(Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. 2000; 47: 281-286) ORIGINALES Factores de riesgo de mortalidad de los pacientes quirúrgicos graves S.C. López Águilaa, M. Diosdado Iraola Ferrerb, F.C. Álvarez Lib, E. Dávila Cabo de Villac y M.C. Álvarez Barzagad Hospital Universitario Dr. Gustavo Aldereguía Lima. Cienfuegos. Cuba. Resumen OBJETIVO. Determinar los factores de riesgo de la mortalidad de los pacientes quirúrgicos graves. MATERIAL Y MÉTODOS. Se incluyó a los 211 pacientes operados, independientemente del tipo de intervención quirúrgica practicada, que ingresaron durante el período de tiempo de un año en la unidad de cuidados intensivos (UCI). Se realizó un estudio de corte transversal, ambispectivo (retrospectivo en cuanto a las observaciones pre e intraoperatorias y prospectivo en cuanto a las observaciones en la UCI). Se analizaron variables correspondientes a las etapas pre, intra y postoperatoria. Se realizó un análisis univariado y se calculó el riesgo relativo con un intervalo de confianza (IC) del 95%. También se realizó un análisis multivariado calculándose la odds ratio (OR) ajustada, así como los intervalos de confianza del 95%. El punto final de la medición fue la mortalidad en la UCI. RESULTADOS. Las variables que constituyeron factores de riesgo independientes para la mortalidad fueron: edad igual o mayor de 60 años (OR: 2,8; IC del 95%: 1,36-5,09), estado físico 5, según la clasificación de la American Society of Anesthesiologists (OR: 9,66; IC del 95%: 5,62-14,31), cirugía intracraneal para tratamiento del trauma craneoencefálico grave (OR: 5,33; IC del 95%: 3,089,47), shock hemorrágico intraoperatorio (OR: 5,20; IC del 95%: 4,16-8,29), hipotensión arterial intraoperatoria (OR: 4,0; IC del 95%: 2,78-11,65), índice APACHE III en el momento del ingreso en UCI (OR: 9,29; IC del 95%: 3,6221,38), síndrome de disfunción orgánica múltiple (OR: 7,96; IC del 95%: 3,73-13,92), y paro cardiorrespiratorio en la UCI (OR: 5,85; IC del 95%: 2,21-10,43). El índice APACHE III evidenció una elevada sensibilidad (87%) y valor predictivo positivo (96%). CONCLUSIONES. Los pacientes quirúrgicos graves continúan siendo una causa importante de ingreso y mortalidad en la UCI. Las variables consideradas en el estudio fueron suficientes para explicar el desenlace final de los a Especialista de I Grado en Anestesiología y Reanimación. bEspecialista de I Grado en Medicina Interna. Verticalizado en Medicina Intensiva. cEspecialista de II Grado en Anestesiología y Reanimación. Instructor. dEspecialista de I Grado en Anestesiología y Reanimación. Verticalizado en Medicina Intensiva. Correspondencia: Dr. M. Diosdado Iraola Ferrer. Avda. 52, N.o 6501 B. Entre 65 y 67. Cienfuegos 2. Cuba. Correo electrónico: [email protected] Aceptado para su publicación en mayo del 2000. pacientes, por lo que se pudieron determinar los factores de riesgo para la mortalidad de los pacientes quirúrgicos admitidos en la UCI. Palabras clave: Unidad de cuidados intensivos. Morbilidad. Mortalidad. Pacientes quirúrgicos graves. Factores de riesgo. Mortality risk factors in critically ill postoperative patients Summary OBJECTIVE. To determine mortality risk factors for critically ill postoperative patients. PATIENTS. Two hundred eleven patients undergoing any type of surgery admitted to the intensive care unit (ICU) over a period of one year were enrolled. METHOD. We performed a cross-sectional study that was retrospective for pre- and intraoperative observations and prospective for ICU observations. A univariate analysis was performed and relative risk (95% CI) was calculated. Multivariate analysis was also performed and the adjusted odds ratio calculated (95% CI). The end point of measurement was death in the ICU. RESULTS. The independent risk factors for mortality were age 60 years (OR: 2.8; 95% CI 1.36-5.09), physical status ASA-V (OR: 9.66; 95% CI 5.62-14.31), intracranial surgery to treat severe head injury (OR: 5.33; 95% CI 3.08-9.47), hemorrhagic