La interpretación y la narrativa en la Historia

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LA INTERPRTACIÓN Y LA NARRATIVA EN LA HISTORIA
María Cristina Huerta
Resumen
La pretensión de objetividad en el estudio de la Historia queda refutada si analizamos con
detenimiento los postulados de Paul Ricoeur en su ensayo Narratividad, fenomenología y
hermenéutica. El filósofo plantea su posición con respecto al carácter narrativo e
interpretativo de la Historia. Este artículo pretende compartir una mirada atenta y analítica
de los postulados de este ensayo.
Palbras claves: historia, narratividad, interpretación, hermenéutica.
Abstract
The presumption of objectivity in the study of History is denied if we analyze in depth the
postulates of Paul Ricoeur in his essay Narrativity, phenomenology and hermeneutics. The
philosopher shows his position respecting the narrative and interpretative character of
History. This article pretends to share a sharp and analytic view of such postulates.
Key words: history, narrativity, interpretation, hermeneutics.
“Renuncio explícitamente a la declamada e hipócrita objetividad, proclamada y reclamada
por los más obvios y subjetivos opinólogos y algunos pretendidos dueños de la historia, que
se autodefinen como objetivos y desapasionados y opinan subjetiva y apasionadamente a la
hora de defender sus privilegios. Una pasión que ejercitan, particularmente, para atacar a
todo aquel que les recuerde que la Historia ya no les pertenece, que es una propiedad social,
colectiva, y que lo mejor que puede ocurrirnos es que mucha gente se interese por ella, la
viva, la discuta, se la apropie, porque como venimos diciendo, es un patrimonio nacional.
Peor para ellos y para quienes los rodean. Trabajar y vivir sin pasión debe ser tristemente
rutinario. Yo prefiero las palabras y el sentir de uno de los más notables historiadores,
Henri Pirenne, que decía: “Si yo fuera un anticuario sólo me gustaría ver las cosas viejas.
Pero soy un historiador y amo la vida”.” Pigna, Felipe (2005), Lo pasado, pensado;
Entrevistas con la historia argentina (1955-1983), Grupo Editorial Planeta, Buenos Aires.
Empiezo con las palabras del historiador Felipe Pigna porque adhiero a su visión de
hacer Historia. El libro, al que se hace referencia, es una serie de entrevistas a diferentes
actores de la Historia de la Argentina de los años 1955 a 1983. Lo que desencadenan las
preguntas del historiador a los testigos y actores de la época no es otra cosa que relatos.
Estos relatos son las reconstrucciones de un momento histórico a partir de la memoria de
los entrevistados. Son sus versiones de los hechos. Son sus miradas. Es su interpretación de
la Historia, narrada desde su perspectiva.
ELECCIÓN DEL TEMA
Este artículo se basa en el ensayo de Paul Ricouer Narratividad, Fenomenología y
Hermenéutica. El ensayo es interesante de analizar porque aborda dos problemáticas
relacionadas con la Historia. Una es el carácter interpretativo que le corresponde a la
Historiografía y la otra, la función de la narratividad en la misma.
Para desarrollar estos postulados, Ricoeur empieza su ensayo con un análisis de la
función narrativa. El autor se explaya sobre las nociones de relato, temporalidad, la
importancia de la trama, la cuestión del referente y la metáfora.
La segunda parte del ensayo está enfocada hacia el recorrido filosófico que lo hace
definir su postura en cuanto a la interpretación.
En el desarrollo de este artículo, y a efectos de dejar en evidencia más claramente
los temas que me ocuparon, recorreré el camino inverso, partiendo de la trayectoria del
autor para llegar al desarrollo de sus postulados sobre narratividad.
LA INTERPRETACIÓN:
EXPLICACIÓNL
DIALÉCTICA
DE
LA
COMPRENSIÓN
Y
LA
El conocer la Historia parece haber sido una preocupación del ser humano desde
siempre. Este conocimiento ha podido desarrollarse ampliamente gracias a la aparición de
la escritura. Con la escritura el hombre tuvo la posibilidad de descargar la memoria. Pero
qué es la Historia, cómo debe interpretársela, son interrogantes que vienen ocupando a los
grandes pensadores desde hace siglos.
