ANÁLISIS DE COYUNTURA Nivel Local

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ANÁLISIS DE COYUNTURA
Nivel Local
Verano 2015
0. INTRODUCCIÓN
Desde su desarticulación a finales de los años setenta, el movimiento libertario en el
Estado español carece de un programa estratégico, al menos de actuación a medio
plazo.
La crisis del anarcosindicalismo, acompañada por un desarrollo de prácticas ligadas a
la cultura de la resistencia en los años ochenta y noventa evitaron hasta esos
momentos de reorganización política la rearticulación de un anarquismo social
organizado.
Si uno de nuestros objetivos es la renovación del movimiento en base a la actual
realidad social es necesario volver a construir un programa de transformación política
en base a la práctica diaria, partiendo de un análisis coyuntural global y local.
Empezamos este análisis local hablando de los movimientos sociales debido a que
entendemos que son el marco de actuación en el que como anarquistas organizadas
nos movemos.
1. MOVIMIENTOS SOCIALES
Observamos en estos movimientos sociales una carencia de perspectiva global a
largo plazo, al centrarse en el desarrollo de luchas concretas. Esto hace que a menudo
caigan en la línea de que la vía institucional es la única vía de articulación posible a sus
demandas.
Aparte de ello, vemos cómo se carece de una perspectiva histórica respecto a los
movimientos sociales. En el momento en que no se marcan fases ni objetivos es muy
difícil para quienes formamos parte de estos movimientos sociales darnos cuenta de
cuáles han sido los éxitos y las etapas superadas; por lo tanto generalmente se entra en
círculos viciosos en que las actuaciones y los errores se repiten, provocando en muchos
casos que colapsen y haya que empezar de cero en la reconstrucción de estos
movimientos.
Entendemos que para dotar a dichas luchas concretas de una perspectiva
revolucionaria, éstas deben poseer una visión global y marcar su propio programa, para
evitar caer en el reformismo de ir siempre a pedir sus demandas al Estado, haciendo
con ello, que estas demandas bajen a un denominador común mínimo para que sea el
Estado quien las asume.
Esta perspectiva revolucionaria global llevaría a los movimientos a ver la conexión
entre las diferentes luchas, como podrían ser el desempleo, la lucha contra los
desahucios o contra la reforma de la ley del aborto; es necesario ver que de la misma
manera en que las diferentes opresiones se relacionan entre sí y suman, toda lucha
contra estas opresiones suma al desgaste de los distintos sistemas de opresión.
Esto también puede servir para contrarrestar el hecho de que al institucionalizar las
luchas, éstas se priorizan, lo que hace que dichos movimientos sociales, al llegar a las
instituciones, dejen algunas luchas de lado debido a los límites de actuación que esta
vía conlleva.
También nos hemos dado cuenta de que hemos construído movimientos sociales
desde un carácter contestatario (siempre al ritmo de las medidas que marcan los
distintos Estados/gobiernos), haciendo que el ritmo lo marque el enemigo
(manifestándonos o montando campañas ante las leyes o ante la represión) no siendo
capaces de elaborar nuestro propio programa de actuación que nos permita elaborar
un calendario en base a nuestras necesidades y exigencias.
El hecho de que los movimientos sociales no tengan estrategias propias favorece
que vengan controlados y determinados desde el exterior. Así, hemos visto cómo a lo
largo del pasado año un grupo de profesores e intelectuales de Madrid ha decidido que
todos los movimientos sociales deben ponerse al servicio de un “asalto” institucional,
de un programa electoral, y lo estén consiguiendo en cierta medida. Sin que este asalto
haya surgido como un proceso de debate dentro de los propios movimientos sociales,
sino como algo impuesto por la intelectualidad.
Observamos igualmente en los movimientos sociales una tendencia al "voluntarismo";
al no haber una estrategia de actuación, un compromiso militante con un programa o
unos acuerdos previos de actuación, se decae en este voluntarismo, el sacrificio de un
primer ímpetu y una vez se acaba ese primer impulso de ilusión la gente acaba
“quemándose” cuando no obtiene resultados visibles y rápidos, abandonando
consecuentemente dichos movimientos sociales.
O bien vemos un "tareísmo", en el que se realizan movilizaciones y actos "porque sí",
un poco por el deber del militante de realizarlos, sin un análisis y una previsión de
resultados detrás de esto. Se ha visto con las mareas verdes manifestándose cada
sábado por la educación, en manifestaciones en las que había una asistencia cada vez
menor, sin ningún tipo de objetivo ni balance detrás.