shock during surgery (OR: 5.20; 95% CI 4.16-8.29), arterial hypotension during surgery (OR: 4.0; 95% CI 2.78-11.65), APACHE III score upon admission to the ICU (OR: 9.29; 95% CI 3.6221.38), multiple organ dysfunction syndrome (OR: 7.96; 95% CI 3.73-13.92), and cardiopulmonary arrest in the ICU (OR: 5.85; 95% CI 2.21-10.43). The APACHE III score demonstrated high sensitivity (87%) and positive predictive value (96%). CONCLUSIONS. Surgical patients in critical condition continue to account for a large number of admissions to and death in the ICU. The variables analyzed were sufficient to explain patient outcome, such that risk factors for mortality in surgical patients admitted to the ICU could be determined. Key words: Intensive care unit. Morbidity. Mortality. Critical surgical patients. Risk factors. 281 Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. Vol. 47, Núm. 7, 2000 Introducción La supervivencia o la muerte de los pacientes en una unidad de cuidados intensivos (UCI) depende del equilibrio dinámico entre la magnitud de la enfermedad y la suficiencia de las respuestas fisiológicas protectoras, esenciales para conservar el aporte de sustratos y el medio interno necesarios para el metabolismo y la función celular de todo el cuerpo1. Los criterios clínicos de admisión en las UCI han variado a la par del desarrollo alcanzado en las mismas, resultado del progreso en el conocimiento fisiopatológico y terapéutico del enfermo crítico2. Sin embargo, los pacientes operados graves han supuesto un motivo indiscutible para recibir asistencia intensiva, pues constituyen un sistema complejo que puede ser evaluado por un determinado número de variables fisiológicas en una UCI3. En la última década se refiere un aumento creciente de las cifras de pacientes operados que requieren ingreso en una UCI, a la vez que éstos influyen notablemente en los patrones de mortalidad de los enfermos en estado crítico4. Así, por ejemplo, en 1995, en un estudio realizado por Barie se encontró que los pacientes operados ocupaban la tercera causa de ingreso en la UCI, con una mortalidad de un 19%5. En nuestro hospital en 1991 los operados representaron el 16,4% del total de pacientes ingresados en la UCI, con una mortalidad de un 18,7%, mientras que en 1995 fueron el 21,4%, con una mortalidad de un 16,9%. La evolución postoperatoria de los pacientes operados graves, aunque estrechamente relacionada con el grado de deterioro de sus funciones vitales y la prontitud del restablecimiento del equilibrio de las mismas, está fuertemente influenciada por las características del proceder anestésico al que son sometidos5. En la actualidad, a pesar del notable desarrollo alcanzado por la anestesiología en cuanto a novedosos procederes y agentes anestésicos, así como a técnicas de reanimación, la anestesia continúa siendo un elemento decisivo en la evolución de los pacientes intervenidos quirúrgicamente6. Valorar el riesgo en anestesia supone más que simplemente evaluar a un paciente previamente a la cirugía y definir un plan anestésico, que se presume que disminuirá la morbilidad y la mortalidad relacionadas con el proceder anestésico7. El papel del anestesiólogo se extiende a todo el perioperatorio y la disminución del riesgo depende de sus acciones durante este período y de la interrelación que se tenga con los demás componentes del universo operatorio. Por todas las razones antes expuestas hemos decidido realizar este estudio con el objetivo de determinar los factores de riesgo de la mortalidad de los pacientes quirúrgicos graves admitidos en la UCI. Material y métodos Se incluyeron en el estudio los 211 pacientes de 15 años o más de edad operados, independientemente del tipo de intervención quirúrgica practicada, procedentes de la unidad quirúrgica que ingresaron en la UCI entre septiembre de 1996 y agosto de 1997. Se realizó un estudio de corte transversal, ambispectivo (retrospectivo en cuanto a las observaciones pre e intraoperatorias y prospectivo en cuanto a las observaciones en la UCI). 