PERICLES CARDENAL FELICI De la Constitución Pastoral "Gauclium et Spes" a la Encíclica 'Human ae Vitas" EDICIONES PAULINAS PERICLES CARDENAL FELICI De la Constitución Pastoral "Gaudium et Spes" a la Encíclica "Humanae Vitse" EDICIONES PAULINAS DE LA CONSTITUCION PASTORAL "GAUDIUM ET SPES" A LA ENCICLICA "HUMANAE VITAE" Por el cardenal Pericles FELICI En los días 18-19 de septiembre pasado se celebró en Amsterdam una reunión de teólogos que discutieron sobre la encíclica "Humanae Vitae". Al término de sus trabajos se difundió un comunicado del cual se deduce que los teólogos, al formular sus conclusiones, han partido del presupuesto de que la encíclica no corresponde a las esperanzas suscitadas por la Constitución Pastoral "Gaudium et Spes". Ya en el artículo "La encíclica Humanae Vitae y la pastoral Gaudium et Spes", publicada en L'Osservatore Romano del 7 de septiembre de 1968, demostré que la doctrina de la encíclica es plenamente coherente con la línea doctrinal seguida en la relación de la Constitución Pastoral recién mencionada. Sin embargo, creo oportuno volver sobre el tema, para facilitar la documentación exacta y completa de mis argumentos, a partir de las propuestas hechas por los obispos, en el período antepreparatorio del Concilio (año 1959), hasta la promulgación de la Constitución Pastoral "Gaudium et Spes", que tuvo lugar en la sesión pública del 7 de diciembre de 1965. El esquema "de castitate, virginitate, familia". matrimonio, Como sabemos, Juan XXIII, después de haber anunciado el 25 de enero de 1959 la celebración de un Concilio Ecuménico, quiso consultar al Episcopado para conocer sus deseos y propuestas, con vistas no sólo al Concilio, sino también a la revisión 5 del Código de Derecho Canónico, anunciada también por él en la Basílica de san Pablo. Los obispos respondieron en su inmensa mayoría y sus respuestas están contenidas en ocho gruesos tomos, a los que sigue un apéndice en dos tomos,1 en los cuales las propuestas de los obispos fueron sistemáticamente reunidas según la materia y el tema. Un buen número de obispos pidió formalmente que "se condenasen las prácticas eugenésicas"; que se condenara el onanismo y que se diera una razón sólida de la condenación"; "que fueran condenados los medios anticonceptivos y el maltusianismo"; "que fuera condenada la esterilización directa perpetua o temporal del hombre y de la mujer". Un obispo pidió expresamente que "fueran condenados de una manera decidida los delitos de la eutanasia y del llamado "birthcontrol"; porque no faltan quienes creen o esperan que la doctrina de la Iglesia, en particular la referente al segundo delito, puede ser reformada". Algún obispo llegaba a plantear el problema de que "si, verificándose indicaciones válidas de orden económico, médico o social, era legítimo recurrir al método Ogino-Knaus, o si, por lo menos, era lícito guardar un discreto silencio ante los cónyuges que usaban las llamadas "pildoras temporalmente esterilizantes" (pildoras esteroides)". Otros más explícitamente preguntaban si no era el caso de pronunciar un nuevo juicio sobre la práctica anticoncepcional, mientras van experimentándose todos los días medios más convenientes y más seguros. ¿Puede así alcanzarse el fin del matrimonio? Tal fin, efectivamente, se cumple en las relaciones que se tienen con la mujer que por estar encinta o haber i Cf. Acta et documenta Concilio Oecumenico Vaticano II apparando, Series I Antepraeparatoria, vol. II, Consilia et vota Episcoporum ac Praelatorum, Typis polyglottis Vaticanis, 19601961. 6 llegado a una edad superior a los cuarenta y cinco años, y en las que una nueva generación o una generación resulta imposible. El problema se proponía en forma dubitativa sin que los proponentes indicaran soluciones concretas 2 . Teniendo presentes las instancias de los obispos, la Comisión teológica preparatoria elaboró un esquema "de castitate, virginitate, matrimonio, familia", en el cual, después de haber hablado de la nobleza de la actividad sexual, según los planes de la Providencia, trató, en el capítulo segundo, de los derechos y de las obligaciones de los padres para con la prole, y destacó la importancia de este bien que debía ser considerado como una "bendición del cielo y un don de Dios". En cuanto al acto de procreación, "el cual, estando ordenado por Dios, es de suyo legítimo y bueno", proclamaba que "a los esposos corresponde el derecho y el deber, en su modo de obrar, de observar las normas que son según la naturaleza". Y sobre ese punto se citaban, de una manera particular, la encíclica de Pío XI "Casti connubii" (Denz. 2239) y la conocida alocución de Pío XII a las comadronas. Eran, pues, condenados los modos o artificios encaminados a impedir voluntariamente la procreación, por ser "intrínseca y gravemente malos" 3 . * Cf. Acta et documenta..., Appendix, pars I, pp. 168 ss., 174 s., 207. 