Podemos constatar como la mayoría de movimientos sociales han conseguido
desarrollar una serie de formas libertarias. Tras la crisis sufrida por la izquierda
tradicional (entendida como los partidos y sindicatos clásicos), han desarrollado unas
formas de actuación que se podrían englobar en lo libertario. En su mayoría se
identifican como asamblearios y horizontales.
Pero debemos recordar que una forma asamblearia no es liberadora per se, y siendo
que no poseen un fondo revolucionario (es decir, un programa de actuación en pro de
la destrucción sistémica), acaban cayendo en el sentido común, que no es otra cosa
que la ideología dominante. En el mejor de los casos va a ser social-demócrata, de
petición de reformas al Estado; en el peor de los casos directamente neo-liberal, de
transmisión de la ideología que se viene implantando.
Creemos que este análisis que hacemos de los movimientos sociales es exportable a
la mayor parte de poblaciones del Estado ya que están en un estadio similar.
Recientemente se han conformando una serie de procesos de "unidad" hacia lo
electoral. En Zaragoza encontramos una de las candidaturas de unidad ciudadana más
potentes de todo el Estado. Por un lado podría ser entendido como una ventaja en
cuanto a que ha derivado a unas posiciones más izquierdistas que en otras ciudades,
pero por otro lado es un enorme peligro para los movimientos sociales por el riesgo de
que sean instrumentalizados y queden convertidos en meros grupos de apoyo de estas
candidaturas que acceden a los ayuntamientos.
Tras este breve análisis de la situación actual respecto a los movimientos sociales,
pasamos ya al análisis que hacemos del anarquismo, entendido como aquél
movimiento con el que nos identificamos:
ANARQUISMO
Vemos en el Estado español una tendencia histórica del anarquismo a llegar tarde a
todas sus fases históricas. Se llegó tarde a las formas de contestación al franquismo en
la clandestinidad, se llegó tarde a la adaptación a la transición y actualmente se está
llegando tarde a la salida de la fase de resistencia que impuso la implantación del
neo-liberalismo a lo largo de los años 80 y 90 (a pesar de que fue el movimiento que
mejor y de manera más especializada se adaptó a esa fase de resistencia y el que más
espacios de resistencia logró sacar).
Este llegar tarde como producto de una falta de análisis común es lo que ha llevado a
una segmentación absoluta del movimiento libertario. Con cada debate el movimiento
se ha ido fragmentando en grandes rupturas en lugar de pequeñas fracciones como ha
pasado con otras fuerzas, y así encontramos cómo actualmente el movimiento se
encuentra totalmente desvertebrado en grupos generalmente incomunicados.
Nos hemos dado cuenta igualmente, de que carecemos de un modelo organizativo
adaptado a esta situación actual que describimos como de superación de la fase de
resistencia.
Por un lado, estamos organizadas en sindicatos, que a pesar de ser herramientas
muy valiosas en la defensa de los derechos laborales, debido al estado de desarrollo de
la clase trabajadora (ya no como una clase conformada por el proletariado industrial
sino como una clase mucho más diversa y compleja) ya no suponen una herramienta
tan útil a la hora de cargar con todo el peso de la práctica revolucionaria.
Por otro lado, nos organizamos en grupos de afinidad que fueron y siguen siendo
muy útiles para llevar cierto tipo de militancia y encabezar cierto tipo de acciones pero
que no constituyen una herramienta de difusión y expansión de las ideas anarquistas
tan eficaz, en el actual periodo de crisis en que la gente busca alternativas a la miseria
generada por el capitalismo en su fase neo-liberal.
No queremos que se piense que hablamos desde la superioridad moral de aquéllas
que enarbolan la bandera de "salir del gueto" pues consideramos que lo que se
entiende como "gueto" supone espacios muy útiles tanto a nivel de infraestructura
como de una resistencia que ha de seguir llevándose a cabo así como unos cimientos
para empezar a actuar a partir de ahora.
Es decir, lo que pretendemos es que nuestras ideas trasciendan estos espacios y salgan
hacia el resto de las oprimidas de la sociedad.
Hemos identificado también que precisamente en un periodo como el actual en el
que debido a la mercantilización absoluta de las relaciones sociales, la comunicación
supone un terreno de lucha tan importante, tenemos graves problemas de
comunicación a nivel externo.
Tal vez sea producto de una falta de renovación estética, que se centra
principalmente en dos herramientas estéticas que mantenemos desde hace años:
· Por un lado una estética heredada del obrerismo sindical de los años 30, que apela a
una fase anterior de la clase trabajadora, es decir, aquel trabajador industrial de mono
azul y casco amarillo; por tanto ya no es tan efectiva para llegar a la clase explotada en
el actual estado de desarrollo.