282 Se incluyeron diferentes variables clínicas y anestésicas que fueron agrupadas teniendo en cuenta las tres etapas –pre, intra y postoperatoria– por las que transcurre el manejo de estos pacientes. – Etapa preoperatoria. Esta etapa comprendió la evaluación realizada a los pacientes en la consulta preanestésica para la cirugía electiva. En los pacientes operados de urgencia se tuvo en cuenta la evaluación realizada por el anestesiólogo en el quirófano, momentos antes de la intervención quirúrgica. Entre las variables seleccionadas se encontraban: el sexo, estado físico según la clasificación de la American Society of Anesthesiologists (ASA)8 y tipo de cirugía (electiva o de urgencia). – Etapa intraoperatoria. Comprendió desde el comienzo del acto anestésico hasta el traslado a la UCI. Las variables analizadas fueron las siguientes: localización anatómica de la cirugía, método anestésico empleado (anestesia general, anestesia regional o anestesia combinada –anestesia general endotraqueal más anestesia peridural continua–), tiempo quirúrgico, complicaciones (aquellas que tuvieron lugar durante la permanencia del paciente en el quirófano y que fueron diagnosticadas por el anestesiólogo) y transfusión de hemoderivados (concentrado de hematíes y/o plasma). – Etapa postoperatoria. Comprendió desde que el paciente fue ingresado en la UCI hasta el momento del alta de la misma. Se consideraron las siguientes variables: índice APACHE III en el momento del ingreso, complicaciones, estadificación, alta (vivo o fallecido). Específicamente para la definición de la presencia o ausencia de las complicaciones se tuvieron en cuenta los criterios diagnósticos del colectivo médico de la UCI que fueron recogidos en el expediente clínico de cada enfermo. Los criterios diagnósticos de sepsis y síndrome de disfunción orgánica múltiple (SDOM) utilizados fueron los propuestos y publicados por Bone9 y Knaus et al10, respectivamente. Se consideró como punto final de la medición la mortalidad en la UCI. Los datos referentes a las etapas pre e intraoperatoria se obtuvieron de forma retrospectiva a través del protocolo de anestesia. La información de la etapa postoperatoria se obtuvo de forma prospectiva en la UCI, utilizando el expediente clínico y según la evolución de los enfermos. Los datos fueron tratados estadísticamente mediante el software Epi Info 6.0. Los resultados de la mortalidad fueron expresados en números absolutos y porcentajes, también en medias y desviación estándar cuando fue posible. Para medir el grado de asociación entre las variables escogidas con el punto final de la medición, el fallecimiento, se realizó un análisis univariado de cada una de ellas, determinando el riesgo relativo (RR), con un intervalo de confianza (IC) del 95%. Este análisis abarcó la selección de una categoría referencial para cada variable, que reflejara la mejor situación clínica, de modo que el factor menos invasivo o el de menor mortalidad tuviera RR = 1. En el caso de las enfermedades asociadas, la localización de la cirugía y las complicaciones intra y postoperatorias, para calcular el RR se consideró como categoría referencial la no presencia de enfermedades asociadas, la localización de la cirugía diferente a la analizada y la no presencia de las complicaciones, respectivamente. En relación con el índice APACHE III, se calculó el valor del índice y se determinó la sensibilidad, especificidad, valor predictivo positivo (VPP) y valor predictivo negativo (VPN), para lo que se tomó como punto de corte, por convención de los autores, los 50 puntos, a partir del conocimiento previo de que la media del índice en nuestra serie fue de 47,31 puntos. Para determinar los factores de riesgo independientes, se realizó, además, un análisis multivariado en el programa estadístico SPSS (Statistical Package for Social Sciences) versión 6.01, a través de S.C. LÓPEZ ÁGUILA ET AL.