“Carta a mi hija” Cristina Zabala, 2010 © Queridísima hija, Te

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“Carta a mi hija”
Cristina Zabala, 2010 ©
Queridísima hija,
Te escribo esta carta porque no me gustaría que nos tuviéramos que separar
definitivamente sin previo aviso y sin haber tenido el tiempo suficiente de haber hablado
de los temas que considero más importantes en esta vida. Afortunadamente, ni en estos
momentos estoy gravemente enferma, ni pienso que la muerte venga a buscarme en
breve; pero, por si acaso, empiezo ahora a contarte todo lo que creo oportuno que sepas
por mí. Seguro que habrá asuntos que me deje por tratar, otros que no sean de tu interés
y otros simplemente que los obvies. Además, en ocasiones, estarás de acuerdo con mis
palabras; en otras, estarás totalmente en desacuerdo; y, en otras, no entenderás lo que te
digo. Da igual, lo verdaderamente importante de estas páginas va a ser la comunicación
abierta y sincera que voy a establecer contigo; sin tabúes ni tapujos que coarten ninguna
de mis palabras. Va a ser una buena oportunidad, e intentaré que sea amena, para que
me conozcas realmente, en profundidad: me conocerás como una persona, como una
mujer; no como tu madre que soy. Mis pensamientos más íntimos, mis dudas, mis
temores, mis esperanzas, mis alegrías saldrán a la luz; todo aquello que con seguridad no
me atreveré a decirte cara a cara por la absurda naturaleza del ser humano.
En estos momentos sólo tienes seis años pero el tiempo pasa muy rápido, vuela, y
transcurre sin darnos cuenta. Pronto te convertirás en una persona adulta con una
personalidad totalmente definida. ¡Por supuesto que ahora ya la tienes! e incluso puedo
intuir cómo serás de mayor, pero lo que no puedo es decirlo con total seguridad. Te falta
por vivir numerosas vivencias y experiencias que te acabarán de moldear. Aún no lo sabes
pero pronto sí que lo sabrás: es la vida la que te hace persona. Nosotros, tu padre y yo, te
podemos orientar y asentar unas bases culturales y sociales; pero, aún así, serán tus
momentos los que acaben de realizar tu propio proceso de configuración. ¿Cuánto dura
este proceso? Indefinidamente, o mejor dicho, sí que tiene un fin: cuando te vas. Y,
“¿cómo es ese proceso?”, te preguntarás. Cada persona te puede dar una contestación
diferente aunque todos podamos coincidir en que es un largo aprendizaje por el que se
pasan momentos buenos, malos, alegres, dolorosos, pésimos y extraordinarios. Hay que
vivirlos intensamente, saborear cada uno de ellos y exprimirlos al máximo para aprender
todo lo posible. Vale la pena hacerlo, te ayudará a formarte y, sobretodo, a conseguir ser
tú misma: un individuo único y libre. La libertad es algo fundamental para el ser humano.
Tienes que ser libre y, lo más importante, dejar ser libre a los demás. No es fácil, no lo
creas. Por naturaleza somos egoístas y creemos que podemos imponer nuestros criterios
sin tener en cuenta los pensamientos o las voluntades del resto. Es un gran esfuerzo el
intentarlo y sin duda, tiene su recompensa.
