LA CONVERSIÓN DEL GENTIO EN BRASIL: EL CRISTIANO COMO OBSTÁCULO (1549-1600) Roberto Valdés Puentes* Fernando Krob Meneghetti** La Compañía de Jesús fue un auxiliar importante en el proceso de conquista y colonización portuguesa en Brasil. Su principal misión fue convertir al Gentío a la cultura y religión portuguesa. A la hora de acometerla tuvieron que enfrentar más de un problema. Según testimonian los jesuitas en sus documentos, la actitud de los cristianos fue uno de ellos, pues cuando debieron ser unos firmes aliados en la conversión de los naturales, como agentes del proceso de colonización que eran, se convirtieron en uno de sus principales obstáculos por su mala conducta y por su codicia e interés material. La presente comunicación se coloca de bruces sobre las Cartas Jesuíticas con el ánimo de levantar, sistematizar y ordenar las reiteradas e incisivas acusaciones que se refieren a la conducta moral y religiosa que conservan los cristianos en Brasil y a la manera en que dificultan el proceso de conversión del Indio como consecuencia de su mal ejemplo. El trabajo busca, también, descubrir la estrategia que en las propias cartas se propone para la reconversión de los portugueses, a fin de insertarlos en el nuevo proyecto social que se construye. Fundada por el español Ignacio de Loyola en 1539 y establecida en Portugal por Francisco Xavier y Simão Rodrigues en 1540, la Compañía de Jesús fue, por su natural carácter misionero y por su afinidad religiosa, cultural, política e ideológica con el Estado,1 un auxiliar importante en el proceso de colonización portuguesa en las regiones *Graduado em Educação. Máster em Ciências Pedagógicas pela Universidade Pedagógica Félix Varela de Santa Clara, Cuba. Integrante o PPGE - UNIMEP - Doutorando em Educação. Membro do Grupo de Pesquisa: Educação, Cultura e Historia em Brasil: 1549-1759. **Graduado em História pela Universidade Metodista de Piracicaba - UNIMEP. Integrante o PPGE - UNIMEP Mestrando em Educação. Membro do Grupo de Pesquisa: Educação, Cultura e Historia em Brasil: 1549-1759. 1 PAIVA, J. M., percibe, por los menos, tres características de la Compañía de Jesús que la hacen afines a la Corte portuguesa: el principio de la jerarquía, su modernismo limitado y su racionalidad. La visión jerárquica implica, según el autor, la centralización de poder, la manutención del orden establecido y la invariancia de los valores, del pensamiento, de las normas y de las instituciones. La modernidad limitada, habla de la importancia de los estudios como camino para el acompañamiento de la evolución social, pero niega el pretendido ideal de autonomía del hombre. La racionalidad jesuítica, depurada por el rigor de la forma, se ajusta a las exigencias del gran comercio, calculista, contable e impersonal. In: Educação jesuítica e cultura brasileira: 1549-1600. Comunicación presentada en el Encontro de Pesquisadores de Educação e Formação da Cultura Brasileira: 1549-1759, realizado en la universidad Metodista de Piracicaba - UNIMEP- en los días 21 a 24 de mayo del 2001., p. 1-2 . de Oriente, África Occidental y Brasil, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XVI. Específicamente en Brasil, a donde en marzo de 1549 llegó la primera misión jesuítica compuesta por seis miembros y encabezada por el Padre Manuel de Nóbrega, la Compañía desenvolvió un intenso trabajo de servicio a la Corona y a Roma que se extendió por espacio de dos siglos,2 en las dos direcciones fundamentales que el propio Nóbrega definiera diez años después en carta a Tomé de Sousa, primer Gobernador General de Brasil, de 5 de julio de 1559: a) reformar a los cristianos portugueses3 en las buenas costumbres, “de manera que fuese buena semilla transplantada en estar partes, que diese olor de buen ejemplo”; y b) convertir al Gentío a la cultura y religión portuguesa, predicando entre ellos la “palabra de Dios” y mostrando el camino del bien y de la salvación. Citamos un fragmento de la carta en cuestión donde esta idea aparece de manifiesto: Des que nesta terra estou que vim com Vossa Mercê, dous desejos me atormentaram sempre: um, de ver os Christãos d’estas partes reformados em bons costumes e que fossem boa semente transplantada nestas partes, que désse cheiro de bom exemplo; e outro, ver disposição no gentio para se lhe poder prégar a palavra de Deus, pois, Christo Nosso Senhor por elles tambem padeceu, porque para isso fui com meus Irmãos mandados a esta terra, e este foi a intenção do nosso Rei...4 La intención del rey de Portugal de convertir a lo indígenas brasilienses a la fe católica por la catequesis y por la instrucción, a que el Padre Nóbrega hace mención al final del trecho de la carta que acabamos de citar, había quedado ya explícitamente plasmada en febrero de 1549, en los Regimentos que D. João III redactara en ocasión del 2 En una carta a Simão Rodrigues, datada de 9 de agosto de 1549, Nóbrega le hace la siguiente declaración en relación con el trabajo de la Compañía en Brasil: “Esta terra é nossa empresa”. NÓBREGA, M da. Cartas do Brasil. . Belo Horizonte: Itatiaia; São Paulo: Editora da Universidade de São Paulo, 1988, p. 82. Por su parte, el historiador Calmon, llegó a señalar que “la cultura en Brasil y sobre el Brasil se hizo en el siglo XVI bajo los auspicios de la Compañía de Jesús”. In: História do Brasil. 2ed. Rio de Janeiro: José Olympio Editora, 1963, v.2, p. 365. 3 Aunque en el texto el término es utilizado para referirse principalmente a los portugueses, dentro del mismo pueden ser considerado también aquellos que sin serlo vinieron formando parte de las escuadras portuguesas y contribuyeron con su presencia en el proceso de colonización y poblamiento del territorio brasileño. Nos referimos a los italianos, españoles, alemanes, etc. que desde 1530 y a lo largo de todo el siglo XVI se establecieron en las costas de Brasil. 