– Factores de riesgo de mortalidad de los pacientes quirúrgicos graves TABLA I Factores de riesgo para la mortalidad de los pacientes quirúrgicos en la unidad de cuidados intensivos. Análisis univariado Factores de riesgo Etapa preoperatoria Edad ≥ 60 años Estado físico ASA 5 Etapa transoperatoria Cirugía intracraneal* Tiempo quirúrgico > 4 h Presencia de complicaciones Shock hemorrágico Hipotensión arterial Transfusión de hemoderivados Etapa postoperatoria Índice APACHE III ≥ 50 puntos Presencia de complicaciones Síndrome de disfunción orgánica múltiple Paro cardiorrespiratorio Sepsis Shock séptico Coma Reintervención quirúrgica Insuficiencia renal aguda Insuficiencia respiratoria aguda Shock hipovolémico Total n Fallecidos n (%) RR IC del 95% p 12 (19) 7 (70) 2,92 8,63 1,41- 6,07 2,71-27,49 0,03 0,00 14 46 140 24 26 115 8 (57,1) 15 (32,6) 27 (19,3) 15 (62,5) 8 (30,8) 24 (20,9) 4,89 3,36 3,42 7,30 2,47 2,86 2,70- 8,87 1,80- 6,28 1,25- 9,40 4,16-12,81 1,23- 4,94 1,29- 6,35 0,00 0,00 0,00 0,00 0,01 0,00 85 76 11 27 (31,8) 31 (40,8) 11 (100) 10,01 8,06 10,00 3,63-27,57 4,09-15,88 6,60-15,16 0,00 0,00 0,00 11 41 5 5 28 10 11 53 10 (90,9) 17 (41,5) 3 (60) 3 (60) 10 (37,5) 4 (40) 4 (36,4) 13 (24,5) 8,66 5,03 4,41 4,41 3,11 2,98 2,69 2,15 5,54-13,52 2,71- 9,36 1,99- 9,77 1,99- 9,77 1,64- 5,90 1,29- 6,87 1,14- 6,35 1,13- 4,09 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,02 0,03 0,01 63 10 El resto de las variables seleccionadas alcanzaron valores de RR estadísticamente no significativos. *Cirugía intracraneal para tratamiento del trauma craneoencefálico grave. un modelo de regresión logística múltiple y se calculó la odds ratio (OR) ajustada, así como los IC del 95%. Tanto en el análisis univariado como en el multivariado, el resultado fue considerado significativo cuando el valor de p fue menor de 0,05 y muy significativo cuando fue menor de 0,01. Resultados En el período de tiempo que comprendió el estudio ingresaron en la UCI 639 enfermos, de los que el 33% (211 pacientes) eran quirúrgicos. La mortalidad de la serie fue de un 14,7% (31 pacientes) y la media de la edad fue de 38,4 ± 16,9 años en los fallecidos y de 37,7 ± 13,6 en los vivos sin encontrarse diferencias estadísticamente significativas entre ambos valores. Análisis univariado En la tabla I se presentan aquellas variables del pre, intra o postoperatorio que resultaron significativas desde el punto de vista estadístico. Variables preoperatorias. La mortalidad fue mayor en los pacientes de 60 años o más de edad (RR = 2,92). De los pacientes fallecidos hubo un 16,8% de mortalidad en el sexo masculino, y un 12% en el sexo femenino, diferencia que no fue estadísticamente significativa. Predominaron los pacientes operados de urgencia (57,8%) con relación a los operados en cirugía electiva. La mortalidad también fue mayor en este grupo de enfermos (18%), pero no hubo diferencias estadísticamente significativas (p = 0,10). Hubo predominio de los pacientes con estado físico ASA 1, 2, 3, pero la mortalidad fue francamente mayor en los pacientes con estado físico ASA 5 (70%), que tuvieron un RR de muerte superior que el resto de los enfermos (RR = 8,63). Variables intraoperatorias. El mayor número de procederes quirúrgicos tuvo localización abdominal, pero la mortalidad fue mayor en los pacientes sometidos a intervenciones intracraneales para tratamiento de traumatismos craneoencefálicos (TCE) graves (57,1%), constituyendo un factor de riesgo individual muy significativo para la mortalidad (RR = 4,89). El método anestésico más empleado fue la anestesia general aplicada a 187 pacientes, seguido por los métodos anestésicos regional y combinado. La mayor mortalidad se observó cuando las operaciones se prolongaron más de 4 h (32,6%), resultado que constituyó un factor de riesgo individual muy significativo para la muerte de los enfermos (RR = 3,36). La aparición de complicaciones en el período intraoperatorio se asoció a una mayor mortalidad (19,3%), con un RR elevado (RR = 3,42). En los pacientes complicados, la