El saber alcanzar la felicidad y proporcionarla a todos los que te rodean es, a su vez, el
gran deber que tienes contigo misma. "Soy feliz", ¡qué bien que suena! y ¡qué pocas veces
se oye! Muchos han intentado conseguirla y jamás la han encontrado, otros se han
quedado en el camino, y, algunos, los menos y los más afortunados, la disfrutan
dulcemente. ¿Qué te puedo decir para que la puedas conseguir? Intenta serte fiel a ti
misma. ¿Qué quiero decir? Intenta seguir tu conciencia, tú misma tendrás tus propias
normas éticas y morales sobre cómo actuar en cada circunstancia. A veces cuesta mucho
decir que no a lo que va en contra de tu persona pero el resultado siempre suele ser
mucho más satisfactorio y acabas gustándote mucho más. El quererte a ti misma y el estar
orgullosa de ti es lo que más te ayudará en esta vida a ser feliz. Irradiarás bienestar. Pero
no pienses que la felicidad sólo se alcanza al conseguir los grandes objetivos que te
marques en tu vida. Está en todas partes, a veces no entenderás porqué el pararte ante un
cuadro y quedarte extasiada ante su belleza te puede producir tanto placer; porqué el ver
un amanecer en la cumbre de una montaña te pueda dar tanta serenidad; o, porqué,
simplemente, el hecho de dar tu mano a un amigo te pueda calmar tu ansiedad. Todas
estas pequeñeces son las que van llenando tu alma. Sí, es tu alma la que te proporciona
felicidad, no tu cuerpo. Estamos en estos momentos en una sociedad que está bajo la
tiranía del cuerpo. Las personas esculpen su cuerpo a base de cirugía para entrar dentro
de los cánones de una belleza establecida e impuesta por unas grandes multinacionales
que lo único que buscan son los grandes beneficios económicos, que obtienen a base de
manipular a las personas para que acaben comportándose como ellos quieren. Cirugía
plástica, la llaman. Un mundo de plástico estamos creando, de un material que no es
biodegradable y que perdura no sé cuántos años en la naturaleza. O sea, que cuando
estemos muertos y abran nuestros cuerpos estos estarán desechos y nuestras prótesis
estarán intactas. Un mundo de plástico, con unos seres humanos de plásticos. Muñecas y
muñecos andantes por las aceras de las ciudades, por los bosques de la naturaleza;
muñecas y muñecos hinchables de usar y tirar. ¿Dónde estará el ser humano animal? ¿El
original? ¿Dejará de existir? ¿No sé cuál será la situación cuando tú seas mayor? Pero
intenta que ante la dicotomía de satisfacer al cuerpo o al alma, sea esta la que gane para
que nos seas una persona perdida en un enorme vacío.
¿Sabes que te ayudará a establecer y a seguir tu camino? El amor, ese gran sentimiento
universal del que hay infinitas formas de disfrutar. A lo largo de tu vida te lo irás
encontrando en diferentes situaciones y en diferentes formatos, ya que no hay una única
forma de amar. En estos momentos estás saboreando del amor de hija, amor
incondicional y sublime que está por encima de todas las cosas: amor puro, en estado
puro. Un amor que tú darás si alguna vez tienes descendencia.
Tus abuelas, tus tíos, tus primos y el resto de familiares también sienten por ti un amor
indefinible, un amor de sangre que no se sabe muy bien porqué ahí está. Formas parte de
un clan por un parentesco y aunque no te veas en años, ese lazo existe y es insustituible.
Es curioso como los niños tenéis esa unidad tan arraigada. Tienes a tus amigas del alma
del colegio y a todas tus amigas del vecindario con las que os veis cada día y/o muy a
menudo; y tienes a tus primos que no tenéis tanta relación pero sabéis, y se nota, que
vuestra relación es diferente, es especial, hay algo más que os une a vosotros, algo
diferente al resto de los niños. Aunque a esos amigos es imprescindible cuidarlos y
cultivarlos. Te acogen y te arropan pero tú también tienes que hacer lo mismo con ellos.
Tú los has escogido, no te han sido impuestos y los quieres tal cual son. Te acompañaran
durante toda tu vida.
El amor pasional. ¡Qué maravilla! ¡Qué sensaciones te hace sentir! Tiemblas, ríes, te
angustias, subes hasta las cimas más altas, ¡estás en una montaña rusa de sensaciones! Te
vuelves loca, pierdes la cabeza. ¡Es algo genial! ¡Es irrepetible! Pero ten cuidado, intenta
no perderte del todo, ya que te puede hacer mucho daño. Y sobre todo hay que ser
consciente de que es algo pasajero, transitorio, con fecha de caducidad y hay que saber
adaptar este amor pasional a un amor verdadero, tranquilo, del bienestar; un amor con el
que puedes vivir el resto de tu vida y adaptarte a todos los estados y progresos de la
pareja.