4 NÓBREGA, M da. Op.cit, p. 193. nombramiento de Tomé de Sousa para el cargo de Gobernador General de la colonia portuguesa en América. En el documento, el monarca peninsular identificando Fe e Imperio con el título “servicio de Dios y mío”, afirma: “Porque a principal causa que me moveo a mandar povoar as ditas terras do Brasil foi para que a jemte dela se convertesse à nosa santa fee catolica...”5 Se trataba de crear en Brasil, por orden del rey, un Estado cristiano como el portugués que tuviera en la religión su expresión cultural mayor. Es decir, una sociedad regida por la visión del “Orbis Christianus”, teocrática, organizada por el principio de la relación jerarquizada, teniendo a Dios como la referencia central y absoluta. Así, según PAIVA, la sociedad sólo tenía su sentido en esta comprensión y la organización de las relaciones sociales vigente en la época, aunque pudiera ser otra, tenía como marca principal la sacralidad: todo era forma de realizar la voluntad de Dios; todo estaba volteado para lo sagrado. La diversidad de funciones sociales contenía, implícita, la convergencia de todos para la realización del mismo plan.6 Volvamos a la carta de Nóbrega a Tomé Sousa. En la misma el padre jesuita apunta también lo que él consideraba en la época como los medios adecuados e indispensables para el cumplimiento exitoso de la gran tarea de la Orden. Para reformar a los cristianos portugueses propone la venida a Brasil de un Obispo, “tal qual Vossa Mercê e eu o pintavamos cá”;7 y para convertir a los naturales de la tierra: “vêr o gentio sujeito e mettido no jugo da obediencia dos Christãos, para se nelles poder imprimir tudo quanto quizessemos, porque é elle de qualidade que domado se escrevera em seus entendimentos e vontades muito bem a fé de Christo, como se fez no Perú e Antilha, que parece Gentio de uma mesma condição que este (...) e, si o deixam em sua liberdade e vontade, como è gente bruta, não se faz nada com elles, ...”8 5 HOLANDA, S. B. História geral da civilização brasileira. v. 1. A época colonial. Do descobrimento à expansão territorial. São Paulo: DIFEL/Difusão Editorial S.A. 1972, p. 138. 6 PAIVA, J. M. Op. cit., p. 2 7 En una carta de Nóbrega a Simão Rodrigues de agosto de 1549 ya decía al respecto: “E’ muito necesario cá um Bispo para consagrar oleos para os baptisados e doentes e tambem para confirmar os Christãos que se baptisam, ou ao menos um Vigario Geral para castigar e emendar grandes males, que assim no ecclesiastico como no secular se commettem nesta costa...”. NÓBREGA, M. Op. cit., p. 81. La solicitud de Nóbrega fue consumada en 1552 con la llegada a la ciudad de Bahia de D. Pedro Fernandes, en el cargo de primer obispo de Brasil. ANCHIETA, J. Op. cit., p. 317. 8 NÓBREGA, M da. Op. cit., p. 193. Ambas tareas exigieron de los primeros misioneros jesuitas un esfuerzo que hoy puede considerarse sobrehumano, por la manera en que pusieron a prueba su disciplina, su vocación apostólica, su inteligencia, así como su formación intelectual y espiritual. Sus cartas y otras fuentes históricas de la época revelan los múltiples obstáculos que tuvieron que enfrentar y que influyeron de manera negativa en el curso natural del proceso, unas veces retardándolo y la mayoría de ellas poniendo en riesgo su cumplimiento, entre otros: la lengua, las diferencias interculturales; la incapacidad de los portugueses para percibirlas; la permanente escasez de Padres; la falta de recursos financieros; la escasa comunicación con Portugal; las características adversas del escenario geográfico en el que se da dicho proceso; la impotencia del indio para adaptarse al nuevo modelo social, cultural y religioso a que se veían sometidos y su renuencia explícita o tácita a la conversión; la conducta de los clérigos y legos ministros que vinieron a Brasil antes que los miembros de la a Compañía de Jesús; y, finalmente, la actitud de los propios cristianos portugueses. Hay que tener en cuenta que si bien jesuitas y cristianos portugueses habían viajado juntos a Brasil, formando parte del mismo proyecto colonizador y “tenían las mismas certezas, las mismas creencias, la misma fe, el mismo Dios”,9 poseían ideas muchas veces diametralmente opuestas con relación a cómo debía ponerse en práctica dicho proceso, específicamente en lo que tocaba a la conversión de los nativos. Este desencuentro es razonable en función de las grandes diferencias que entre unos y otros había desde el punto de vista cultural, intelectual y moral, pero sobre todo, desde el punto de vista de los fines e intereses que los habían movido a venir a América. Mientras lo primeros constituían la vanguardia de la reforma dentro de la Iglesia Católica en Europa y habían atravesado el Atlántico arrastrados por un poderoso espíritu misionero y apostólico y con la sagrada misión de darle status religioso a todas las actividades humanas en la colonia, legitimando el nuevo orden social; distinguiendo señores, pueblo y esclavos; justificando las instituciones que nacían, los valores y las leyes que eran impuestas; en fin, justificando todo el universo en que se movía la nueva 9 PAIVA, J.M. Raízes da educação Brasileira, p. 13-14 sociedad.10 Los segundos, componían el grueso de las grandes oleadas de hombres de todo tipo, en muchos casos degredados,11 que viajaron al otro extremo del océano obligados o movidos por un no menos poderoso espíritu de aventura, de lucro, de progreso económico y también financiero.12 Cada cual por su parte creía tener consigo toda la verdad y para hacer que ella prevaleciera estaba dispuesto a cobrar cualquier precio. Sobre los primeros portugueses que poblaron a Brasil JOHNSON e SILVA apuntan: Arranjar colonos não era fácil; a população de Portugal na década de 1530 não ultrapassava o milhão e meio no máximo, espalhados por mais de 89 000 Km2 de terriotório (uns 16 - 17 h/Km2). Com poucos incentivos para imigrar, muitos colonos tiveram antes de ser procurados entre os degredados ou exilados, que podiam ser qualquer pessõa, desde um dissidente político até um criminoso de delito comum. Com poucas exceções eram, no todo, indesejáveis, e muitos capitães, queixavam-se deles, por vezes amargamente. Duarte Coelho chamava-lhes “este veneno” e tentou em vez disso, com considerável sucesso, atrair camponeses vigorosos da sua região, o Minho.13 Tal vez esto ayude a entender mejor los choques frecuentes, muchas veces violentos, que a lo largo del siglo XVI se dieron entre jesuitas y colonos, por qué los cristianos portugueses se convirtieron, más que en un simple obstáculo en el camino de los jesuitas, en el más importante de sus problemas y también por qué los documentos jesuíticos del siglo XVI pasaron a ser en la colonia el principal vehículo de ataque y de 10 PAIVA, J.M. Op. cit., p. 2-3 El término degredado fue empleado en los siglos XV, XVI y XVII para referirse a personas condenadas a la deportación para Asia, Africa o Brasil por