DROGAS: REDUCCIÓN DEL DAÑO O CAMBIO DE PARADIGMA. Baldomero Cáceres Santa María M.A Psicólogo social. En los últimos cuarenta años, como resultado del control de daños ocasionados por el prohibicionismo de “las drogas”i (Convención Única de Estupefacientes, New York 1961), han surgido voces críticas que, por diversas razones (económicas, políticas y sociales) abogan por un cambio de la legislaciónii, o proponen, dentro de ella, una política de “reducción del daño”. Poca consideración, sin embargo, ha merecido el origen y fundamento de las actuales disposiciones legales que, por serlo, se han convertido en un ineludible “marco de referencia” (Allport, 1939) de la opinión pública e incluso de la propia investigación científica. En tal contexto mundial, mediante los medios de comunicación, se impone “el problema de las drogas”, combatido con la política prohibicionista impulsada y mantenida por el Gobierno de los Estados Unidos. No han faltado, desde el inicio de la guerra decretada por el Presidente Nixon en 1971, desacuerdos y denuncias al respecto, desde Química Ceremonial de Thomas Szasz (1975), quien advirtió sobre el nuevo colonialismo mental que fijaba los límites de lo políticamente correcto. La crítica del sistema establecido fue estimulada por el original análisis de Ethan Nadelman (1988), reconocido promotor del cambio de la legislación sobre la marihuana, en apoyo a los estados donde se proponía su uso medicinal. Como Director Ejecutivo de la Drug Policy Alliance (DPA), cogestora y orientadora, con el Transnational Institute de Holanda (TNI) y sus asesores, Tom Blickman y Martin Jelsma, del informe de la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, encabezada por los ex Presidentes Gaviria, Zedillo y Cardoso iii, así como de Informe de la Comisión Global de Políticas de Drogas que se pronunció en junio del 2012, Nadelman juega un rol fundamental en el debate planteado. En el pronunciamiento de la Comisión Global, la primera recomendación dice a la letra: “Terminar con la criminalización, la marginalización y la estigmatización de las personas que usan drogas pero que no hacen ningún daño a otros. Desafiar los conceptos erróneos comunes acerca de los mercados de drogas, el uso de drogas y la dependencia de drogas en lugar de reforzarlos”. iv El pronunciamiento de la Comisión Global concluye invitando a “Romper el tabú acerca del debate y la reforma. Ahora es el tiempo de actuar”. Mientras que la influencia de la DPA en la Comisión Latinoamericana y en la Comisión Global se manifestó claramente en el acordado pedido de despenalización de la marihuana, cabe destacar igualmente el asesoramiento por los expertos del TNI, quienes, comentando la propuesta que ellos mismos aportaron, han afirmado que “el cambio profundo de paradigma” se habría dado al pasarse “de la tolerancia cero a la reducción del daño”. Destacan los articulistas que “La declaración sostiene que la solución de largo plazo pasa por la reducción de la demanda en los países consumidores”. Es indudable la responsabilidad del TNI en la Declaración de la Comisión Latinoamericana. Asumiéndola, los susodichos asesores reclaman: “Transnacional Institute (TNI) aportó algunos principios rectores originales del nuevo paradigma presentado por la comisión” v. Cabe reiterar la importancia del TNI en el planteamiento del actual debate público. Así, el TNI, mediante su página web reclamó igualmente, a propósito del Informe de la Comisión Global de Políticas de Drogas, que “el TNI ha participado activamente en esta iniciativa mundial desde sus comienzos en América Latina en calidad de asesores”. Registra que “el informe recurre a las investigaciones de TNI y apoya a muchas recomendaciones que TNI ha promovido durante varios años”. Precisando su aporte sostiene que: “El informe de la Comisión Global apoya muchas de las recomendaciones que el TNI ha venido promoviendo durante años, incluyendo un cambio de paradigma hacia la