3 "Ex ordine divinitus constituto, circa matrimonii naturam, proprietates et fines, elucet quomodo ipse Deus et Christus ordinaverlnt ipsum ad quaedam bona consequenda. Quae quidem bona veluti in summam collegit S. Augustinus hisce verbis: "Haec omnia bona sunt, propter quae nuptiae bonae sunt: proles, fides, sacramentum". Circa ista tria bona divinitus data sunt iura et obligationes, a coniugibus debite servanda; et inter ea, atienta ratione finali, ob quam matrimonium a Deo institutum est, bonum prolis primum locum tenet. Ideoque oportet, ut proles amanter suscipiatur, benigne nutriatur, religiose educetur, ut nervose dicit idem S. Augustinus; eademque, ut toties monet S. Scriptura, tamquam verum bonum, benedictio caelestis donumque Dei fideliter agnoscatur. Quod attinet ad ipsum pro- 7 En el capítulo cuarto siguiente se hablaba expresamente de la responsabilidad de los padres en cuanto al número de los hijos. No se le escapaban a la comisión las graves dificultades que podrían plantearse en esta materia a los esposos, pero añadía que, en lo que se refiere al número de los hijos de cada familia, la ley divina, natural y positiva, no podía señalar una norma universal; era necesario, en cambio, en cada caso, ponderar los datos relativos a las condiciones individuales, al bien de toda la familia y de la sociedad, según el dictamen de la prudencia cristiana, unida también a las demás virtudes. En consecuencia, los fieles en sus decisiones particulares, no debían moverse sólo por consideraciones de orden temporal y material, sino, sobie todo, por las de orden sobrenatural, a la luz de la razón y de la fe, confiando mucho en la Providencia divina, que todo lo ordena sabiamente, y guardándose del peligro de conducirse según un instinto ciego e irracional y por las varias formas de hedonismo. Era, pues, lícito a los esposos, por razón justa y de mutuo acuerdo, usar el matrimonio sólo en los días que se previa iban a ser infecundos. De aquí que los valores y los argumentos de índole puramente creandi actum, qui, utpote a Deo ordinatus per se legitimus et bonus est, ius et officium coniugum est, in modo agendi ea servare quae sunt secundum naturam. Quare etiam in matrimonio legitime inito desiderium in se tam laudabile habendi prolem ex proprio coniugio, non legitimat foecundationem, quam vocant artificialem: non autem prohibet artificíale adiumentum actus conlugalis. Similiter omnes modi vel artes, quibus in usu coniugii directe, de industria humana, impeditur procreatio prolis, ut intrinsece et graviter malae haberi debent. Onanismus coniugalis formalisque ad eundem cooperatio numquam sunt licitae. Quoad amplexum, qui reservatus audit, pastores et f i deles se gerant iuxta doctrinam et decreta S. Sedis. Respectu prolis conservandae coniuges grave officium habent vitandi quameumque sive ut finem sive ut médium intentam prolis occisionem, quamvis sit per abortum therapeuticum procurata. Illicitum quoque est post actum coniugalem positum, processum conceptionis quocumque gradu obtentum interrumpere, vel foetus nondum nati directam destructionem operari: nam sic etiam peccatur contra grave preceptum Dei". Acta et documenta..., Series II, Praeparatoria, vol. II, pars III, Typis Polyglottis Vaticanis 1968, p. 919. 8 médica, eugenética, económica y social no debían tener la primacía o ser equiparados a los valores y razones de un orden más alto, como son los religiosos y morales 4 . Refiriéndose a la propaganda anticonceptiva, Ja comisión proponía también que fuera severamente reprobada "la recomendación y la propaganda de medios deshonestos y anticonceptivos para limitar la prole, con los que no sólo no se defiende el bien de los pueblos, como hoy quizá se pretende, sino que se corrompe más bien todo el orden social"5. 4 "parentum reapse christianorum, hodie praesertim, veluti signum distinctivum esse debet generosus et dictamine virtutum christianarum imbutus modus, quo circa numerosam prolem et corde sentiant et factis se gerant. Minlme utique ignorat S. Synodus quot et quantae difficultates, hac in re gravi coniugibus occurrere possint. Universim ideo docet e lege divina, n a turali vel positiva, ad numerum filiorum in unaquaque familia habendum quod attinet, non esse universalem normam, sed in singulis casibus ponderandum esse, quid conditiones individuales, bonum totius familiae et societatis innuant, iuxta dictamina prudentiae christianae, aliis etiam virtutibus connexae. In suis igitur decisionibus particularibus fideles ne moveantur solis considerationibus temporalibus et materialibus, sed in primis supernaturalibus, in luce rationis et fidei. Et, ut christianos decet, in ipsa numerositate prolis mensuranda, memores sint Providentiae divinae, qua omnia sapienter ordinantur. In re tam gravi caveant etiam fideles ab irrationabili et caeco instinctu et a variis hedonismi formis. Licitum autem est coniugibus, recte utrisque consentientibus, ex iusta causa matrimonio uti solis istis diebus, qui praevidentur infoecundi. Suprema vero regula esto Apóstol: universale monitum: "Omnia vestra in caritate fiant" (1 Cor 16, 14). Nam ipsa continentia illicita coniugibus evadit si per illam, ut animadvertit ipse Apostolus (cf. 1 Cor 7, 5), coniuges in proximum peccandi periculum versentur. Atque ideo valores rationesque mere medicales, eugenicae, oeconomicae, sociales et aliae ordinis temporalis et materialis minime praeponi vel coaequari possunt valoribus et rationibus altioris ordinis, scilicet religiosi et moralis". Acta et documenta..., Series II, vol. II, pars III, pp. 931 ss. s "Hac de causa S. Synodus, dum instantissime omnes hortatur ut quisque pro sua possibilitate familias numerosas efficaciter adiuvet, simul severe reprobat commendationem vel propagationem inhonestorum mediorum anticonceptionalium ad delimitandam prolem; quibus non tantum non defenditur bonum populorum, ut hodie aliquando praetenditur, sed potius corrumpir totus ordo socialis". Acta et documenta..., Series II, vol. II, pars III, p. 934. 