburgo, la problemática ya no van a ser los hechos únicos e irrepetibles, sino la dinámica de las
estructuras sociales como sistemas de producción… Por otro lado la historiografía crítico-académica
a la que pertenece Norbert Elias, autor de La sociedad cortesana texto que hemos leído para hoy.
Pretenden nuevos caminos para acceder a la reconstrucción de la historia, influenciados por el
materialismo, pero sin su marchamo revolucionario.
La hegemonía historiográfica alemana fue desmantelándose por dos razones, entre otras: una, la
pérdida de la I Guerra Mundial y con ella del respeto por la intelectualidad que lucía tras aquel canon
ideológico. Que sirvió para legitimar las agresiones hacia los aliados. La otra, la llegada del nacionalsocialismo al poder con el consiguiente exilio de muchos autores, como la Escuela de Frankfurt.
Pero también los annales tuvieron otros antecedentes de origen francés, como la sociología de E.
Durkheim de quien tomaron el carácter reflexivo y nomotético que había de caracterizar toda
disciplina social que aspirase a ser científica. También reciben la influencia de la geografía de Vidal
de la Blanche donde se analiza como pueden afecta la dinámica poblacional a la evolución de la
historia.
Los annales en singular
Ya se ha dicho que entre los autores de annales existían diferencias, pero también hay que
reconocerles al menos tres rasgos esenciales y comunes a todas las obras de esos autores: hacer una
historia social, una historia de la larga duración y una historia interpretativa o una historia como
problema.
Su objetivo es hacer una historia social es decir cualquier objeto de estudio (clima, muerte,
imprenta, ideologías…) había de entenderlo dentro del marco social en el que estaban insertos y que
les dotaba de sentido. No podía en ningún caso perderse el horizonte de la totalidad 2, entendido
como el modo específico que toda sociedad en un momento dado tendría de organizar la sociedad.
Un ejemplo lo encontramos en el enfoque materialista del estudio de la historia de las ideas, donde
habría que inscribirlas en el macrosocial en el que se han generado y la relación que mantienen con
la sociedad y con el grupo social que las han generado.
En este punto David Domínguez pregunta a los asistentes: ¿creéis que la historia de la filosofía
antigua y medieval que estamos estudiando responde a este esquema de historia social, se estudia por
autores, o dispone de un marco histórico? ¿Las ideas se muestran aisladas o integradas en el modo de
organización específico de cada momento, y por tanto, no generaban efectos sobre la organización de
la conciencia?
La historiografía de los annales dispone de una perspectiva de la larga duración que propone
una nueva concepción del tiempo en la historia. Se rompe con la imagen anterior del tiempo vulgar
Algunos autores se han referido a esta totalidad como historia global, sin querer abarcar por ello a una
historia universal de todos los pueblos.
2
Historia de la filosofía antigua y medieval; SEMINARIO 1
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que sería aquel donde se entiende las acciones únicamente bajo su sucesión cronológica, visión
unidimensional del tiempo en la que solo hay acontecimientos visibles. La novedad de la larga
duración es el cuestionamiento de esta imagen del tiempo y ampliación del campo de acción de la
historia más allá de lo meramente perceptible. Los annales, con su perspectiva de larga duración van
a defender que existen múltiples tiempos; temporalidades históricas y sociales, tan diversas como lo
son sus instrumentos metodológicos de análisis. Así tenemos alguna división de tiempos realizada por
autores de este período, como F. Braudel que distingue tres niveles de análisis: temporalidad de corta
duración que contiene hechos que duran hasta semanas serían los que permiten a los individuos
reconocerse en ellos. Su objeto de investigación es una batalla, la caída de un rey. Temporalidad
media o de coyuntural donde caerían hechos que duran lustros, decenas, es el tiempo de los
sociólogos, de los economistas, cuando hablan de sus ciclos, dinámicas. Y finalmente temporalidad de
larga duración, que abarcaría elementos como los hábitos alimenticios, las actitudes mentales hacia el
trabajo, hacia la naturaleza, hacia la muerte, sistemas de jerarquización social... Haría referencia a todo
aquello que permanece imperceptible por la lentitud de su evolución, puede abarcar siglos.
