La llamada “Carta a los Efesios” El problema de los destinatarios

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INTRODUCCIÓN AL NUEVO TESTAMENTO /// Lic. Claudia MENDOZA
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La llamada
“Carta a los Efesios”
El problema
de los destinatarios
Crítica externa
Datos textuales y de la tradición
En las cartas de Pablo, tal como han llegado hasta nosotros, los destinatarios
aparecen dos veces:
En el título, que está puesto por los recopiladores de la colección de las
“cartas paulinas”.
En el encabezamiento o “prescriptio”, como parte de la carta
propiamente dicha.
En el caso de esta carta, la referencia “a los Efesios” figura en los títulos de
todos los manuscritos, y en la mayor parte de estos, aparece también en el
“prescriptio“.
46
Pero en los manuscritos más antiguos (P ) y en los mejores (Vaticano y
Sinaítico) no hay indicación de los destinatarios, ni en 1,11 ni en otro lugar del
texto.
MARCIÓN (hacia el 140) es el testigo más antiguo de la ausencia del nombre de
los destinatarios en el encabezamiento: TERTULIANO –que tampoco parece
haber leído en ningún lugar del texto la referencia a los destinatarios– polemiza
con Marción, porque éste había dado a la carta el título de “ad Laodicenos”,
mientras que la iglesia ortodoxa la designaba como “ad Ephesios” (Adv. Marc.
V, 11, 17).
Este título “ad Ephesios“ se encuentra luego en Ireneo, Clemente Alejandrino y
en el Canon de Muratori. La Iglesia antigua, de manera prácticamente unánime,
consideró a la carta como dirigida a la comunidad de Éfeso. Pero también está
atestiguado que muchos manuscritos estaban sin la indicación de los
destinatarios, como se infiere de Orígenes2 o como explícitamente señala San
Jerónimo3.
Los datos textuales sobre la ausencia de los destinatarios en el encabezamiento
son claros: el texto de Efesios 1,1 sin indicación de los destinatarios es el mejor
documentado, el más antiguo y es también representa la “lectio difficilior4”.
1
Efesios 1,1 Pau/loj avpo,stoloj Cristou/ VIhsou/ dia. qelh,matoj qeou/ toi/j a`gi,oij toi/j ou=sin Îevn
VEfe,sw|Ð kai. pistoi/j evn Cristw/| VIhsou/( (y a los que creen en Cristo Jesús”).
2
En De Princ. II, 5,5, ORIGENES interpreta las palabras toiÍj ouÅsin (tóis oúsin) de Ef 1,1 en sentido
metafísico –"a los que son"– cosa que hubiera sido imposible si toiÍj ouÅsin hubiera ido acompañado de
una determinación espacial.
3
En su comentario a “Efesios” Jerónimo asegura que él conoció unos manuscritos con indicación del
lugar de destino y otros sin ella.
4
Es decir, la “lectura más difícil”, que según una especie de “axioma” de la crítica textual, se ha de
preferir. De haber existido la indicación de los destinatarios, no se ven motivos para quitarla. Por el
contrario, es comprensible que se tratara de remediar la falta de una indicación de lugar, agregándola.
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Crítica interna
[Es decir, lo que se infiere al leer el texto]
La poca información acerca de los destinatarios y su situación, así como la
ausencia de un tono íntimo y de recuerdos personales, esperable entre Pablo y
una comunidad donde vivió por más de dos años (Hechos 20,31) hace muy
improbable que esta carta haya podido ser enviada por el apóstol a los
cristianos de Éfeso.
Llama mucho la atención que, por lo que se dice en algunos párrafos, los
destinatarios y el autor parece que sólo se conocían de oídas:
Efesios 1,15 “Por eso, también yo, al tener noticia de vuestra fe en el Señor
Jesús y de vuestra caridad para con todos los santos...”
Efesios 3,1-4 “Por lo cual yo, Pablo, el prisionero de Cristo por vosotros los
gentiles... v2 si es que conocéis la misión de la gracia que Dios me concedió en
orden a vosotros: v3 cómo me fue comunicado por una revelación el
conocimiento del Misterio, tal como brevemente acabo de exponeros. v4 Según
esto, leyéndolo podéis entender mi conocimiento del Misterio de Cristo...”