9 Votos y enmiendas El esquema de la Comisión Teológica fue ampliamente discutido por la Comisión Central Preparatoria, en la cuarta Congregación de la Sesión sexta, celebrada el 7 de mayo de 1962. Expresaron su voto 71 miembros. Como es sabido, la Comisión Central estaba compuesta por cardenales, obispos y superiores generales de órdenes religiosas, escogidos de suerte que se tuviera una amplia representación de los diversos Episcopados del mundo entero. Observemos de paso que, por expresa disposición del Papa Juan, fuera de los presidentes de las varias comisiones preparatorias, que formaban parte de iure de la Comisión Central, muy pocos miembros pertenecían a la Curia Romana: la gran mayoría de éstas estaba, pues, compuesta por personalidades no pertenecientes a la Curia, sino por los presidentes de las Conferencias Episcopales Nacionales. Ahora bien, los miembros de dicha comisión, después de una amplia y libre discusión, aunque propusieron varias enmiendas al esquema, sobre el punto que nos ocupa se mostraron todos sustancialmente concordes 6 . Un padre, refiriéndose al pasaje arriba citado, en el que se decía que los medios anticoncepcionales eran graves e intrínsecamente malos, dijo: "Tengo el temor de que el texto, que sin explicaciones habla absolutamente de la gravedad de este pecado (del onanismo), dé lugar por una parte al rigorismo para con los débiles, y, por otra, a una mayor contrariedad en muchos fieles. La misma verdad se puede expresar de una manera más dulce y clara. Si se dijera: "Deben considerarse intrínsecamente malos" y se añadiera la nota 7 , sería totalmente claro que estos actos, si se dan los elementos subjetivos, son también gravemente pecaminosos. Desde el punto de vista pastoral, me gustaría mucho que toda la 6 Cí. Acta et documenta..., Series II, vol. II, pars n i , pp. 939-985, 1323-1343. "> En la nota se citaba la Casti connubii: A.A.S., 1930, p. 560. 10 proposición se redactara de una manera más positiva y dinámica, distinguiendo también entre el onanismo que revela la ausencia de disposición en relación con la procreación y educación de la prole, y los pecados de debilidad que no raras veces acontecen también entre los buenos esposos, los cuales, por lo demás, desean muchísimo una familia numerosa. Añádase, por lo tanto, en este sentido, la expresión: "Sin embargo es grande la diferencia entre las malas intenciones y los procedimientos artificiales de aquellos que por egoísmo no quieren cumplir el fin primario del matrimonio, y la sola debilidad de aquellos que, según la prudencia cristiana, desean verdaderamente los hijos, pero alguna vez pecan contra la virtud de la continencia". Sin embargo, también éstos están gravemente obligados a tender a la plena observancia de la virtud de la castidad conyugal"8. La subcomisión para las enmiendas examinó las observaciones de este padre, al cual se habían unido algunos miembros de la Comisión Central, pero consideró que no debía omitir la palabra "graviter", la que se oponía a esto la doctrina de Pío XII. Se avino, sin embargo, a la propuesta de señalar una distinción del pecado de egoísmo y el pecado de debilidad». El texto de la Comisión Teológica, revisado y enmendado por la Comisión Central, fue luego enviado, por orden de Juan XXIII, a los futuros padres del Concilio. Nos consideramos dispensados de reproducir los textos que se refieren a este problema, que coinciden sustancialmente con los ya propuestos por la Comisión Teológica10. 8 Acta et documenta..., Series II, vol. II, pars III, pp. 954 ss. » Acta Pontificiae Subcommissionis Centralis de emendandis schematibus: De emendatione schematis Constitutionis de castitate, virginitate, matrimonio, familia. Typis Polyglottis Vaticanis 1962, p. 16. 1° Cfr. Schemata Constitutionum et decretorum, de quibus disceptabitur in Concilii sessionibus, Series I, Typis Polyglottis Vaticanis 1962, pp. 99 ss. 11 El nuevo texto examinado por el Concilio Se llegó así al Concilio, durante el cual, por la intervención de varios organismos y por circunstancias diversas, el esquema "de castitate, virginitate, matrimonio, familia", elaborado por la fase preparatoria, no fue presentado como tal a la discusión de la asamblea; sino que la materia tratada en él pasó a otros esquemas y en lo que se refiere a nuestro tema, fue recogida luego en el esquema de la Iglesia en el mundo contemporáneo. No es el caso de describir las vicisitudes complejas de la elaboración de este documento. Después de algunas propuestas de índole puramente privada, se redactó un esquema con el título "De Ecclesia in Mundo huius temporis", que empezaba con las palabras "Gaudium et Luctus", que fue enviado a los padres el 3 de julio de 1964. Al texto, relativamente breve, estaban unidos, en fascículo aparte, los Adnexa, sobre cuyo valor se discutió mucho en el tercer período conciliar, y que contenían aclaraciones y explicaciones de los temas ya expuestos sustancialmente en el esquema. En él se afirma: "Es tal la índole del amor conyugal, que el matrimonio, por su naturaleza, está ordenado a la procreación y a la educación de la prole". Por lo que se refiere al número de los hijos, se afirma que los esposos no debían seguir el instinto ciego, sino glorificar verdaderamente a Dios Creador y perfeccionarse a sí mismos en Cristo, cumpliendo su deber "con plena y consciente responsabilidad, según los dones de Dios y la Ley del verdadero amor, formándose un juicio basado en las exigencias pedagógicas, económicas, higiénicas, familiares y públicas, es decir, civiles y eclesiales"11. 11 "Talis est amoris coniugalis Índoles, ut matrimonium natura sua ordinetur ad prolis procreationem et educationem. TJnde verus amoris coniugalis cultus totaque vitae familiaris ratio inde oriens eo proditur, ut coniuges generóse dispositi sint ad cooperandum amori Creatoris atque Salvatoris, qui per eos Suam familiam dilatat et ditat. 