Los annales van a marcar un hito en el ámbito de la reflexión historiográfica. Queda ejemplificado
con la idea de una historia interpretativa la historia/problema elaborado por los primeros annales,
en los años 1930. Hasta ese momento la interpretación era el punto de llegada de la historia, era lo
que aseguraba el paso de la mera recopilación de hecho aislados a un relato donde se establecen
vínculos entre lo hechos. Ahora lo que se reivindica es el papel trascendental de la interpretación y ya
no sería sólo el punto de llegada, sino que estaría presente en todas las etapas de la investigación,
determinando la elección de los materiales y todo aquello que se quiere ver en ellos y en su elección.
De esta forma Annales trata de refutar al positivismo historiográfico que situaba el análisis crítico
de las fuentes como algo objetivo en sí mismo, y no anticipaba ningún juicio cognoscitivo previo. El
problema de annales, es que el acceso a los materiales no es único, sino que un mismo documento,
puede leerse desde diferentes criterios puede ofrecer diversos y divergentes problemas. Y van a ser
los propios problemas los que llevan incorporada una idea que nos lleva a leer lo que pretendemos
leer.
Así para los annales la interpretación adquiere un carácter productivo, porque se mantiene en
todos los momentos del historiador, antes del examen de las mismas fuentes, puesto que trabajamos
desde hipótesis y teorías que dan un valor determinado a los documentos. Así la reconstrucción
discursiva del pasado jamás puede desgajarse de los sesgos introducidos por el investigador. Que
sirven para invitar al investigador a buscar la información en el pasado, y hacen legible el propio
material. La legitimidad, o cientificidad de los resultados va a depender de la propia reflexibilidad del
investigador. Se trata de explicitar su metodología de trabajo.
Irrupción de las ciencias sociales en el campo de la historiografía.
En el siglo XIX, el pasado se hacía visible desde el horizonte del investigador, pero con la
irrupción de las ciencias sociales traen consigo un nuevo método de análisis que superaba
los
anteriores límites de la percepción, y así aparece la idea de ruptura con el modelo de la experiencia
vivida
y por tanto con las forma de reconstrucción discursiva de un tiempo unívoco. El ejemplo
Historia de la filosofía antigua y medieval; SEMINARIO 1
11
paradigmático lo encontramos en los primeros estudios sociológicos realizados a principios del siglo
XX que debe categorizar ahora los resultados mediante criterios abstractos.
Se trata de construir relaciones que puedan establecer un orden diferente, para ello se exigen
técnicas de medición que impongan una estructura nueva a los datos de la percepción; de ahí la
ruptura.
Cómo se consuma esa ruptura en el plano de la investigación historiográfica. La forma es
mediante el cuestionamiento radical de la concepción que la historia del siglo XIX había tenido del
documento. Se supera mediante la ampliación del ámbito documental a otros campos de fuentes
teóricas, a través de una ampliación de abanico documental: los testimonios involuntarios hasta
ese momento insospechadas (cuentas de empresa, certificados de matrimonio, restos de vasijas,
ornamentaciones…) destaca aquí la arqueología moderna, estudio del polen (determina la flora, con
su régimen hidrológico… -algo hasta ahora insospechado-). Otro modo de superarlo es a través de
una tematización distinta del documento: la serialización. El documento deja de ser considerado
como una huella del pasado, sino que lo que se pretende es trabajarlo como un indicio, a partir del
que construir los verdaderos objetos de estudio histórico, las estructuras que se repiten y que
condicionan las conductas históricas de los sujetos.
Para poder entender a los documentos como índices hay que poder organizarlas en series, donde
ya nada tiene que ver la hermenéutica del siglo XIX, nos interesa la autenticidad de las fuentes, sino
su serialización para su estudio a nivel cuantitativo, no cualitativo. Ya no interesan los hechos
singulares, sino los repetitivos para buscar correlaciones entre las diversas series, para dar a luz así a
la historia comparativa, puesto que permite comparar procesos. De esta manera las ciencias sociales
superan la vida o pasión de los individuos; sino que lo importancia es la larga duración.
