Conferencia General Octubre 1984 NUESTRO SUMINISTRO DE PODER ESPIRITUAL élder Russell M. Nelson del Quórum de los Doce Apóstoles "La línea conductora de poder espiritual se fortalece por medio de la oración. Al consultar con Dios en todas nuestras acciones, Él nos dirigirá para bien." Un día, mientras podaba los cercos y enredaderas del jardín, tuve una experiencia interesante. Trabajaba con la podadora eléctrica, que tenia un cable de extensión larga. Muchas veces lo había hecho, tratando de recordar siempre que debía tener cuidado de no cortar nada que no debiera cortarse. De pronto, la podadora se atasco, y al buscar el motivo, encontré el cable metido entre las hojas de esta. Podando los arbustos, no lo había visto, y había cortado precisamente la línea que me suministraba la energía eléctrica para trabajar. ¿No es esta una de las grandes lecciones de la vida?, pensé. El poder mal utilizado, puede separarnos de la misma fuente que lo produce. Al igual que el descuido con un aparato eléctrico puede cortar a éste de la fuente que produce la energía, también el mal uso del poder espiritual puede cortarnos de la fuente que lo origina. En ese caso, perdemos lo que nos capacita para lograr el éxito en la vida. El uso apropiado de la "línea" que genera nuestro poder espiritual nos permite aprender, trabajar, obedecer la ley y amar. Aunque cada uno de esos elementos nos conduce a lograr metas, también lleva implícito un riesgo. El Poder De Aprender Consideremos el poder de aprender, y lo esencial que es para el progreso, ya sea en una carrera profesional o en el trabajo de un vendedor, un granjero o un ama de casa. ¡Pero también se puede emplear mal el conocimiento! Una mente brillante, mal dirigida, puede cortar la línea suministradora de poder espiritual. Hay "eruditos" que se complacen en hacer extraviar a otras personas en el nombre de una seudo erudición. Años después, sus víctimas quizás se den cuenta de que han subido la escalera del conocimiento, pero que esta se encuentra apoyada en una pared falsa. Un profeta del Señor nos ha aconsejado lo siguiente al respecto: "¡Oh ese sutil plan del maligno! ¡Oh las vanidades, y las flaquezas, y las necedades de los hombres! Cuando son instruidos se creen sabios, y no escuchan el consejo de Dios, porque lo menosprecian, suponiendo que saben de si mismos; por tanto, su sabiduría es locura, y de nada les sirve; y perecerán. "Pero bueno es ser sabio, si hacen caso de los consejos de Dios." (2 Ne. 9: 28-29.) ¿Que pasa si no hay conocimiento espiritual? ¿Que le pasa al piloto de un planeador cuando lo separan del avión que lo remolcaba? Se inclinara hacia uno u otro lado y dará vueltas, pero, finalmente, solo hay una dirección en la que puede ir: ¡Hacia abajo! Conferencia General Octubre 1984 Debemos obtener conocimiento, pero debemos aplicarlo sabiamente. De lo contrario, tenemos una política sin principios, una industria sin honradez, un conocimiento sin prudencia, una ciencia sin humanitarismo. El Poder De Trabajar Consideremos el poder de trabajar. El trabajo bien hecho aumenta nuestra capacidad para hacerlo. El presidente Heber J. Grant decía a menudo: "Aquello en lo cual persistimos se vuelve más fácil de realizar, no porque su naturaleza cambie, sino porque nuestra potestad para hacerlo ha aumentado." (En Conference Report, abril de 1901, pág. 63.) El Señor, por medio de su profeta Lehi, dijo: "Es preciso que haya una oposición en todas las cosas." (2 Ne. 2:11.) Así que, en realidad, la competencia nos obliga a mejorar, y merece nuestros elogios y agradecimiento. Si no la empleáramos, no podríamos alcanzar las alturas que con ella lograremos. Pero también nuestro trabajo puede estar mal encaminado. Es posible consagrarse anhelosamente a una causa sin sentido. También se puede cometer un error cien veces, ¡y llamarlo experiencia! Hay quienes esquivan al trabajo mientras buscan las riquezas sin esforzarse por citas, o tratan de lograr una posición destacada sin la preparación necesaria. Los conversos lamanitas nos ensañaron esta lección: "Mas bien que derramar la sangre de sus hermanos, ellos darían sus propias vidas; y más bien que privar a un hermano, ellos le darían; y más bien que pasar sus días en la ociosidad, trabajarían asiduamente con sus manos." (Al. 24:18.) El Poder De Obedecer La Ley