228 ÉGLOGA II ÉGLOGA Personas: III TIRRENO, ALCINO A q u e l l a v o l u n t a d honesta y pura, ilustre y h e r m o s í s i m a María, q u e ' n m í de celebrar t u h e r m o s u r a , t u i n g e n i o y t u valor estar solía, 5 a despecho y pesar de la v e n t u r a La égloga III hubo de componerse durante una campaña militar («Entre las armas del sangriento Marte... / tomando ora la espada, ora la pluma»), que los estudiosos, a partir de datos bastante vagos, suelen identificar con la expedición a Provenza (emprendida en el verano de 1536). Se podría tratar, pues, de la última obra que escribió Garcilaso. El poema consta de tres partes: la dedicatoria, el relato de las historias que bordan cuatro ninfas en la ribera del Tajo y el canto amebeo de dos pastores (Tirreno y Alcino). En cuanto a su estructura o diseño (descripción de unos tapices más unas canciones), la égloga presenta alguna analogía con un largo poema de Catulo (Carmina, LXIV). La dedicatoria está elaborada con reflexiones sobre el estilo del género pastoril ya presentes en Virgilio (Bucólicas, VI), aunque especialmente coincidentes con Sannazaro (Salices, 1-13). La labor de las ninfas está descrita siguiendo a Sannazaro (Arcadia, XII, y De partu virginis, III), mientras la yuxtaposición de las historias recuerda a Ovidio (Metamorfosis, IV, 34 y VI, 1-145). El canto amebeo procede tanto de Virgilio (Bucólicas, VII) como de Sannazaro (Arcadia, II y IX). La inclusión de la historia de Elisa y Nemoroso en pie de igualdad con los otros tres mitos parece característica de la poesía neolatina. Garcilaso emplea las octavas reales, quizá influido por Boccaccio y, más especialmente, por Castiglione (la égloga Tirsi). El nombre de «María», a quien se dedica el poema, plantea problemas de identificación. Probablemente se trata de doña María Osorio Pimentel, esposa de don Pedro de Toledo, cuyas cuatro hijas (Leonor, Juana, Ana e Isabel), junto a dos hijos suyos (don Fadrique y don García), podrían estar representados respectivamente por las cuatro ninfas y los dos pastores. Las figuras de Elisa y Nemoroso se han identificado, como en la égloga I, con Isabel Freyre y el propio Garcilaso. Los nombres de las cuatro ninfas derivan de distintas fuentes; Filódoce está tomado de Virgilio (Geórgicas IV, 336); Dinámene aparece en Homero (litada, XVIII, 35-47); Climene figura en ambos textos; y Nise (en el que se ha visto el anagrama de Inés de Castro, amante del rey portugués y decapitada) tiene como modelo a Nisa, la pastora infiel en Virgilio (Bucólicas, VIII), aunque el cambio de la vocal pueda explicarse por la nereida «Nesaee (Ho2 Sobre la identificación de esta Ma- de don Pedro de Toledo, véase la nota ría con María Osorio Pimentel, esposa introductoria. 229 230 ÉGLOGA que por otro camino cuanto del cuerpo el a l m a aun no se m e VERSOS desvía, en m í mas con la l e n g u a libre m i muerta y a ti celebrando t'irá, y 20 toca f r í a e n la me roca, hará parar las a g u a s del olvido. te irá celebrando, y aquel sonido (de la voz a ti debida) hará parar las aguas del río Leteo (las aguas del olvido)'. La estrofa íntegra se canta con ocasión de la muerte de Altisidora en el Quijote, II, 6 9 y el verso 12 inspiró el título de uno de los textos más conocidos de la lírica de la generación del 27. El prodigio del poeta en los infiernos parece asimilación del producido allí por la música de O r f e o , cuya lira llegó a enternecer a sus habitantes (égloga li, 1077-1078); sobre la paralización de las aguas de los ríos, véase soneto XV, 1 - 4 , canción v , 1-10 y égloga II, 1 0 7 7 - 1 0 7 9 , etc. La laguna Estige era uno de los cursos de agua más conocidos del infierno, que las almas habían de atravesar para acceder al reino de los muertos, Las aguas del olvido son las del río Leteo, de cuyas fuentes bebían los muertos para olvidar su vida terrestre. cuidados m'arrebata d e las por más que'n Apolo me que me En tanto, no ni desdeñes de mi nueve con que t u ser pudiere. algo ya apenas hay quien h u r t é de t i e m p o 40 tomando estimaste. aquesta breve ' . . . q u e fortuna me aparta (remueve) de un empeño (estudio)...'; sobre estudio, véase arriba, elegía I. 30-32 ' a l m e n o s (lo menos) de lo concerniente a tu persona (de lo que'n tu ser cupiere), que y o no podré hacer 27 su f u r o r o r a l a e s p a d a , o r a la 18 d'un trabajo en otro: 'de una dificultad a otra'; «Exspectant curae, catenatique labores» (Marcial, Epigramas, I, XV, 7). 21 carta: 'papel', probablemente más por influencia del italiano que del latín. 2 4 Se refiere a la fortuna que puede acabar o probar la paciencia de uno, quizá en alusión a Virgilio, Eneida, V, 710: «Superanda omnis fortuna ferendo est». amaste, parte E n t r e las a r m a s d e l s a n g r i e n t o do harte soledad que que'n hable cupiere, te ofenda ni te y pruebe, remueve aquesta inculta estilo, manos. loable; será l o m á s q u e y o tratar del c a m p o mueva, vanos, su f u e r z a y las h e r m a n a s t o d a s darán ocio y lengua que'sto prueba, carta mudable; estudio tan lo m e n o s de lo q u e ' n 35 mí corazón dirán jamás fortuna d'un 30 lleva; aparta, en tu alabanza su l u g a r tornará m i nunca I, 109) como femenina (IX, y XI, 61); el nombre de Alcino parece corresponderse con el del rey de los feacios Alcinoo (Homero, Odisea, V l - x i l l ) , que Ariosto puso de moda con la maga Alcina (Orlando, Vi-Vil). El nombre de Flérida procede de los libros de caballerías, mientras el de Phyllis es el de una pastora en Virgilio (Bucólicas, II y III), que en castellano e italiano ha dado lugar a dos formas, el nominativo Filis (Sannazaro, Arcadia, XII) y el acusativo Fílida (Arcadia, II), ambas con amplia fortuna en la literatura posterior. La firmeza que confiesa el poeta de celebrar las gracias de la destinataria de su obra se ha puesto en relación con Virgilio, Eneida, IV, 336, traducido bastante más a la letra en la égloga II, 1 6 1 - 1 6 2 . 1 1 - 1 2 La capacidad de seguir cantando incluso muerto guarda relación con las palabras pronunciadas por Orfeo después de decapitado: «Eurydicen vox ipsa et frigida lingua, / a miseram Eurydicen! anima fugiente uocabat» (Virgilio, Geórgicas, IV, 525-526) o «vidi colui che sola Euridice ama, / e lei segue all'inferno, e, per lei morto, / con la lingua già fredda anco la chiama» (Petrarca, Trionfi, IV, 13-15). 