reducción del daño y el pleno respeto de los derechos humanos en la lucha contra las drogas; la despenalización de los usuarios y de los pequeños agricultores; la exploración de modelos de regulación legal para el mercado de cannabis; el respeto a las culturas indígenas, tema que incluye la reclasificación de la hoja de coca; y la apertura del debate sobre el futuro de las convenciones de control de drogas de la ONU”vi El paradigma escondido Aceptando el reto de “desafiar los conceptos erróneos comunes acerca de los mercados de drogas” (cit.supr.), cabe entonces denunciar que detrás del pronunciamiento de la Comisión Latinoamericana y del informe de la Comisión Global se esconde un equivoco mantenido por los especialistas del TNI. Si bien las propuestas hechas son progresistas, por llamarle de algún modo, sólo se está ofreciendo una estrategia distinta, sin avizorar siquiera el real paradigma detrás del control, ni cuestionar los objetivos perseguidos por el mimo. Desde el momento que se acepta el objetivo de reducir la demanda o cuando se aboga por “el pleno respeto de los derechos humanos en la lucha contra las drogas”, se está validando tácitamente la razón misma de la persecución de las “drogas” y soslayando que los derechos humanos se ven afectados por la estigmatización misma de los usuarios como “drogadictos”, estigmatización que habría de mantenerse, aunque fuese despenalizado su uso, tal como se propone. De ahí que la política de “reducción del daño” deja en pié y sin tocar el paradigma generador de la prohibición y explica que utilice sin reparos el lenguaje fijado por las propias Convenciones. Un “cambio de paradigma”, si le damos el debido peso académico (Kuhn 1964), se manifiesta en el cambio de la percepción y, consecuentemente, del lenguaje. La percepción de “las drogas” como indistintamente nocivas y de los consumidores habituales como “adictos”1 es la concepción paradigmática que domina el panorama del debate abierto por las Comisiones referidas. Se ha omitido, por lo tanto, el análisis del sustento “científico” de la Convención Única. En ésta, se propone la lucha contra la “toxicomanía”vii, simple estigma del paradigma psiquiátrico que impulsó las leyes desde el inicio del siglo XX, y que echó al olvido la memoria médica del siglo anterior y el testimonio de los propios usuariosviii. El problema, más allá de los obstáculos políticos, está en que formular una manifestación contestataria al respecto, es enfrentar a la Inquisición del siglo XX que ha sido la Psiquiatría, tal como ha venido sosteniendo Thomas Szasz, disidente del sistema. Efectivamente, es sobre la base del paradigma de las “enfermedades mentales”, entre las cuales la “toxicomanía”, hoy “adicción”, que se inició hace cien años la política acordada en La Haya en la llamada Convención del Opio (1912), imponiendo también controles sobre “la cocaína y sus sales”. Meses más tarde aparecería en Lima la versión psiquiátrica del coqueo andino como “cocainismo”ix atentando contra nuestra tradición y la real historia de la coca, bien registrada ya entonces por el irremplazable libro de Golden W. Mortimer, médico e historiador de Nueva York “Peru, History of Coca, The Divine Plant of the Incas”, jamás traducido al español, pese a su mantenida actualidad por sucesivas ediciones en los últimos cuarenta añósx. Disimular la necesaria confrontación directa con la OMS ha sido la tónica del TNI puesta de manifiesto en un artículo que, con el título “La desclasificación de la hoja de coca” publicó Martin Jelsma el año 2006. En él, comentando el escueto Informe del Comité de Expertos de 1993 sobre una posible revisión del caso de la coca (que fue desestimada), sostiene en su argumentación, sin citar referencia textual, que “implícitamente, el Comité de Expertos exoneró a la hoja de coca de los cargos originales, es decir, de tener efectos similares a la cocaína o propiedades adictivas”, mientras que en la conclusión del artículo