12 En los Adnexa se repetían más ampliamente los mismos conceptos: se decía expresamente que "es contrario a la ley divina y al orden del matrimonio toda intervención deliberada del hombre que vicia la obra de la persona, propia del acto conyugal; y tal modo de obrar es contrario a la integridad del amor conyugal"; se concretaba, además, que, aunque corresponda a los esposos la aplicación última práctica de los principios y libertades, aquéllos no debían obrar "sino con la conciencia formada según la doctrina de la Iglesia"12. Quod vero ad numerum prolis attinet, sponsi christiani sciunt se non caeco instinctui mancipatos esse, sed vere Deum Creatorem glorificare et seipsos in Christo perficere, si munus procreandi implere satagunt cum plena et conscia responsabilitate secundum Dei dona verique amoris normam. Qua in re non sine precibus et communi conatu iudicium prudentiae sibi efformabunt non semel pro semper, sed suo quoque tempore, dignoscentes condiciones paedagogicas et oeconomicas, salutem quoque mentis et corporis, et praeter bonum ipsius familiae et Ecclesiae etiam necessitudines societatis. Ad sponsos se convertens S. Synodus sincere agnoscit multis et gravibus ipsos praepediri difficultatibus oeconomicis, sociopsychologicis, civilibus, quibus perdurantibus amoris coniugalis intima vis, fidei servatrix et personarum perfectrix, aegre servari possit, nisi ab iis, qui iam magnis dotibus personalibus ornati sunt. Praesertim agnoscit crebram difficultatem componendi responsabilitatem, vi cuius proles saltem ad tempus augeri nequeat, et tenerum amoris cultum, quo cessante coniuges saepe sibi velut extranei fiunt, unde bonum fidei in discrimen vocatur et ipsum bonum prolis pessumdatur, sive quoad educationem prolis habitae, sive quoad animum vivum et apertum servandum ad prolem in posterum, rebus minus adversis, procreandam. Agnoscit haec omnia Mater Ecclesia et hortatur sponsos ne animo deficiant, si videantur ministri eius, dum legem Dei inculcant, conflictus non solvere inter legem et difficultates concretas. Difficultates enim saepe oriuntur ex gravibus defectibus socialibus et fragilitate vel malitia hominum. Ceteroquin Ecclesia dum legem Dei homines edocet et castitatis viis agit, simul familiam atque verum coniugum amorem atque felicitatem defendit. Propterea omnes in scientiis anthropologicis, psychologicis, medicis, sociologicis peritos et ipsos sponsos sua experientia et virtute edoctos hortatur, ut cum theologis adlaborent, ut complexus ordo a Providentia naturae inditus altius in dies exploretur; unde solutiones practicae multorum conflictuum partim iam apparent partim adhuc sperari possunt, quae tamen numquam sequelam Christi crucifixi evacuare poterunt". 12 Cf. Adnexa del esquema: De Ecclesia in mundo huius temporis, pp. 21 ss. 13 Debido a las numerosas observaciones hechas por los padres conciliares se redactó un nuevo texto que fue después distribuido a los padres del 28 de mayo de 1965. Era un único texto, los Adnexa, según los votos de muchos padres y la decisión de la Comisión de Coordinación, fueron en gran parte introducidas en él. Sobre la fecundidad matrimonial, la Comisión observaba: "Dado que en todo tiempo los padres han determinado el número de los hijos, hoy la cuestión se ha hecho más difícil, por cuanto para tal determinación concurren muchos elementos nuevos. Varios pareceres se manifestaron en el aula. Un gran número de padres desea que los esposos, confiando en la Providencia de Dios, engendren tantos hijos como Dios les da por medio de la naturaleza. Pero una gran mayoría de padres, de una manera u otra, sostiene el parecer de la llamada paternidad responsable. Sólo pocos (y dos de éstos con dudas) no excluyen el uso de los medios anticonceptivos en los casos más graves. La comisión ha seguido más bien los dos primeros pareceres, compartidos por un número tan grande de padres. En relación con la paternidad responsable, ha recordado las palabras de Pío XII a las comadronas italianas (29 de octubre de 1951) y a las Asociaciones de Familias Italianas (26 de noviembre de 1951) donde se admite la "regulación de los nacimientos" (distinguiéndola del llamado control de los nacimientos), por indicación médica, eugenética y social. El texto del nuevo esquema dice claramente que la conciencia de los esposos debe regirse por leyes objetivas y por exigencias de bienes de orden diverso; y con las palabras usadas (conscientia lege Dei recte informata) subraya con claridad que los medios deshonestos están prohibidos" 13 . Constitutio pastoralis de Ecclesia in mundo huius temporis, Typis Polyglottis Vaticanis 1965, pp. 104-106. 14 La paternidad responsable En cuanto a la paternidad responsable, observaba también la Comisión Conciliar: "Según los votos de muchos padres, las subcomisiones y la comisión plenaria mixta: a) han declarado claramente que en esta materia la conciencia de los esposos debe regirse por leyes objetivas; b) subrayan de una manera clara que los medios deshonestos están prohibidos con la palabra: conscientia quae lege Dei recte informatur" 14 . La "mente" de la comisión queda clara y la referencia a la doctrina de Pío XII en un punto que podía dar lugar a equívocos (paternidad responsable), muy oportuna. El relator podía decir así: "El texto, respondiendo a los deseos de los padres, aclara mejor el deber de la procreación y de la educación de la prole en la sociedad familiar, así como la verdadera índole del amor conyugal. Además el texto, cuando trata de la paternidad responsable, insiste mayormente en el hecho de que la conciencia de los esposos está sometida en esta materia a normas objetivas. Teniendo en cuenta las cargas, verdaderamente graves, que en este tiempo recaen sobre los esposos, el Concilio les invita a aceptar con espíritu cristiano las alegrías y los sacrificios de la vida familiar, como testigos del misterio y de la muerte de la Resurrección del Señor"15. En la Relación, que fue después distribuida en el Concilio, el relator afirmó: "Sobre la doctrina del amor conyugal, por lo que se refiere a su naturaleza y a sus leyes, el texto sigue la doctrina de Pío XI y Pío XII. En todo lo que se dice sobre la honestidad del acto conyugal y de la fecundidad responsable, se inculcan el orden objetivo y el Magisterio de la Iglesia"16. 