13 roca: «perífrasis del 'cuerpo', a quien llama'cárcel del alma'» (Herrera); se ha sugerido una posible influencia del italiano rocca 'fortaleza, ciudadela'. 1 4 - 1 6 '(mi alma), conducida a través de la laguna Estigia (por el Estigio lago), pluma en quita y no mero, Iliada, x v i l l 40, y Virgilio, Geórgicas, IV, 338), que en griego ático se pronunciaba Nisee. El nombre de Tirreno es gentilicio de origen clásico (Virgilio, Eneida, I, v i , v i l , v i l i , X, XI y XII), especialmente adoptado en la literatura pastoril desde Petrarca y Benivieni a Sannazaro tanto en forma masculina (Arcadia, 8 mi Pero, sonido harta, paciencia en m i l maneras poniendo conducida, aquel mi l o q u e s i e n t o m á s es q u e la donde boca mal no trabajo en otro d e la p a t r i a , y a d e l b i e n m e ya y vida, d'un 231 6-40 la f o r t u n a , d e m i aflige y ya debida; alma de su estrecha p o r el E s t i g i o l a g o me acompañada. figura que me la v o z Mas clavada, aqueste oficio solamente en pienso m o v e r 15 me está y estará t a n t o Y io III Marte, contraste, suma, pluma. más'; el segundo verso aparece en Boscán, canción I, 314-315 («hablaré ya lo menos que tuviere, / que'sto será lo más que yo pudiere»). 35-3 inculta... de mi estilo: más que un tópico de humildad, como ha interpretado algún comentarista antiguo, hay aquí una referencia al estilo ínfimo en que debían escribirse las églogas (véanse, abajo, w . 41-48). 37 La referencia a la ocupación militar parece eco de Virgilio, Bucólicas, X, 44-45: «Nunc insanus amor duri me Martis in armis. / Tela inter media atque adversos detinet hostes». 4 0 La compaginación del oficio de militar con el de escritor aparece en 232 ÈGLOGA Aplica, pues, un rato los al b a j o s o n d e m i indigna de llegar a tus m a s a las v e c e s y el p u r o i n g e n i o y Por 50 aquesta aunque lo me con recebillo cuatro Filódoce, Nise, del Cerca y yo lo ninfas q u e del T a j o a cantar m e Dinámene del T a j o , dado, y amado ofrezco: Climene, par no en soledad sauces h a y una tiene. amena, espesura llena, q u e p o r el t r o n c o v a hasta el altura, y así la t e j e a r r i b a y Manilio, Epigramas, I («Quaeque mañus ferrum, posito fert ense libellos, / et placet, et Musis est sine dulce nihil»), y , en términos que recuerdan a Garcilaso, se menciona en Tansillo y Paterno. 45 a las veces, en lugar de 'a veces', no excepcional en tiempos de Garcilaso, parece favorecido por su uso en los textos italianos que reelabora, como en Sannazaro, Arcadia, VII («alle volte»). curiosidad: 'artifìcio, sofisticación'; véase Epístola a Boscán, II. 51 «Che quanto io posso dar, tutto vi dono» (Ariosto, Orlando, I, III, 8). 5 5 - 5 6 Sobre los nombres de las ninfas, tomados fundamentalmente de Virgilio y Sannazaro, véase nota introductoria. 57 La descripción de esta ribera del Tajo (con la misma pareja inicial de rimas) es semejante a otra de Ariosto, 48 merezco; que he me'nriquezco. toda de hiedra revestida y 60 muda, escuchado, ser q u e en h e r m o s u r a de verdes casi inocente, d e ti te d o y , tú, desnuda; oídos elocuente. razón salieron j u n t a s , 55 lengua falten otras, que puedo De gracia va d'ánimo q u e la c u r i o s i d a d ruda, oídos, son m e j o r testigos limpios sentidos zampoña pues d ' o r n a m e n t o 45 III encadena, Orlando, X I V , XCII-XCIII: «Giace in Arabia una valletta amena, / lontana da cittadi e da villaggi, / ch'all'ombra di duo monti è tutta piena / d'antiqui abeti e di robusti faggi. / Il sole indarno il chiaro di vi mena; / che non vi può mai penetrar coi raggi, / sì gli è la via da folti rami tronca, / e quivi entra sotterra una spelonca...» (véanse vv. 61-63). 6 1 - 6 3 La descripción de una espesura que el sol no puede atravesar es tópico que se remonta a Teocrito, Idilios, VII, 7 - 8 , imitado por Virgilio, Bucólicas, IX, 42, y recreado por otros autores latinos e italianos; Garcilaso parece seguir a Ariosto, Orlando, XIV (véanse vv. 57-80) y I, x x x v i l , 7 - 8 («E la foglia coi rami in modo è mista, / ch'il sol non v'entra, non che minor vista»). VERSOS que'l sol n o 41-82 h a l l a p a s o a la el a g u a b a ñ a e l p r a d o a l e g r a n d o la v i s t a y 65 Con el tanta m a n s e d u m b r e Peinando apenas que Movióla fino, moraba ameno de sombras lleno. el sitio u m b r o s o , las a v e s e n e l f r e s c o el m a n s o florido vuelo; s e c a b a e n t o n c e s el t e r r e n o aliento el s o l , del subido e n la m i t a d un se de abejas q u e Habiendo contemplado aquel lugar 65-68 ' Q o n t a n t a mansedumbre el cristalino Tajo fluía (caminaba)..., que los ojos apenas podían (pudieran) determinar la dirección (el camino) que llevaba' ; la corriente silenciosa del río Tajo está descrita en términos similares al Ródano en Julio César, De bello gallico, I («In Rhodanum influii incredibili lenitate, ita ut oculis, in utram partem fluat, iudicari non possit»), y en Pomponio Mela, Chorographia, III, 40 («Labitur placidus et silens, neque in utram partem fluat, quamquam intuearis, manifestum»), aunque tiene otros paralelos menos literales en la poesía latina e italiana. 7 °" 7 2 La escena de una ninfa sacando la cabeza del agua combina elementos de Virgilio, Geórgicas, IV, 351-352 («sed ante alias Arethusa sorores / prospiciens summa flavum caput extulit unda»), y cielo; 'scuchaba susurro atentamente viento, suelo; apartamiento descansar del trabajoso en el silencio s o l o 80 camino s a c ó , y el p r a d o el s u a v e o l o r d ' a q u e l cristalino llevaba. sus c a b e l l o s d ' o r o vido de flores y vio el caminaba, una ninfa del agua d o la c a b e z a 75 sonido, oído. q u e p u d i e r a n l o s o j o s el 70 verdura; con T a j o en aquella parte determinar 233 sonaba. una gran pieza sombrío, Sannazaro, De parlu uirginis, III, 323-325 («dum sublevat undis / muscosum caput et taurino cornua vultu; adspicit insuetas late florescere ripas»). 