El saludo final no manifiesta gran conocimiento de ninguna persona en
particular (cf. Romanos 16). Si es que la escribió Pablo, sólo puede haberlo
hecho antes de haber estado en Éfeso, puesto que después de haber estado más
de dos años allí es impensable un escrito tan impersonal.
¿Quiénes son los destinatarios?
Las hipótesis que intentan responder a esta cuestión son innumerables, y no se
ha impuesto ninguna:
Siempre partiendo de la supuesta autenticidad, algunos, recurriendo al
testimonio de Marción, identifican esta carta con la carta que, en Col
4,16, se dice haber sido enviada a los “Laodicenses” y donde también se
exhorta a intercambiarla con la comunidad de Colosas.
Pero, ¿por qué no tendría la indicación de los destinatarios?
Si alguna vez la tuvo, ¿por qué se borró5?
Además, ¿por qué el tono tan impersonal? ¿Por qué no hace referencia a
la problemática que sufre la región a causa de la “filosofía”? (cf.
Colosenses 2,1 y 4,13) ¿Por qué la tradición la llamó luego a los Efesios?
Otros investigadores sugieren que esta “carta” es más bien una especie de
circular o encíclica dirigida a varias comunidades del Asia Menor y
llevada por Tíquico (cf. Efesios 6,21s; Colosenses 4,7s). Cada una de
estas comunidades habría recibido su ejemplar con su respectivo nombre,
mientras que en el escrito original se habría dejado en blanco el espacio
correspondiente a los destinatarios6. La tradición posterior, más adelante,
5
Los que defienden esta posición entienden que el título “a los Laodicenses” pudo ser borrado a causa de
la fuerte crítica que aparece en Apocalipsis 3,14-22 a esta comunidad (explicación sugerida por Harnack).
Pero esta hipótesis no tiene ninguna base. Además, la comunidad de Éfeso en el Apocalipsis no recibe una
crítica mucho mejor que la de Laodicea (2,1s).
6
Esto explica también la redacción de 1,1, que queda defectuosa si se le quita la referencia al lugar.
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habría retenido en el encabezamiento el nombre de la comunidad más
importante del Asia Menor.
Pero, ¿por qué no se habría conservado ni un sólo nombre de lugar en las
copias? ¿Porqué si era una “encíclica” la dirección no estaba formulada
en términos más generales? Además, ¿por qué no se hace referencia a
problemáticas locales?
Se ha propuesto también que tal vez no se esté frente a una verdadera
carta dirigida a una comunidad concreta sino ante el autor de un texto
teológico que habría asumido el género epistolar para proponer sus
pensamientos e ideas. Al elegir esta forma literaria, habría tropieza con la
dificultad de tener que poner algún destinatario y finalmente habría
dejado el espacio en blanco.
La denominación “a los Efesios”
¿Por qué se sabía de la larga estancia de Pablo en Éfeso y sorprendía no
tener ninguna carta de Pablo a ellos? Así, algunos entienden que se
habría aprovechado esta carta sin destinatario para llenar esa laguna.
¿Por vincular la tradición la noticia de 6, 21-22 “Para que también
vosotros sepáis cómo me va y qué hago, os informará de todo Tíquico, el
hermano querido y fiel ministro en el Señor, v.22 a quien envío donde
vosotros expresamente para que sepáis de nosotros y consuele vuestros
corazones” con 2 Timoteo 4, 12 “Yo envié a Tíquico a Éfeso”?
El problema
de la autenticidad
En la Iglesia antigua, “Efesios” se transmitió como carta paulina.
Pero, sobre todo a partir de Erasmo de Rotterdam –quién se dio cuenta que el
estilo de este texto es distinto al de las demás cartas de Pablo– comenzó a
ponerse en duda la “autenticidad”.
Las razones que se esgrimen para cuestionar la autenticidad son muy similares
a las que fueron ya mencionadas a propósito de la discusión sobre la
autenticidad de Colosenses.
Lenguaje y Estilo
Vale todo lo dicho a propósito de Colosenses, aunque el estilo es mucho más
pesado, ampulosos y sobrecargado:
Proposiciones muy largas: 1,3-147; 1,15-23; 2,1-10.
Construcciones de relativo y participio - cadenas de genitivos.