14 Ibid., p. 101. 15 Ibid., p. 101. 16 Relationes de praedicta Constitutione, p. 13. 15 El texto del esquema, que fue después traducido a varias lenguas modernas (la iniciativa tuvo en realidad un éxito escaso), contenía de hecho la doctrina explicada por el relator. Se afirmaba, entre otras cosas: "Los esposos saben que, al fundar o dirigir la familia, no les es lícito proceder a su propio arbitrio, sino que deben regirse por la conciencia formada según la ley de Dios: y a ellos corresponde determinar el número de los hijos según los dones de Dios y las indicaciones del verdadero amor: por tanto, con continua vigilancia y docilidad a Dios, de común acuerdo y compromiso, se formarán un juicio prudente" 17 . Más aún: "Los esposos, ministros de la vida y cooperadores de Dios, llenos de generosidad, con la cual no rechazan, al cumplir su deber, los sacrificios, guarden plenamente las leyes de la vida conyugal. Iluminados por la Revelación y dóciles al Magisterio examinarán asiduamente la voluntad de Dios al ordenar la vida conyugal, la cual voluntad de Dios se manifiesta a través de la naturaleza y el amor de sus dones"18. Al inicio del cuarto período, en el Aula se prosiguió la discusión sobre el texto preparado y, dado que la comisión había manifestado su propia mente, muchos padres, no viendo en el texto la claridad necesaria, pidieron que éste fuera todavía más preciso, de suerte que evitara toda apariencia de subjetivismo en una materia tan delicada19. Así, pues, se realizó una nueva redacción del texto (textus recognitus). En éste, aunque se afirmaba que el juicio sobre el número de los hijos correspondía en definitiva a los esposos, se decía de manera inequívoca que los cónyuges no podían proceder a su pro17 Constitutio pastoralls de Ecclesia in mundo huius temporis, pp. 49-50. 18 Ibid., p. 50. 19 Cf. Schema Constitutionis pastoralis de Ecclesia in mundo huius temporis. Textus recognitus cum relationibus, Pars II, Typis Polyglottis Vaticanis 1965, pp. 17-18. 16 pió arbitrio, sino que debían seguir su propia conciencia "ab ipsa lege divina iluminanda, dóciles erga Ecclesiae Magisterium, quod illa sub luce Evangelii authentice interpretatur". Es la primera vez que se alude expresamente al Magisterio de la Iglesia que interpreta la ley divina. En el párrafo siguiente, en el que se hablaba de la armonía que debía existir entre el amor conyugal y la responsable transmisión de la vida, se introdujo esta afirmación, que, con palabras diversas, recuerda la contenida en el párrafo del esquema precedente que arriba hemos citado: "La índole moral del modo de obrar, cuando se trata de armonizar el amor conyugal con la responsable transmisión de la vida, depende no sólo de la sincera intención y apreciación de los motivos, sino que debe ser determinada por criterios objetivos, fundados en la misma dignidad de la persona humana, de suerte que se observe el sentido de la donación y de la procreación humana en el contexto del verdadero amor. Formados (imbuti) en estos principios, los hijos de la Iglesia al regular los nacimientos no adopten procedimientos que hayan sido reprobados por el Magisterio"20. 20 Reproducimos el texto íntegro de esta nueva redacción. Lo negrito indica las modificaciones o los agregados al texto anterior, teniendo en cuenta las correcciones hechas por los Padres: "Matrimonium et amor coniugalis Indole sua ad prolem procreandam et educandam ordinantur. Unde verus amoris coniugalis cultus totaque vitate familiaris ratio inde oriens etiam eo tendunt, ut coniuges forti dispositi sint aa cooperandum cum amore Creatoris atque Salvatoris, qui per eos Suam familiam in dies dilatat et ditat. Matrimonium tamen, quamquam in prolem ordinatur, non est tantum ad procreationem institutum; sed ipsa Indoles foederis indissolubilis inter personas atque bonum prolis exigunt, ut mutuus etiam coniugum amor recto ordine exhibeatur, proficiat et maturescat. Ideo etsi proles, saepius tam optata, deficiat, matrimonium ut totius vitae consuetudo et communio perseverat, suumque valorem atque indissolubilitatem servat. In officio humanam vitam transmittendi atque educandi, quod tanquam propria eorum missio considerandum est, coniuges sciunt se cooperatores esse amoris Dei Creatoris eiusque veluti interpretes. Ideo humana et christiana responsabilitate suum munus adimplebunt ac docili erga Deum reverentia, communi consilio atque conatu, rectum iudicium sibi efformabunt, atten- 17 dentes tum ad suum ipsorum bonum, tum ad bonum Iiberorum, sive iam nati sint sive futuri praevideantur, dignoscentes temporum et status vitate condiciones tum paedagogicas tum oeconomicas, ac denique rationem servantes boni communitatis familiaris, societatis temporalis ipsiusque Ecclesiae. Hoc iudicium ipsi coniuges et nemo alius coram Deo ultimatim ferre debent. In sua vero agendi ratione coniuges christiani conscii sint se non ad arbitrium suum procedere posse, sed semper regi debere conscientia ab ípsa lege divina illuminanda, dóciles erga Ecclesiae Magisterium, quod illam sub luce Evangelii autentice interpretatur. Lex illa divina amoris coniugalis plenam significationem protegit et ad eiusdem vere humanam perfectionem impellit Ita fideles, divinae Providentiae confidentes et spiritum sacrificii excolentes, Creatorem glorificant atque perfectionem in Christo anhelant cum procreandi muñere generosa, humana atque christiana responsabilitate