llega a sostener “que el Comité ha declarado explícitamente que la hoja de coca en sí no se puede considerar como un estupefaciente con propiedades adictivas”. El comentario distorsiona el real contenido del Informe, que mantiene la condena de la coca producto de información de la década del 50, sobre la cual admite “la OMS no ha efectuado una valuación oficial”xi. El punto es fundamental y no puede pasarse por alto. Si bien el informe del Proyecto Cocaína de OMS-UNICRI (1995) , muchas veces citado por el TNI, informó positivamente sobre el uso de la hoja de coca y sus posibilidades medicinales, tampoco mencionó siquiera el cargo oficial psiquiátrico, sostenido por la OMS, que pesaba y sigue pesando sobre el gran recurso andino. Por ampliación colonialista del imperio psiquiátrico-farmacéutico, la doctrina psiquiátrica de las “toxicomanías”, ahora “adicciones”, se extiende hoy a todo tipo de actividad humana juzgada compulsiva, como ejemplifica la “shoping addicton”, diagnosticada y tratada ya con drogas de las grandes farmacéuticas en los Estados Unidos. Las investigaciones oficiales han sido sistemáticamente sesgadas por el “paradigma” patologizante vigentexii. De ahí que, al margen de la condena oficial, sólo recientemente y debido a la libre circulación de información que permite Internet, se ha venido recuperando el prestigio medicinal de la marihuana en Norte América y Europa, y en paralelo la recuperación del carácter beneficioso de la coca en la zona andina. Pocas veces se ha precisado en estas campañas la traba fundamental para la normalización de sus cultivos y aprovechamiento, como lo es el mantenido prejuicio psiquiátrico convertido en doctrina, marco de referencia que, en realidad atenta contra el bienestar humano. No es extraño que la trascendencia del tema de la salud escape generalmente a los especialistas en el “problema de las drogas” puesto que, por ser abogados, sociólogos, politicólogos o economistas, permanecen distantes del debate sobre la validez del carácter científico de la Psiquiatría y sus míticas “enfermedades mentales” (Szasz 1961). La revolución científica en los Andes En la segunda mitad de los 60, a raíz de la aparición del estupendo libro La Estructura de las Revoluciones Científicas (Thomas Kuhn, 1962), se propagó el término “paradigma” aludiendo al marco de referencia del pensamiento científico, a la teoría dominante que plantea preguntas y orienta investigaciones de acuerdo a ella. El término “cambio de paradigma” se popularizó luego para aplicarse a todo cambio de modelo, estilo o moda, tal como ha sido utilizado por los expertos del TNI. En la exposición de Kuhn, cuando la ciencia “normal” se confronta con observaciones de casos “anómalos” (esto es, en desacuerdo con lo que cabía esperar de la teoría dominante) entonces se requiere un nuevo paradigma que, a su vez, da inicio a una revolución científica. Ésta impone cambios en el lenguaje y varía sustancialmente el objetivo de la investigación. Tal proceso ha ocurrido informalmente ante la opinión pública, tanto en Bolivia como en el Perú, donde la hoja de coca ha dejado de verse como “tóxica” y a sus consumidores habituales como “drogadictos·, acabando con la “amnesia cultural” (A. Memmi, 1957). Por el contrario, se le reconoce hoy día como complemento nutricional energético y medicinal. Se ha logrado cambiar el marco de referencia dentro del cual se percibía al uso milenario. Si bien las trabas oficiales subsisten, bloqueando la investigación científica y se ensaya desacreditar su prestigio reiterando la condena por sus alcaloides “tóxicos” y el pobre resultados del análisis de sus muestras de hojas de coca (Penny y otros, 2010)xiii. Si bien las trabas oficiales aun bloquean la investigación científica sobre sus reales efectos y se intenta desacreditar a la coca reiterando estimaciones ya superadas (Penny y otros, 2010)xiv, el proceso es irreversible en la región. El sentir popular, en ambos