7 8 El calor estival del mediodía se describe según un modo especialmente común en la literatura pastoril desde Teócrito, Idilios, I: «et medium iam sol conscenderat axem»; véase, además, Virgilio, Geórgicas, IV, 426-427 («... et medium Sol igneus orbem / hauserat...»), y Boiardo, Orlando innamoralo, I, XVII, LXI, 5 («Era salito a mezzo il cielo il sole»); y también égloga I, 43-4580 La aliteración producida con el zumbido de las abejas parece inspirarse en Virgilio, Bucólicas, I, 54-55: «saepes Hyblaeis apibus florem depasta salicti / saepe levi somnum suadebit inire susurro» (véase égloga II, 64-76). ÉGLOGA 234 s o m o r g u j ó de n u e v o y 85 III su cabeza al f o n d o se d e j ó calar d e l a sus h e r m a n a s a c o n t a r d e l v e r d e s i t i o el a g r a d a b l e y q u e v a y a n les r u e g a y allí c o n No 90 río; empieza frío, amonesta su l a b o r a estar la siesta. perdió en esto m u c h o t i e m p o el q u e las tres d ' e l l a s su l a b o r y en m i r a n d o defuera vieron el p r a d o , hacia el c u a l ruego, tomaron luego enderezaron; el a g u a clara c o n l a s c i v o j u e g o nadando dividieron y 95 cortaron hasta q u e ' l b l a n c o pie t o c ó mojado, s a l i e n d o d e l a r e n a , el v e r d e prado. P o n i e n d o y a e n l o e n j u t o las e s c u r r i e n d o d e l a g u a sus los cuales esparciendo 100 cubijadas las h e r m o s a s e s p a l d a s f u e r o n luego, que'n s a c a n d o telas dellos; delicadas delgadeza competían con en lo más escondido pisadas, cabellos, ellos, se metieron y a su l a b o r a t e n t a s se pusieron. 83 somorgujó (del latín *submergulio): 'metió debajo del agua, sumergió'. 84 calar: 'bajar, descender'; parece haber una reminiscencia de Virgilio, Eneida, XII, 886: «Et se fluuio Dea condidit alto». 86 'la agradable frescura (frío) del verde lugar' donde pasar mejor la siesta u hora sexta, esto es, las doce del mediodía (véase égloga II, 431, etc...). 93-94 movimiento de las ninfas en el agua está descrito en coincidencia con Sannazaro, De partu virginis, III, 288-289 ( Dinameneque / Asphaltisque adsueta leves fluitare per undas»), a quien Hernández de Velasco traduce siguiendo a Garcilaso: «Y Asfaltis, que entre todas se esmeraba, / en cortar el agua con lascivo juego»). 9 7 - 9 8 La escena de las ninfas secán- dose los cabellos parece proceder de Ovidio, Metamorfosis, II, 12: «pars in mole sedens uiridis siccare capillos»; escurriendo se ha interpretado como «verbo indigno de la hermosura de los cabellos de las náyades» (Herrera). 99-100 ¡ m a g e n j e ]as n i n f a s c o n las espaldas cubiertas por su larga cabellera es la misma de la égloga II, 6 2 6 - 6 2 7 ( c o n I a repetición de la palabra cubijadas). 101-104 L a s Náyades y las Nereidas, que salían del agua con frecuencia (véanse vv. 95-98), acostumbraban a hilar y tejer en sus grutas submarinas (Sannazaro, De partu virginis, 499: «quos udis nevere sub antris...»); Garcilaso llegó a ser objeto de censura por presentarlas fuera del agua (v. 97), si bien metidas en una caverna (v. 103). VERSOS 105 83-116 235 Las telas eran hechas y tejidas del o r o q u e ' l felice T a j o envía, apurado después de bien cernidas las m e n u d a s arenas d o se cría, y de las verdes o v a s , 110 reducidas en estambre sotil, cual c o n v e n í a , para seguir el delicado estilo del o r o , y a tirado en rico hilo. L a delicada estambre era distinta de las colores que antes le habian dado 115 c o n la fineza de la varia tinta que se halla en las conchas del pescado; 107apurado: 'pulido'. 105-108 L 3 S p e p ¡ t a s oro q U e arras- traba el T a j o en medio de sus arenas era fenómeno descrito por biólogos y cosmógrafos antiguos (Plinio y Pomponio Mela), además de aludido por la mayor parte de poetas (desde C a t u lo a Claudiano); la descripción de ríos con tales riquezas forma parte del paisaje ideal de la literatura pastoril (véanse v v . 105-120). 105-120 descripción de las lelas, aunque sea un m o t i v o bastante conocido, se basa fundamentalmente en Sannazaro, Arcadia, XII, 16 («E quivi dentro sovra verdi tappeti t r o v a m m o alcune ninfe sorelle di lei, che con bianchi e sottilissimi cribri cernivano oro, separandolo da le minute arene. A l t r e filando il riducevano in mollissimo stame, e quello con sete di diversi colori intessevano in una tela di maraviglioso artificio...»), con la adición de elementos procedentes de otros textos, bien del mismo autor (v. 109), bien de O v i d i o ( w . 115-116). 1 0 9 - 1 1 2 ' y de las verdes ovas, reducidas en fino hilo (en estambre sotil), cual convenía para adecuarse (seguir) a la delicada forma (estilo) del oro, ya reducido (tirado) en rico h i l o ' . Las verdes ovas, en lugar de la lec- tura verdes hojas, que traen todas las ediciones antiguas, parecen más adecuadas al m u n d o acuático al que pertenecen las ninfas, en correspondencia exacta con V i r g i l i o , Bucólicas, VIII, 87 («virides... ulvae»), y de acuerdo con Sannazaro, De partu virginis, III, 5 0 0 501 («Naiades, molli ducentes stamina musco / Sidonioque rudes saturantes múrice telas»). La referencia al estambre, que otros editores interpretan c o m o sinónimo de ' u r d i m b r e ' , se explica fundamentalmente por la influencia del De partu virginis, III, 500 («molli... stamina»); pero el adjetivo que le acompaña (sotil) parece eco de la Arcadia, XII, 16 (véanse v v . 105-120). La palabra estilo o bien puede relacionarse con su sentido etimológico (del griego 'columna delgada'), o bien puede pensarse en una reminiscencia del italiano stelo 'talle'. 113-116 ^ a delicada urdimbre (estambre) estaba adornada por (era distinta de) los colores que antes le habían dado gracias a (con) la pureza (fineza) del variado color (varia tinta) que se halla en las conchas del molusco (del pescado)'. La palabra distinta está usada con uno de los significados que tenía en latín (véase la Epístola a Boscán, v . 6). 236 ÉGLOGA tanto y arteficio muestra teje cada ninfa en cuanto 120 mostraron el c e l e b r a d o Filódoce llamada 125 en la de Estrimón: de d'otra d'aspereza tarde o nunca el a m o r movió lengua de pie con del de f i g u r a d a la mano, sierpe e n t r e la h i e r b a y 121 Filódoce teje la historia de O r feo (el de Tracia) y Eurídice, difundida por varias fuentes, que Garcilaso emplea en distinta medida (véanse abajo, vv. 129-144). 