mortalidad más elevada se presentó entre los que desarrollaron shock hemorrágico (62,5%). La hipotensión arterial también constituyó un factor de riesgo individual significativo para la mortalidad postoperatoria (RR = 2,47). Las restantes complicaciones que se presentaron en nuestros enfermos (hipertensión arterial, desequilibrio ácido-básico, arritmias cardíacas y broncospasmo) no se asociaron de forma estadística con una mayor mortalidad. La transfusión de hemoderivados en el período intraoperatorio también se asoció con una mayor mortalidad (20,9%) y se correlacionó de forma muy significativa con la muerte de los pacientes estudiados (RR = 2,86). Variables postoperatorias. Los pacientes fallecidos presentaban, en el momento del ingreso en la sala, un índice 283 Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. Vol. 47, Núm. 7, 2000 TABLA II Factores de riesgo para la mortalidad de los pacientes quirúrgicos en la unidad de cuidados intensivos. Análisis multivariado Factores de riesgo Total n Fallecidos n (%) Edad Estado físico ASA 5 Cirugía intracranealc Shock hemorrágico transoperatorio Hipotensión arterial transoperatoria Índice APACHE III Síndrome de disfunción orgánica múltiple en la UCI Paro cardiorrespiratorio en la UCI 211 10 14 24 26 85 11 31 (14,7) 7 (70) 8 (57,1) 15 (62,5) 8 (30,8) 27 (31,8) 11 (100) 11 10 (90,9) RR (OR ajustada) IC del 95% p 2,8a 9,66 5,33 5,20 4,0 9,29b 7,96 1,36- 5,09 5,62-14,31 3,08- 9,47 4,16- 8,29 2,78-11,65 3,62-21,38 3,73-13,92 0,00 0,00 0,02 0,02 0,04 0,00 0,00 5,85 2,21-10,43 0,01 El resto de las variables seleccionadas alcanzaron valores de RR estadísticamente no significativos. aOR por año. bOR por cada 10 puntos. cCirugía intracraneal para tratamiento del trauma craneoencefálico grave. APACHE III significativamente mayor que el que presentaban los pacientes que regresaron vivos (71,67 ± 21,66 puntos en fallecidos frente a 43,11 ± 16,02 puntos en vivos). Los pacientes que al ingresar en la UCI tenían un índice APACHE III ≥ 50 puntos tuvieron una mortalidad mucho mayor (31,8%) y un RR de muerte más elevado (RR = 10,01). Además, es de destacar que al punto de corte escogido (50 puntos) el índice mostró una sensibilidad y un elevado VPN (el 87 y el 96, respectivamente), mientras que la especificidad y el VPP fueron del 76 y el 31%. Los pacientes que desarrollaron complicaciones durante su estancia en la UCI presentaron una mortalidad de un 40,8%, y todos los fallecidos pertenecían al grupo de los pacientes complicados en esta unidad, por lo que la presencia de complicaciones constituyó un factor de riesgo individual muy significativo para la muerte (RR = 8,06). Dentro de éstas, la más frecuente fue el shock hipovolémico (25,1%), seguida por la sepsis y la reintervención quirúrgica. Sin embargo, la mayor mortalidad se produjo en los pacientes que desarrollaron síndrome de disfunción orgánica múltiple (SDOM) y paro cardiorrespiratorio (PCR) (el 100 y el 90,9%, respectivamente), complicaciones que además comportaron los mayores RR de muerte en la UCI. Todas las complicaciones desarrolladas por los pacientes en la UCI constituyeron factores de riesgo individuales significativos para la muerte de los mismos. Análisis multivariado discriminante (tabla II) En la tabla II aparecen las variables que constituyeron factores de riesgo independientes para la mortalidad quirúrgica en la UCI. En la etapa preoperatoria, resultaron significativos la edad, que por cada año más se asoció a un RR de 2,8, y el estado físico ASA 5 (RR = 9,66). En la etapa intraoperatoria las variables asociadas significativamente con un mayor riesgo de mortalidad en la UCI fueron: la cirugía intracraneal para tratamiento del TCE grave (RR = 5,33), la ocurrencia de shock hemorrágico (RR = 5,20) y la hipotensión arterial (RR = 4). Durante la etapa postoperatoria en la UCI las variables que constituyeron factores de riesgo independientes fueron: el índice APACHE III, que por cada 10 puntos más el riesgo se incrementaba 