países, respalda la revaloración de la coca que ha implicado una revolución científica, aunque no sea vista como tal. Hasta mediados de los años 70, en efecto, el coqueo andino estuvo desprestigiado por la prédica psiquiátrica, según la cual tal uso era una “toxicomanía”xv. Sobre esa base de opinión pública se le incluyó en el D.L 22095 (1978), conocido como Ley de Drogas, dictado por el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, dispositivo vigente aún hoy día. De inmediato respondió el Instituto Indigenista Interamericano con su revista América Indígena 4 (1978) dedicada a la defensa del hábito tradicionalxvi. El mismo año apareció en Londres Mama Coca de Anthony Henman, libro que ha venido contribuyendo, por sus sucesivas ediciones en españolxvii, a la recuperación del prestigio tradicional de la coca y al reconocimiento de su potencial industrial. En 1990, ahondando la revisión del proceso que llevó en 1952-53 a la condena de la coca por la OMS, publiqué “Historia, prejuicios y versión psiquiátrica del coqueo andino” en Perú Indígena 28, del Instituto Indigenista Peruano. La Empresa Nacional de la Coca S.A (ENACO S.A) asumió la revalorización en curso, acogida en 1994 por la declaración binacional de Ilo (Fujimori-Sánchez de Lozada) en la cual, sin mencionar las causas del cambio de perspectiva, se propuso el retiro de la coca de la Lista 1 de la Convención Únicaxviii. Tal derrotero fue abandonado sin embargo en los años siguientes. La llegada de Evo Morales a la Presidencia de Bolivia el año 2005 abrió nuevas posibilidades. Con tal motivo, el Transnational Institute (TNI) formó un grupo de expertos en coca cuyo Informe fue presentado y debatido en el taller de Coroico (Yungas, Bolivia), a inicio del 2006. Habiendo sido invitado a participar, en calidad de crítico externo, me sentí obligado a discrepar. Fue el parecer general, en dicho taller, que la notificación de protesta de Bolivia (y eventualmente del Perú) por el mantenido cargo de "toxicomanía", "adicción" o "dependencia" que pesa sobre el coqueo - razón de su permanencia en la Lista 1 de sustancias controladas- "debe ir acompañada de un dossier lo más sustentado posible en torno a informes sólidos y científicos que a partir de su entrega será circulado en las distintas instancias y que neutralice posibles argumentos en contra"xix. Se dejó constancia, en las conclusiones del evento, del desacuerdo "de un participante al taller, que discrepa con la elaboración de este dossier motivado por la urgencia del caso”. Por ello precisé que mi objeción fundamental no era el factor tiempo. Tenía la convicción entonces, y lo sigo sosteniendo, que "para tal gestión inicial tendría pleno valor una exposición de motivos que se apoyara en la revisión crítica del proceso que llevó adelante la Comisión de las Naciones Unidas que emitiera su Informe en 1950”. Se puede demostrar documentalmente que se escondieron pruebas y, siendo así, se reabriría necesariamente el proceso. Efectivamente, se escondieron pruebas al omitir bibliografía médica peruana del siglo XIX, desde la Disertación sobre el aspecto, cultivo, comercio y virtudes de la famosa planta del Perú nombrada Coca del doctor Hipólito Unanue (Mercurio Peruano, Lima, 1794), o al pasar por alto la obra de Golden W. Mortimer, Peru History of Coca, "The divine plant of the Incas" (New York, 1901) con su abundante información sobre la coca en la medicina del siglo XIX. Conclusión Más allá del cambio propuesto por el movimiento de “reducción del daño”, reclamado como “nuevo paradigma” por los asesores del TNI, permanece sin tocar el verdadero paradigma generador de la campaña contra los “estupefacientes” iniciada hace cien años en la Convención de la Haya (1912). No es otro que el paradigma psiquiátrico de las “toxicomanías”, hoy “adicciones”. La revalorización de la coca y del coqueo en Bolivia y el Perú ha ido mas allá, logrando desacreditar el paradigma psiquiátrico y recuperar