124 Estrimón: el río más grande de Tracia, patria de O r f e o (véase v. 128). gracia Tracia. pie flores 118 labrado: 'conjunto de telas que ha preparado cada ninfa'. "9 tablas: 'cuadros', llamados así porque se pintaban en tablas. 120 Apeles y Timantes: dos grandes pintores griegos, mencionados con frecuencia como términos de ponderación. humano, tanta mordida ponzoñosa, estaba c o m o La tinción de la estambre de las verdes ovas (véanse vv. 109-11 o) con los colores de la púrpura (la varia tinta) aparece en Sannazaro, De partu Virginis, III, 501 (véase arriba, v. 109), y en O v i dio, Metamorfosis, VI, 6 1 - 6 2 («Illic et Tyrium quae purpura sensit aénum / texitur et tenues parui discrirainis umbrae...»); la púrpura se obtenía por la cocción del molusco múrex. llano fiera, hermosa e n el b l a n c o descolorida era diestra u n a p a r t e el v e r d e el m o n t e d e la p e q u e ñ a antes Timantes. ribera donde Estaba sus tablas con pisado Eurídice, pinta labrado, así d ' a q u é l l a s la m a y o r ) , la d o l o r o s a 130 (que en lo q u e su Apeles y tenía figurada y III escondida; rosa 125 el monte, descrito con un elemento característico (v. 126) de la literatura pastoril desde Sannazaro (véase égloga II, 449-451), podría ser el Ródope. 130 Las escenas de la muerte de Eurídice y el descenso de O r f e o a los infiernos parecen ampliar a Sannazaro, Arcadia, XII, 17-18: «...tra li molti ricami tenevano allora in mano i miserabili casi de la deplorata Euridice: sì come nel bianco piede punta dal velenoso aspide fu costretta di esalare la bella anima, e come poi per ricoprarla discese a l'inferno, e ricoprata la perdé la seconda volta lo smemorato marito»; el detalle de la pequeña sierpe podría estar sugerido por Petrarca, Canzoniere, CCCXXIII, 6 9 - 7 0 («punta poi nel tallón d'un picciol angue, / come fior colto langue»), quien, además, introduce la comparación con la flor cortada (véanse v v . 133-134), al igual que Poliziano, Orfeo, II, 1 6 6 - 1 6 7 , y Molza, Ninfa Tiberina, 8o, 1 - 5 . VERSOS II7-I5 3 que ha sido fuera de s a z ó n 135 y el á n i m a , l o s o j o s y a d e la h e r m o s a c a r n e Figurado se v í a el o s a d o m a r i d o , despidiendo. estensamente que y la m u j e r p e r d i d a y cómo, bajaba después desto, él, la a perder o t r a v e z , y del se q u e j a al m o n t e Dinámene gente recobraba; por mirarla de n u e v o , 145 cogida, volviendo, al t r i s t e r e i n o d e la e s c u r a 140 237 impaciente tornaba tirano solitario en no menos vano. artificio m o s t r a b a e n la l a b o r q u e h a b í a pintando a A p o l o d e la s i l v e s t r e c a z a Mudar 150 tejido, e n el r o b u s t o oficio embebecido. p r e s t o le h a c e el e j e r c i c i o la v e n g a t i v a m a n o d e Cupido que hizo a A p o l o consumirse en lloro d e s p u é s q u e le e n c l a v ó c o n p u n t a d ' o r o . D a f n e , c o n el c a b e l l o s u e l t o al v i e n t o , 133-134 L a i m a g e n de la rosa cortada a destiempo procede de Ariosto, Orlando, X X I V , LXXX, 4 - 6 : «...languidetta come rosa, / rosa non colta in sua stagione, sì ch'ella / impallidisca in su la siepe ombrosa» (véanse otras variantes en la égloga II, 1258-1259). el osado marido es Orfeo. 139 La hipálage parece estar sugerida por Virgilio, Eneida, VI, 268-269 («Ibant obscuri sola sub nocte per umbram / perque domos Ditis uacuas et inania regna»); la denominación de los habitantes del infierno (v. 140) coincide con Dante, Inferno, i n , 3 («per me si va tra la perduta gente»). 143 El tirano es Plutón, rey de los infiernos; el calificativo posiblemente está tomado de Virgilio, Geórgicas, IV, 492-493. 138 145 Dinámene borda en tres partes la historia de Apolo y Dafne, correspondientes a Ovidio, Metamorfosis, I, 452-567; la referencia a Dafne se halla en un contexto afín a Sannazaro, Arcadia, II, 113-114. 149 Entiéndase: 'el ejercicio de la caza' (véase égloga II, 836). 150-152 Cupido lleva en su aljaba dos tipos de flechas: unas, con la punta afilada y de oro, producen amor (v. 151); otras, romas y de plomo, inspiran odio (v. 160). 153 Esta imagen de Dafne deriva directamente de Ovidio, Metamorfosis, I, 529 («et leuis impulsos retro dabat aura capillos»), quizá con alguna reminiscencia de Sannazaro, Arcadia, II, 108 («deh spargi al vento le dórate chiome»). 238 ÉGLOGA III sin perdonar al blanco pie corría, 155 p o r áspero c a m i n o tan sin t i e n t o , q u e A p o l o en la pintura parecía q u e , p o r q u e ' l l a templase el m o v i m i e n t o , c o n m e n o s ligereza la seguía: él va s i g u i e n d o , y ella h u y e c o m o 160 q u i e n siente al p e c h o el o d i o s o p l o m o . M a s a la fin los b r a z o s le crecían y en sendos r a m o s v u e l t o s se m o s t r a b a n ; y los cabellos, que vencer solían al o r o f i n o , en hojas se t o r n a b a n ; 165 en torcidas raíces s'estendían los blancos pies y en tierra se hincaban; llora el amante y busca el ser p r i m e r o , besando y abrazando aquel m a d e r o . C l i m e n e , llena de destreza y 170 el o r o y las colores maña, matizando, iba de hayas una g r a n montaña, de robles y de peñas variando; u n p u e r c o entre ellas, de b r a v e z a estraña, estaba los c o l m i l l o s 175 aguzando contra un m o z o no menos animoso, c o n su v e n a b l o en m a n o , que h e r m o s o . T r a s esto, el p u e r c o allí se via herido d ' a q u e l m a n c e b o , p o r su mal valiente, y el m o z o en tierra estaba y a t e n d i d o , 180 abierto el p e c h o del rabioso diente, c o n el cabello d ' o r o desparcido barriendo el suelo m i s e r a b l e m e n t e ; 154-158 ' c o r r í a p 0 r ásperos caminos tan alocadamente (sin liento) y sin evitar el daño (perdonar) a su blanco pie, que Apolo parecía en la pintura seguirla con menos rapidez (con menos ligereza), para que ella corriera menos (porque'lla templase el movimiento)'; sobre el sentido de perdonar, véase el soneto x x n , II; y arriba, v. 45. 