KOBIE (Serie Antropología Cultural). Bilbao Bizkaiko Font Aldundia-Diputación Foral de Bizkaia N.° XII, pp. 355 a 360, año 2006/7. ISSN 0214-7971 DOS PIEDRAS TRASERAS DE FOGÓN PROCEDENTES DE ARZOZ Y ARELLANO (NAVARRA) Two hearth stones from Arzoz and Arellano (Navarra) Pedro Argandoña Otxandorena RESUMEN Relacionadas con el culto a los antepasados, su plasmación en la casa y, especialmente, en el fuego del hogar, se presentan estas dos piedras traseras de fogón con forma de estela discoidea. Palabras clave: Arzoz, Arellano, Navarra, Piedra trasera de fogón, siglo XVIII. SUMMARY Related to the workship of the ancestors and the way it takes shape at home, especially in the fireplace, these two hearth stones in the form of discoidal stele are found. Keywords: Arzoz; Arellano, Navarra (XVIII c.), Hearth Stones. LABURPENA Arbasoarekiko minesperakin lotuta eta honek etxean duen isladarekin, bereziki lurreko suan, su atzeko bi harri hauek, hilarri itxuraz, agertzen dira. Giltz-hitzak: Arzoz, Arellano, Navarra XVIII mendea, su atzeko harria. zozay op arldaiafa V NB2EOC.iNH t.LO 1;'NOaNIV J?3V O21Q3d tarp z oloA DOS PIEDRAS TRASERAS DE FOGÓN PROCEDENTES Dl: ARZOZ Y ARELLANO (NAVARRA) 357 INTRODUCCIÓN Estas piedras traseras de fogón fueron muy comunes hasta inicio del S. XX como podemos ver en los siguientes textos de J. M. Barandiarán: "Detrás del luego se halla generalmente una chapa de hierro... antes sol1a sel' una piedra cíe hocet algara, a Icl cual !laudaban su-at:eko cltrŕe" (Ataun) y "En el fondo del POI! y apoyada en el luir!(( hay 1rna los(! verticalmente dispuesta: es el sMgulbeleko-Clrri. Hoy esta losa va siendo sustituida por uda plancha de bien')" (Sara). La función de estas piedras, Foto 5. Piedra trasera de fogón de Arellano. Navarra. y de las chapas de hierro, es la protección de la pared y la irracatalogarla corno estela reutilizada, su limpieza postediación del calor hacia la estancia. Siendo ésta funrior desmiente esa función e indica que se labró para ción práctica de estos elementos, estas dos piezas que ocupar el fondo de un fogón adosado a la pared. Pareaquí se presentan poseen unas características formales que las vinculan nítidamente con las estelas discoideas y, por lo tanto, con la relación de los antepasados y el fuego del hogar, ampliamente recogida, en el ámbito de Euskal Herria, por el eminente etnógrafo de Ataun. PIEDRA TRASERA DE ARZOZ Este ejemplar estaba en la escombrera de Arzoz (Valle de Guesálaz), procedente de uno de los vertidos ocasionados por el derribo de varias casas del pueblo. Así, resulta difícil saber su solar originario, cosa que no tiene importancia, ya que sus especiales características hablan por sí solas y nos proporcionan la información necesaria para interpretarla en lo fundamental. Si en un principio la forma discoidal de la pieza inducía a Fig. 2. Piedra trasera de fogón de Arellano. KOI3IE (Antropología Cultural n." l (. año 2006/07 358 PEDRO ARGANDOIVA OTXANDORENA sepultado bajo el montón de escombros. El otro lateral presenta una mayor pátina de hollín en la zona del pie. Finalmente, el anverso de la pieza, por ser la zona vista, presenta un buen acabado: un perímetro trabajado a cincel que enmarca un fino punteado. Una forma de trabajar la piedra que encontramos en casas de la zona levantadas en los SS. XVII-XVIII. Elaborada con arenisca de la zona, la piedra tiene un espesor de 12 cms. y un diámetro de 50. El pie tiene una anchura de 12 y una altura de 7 cros. (Fotos 1, 2) PIEDRA TRASERA DE FOGON DE ARELLANO (Foto 5, Fig. 2) En la falda sur de Montejurra, Arellano muestra su casco urbano claramente dividido en dos barrios. Esta piedra de fogón procede del Barrio (de) Arriba, de la casa de Manuel Busto. Durante el S. XX esta casa ha cambiado continuamente de propietarios, lo que ha motivado que no haya sufrido transformaciones importantes, hasta la remodelación acetal, y mantenido intacta una estructura que nos permite llevar su construcción al S. XVIII. Foto 3. Anverso de la estela de Cirauqui. ce inequívoca esta interpretación ya que su parte anterior presenta una capa de hollín y un color rojizo característico de la arenisca quemada. Fig. I. Esta definición se hace más patente en el reverso, ya que la mitad superior presenta la superficie natural de la piedra, la de su extracción, el resto se regularizó groseramente a golpe de puntero por ser la parte posterior la que quedaba encastrada en la pared. La forma de la piedra, en forma de estela discoidea, nos permite intuir la posición que tuvo en el fuego bajo. Esta suposición, queda corroborada por la distinta afección del hollín en los laterales y en la parte trasera. Esto es debido, evidentemente, a que la parte más expuesta al fuego, la zona del pie sufrió mayor dilatación en su junta