· Por otro lado una estética más ligada a la contra-cultura de los 70-80 que tampoco se
ajusta a algo con lo que se pueda identificar dicha clase explotada.
Por tanto entendemos la necesidad de una renovación estética del discurso para
llegar a todas las personas que tienen una necesidad de liberación.
También, dado que hay un debate sobre si participar o no en los grandes medios,
vemos que al optar por los canales informales hay una falta de capacidad de expresión
por nuestra parte en estos canales informales. Entendiendo que nos es muy
complicado explicar el proyecto libertario a nuestras propias familias, amistades,
compañeras de trabajo o estudio. En este sentido vemos que sería necesario un trabajo
de preparación para lograr ser, todas y todos, embajadoras del anarquismo en nuestros
círculos.
De la misma manera, observamos en el anarquismo en el estado español, una falta
de conexión entre los distintos objetivos, una falta de programa y líneas estratégicas
comunes, debido precisamente a la fragmentación descrita; hemos visto cómo muchas
veces se repiten trabajos o se pisa el trabajo de otros grupos. En definitiva, cómo se
pierden energías.
Un ejemplo al que mirar lo encontramos en el modelo social que se está
desarrollando en el Kurdistán sirio, donde hay una gran cantidad de colectivos
diferentes (pluralismo revolucionario) pero todos actúan de forma más o menos
complementaria.
Si bien en los últimos años, buena parte del movimiento está trabajando en
movimientos sociales, asambleas en sus centros de trabajo, en sus barrios, o de
cualquier sitio donde sufran opresión y explotación, vemos que producto de esa falta
de un referente discursivo o de una serie de debates en el seno del movimiento
anarquista, nos vemos en desventaja con otras fuerzas políticas.
Nos ha pasado en muchas ocasiones, al llegar a la asamblea de nuestro barrio, centro
de trabajo/estudios, que encontramos que militantes de cierto partido político han
desembarcado y son capaces de instrumentalizar la asamblea incluso estando en
minoría respecto al número de gente que se identifica como anarquista, sometiendo
estos movimientos a sus intereses electoralistas.
Lo que proponemos es, en definitiva, una herramienta organizativa que sirva de casa
común donde compartir estas cuestiones y luchar por la autonomía de estos
movimientos sociales y dotarlos de un carácter revolucionario.
Como reflejo de esos movimientos sociales de los que formamos parte, caemos en el
"tareísmo": aquello que señalábamos respecto a realizar acciones por el mero hecho de
realizarlas, sin un análisis precedente ni una valoración posterior de lo que se ha
logrado.
Vemos también cómo el anarquismo cae o bien en el extremo de la operatividad en
el corto plazo, sobre todo la respuesta en momentos de emergencia social como los
actuales o en un fetichismo del largo plazo que hace que seamos muy capaces de
definir hasta el último detalle la sociedad a la que aspiramos pero no seamos capaces
de definir los pasos a dar o las acciones a llevar a cabo para llegar hasta ella.
Siendo que el anarquismo se caracteriza por la coherencia entre medios y fines,
debemos ser capaces de tener en cuenta qué fines tenemos y establecer los medios en
base a ese análisis y a ese debate. Lo que definimos como firmeza en los principios y, a
partir de ahí, una flexibilidad en las tácticas.
Como anarquistas, experimentamos en muchas ocasiones en estos espacios
unitarios (asambleas de barrio, centro de trabajo/estudios, movimientos sociales) cómo
defendemos la informalidad de forma a veces dogmática, suponiendo esto una
desorganización en estos espacios que se pone al servicio de los partidos que se
introducen con un plan organizado de actuación y sí son capaces de organizar esos
liderazgos informales.
Entendemos que deberíamos ser capaces de defender la mínima organización
necesaria para que cada espacio se mantenga autónomo.
La propuesta que realizamos sería aquella de asumir las virtudes de la organización
informal (su flexibilidad, capacidad de realizar cierto tipo de acciones basándose en al
afinidad entre individuos) con lo mejor de la organización formal (capacidad de llevar a
cabo un análisis a largo plazo, mayor perspectiva de miras y de marcar objetivos).
Por último, y para concluir, hemos constatado una cierta dificultad para la
actualización ideológica del anarquismo en su conjunto. Vemos cómo somos pioneras
en ciertas cuestiones como la actualización del discurso feminista hacia posturas
trans-feministas, por ejemplo, pero sin embargo muchas veces, esos avances realizados
por algunos sectores del movimiento libertario son asumidos por otras tendencias
políticas antes que por el conjunto del movimiento.
Este es el análisis que realizamos respecto al movimiento anarquista en el conjunto
del estado español, más concretamente en nuestra ciudad.
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