161-168 L a transformación de Dafne en laurel está basada en Ovidio, Metamorfosis, I, 548-552, al igual que en el soneto XIII. 1 6 9 Climene teje la muerte de Adonis por un jabalí y el llanto de Venus sobre su cadáver, no ciñéndose exclusivamente a Ovidio, Metamorfosis, x , 708-739. VERSOS las r o s a s b l a n c a s por tornaban sangre 185 Adonis según que, con éste viendo boca con parte del La no en por Nise en labor en su act¡tu(J de tomó sotil V e n u s la p a r t e es la a destajo trabajo historia; su claro la Tajo gloria, donde'1 felice tierra de suelo memoria, la c e l e b r a d a misma que adopta en Bión, Canto fúnebre, v v . 4 5 - 4 7 («tantum m e osculare, quanto vivat osculum, / spiritus tuus effluet, quod dulce philtrum auriam / omnemque ebibant...»); la costumbre de recibir boca con boca el último aliento de un m o r i b u n d o (ami- vida este cielo. antigua de 183-184 p r 0 a i g i 0 s e relata de forma diferente en otros autores. Las rosas, que hasta entonces siempre habían sidó blancas, adquieren el color rojo no por la sangre que A d o n i s está derramando c o m o consecuencia de la herida del jabalí, sino por la que Venus derramó al pincharse con una espina cuando corría en busca de su moribundo amante. Garcilaso seguramente está recordando la transformación de la sangre de A d o n i s en rosa, según Bión, Canto fúnebre, 6 5 - 6 6 : «cuanta sangre vierte A d o n i s . . . : de la sangre nace la rosa». 189-190 fiera, postrera ella e n no entretejer mostrando la m á s la c a s o s la antes, su abierta y al a l t o de que'ra, dolorida, solía dar quien tuvo la l a b o r quiso sembradas amortecida; coge pasados la f i g u r ó 200 casi boca blanca de los y la h e r i d a 239 coloradas. Venus aire q u e aborrecido allí se m o s t r a b a estaba al c u e r p o 195 su se m u e s t r a sobre'l 190 154-2OO baña España. g o o familiar) está descrita por otros autores, desde V i r g i l i o , Eneida, IV, 6 8 4 - 6 8 5 , a A r i o s t o , Orlando, XXIV, LXXXII, 5 - 8 («Così dicendo, le reliquie estreme / de lo spirto vital che morte fura / va ricogliendo con le labra meste / fin c h ' u n a minima aura ve ne reste»), a quien se ha propuesto c o m o fuente más inmediata de Garcilaso. 193 aborrecido: 'disgustado, enojado', posiblemente en referencia a los celos de Marte, con quien se suele identificar al jabalí que da muerte a Adonis; véanse los v v . 1 6 9 y 183-184. 193 a destajo: aquí, en el sentido lato de ' c o n trabajo', aunque podría haber una reminiscencia humorística de su sentido más literal, ya que el trabajo de tejer solía pagarse a destajo (por obra acabada); c o m o expresión usadísima en la lengua coloquial, se ha considerado «indigna de Garcilaso» (Herrera). 240 ÉGLOGA Pintado que, un el c a u d a l o s o áspera monte con 205 en en alrededor corriendo cercarlo su v o l v e r , y todo VERSOS rio estrecheza casi ímpetu querer III se vía, la e s p e s u r a , a la r i b e r a el s e m b l a n t e cestillos parecía era afán fin derecho, perdido; contento mucho había hecho. sobre 225 Estaba aquella y en la s u b l i m e desd'allí ilustre y clara por él cumbre sembrada, pesadumbre d'antiguos edificios D'allí agradable mansedumbre siguiendo su con el T a j o 215 puesta del m o n t e , y va regando con En los c a m p o s artificio de las y las altas la h e r m o s a entretejidas, adornada. tela se silvestres 202-203 <qUe_ haciéndose estrecho, ceñía un monte casi alrededor suyo'; se trata del monte donde está asentada la ciudad de T o l e d o (véanse v v . 2 I I - 2 I 2 ) . 205-208 L a p e r s o n j f ¡ c a c i ó n ¿ e j T a j 0 j que se siente satisfecho (v. 208) por haber intentado dar la vuelta completa al monte (aun sin haberlo logrado), forma parte del tratamiento h u m a n o y divino que los antiguos daban a los ríos (véase elegía I, 145); sublime (v. 2 0 9 ) : 'alta'. clara pesadumbre: 'excelsa masa'; los antiguos edificios (v. 212) son los de la ciudad de T o l e d o . 215-216 a i t a s m e ¿ a s . j a s r u e c ) a s de las azudes o presas, con las que se saca el agua de los ríos aprovechando el mism o impulso de su corriente; a principios del siglo XVI, el arquitecto Juanelo T u r r i a n o construyó unas en el paso del T a j o por T o l e d o , que fueron conocidas c o m o «el artificio de Juanelo». 211 La imagen de campos regados por este procedimiento aparece también en la jornada arboledas ruedas. veían, diosas primera oda latina de Garcilaso, 7 0 («prata gyris uvida roscidis»), y puede recordar a Sannazaro, Arcadia, XII, 4 1 - 4 2 («...ove quella picciola acqua in due parti si divide, l'una effundendosi p e r l e campagne, l'altra per occolta via andandone a' commodi e ornamenti de la città»), en mayor coincidencia con Pietro da Eboli, De balneis Puteolanis («L'acqua chi loco venence, pártese in due parte, / la una ad mare vadende, l'altra, c o m e per arte, / unde uscì tornase per chilli lochi arcti»). 2 1 7 El cuadro sobre la muerte de Elisa está basado en Virgilio, Bucólicas, V, 2 0 - 4 4 , c ° n claras reminiscencias de Sannazaro, Arcadia, v (véanse, más abaj o , vv. 41-48). 2 1 8 Las silvestres diosas no parecen caracterizar a un grupo específico de ninfas terrestres y se corresponden con las genéricas «ninfe» de Sannazaro (véanse w . 2 2 2 - 2 2 4 ) , así c o m o con los «silvestri duoni» que allí mismo llevan los faunos ( v , 31). 230 Todas, ninfa con una que tristes, de y vida de mostraba cerca del agua, tiempo y traían rosas, derramaban que el c a b e l l o antes venían purpúreas muerta ninfa cuya estaba y presurosas, esparciendo una lloraban 210 blancos las c u a l e s en que todas en rüido; mas lo 220 ceñía, con dejábase correr de salir d e reducido, 241 201-230 lloraban. desparcido, delicada, que casi en u n había en lugar e n t r e las h i e r b a s sido flor cortada; florido, igualada 222-224 Los antiguos solían esparcir flores sobre el cuerpo o sepulcro del difunto, c o m o recuerda varias veces Virgilio, Bucólicas, V, 40 («spargite hum u m foliis»), y Eneida, VI, 883-884 («Manibus date lilia plenis; / purpúreos spargam flores»); el detalle de los cestillos blancos procede de Sannazaro, Arcadia, V, 32: «le convicine ninfe... v e n g o n o ora tutte con canistri bianchissimi pieni di fiori». to podría explicar la discrepancia entre igualada y degollada, la primera como una mala lectura de las grafías y la segunda c o m o una traducción. 