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ASTURIAS
LA NUEVA ESPAÑA
Miércoles, 28 de mayo de 2008
Un protagonista de siete décadas de la historia de España (II)
«Ni Miaja ni Rojo me habrían perdonado», afirma Santiago Carrillo Solares (Gijón, 1915) para defender su falta de
responsabilidad en los fusilamientos de Paracuellos, en
la guerra civil. Tras narrar a LA NUEVA ESPAÑA sus experiencias durante la República y el inicio de la contienda fraticida, Carrillo reflexiona ahora sobre dos sucesos
de noviembre de 1936 que han generado fuertes polémicas: la salida precipitada de Madrid del Gobierno de la
República y los fusilamientos de Paracuellos de Jarama.
«Ni Miaja ni Rojo me habrían perdonado»
Santiago Carrillo defiende su falta de responsabilidad en los fusilamientos
de Paracuellos de Jarama apelando a su amistad con el general asturiano
Gijón, J. MORÁN
Con su característico hablar
pausado y el imprescindible cigarrillo –más en la mano que en la
boca–, Santiago Carrillo habla de
los dos momentos más delicados
de su etapa bélica, como consejero de Orden Público de la Junta de
Defensa de Madrid. El 6 de
noviembre de 1936, con el Ejército nacional a las puertas de
Madrid, el Gobierno de la República da por perdida la ciudad y se
traslada a Valencia. Ese mismo
día, Santiago Carrillo se afilia al
Partido Comunista de España y
comienza a colaborar con el general asturiano José Miaja. En el
mismo mes de noviembre,
comienzan los fusilamientos de
Paracuellos de Jarama, en los que
perecen miles de presos civiles y
militares de las cárceles madrileñas. Carrillo tenía entonces 21
años, y hoy, a sus 93, sigue dándole vueltas a la guerra civil, concretamente con un libro de próxima publicación: «La guerra pudo
evitarse». También prepara un
libro de perfiles de los viejos
camaradas comunistas, y acaba de
entregar al público su visión de
Dolores Ibárruri, «Pasionaria».
Entre página y página de escritura, recibe a LA NUEVA ESPAÑA
en su domicilio madrileño.
● El Gobierno abandona
Madrid. «En ese momento, lo
que yo pensaba, con muchos, es
que el Gobierno, en Madrid,
estorbaba, que no iba a tomar las
decisiones necesarias para defender Madrid. Pero, además, si
seguía allí, lo capturaban los franquistas y se acababa la guerra civil
y la resistencia republicana. El
error fue que el Gobierno se va
cuando ya los franquistas están a
las puertas de Madrid y le van a
capturar, y se va de mala manera,
dejando durante diez o doce horas
Madrid sin mando y con el enemigo ya en las puertas. Porque el
Gobierno se va por la tarde el día
6, y las órdenes para Miaja y para
Pozas tienen que ser abiertas al
día siguiente, a las seis de la
mañana. En la práctica, Madrid
queda sin mando durante unas
horas muy críticas de esa noche».
●
Sobres
confundidos.
«Menos mal que el Partido Comunista y la JSU (Juventud Socialista Unificada) reaccionamos y ya
esa misma tarde del día 6 Antonio
Mije y yo buscamos a Miaja y esa
misma tarde empezamos a tratar
de tomar las cosas en nuestra
mano, y crear la Junta de Defensa
de Madrid, que no estaba claro ni
cómo debía crearse, ni cuáles eran
sus funciones, porque las órdenes
decían resistir lo que se pueda y, si
no, retirarse hacia Cuenca. Era
todo lo que había en esas órdenes.
MÓDEM PRESS
Santiago Carrillo, en su domicilio madrileño.
Por cierto, el sobre con la orden de
Miaja se lo dan a Pozas y viceversa; hay un error. Si esa misma
noche no les reunimos a los dos,
al día siguiente, a las seis de la
mañana, si no ha entrado el enemigo todavía, hubiera sido un lío,
porque los dos generales podían
«La salida de Madrid
del Gobierno fue
lamentable; dejaron
equivocados los sobres
con las órdenes»
haber estado en lugares diferentes,
y se habría encontrado cada uno
con que tenía la orden del otro.