haber cometido actos considerados atentatorios al orden civil o religioso. El degredo para Brasil era una de las penalidades más serias para la época y podía ser temporario (por cinco, diez o más años) o perpetuo, conforme la gravedad del delito. Se castigaba con degredo temporario varios delitos hoy en día insignificante: herir en pelea; tentativa de alcovitar; llevar recado de desafío; sobornar testimonio, deudas; sacar espada o puñal en procesión o iglesia, aunque sin herir a quien quiera que sea; adulterio, en los casamientos reconocidos por la iglesia, etc. Con degredo perpetuo se condenaban crimenes tales como: adivinación; hechicería; adulterio com mujer que luego fuera perdonada por el marido; hombres que consienten el adulterio de la mujer; resistir con armas a los oficiales de la justicia; etc. Cuatrocientos de ellos llegaron a Brasil componiendo la flota de Tomé de sousa en marzo de 1549. Consultar QUADRAS, T; ARINOS, A. História do povo brasileiro. V.1, pp. 256-262; PRADO, Le de Almeida. Primeiros povoadores do Brasil 1500-1530, pp. 64-65, JOHNSON. H.; SILVA, M. B.N. O Império Luso-Brasileira 1500-1620. V.5. 12 Con todo, no negamos el significado que tuvieron los portugueses durante la colonización en Brasil. No sólo los jesuitas constituyeron un instrumento importante de civilización en el nuevo continente. Ambos, jesuitas y portugueses, situados en posiciones extremas, eran el sustento y equilibro de la empresa colonizadora. J. Cortesão apuntaba que el colono, sin las altas virtudes que nortearon entonces a los jesuitas, ejerció con bravura una misión preliminar y no menos necesaria en la obra de colonización. Ver, CORTESÃO, J. Op. Cit., p. 371 13 JOHNSON. H.; SILVA, M. B. N. Op. Cit, p. 228 11 censura a la conducta moral y religiosa de los mismos. A veces parece como si se tratara de una obsesión, de una patología. Parece como si los jesuitas estuvieran poseídos de un odio enfermizo y visceral hacia los portugueses. Algunos historiadores, como es el caso de CORTESÃO, ya llegaron afirmar que estas críticas y enfrentamientos estuvieron siempre motivadas por intereses únicamente materiales y económicos.14 Otros, creen ver en esta actitud de los jesuitas fines propios, no siempre compatibles con los de la Corona.15 Pero no es al respecto de este último aspecto que la presente comunicación pretende dialogar. No nos interesa aquí descubrir los fines que motivaron estas críticas, ni para quienes trabajaba la Compañía si es que no lo hacía para la Corona, ni lo que hacía diferentes a jesuitas y portugueses cristianos, ni a la manera en que ambos concebían que debía ponerse en práctica el proceso evangelizador en tierras brasilienses, ni tratar de entender las razones que motivaron las acusaciones de los misioneros a sus compatriotas y viceversa, y mucho menos juzgar como cierta o errada la conducta de unos y/o de los otros. Nos importa sí: a) Demostrar por medio de las fuentes que para los jesuitas los portugueses cristianos estaban siendo desleales a los propósitos de la Corona portuguesa porque en vez de colaborar con la obra evangelizadora en la colonia americana, constituían el mayor impedimento para la conversión de los brasileños y responsables por muchos de los tropiezos que la Orden tenía que enfrentar; b) Describir, de manera ordenada y sistemática, los múltiples argumentos que usaron los misioneros para darle legitimidad a las reiteradas e incisivas acusaciones que a lo largo de los primeros cincuenta años de la colonización portuguesa en Brasil se toman el trabajo de ir colocando referentes a la conducta “Es lícito suponer que los movió en la apasionada lucha contra los colonos esclavistas la simple competencias de los intereses materiales”. CORTESÃO, J. História da Expansão Portuguesa. Obras Completas. v.4.. Lisboa: Imprensa Nacional, Casa da moeda, 1993, p. 374. 15 WEHLING, A; WEHLING, M.C. M. Formação do Brasil colonial. 2.ed. Rio de Janeiro: Nova Fronteira, 1999. En esta obra ambos autores dicen: “Na defesa de suas posições, aliás, os jesuítas se chocaram freqüentemente com os colonizadores já a partir do século XVI, principalmente quando estes utilizavam artifícios para escravizar os indígenas. É errôneo apresentá-los, portanto, como mero braço religioso do Estado ou acobertadores de interesses privados. Tinham os seus próprios fins, nem sempre compatíveis com os demais”, p. 83. 14 moral y religiosa que observan los cristianos portugueses aquí radicados y a la manera en que esa conducta dificulta el proceso de conversión del indio; c) Descubrir la estrategia que en las propias cartas jesuíticas es propuesta para la reconversión de los portugueses, a fin de insertarlos en el nuevo proyecto social que se construye. Las categorías “lectura” y “discurso”, propias de la Historia cultural, nos ayudarán en la interpretación de los documentos Jesuíticos a la procura de un significado: aquello que los jesuitas pensaban respecto de los portugueses cristianos, cómo pensaban sobre ellos; cómo fueron construyendo, pensando y dando a leer esa parte de la realidad social que los relacionaba con los portugueses cristianos. Dentro de las fuentes históricos jesuíticas de la época, escogimos por su riqueza las Cartas Jesuíticas (Itatiaia; Universidade de São Paulo: 1988) en tres volúmenes: Cartas do Brasil. Manoel de Nóbrega; Cartas Avulsas. Azpilcueta Navarro e outros; Cartas. Informações, fragmentos históricos e sermões. José de Anchieta. a) Los portugueses como mayor impedimento en la conversión de los “brasis”. La primera cuestión fácilmente perceptible en los portugueses cristianos que vinieron a Brasil, fue la mudanza que sufrieron aquí sus hábitos sociales. Después de transportados a un mundo tan diverso de aquel que habían abandonado y frecuentemente interrumpidas por años las comunicaciones con la Metrópoli, los portugueses se vieron forzados a modificar, no sólo su régimen de trabajo y de alimentación, sino también muchos de sus hábitos morales y sociales. Junto con la adopción de prácticas laborales, objetos domésticos, sistemas de construcción, procesos de granjería, caza y pesca indígenas, abandonaron la mayoría de sus prácticas religiosas antiguas e incorporaron prácticas morales totalmente nuevas y otras propias de los hombres de la tierra, tales como el abuso laboral y sexual de los indios, el amancebamiento, la poligamia, que luego degeneró en concubinato, algunas