2 2 5 El cabello suelto (desparcido es sinónimo de esparcido) podía interpretarse c o m o «señal de tristeza» (Tamayo), de acuerdo con una larga tradición literaria, desde Bión. La v o z degollada, por otro lado, da nombre a un valle sobre la ribera del T a j o , donde, según la leyenda, en tiempos de A l f o n s o V I , una dama mora murió de «un profundo tajo en el cuello» producido por jinetes musulmanes, cuando huía j u n t o a un caballero leonés; a partir de este dato, se ha propuesto leer degollada (preposición + sustantivo) c o m o topónimo ('entre las yerbas [del valle] de Gollada'), habida cuenta de que el lugar y sus alrededores (el valle de la C o l o m b a ) han sido descritos c o m o «valles amenos y deleitosos», en coincidencia con los v v . 57-58 de esta misma égloga. 228 Así traduce Bernardino D a z a (1549) el «occidit ante diem» de Alciato, Emblemas, CLVI, 3. 230 igualada: 'tendida, derribada', mejor que 'amortajada' (las hierbas la envolverían a m o d o de mortaja). N o cabe descartar, sin embargo, la lectura de la primera edición (degollada), no tanto con el sentido de 'decapitada' (defendido por quienes ven en la muerte de Elisa la evocación del asesinato de Inés de C a s t r o , o por quienes lo relacionan con la imagen de la flor cortada del v. 228), sino con el sentido no excepcional en la época de 'herida en el c u e l l o ' , que ha sugerido la enmienda por iugulada ('herida en la vena y u g u l a r ' ) , en tan- Pero, además, se han propuesto significados menos literales de degollada: el de 'desangrada', en referencia a la muerte de Isabel Freyre por un sobreparto; o el de 'con el cuello dislocado o doblado', a semejanza del cisne mencionado a continuación (vv. 231-232). La escena presenta analogías, aunque también notables diferencias, con un cuadro de Piero di Cosimo, en que aparece una ninfa tendida entre la hierba, con una herida en la garganta, de donde le salen hilillos de sangre. 242 CANCIÓN cual queda la d u l c e Una del apartada de un como 240 que 24$ soy, se l a m e n t a testigo del en por y llama: responde que'n semblante y tristeza en letras la había, corteza escribía d e la n i n f a bella, ansí p o r parte en nombre cuyo el m o n t e dolor mí y grave 'Elisa'; el T a j o , 2 3 1 - 2 3 2 N o parece claro el eco de Virgilio, Geórgicas, II, 1 9 8 - 1 9 9 : «...camp u m / pascentem niveos herboso ilumine cycnos». 238-240 unas letras... della: 'unas letras... puestas en boca de ella'. La palabra epitafio se ha usado indebidamente en lugar de inscripción (Herrera). 241-242 en cuyo nombre... el monte cavernoso: 'en recuerdo o memoria de cuyo nombre... el monte lleno de cuevas y cavernas', c o m o en Sannazaro, Arcadia, v , 34: «mentre il m o n d o sarà sussurreranno il nome tuo». 2 4 5 - 2 4 6 El artificio de la repetición del nombre de una persona en forma de eco se remonta a V i r g i l i o , Bucólicas, II, 69, y VI, 44; Geórgicas, IV, 252-257; y lo imitan P r o p e r c i o , Elegías, I, XVIII, 3 1 - 3 2 («Sed qualis c u m que es resonent ' C y n t h i a ' siluae, / nec deserta tuo nomine saxa uacent»), y Sannazaro, Arcadia, v , 51-52 («'Androg e o , A n d r o g e o ' sonava il bosco»). N o conviene descartar la puntuación de la primera edición, menos original y della: suena cavernoso, se a f l i g e 'Elisa', belleza la triste caso tanto, epitafio pierde verde. ecedía, unas hablaban que diosas el algún álamo «Elisa y en funesto cisne c u a n d o la h i e r b a a todas mostrando que entre d'aquellas al p a r e c e r 235 el b l a n c o vida IV lleva pena Nemoroso a boca llena presuroso en subrayar los efectos del eco, pero más acorde con los modelos imitados: «y (Nemoroso) llama 'Elisa, Elisa' a boca llena; responde el T a j o y lleva presuroso c o m o tampoco parece imposible establecer la pausa fuerte antes de a boca llena: «y (Nemoroso) llama 'Elisa, Elisa'; a boca llena responde el T a j o . . . » . 247 al mar de Lusitania: en posible alusión a la nacionalidad de la ninfa Elisa, identificada con Isabel Freyre y también con doña Inés de Castro; o en referencia a la ninfa narradora (Nise), relacionada exclusivamente con la segunda dama (v. 230). 2 4 8 El epitafio grabado en la corteza de un álamo presenta cierta analogía con la inscripción que figura en el t ú m u l o de M o p s o (Virgilio, Bucólicas, V, 43-44), que recuerda la costumbre entre los pastores de grabar en los árboles, bien sus versos de amor (Virgilio, Bucólicas, V, 11-12; y Calpurnio, I, 33-88), bien el nombre de su amada (Virgilio, Bucólicas, x , 54-55; y O v i dio, Heroidas, V, 2 1 - 2 4 ) . VERSOS 23 I - 2 7 2 243 al mar de Lusitania el n o m b r e m í o , donde será escuchado, y o lo fío». E n f i n , en esta tela artificiosa 250 toda la historia estaba figurada, que en aquella ribera deleitosa de N e m o r o s o fue tan celebrada; porque de t o d o aquesto y cada cosa estaba N i s e ya tan informada, 255 que, llorando el pastor, mil veces ella se enterneció escuchando su querella; y porque aqueste lamentable cuento no sólo entre las selvas se contase, mas dentro de las ondas 260 sentimiento, con la noticia desto, se mostrase, quiso que de su tela el a r g u m e n t o la bella ninfa muerta señalase, y ansí se publicase de u n o en u n o p o r el h ú m i d o reino de N e p t u n o . 265 Destas historias tales variadas eran las telas de las cuatro hermanas, las cuales con colores matizadas, claras las luces, de las sombras vanas mostraban a los ojos relevadas 270 las cosas y figuras que eran llanas, tanto, que al parecer el cuerpo vano pudiera ser t o m a d o con la m a n o . 