funguntur. Inter coniuges qui tali munerl sibi a Deo commisso satisfaciunt, peculiariter memorandi sunt illi qui, prudenti communique consilio, magno animo prolem congruenter educandam etiam numerosiorem suscipiunt. Qui omnes, suo quisque modo, conferunt ad mundi ornatum et ad Ecclesiae augmentum. S. Synodus novit coniuges, in vita coniugali harmonice ordinanda, saepe quibusdam hodiermis vitae condicionibus praepediri atque in circumstantiis versarl in quibus numerus prolis, saltem ad tempus, augeri nequit, et fidelis amoris cultus atque plena consuetudo vitae non sine difficultate conservantur Ubi autem íntima vita coniugalis abrumpitur, bonum fidei non raro in discrimen vocari et bonum prolis pessumdari possunt: tune enim educatio Iiberorum necnon fortis animus ad prolem ulteriorem suscipiendam periclitantur. Sunt qui his problematibus solutiones homine indignas afferre praesumunt, 1mmo ab occisione non abhorrent; at Ecclesia in memoriam revocat veram contradictionem inter divinas leges vitae transmittendae et germani amoris coniugalis fovendi adesse non posse. Deus enim, Dominus vitae, praecellens ministerium, servandi vitam hominibus commisit, humano modo adimplendum. Vita igitur in útero iam concepta maxima cura tuenda est; abortus necnon infanticidium nefanda sunt crimina. Facultas vero humana generandi, mirabiliter exsuperans ea quae in inferioribus vitae gradibus habentur, necnon ipsi actus vitae coniugali proprii, secundum germanam dignitatem humanam ordinati, magna observantia reverendi sunt. Indoles moralis igitur rationis agendi, ubi agitur de componendo amore coniugali cum responsabili vitae transmissione, non a sola sincera intentione et aestimatione motivorum pendet, sed obiectivis, criteriis, in eadem personae humanae dignitate fundatis, determinan debet, quae integrum sensum mutuae donationis ac humanae procreationis in contexto veri amoris observant. Quibus principiis imbuti, f ilii Ecclesiae, in procreatione' regulanda, ne vias ineant, quae a Magisterio improbantur. Omnibus vero compertum sit vitam hominum et munus eam transmittendi non ad hoc saeculum tantum perstringi ñeque eo tantum commensurari et intelligi posse sed ad aeternam h o m i n u m d e s t i n a t i o n e m s e m p e r respicere". Ibid., pp. 8-9. 18 Conciencia y Magisterio Siguió la votación del esquema, y los modos propuestos fueron bastante numerosos 21 . Se deseaba totavía mayor puntualización. Los padres consideraban el texto "teológicamente inmaduro, equívoco y reticente en algunas cosas esenciales"22. Respondió la Comisión que no era deber suyo resolver todas y cada una de las cuestiones que podían plantearse en esta materia, sobre todo porque el Papa había constituido para esto una Comisión particular; de todas maneras, el texto destacaba bien el carácter sagrado del matrimonio, del amor (en consonancia con la encíclica de Pío XI "Casti connubii" de la fecundidad, además de muchos deberes y derechos inherentes a la vida matrimonial y familiar 23 . 21 Cf. Schema Constitutionis pastoralis de Ecclesia in mundo huius temporis. Expensio modorum partís secundae, Typis Polyglottis Vaticanis 1965, pp. 7-44. La Comisión hace notar que sedulo ac reverenter tiene en cuenta los pareceres expresados por el Sumo Pontífice, a través del Cardenal Secretario de Estado. 22 "Dúo Patres aestimant totum caput adhuc theologice immaturum, aequivocum et reticens in quibusdam essentialibus remanere: insistit praevalenter et quasi unice in amore coniugali et in donatione personali, quod, aiunt, non correspondet modo loquendi Ecclesiae inde ab antiquissimis temporibus usque ad Ene. Casti connubii et ad Pium XII, Ioannem XXIII et Paulum VI. Si caput tamen approbari debeat, quaeritur ab his Patribus ut saltem revideatur, loquendo modo claro de hierarchia finium, de intrínseca malitia onanismi (ita etiam 20 alii Patres), de mediis inhonestis quibus proles impeditur, de validitate matrimonii etiam ubi amor deest, de personali et mutua donatione iurium et officiorum matrimonio propriorum" Schema Constitutionis pastoralis de Ecclesia in mundo huius temporis. Expensio medorum partis secundae, p. 7. 23 "Quia agitur hic de Modo generali, responsum non ad particularia descendere debet, quae ceteroquin in subsequentibus Modis tractanda edunt. Patet textum receptum non omnia problemata solvere; ipse tamen characterem sacrum matrimonii, amoris et foecunditatis necnon plura officia et iura, quae vitam matrimonialem et familiarem spectant, claro et opportuno modo, tum pro christifidelibus tum pro ceteris ómnibus, in lucem ponit. Notetur insuper praestantiam amoris iam claris verbis in Ene. Casti connubii doceri (A.A.S., 22, 1930, pp. 547-548). Ceteroquin in num. 51 pag. 6, linn. 3-7 expresse affirmatur S. Synodum intendere "quaedam (tantum) doctrinae Ecclesiae capita in clariorem lucem ponere"; tractatio completa, ut scitur, Pontificae Commissioni demandata fuit". Ibid., pp. 7-8. 