manifestaciones antropófagas y “de forma general, una soltura y exacerbación de los instintos más brutos y feroces”, una especie de regresión de la cultura.16 Esta mudanza que se opera en la estructura mental de los portugueses, altera todo su aparato comportamental en razón de la manera en que las circunstancias los pone a vivir. No tenía como ser de otro modo. Esa es la paradoja que vive Portugal en la colonia. La gente no tiene como no mudar y para la Corona es preciso que no mude si de reproducir en la colonia el sistema social de la metrópoli se trata. Aquí es donde entra a jugar un rol importante la Compañía de Jesús en su doble misión: Traer a los indígenas a la cultura portuguesa y reformar a los cristianos. En las Cartas Jesuíticas se hace mención a la cuestión de los portugueses como principal impedimento para la conversión de los indígenas desde el inicio mismo de la obra y de manera reiterada, con mayor insistencia en las cartas de los Padres Manoel de Nóbrega y José de Anchieta, en sus cargos de Provinciales de la Compañía de Jesús en Brasil en momentos diferentes, y también de los Padres Pedro Antonio Pires, Affonso Braz, Leonardo Nunes, Azpilcueta Navarro, y el Hermano Pero Corrêia. Las acusaciones más fuertes y mejores fundamentadas casi siempre vinieron del Padre Nóbrega. De la misma manera que fueron las suyas las que estuvieron encaminadas a la más alta jerarquía de la Corana, en Portugal y Brasil; de la Iglesia Católica y de la propia Compañía de Jesús. Tan altamente valorado era su servicio, íntimas sus relaciones con el poder e ilimitadas sus prerrogativas, que sus críticas sobre lo que estaba pasando en la colonia podían llegar a todos los niveles, en el orden que sigue: desde los gobernadores generales de Brasil, el Mestre Simão Rodrigues, Provincial de Portugal; el Infante Cardenal D. Henrique, hasta los propios Ignacio de Loyola y D. João III. Sólo cuatro meses después que ha llegado a Brasil, Nóbrega escribe desde Bahía, con fecha 9 de agosto de 1549, su segunda carta al Mestre Simão Rodrigues en la que por primera vez ofrece, de manera extensa y detallada, un glosario de los problemas que enfrenta la Compañía, especialmente, aquellos que se refieren a las relaciones de los Padres con los portugueses y a los pecados y vicios en poco tiempo adquiridos por estos últimos. Hay un momento de la carta en la que la crítica de Nóbrega llega a su extremo 16 CORTESÃO, J. Op. cit, p. 377 máximo, cuando parece acreditar que convertidos los indios estos podían ser moralmente mejores que los portugueses. Citamos: Nesta terra há um grande peccado, que é terem os homens quasi todos suas mancebas, e outras livres que pedem aos Negros por mulheres, segundo o costume da terra, que é terem muitas mulheres. E estas deixamn’as quando lhes apraz, o que é grande escandolo para a nosa Egreja que o Senhor quer fundar. Todos se me escusam que não têm mulheres com que casem... Escrevi a Vossa Reverendissima acêrca dos saltos que se fazem nesta terra, e de maravilha se acha cá escravo que não fosse tomado de salto, e é desta maneira que fazem pazes com os Negros para lhes trazerem a vender o que têm e por engano enchem os navios delles e fogem com elles; e alguns dizem que o podem fazer por os Negros terem já feito mal aos Christãos. O que posto que seja assim, foi depois de terem muitos escandalos recibidos de nós. De maravilha se achará cá na terra, onde os Christãos não fossem causa da guerra e dissenção... De maneira que os primeiros escandalos são por causa dos Christãos, e certo que, deixando os maus costumes que eram de seus avós, em muitas cousas fazem vantagem aos Christãos, porque melhor moralmente vivem, e guardam melhor a lei da natureza...17 Dos años más tarde, con fecha 14 de septiembre de 1551, Nóbrega escribe desde la villa de Olinda para el rey D. João III. En la carta repite casi íntegramente las acusaciones que antes había colocado para el Mestre Simão. El término “peccado” es utilizado más de cinco veces cuando el autor quiere referirse a la violación de las leyes y costumbres portuguesas; a la falta de comulgación y de observación de los sacramentos; a la vida fuera de las normas establecidas y dentro de las costumbres del Gentío; a la práctica sistemática del concubinato, etc. Casi al principio de la carta Nóbrega escribe al Rey lo siguiente: Nesta capitania [Pernambuco]se vivia muito seguramente nos peccados de todo genero, e tinham o peccar por lei e costume; os mais ou quasi todos não commungavam nunca e a absolviçao sacramental a recebiam perseverando em seus peccados...A ignorancia das cousas da nossa Fé Catholica é cá muita e parece-lhes novidade a pregação d’ellas. Quasi todos tém negras forras do Gentio e quando querwem se vão para os seus. Fazem-se grandes injurias aos Sacramentos que cá se ministram. 17 NÓBREGA, M da. Op. cit., p. 79-81. O sertão está cheio de filhos de Chritãos, grandes e pequenos, machos e femeas, com viverem e se criarem nos costumes do Gentio. Havia grandes odios e bandos. As cousas da Egreja mui mal regidas, e as da Justiça pelo conseguinte.18 Luego de disertar sobre otros temas de interés para la Compañía vuelve de nuevo sobre el mismo asunto: Por toda esta costa ha muitos homens casados em Portugal e vivem cá em grandes peccados com muito prejuizo de suas mulheres e filhos, e devia Vossa Alteza mandar aos Capitães que nisto tenham muito cuidado.19 No tenemos cómo afirmar que D. João III tomara alguna providencia inmediata en la colonia con relación a estas declaraciones hechas por Nóbrega. Hasta ahora no encontramos rastro de carta suya escrita al primer Gobernador General de Brasil, Tomé de Souza (1549-1553), ni al segundo Duarte de la Costa (1553-1557); y muchos menos al primer Obispo D. Pedro Fernandes (1552-1556) o al propia Nóbrega, en la que se manifieste al respecto y dicte normas para castigar a los infractores. Informado sí estaba D. João, porque su sustituto, D. Sebastião, lo estaba también en el momento que asumió el reinado en 1557 con la muerte de aquel. Si D. João III tomó alguna determinación e intervino en el asunto conforme lo exigía la realidad, no ayudó de mucho porque más de diez años después D. Sebastião, tal vez entre 1563 y 1564, se veía obligado a escribir una carta al Gobernador General Mem de Sá y otra al Obispo D. Pedro Leitão tratando del mismo problema.20 Pasado algún tiempo, con motivo de la carta del cuatrimestre de enero a abril de 1557, decide escribir de Bahía para poner al tanto también a Ignacio de Loyola sobre los problemas que le preocupan, tal vez con la intención de que éste, en su cargo de fundador General de Compañía, interviniese personalmente ante el rey de Portugal. Desde luego 18 Ib., p. 123-124. Ib. p. 125. 