con la mampostería y por esa grieta se introdujo el humo actuando desigualmente en la zona que quedaba oculta. Lo mismo nos indican los costados. Así vemos que la zona fracturada presenta en toda su superficie una coloración negruzca, indicativo de que la piedra se rompió en uso, a consecuencia de la fuerte temperatura que debió soportar. El fragmento que falta debió quedar Esta pieza presenta un aspecto más práctico, más acorde con su función. Aún así, sus líneas guardan una clara semejanza con las estelas discoideas. Aunque se halla bastante deteriorada y rota, todavía se aprecia su porte original. Para el S. XVIII la estela discoidea de cementerio ha desaparecido y solo se labran nuevas piezas para las muertes en descampado, sin recibir los últimos auxilios espirituales: son las estelas de camino. Estas presentan un cuerpo nids robusto, a veces el pie adquiere un predominio sobre el disco, como se puede ver en la estela de Cirauqui. Fotos 3, 4. Esto es debido a que surgen nuevas influencias; a la vieja forma medieval se le suman las pautas de los nuevos sepulcros en el interior de las iglesias: laudas, inscripciones... Textos lapidarios que comparten las piedras armeras y que continuamente hacen referencia a la propiedad: ESTA SEPULTURA ES DE..., SOY DE..., ARMAS DE... Es un nuevo paso para la desparición de la forma circular que todavía mantiene su estrecha relación con la muerte. Tallada en arenisca del entorno, esta pieza de Cirauqui tiene un disco de 74 cms. y un espesor de 15. La base tiene una altura de 66 cros. y una anchura de 90. (Fig. 4). KOBIE (Antropología Cultural n," 12), año 2006/07 359 DOS PIEDRAS TRASERAS DE FOGÓN PROCEDENTES DE ARZOZ Y ARELLANO (NAVARRA) rior de la casa y, frecuentemente, en zonas mal ventiladas, en la segunda mitad del S. XIX comienza su traslado a la primera planta. Este cambio de ubicación va acompañado de la apertura de nuevos huecos en la fachada que facilitan la ventilación de la estancia y la hacen más iluminada. Por lo tanto, no va a ser fácil encontrar piedras de fogón in situ. Además, las severas alteraciones que han sufrido estas piezas en su prolongado contacto con el fuego, las llevan a ser desestimadas y tiradas con los escombros y no se cuenten como piezas a recuperar y servir de ornato en la vivienda. En segundo lugar, tengamos en cuenta que en la zona que estamos tratando, la estela discoidal es una forma habitual durante los SS. XVII y XVIII. En esta época se labran abundantes estelas de camino y todavía es frecuente verlas en los atrios de las iglesias. No seamos ingenuos pensando que poniendo en el fondo del fogón una forma funeraria que conocían sobradamente, a los dueños de la casa les iba a hacer gracia la broma del cantero. Una piedra trasera de fogón con forma de estela discoidal sólo es asumible si su finalidad es acorde con la función de estas últimas. En tercer lugar, y, volviendo con don José Miguel, insistir en lo recogido por él poniendo en Foto 4. Estela de Cirauqui: reverso. t,PA Ott CONCLUSIÓN r% l' gr M`. ~ Es lógico alegar que la pieza de Arzoz apareció sin contexto, en una escombrera, y que la de Arellano sea una obra particular de un cantero, sin otra pretensión que la meramente decorativa. Asimismo, es razonable aducir que dos únicas piezas son insuficientes para asentar una práctica habitual en la parte norte de la Merindad de Estella. Siendo estas objeciones fundadas, hay que tener en cuenta que hogares y cocinas sufren profundas transformaciones durante los SS. XIX y XX. Situados originariamente en la parte infe- 1 J' oy R,orlAIv DE OSS E ~ AÑO 1700 SE> o j .10 I 2o I Fig. 4. Estela de Cirauqui: anverso y reverso, situada en un camino junto al río Salado. KOBIE (Antropología Cultural n." 12). alto 2006/07 36() PEDRO ARGANDOÑA OTXANDORENA relación las almas de los antepasados, el fuego del hogar y la casa. Ese conjunto de creencias recogidas durante el S. XX son retazos de una estructura más amplia y más compleja ("Hoy en día, tales mitos no ocupan precisamente el centro del campo de visión de los mismo que nos los transmiten. Más bien se sitúan en zonas marginales de ese campo de visión". J. M. de B.), con rasgos comunes a otras zonas de la península y del continente y que tiene vigencia en los distintos momentos históricos. Por lo tanto, parece haber suficientes argumentos para intuir una particularidad de una pequeña zona de Euskal Herria en un terna de amplia difusión geográfica e histórica: la relación del fuego ciel hogar y las almas de los antepasados. (Fig. 3). ,_.S/ ERRAS DC A Albl'A UNBAS°A ARao?..- EST E LLA f.iIARRA c+R140 ¡Rt.) R Ē LLAU 4 Fig. 3. Merindad de Estella. A la mitad norte. exceptuando el Valle de Goñi, se conoce corno Tierra Estella. KOQIE_. (Antropología Cult ural n." 12). año 2006/07