Aquello fue lamentable: la forma
en la que se fue el Gobierno; y se
fue así porque Largo Caballero
quería ser el que defendiera
Madrid, pero no adoptó las medidas necesarias, y tomó la decisión
de irse muy tarde, en el peor
momento. Afortunadamente, la
Junta de Defensa comenzó a
actuar esa misma noche prácticamente, y al pueblo no le impresionó que se fuera el Gobierno.
Miaja y Vicente Rojo, con representantes de organizaciones, la
mayor parte perfectamente desconocidos, prepararon las cosas y
encontraron el apoyo del pueblo.
La defensa de Madrid tuvo dos
pilares: Miaja y Rojo, por un lado,
y el Partido Comunista y la JSU,
por otro».
● Paracuellos del Jarama.
«En el momento de los hechos,
noviembre de 1936, ni Rojo ni
Miaja me hubieran perdonado si
yo hubiera sido responsable de
Paracuellos. Porque ellos vivían
una solidaridad profesional con
las familias de mandos del Ejército franquista que permanecían en
Madrid; las ayudaban económicamente, y las protegían de venganzas. Evidentemente, no hubieran
tenido conmigo la relación de
amistad y de trabajo que tuvimos
durante la defensa de Madrid. El
Gobierno republicano tenía que
haber evacuado a esos presos,
pero no lo hizo y nos dejó en las
manos una situación enormemente peligrosa. Esas columnas de
prisioneros, si huían y se reincorporaban, eran un peligro enorme
porque había mandos para organizar casi un ejército. Allí estaban
todos los mandos del Cuartel de la
Montaña, y de otro lugares que se
habían sublevado el día 18 de
julio».
● Señores de la guerra. «Las
columnas de presos salen de
Madrid y quedan fuera de nuestra
jurisdicción. Esa zona estaba bajo
el mando del general Pozas, que
era el jefe del Ejército del centro
y, por consiguiente, dependía
directamente del Gobierno de la
República, y no de la Junta de
Defensa de Madrid. Para explicar
«El camino que
seguían las columnas
de presos era un
territorio de señores
de la guerra»
esto de las jurisdicciones contaré
algo que me sucedió a mí mismo.
A los diez días de la defensa de
Madrid, como había conflictos
entre Miaja y Largo Caballero,
inicié viaje a Valencia, pero al llegar al puente de Ventas, frontera
de nuestra jurisdicción, un grupo
de faistas (anarquistas de la FAI),
que mandaba un sujeto con el
apodo de El Chato de las Ventas,
me impidió el paso y tuve que dar
la vuelta porque yo sólo y el chófer no podíamos enfrentarnos a un
pelotón armado. El camino que
siguen las columnas de presos era
además un territorio de señores de
la guerra, con grupos de huidos
ante el avance fascista que acampaban como podían, armados, en
los alrededores de Madrid. Frente
a eso, no teníamos ni guardias ni
soldados. En esos días, el gran
problema de Miaja y de la Junta
de Defensa era reclutar gente para
cubrir las entradas de Madrid».
● Única responsabilidad.
«Hasta que me eligen secretario
general del Partido Comunista, en
1960, nunca me habían acusado de
nada con respecto a Paracuellos.
Incluso en el mismo campo republicano hubo polémicas sobre ello,
pero nunca nadie apuntó hacia mí
y me acusó de algo. La única responsabilidad que puedo asumir, es
decir, todo lo más que se me
podría imputar es que no pudimos
dar cobertura a esas columnas de
presos porque no teníamos efectivos ni para defender Madrid. Pero,
además, esos efectivos, si los
hubiéramos tenido, tendrían que
haber sido suficientes en una situación normal, pero las circunstancias eran otras. Los efectivos, las
gentes republicanas, estaban muy
condicionados emocional y políticamente por los bombardeos de
Madrid, por las casas hundidas,
por las familias muertas, el acoso a
la ciudad. Son cosas de la guerra y
la catástrofe de aquellos días,
cosas incontrolables».
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