HISTORIA DE CANARIAS Periodo prehispánico Las Islas Canarias estaban habitadas antes de la conquista europea por distintas poblaciones bereberes que popularmente se han venido conociendo como guanche|guanches (término que, si bien hacía referencia exclusivamente a los antiguos habitantes de la Isla de Tenerife, se ha extendido para denominar a los antiguos habitantes de todo el archipiélago). Los antiguos habitantes de Canarias eran un pueblo entroncado con los antiguos Bereber (Pueblo)|bereberes del norte de África. Hasta mediados del siglo XX, algunos investigadores defendieron una teoría que vincula a las poblaciones bereberes con los germánicos; sin embargo, esta teoría es rechazada actualmente por historiadores y antropólogos. En cuanto al poblamiento de las islas, las teorías más aceptadas en la actualidad son aquellas que defienden que estas poblaciones fueron traídas o bien por los fenicios o bien por los romanos. Otra hipótesis indica que existieron sucesivas oleadas migratorias producidas primero por la desertización progresiva del desierto del Sáhara y después por la presión del Imperio Romano sobre el norte de África. Además, tanto el tipo humano como las raíces lingüísticas apuntan a una casi segura procedencia bereber. En todas las Canarias existen topónimos de clara ascendencia Bereber (etnia)|bereber o tamazight (Tegueste, Tinajo, Tamaraseite o Teseguite). Las principales actividades económicas de estas poblaciones eran el pastoreo, la agricultura, la recolección de frutos y bayas y el marisqueo en las costas. Conocimiento de Canarias por parte de los europeos Es difícil separar los relatos de los mitos oceánicos de la antigüedad y las referencias directas a las Islas. En la Antigüedad Clásica el Atlántico era el límite del mundo conocido y los relatos míticos sobre los Campos Elíseos o el Jardín de las Hespérides se mezclan con los conocimientos geográficos de la época. Las citas más antiguas son dudosas y probablemente hacían referencia a distintos puntos del Mediterráneo occidental y de la costa atlántica norteafricana. Las islas Canarias aparecen ya citadas en textos romanos (Plinio el Viejo), si bien posiblemente ya fueran visitadas por los fenicios en busca del garum (alimento afrodisiaco) y tintes rojos vegetales como la orchilla (aunque algunos historiadores rechazan esta teoría). Posiblemente, las islas fueron descubiertas por primera vez por el explorador cartaginés Hannon el navegante en su “Periplus”, el primer viaje de circunvalación africano, en el año 570 a.c. El primer documento escrito con una referencia directa a Canarias se debe a Plinio el Viejo, que cita el viaje del Rey Juba II de Mauritania a las islas en el 40 a.C, y se refiere a ellas por primera vez como Islas Afortunadas (''Fortunatae Insulae''). En este documento también aparece por primera vez el término ''Canaria'' utilizado probablemente para hacer referencia a la isla de Gran Canaria. De acuerdo con Plinio, este nombre le fue dado a la isla en memoria de dos grandes mastín|mastines que los enviados de Juba capturaron allí y llevaron posteriormente a ''Mauritania'' (el actual Marruecos), y que aparecen representados a ambos lados del actual escudo de Canarias. Esta historia, no obstante, tiene algunos visos de no ser exacta, entre otras cosas porque se sabe que a la llegada de los Corona de Castilla|castellanos y otros navegantes europeos posteriores, las razas de perro nativas del archipiélago eran de pequeño tamaño, al igual que las cabras de los guanches. Por otro lado, parece poco probable que el origen etimológico de ''Canarias'' esté en el latín ''canis'', por lo que actualmente algunas teorías lo relacionan más con el etnónimo (grupo étnico) norteafricano ''Canarii'', grupo Bereber (etnia)|bereber que se ubicaba en la zona noroccidental africana. De hecho el propio Plinio menciona en otro texto a los ''Canarii'', y si bien de nuevo vuelve a relacionar este término con los perros, probablemente se trate de una adaptación de un término