9,29 veces, el desarrollo de SDOM (RR = 7,96) y el PCR (RR = 5,85). El resto 284 de las variables no se asociaron significativamente con la mortalidad al realizarse este tipo de análisis estadístico. Discusión A pesar de los resultados antes señalados, consideramos que nuestro estudio tiene algunas limitaciones que deben ser tenidas en cuenta en el momento de analizar los resultados. Entre ellas podemos citar que sólo se incluyó a 211 pacientes por ser nuestra UCI polivalente y, por tanto, ésta admite otros pacientes además de los quirúrgicos, y por limitarse la duración del estudio a solamente un año. Además, se obtuvieron intervalos de confianza excesivamente altos en algunas de las variables estudiadas. Los pacientes operados graves continúan siendo motivo indiscutible de ingreso en las UCI, para recibir tanto vigilancia como tratamiento intensivo. Los resultados de nuestro estudio corroboran la situación antes mencionada y coinciden con los resultados informados en otros estudios. Así, por ejemplo, en un estudio multicéntrico realizado en 15 UCI de la región norte del Reino Unido, que incluyó a 12.760 pacientes quirúrgicos, se observó una mortalidad del 32,5%11. En cuanto a las variables preoperatorias, la cirugía de urgencia –que en nuestro estudio no se asoció de forma estadísticamente significativa con la mortalidad– supone un mayor riesgo de muerte perioperatoria que la cirugía electiva. La hipovolemia, el estómago lleno, los trastornos hidroelectrolíticos y del equilibrio ácido básico, los traumatismos de áreas vitales, entre otros factores, determinan su mayor riesgo perioperatorio12. Varios estudios sobre pacientes quirúrgicos han referido un aumento de la mortalidad en función de la clasificación ASA, siendo considerada por algunos autores como un factor de riesgo independiente en la predicción de la muerte, variando la mortalidad de una clase a otra de la siguiente forma: un 17,1% en la clase I; un 117,6% en la clase 2; un 21,1% en la clase 3; un 34,6% en la clase 4, y un 100% en la clase 513. En relación con las variables intraoperatorias, encontramos que la localización intracraneal de la cirugía, absolutamente relacionada en nuestro estudio con TCE, se asoció individualmente de manera significativa con la mortalidad de S.C. LÓPEZ ÁGUILA ET AL.– Factores de riesgo de mortalidad de los pacientes quirúrgicos graves los pacientes. Otros autores plantean que es probable que en cerca de la mitad de los fallecidos por traumatismos en general, la causa de muerte sea un TCE grave14. El tiempo quirúrgico superior a 4 h comportó también una mayor mortalidad, y existe prácticamente consenso universal en que al prolongarse el tiempo operatorio se hace más favorable la aparición de complicaciones intraoperatorias que dificultan el tratamiento y que ensombrecen la evolución y el pronóstico de estos pacientes, sobre todo en el período postoperatorio. Por otra parte, una intervención quirúrgica prolongada supone la realización de una cirugía de gran envergadura o la complicación de una intervención inicialmente sencilla, lo que también aumenta el riesgo operatorio. La hemorragia durante el período intraoperatorio ha sido identificada por varios autores como un factor de riesgo independiente para la mortalidad intra y postoperatoria. La hemorragia aguda intraoperatoria, que muchas veces ha comenzado antes del inicio de la intervención quirúrgica, conlleva un estado de hipoperfusión tisular e inadecuada oxigenación de los tejidos, que empeora el pronóstico de estos enfermos y se relaciona con una mayor mortalidad. Esta situación de hipoperfusión hística, junto con la sepsis, constituye, además, uno de los principales factores predisponentes para el fracaso multiorgánico en el paciente quirúrgico15. Estudios recientes han encontrado que las transfusiones de hemoderivados perioperatorias constituyen un factor de riesgo independiente tanto de las complicaciones postoperatorias como del fracaso multiorgánico, ya que parecen