264 húmido reino: idéntica perífrasis emplea Virgilio, Geórgicas, IV, 363 («umida regna»). La divulgación de una triste historia (lamentable cuento) tanto por tierra como por mar es motivo que recuerda el de la repetición del nombre de la amada (vv. 245-246): «E mi pare che le concave grotte, i fonti, le valli, i monti con tutte le selve la chiamano, e gli altri arbusti risoneno sempre il nome di lei» (Sannazaro, Arcadia, v i l , 21-22); y, más secundariamente, recuerda la canción III, que recorre y se anega en las aguas del Da- nubio; la celebración de la muerte de Elisa por parte de Nemoroso (v. 258) parece alusión a la égloga I. 267-272 ,j a s c u a j e s mostraban... en relieve las cosas y figuras que eran llanas, con las luces claras y las sombras inconsistentes, tanto, que en apariencia el cuerpo irreal...'; la técnica de los bordados es la misma de la pintura renacentista, que intenta conseguir la impresión escultórica de los objetos, según señalan los numerosos tratados sobre la materia (especialmente el De pintura de Leon Battista Alberti). ÉGLOGA 244 Los rayos ya escondiendo 275 tras altos lugar los 280 hacia En 285 de suave y tanto, y pastores de dos claro las tras el g a n a d o , aquel y verde a la m a j a d a , recogido qUe interrumpen su regreso al agua parecen tener relación con Sannazaro, Salices, el cantaban. son también soto 279-280 u n a d e s c r i p c i ó n semejante de las ninfas en el soneto XI, 9 - 1 0 : «dejad un rato la labor, alzando / vuestras rubias cabezas a mirarme». ninfas que oían que 276 blanca cara se ha considerado una expresión cacofónica (Herrera), y por ello se ha sugerido la enmienda de blanca por blanda, de acuerdo con Plinio, II, XVIII. 277-278 l o s p e c e s e n a c t i t u d j u g u e tona parecen tener un cierto paralelo en Virgilio, Eneida, V, 595: «...luduntque per undas». 98-100: «...iamque in fluvium se mergere ador- oídos tañían escuchaban venían 273 se trastornaban: 'se transponían, se ocultaban'. 281-283 j_ as las que ya sus que zampoñas le l l e v a n , metidos detenidos, cada vez pastores ya querían cuando a veces por paseando. zampoñas sin m u d a r s e de clara, dejando, ondas dulcemente Más 290 saltaban, reclinar cuerpos, dos que al s o n dos y daban cara; el a g u a se f u e r o n pies los blancos fueron ya la l a b o r templadas los cara su b l a n c a azotando agua trastornaban, a la l u n a a menudo las teman y las n i n f a s , el se al m u n d o mostrar la c o l a cuando sol su l u z montes, para peces con del III se oía cantando venía caminando pasado el día, alegrando tae, / membra reclinabant et aquas prono ore petebant, / cum subito obriguere pedes...». 2 8 8 'dos pastores que cantaban alternadamente (a veces)', en referencia al canto amebeo tradicional de la literatura pastoril (véase égloga I): «Logisto che cominciasse e a Elpino che, alternando a vicenda, rispondesse» (Sannazaro, Arcadia, IV, 29); «desde aquí adelante es esta égloga de pastores, porque la pintura no lo era» (Herrera). 294-29« p a s tores cantando para aligerar el camino de vuelta aparecen ya en V i r g i l i o , Bucólicas, IX, 6 4 : «Cantantes licet usque (minus uia laedet) eamus, / cantantes ut eamus, e g o hoc te fasce levabo». VERSOS 295 las v e r d e s haciendo selvas c o n y 300 entrambos sobre cuantos con mancebos pacen de una a responder, cantando la sus v a c a s y ribera d'una manera aparejados aquesto el u n o era; estimados enseñados; edad, a cantar j u n t a m e n t e y süave, grave. d e s t o s d o s el u n o el o t r o : del T a j o el s o n su t r a b a j o m e n o s Tirreno Alcino 245 273-312 van el o t r o diciendo, respondiendo. Tirreno 305 Flérida, más que para m í más blanca que'l q u e la l e c h e y prado por Si t ú r e s p o n d e s 310 sabrosa pura y al v e r d a d e r o amor a mi majada arribarás que'l cielo nos ajeno, más abril de flores hermosa lleno. amorosa de tu Tirreno, primero amuestre enseñados: 'instruidos, diestros'. 301-304 L a e d a d de los dos pastores y la forma de canto amebeo que adoptan parecen tomados de Virgilio, Bucólicas, VII, 4 - 5 y 18 («Ambo florentes aetatibus, / Arcades ambo, / et cantare pares, et respondere parati / ...Alternis igitur contendere versibus ambo / coepere...»), probablemente a través de Sannazaro, Arcadia, IV, 17-18 («...ambiduo di Arcadia et egualmente a cantare et a rispondere apparecchiati»). 305-306 g s t a comparación (insinuada en la elegía II, 104-105) parece tener origen en los Proverbios 9, 17: («Aquae furtivae dulciores sunt et pañis absconditus suavior»), sin descartar otras fuentes clásicas, como O v i dio, Ars amatoria, I, 349 («fertilior 300 dulce y la f r u t a d e l c e r c a d o su lucero. seges est alienis semper in agris»); el símil con la fruta no necesariamente hay que interpretarlo como una preocupación de Garcilaso por el pecado original. 311-312primero que: 'antes que'. Esta interpelación a la amada, con la ponderación de su belleza, contiene elementos de Teocrito, Idilios, XI («Más blanca eres que la leche cuajada, / más delicada que un cordero...»), y Virgilio, Bucólicas, VII, 37 («Nerine Galatea, thymo mihi dulcior Hyblae, / candidior cycnis...»), así como de Sannazaro, Arcadia, II, 101-102 («Fillida mia, più che i ligustri bianca, / più vermiglia ch'il prato a m e z z o aprile»), quizá influidos por Ovidio, Metamorfosis, XIII, 7 9 0 - 7 9 1 («Candidior folio nivei, Galatea, ligustri, / floridior pratis»). ÉGLOGA 246 III Alcino Hermosa amargo 315 y Filis, siempre y o al g u s t o d e ti d e s p o j a d o y o c u a l q u e d a el t r o n c o si m á s q u e y o la e s c u r i d a d , me deste día, sea retama, vea de su v e r d e el m u r c i é g a l o n i m á s la l u z p o r v e r y a el f i n d e u n 320 te m á s q u e la desama, término para m í m a y o r rama, desea tamaño, que un año. d e su bando, Tirreno Cual suele, acompañada a p a r e c e r la d u l c e cuando Favonio al c a m p o 325 y van tornan primavera, y Céfiro, soplando, su b e l d a d primera artificiosos de rojo, esmaltando a z u l y b l a n c o la 313-314 Garcilaso prefiere la como término de ponderación amargura, por más popular y do que las «Sardonis... herbis» gilio (véanse vv. 313-320). retama para la conocide Vir- 3 2 0 El deseo de la llegada de la noche está expresado en términos bastante afines a Virgilio, Bucólicas, VII, 41-43: «Imo ego Sardois videar tibi amarior herbis, / horridior rusco, proiecta uilior alga, / si mihi non haec lux toto iam longior anno est»; exageraciones similares sobre la duración de uno o varios días aparecen, por ejemplo, en Ovidio, Heroiias, XVIII, 25 («séptima nox agitur, spatium mihi longius anno»), y Marco Flaminio, Lusus XI, 3 - 4 («Dumque venis longo brevio hora videbitur anno longior»). 321 Los efectos producidos por la llegada de la primavera puestos en relación con los provocados por la presencia de la amada parecen adoptar, si bien ribera; con otras imágenes, el esquema de Sannazaro, Piscatorias, III, 54-57: «Qualis tranquillo quae labitur aequore cymba, / cum Zephyris summae crispantur leniter undae, / tuta volat luditque hilaris per transtra inventus: / talis vita mihi, mea dum me Chloris amabat»; en la descripción de la primavera confluye una amplia tradición literaria (véase v. 325). 