Es el caso de La longue duree de F. Braudel quien considera que La experiencia historiográfica
es superior a la experiencia vivida
ya que el historiador esta en condiciones de experimentar y
comprender esos mismos acontecimientos a partir de narraciones que superan el propio tiempo vital,
y que incluso estructuran esos tiempos cortos. En el plano analítico supone invertir el hasta ahora
modelo de análisis, es decir, evacuar al sujeto como punto de partida del análisis, no sustituirlo,
sino como punto de partida de análisis, ya no es la clave del estudio, sino que ahora son las
regularidades, que se estructuran en temporalidades específicas. El sujeto es evacuado, porque los
análisis de annales o del materialismo histórico ligan al sujeto a una temporalidad que no es la del
tiempo sicológico, sino a la configuración estable de masas de hombres, de series de hombres. Así
Braudel está jugando no solo con la concepción historiográfica, sino con la teoría misma del
conocimiento histórico.
Sesión 4ª
Reconstrucción discursiva del pasado y reescritura de
la historia
Al final de la sesión anterior se dijo que la forma de abordar el material empírico por parte de los
annales, tenía repercusiones de carácter epistemológico, no solo metodológicas; puesto que afectaban
al modo de comprender la historia. Esta idea supone que la interpretación de la historia, no era ya
Historia de la filosofía antigua y medieval; SEMINARIO 1
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solamente un punto de llegada, sino que estaba en el punto de partida del acercamiento a los
materiales.
En la sesión anterior solo apuntamos lo que desarrolla ahora como presupuestos constructivista,
que rechazan por entero la comprensión de que la verdad y la objetividad radiquen en las cosas, sino
que son constructos elaborados a partir de la propia investigación científica.
Introducción
Comienza con una cita que pretende mostrar como el pasado está ahí, es cerrado; y sin embargo,
el futuro está abierto, es una posibilidad siempre indeterminada. Esta afirmación parece ser aceptada
desde el punto de vista profano; y esta es la concepción que se suele tener del tiempo histórico, un
tiempo newtoniano, marcador cronológico donde se registraría todos los actos humanos. Lo que hace
el constructivismo es un cuestionamiento de esta concepción vulgar del tiempo histórico, analizando
el estatus del pasado. Se trata de ver que estamos ante una realidad abierta, mostrando la posibilidad
de que éste sea reescrito y que desde cada situación del presente, desde cada situación hermenéutica
se abre un nuevo pasado.
En esta sesión va a tratar de mostrar desde dos planteamientos diferentes porqué se reescribe la
historia. Una de ellas sería la historiografía positivista y otra la construccionista desarrollada a partir
de los años 50 relacionada con las ciencias sociales.
Hay que empezar distinguiendo el pasado de la historia; es decir la historia considerada como
res gestae (realidad de la cual solo tenemos documentos) y la historia considerada como rerum
gestarum memoria, es decir como discurso acerca de lo acontecido. Con esta distinción se reconoce
que el pasado no puede ser conocido tal y como este aconteció; porque la historia es un discurso
sobre el mundo que se detiene en el pasado y, al ser un discurso, se coloca en una categoría
diferente a los hechos que describe. Esta distinción entre pasado e historia, vestigios materiales,
hechos y su relato puede ser comprendida desde una posición dogmática y positivista o
constructivista. Desde el construccionismo tenemos que distinguir pasado de historia. El pasado es
una modalidad prediscursiva y solo necesita para hablar mirarla desde una hipótesis histórica. Pasado
y mundo nunca se dan a la conciencia de manera objetiva, no porque el conocimiento sea incapaz de
aprehenderlo, sino porque mundo y pasado siempre se nos aparecen en forma de discurso, de los
cuales no podemos sustraernos para ver si se corresponden con el pasado real. Ahora, dice el
construccionismo, son esos discursos los que producen significativamente dicha realidad, es la historia
la que construye el pasado, lo articula lingüísticamente y sus lecturas son infinitas. Pasado e historia
no están estrictamente implicados y por tanto tenemos que abandonar la idea de extraer solo una
lectura del pasado. Habrá tantas como permitan las herramientas aportadas por los mecanismos de
comprensión semántica del investigador. Esta idea la podemos encontrar en la obra Repensar la
historia de K. Jenkins.