Relación con Colosenses
Si bien este texto parece asumir el vocabulario y las ideas de Colosenses, la
relación entre ambas obras es complicada: ¿Hay una dependencia literaria entre
7
Se ha llamado a esta acción de gracias el “conglomerado de frases más monstruoso de la lengua griega”
(E. KÄSEMANN, art. “Epheserbrief”, en: RGG II, 517, citado por W. MARXEN, Introducción al Nuevo
Testamento. Una iniciación a sus problemas, Salamanca 1983, 200).
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una carta y otra? ¿Dependen ambas de una tradición litúrgica y parenética
común? (así Käseman).
La crítica actual se inclina por entender que habría una dependencia literaria
entre ambas, y en este caso, sería Efesios la que depende de Colosenses8.
La cristología cósmica de Colosenses, desarrollada para establecer una
diferenciación con los herejes, adquiere en Efesios la estructura de una doctrina
sobre la Iglesia, desarrollada en forma nada polémica.
Misterio- Cuerpo, cabeza
Uno de los temas centrales de Efesios –sino el tema central– es la revelación
del misterio de la voluntad del Padre “antes de la fundación del mundo” y su
realización en la Iglesia: “que todo tenga a Cristo por cabeza”, y que este
misterioso designio incluye desde todos los tiempos también a los paganos.
La parte doctrinal habla de una única Iglesia compuesta de judíos y gentiles.
Con este tema está relacionada la alabanza inicial a Dios por las bendiciones
que nos ha concedido en Cristo (1,3-14) y la intercesión para que Dios “nos
conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle perfectamente” a
él y a “la esperanza a la que hemos sido llamados” (1,15-23).
Luego desarrolla la doctrina sobre la Iglesia, que es la nueva creación
escatológica de Dios (2,1-10). En ella se cumple la promesa de la afluencia de
los gentiles (2,11-12).
Los cristianos procedentes de la gentilidad tienen que comprender cuál es la
grandeza de esta vocación. Ellos que estaban muertos por los pecados fueron
llevados a la vida por la sangre de Jesucristo. Ellos, lejos de Dios y de sus
promesas, sin Dios y sin esperanzas, viviendo bajo los poderes del mundo, por
naturaleza hijos de la ira fueron reconciliados con Dios en el único cuerpo de
Cristo y, junto con Israel, llegaron a ser por pura gracia el único hombre nuevo.
Cristo derribó el muro que los separaba. Y todos, judíos y gentiles, recreados en
Cristo Jesús, son “conciudadanos de los santos y familiares de Dios” (2,19)
cimentados en la enseñanza de los apóstoles (2,20-3,13). A todos quedó abierto
el acceso al Padre, “de quien toma nombre toda familia en el cielo y la tierra”
(3,14). Por eso hay que dar gracias a Dios (3,14-21).
De esta enseñanza sobre la Iglesia se desprende la parénesis, que describe como
ha de comportarse en nuevo pueblo de Dios. Hay que conservar la unidad del
Espíritu prestando servicio todos y cada uno de acuerdo a los dones recibidos
para la edificación del único cuerpo (4,1-16).
La unidad del “cuerpo” es el punto de partida –en cuanto está dada en Cristo– y
la meta –porque hay que rehacerla permanentemente–. Hay que despojarse del
hombre viejo y revestirse del hombre nuevo (4,17-24).
Luego viene una larga serie de exhortaciones particulares (4,25-5,21) y una
“tabla doméstica” reelaborada cristológicamente (5,22-6,9).
Con relación a Colosenses, hay un claro desplazamiento del concepto
“cuerpo de Cristo” hacia lo eclesiológico.
8
Por ejemplo, si comparamos las dos series de “consejos domésticos” (Colosenses 3,18-4,1 y Efesios
5,22-6,9) salta a la vista inmediatamente que las fórmulas breves de Colosenses se hallan desarrolladas
con mayor amplitud en Efesios y están provistas de un razonamiento más extenso, tratando de darles un
sentido específicamente cristiano.