19 En el texto corregido, con la inserción de los modos aceptados (textus denuo recognitus) 24 , se recogía la doctrina anteriormente expuesta, destacando aún más que la prole es el don más precioso del matrimonio y cambiando la expresión "conscientia ab ipsa lege divina iluminanda" con la otra más precisa "conscientia ipsi legi divinae conformanda", a la que seguían las otras palabras: "dóciles erga Ecclesiae Magisterium", etc. En el párrafo siguiente, que hablaba, como hemos dicho, de la armonía entre el amor conyugal y la transmisión responsable de la vida humana, se introdujeron expresiones precisas; a saber, que los criterios objetivos que determinaban la licitud de las relaciones sexuales debían tomarse de la naturaleza de la persona y de la naturaleza de los actos de la misma (en el texto anterior no se hacía mención de tales actos); que el sentido total de la donación y de la procreación no podía concebirse sin un culto sincero de la castidad conyugal; que a los hijos de la Iglesia ("apoyados en estos principios", y no solamente formados en ellos, como se decía en el texto precedente) no les era lícito (por tanto, no se trataba de una recomendación, como podía parecer antes) adoptar procedimientos reprobados por el Magisterio al interpretar la ley divina (estas últimas palabras faltaban en el texto precedente). Finalmente, ante la perplejidad de algunos padres, que temían que el texto pudiera ser interpretado en desacuerdo con la doctrina del precedente Magisterio, para evitar toda duda ulterior la Comisión añadió una nota que recogía los principales actos del Magisterio a los que el texto se refería. Son la encíclica de Pío XI "Casti connubii", la alocución de Pío XII a las comadronas del 29 de octubre de 1951, y el discurso de Pablo VI a los cardenales, del 23 de julio de 1964. En la misma nota se indicaba que para resolver algunas cuestiones particulares Pablo VI había constituido 24 c f . Schema Constitutionis pastoralis de Ecclesia in mundo huius temporis. Textus et correctiones admissae necnon expensio modorum, Typis Polyglottis Vaticanis 1965, pp. 45 ss. 20 una Comisión especial: "Para que cuando ésta haya cumplido con su cometido, el Sumo Pontífice dé su juicio"25. El texto aprobado y promulgado Reproducimos íntegramente el texto "denuo recognitum", con la introducción de los modos, que van en cursiva. "Núm. 50. El matrimonio y el amor conyugal están ordenados, por su naturaleza, a la procreación y educación de la prole. Los hijos, en efecto, son el más precioso don del matrimonio y contribuyen en gran manera al bien de los mismos esposos. Dios, que dijo: "No es bueno que el hombre esté solo" (Gén., 2,18) y "que creó al principio al hombre macho y hembra" (Mt. 19,4), queriendo comunicar al hombre una especial participación en su obra creadora, bendijo al hombre y a la mujer, diciéndoles: "Creced y multiplicaos" (Gén., 1,28). En consecuencia, el verdadero culto del amor conyugal en toda la estructura familiar que nace, sin descuidar los otros fines del matrimonio, tienden a hacer a los esposos disponibles para cooperar valientemente con el amor del Creador y del Salvador, que por medio de ellos continuamente aumenta y enriquece su familia. Los esposos sepan que son cooperadores del amor de Dios Creador y como sus intérpretes en el deber de transmitir la vida humana y de educarla, que debe ser considerado como su propia misión. 25 "In adnotatione sequentia inducentur documenta: Cf. Ene. Casti connubii: A.A.S., 22 (1930). Denz. 3716-3718; Oratio Pii XII ad obstetrices habita: A.A.S., 43 (1951); Allocutio Pauli VI ad E mos Patres Purpuratos: A.A.S., 56 (1964) 531-539. Sequens nota ipsis addatur: "Quaedam quaestiones quae allis et diligentioribus investigationibus indigent, iussu Summi Pontificis, Commissioni pro studio populationis, familiae et natalitatis traditae sunt, ut postquam illa munus suum impleverit, S. Pontifex iulicium ferat. Sic stante doctrina Magisterii, S. Synodus solutiones concretas inmmediate proponere non intendit". Ibid, p. 39. 21 Por esto cumplirán su deber con humana y cristiana responsabilidad, y con dócil reverencia hacia Dios, con reflexión y compromiso común, se formarán un recto juicio, teniendo en cuenta su propio bien personal y el de los hijos, tanto de los ya nacidos como de los que se prevé que nacerán, valorando las condiciones de vida material y espiritual del propio tiempo y de su situación, y, finalmente, teniendo en cuenta el bien de la comunidad familiar, de la sociedad temporal y de la misma Iglesia. Este juicio, en un último análisis, lo deben formular, delante de Dios, los mismos esposos. Pero en su línea de conducta los cónyuges cristianos sean conscientes de que no pueden proceder a su arbitrio, sino que deben siempre regirse por una conciencia que debe estar de acuerdo con la misma ley divina, dóciles al Magisterio de la Iglesia, que de modo auténtico interpreta aquella ley a la luz del Evangelio. Esta ley divina manifiesta el pleno significado del amor conyugal, lo salvaguarda y lo eleva hacia su perfección verdaderamente humana. Así los esposos cristianos, cumpliendo su función de procrear con generosa, humana y cristiana responsabilidad, confiando en la Divina Providencia y cultivando el espíritu de sacrificio, glorifican al Creador y tienden, en Cristo, a la perfección. Entre los cónyuges que de esta manera cumplen la misión que les ha confiado Dios hay que mencionar de manera particular aquellos que, con decisión prudente y de común acuerdo, aceptan de corazón un gran número de hijos que puedan educar convenientemente. El matrimonio, sin embargo, no ha sido solamente instituido para la procreación, sino que su mismo carácter de pacto indisoluble entre personas y el bien de los hijos exigen que también el mutuo amor de los esposos tenga sus justas manifestaciones, se desarrolle y llegue a la madurez. Y por esto, aunque la prole, frecuentemente deseada de una manera tan viva, no se tenga, el matrimonio perdura como relación y comunión de toda la vida y conserva su valor y su indisolubilidad". 