Égloga III

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228
ÉGLOGA
II
ÉGLOGA
Personas:
III
TIRRENO,
ALCINO
A q u e l l a v o l u n t a d honesta y pura,
ilustre y h e r m o s í s i m a
María,
q u e ' n m í de celebrar t u h e r m o s u r a ,
t u i n g e n i o y t u valor estar solía,
5
a despecho y pesar de la v e n t u r a
La égloga III hubo de componerse durante una campaña militar («Entre las armas del sangriento Marte... / tomando ora la espada, ora la pluma»), que los
estudiosos, a partir de datos bastante vagos, suelen identificar con la expedición
a Provenza (emprendida en el verano de 1536). Se podría tratar, pues, de la
última obra que escribió Garcilaso.
El poema consta de tres partes: la dedicatoria, el relato de las historias que
bordan cuatro ninfas en la ribera del Tajo y el canto amebeo de dos pastores
(Tirreno y Alcino). En cuanto a su estructura o diseño (descripción de unos
tapices más unas canciones), la égloga presenta alguna analogía con un largo
poema de Catulo (Carmina, LXIV). La dedicatoria está elaborada con reflexiones
sobre el estilo del género pastoril ya presentes en Virgilio (Bucólicas, VI), aunque
especialmente coincidentes con Sannazaro (Salices, 1-13). La labor de las ninfas
está descrita siguiendo a Sannazaro (Arcadia, XII, y De partu virginis, III), mientras la yuxtaposición de las historias recuerda a Ovidio (Metamorfosis, IV, 34
y VI, 1-145). El canto amebeo procede tanto de Virgilio (Bucólicas, VII) como
de Sannazaro (Arcadia, II y IX). La inclusión de la historia de Elisa y Nemoroso
en pie de igualdad con los otros tres mitos parece característica de la poesía
neolatina.
Garcilaso emplea las octavas reales, quizá influido por Boccaccio y, más especialmente, por Castiglione (la égloga Tirsi).
El nombre de «María», a quien se dedica el poema, plantea problemas de identificación. Probablemente se trata de doña María Osorio Pimentel, esposa de
don Pedro de Toledo, cuyas cuatro hijas (Leonor, Juana, Ana e Isabel), junto
a dos hijos suyos (don Fadrique y don García), podrían estar representados respectivamente por las cuatro ninfas y los dos pastores. Las figuras de Elisa y
Nemoroso se han identificado, como en la égloga I, con Isabel Freyre y el propio Garcilaso. Los nombres de las cuatro ninfas derivan de distintas fuentes;
Filódoce está tomado de Virgilio (Geórgicas IV, 336); Dinámene aparece en Homero (litada, XVIII, 35-47); Climene figura en ambos textos; y Nise (en el que
se ha visto el anagrama de Inés de Castro, amante del rey portugués y decapitada) tiene como modelo a Nisa, la pastora infiel en Virgilio (Bucólicas, VIII),
aunque el cambio de la vocal pueda explicarse por la nereida «Nesaee (Ho2
Sobre la identificación de esta Ma-
de don Pedro de Toledo, véase la nota
ría con María Osorio Pimentel, esposa
introductoria.
229
230
ÉGLOGA
que por otro camino
cuanto del cuerpo
el a l m a
aun no
se m e
VERSOS
desvía,
en m í
mas con
la l e n g u a
libre m i
muerta y
a ti
celebrando
t'irá,
y
20
toca
f r í a e n la
me
roca,
hará parar las a g u a s del
olvido.
te irá celebrando, y aquel sonido (de
la voz a ti debida) hará parar las aguas
del río Leteo (las aguas del olvido)'. La
estrofa íntegra se canta con ocasión de
la muerte de Altisidora en el Quijote,
II, 6 9 y el verso 12 inspiró el título
de uno de los textos más conocidos de
la lírica de la generación del 27.
El prodigio del poeta en los infiernos parece asimilación del producido
allí por la música de O r f e o , cuya lira
llegó a enternecer a sus habitantes
(égloga li, 1077-1078); sobre la paralización de las aguas de los ríos, véase
soneto XV, 1 - 4 , canción v , 1-10 y égloga II, 1 0 7 7 - 1 0 7 9 , etc.
La laguna Estige era uno de los cursos de agua más conocidos del infierno, que las almas habían de atravesar
para acceder al reino de los muertos,
Las aguas del olvido son las del río Leteo, de cuyas fuentes bebían los muertos para olvidar su vida terrestre.
cuidados
m'arrebata
d e las
por más que'n
Apolo
me
que me
En
tanto, no
ni desdeñes
de mi
nueve
con que
t u ser
pudiere.
algo ya
apenas hay quien
h u r t é de t i e m p o
40
tomando
estimaste.
aquesta breve
' . . . q u e fortuna me aparta (remueve) de un empeño (estudio)...'; sobre estudio, véase arriba, elegía I.
30-32 ' a l m e n o s (lo menos) de lo concerniente a tu persona (de lo que'n tu
ser cupiere), que y o no podré hacer
27
su f u r o r
o r a l a e s p a d a , o r a la
18 d'un trabajo en otro: 'de una dificultad a otra'; «Exspectant curae, catenatique labores» (Marcial, Epigramas,
I, XV, 7).
21 carta: 'papel', probablemente más
por influencia del italiano que del
latín.