El ser humano es un ser histórico, que vive en un tiempo y acarrea los saberes
legados por sus antepasados. Su comprensión de sí mismo y de su momento en la Historia
tendrá que ver con la lectura que haga de esos saberes. Para Paul Ricoeur, esa lectura, esa
interpretación, estará dada por lo que él llama la dialéctica entre la comprensión y la
explicación.
En su ensayo Ricoeur define los supuestos de la tradición filosófica a la que
pertenece mediante tres rasgos: “está en la línea de una filosofía reflexiva; se encuentra en
la esfera de influencia de la fenomenología; pretende ser una variante hermenéutica de
dicha fenomenología” (Ricouer, Anàlisi 2000, p. 200).
La filosofía reflexiva considera como más importantes los problemas asociados a la
comprensión de uno mismo. Entiende la reflexión, como acto de retorno a uno mismo,
siendo uno mismo el sujeto de las operaciones cognoscitivas, volitivas, estimativas, etc.
Para resolver el problema de cómo se conoce o reconoce a sí mismo el yo pienso,
Ricoeur nos plantea que la fenomenología vincula a la idea de reflexión el deseo de una
transparencia absoluta. La conciencia de sí consistiría en un saber indudable, más
fundamental que los saberes positivos. Esta conciencia de sí estaría ligada a las
articulaciones fundamentales de la experiencia (perceptiva, imaginativa, intelectiva,
volitiva, etc.). La experiencia fenomenológica constituye el campo por excelencia de la
intuitividad. La fenomenología plantea el problema del sentido en el plano cognitivo y
perceptivo. Para el autor, el gran descubrimiento de la fenomenología ha sido la
intencionalidad. Define esta intencionalidad como “la primacía de la conciencia de algo
sobre la conciencia de sí” (Ricouer, Anàlisi 2000, p. 201).
Así como la fenomenología no se ha desvinculado por completo de la tradición de la
filosofía reflexiva, Ricouer nos plantea cómo la hermenéutica se incorporó a la
fenomenología.
La hermenéutica nace con Schleiermacher de la fusión entre la exégesis bíblica, la
filología clásica y la jurisprudencia. Esta fusión pone en el centro de la atención
fundamentalmente la pregunta ¿qué es comprender?
Desde Dilthey, la hermenéutica plantea el problema del sentido en el plano de la
historia y las ciencias humanas.
Para Ricoeur a pesar de las diferencias entre la fenomenología y la hermenéutica
ambas tratan sobre el mismo problema fundamental que es la relación entre la
inteligibilidad del sentido y la reflexividad del sí mismo. Estos dos conceptos van a ser
fundamentales para el tema que nos ocupa sobre la Historia y la interpretación.
El círculo hermenéutico entre el sentido objetivo de un texto y su comprensión
previa por parte de un lector singular, cambiará de eje con la hermenéutica heideggeriana.
Nuestra condición de seres en un mundo al que pertenecemos será condición primera antes
de enfrentarnos a los objetos que pretendemos comprender. “El Verstehen, para Heidegger,
tiene un significado ontológico. Es la respuesta de un ser arrojado al mundo que se orienta
en él proyectando sus posibilidades más propias. La interpretación, en el sentido técnico de
interpretación de los textos, sólo es el desarrollo, la explicitación, de este comprender
ontológico, siempre solidario de un previo ser arrojado.” (Ricouer, Anàlisi 2000, p. 202)
La comprensión implicará un distanciamiento del objeto, necesario tanto para el
conocimiento vulgar como científico. Pero este distanciamiento está condicionado por la
relación previa del estar-en-el-mundo del sujeto que observará, enjuiciará, etc.