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Aunque no se pierde la dimensión “cósmica” (1,10) la reflexión está
claramente orientada a los miembros de la Iglesia, bendecidos en Cristo,
y, sobre todo, a la unidad del cuerpo. Un sólo cuerpo formado por judíos
y gentiles. Es la Iglesia en la que se han unido judíos y paganos,
superando el muro de la antigua enemistad. Retomando la idea expresada
por Pablo en Gálatas 3,28, de que en Cristo ya no hay ni judíos ni
griegos, el autor de Efesios ve en la Iglesia el cumplimiento de la
promesa, en cuanto ella representa la salvación de Dios en la historia. La
Iglesia es el lugar de la reconciliación de las razas y del encuentro de los
fieles, en el que ya no hay extranjeros ni extraños, sino que todos son
conciudadanos y miembros de la casa de Dios (2,19).
Con relación a Pablo llama la atención que no se dé ningún tipo de
justificación escriturística ni teológica de la incorporación de los
paganos: pertenece al designio misterioso de Dios y fue revelado a Pablo
(3,1-13). A él le fue concedida la gracia de la predicación a los gentiles.
No hay discusiones acerca de la admisión de los paganos a la Iglesia:
evidentemente la problemática entorno a la “Ley” ya no era un tema de
conflicto. La reflexión en Efesios se realiza mediante una especulación
de tipo “ontológica” más que histórico salvífica (Romanos 9-11),
escriturística (Romanos 4) o teológica (Romanos 1-3). La Iglesia como el
lugar de la unidad de judíos y paganos para Pablo pertenecía al misterio
del fin de los tiempos, cuando Israel abandone su incredulidad por
mediación de los paganos llegados a la fe.
MÁS INDICIOS QUE APUNTAN A UNA ÉPOCA POST-PAULINA
El texto se dirige a cristianos procedentes del paganismo y les recalca
con insistencia y desde la perspectiva de un judeocristiano que han sido
admitidos en el antiguo pueblo de Dios9. ¿Les faltaba conciencia a los
paganocristianos del origen de la Iglesia en el judaísmo? ¿o estamos en
una época en que esta conciencia estaba tendiendo a desaparecer10?
9
Por supuesto que lo hace como un paulino, es decir, sabiendo que unos y otros tienen acceso al Padre
por Cristo.
10
Dice Horacio LONA: “Hacia fines del primer tiempo, las comunidades cristianas han hecho la
experiencia de un crecimiento con una gran fuerza expansiva. La nueva fe ha ganado adeptos en toda la
tierra habitada.[...] La presencia de tantos cristianos provenientes del paganismo, que en modo creciente
van dando su impronta a las comunidades de la diáspora, muestra que la realidad eterna de la Iglesia
consiste en la presencia común de judíos y paganos, unidos bajo el señorío del Resucitado. El plan de
Dios ha llegado a su cumplimiento. Esa era su visión.[...] La Iglesia que crece en el mundo de la cultura
greco-romana es la Iglesia de los paganos. El elemento judío-cristiano sufrió un duro golpe con la guerra
judía y la destrucción del templo de Jerusalén, que llevó a la comunidad cristiana a abandonar la ciudad
santa. Por cierto, su influencia es aún fuerte, como lo muestra la carta de Santiago y el evangelio de
Mateo. Pero hay un proceso de creciente autonomía de las comunidades de cristianos de origen pagano,
que no va a ser revertido. [...] Una mirada rápida al desarrollo de la iglesia en el siglo segundo descubre
cada vez menos presencia judío-cristiana –también en la literatura– mientras que la iglesia de los paganos
consolida su presencia en forma constante. Ireneo contará entre los herejes a los "ebionitas", que sólo
admiten el evangelio de Mateo como legítimo, y condenan a Pablo por apóstata. Estos ebionitas son los
representantes del judeocristianismo en su esfuerzo por guardar su identidad frente al peligro de ser
subsumidos por la iglesia de los paganos. La visión monumental de la Iglesia de los judíos y paganos
como la realización del plan eterno de Dios, que presenta la carta a los Efesios, es el último intento de
parte de los judeocristianos de jugar un papel protagonista en la realidad eclesial. La envergadura
teológica del intento no alcanza a ocultar la disparidad entre el proyecto teológico, por una parte, y la
realidad eclesial, por otra parte. Ese proyecto teológico nunca llegó a realizarse. La Iglesia de los paganos
va a tener cada vez menos espacio vital para los judío-cristianos, a quienes no les quedan más alternativas
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Por otra parte no hay que olvidar que los apóstoles y los profetas ya
aparecen canonizados como los receptores de la revelación del misterio
de la Iglesia de la que constituyen también el fundamento (3,5)11.