Tu pareja, ¿de qué sexo será? No me gustaría que en ningún momento tu definición
sexual te provocara angustias vitales. En el momento que tú definas tus preferencias, ya
sea hacia un hombre o hacia una mujer, intenta encontrar a la persona más adecuada y
afín a ti. La homosexualidad aún hoy en día es un tema que no se trata del todo con
naturalidad y nosotros estamos en una sociedad que aún hoy tienen muchos tabúes al
respecto. Claro que se ha avanzado mucho desde, por ejemplo, la época de tus abuelos,
pero aún falta un poco más. Sigue habiendo una cierta intolerancia, una cierta
intransigencia hacia las personas, por cuestiones de su raza, su religión, su ideología o su
orientación sexual. Como todo en la vida tendrás que investigar y lo harás; o no, no te será
necesario. Pero no te culpes por si alguna vez en la vida investigas hacia horizontes que
creías que no podrías hacer. Si decides ir a bares, discotecas o sitios de ambiente, observa,
analiza, pásatelo bien y después recoge todo lo bueno que puedas ver. Que en un
momento dado te apetece sentir el que es estar con una mujer, ¡hazlo!, no te quedes con
las ganas pero después no te traumatices por haberlo hecho. Tienes que vivir la vida con
naturalidad, e incluso a veces es recomendable tener excesos.
El sexo es muy importante en la vida de cualquier ser humano pero está claro que no es el
leitmotiv. El sexo, al igual que el dinero, mueve el mundo y nos podemos imaginar su
poder aunque no lo aceptemos. El sexo hay que disfrutarlo, no sufrirlo, y sobretodo
practicarlo cuando tú quieres hacerlo, cuando tú lo has elegido, no por imposición de
personas ajenas. En la adolescencia serás un cuerpo revolucionado por las hormonas y
necesitarás experimentar. Yo sólo te puedo aconsejar que el sexo por sexo normalmente
no deja muy buen sabor de boca, sobre todo en los inicios de tu camino sexual, por lo que
pienso que es imprescindible que al sexo lo acompañe el amor o un gran cariño por la
persona con la que compartes esos momentos tan íntimos. Tampoco me gustaría que
dejaras de experimentar experiencias sexuales por el qué dirán. Haz sexo siempre que tú
quieras, con tus propias limitaciones. Y sobre todo sin hacerte daño ni a ti misma, ni a
nadie. Disfrútalo y aprende a disfrutar de tu cuerpo y a dar placer a los demás. Es bonito
saber entregarte y que las personas disfruten de tu cuerpo. Es siempre un dar y recibir a la
misma altura. No te sometas a nadie, los dos tenéis que estar a la misma altura del placer.
Practicar un sexo seguro es algo fundamental y primordial para la integridad de tu salud.
Habrá un momento en el que decidirás tener sexo con un fin: la maternidad. Hoy por hoy,
te encantan los niños. Ya desde muy pequeñita los has buscado, a los bebés, a los más
pequeños que tú y los has cuidado. Constantemente nos pides que tengamos un
hermanito o que lo adoptemos como a los hijos de alguna amiga mía. Y ya dices que sí que
quieres ser mamá cuando seas mayor. No sé si serás una de esas mujeres con un gran
instinto maternal que solamente se sienten realizadas cuando son madres, o serás una
mujer que no te importa tener hijos o serás una mujer que tengas absolutamente claro
que no quieres tener ningún hijo, que no entra en ninguno de tus planes de vida. Sólo tú
tendrás que tomar esta decisión, ya que por mucho que otras personas te insistan en
tenerlos, si tú no quieres es mejor que sea así. Un hijo implica sacrificio y renuncia de tu
propia vida para atender la suya, y eso a veces cuesta y más a nuestra generación que nos
educaron para valernos por nosotras mismas, sin tener ninguna dependencia de nadie y
ser felices desarrollándonos profesionalmente. Nadie nos enseñó a querer ser madres ni
su importancia. Se veía como algo caduco y del pasado, algo por lo que debíamos
depender de un hombre. En ese sentido, en cuanto fui madre me sentí engañada por la
sociedad, me habían encubierto algo tan natural y hermoso que durante mucho tiempo yo
lo vi como una lacra. Tenía que alcanzar mi meta de individualidad femenina. Y luego
cuando te tuve vi que los valores que tenían se vinieron abajo, un gran cambio produjiste
en mi vida, entonces comprendí que las enseñanzas que habían dado a generaciones
anteriores, a mi madre, a mi abuela, no eran del todo desconcertadas. Mucho de verdad
tenían. ¿Cómo nos podían haber ocultado lo que significaba e implicaba ser madre? Y
entonces te das cuenta de la verdad laboral, algunas veces te desplazan o te aceptan a
cambio de que dejes de lado tu función de madre. Hay que decidir, y ante todo tienes que
saber que toda decisión es lícita y que cada decisión tiene sus consecuencias tanto para ti
como persona como para tus hijos.