323 Favonio y Céfiro: «aquí sin duda se descuidó nuestro poeta porque hace dos vientos siendo uno...: al que los griegos llaman Céfiro, porque trae vida, llaman los latinos Favonio, porque favorece a la vida...; mas si alguien quiere defender a Garcilaso, sepa Turnebo... dice que son diferentes vientos» (Brócense). 325 La imagen procede de Sannazaro, Arcadia, VIII, 142-143: «Vedi le valli e i campi che si smaltano / di color mille...». VERSOS e n tal m a n e r a , viniendo, 313-341 a m í Flérida reverdece m i 247 mía alegría. Alcino ¿ V e s el f u r o r d e l a n i m o s o 330 embravecido e n la f r a g o s a viento sierra, que los antigos robles ciento a ciento y los pinos altísimos atierra, y de tanto destrozo aun n o al e s p a n t o s o m a r m u e v e la 335 P e q u e ñ a es esta f u r i a contento, guerra? comparada a la d e F i l i s c o n A l c i n o airada. Tirreno El blanco t r i g o multiplica y crece; produce'1 c a m p o en abundancia p a s t o al g a n a d o ; el v e r d e m o n t e 340 a las f i e r a s s a l v a j e s su a doquiera que miro, 327-328 Aunque en aplicación de otro tema (véanse vv. 337-344), hay una reminiscencia clara de Virgilio, Bucólicas, v i l , 59: «Phyllidis aduentu nostrae nemus omne virebit». 329-336 a n ¡ m o s o : ' q u e sopla con ímpetu'; los precedentes de este adjetivo aplicado a viento podrían hallarse en Virgilio, Geórgicas, II, 441 («animosi Euri»), y Ovidio, Amores, I, VI, 51 («animoso... vento»). En el verso siguiente, se emplea el epíteto fragosa ('áspera, escarpada, rocosa') en un contexto similar a Ovidio, Metamorfosis, IV, 778: «...et silvis horrentia saxa fragosis». La comparación de las iras de la amada con la furia de una tormenta sigue a Virgilio, Bucólicas, III, 80-81 («Triste lupus stabulis, maturis frugibus im- tierno ofrece gobierno; me parece bres, / arboribus venti, nobis Amaryllidis irae»), ampliado con Sannazaro, Piscatorias, III, 58-61 («Aspicis iratae feriant ut saxa procellae, / ut validis imae Coris turbentur harenae? / Iam scopulis furit unda, tremit iam terra tumultu. / Fallor, an haec ipsa est Nisae indignantis imago?»). 337-368 l o s dos pastores desarrollan el tema de la prodigalidad de la naturaleza condicionada por la presencia de la amada, siguiendo básicamente a Virgilio, Bucólicas, v i l , 53-59. 340 gobierno: 'alimento, comida, sustento' (véase égloga I, 192). Hay una ampliación de Virgilio, Bucólicas, VII, 55-56 («Omnia nunc rident, at si formosus Alexis / montibis his abeat, / videas et flumina sicca»), a través de Horacio (véase v. 342). 248 ÉGLOGA III q u e d e r r a m a la c o p i a t o d o el m a s t o d o se c o n v e r t i r á e n cuerno; abrojos si d e l l o a p a r t a F l é r i d a sus ojos. A Icino 345 De la e s t e r e l i d a d es el m o n t e , el c a m p o , la m a l i c i a d e l aire oprimido el s o t o y el h a c e m o r i r la h i e r b a m a l su 350 ganado; corrompido grado, las a v e s v e n su d e s c u b i e r t o nido que ya de verdes hojas fue cercado; p e r o si F i l i s p o r a q u í tornare, hará reverdecer c u a n t o mirare. Tirreno El á l a m o de A l c i d e s escogido f u e s i e m p r e , y el l a u r e l d e l r o j o 355 d e la h e r m o s a V e n u s f u e e n p r e c i o y e n e s t i m a el m i r t o el v e r d e s a u z d e F l é r i d a es y por suyo entre todos Apolo; tenido solo; querido escogiólo; d o q u i e r a ^ q u e d e h o y m á s sauces se h a l l e n , 360 el á l a m o y el l a u r e l y el m i r t o 342 La referencia al cuerno de Amaltea, del que rebosaban flores y frutos en abundancia, parece tener presente a Horacio, Epístolas, I, XII, 28-29: aurea fruges / Italiae pleno defundit Copia cornu». 345-34« ' p o r i a esterilidad es afligido (ioprimido) el monte...', en correspondencia con Virgilio, Bucólicas, VII, 57: «Aret ager». 347-348 ' e i jagQ md/ía'd) del aire corrompido', seguramente por la sequía estival, que absorbe toda su humedad, como describe Virgilio, Bucólicas, VIL, 57: «uitio moriens sitit aeris herba»; es menos probable que el aire haya sido corrompido por gérmenes procedentes de las nubes o de la misma callen. tierra, según parecen interpretar los comentaristas antiguos. 351-352 Alcino podría estar jugando con el nombre de Phyllis (derivado del griego phullis 'follaje'), al igual que Virgilio, Bucólicas, VII, 57-58 («Phyllidis adventu nostrae nemus omne virebit»). 353-361 Xoda la estrofa sigue bastante de cerca (con la supresión de la referencia a Baco y la sustitución del corólos por el sauz) a Virgilio, Bucólicas, v i l , 61-64: «Populus Alcidae gratissima, vitis Iaccho, / formosae myrtus Veneri, sua laurea Phoebo: / Phyllis amat corylos, illas dum Phyllis amabit, / nec myrtus vincet corylos, nec laurea Phoebi». VERSOS 342-376 249 Alcino El fresno por la selva en hermosura sabemos ya que sobre todos vaya; y en aspereza y m o n t e de'spesura se aventaja la verde y alta haya; 365 mas el que la beldad de tu figura dondequiera mirado, Filis, haya, al fresno y a la haya en su aspereza confesará que vence tu belleza. Esto cantó T i r r e n o , y esto A l c i n o 370 le respondió; y habiendo ya acabado el dulce son, siguieron su camino con paso un poco más apresurado; siendo a las ninfas ya el rumor vecino, juntas s'arrojan por el agua a nado, 375 y de la blanca espuma que m o v i e r o n las cristalinas ondas se cubrieron. 368 El encarecimiento de la belleza de la amada por encima de algunos árboles compendia a Virgilio, Bucólicas, VIL, 65-68: «Fraxinus in siluis pulcherrima, pinus in hortis, / populus in fluuiis, abies in montibus altis; / saepius at si me, Lycida formonse, reuisas, / fraxinus in siluis cedat tibi, pinus in hortis». 374-376 £) regreso de las ninfas a las aguas del río tiene como antecedente más próximo a Sannazaro, De partu virginis, III, 503-504 («Atque ita se tandem currenti reddidit alveo / spumeus et motas aspergine miscuit undas»), aunque pueden hallarse otros paralelos en Homero, Odisea, IV, 570, y Virgilio, Geórgicas, IV, 527-528.