20 La carta de D. Sebastião a Mem de Sá decía: “Eu sou informado, que geralmente nessas partes se fazem cativeiros injustos, e correm os resgates com título de extrema necessidade, fazendo-se os vendedores pais dos que vendem, que são as cousas com que as tais vendas podiam ser licitas, conforme ao assento que se tomou. Não havendo as mais das vezes as ditas causas, antes pelo contrário intercedendo força, manhas, enganos, com que os induzem facilmente a se venderem por ser gente barbara e ignorante, e por este negócio dos resgates e cativeiros injustos ser de tanta importância, e ao que convém prover com brevidade, vos encomendo que com o bispo e o Padre Provincial da Companhia, e o Padre Inacio de Azevedo e Manuel da Nóbrega, e o ouvidor geral(...), consulteis e pratiqueis, neste caso, e o modo que se pode e deve se ter para atalhar aos resgates e cativeiros...”. ANCHIETA, J. Op. cit., p. 367-368. 19 que Loyola no leyó esta carta y muchos menos pudo intervenir ante el rey de Portugal a favor de la Compañía, como tal vez lo deseaba Nóbrega. Tanto Loyola como D. João ya habían muerto en la fecha que la carta llegó a Europa, el primero en julio de 1556 y el segundo en 1557. De nuevo, los aspectos tratados aquí se repiten: E estes Indios, que ficaram aqui junto com os Christãos, posto que lhes defenderem o comer carne humana, não lhes tiram o irem á guerra e lá matarem, e por conseguinte comerem-se uns a outros, o que bem se podera defender a estes visinhos dos Christãos, segundo estão amedrontados, mas é a pratica commum de todos os Christãos fazeremnos guerrear e matar, e induzirem-nos a isso, por dizerem que assim estarão mais seguros; o que é total estorvo de sua conversão, e por esta causa e outras, não ousaram os Padres a baptisal-os, até se nisso não prover... Nisso verá Vossa Paternidade o piadoso coração a crueldade dos Christãos d’esta terra, que, podendo defender a uns e a outros(...) todavia lhes consentem que junto ás portas da cidade venham matar aos que estão em serviço dos mesmos Chritãos, e aprendem a doutrina com desejos de se baptisarem; estas e outras semelhantes são cá as angustias dos que zelam a honra e casa de Deus.21 Casi tres décadas después, otro era el Provincial de la Compañía en Brasil pero el problema continuaba siendo el mismo. El Padre José de Anchieta, en el cargo de Nóbrega, escribía en 1584 sus Informaciones do Brasil e de suas capitanias. Específicamente en la parte dedicada a “Dos impedimentos para a conversão dos Brasis e, depois de convertidos, para o aproveitamento nas costumes e vida cristã”, reitera las afirmaciones hechas por su antecesor y acusa a los portugueses de ser el mayor impedimento para la conversión de los indígenas, después de apuntar como primera las propias costumbres inveteradas de los indios, “como o terem muitas mulheres, seus vinhos em que são muito continuos e em tirarlhos ha ordinariamente mais dificuldades que em todo o mais, por ser como seu mantimento (...)”.22 Anchieta, como Nóbrega, acreditaba necesario mantener sometidos a los indios para su conversión. Para él estaba claro que si la cristianización del Gentío no había sido todavía efectiva en Brasil en la dimensión que se esperaba que fuera se debía, 21 22 Ib., p. 157-158. Ib., p. 341. principalmente, porque los portugueses no habían estado dispuestos a colaborar debidamente en el proceso de sometimiento. En la parte de las Informaciones, que dedica a “Dos impedimentos...” dice textualmente: Todos êstes (...) costumes são mui faceis de se tirar se houver temôr e sejeição, como se viu por experiencia desde do tempo do governador Mem de Sá até agora; porque com o os obrigar a se juntar e terem igreja, bastou para receberem a doutrina dos Padres e perseverar nela até agora, e assim será sempre, durante esta sujeição... Por aqui se vê que os maiores impedimentos nascem dos portugueses, e o primeiro é não haver neles zêlo da salvação dos Indios (...), antes os têm por salvagens, e, ao que mostram, lhes pesa de ouvir dizer que sabem eles alguma cousa da lei de Deus, e trabalhan de persuadir que é assim, e com isto pouco se lhes dá aos senhores que têm escravos, que não ouçam missa, nem se confessem, e estêjam amancebados. E, se o fazem, é pelos continuos brados da Companhia, e logo se enxerga claro nos tementes a Deus que seus escravos vivem diferentemente pelo particular cuidado que têm deles.23 Las colocaciones apuntadas hasta aquí son pruebas suficientes de que, efectivamente, los jesuitas desde el propio inicio de su obra consideraron a los portugueses como hombres desleales a los propósitos de la Corona y al mismo tiempo el mayor impedimento para la conversión de los brasileños. Sin embargo, en otras fuentes y en las aquí referenciadas pueden encontrarse más testimonios.24 Otra observación: las incisivas y reiteradas acusaciones jesuíticas iban en todas direcciones, a donde quiera que fueran los pecados de los portugueses, pues ellos estaban allí para impedirlos, y para apuntarlos y corregirlos cuando no era posible impedirlos. Su tarea era imponer el orden donde quiera que predominara el caos. B) Argumentos jesuíticos utilizados para darle legitimidad a sus acusaciones. 23 Ib., p. 341-342 Fernão Cardim (1548-1625), padre jesuita que estuvo en Brasil entre 1583 y 1598, afirmaba: “Vestem-se, e as mulheres e filhos de toda a sorte de veludos, damascos e outras sedas, e nisto têm grandes excessos. As mulheres são muitos senhores, e não muitos devotas, nem freqüentam as missas, pregações, confissões, etc...”(164), “Os encargos de consciencia são muitos, os pecccados que se commetem nelles ( en los ingenios) não têm conta; quasi todos andam amancebados por causa das muitas occasiões; bem cheio de peccados vai esse doce, porque tanto fazem: grande é a paciencia de Deus, que tanto soffre”(158). Tratados da terra e gente do Brasil. Belo Horizonte: Editora Itatiaia; 1980. 