Durante el embarazo, tu cuerpo cambia de manera progresiva, tus hormonas se alteran
paulatinamente y tú ya no sabes ni en dónde estás. Hay mujeres que son absolutamente
felices en el embarazo y que cuando paren se sienten muy desdichadas por no tener ya la
barriga, por no tener a su pequeño en su cueva. Yo no fui una de estas. Los primeros
cuatro meses me los pasé vomitando un promedio de unas veinte veces al día, y aún
recuerdo los comentarios: "Tranquila, ya verás cómo pasa enseguida y ya verás qué rápido
lo olvidas". ¡Mentira! ¡Es mentira! Me acuerdo perfectamente de cada día de esos meses,
me acuerdo de cada comida que iba vomitando por las esquinas de la calle. Llegué a tal
punto que no me atrevía a pasear por la calle, me daba vergüenza así que me iba a pasear
al campo (¡menos mal que lo tengo cerca!) y allí podía vomitar tranquilamente. Sólo los
pobres animalitos e insectos de la montaña sufrían mi embarazo. Estaba tumbada en la
cama y lloraba, era asquerosa esa situación. El quinto y el sexto mes de embarazo fueron
maravillosos, tenía la hormona de la felicidad en su punto álgido. Era absolutamente feliz,
me sentía la mujer más guapa del mundo (ahora cuando veo las fotos de entonces me
avergüenzo de la pinta que llegaba a tener, no tenía vergüenza de ir vestida como una
veinteañera enseñando toda mi tripa y marcando mi culo y mis caderas que se habían
ensanchado y ampliado como un campo de fútbol entero) Pero tenemos que dar gracias a
esa hormona de la felicidad por la que durante unos meses nos sentimos las personas más
bellas y deseadas del mundo, porque si no no sé quién aguantaría un embarazo. Después
ya llegaron los meses del declive: el ardor constante en el estómago y encima tenía que
aguantar los comentarios tipo:"Si te arde el estómago es que tu bebé tiene mucho pelo";
la hinchazón de piernas y pies, hinchazón por la que tus extremidades se equiparaban a
las de un elefante, te conviertes en un paquidermo andante con zapatos amorfos y
deformados de un número o dos mayor que tu pie normal, la enormidad de la barriga y en
tu caso el insoportable calor del verano (naciste a mediados de agosto). Vamos toda una
experiencia el hecho de estar embarazada. Hay mujeres que no sufren nada y que tienen
la hormona de la felicidad desde el primer hasta el último día, y hay otras, pobres que
tienen que hacer hasta reposo absoluto para no perder a sus hijos o por su propia salud.
En mi caso, el parto fue la experiencia más maravillosa de mi vida. El momento más
mágico que he vivido hasta ahora. Mágico y divertido ya que no paré de reír, y tu padre
tampoco. Fue algo único que no podré expresar con palabras todo lo que sentí en esos
momentos y lo que ha significado en mi vida. También te tengo que decir que para otras
mujeres el parto ha sido una experiencia nefasta.
Tenemos mucha suerte las mujeres de poder quedarnos embarazadas, es un proceso que
nos prepara para cuando el bebé nace y poder atenderlo. Es la gran ventaja que tenemos
frente a los hombres. Para ellos es un proceso abstracto hasta que de repente en un
momento tienen en sus brazos a una personita, a un ser extraño que sí que sabía que
estaba en la barriga de su mujer, a la que veían deformarse y alterarse física y
psíquicamente cada día, pero que no eran del todo conscientes. Esos nueve meses que
nosotras tenemos de preparación, asimilación y de creación de ese vínculo extraordinario,
ellos no lo tienen.
Otro hecho del que ni tu padre ni yo somos partidarios es del de decir que te enamoras al
instante de tu hijo cuando lo tienes en los brazos. Hay personas que comentan que
cuando vieron a su hijo y lo cogieron ya eran suyo, ya estaban enamorados desde ese
instante. Yo iba con esa expectativa y al no cumplirse ya empecé a autoflagelarme
pensando en la mala madre que empezaba a ser. Te me pusieron encima de mi pecho al
poco de nacer y esperaba que se produjera ese flechazo entre tú y yo, veía flechas que me
lanzaban y que no me alcanzaban. Sí era feliz, era un momento precioso pero no sabía
quién eras. Te tenía miedo, ¿cómo iba a ser capaz de atenderte y de darte todo lo que
necesitaras? Te miraba y quería estar enamorada de ti y no lo sentía. ¡Mal! ya empezaba
mal. No fue hasta el cabo de unos días que ese gran amor surgió y que se fue
consolidando día a día con tu roce. Un amor que es el más profundo de los que jamás
haya tenido y sentido. ¡Al menos en esa parte estoy siendo una buena madre!
