Ciudadano del mundo - IES Alfonso Moreno

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Ciudadano del mundo
"No he nacido para un solo rincón, mi patria es todo el mundo." Séneca.
"Mi patria es el mundo; mi familia la humanidad" Mijaíl Bakunin.
Ciudadano del mundo o cosmopolita (del griego κοσμοπολίτης, y éste de κόσμος,
"universo", "orden", y ciudad) es una persona que desea trascender la división
geopolítica que es inherente a las ciudadanías nacionales de los diferentes Estados y
países soberanos. Al negarse a aceptar la identidad patriótica dictada por los gobiernos
nacionales y afirmarse cada uno como representante de sí mismo, los ciudadanos del
mundo afirman su independencia como ciudadanos de la Tierra, del mundo, o el
cosmos.1 Sin embargo, hay quien repele en este sentido también la terminología de
ciudadano, en tanto implica el sometimiento a la soberanía de una gobernanza
nacional y prefiere hablar de ser humano.
En el término estricto, ciudadanía del mundo rechaza entonces las divisiones estatales,
y la misma pertenencia obligatoria como ciudadanos de un Estado, es un concepto
internacionalista pero no es solamente una aspiración bienintencionada de dejar a un
lado las diferencias por nacionalidad, es también un proyecto político con propuestas
de cómo establecer una nueva ciudadanía de aplicación global. Los principios de la
ciudadanía global serían primeramente que sea un ciudadanía de aplicación local y de
adhesión voluntaria, y que a través de pactos federativos estas unidades territoriales
locales por decisión de sus propios ciudadanos aceptarían entre sí a los ciudadanías de
las demás localidades.
Los primeros en identificarse a sí mismos como ciudadanos del mundo fueron los
filósofos estoicos. Acuñaron el término de cosmópolis o ciudad universal de la que se
deriva la palabra cosmopolita. El estoicismo fue una filosofía importante del Imperio
romano, el cual esperaba crear tal cosmópolis.
La perspectiva de un ciudadano del mundo tiene afinidad con la perspectiva
existencialista en tanto en cuanto los ciudadanos del mundo:
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No quieren ser clasificados mediante la imposición de categorías artificiales.
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Gustan de identificarse a sí mismos principalmente como seres humanos y
después como pertenecientes a cualquier grupo o grupos a los que crean
pertenecer.
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También algunos ciudadanos del mundo pueden trabajar o querer trabajar para
unas Naciones Unidas reformadas que representen y respondan a la voluntad
de los pueblos del mundo, más que a los regateos y disputas entre gobiernos, y
se adhieren a los principios de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos como un sistema federal en la escala nacional; asimismo, también
pueden trabajar hacia el reforzamiento de la identidad común y la armonía
entre los ciudadanos del planeta, aún respetando la diversidad local y nacional.
Quien se considere ciudadano del mundo no tiene por qué adherirse a ninguna
ideología en particular, aunque existe la tendencia a asociarlos con filosofías sobre la
nación y el mundo como el internacionalismo, el cosmopolitismo, el anacionalismo, el
globalismo, o el federalismo; y con filosofías políticas tales como el paternalismo
libertario y el racionalismo progresivo.
Nacionalismo, cosmopolitismo y ciudadanía mundial.
Hacia una Democracia directa mundial
Gran parte del pensamiento político de los dos últimos siglos ha dado por supuesto el
ideal del nacionalismo y la institución del estado-nación que justificaba la soberanía
estatal como "Los pueblos son libres e independientes entre sí". Ahora, con el
advenimiento de la globalización (aldea global) y el incremento de la facilidad de viaje
y comunicación (libertad de circulación), aumenta la sensación de que el sistema
político basado en el estado-nación se ha quedado obsoleto: los pueblos no son más
totalmente independientes entre sí, pues comparten la misma Tierra. Hemos pasado a
una suerte de glocalización. Diversos pensadores, desde Albert Einstein y Bertrand
Russell hasta Jesús Mosterín y Martha Nussbaum, consideran que ya es hora de
diseñar una alternativa cosmopolita, más adecuada a las nuevas y futuras
circunstancias y que garantice mejor la paz mundial. Mosterín piensa que no hay razón
alguna para recortar las libertades individuales, como la libertad de lengua, de religión,
de costumbres o de viajes, en nombre de la nación, la iglesia o el partido. Desde este
punto de vista, Internet es un modelo mucho más atractivo que los estados nacionales
o los movimientos nacionalistas. Considera que el estado-nación es incompatible con
el pleno desarrollo de la libertad, cuyo florecimiento requiere la reorganización del
sistema político mundial en un sentido cosmopolita. En concreto, sugiere un mundo
sin estados nacionales, organizado territorialmente en pequeños cantones autónomos
pero no soberanos, sin ejército y sin poder para frenar la libre circulación de personas,
ideas y mercancías, complementado por el establecimiento de fuertes organizaciones
mundiales, empezando por un sistema global de justicia que vele por los derechos
humanos en el mundo entero.2 Sin embargo, lo anterior significaría un retroceso al
sistema de ciudades estado, por lo que otros proponen un gobierno mundial regido, tal
vez, por la ONU. Otros autores que siguen también la tradición cosmopolita no se
centran en la desaparición del estado-nación, sino que ponen más bien el énfasis en la
participación ciudadana global y en la reforma de instituciones internacionales. David
Held, por ejemplo, propone un nuevo convenio global entre los diversos actores
políticos para ordenar el fenómeno de la globalización. Daniele Archibugi defiende la
democracia cosmopolita. Martín Ortega Carcelén apunta que ya se está creando un
sistema político global, que llama "cosmocracia", en el que intervienen principios
fundamentales del orden internacional aceptados por los más diversos países. Por
último, otras corrientes como la del paternalismo libertario o el racionalismo
progresivo proponen una figura que trasciende en libertad al concepto de ciudadano:
la de ser humano; donde la estructura social jugaría un desempeño de ayuda a la toma
de decisiones de cada ciudadano con aquellas (pocas) certezas falseables que la
sociedad en su conjunto fuera adquiriendo.