Ahora, consideremos el poder que emana de obedecer la ley. Una de las mejores formas de aplicar el poder espiritual es obedecer las leyes de Dios y las del hombre. Tanto la libertad de acción como el autodominio emanan de la ley. "Cuando recibimos una bendición de Dios, es porque se obedece aquella ley sobre la cual se basa." Ese concepto adquirió para mi nueva dimensión gracias al presidente Kimball. En una ocasión en que tenia que hacerle una intervención quirúrgica, me pidió que antes de hacerlo le diera una bendición de salud. Después, me dijo: "Ahora puede hacer lo que sea necesario para lograr que se cumpla la bendición." Es que tanto él como yo sabíamos que ni siquiera por el profeta de Dios puede nadie quedar exento de la ley. ¡Ni siquiera por el Hijo de Dios pudo quebrantarse la ley divina! El Poder De Amar Consideremos el poder del amor. Recuerdo a una mujer a quien fui a hacer una visita medica a su casa. Estaba confinada en un pulmón de acero; los estragos de la polio le habían destruido el aparato respiratorio al punto que su vida dependía por completo de aquel gran tanque metálico y del ruidoso motor eléctrico que lo hacia funcionar. Conferencia General Octubre 1984 Mientras estaba allí, observe la relación que había entre ella y sus tres hijos. El mayor nos interrumpió una vez para pedirle permiso para ir por una hora a la casa de un amigo; mas tarde, la mediana fue a pedirle que la ayudara en aritmética; y después la menor, tan pequeña que no podía ver a su madre cara a cara, mirándola por el espejo que habían colocado para que ella pudiera ver lo que la rodeaba, le preguntó: "Mami, ¿puedo comer una galletita?" ¡Nunca he olvidado esa lección sobre el poder del amor! Aquella madre, completamente invalida y, por supuesto, incapaz de hacer valer físicamente su autoridad maternal por medio de ninguna acción, influía en su hogar solamente por el dulce poder del amor. Este poder es especial entre un hombre y una mujer. El amor que ha compartido mi amada compañera, Dantzel, y yo ha aumentado nuestra capacidad de amar. Ese sentimiento fue lo que nos llevó al altar en el templo del Señor; ese sentimiento la motivó a trabajar de maestra en los primeros años de nuestro matrimonio. Cuando la situación fue difícil, consiguió un empleo extra, de noche; y cuando se puso sumamente difícil, en el tiempo libre entre ambos trabajos, fue una vez a vender su sangre para mantenernos a flote. (¡Estoy seguro de que sus padres se preguntarían entonces que clase de yerno tenían!) Recordé eso muchos años mas tarde, en una ocasión en que necesita urgentemente una transfusión, y en el banco de sangre no había ninguna del mismo tipo que la suya. ¡Que gran privilegio fue para mí darle la mía! ¿Puede emplearse mal el poder de amar? Lamentablemente, así es. La unión ilegítima de los sexos ha sido, en mi opinión, una de las mayores causas de pesar en el mundo. En algunos casos, el uso inapropiado de ese don físico tan sagrado ha causado su misma destrucción en años posteriores. Mal empleado, el poder de amar puede cortar el poder espiritual, y su abuso puede dar como resultado la total ausencia de afecto; entonces, al despertar ese placer sin conciencia, quedan burdas imitaciones del amor que sólo son libertinaje y lascivia. Y, en lugar de deleitarnos con nuestra posteridad en un banquete colmado de amor, recibimos las migajas de la mesa, ¡únicamente sobras de lo que pudo haber sido! Las cenizas de ese seudo amor consumido se apagan con el humo de la tristeza. Sin embargo, las brasas de la corrupción siguen vivas. Pero, mientras oímos las voces estridentes de aquellos que quieren persuadirnos, ¡recordemos que estos defensores del aborto ya han tenido el privilegio de nacer! Y todos estos que con tanta libertad niegan a Dios con sus practicas amorales e incrédulas descubrirán un día que de la misma manera Él puede también negarlos a ellos. (3 Ne. 28:34. ) La Fuente De Poder Espiritual Nuestra fuente de poder espiritual es el Señor. Nuestro Padre Celestial es el origen fundamental de ese poder, y su mensajero es el Espíritu Santo. Esa fuerza espiritual difiere del poder o energía eléctrica: un aparato eléctrico consume energía; el uso del poder espiritual que emana de Él abastece y aumenta nuestro propio Conferencia General Octubre 1984 poder. Mientras que la energía