Mis recuerdos, los que tengo, se inician en mi adolescencia, a partir de los doce o trece
años. De mi visión del mundo siendo una niña no conservo ningún recuerdo, así que te
podré hablar de mis experiencias a partir de esa edad. Sí que tengo recuerdos infantiles
pero son vagas imágenes o anécdotas que sé de haberlas escuchado tantas veces en
reuniones familiares. Ya te darás cuenta que en estos encuentros hay una serie de
episodios que se van contando y contando, repitiendo hasta la saciedad y siempre parece
como si fuera la primera vez que se escucha.
Nuestra sociedad vive de espaldas a la muerte y no nos educan para afrontarla. Yo
intentaré enseñarte que es un proceso natural de nuestra existencia ya que está
intrínsecamente unida a nuestra condición de ser animal humano e intentaré ayudarte a
que la sobrelleves de la mejor manera cuando se cruce en tu vida. Uno de los grandes
interrogantes es ¿qué hay más allá de la muerte? ¿Qué encontramos cuando nuestro
cuerpo deja de existir? ¿Hay otra vida? ¿Volvemos a nacer? Nadie lo sabe y cada cual
intenta darse una respuesta e intenta salvar el dolor de una muerte según sus creencias
religiosas y/o espirituales. En mi caso, la muerte de mi abuela materna cuando yo tenía
quince años fue mi primer encuentro con ella. Lo viví con mucha tristeza, ya que al igual
que mis hermanos, teníamos una relación muy, muy especial con Mamaíta (era así como
la llamábamos). Después vinieron más muertes: tíos, abuela paterna, más tíos y la de mi
padre. Fue cuando tenía 26 años. Un duelo largo y doloroso que no terminó hasta hace
apenas tres años. Gracias a una terapia comprendí que debía dejarlo marchar, que no
tenía que retenerlo aquí conmigo y que debía dejar que volara hacia nuevos caminos.
Debía quedarme con su esencia en mi recuerdo. A pesar de todo el tiempo que ha pasado
cada día me acuerdo de él, si paso por algún punto de la ciudad en el que estuvimos, me
acuerdo de aquél día y de las conversaciones que tuvimos. Y en silencio cuando algo me
abruma le pido consejo y ayuda. Para mi es mi punto de apoyo espiritual.
Durante mucho tiempo viví el concepto de la muerte con mucha angustia, sentía pánico
ante la idea de la muerte. No podía ni quería imaginarme la idea de mi muerte. ¡Quería
ser inmortal! Menos mal que en este aspecto he madurado y ahora ya no me asusta,
¡claro que me quedan muchas cosas por hacer en esta maravillosa vida! y me daría mucha
lástima el perdérmelas. Pero siento una gran serenidad al respecto y pienso que podría
afrontarla valientemente. Lo único o lo que más me dolería, sería tu sufrimiento, tu
desconcierto y tu desorientación. Por eso te pido que cuando llegue el momento lo
afrontes con la mayor valentía, que aprendas a dejarme volar por el más allá y que sepas
que yo siempre estaré a tu lado cuidándote, alentándote y recogiéndote. Yo creo en la
vida fuera de este mundo, aquí estamos en tránsito y le doy mucha importancia al
concepto de espíritu, energía, alma o como quieras llamarle. Creo en ella y en su larga
vida.
Crecerás, y el primer dilema al que te enfrentarás será el qué quieres estudiar. Será
divertido ir viendo el camino que van tomando tus intereses. Desde los dos años ya me
dibujabas la ropa que te gustaría ponerte y ya me cogías la cámara de fotos para
fotografiar todo aquello que te llamaba la atención. Por eso ahora no me extrañaría que
en un futuro nos dijeras que quieres ser diseñadora de moda o fotógrafa. Pero bueno, a
veces los intereses van cambiando a medida que creces y no sé por dónde puedes ir
evolucionando.