22 "Núm. 51. El Concilio sabe que frecuentemente los esposos al dar un orden armonioso a la vida conyugal encuentran obstáculos en algunas conducciones de la vida de hoy, y se hallan, en las circunstancias actuales, en la imposibilidad de aumentar, por un tiempo determinado, el número de los hijos, y no sin dificultad se puede conservar la fidelidad del amor y la plena comunidad de vida. Allí donde efectivamente se ha interrumpido la intimidad de la vida conyugal no es raro que la fidelidad corra peligro y pueda llegar a verse comprometido el bien de los hijos; en tal caso, está en peligro también la educación de los hijos y el valor para aceptar otros. No falta quien presume dar a estos problemas soluciones no honestas; más aún, no rechazan ni siquiera la muerte del feto; pero la Iglesia recuerda que no puede haber verdadera contradicción entre las leyes divinas de la transmisión de la vida y las que favorecen el auténtico amor conyugal. En efecto, Dios, dueño de la vida, ha confiado a los hombres la altísima misión de proteger la vida: misión que debe ser cumplida de una manera digna del hombre. Por esto la vida debe ser protegida con el máximo de cuidado desde el mismo momento de la concepción: el aborto como el infanticidio son delitos abominables. La índole sexual del hombre y la facultad humana de engendrar son maravillosamente superiores a cuanto sucede en los estadios inferiores de la vida; por esto los actos específicos de la vida conyugal, ordenados según la verdadera dignidad humana, deben ser respetados con gran estima. Cuando se trata de poner de acuerdo el amor conyugal con la transmisión responsable de la vida, la moralidad de lá conducta no depende solamente de la sincera intención y de la valoración de los motivos, sino que debe ser determinada según criterios objetivos, tomados de la naturaleza misma de la persona y de sus actos, que respetan, en un contexto de verdadero amor, el significado integral de la mutua entrega y de la procreación humana, y todo esto 23 no es posible si no se cultiva con ánimo sincero la virtud de la castidad conyugal. A los hijos de la Iglesia, fundados en estos principios, al regular la procreación no les es licito seguir caminos que el Magisterio, al explicar la ley divina, condena". Los principios afirmados "Sea claro para todos que la vida humana y el deber de transmitirla no están limitados a este tiempo, no se pueden medir y comprender solamente en este mundo, sino que tienen relación con el destino eterno de los hombres". Cuando se alude al Magisterio se reproduce la nota introducida, como hemos dicho, por la Comisión conciliar. El texto así redactado (con la única modificación al principio del número 51, en el que se lee: "versari posse" —se pueden encontrar— más bien que "versari" —se encuentran—), fue aprobado y promulgado en la sesión pública del 7 de diciembre de 196526. El proceso de la Constitución pastoral "Gaudium et Spes", en materia de fecundidad matrimonial, muestra claramente que se han afirmado constantemente los siguientes principios: 1) El matrimonio y el amor conyugal tienden, por su naturaleza, a la procreación y a la educación de la prole, la cual es el más grande don de Dios y la mejor corona de la unión conyugal; 2) Corresponde a la conciencia de los esposos dar el último y definitivo juicio sobre el número de la prole; 26 cí. Ss. Concilium Oecumenicum Vaticanum II: Constitutiones, Decreta, Declarationes, cura et studlo Secretarle Generalis Concilii Oecumenici Vaticani II, Typis Polyglottis Vaticanis 1966, pp. 737 ss. 24 3) La conciencia de los esposos debe formarse según la norma de moralidad; 4) En la valoración moral del acto procreador es necesario tener presente la naturaleza misma del acto y sus finalidades intrínsecas; 5) La norma objetiva de la moralidad está constituida por la ley de Dios, de la cual es fiel intérprete el Magisterio de la Iglesia, en cuyo vértice puso Cristo al Sumo Pontífice27. 6) El Magisterio de la Iglesia en esta materia viene señalado y concretado con la indicación de los principales documentos de Pío XI (encíclica "Casti connubii", del año 1930) de Pío XII (alocución a las comadronas en el año 1951) y de Pablo VI (discurso a los cardenales en el año 1964). Son precisamente estos principios, que se repiten en la encíclica "Humanae vitae". Por todo ello, la 27 Traemos a colación todo cuanto se ha dicho acerca de la conciencia y su formación en la Constitución pastoral Gaudium et Spes. (16) "En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer, y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, advirtiéndole que debe amar y practicar el bien y que debe evitar el mal: haz esto, evita aquello. Porque el hombre- tiene una ley escrita por Dios en su corazón en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado personalmente. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla. Es la conciencia la que de un modo admirable da a conocer esa ley, cuyo cumplimiento consiste en el amor a Dios y al prójimo. La fidelidad a esta conciencia une a los cristianos con los demás hombres para buscar la verdad y resolver con acierto los numerosos problemas morales que se presentan al individuo y a la sociedad. Cuanto mayor es el p r e d e f i n i ó de la recta conciencia, tanto mayor seguridad tienen las personas y las sociedades para apartarse del ciego capricho y para someterse a las normas objetivas de la moralidad. No rara vez, sin embargo, ocurre que yerre la conciencia por ignorancia invencible, sin que ello suponga la pérdida de su dignidad. Cosa que no puede afirmarse cuando el hombre se despreocupa de buscar la verdad y el bien y la conciencia se va progresivamente entenebreciendo por el hábito del pecado". 25 encíclica no solamente no defrauda las esperanzas de la "Gaudium et Spes", sino que está perfecta consonancia con la doctrina expuesta en la Constitución : doctrina que es aclarada y profundizada de manera auténtica por el Sumo Pontífice, precisamente según los votos y deseos expresados por los padres del Concilio. ("L'Osservatore Romano" del 10 de octubre de 1968.) 26