bereber. El geógrafo Hispania romana|hispanorromano Pomponio Mela las situó por primera vez con exactitud en un mapa, y Plutarco fue informado por el general Sertorio de la existencia de las islas, a las que este último pensó en retirarse desde España por sus problemas políticos. Durante mil años, entre los siglos siglo IV|IV y siglo XIV|XIV, las islas parecen desaparecer de la historia. El único testimonio documental de esta época, muy dudoso, es el famoso viaje de San Borondón, cuya leyenda se extendió durante siglos por la Europa cristiana. Durante la Edad Media fueron visitadas por los árabes. En el siglo XIV se produce el redescubrimiento de las islas. Se produjeron numerosas visitas de Mallorca|mallorquines, Portugal|portugueses y Génova|genoveses. Lancelloto Malocello se instala en la isla de Lanzarote en 1312. Los mallorquines establecieron una misión en las islas con un obispado, que permaneció desde 1350 hasta 1400, y del cual proceden algunas imágenes y tallas de vírgenes que actualmente son veneradas en las islas y que anteriormente lo fueron por los guanches. Conquista y colonización Durante los siguientes 50 años, con el permiso papal y el apoyo de la corona castellana, se organizan varias expediciones en busca de esclavos, pieles y tintes. Juan I de Castilla participa en el lucrativo comercio de esclavos con Canarias. La carrera definitiva hacia la Conquista de las Islas Canarias|conquista comienza con la bula papal de Clemente VI en 1344. El infante Luis de la Cerda, pariente de los reyes de Castilla y Francia, recibe el señorío de las islas Afortunadas junto con el título de Príncipe de la Fortuna. Le son concedidos todos los demás derechos reales, incluida la facultad de batir moneda, y el patronato de las iglesias y monasterios que construyese, aunque las disputas entre las coronas castellana y lusa impiden que llegue a tomar posesión. En 1402 se inicia la conquista de las islas con la expedición a Lanzarote de los Normando|normandos Jean de Bethencourth y Gadifer de la Salle, sujetos al vasallaje de la Corona de Castilla y con el apoyo de la Santa sede. La conquista normanda aparece en la crónica Le Canarien. Debido a la orografía, la falta de interés comercial y la resistencia que opusieron los nativos, la conquista no finalizó hasta 1496 cuando Tenerife es conquistada y las islas Canarias quedan incorporadas a la Corona de Castilla. La conquista de las Canarias, que llevó casi cien años (distinguiéndose dos etapas, una de señorío y otra de realengo), es el precedente de la conquista del nuevo mundo, basada en la casi erradicación de la cultura local, una rápida asimilación al cristianismo y en el mestizaje genético de colonizadores y nativos. Hasta 1498 no se promulgó la prohibición papal de comerciar con esclavos en Canarias. Entre 1448 y 1459 se produjo una crisis entre Castilla y Portugal por el control de las islas, cuando Maciot de Bethencourth vendió el señorío de la isla de Lanzarote al príncipe portugués Enrique el Navegante, lo cual no fue aceptado por los nativos y castellanos residentes en la isla que iniciaron una revuelta que expulsó a los portugueses. Una vez concluida la conquista de las islas y pasando a depender éstas de la corona de Castilla, se impone un nuevo modelo económico basado en el monocultivo (en un primer momento la caña de azúcar, y posteriormente el vino, teniendo una gran importancia el comercio con Inglaterra). En esta época se constituirán las primeras instituciones y órganos de gobierno (cabildos y concejos). En Canarias se va a imponer también un régimen fiscal especial distinto al castellano que favorecerá el comercio con el exterior. Canarias también será la única excepción al monopolio de la Casa de la Contratación, pudiéndose comerciar directamente con América desde las islas, si bien con limitaciones. A partir del siglo XVI la economía canaria estará más ligada a Inglaterra y al Norte de Europa que a la Península Ibérica, situación que se mantendrá hasta la Guerra Civil Española en 1936.