Ricoeur plantea que no hay comprensión de sí que no esté mediatizada por signos,
símbolos y textos; la comprensión de sí coincide con la interpretación aplicada a estos
términos mediadores. Toda experiencia humana está mediatizada a través de signos. Esta es
la condición originariamente lingüística de la experiencia humana. “La percepción se dice,
el deseo se dice.” (Ricouer, Anàlisi 2000, p. 203) El psicoanálisis planteó la proximidad
entre el deseo y la palabra. No hay experiencia humana que no pueda ser puesta a la luz a
través del lenguaje.
La hermenéutica no puede definirse como una interpretación de signos, la
mediación se produce a través de los textos. Esto reduce la esfera de la interpretación a la
escritura y literatura. Sin embargo, es la escritura la que otorga recursos originales al
discurso, primero como frase, luego como serie de frases organizadas que conforman un
relato, un poema, un ensayo.
Para Ricoeur gracias a la escritura el discurso obtiene una triple autonomía
semántica: respecto de la intención del autor, de las expectativas y posibilidades de
abordarlo del lector y de las circunstancias de su producción, económicas, sociales y
culturales. La tarea de la hermenéutica será explorar la interpretación de este devenir-texto,
diferente del discurso directo cara a cara.
Ricoeur se opone a reducir la interpretación a las intenciones del autor, las
capacidades del receptor o las estructuras del texto. Plantea el triple juego de las partes
como un todo y propone como tarea de la hermenéutica la búsqueda de la dinámica de
estructuración del texto junto con la capacidad de proyección de la obra. “Comprenderse es
comprenderse ante el texto y recibir de él las condiciones de un sí mismo distinto al yo que
se pone a leer. Ninguna de las dos subjetividades, ni la del autor ni la del lector, tiene, pues,
prioridad en el sentido de una presencia originaria de uno ante sí mismo. Una vez liberada
de la primacía de la subjetividad, ¿cuál puede ser la primera tarea de la hermenéutica? A mi
juicio, buscar en el propio texto, por una parte, la dinámica interna que preside la
estructuración de la obra; por otra, la capacidad de la obra para proyectarse fuera de sí
misma y dar lugar a un mundo, que sería ciertamente la cosa del texto. Dinámica interna y
proyección externa constituyen lo que llamo la labor del texto. La tarea de la hermenéutica
consiste en reconstruir esta doble labor del texto.” (Ricouer, Anàlisi 2000, p. 205)
En este momento del ensayo Ricouer postula su definición sobre interpretación.
Para ello rechaza la visión irracional de la comprensión inmediata, la ve como una ilusión
romántica del vínculo entre dos subjetividades, la del autor y la del lector. Asimismo
rechaza la visión racional de la explicación, en la que se hace un análisis estructural de los
sistemas de signos característicos de la lengua y no del discurso. A estas dos posiciones
opone su dialéctica entre la comprensión y la explicación, definiendo comprensión como
“la capacidad de continuar en uno mismo la labor de estructuración del texto” y
explicación como una operación de segundo grado que está inserta en la comprensión y
consiste en “la actualización de los códigos subyacentes a esta labor de estructuración que
el lector acompaña”. (cursiva: Ricouer, Anàlisi 2000, p. 206)
“Este combate en dos frentes, contra una reducción de la comprensión a la intropatía
y una reducción de la explicación a una combinatoria abstracta, me lleva a definir la
interpretación mediante esta misma dialéctica de la comprensión y la explicación en el
plano del sentido inmanente al texto.” (Ricouer, Anàlisi 2000, p. 206)
Partiendo de estos postulados de Ricouer, teniendo en claro cuál es su postura frente
a la interpretación, podremos seguir con su hipótesis de que la ficción y la Historia
comparten su carácter narrativo.
LA FUNCIÓN DE LA NARRATIVIDAD
El acto de narrar, señala, articula y aclara la experiencia humana. Este acto tiene
infinidad de formas, pero todas tienen un rasgo común que es la temporalidad. “Todo lo
que se cuenta sucede en el tiempo, arraiga en el mismo, se desarrolla temporalmente; y lo
que se desarrolla en el tiempo puede narrarse.” (Ricouer, Anàlisi 2000, p. 190) Esta
hipótesis de Ricouer es la que le permite abordar el problema entre Historia y ficción,
basándose en la cualidad temporal de la experiencia como referente común a ambos.