El conocimiento del futuro del pasado
Para comprender cuales son los mecanismos de comprensión semántica que lleva consigo toda
operación historiográfica hay que recordar que todo historiador se encuentra inserto en un marco
histórico y epistemológico que le impide ver los hechos del pasado tal y como sus contemporáneos
Historia de la filosofía antigua y medieval; SEMINARIO 1
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los vieron. El historiador los ve como un profeta infalible que sabe cómo se van a desarrollar los
hechos en el futuro. Sabe cuáles van a ser las secuencias históricas posteriores a los hechos que
analiza. Conoce el futuro del pasado. Esta disposición es el fundamento último de la significación de
los hechos históricos. Es la hipótesis del cronista ideal de Danto, una persona con capacidad
omnisciente y sobrehumana, de modo que pudiera situarse en todos los puntos de su realidad
presente, de modo que sabría todo lo que ocurre en todo momento, sería incapaz de mostrar cuales
acontecimientos serían más importantes que otros. Al operar con los ojos puestos en el presente no
podría operar de modo histórico, puesto que produciría una histórica donde todo sería significativo. El
historiador necesita conocer el futuro del pasado para dotar de sentido los hechos del pasado sino
sería solo un compilador de hechos, como es el caso de este cronista ideal; no podría elaborar causas,
ni hechos como la guerra mundial, la guerra civil no podría establecer relaciones significativas, ni
causas, ni consecuencias entre los hechos.
A. C. Danto lo que tratada de contradecir es la idea del positivismo historiográfico, es decir la
idea de que el pasado puede ser conocido tal y como éste aconteció. Realmente, no podemos,
puesto que tendríamos el tipo de conocimiento historiográfico que nos ofrece el cronista ideal. La
historia no es una mera recopilación de datos. Por tanto, tenemos que aceptar que el pasado solo
existe como una modalidad prediscursiva. La experiencia, al pasado, solo cobra vida bajo esa capa de
experiencias varias, de esa red de interpretaciones semánticas complejas. Siempre accedemos al
pasado de manera interesada, desde una disposición previa en la que está inserto el historiador.
Historiar no es así un mero recordar, sino insertar algo dentro de un todo simbólico, en un modelo
explicativo y de sentido. Sólo así se hacen comprensibles los vestigios.
Reescritura de la historia
De todo lo dicho hasta ahora se atestigua la reescritura constante de la historia. La pregunta
histórica se convierte en el marco que dota de significado y sentido a los hechos, así desde diferentes
preguntas obtendremos diferentes lecturas. La pregunta histórica no es neutra en sí misma, sino todo
lo contrario, introduce un parámetro de determinación subjetiva (condicionamiento social indisociable
de todo conocimiento) que lo dota de sentido. La legitimidad de sus hallazgos, de sus lecturas se
hará ahora explicitando sus propios presupuestos, aquellos desde donde se ha lanzado a hacer su
lectura de los hechos prediscursivos.
El positivismo historiográfico, afirman la imposibilidad de un relato último acerca del pasado,
basándose en que siempre se descubrirán vestigios nuevos y siempre se mejorarán la crítica externa e
interna de las fuentes. Por tanto concluyen lo mismo, pero desde argumentos diferentes. Aquí se
pone el acento en las cuestiones metodológicas, no en las epistemológicas. Para el positivismo
historiográfico, pasado e historia son diferentes y los discursos nunca son definitivos, porque la finitud
y las limitaciones humanas harían imposible el conocimiento absoluto del pasado. Se rechazaba la
posibilidad del conocimiento del pasado, pero se aceptada la existencia de ese mismo pasado como
un imperativo gnoseológico, como algo que necesariamente ha de existir. Ese pasado no estaría
atravesado por prejuicios ni por subjetividades.
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Cuestiones de examen
David Domínguez en la última sesión, casi al final de la cinta notifica cuales van a ser las
preguntas de su seminario:
Va a poner dos, a elegir una o da la posibilidad de hacer un compendio de ambas.
De la sesión 2: dogma fundamental de la historiografía del XIX (cuando habla de los testimonios
voluntarios, de límite de la visibilidad…)
De la sesión 3: ¿Cómo se consuma el modelo de la ruptura de la experiencia vivida en la
experiencia historiográfica? (Cuando habla de extraer información de los materiales independiente del
contenido informativo de los mismos, con la investigación o la serialización de los materiales
apoyados por las ciencias auxiliares, las ciencias sociales).
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