24 A las acusaciones que hacen mención en sus cartas de Nóbrega y Anchieta, tales como, poligamia, amancebamiento, venta de indios, guerras injustas, falta de celo por la salvación de los indios, esclavización ilegal, provocación de guerras intertribales, hay que sumar también, la falta de sistematicidad en la práctica religiosa, el casamiento ilícito con indias, el uso de la fuerza en sus relaciones con los Indios (los abusos sexuales y laborales), las presiones ejercidas para que los indios no participaran de las actividades religiosas, el concubinato y hasta algunas prácticas antropófagas. A continuación pasamos a describir, de manera ordenada y sistemática, los múltiples argumentos que usaron los misioneros para darle legitimidad a sus críticas. Falta de sistematicidad en la práctica religiosa. Aunque las leyes portuguesas eran precisas a la hora de declarar que sólo tenían derecho a la pose de tierras en forma de sesmaría aquellos portugueses y extranjeros que pudieran probar que profesaban la religión católica,25 la medida era un puro formalismo pues los interesados no tenían más obligación que la de demostrar que sabían rezar el Padre Nuestro y el Ave María, decir creo en Dios-Padre y hacer la señal de la Santa Cruz.26 Siendo así, a cualquier persona que no fuera un católico fervoroso o que no fuera católico mismo, le bastaba aprender de memoria y saber recitar algunas fórmulas y oraciones, para obtener el derecho a convertirse en un colono. Las circunstancias no permitían que la confirmación de la fe se hiciera por donde único era posible hacerlo con más efectividad, por la práctica religiosa. Sin embargo, ni siquiera en Portugal las personas tenían mucho rigor en su práctica religiosa. Por otra parte, tampoco tenían un conocimiento profundo de la doctrina y nadie, ni el propio clero, se preocupaba demasiado con ello. A pesar de esto, y a pesar también del nuevo contexto marcado por la distancia de la Corona, el aislamiento territorial, los peligros, las guerras, la urgente necesidad de producción, etc., los jesuitas se propusieron edificar en Brasil una sociedad que fuera en su conformidad lo mismo que Portugal. Tropezaron desde el principio con la falta de 25 HOLANDA, S. B. de. Op. cit., p. 99 sistematicidad de los portugueses en la práctica religiosa y con el peligro que ello representaba para la conversión del Gentío. Los hombres y mujeres, de manera general, ni frecuentaban a misa, ni a predicas, ni a confesiones. Algunos vivían en el sertón adentro como los propios indios y llevaban años sin confesarse. Otros no comulgaban por estar amancebados con indias. Esto obligaba a los misioneros a dedicar un tiempo precioso para reformarlos. Nóbrega escribe en 1551 desde Pernambuco: Até agora pouco podemos conversar o Gentio, porque os Christãos estavam taes que nos ocupam muito suas confissões e negocios com elles. 27 Pelo sertão há muitos, assim machos como femeas e algumas já mulheres, filhos de Brancos... Estavam os homens cá em grande abusão que não commungavam quasi todos por estarem amancebados, e odavia os absolviam sacramentalmente, de maneira que pelas Constituições ficavam excommumgados e homens que havia 20 annos que estavam nesta terra sem commungarem...28 La falta de sistematicidad de los portugueses en la práctica religiosa, provocaba, por una parte, una paulatina desestructuración de la sociedad portuguesa que se establecía en Brasil conservada su integridad por el trabajo de la iglesia católica, y por otra parte, un sentimiento de desconfort en los indios que se veían obligados al rigor de la disciplina que les imponían los misioneros mientras presenciaban como los portugueses violaban diariamente las mismas normas. Por su puesto que el efecto de este mal ejemplo no se hizo esperar y con el tiempo los problemas más grandes de conversión que enfrentaron los jesuitas fueron con los indios que más próximos estaban de los portugueses. Nóbrega dice: “Esta me parece agora a maior empresa de todas, segundo vejo a gente docil. Sómente temo o mau exemplo que o nosso Christião lhe dá, porque há homens que ha sete e dez annos que se não confessam e parece-me que põem a felicidade em ter muitas mulheres”.29 El Padre Anchieta mucho años después iría a decir también: Os que nesta parte mais padecem são os pobres escravos e os mais Indios que estão em poder dos Portugueses, que não podem ser muitas vezes doutrinados dos Padres, e assim o maior mal que se faz aos Indios da 26 FREYRE, G. Casa-grande & senzala. 39ed. São Paulo: Editora Record, 2000, p. 102. NÓBREGA, M da. Op. cit., 122 28 Ib., p. 119-20 29 Ib., p. 74-75 27 doutrina, quando vão ajudar os Portugueses em suas fazendas, é que alguns lhes dão as escravas, para com isso os prender mais tempo. Outros não os proibem, e desta maneira os que peor vivem são os que mais tratam com os Portugueses, ensinados de seu mau exemplo, e muitas vezes peor dutrina, em que os admoestam que não tenham dever com a doutrina dos Padres; posto que dêstes não são senão alguns desalmados, mas os de mau exemplo u pouco zêlo são muitos.30 Presiones para impedir que los indios se convirtieran. Los portugueses daban por cumplido su servicio a Dios con el simple contacto de ellos con los indios. No querían pensar en hacer otra cosa y menos dar mucha libertad para que sus esclavos fueran a la iglesia a escuchar lo que los Padres tenían para decir. Tampoco acreditaban en la capacidad de entendimiento de los nativos a los cuales consideraban seres deshumanos y crueles que “vivem como brutos animaes sem ordem nem concerto de homens”.31 Unos señores les prohibían a sus indios que fueran a la doctrina; otros les aconsejaban debían vivir a voluntad en este mundo, pues en otro el alma no se sentiría; otros les afirmaban que los padres no sabían lo que decían y que sólo ellos hablaban la verdad. Era tanta la influencia negativa, dice Nóbrega, que los padres quedaban muchas veces desacreditados ante el Gentío. En ocasiones algunos colonos llegaron a amenazar públicamente a los misioneros de quemarles sus casas y de hacerlos muchas otras cosas. Y les llamaban los de la ropa larga que no sirven para nada.32 Nóbrega tenían conciencia de que esta mala voluntad de los portugueses hacia los miembros de la Compañía se debía, fundamentalmente, a los esfuerzos que ellos hacían por evitar sus “tyrannias” sobre los indios. En una carta suya de julio del 1559 se refiere a los intentos de los colonos por impedir el éxito del trabajo de conversión: Mas o imigo da humana geração, a quem muito magoaram estas obras, trábala pelas estorbar e nos