Otro tema que será bastante importante en tu vida de adulta es el trabajo; tu vida laboral
y profesional. En estos momentos, momentos de una crisis económica, sobretodo
occidental, en el que algunos países van remontado pero en el que otros, como el nuestro,
aún estamos viviendo los estragos del desfase de una época dorada basada en la
banalidad de la inversión inmobiliaria. Políticos, banqueros y constructoras crearon una
irrealidad en la que durante unos diez años muchas personas ganaron mucho dinero a
costa de generar y crear una situación caótica. Siempre hay algo positivo de todas estas
situaciones y esperamos que algo cambie en la sociedad y que resurja, aunque
interiormente, empiezo a dudarlo. ¡A ver qué pasará! Mientras tanto hay que trabajar con
ilusión y optimismo y olvidarse de la época de bonanza que sólo volverá si invertimos en
educación y en empresas creativas, de investigación y desarrollo en todos los ámbitos. Lo
peor que hay en este mundo es la mediocridad, es una larva que infecta y que no deja
avanzar. No sé en qué acabarás trabajando, me da igual, lo único que me gustaría es que
no fueras mediocre. Que eres una camarera, pues esfuérzate en ser la mejor camarera del
mundo; que eres médico, pues intenta ser de las mejores, lo mismo que si eres carpintera,
profesora, cartera, ingeniera,..... Da igual tu profesión, lo único que importa es tu actitud y
lo que transmitas a los demás y cómo les repercuta.
En la época en la que yo accedí al mercado laboral, también fue una época de gran
controversia y en la que el mercado laboral no estaba muy boyante. Fue la época en la
que en este país surgieron las famosas empresas de trabajo temporal (las tan conocidas
ETT) y con ellas la precariedad de los contratos. Ahora la verdad es que los jóvenes lo
tienen bastante duro para acceder al mercado. Espero que cuando te toque puedas
empezar a labrarte tu carrera profesional sin olvidarte de que son necesarios el esfuerzo,
el sacrificio, la voluntad, las ganas de aprender y, sobretodo, el tener una gran sonrisa en
la boca para disfrutar y contagiar tu entusiasmo. Si no estás de acuerdo con las normas de
las empresas en las que trabajas y/o te ves capaz de asumir tus propios riesgos, lánzate y
crea tu propia empresa. Trabajarás duro, más que si fueras un trabajador, tendrás muchos
quebraderos de cabeza y muchas noches sin dormir, pero tendrás la satisfacción de que lo
estás haciendo para ti y de que tu esfuerzo está ayudando a otras personas para que
puedan tener un trabajo digno.
Algunas de las preguntas existenciales del ser humano son: ¿quiénes somos?, ¿a dónde
vamos?, ¿qué hacemos aquí? Me gustaría que no te fustigaras demasiado con estos
interrogantes vitales, pero está claro que yo no lo podré evitar. Cada persona las afronta
de una manera diferente y hay otras que ni siquiera en ningún momento se las plantea. En
mi caso, yo recuerdo desde bien pequeña, desde los 7 años, que a veces sentía una gran
angustia porque no entendía qué hacía aquí, no entendía que si el universo, el cielo, era
tan enorme nosotros estuviéramos aquí y cuál era el significado de estar aquí. Lo pasaba
fatal porque mi cabeza de niña intentaba entender esa grandiosidad y no podía. Lloraba y
lloraba porque no encontraba la solución e incluso a veces me faltaba la respiración.
Recuerdo que en sólo una situación, acudí a mi madre para que me ayudara a resolver ese
enigma y su respuesta fue: "Cristina, no te preocupes por estas cosas, no tiene sentido".
No le reprocho nada, intentaba minimizar mi estado, pero a mí no me sirvió. Esa angustia
vital la seguí sintiendo durante toda mi adolescencia y durante todos mis veinte años.
Hacia la treintena empecé a relativizar su importancia y ahora más o menos puedo
empezar a tener alguna respuesta o si no tengo todas las armas para darle la vuelta y ser
feliz sin esa angustia vital. Siempre me decía la gente, disfruta de tu juventud que es la
mejor época de la vida. ¡Pues no, señores! ¡no estoy de acuerdo!, y yo ya lo sabía
entonces, para mí la mejor época de mi vida es ahora, cuando soy una mujer adulta y
madura a la que todavía le quedan muchas cosas por aprender y muchas experiencias que
vivir.
Hija mía espero que cuando leas estas líneas pueda estar a tu lado, pero lo que más deseo,
es que estas palabras puedan ayudarte a comprender un poco más tu paso por la vida y
que puedas llegarme a conocerme un poco más.
Te quiero mucho,
Mamá
Sant Cugat del Vallés, 2010
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