Bibliografía
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ARCHIBUGI, Daniele, The global commonwealth of citizens: towards
cosmopolitan democracy, Princeton University Press, 2008.
AUGUSTO, Roberto, Del cosmopolitismo a la globalización: Kant y la paz
perpetua, en: Logo. Revista de Retórica y Teoría de la Comunicación,
Universidad de Salamanca, Año III, n.º 5, diciembre de 2003, pp. 45-51.
CORTINA, Adela, Ciudadanos del mundo.
HELD, David, Global covenant: the social democratic alternative to the
Washington consensus, Polity, Cambridge, 2004.
HÖFFE, Otfried. Ciudadano económico, ciudadano del Estado, ciudadano del
mundo: ética política en la era de la globalización. Katz Editores, 2007.
MOSTERÍN, Jesús, La cultura de la libertad, Espasa-Calpe, Madrid, 2008.
NUSSBAUM, Martha C., For love of Country?, Beacon Press, Boston, 1996.
Traducción española: Los límites del patriotismo, Paidós, Barcelona, 1999.
ORTEGA CARCELÉN, Martín, Cosmocracia. Política global para el siglo XXI,
Editorial Síntesis, Madrid, 2006.
VELASCO, Juan Carlos, "Ayer y hoy del cosmopolitismo kantiano", en: "Isegoría.
Revista de Filosofía Moral y Política", nº 16, 2007, 91-117.
Bruno Traven comenta en El barco de la muerte:
¿Por qué usar pasaportes? ¿Para qué son las restricciones migratorias? ¿Por
qué no dejar que los humanos vayan a donde les plazca, al Polo Norte o al Polo
Sur; a Rusia, a Turquía, a los Estados Unidos o a Bolivia? Los humanos deben
estar controlados. No pueden volar como insectos por el mundo al que fueron
lanzados sin su consentimiento. Debe controlárseles por medio de pasaportes,
huellas digitales y restricciones. ¿Por qué razón? Sólo para mostrar la
omnipotencia del Estado y de los grandes sagrados siervos del Estado, los
burócratas.
Mosterín, Jesús (2008), La cultura de la libertad, capítulos 16 y 17
Fuente: wikipedia
Diez características que definirían a un ‘ciudadano del mundo’.
Ciudadano del mundo es la predisposición y la capacidad de una persona para adoptar
acciones que le conducen más allá de su área de confort (su ciudad, su país…) pues
interpreta y asume que el mundo, en su globalidad, es su campo de acción a la vez que su
compromiso.
La cultura anglosajona y centroeuropea siempre ha sido mucho más sensible a esta realidad y
han sabido aprovecharse de esta condición de ciudadanía global. Como latinos hemos crecido
en un contexto de muchas más limitaciones culturales quizá tal vez por la aportación y
centralidad del papel protector de la familia, la base social de nuestras sociedades latinas (y
que en la actualidad ejerce un papel clave a la hora de amortiguar los efectos devastadores de
la actual crisis
¿Qué implica ser ‘ciudadano del mundo’?
1. Una actitud global ante la vida no implica el rechazo (o negación) de las raíces propias
que definen nuestra identidad. Un ciudadano del mundo actúa con parámetros de
glocalización, es decir, actúa en lo global atendiendo los problemas y realidades más
próximas.
2. Como tal, tiene conciencia ciudadana (como ciudadano del mundo que es) y capacidad
para el análisis crítico de la realidad. Defiende la importancia de actuar en pos de la
justicia social, la defensa de la multiculturalidad y a favor de la sostenibilidad. En este
sentido, es una persona culta e informada de los problemas sociales del momento.
3. Es una persona con carácter proactivo, con iniciativa propia y actitud creativa. Actúa
con independencia de modas.
4. En el ámbito profesional, posee una vocación emprendedora propia de quien se
valora, posee confianza en sus posibilidades y persigue el control de sus tiempos y
vida.
5. Posee autonomía para gestionar problemas o situaciones adversas.
6. No atiende a estereotipos e imágenes preconcebidas sobre países, etnias, culturas,
personas… En la diversidad cultural encuentra una fuerte de sabiduría. Evita el
etnocentrismo.
7. Aprecia el acto de viajar pero más que por una cuestión de acumulación numérica (de
países visitados) y experiencias, por conocer, mezclarse y disfrutar de otras realidades
y personas. El gusto por los viajes no define por sí mismo a un ciudadano del mundo.
8. Capacidad para comunicarse y socializarse ya no sólo con personas que hablan otros
idiomas sino para compartir experiencias, saberes, ideas… En los tiempos actuales,
Internet es una herramienta imprescindible para cualquier persona que quiera actuar
activamente en el mundo.
9. Actitud manifiesta para vivir con intensidad aprovechando con plenitud las
posibilidades que ofrece la vida en su dimensión más amplia. En este sentido, se deja
acompañar por cierta predisposición hacia la aventura (o lo poco conocido).
Educar en:
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un pensamiento multicultural
una actitud emprendedora fruto de la autonomía, la iniciativa y la creatividad
la predisposición a viajar para mezclarse y conocer el mundo (y sus protagonistas
desconocidos)
el aprendizaje deslocalizado y a pie de calle (invito a todos a seguir las aportaciones al
tema que mi amigo y ciudadano del mundo, Iván Marcos hace al respecto)
Fuente:
http://vaidarsamba.es/2012/03/28/diez-caracteristicas-que-definirian-a-un-ciudadano-del-
mundo/
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