desconsolar, tomando por seu instrumento muitos maus que há nesta terra, os quaes não favorecem nada esta obra, mas por muitas maneiras trabalham cerrar as portas todas á salvação do Gentio, pelo ódio que comummente se tem a esta geração...33 30 ANCHIETA, J. de. Op. cit., p. 342 GANDAVO, R. M. Tratado da terra do Brasil. Belo Horizonte: Itatiaia, 1980, p. 57 32 NÓBREGA,M. de. Op. Cit., p. 158 31 El uso de la fuerza en el trato con los indios. Sustituido en la colonia el escambo por la actividad agrícola, las relaciones entre los portugueses e indios mudó considerablemente. Los nativos, tal como advierte Buarque de Holanda, pasaron a ser encarados como obstáculos en el proceso de apropiación de las tierras, como fuente deseable e insustituible de trabajo y como la única amenaza real a la seguridad de la colonización. Dio inicio entonces a un periodo de franco conflicto social entre ambas culturas. Los objetivos de los colonos sólo podían ser alcanzados a través expropiación territorial, por la esclavitud y por la destribalización.34 La esclavitud de los indios fue aceptada por todos, hasta por los miembros de la Compañía de Jesús. Ella no era cuestionada, era consenso. El sometimiento del Gentío era, según Nóbrega y Anchieta, el único camino posible para su conversión. Lo que llevó a los jesuitas y colonos a un combate frontal no fue la legitimidad de la esclavitud, sino el modo como debía ponerse en práctica tanto ella como la desorganización deliberada de las instituciones tribales. Tanto lo primero como lo segundo podía hacerse por dos vías, pacífica o por la fuerza. Los colonos casi siempre hicieron uso de la segunda. Los jesuitas defendían la primera, por eso acusaban a los portugueses cuando intentaban violar las leyes establecidas por el Rey y por el Gobernador General. Para los misioneros constituían uso de la fuerza todo lo que implicara: la pose de indios injustamente cautivados, es decir, indios salteados por los colonos en otras tierras por medio de mañas y engaños; la venta de indios a sus enemigos; el uso de prácticas antropófagas para intimidar otras tribus y para imponer el orden; el fomento del odio y de guerras entre las diferentes tribus con el ánimo de obtener provechos; el robo de sus peces y otros alimentos; la expropiación territorial; el abuso sexual; los castigos físicos etc. Refiriéndose específicamente a la práctica de cautiverio por parte de los portugueses, el Padre Leonardo Nunes decía desde el Porto de São Vicente el 24 de agosto de 1550: Em algumas que vos tenho escrito, Padres e Irmãos, caríssimos, vos dei conta como nesta terra entre outros males havia um em os Christãos mui arraigado e mau de arrancar por suas cobiças e interesses, o qual era ter 33 34 Ib., p. 205 HOLANDA, S. B. DE. Op. Cit., p. 82-83. muitos Índios injustamente captivos porque os iam saltear a outras terras e com manhas e enganos os captivavam...35 El engaño y la violencia con que los indios eran tratados por los portugueses provocaba en ellos un estado de rechazo y pánico que afectaba el trabajo de los jesuitas, en la medida en que muchos hombres y mujeres de la tierra dejaban de acreditar en la palabra de los misioneros y otros huían con su familia sertón adentro para protegerse de furia de los colonos dejando atrás la iglesia y sus prácticas cristianas. Nóbrega apuntaba en una carta al Padre Simão Rodríguez de 1550: “...certo é que alguns povos de mais longe têm em muito odio os Christãos e um escravo que em outro tempo fora chritão tem sublevado a maior parte delles, dizendo que o Governador os quer matar e a todos ou fazel-os escravos, e que nós procuramos os enganar, e a todos queremos ver mortos, e ver mortos, e que baptisar-se é fazer-se uma pessoa escravo dos Christãos e outras cousas similhantes”.36 Visitei algumas aldeias delles e acholes bons desejos de conhecer a verdade; e instavam para que fichase no meio delles, e si bem que seja difícil fazer desarraigar aos mais velhos as suas más usanças, com os meninos, porém, se póde esperar muito fructo, porque não se oppõem quase nada á nossa lei e assim me parece que esteja aberta a porta para muito ajudar as almas nesta terra (...), pois que não têm feito resistência nem matado aos que queriam fazel-os christãos e se deixam arrastar para a Fé, comquanto não sejam induzidos pelos Christãos que aqui vêm com o exemplo ou com a palavra ao conhecimento de Deus, mas antes os chamam cães e fazem-lhe todo o mal. E toda intenção que trazem é de os enganar, de os roubar, e por esso permittem que vivam como Gentios sem a sciencia da lei e têm praticado muitos desacatos e assassinatos, de sorte que quanto mais males fazem vident obsequium se prastare Deo e assim é de todo perdido neste terra o zelo e a charidade para com as almas que tanto ama o Senhor. E dahi vem o pouco credito que gozam os Christãos entre os Gentios, os quaes não estiman mesmo nada, sinão vituperam aos que de primeiro chamavam santos e tinham em muita veneração e já tudo o que se lhes diz acreditam ser manha ou engano e tomam á má parte. Esses e outros grandes males fizeram os Christãos com o mau exemplo de vida e a pouca verdade nas palavras e novas crueldades e abominações nas obras.37 35 Cartas Avulsas, 1550-1568. Azpilcueta Navarro e outros. Belo Horizonte: Itatiaia, 1988, p. 83. NÓBREGA, M. Da. Op. Cit., p. 104. 37 NÓBREGA, M. DA. Op. Cit., p. 107-108. 36 Treinta años después las cosas no habían cambiado nada, porque el Padre Anchieta se refiere a los mismos problemas que Nóbrega y advierte sobre los peligros que corre el proceso de conversión del Gentío por los efectos que provoca en la población el trato recibido por los colonos. En una carta de 1585 comenta que de los más de cien mil indios bautizado a lo largo de tres décadas y media, quedarían en la fecha unos veinte mil porque el resto murió por enfermedades o desapareció tierra buscando en el monte la protección que los pusiera a salvo de los portugueses: A conversão nestas partes floresceu já muito porque somente na Baia havia mais de 40 mil cristãos e agora não haverá 10 mil, porque têm morrido de varias enfermidades e não se fazem tantos de novo, porque têm fugido pela terra a dentro por causa dos agravos que recibiam dos Portugueses, que os cativavam, ferravam, vendiam, apartando-os de suas mulheres e filhos com outras injurias que eles sentem muito e agora não se acham daqui duzentas e trezentas léguas