En la narratividad entra en juego la selección, la organización del lenguaje. Para
encontrar un patrón de medida en el uso del lenguaje que satisfaga la necesidad de
delimitación, ordenación y explicitación de la experiencia, Ricouer tomará el texto. Es
decir, unidades de discurso más largas que la frase. El texto constituye la unidad lingüística
más apropiada para mediar entre la vivencia temporal y el acto narrativo.
En este punto del ensayo, el autor se basa en el análisis de la poética siguiendo a
Aristóteles para llegar a relacionar la Historiografía con la ficción. Este análisis consistirá
en las leyes de la composición que darán lugar a un texto. Para Aristóteles, la característica
más importante del acto de hacer-relato es la composición verbal, el mythos, que ha sido
traducido como fábula o trama. Este mythos es la composición verbal de los hechos, y pasa
a ser una historia completa al tener un principio, un medio y un fin. “Con esto queremos
decir que ninguna acción es un principio más que en una historia que ella misma inaugura;
que ninguna acción es tampoco un medio más que si provoca en la historia narrada un
cambio de suerte, un nudo a deshacer, una peripecia sorprendente, una sucesión de
incidentes lamentables u horrorosos; por último, ninguna acción, considerada en sí misma,
es un fin, sino en la medida en que, en la historia narrada, concluye el curso de una acción,
deshace un nudo, compensa la peripecia mediante el reconocimiento, sella el destino del
héroe mediante un último acontecimiento que aclara toda la acción y produce en el oyente,
la kátharsis de la compasión y el terror.” (Ricouer, Anàlisi 2000, p. 191) El mythos es la
operación de elaboración de la trama. Esta elaboración consta de la selección y disposición
de los acontecimientos y acciones. Esta noción de elaboración de la trama, es lo que
Ricouer ve como hilo conductor de la investigación, tanto para la Historiografía, a la que
también llama la historia de los historiadores, como para la ficción.
El rasgo de la noción de trama es su inteligibilidad. La trama es la mediadora entre
el acontecimiento y la historia contada. Es “la unidad inteligible que compone las
circunstancias, los fines y los medios, las iniciativas y las consecuencias no queridas” (...)
“De este carácter inteligible de la trama se deduce que la capacidad para seguir una historia
constituye una forma muy elaborada de comprensión.” (Ricouer, Anàlisi 2000, p. 192) La
trama da cuenta de los cambios que se producen de una situación inicial a otra terminal. En
este punto de la capacidad de seguir una historia, Ricouer plantea que la explicación
histórica se inserta en la comprensión narrativa. Esto destruye la idea de que el discurso
histórico se limita a ser una forma de explicación de los hechos.
En otro texto (Para una teoría del discurso narrativo, aparecido en su libro Historia
y Narratividad), el autor plantea el doble sentido de la palabra historia en diferentes
lenguas. En español, como en alemán, la palabra historia hace alusión tanto al devenir de
los acontecimientos en el tiempo, como a lo que se cuenta de ellos, ya sea en el plano de lo
real como de la ficción.
En cuanto al relato de ficción, algunos críticos literarios plantean que la búsqueda de
innovación en la novela contemporánea destruye la noción de trama, los paradigmas de
producción recibidos de la tradición y heredados de la novela del siglo XIX. Ricoeur
cuestiona esta postura, argumentando que la misma desconoce la relación entre paradigma
y obra singular. Para él, lo que se produce es una alternancia entre innovación y
sedimentación de la tradición narrativa, lo que no significa una ausencia de paradigma. De
hecho para poder innovar y romper las expectativas del lector, el autor se basará
necesariamente en la tradición de la práctica narrativa, aunque sea para transgredirla. Por lo
tanto cualquier innovación, será parte de lo que Ricouer llama imaginación reglada.