También en 2,20 aparecen como un círculo cerrado: los creyentes se
hallan “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas,
siendo la piedra angular Cristo Jesús”. Para el autor de esta carta, el
círculo de apóstoles y profetas pertenece al pasado. Para hablar de
crecimiento desde el fundamento ya fijado hasta la morada final
(2,20.21) ya tuvo que haber pasado el tiempo. Por otro lado, más allá del
matiz temporal, ¡Pablo claramente enseña que nadie puede poner otro
fundamento que Cristo!: 1 Corintios 3,11.
Aunque el tema no es tan claro como en las pastorales, se habla más de
ministerios que de carismas: 4,11s “Y él constituyó a los apóstoles, los
profetas, los evangelistas, los pastores y maestros, para preparar a los
santos para la obra de servicio, para la edificación del cuerpo de
Cristo”.
La lista de ministerios recuerda a 1 Corintios 12,28, pero en Efesios no
se trata de dones carismáticos, como en la comunidad de los Corintios
sino de ministerios constituidos que se concentran en el anuncio de la
palabra, la dirección de la comunidad y la enseñanza.
La relación de Cristo con la Iglesia es, como en la carta a los Colosenses,
la de cabeza y cuerpo. El autor ilumina esta relación proyectándola a la
relación del hombre con la mujer. Para ello se sirve del esquema de
Colosenses 3,18s, pero su interés no se dirige a la exhortación doméstica,
sino al misterio de la Iglesia en su relación de dependencia de Cristo.
El modelo celestial de la unión de Cristo con la Iglesia se proyecta a la
realidad terrena de la unión matrimonial (5,25-33). Este es el gran
misterio. Además, a diferencia de lo que puede sugerir 1 Corintios 7,89.25-40, el matrimonio no es una especie de “mal necesario”. No sólo
que no hay cuestionamientos acerca de si conviene o no casarse sino que,
además, se contempla como la imagen de la unión celestial entre Cristo y
la Iglesia.
Algunas consideraciones conclusivas
Como en el caso de Colosenses hay quienes defienden la autenticidad paulina
del texto12. Pero son los menos.
La mayor parte de los autores entiende hoy día que se trata de un escrito de la
era postapostólica. Se suele pensar en una época entre Colosenses y las cartas
de Ignacio de Antioquía, es decir, aproximadamente, entre fines del siglo I y
comienzos del II.
que la asimilación o el aislamiento” (H. LONA, “El Misterio de la Iglesia en la Sagrada Escritura”,
Proyecto 17 [enero-abril 1994] 63-64).
11
Donde utiliza el texto de Colosenses 1,26: “...el misterio escondido desde los siglos y generaciones y
ahora manifestado a sus santos”. Los receptores del misterio no son los creyentes en general sino
exclusivamente los apóstoles y profetas, calificados como “santos”. Pablo jamás habla así de los apóstoles
y profetas, separándolos del resto de la comunidad como poseedores de una santidad especial.
12
Como, por ejemplo H. SCHLIER, La carta a los Efesios, Salamanca (Sígueme 1991), 28-36, espec. 34s.
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Si bien mantiene la forma epistolar, el estilo es más bien solemne, casi orante,
como una reflexión contemplativa en la línea de 1 Corintios 2,6s. Como si
buscara ser una carta dirigida a toda la cristiandad –una carta “católica”– con el
objeto de develar y profundizar en el misterio de la inclusión de los paganos en
la única iglesia. Pero serenamente. La participación de los paganos es ya un
hecho cumplido y pacíficamente aceptado.
La ausencia de referencias concretas a circunstancias locales o motivos de
actualidad hace difícil el poder determinar con cierta precisión el objetivo de
este escrito. Pero no debe de haber faltado ni motivación ni objetivo.
Claramente se dirige a los cristianos procedentes del paganismo, y, como
hemos señalado, parece buscar inculcarles el conocimiento de que han sido
admitidos en el viejo pueblo de Dios.
Esto es lo que hace pensar a algunos que la motivación de fondo sea una
especie de pérdida de conciencia generalizada del origen de la Iglesia en el
judaísmo. Se responde mediante la presentación positiva de la unidad de la
iglesia compuesta por judíos y gentiles y no refutando errores concretos.
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