pelo sertão a dentro que é grande detrimento para sua salvação e aumento de nossa Santa Fé, nem terá isto remédio se não vier a lei que pedimos a Sua Magestade que não que não sejam cativos nem os possa ninguém ferrar, nem vender.38 c) Estrategia propuesta para la reconversión de los portugueses. Salvar a los portugueses, por medio de su reconversión, era la única manera posible de salvar el proceso de conversión de los indios y el tipo de sociedad que se quería edificar en la colonia. En las cartas jesuíticas, junto a la censura y argumentación, son propuestas muchas medidas para el rescate de la moralidad en los cristianos. A continuación pasamos a enumerar algunos de los elementos de la estrategia concebida por los jesuitas. Nombramiento de un Obispo para la colonia. La primera medida propuesta por Nóbrega para la reconversión de los portugueses fue la solicitud a la Corona del nombramiento de un obispo para Brasil. En su carta a Tomé de Sousa de 1559, citada al principio de esta trabajo, recuerda este hecho: “...era desejar Bispo, tal qual Vossa Mercê e eu o pintábamos cá para reformar os 38 ANCHIETA, J. Op. Cit., p. 442-443 Christãos... trouxe Nosso Señor o bispo D. Pedro Fernandes, tal e tão vituoso qual o Vossa Mercê conheceu, e mui zeloso da reformação dos costumes dos Christãos...”.39 D. Pedro Fernandes llegó a Bahía en 1552 y permaneció en Brasil hasta 1556. En este último año murió en poder de los indios cuando intentaba viajar de regreso a Portugal. A pesar de las expresiones de elogio que le dedicó Nóbrega, en la propia carta habla del poco resultado que tuvo aquí su trabajo por la influencia negativa que ejercieron entre los colonos un grupo de clérigos que lo acompañaban: “O Bispo, posto que era muito zelador da salvação dos Christãos, fez pouco porque era só, e trouxe comsigo uns clérigos por companheiros que acabaram com seu mau exemplo e mal usarem e dispersarem os Sacramentos da Egreja de dar com tudo em perdição”.40 El sustituto de Fernandes fue D. Pedro Leitão, quien vino a Brasil tres años después de la muerte de aquel. Aquí tuvo que trabajar bastante con los portugueses. Por lo menos una carta del rey de Portugal D. Sebastião a él, sirve como prueba que la Corona era notificada de lo que acontecía en la colonia y cobraba de su Obispo una actitud enérgica ante la actitud negativa que mantenían los portugueses en sus relaciones con los indios. Basta dar una lectura a un texto escrito por Anchieta en 1585 con el título “Informações dos primeiros aldeiamentos da Baía”.41 Traer a los portugueses del sertón. Los jesuitas se dieron también a la tarea de salir sertón adentro a la procura de portugueses y mamelucos que llevaban años viviendo entre los indios, para traerlos a su espacio y costumbres a través del bautizo y doctrinamiento. Un fragmento de una carta del Hermano Pero Correia relata con vivacidad esos esfuerzos: Poucos dias ha que o padre Leonardo Nunes e seis Irmãos, entre elles eu, viemos do meio dos Indios, onde andamos a procura d’um Christão que a oito ou nove annos, vivia entre elles e se fizera Indio, e no caminho gastamos 15 dias, a mayor parte da viagem por um rio; falraram-nos as provisãoes, comíamos o que Nosso Senhor nos deparava por esses campos, não faltando occasiões de grande fome...42 El padre Nunes describe de igual manera lo acontecido: 39 NÓBREGA, M. da. Op. Cit., p. 192-193. Ib., p. 193 41 ANCHIETA, J. Op. Cit., p. 367-370 40 Este mez de Maio passado, fui entre os Índios a buscar um homens branco que andava entre elles e duas filhas que tinha nascidas lá: a maior será de oito annos, ambas estavam por baptizar e a mãe; as filhas baptizei, a mãe ainda não, porque a faço ensinar e tenho agora aqui pae, mãe e filhas. A elle não tenho confessado, porque de todo tinha já estragado o juízo, em tanto que as primeiras praticas que lhe fazia, tenho pra mim que as não entendia e ainda agora pouco mais entende...43 Importar mujeres de Portugal para casarse con los Portugueses. El Padre Azpilcueta rogaba en 1550 que fueran enviados de Portugal hombres bien casados para habitar la colonia a fin de dar un buen ejemplo y facilitar la paz y la conversión del Gentío. Sin embargo, lo cierto es que la mayoría de portugueses que llegaban a Brasil viajaban solos o estaban solteros. Para resolver ese problema, el casamiento fue uno de los métodos más difundidos por los jesuitas para la reconversión de los Portugueses. En Brasil era autorizado el casamiento cristiano entre portugueses e indias amancebadas. El Padre Antonio Pires decía en 1551: “Mui grande fructo se tem visto nesta costa entre os Christãos. Evitaramse grandes peccados, fizeram-se muitos casamentos a serviço de Deus, e alguns foram com mulheres da terra, de que resulta grande louvor a Christo Nosso Señor, e será um grande principio de se acrescentar a terra e a Santa Fé Catholica”.44 Pero se buscaba por todos los medios posible estimular el casamiento con mujeres portuguesas. Se solicitaba a la Metrópoli el envío de mujeres solteras con interés de contraer matrimonio. Muchas cartas hablan del mismo asunto. Una carta de Nóbrega al rey de 1552 dice: Já que escrevi a Vossa Alteza a falta que nesta terra ha de mulheres, com quem os homens casem e vivam em serviço de Nosso Senhor, apartados dos peccados, em que agora vivem, mande Vossa Alteza muitas orphãs, e si não houver muitas, venham de mistura dellas e quaesquer, porque são tão desejadas as mulheres brancas cá, que quaerquer farão cá muito bem á terra, e ellas se ganharão, e os homens de cá apartar-se-hão do peccado.45 42 Cartas Avulsas, 1550-1568. Azpilcueta Navarro e outros. Belo Horizonte: Itatiaia, 1988, p. 120. Ib., p. 92-93. 44 Ib., p. 106-107. 45 NÓBREGA, M. da. Op. Cit., p. 133. 43 Impedir que los portugueses con pecados entraran a la Iglesia. Otra decisión tomada por Nóbrega en su estrategia de reformar a los portugueses fue la de cerrar las puertas de la Iglesia para aquellos que tenían acusaciones en su haber. En una carta suya de 1559 decía: Com os Christãos desta terra se faz pouco, porque lhes temos cerrada a porta da confissão por causa dos escravos que não querem sinão ter e resgatar mal e porque geralmente todos ou os mais estão amancebados das portas á dentro com suas negras, casados e solteiros, e seus escravos todos amancebados, sem em um caso nem no outro quererem fazer consciência...46 46 NÓBREGA, M. da. Op. Cit., p. 190