tener inequívocamente un efecto inmunosupresor prolongado. En un estudio en el que se analizó a 5.366 pacientes ingresados en 8 hospitales de Nueva York por heridas penetrantes, traumatismos cerrados y caídas, se encontró que la tasa de infecciones aumentaba con el número de unidades transfundidas, a la vez que se concluyó que el incremento del riesgo de complicaciones infecciosas viene determinado por la cantidad de sangre transfundida y no por factores como la edad, el sexo, y el mecanismo o gravedad del trauma16. El índice pronóstico APACHE III ha sido ampliamente utilizado para evaluar el pronóstico de pacientes críticamente enfermos. Nuestros resultados coinciden con los encontrados por otros autores que lo han señalado como un índice que, con una elevada sensibilidad y especificidad, puede predecir el pronóstico y el riesgo de muerte en pacientes críticamente enfermos, tanto clínicos como quirúrgicos5. La elevada sensibilidad encontrada en nuestro estudio, al punto de corte escogido, confirma su capacidad para predecir correctamente los pacientes que van a fallecer, mientras que su elevado VPN nos habla a favor de su poder para identificar los pacientes que no deben morir, siendo éste el verdadero resultado final; todo ello resulta verdaderamente importante desde el punto de vista clínico. El hecho de presentar complicaciones durante la estancia en la UCI se asoció de forma significativa con la mortalidad en dicha unidad. El SDOM es muy común en los pacientes admitidos en estas unidades y con mucha frecuencia acompaña la muerte. Los estimados de prevalencia varían dependiendo de la población estudiada y de los criterios usados para definir el síndrome. En los Estados Unidos, el SDOM se desarrolla en el 15% de todas las admisiones, es el responsable del 80% de todas las muertes en las UCI, y constituye en términos de coste más de 100.000 dólares por paciente o 500.000 por sobreviviente17. En el estudio realizado por Pittet et al en una UCI quirúrgica, se identificaron 173 pacientes que desarrollaron SDOM entre 5.457 ingresos; en el análisis univariado la disfunción orgánica al inicio (uno o más órganos) representó un RR de 3,7 veces más de fallecer en relación con los que no desarrollaron disfunción, mientras que, en el análisis multivariado, esta variable no tuvo significación independiente en la predicción de la muerte18. El PCR continúa siendo una emergencia médica relacionada con altas tasas de mortalidad, a pesar de los numerosos avances conseguidos en el campo de la reanimación cardiopulmonar y cerebral. Los estudios actuales continúan refiriendo cifras de supervivencia muy bajas (alrededor del 3%). Situaciones como la hipovolemia, las arritmias cardíacas graves, los trastornos del equilibrio ácido-base y la sepsis constituyen situaciones que frecuentemente conllevan al PCR en el paciente quirúrgico grave19. En nuestro estudio, la sepsis, como complicación en la UCI, estuvo asociada muy significativamente con la mortalidad. La sepsis en la UCI tiene una elevada mortalidad y aumenta la morbilidad de los pacientes ingresados en estas unidades por procesos infecciosos, con el consiguiente incremento en la estancia, consumo de recursos y costes sanitarios20. El shock séptico también estuvo significativamente asociado con la muerte de nuestros pacientes, aunque no constituyó un factor de riesgo independiente para la mortalidad. Esta complicación es una causa de muerte muy común en la mayoría de las UCI. Desde la descripción hecha por Waisbren, en 1951, del fallecimiento en shock de pacientes con bacteriemia, éste ha ido en aumento progresivo, y la mortalidad está en el rango del 50-80% a pesar del uso de los antimicrobianos de última generación21. Consideramos que el papel del anestesiólogo no se circunscribe sólo a tratar el mismo apropiadamente una vez establecido, sino también a instaurar responsablemente las medidas indicadas para su prevención, ya que el acto anestésico-quirúrgico constituye la segunda agresión