Con respecto al problema de la función narrativa en la ficción y en la historia, el
filósofo no plantea que no existan diferencias entre los componentes referenciales de una y
de otra. Indudablemente, si tomamos el relato de la historia como el de acontecimientos
verificables (a través de pruebas como documentos, monumentos, archivos, etc.), y el de
ficción como algo que no ha ocurrido, que es producto de la imaginación del autor, existirá
una diferencia notable entre los componentes referenciales de uno y de otro. Pero la ficción
necesariamente hace referencia a algo que pertenece al mundo de la experiencia del autor y
al acervo histórico de una cultura, por lo tanto no carece de referente. Es justamente en la
capacidad de la ficción para configurar la experiencia temporal donde reside la función
referencial de la trama. Y esta función referencial es compartida con la historia. Todos los
sistemas simbólicos contribuyen a configurar la realidad. El discurso histórico sólo puede
abordar la realidad de manera indirecta. Esta característica es lo que le da su afinidad con la
ficción.
“El mundo de la ficción es un laboratorio de formas en el que ensayamos
configuraciones posibles de la acción para comprobar su coherencia y su verosimilitud.
Esta experimentación con los paradigmas depende de lo que antes llamábamos imaginación
creadora.” (Ricouer, Anàlisi 2000, p. 194)
En su poética, Aristóteles plantea la cuestión de la mimesis, en la producción de la
obra. Este concepto de mimesis siempre se ha traducido como imitación de la realidad.
Ricoeur opina que aquí hay un problema de interpretación de la noción introducida por el
filósofo griego. Él considera que Aristóteles hablaba de una imitación creativa y no de una
imitación como copia fiel de un original. Esta imitación creativa, este acto configurativo de
una nueva realidad es lo que comparten todos los relatos, ya sean históricos o de ficción.
Hace alusión a Collingwood que habría dicho que la reconstrucción del pasado es
una obra de la imaginación. La historia combina la coherencia narrativa con la prueba de la
documentación, es por esto que Ricoeur considera a la Historia como una interpretación.
Por último el pensador plantea su hipótesis sobre el paralelismo que existe entre la
metáfora y el relato. Si bien la metáfora se plantea como “tropos”, figura del discurso, y el
relato como “género literario”, o discurso completo, terminado, ambos comparten dos
características que los harán comparables: el sentido y la referencia extralingüística.
En el plano del sentido, lo que caracteriza a ambos es la innovación semántica, la
creatividad. En ambos lo inédito surge en el plano del lenguaje. La metáfora viva, para
Ricouer, es aquella que aporta una nueva pertenencia en la predicación. De la misma forma,
el relato aporta una nueva configuración, una nueva congruencia en la elaboración de la
trama. Ambos están unidos por su carácter configurativo e inteligible.
Para él, la metáfora es un poema en miniatura. Podríamos decir, entonces, que el
relato es una metáfora extendida. Podemos resumir dos aspectos fundamentales con
respecto a este paralelismo: la innovación semántica y el carácter inteligible.
En este punto el pensador vuelve a insistir en la relación entre la comprensión y la
explicación, en la que la explicación ocupa un lugar de segundo orden dentro de la
comprensión narrativa. Esto servirá tanto para la Historia como para el dominio de lo
poético.
Para finalizar y dar fuerza al planteo inicial de que la ficción y la Historia
comparten su carácter narrativo, Ricoeur suprimirá la diferencia entre realidad y realidad
empírica, entre experiencia y experiencia empírica. Para ello reconsidera el concepto
tradicional de verdad. Deja de limitarlo a la coherencia lógica y la verificación empírica,
con lo que puede unir la Historia a la ficción al negar la pretensión de verdad absoluta de
una y la de imaginación pura de la otra. Ambas serán diferentes configuraciones del mundo
que habitamos.
CONCLUSIÓN
Si uno se acerca al estudio de la Historia, por cualquier camino que escoja, es
inevitable no plantearse una serie de interrogantes con respecto a conceptos como la
pretensión de verdad de hechos históricos, la objetividad en el relato de los mismos por
parte de la Historia, el cruce con la ficción, etc.
La lectura de Paul Ricoeur, Hayden White y Ana María Amar Sánchez, abre una
gama de inquietudes en el lector, por lo que me pareció importante abordarlas y ahondar
también en el concepto de la interpretación.