con ello su prestigio tradicional y médico. En tal medida podría hablarse de una revolución científica andina, paralela a la que representa el reconocimiento de la marihuana medicinal en Norte América y Europa. Debido a lo bien documentado que está el caso de la coca -el cuestionamiento de su condena por la OMS- bastaría una campaña informativa que difunda el respaldo médico y tradicional, para cambiar la actitud de la opinión pública mundial, repitiéndose el proceso que se ha dado en nuestra región. Justamente por eso, constituiría un punto de apoyo para una revisión de las Convenciones sobre “drogas” desde su propia raíz, al reclamar el cambio del paradigma psiquiátrico por una apreciación científica y medica de las plantas. i Se entiende convencionalmente por “drogas” a todas las sustancias listadas en la Convención Única de Estupefacientes, Nueva York 1961. ii Se habla así de “legalización” o “despenalización” en general, sin precisarse sus alcances ni priorizar los aspectos de salud en la reconsideración del “problema de las drogas”. iii Nadelman registra su participación en una entrevista “Estuve muy involucrado en el proceso y mi organización se ha encargado de darlo a conocer en el exterior. A diferencia de otras comisiones, ésta identifica la prohibición como parte fundamental del problema, adopta la reducción del daño como una solución, soporta la despenalización de la marihuana y rompe el tabú de hacer el debate público sobre las políticas antidroga” 3 de febrero del 2013, Rev. Cambio. iv Cabría reparar que “la estigmatización de las personas que usan drogas”, asume el lenguaje convencional, refiriéndose a las sustancias así definidas por la Convención Única, incluyendo indebidamente a grandes plantas medicinales del sistema nervioso apreciadas por la Medicina. v La reforma de las políticas de drogas. Experiencias alternativas en Europa y Estados Unidos (Nueva o Sociedad N 222, julio-agosto 2009) vi En: http://www.tni.org/es/article/la-comision-global-de-politicas-de-drogas-exige-el-fin-de-la-guerralas-drogas vii En el preámbulo de la Convención Única aparece el estigma: “Reconociendo que la toxicomanía constituye un mal grave para el individuo y entraña un peligro social y económico para la humanidad”. viii Cáceres, Baldomero Psiquiatría y prohibición de las drogas, Socialismo y prticipación 96, CEDEP. Lima, 2003. ix Valdizán, Hermilio El cocainismo y la raza indígena, La Crónica Médica, Nº591. Lima,1913 x Una breve traducción al francés destinada a médicos salió en Paris en 1904. Fue reeditada en 1993, Utz, Paris. Ni de esta breve versión existe edición en español. xi OMS, 28ª Informe del Comité de expertos de la OMS en farmacodependencia, Ginebra 1993. xii Tal es el caso de la investigación en neurociencias de la Doctora Volkow y colaboradores en el National Institute on Drug Abuse (NIDA) a su cargo, al encontrar el factor común de toda conducta juzgada compulsiva en la dopamina y, por ello sostener que es una enfermedad médica xiii Penny M, A.Zavalta y otros ¿Pueden las hojas de coca contribuir a mejorar la nutrición de la población andina?’, Food and nutrition Bulletin, Bol. 39, Nªe, 2009. xiv Penny M, A.Zavalta y otros ¿Pueden las hojas de coca contribuir a mejorar la nutrición de la población andina?’, Food and nutrition Bulletin, Bol. 39, Nªe, 2009. xv Caravedo y Almeida xvi Abría el número mi denuncia del prejuicio psiquiátrico en La coca, el Mundo Andino y los extirpadores de idolatrías del siglo XX, publicado originalmente n el Diario La Prensa de Lima(Nov-Dic 1977. Dio inicio igualmente a La Coca, Visión Indígena de una planta satanizadas (J. Boldo-III, México,1986) xvii Henman, Anthony Mama Coca, La Oveja Negra, Bogota xviii xix Weil, Andrew The New Politics of Coca (Letter from the Andes), The New Yorker, May15,.1995 8 años después se ha publicado en Bolvia Coca. Una Mirada Integral, recopilación en V Tomos de artículos diversos auspiciada por la Unión Europea.