a la fisiología, responsable de la respuesta inflamatoria ampliada al estrés. El coma, aunque no constituyó un factor de riesgo independiente, se asoció de forma estadísticamente muy significativa con la mortalidad. En otro estudio realizado en nuestra UCI se encontró una prevalencia del 16,7%, correspondiéndose las escalas de Glasgow de menor valor con la mortalidad más elevada22. En un estudio que evaluó la importancia relativa de cada disfunción para la génesis del SDOM, en el que se consideró como la unidad la disfunción de menor magnitud y a las demás como múltiplo de ésta, se encontró que la disfunción neurológica constituyó la de mayor magnitud con una probabilidad 6,5 veces mayor que el resto de las disfunciones23. La reintervención quirúrgica fue una complicación que se asoció de manera muy significativa a la mortalidad de nues285 Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. Vol. 47, Núm. 7, 2000 tros pacientes. En otras series estudiadas se han encontrado cifras de mortalidad entre el 35 y el 45%. Creemos que la reintervención quirúrgica per se no determina la mortalidad de los pacientes, sino el hecho de que ella supone un fallo en la terapéutica de estos enfermos, que unido al efecto cada vez más deletéreo de la agresión anestesicoquirúrgica de cada nueva intervención, conduce a un estado de inmunodepresión que, generalmente, evoluciona a la sepsis y/o al SDOM24. La aparición de insuficiencia renal aguda (IRA) continúa siendo, hoy día, una complicación muy grave asociada a una alta mortalidad (superior al 50%), en gran parte debido a su asociación con sepsis y fracaso multiorgánico y se ha referido en varias series que las causas médicas de IRA tienen mejor pronóstico que las quirúrgicas25. El fallo pulmonar (insuficiencia respiratoria aguda) está en estrecha relación con el incremento de la mortalidad en este tipo de pacientes. En otras investigaciones se refiere que en los pacientes que precisaron ventilación mecánica, la mortalidad llegaba al 25% en la serie de Crawford26 y al 42% para la de Hollier27; sin embargo, cuando no necesitaban de este apoyo, la mortalidad se situaba alrededor del 4-6%. En el estudio de Money y Hollier se encontró que el factor predictivo más significativo para la aparición del fracaso respiratorio fue el antecedente de enfermedad pulmonar obstructiva crónica, de ahí la importancia de realizar una buena valoración del estado respiratorio antes de la cirugía28. Además existen otros factores operatorios que influyen negativamente en la función pulmonar; unos son de difícil control y guardan relación con la propia técnica quirúrgica, como son las incisiones torácicas y abdominales; otros están asociados a las complicaciones de la cirugía como son los pacientes politransfundidos. Situaciones como las atelectasias, anomalías metabólicas y bioquímicas, reintubaciones, hemorragias dentro de los pulmones y el desarrollo de neumotórax, favorecen también el fallo respiratorio27. En conclusión, el conocimiento de los factores de riesgo para la mortalidad de los pacientes quirúrgicos graves nos permite prevenir, de ser posible, su ocurrencia y/o estratificar el riesgo de cada paciente para intensificar o diferenciar nuestra acción terapéutica, y así lograr el control o la modificación de estos factores, todo lo cual contribuiría a la reducción de la mortalidad en estos enfermos. BIBLIOGRAFÍA 1. Bone RC, Fisher CJ, Clemmer TP, Sloman GJ, Metz CA. Sepsis syndrome: a valid clinical entity. Crit Care Med 1994; 17: 189-193. 2. Dragsted L, Jorgensen J, Jensen NH, Basing E. Interhospital comparisons of patient outcome from intensive care: importance of lead-time bias. Crit Care Med 1994; 17: 418-422. 286 3. Shoemaker WC, Appel PL, Waxman K. Clinical trial of survivors cardiorespiratory patterns as therapeutic goals in critically ill post-operative patients. Crit Care Med 1993; 10: 398-406. 4. Lemeshow S, Teres D, Avrunin SJ, Gage RW. 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