Este ensayo de Ricoeur abarca y da respuesta a estas inquietudes porque plantea dos
ideas claras con respecto a la interpretación y a la Historia.
En este artículo he tratado de resumir y dejar en claro los dos aspectos
fundamentales que se desprenden de este ensayo que son el carácter interpretativo de la
Historia y su relación directa con la narrativa.
La Historiografía no puede moverse sino dentro del ámbito de la interpretación,
nunca será una ciencia objetiva que refleje la realidad, sino una configuración de la misma,
con lo que comparte rasgos de su discurso con la ficción.
Universidad de Playa Ancha
Valparaíso, Chile
ANEXO
Se incluye este anexo que tiene relación directa con el tema. Es un extracto
de un periódico semanal chileno en el que se exponen las circunstancias de creación de un
nuevo libro del Premio Nacional de Historia 2006 de este país y que apoya lo planteado en
este artículo.
GABRIEL SALAZAR PUBLICA “SER NIÑO HUACHO EN LA HISTORIA DE
CHILE”
“ME CRIÉ RODEADO DE HUACHOS”
El Premio Nacional de Historia 2006 vivió en una población cerca de cabros chicos
que dormían al borde del Mapocho. En su nuevo libro reclama la ausencia del tema
en la memoria nacional, y habla de la hipocresía, el abandono y desmitifica al famoso
huacho Riquelme. Un relato en primera persona donde dice “teníamos que
apandillarnos, o morir”.
Por Javier García
Hace más de una década, y como un hombre buceando en el pasado, Gabriel Salazar se
sumergió en el Archivo Nacional para ahondar en temas de Estado, de empresarios del
siglo XIX, y así realizar un retrato que será parte de su próximo libro. Y, como guijarros
dispersos en la oscuridad, el premio Nacional de Historia hallaba anotaciones a pie de
página, en los bordes de hojas amarillas y arrugadas, donde se hablaba de niños sin nada
como islas sin patria. “Estaba investigando otros temas, y me di cuenta que por todas partes
hay pequeños datos, que van mostrando la situación de los niños, porque en los libros de
historia nunca se ha escrito sobre ellos”, explica.
Salazar fue más allá, e incluso en el libro “Ser niño huacho en la historia de Chile (siglo
XIX)”, publicado esta semana por Lom Ediciones, escribe como si él fuese el niño huacho.
“Es su discurso histórico, pero usando toda cantidad de documentos que indirectamente me
hablaban de ellos; por eso el libro son siete cuadros, donde cada artículo tiene un ritmo y un
color distinto”, afirma Salazar, quien vivió su infancia en una población de Recoleta, y
agrega: “Me crié rodeado de huachos”. (…)
Tomado de: La Nación Domingo, Semana del 14 al 20 de enero de 2007 (Chile)
TEXTO ANALIZADO:
*Ricoeur, Paul, Narratividad, fenomenología y hermenéutica
Este texto apareció por primera vez en castellano, con idéntico título, como capítulo final
de una obra colectiva en homenaje a Paul Ricoeur: Gabriel ARANZUEQUE (ed.) (1997),
Horizontes del relato. Lecturas y conversaciones con Paul Ricoeur,Madrid: Universidad
Autónoma de Madrid, Cuaderno Gris, trad. de G. Aranzueque. Anàlisi. Quaderns de
comunicació i cultura agradece al editor y traductor su buena disposición ante nuestra
propuesta de republicación del artículo. Anàlisi 25, 2000 189-207 Narratividad,
fenomenología y hermenéutica*Paul Ricœur
BIBLIOGRAFÍA
AMAR SÁNCHEZ, Ana María, El relato de los hechos, Buenos Aires, Beatriz Viterbo
Editora, 1992
HYDEN, White, “La poética de la historia” y “El texto histórico como artefacto literario”
en La escritura de la historia, Buenos Aires, Paidós, 1973
RICOEUR, Paul, “Para una teoría del discurso narrativo” en Historia y narratividad,
Buenos Aires, Paidós, 1999
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