eléctrica sólo se puede utilizar en espacios limitados de tiempo, la espiritual puede ejercerse toda la vida y por toda la eternidad. La "línea" conductora de poder espiritual se fortalece por medio de la oración. Al consultar con Dios en todas nuestras acciones, Él nos "dirigirá para bien" (Al. 37:37). ¡Y la oración esta siempre a nuestra disposición! Sin embargo, el Señor pone en nuestras manos la iniciativa de buscar su fortaleza espiritual, y espera que aspiremos a tenerla de la misma forma en que alargamos la mano y enchufamos un aparato eléctrico para obtener la fuerza eléctrica. El ha dicho: "Si pides, recibirás revelación tras revelación, conocimiento sobre conocimiento, a fin de que puedas conocer los misterios y las cosas apacibles, aquello que trae gozo, aquello que trae la vida eterna." (D. y C. 42:61; cursiva agregada.) Nuestra propia rectitud y el estudio de las Escrituras nos capacitaran para ejercer mas plenamente ese poder. El poder espiritual inherente al sacerdocio, cuando se ejerce en rectitud, produce recompensas; y estas son tan inmensas que nuestra mente casi no puede concebirlas. A las parejas que comparten dignamente ese sacerdocio, manteniéndose fiel es al convenio sempiterno de su unión matrimonial y soportando los difíciles años de pañales y platos sucios, de la cocina atestada y los bolsillos vacíos, del servicio en la Iglesia y de quemarse las pestañas en la preparación profesional. el Señor les hace una promesa: "Saldréis en la primera resurrección. . . y heredaréis tronos, reinos, principados, potestades y dominios . . . y esta gloria será una plenitud y continuación de las simientes por siempre jamas." (D. y C. 132:19; cursiva agregada.) El "cable" de la línea espiritual es el conductor de la revelación. Esta se da al Presidente de la Iglesia, y a los lideres y maestros en sus respectivos llamamientos. También hay revelación personal para la glorificación de los miembros y de las familias en la Iglesia. Esas líneas tienen un buen aislamiento y nunca se enredan. Nuestro Padre es un Dios de orden. Para gobernar la Iglesia, nadie puede recibir la revelación que solamente se da a su Presidente; ni un hombre puede recibir la que corresponda a la familia de un vecino. Es posible hacer caso omiso del poder espiritual, e incluso emplearlo mal. Hay quienes hacen un mal uso del poder de la oración convirtiendo esta en algo trivial. Hay también santos bien intencionados que actúan correctamente pero motivados por un error cuando se limitan a los porcentajes de sus informes, en lugar de concentrarse en las preciosas almas de aquellos a quienes sirven. De la misma forma que corte el cable con la podadora, también podemos emplear el poder espiritual con tal descuido que destruyamos la conexión que tenemos con ese poder. Sé de un marido que domina a su esposa como si fuera un objeto de su posesión, y la considera en la misma forma que a su auto o su maleta, objetos que usa para su propio beneficio. Por otra parte, conozco una mujer que Conferencia General Octubre 1984 domina a su marido hasta el punto de haberle hecho perder todo sentido de su valor personal. Recordemos que los derechos del sacerdocio están inseparablemente unidos a los poderes del cielo, y que estos no pueden ser gobernados ni manejados sino conforme a los principios de justicia" (D. y C. 121:36; cursiva agregada.) El ejercicio injusto de la autoridad del sacerdocio indudablemente corta la conexión que podamos tener con el Originado de esa autoridad. (D. y C. 121: 37.) La adoración fortalece nuestra línea de conexión con Dios. Y no puede haber verdadera adoración sin sacrificio, ni verdadero sacrificio sin una causa. La causa que merece nuestro amor y dedicación es la de Jesucristo. Hablando de su expiación, el Salvador dijo: "Para esto he nacido, y para esto he venido al mundo". (Juan 18:37). ¡Hacemos nuestro su ejemplo de adoración, sacrificio y dedicación a la causa! Él es la fuente fundamental de todo poder para hacer el bien. Al proteger celosamente y por medio de la oración la línea de poder espiritual que nos une al Salvador, logramos parecernos mas a Él. De su sagrado nombre y su misión atestiguo solemnemente. Proclamo mi sagrado testimonio de su divina ascendencia. Y declaro con todo mi fervor que esta es su Iglesia, en el nombre de Jesucristo. Amén.