2 4 Se refiere a la fortuna que puede
acabar o probar la paciencia de uno, quizá en alusión a Virgilio, Eneida, V, 710:
«Superanda omnis fortuna ferendo est».
amaste,
parte
E n t r e las a r m a s d e l s a n g r i e n t o
do
harte
soledad que
que'n
hable
cupiere,
te ofenda ni te
y
pruebe,
remueve
aquesta inculta
estilo,
manos.
loable;
será l o m á s q u e y o
tratar del c a m p o
mueva,
vanos,
su f u e r z a
y las h e r m a n a s t o d a s
darán ocio y lengua
que'sto
prueba,
carta
mudable;
estudio tan
lo m e n o s de lo q u e ' n
35
mí
corazón
dirán jamás
fortuna d'un
30
lleva;
aparta,
en tu alabanza
su l u g a r
tornará m i
nunca
I, 109) como femenina (IX, y XI, 61); el nombre de Alcino parece corresponderse
con el del rey de los feacios Alcinoo (Homero, Odisea, V l - x i l l ) , que Ariosto puso
de moda con la maga Alcina (Orlando, Vi-Vil). El nombre de Flérida procede de
los libros de caballerías, mientras el de Phyllis es el de una pastora en Virgilio
(Bucólicas, II y III), que en castellano e italiano ha dado lugar a dos formas, el
nominativo Filis (Sannazaro, Arcadia, XII) y el acusativo Fílida (Arcadia, II), ambas con amplia fortuna en la literatura posterior.
La firmeza que confiesa el poeta
de celebrar las gracias de la destinataria de su obra se ha puesto en relación
con Virgilio, Eneida, IV, 336, traducido bastante más a la letra en la égloga
II, 1 6 1 - 1 6 2 .
1 1 - 1 2 La capacidad de seguir cantando incluso muerto guarda relación con
las palabras pronunciadas por Orfeo
después de decapitado: «Eurydicen vox
ipsa et frigida lingua, / a miseram
Eurydicen! anima fugiente uocabat»
(Virgilio, Geórgicas, IV, 525-526) o
«vidi colui che sola Euridice ama, / e
lei segue all'inferno, e, per lei morto, /
con la lingua già fredda anco la chiama» (Petrarca, Trionfi, IV, 13-15).
13 roca: «perífrasis del 'cuerpo',
a
quien llama'cárcel del alma'» (Herrera);
se ha sugerido una posible influencia del
italiano rocca 'fortaleza, ciudadela'.
1 4 - 1 6 '(mi alma), conducida a través
de la laguna Estigia (por el Estigio lago),
pluma
en
quita y
no
mero, Iliada, x v i l l 40, y Virgilio, Geórgicas, IV, 338), que en griego ático se pronunciaba Nisee. El nombre de Tirreno es gentilicio de origen clásico (Virgilio,
Eneida, I, v i , v i l , v i l i , X, XI y XII), especialmente adoptado en la literatura pastoril desde Petrarca y Benivieni a Sannazaro tanto en forma masculina (Arcadia,
8
mi
Pero,
sonido
harta,
paciencia en m i l maneras
poniendo
conducida,
aquel
mi
l o q u e s i e n t o m á s es q u e la
donde
boca
mal no
trabajo en otro
d e la p a t r i a , y a d e l b i e n m e
ya
y
vida,
d'un
231
6-40
la f o r t u n a , d e m i
aflige y
ya
debida;
alma de su estrecha
p o r el E s t i g i o l a g o
me
acompañada.
figura que me
la v o z
Mas
clavada,
aqueste oficio solamente en
pienso m o v e r
15
me
está y estará t a n t o
Y
io
III
Marte,
contraste,
suma,
pluma.
más'; el segundo verso aparece en Boscán, canción I, 314-315 («hablaré ya lo
menos que tuviere, / que'sto será lo
más que yo pudiere»).
35-3
inculta... de mi estilo: más que
un tópico de humildad, como ha interpretado algún comentarista antiguo,
hay aquí una referencia al estilo ínfimo en que debían escribirse las églogas (véanse, abajo, w . 41-48).
37 La referencia a la ocupación militar parece eco de Virgilio, Bucólicas,
X, 44-45: «Nunc insanus amor duri
me Martis in armis. / Tela inter media atque adversos detinet hostes».
4 0 La compaginación del oficio de
militar con el de escritor aparece en
232
ÈGLOGA
Aplica,
pues,
un
rato los
al b a j o s o n d e m i
indigna
de llegar a tus
m a s a las v e c e s
y
el p u r o i n g e n i o y
Por
50
aquesta
aunque
lo
me
con recebillo
cuatro
Filódoce,
Nise,
del
Cerca
y
yo
lo
ninfas q u e del T a j o
a cantar m e
Dinámene
del T a j o ,
dado,
y
amado
ofrezco:
Climene,
par no
en soledad
sauces h a y
una
tiene.
amena,
espesura
llena,
q u e p o r el t r o n c o v a hasta el altura,
y así la t e j e a r r i b a y
Manilio, Epigramas, I («Quaeque mañus ferrum, posito fert ense libellos, /
et placet, et Musis est sine dulce nihil»), y , en términos que recuerdan a
Garcilaso, se menciona en Tansillo y
Paterno.
45 a las veces, en lugar de 'a veces', no
excepcional en tiempos de Garcilaso, parece favorecido por su uso en los textos
italianos que reelabora, como en Sannazaro, Arcadia, VII («alle volte»).
curiosidad: 'artifìcio, sofisticación';
véase Epístola a Boscán, II.
51 «Che quanto io posso dar, tutto vi
dono» (Ariosto, Orlando, I, III, 8).
5 5 - 5 6 Sobre los nombres de las ninfas,
tomados fundamentalmente de Virgilio
y Sannazaro, véase nota introductoria.
57 La descripción de esta ribera del
Tajo (con la misma pareja inicial de
rimas) es semejante a otra de Ariosto,
48
merezco;
que he
me'nriquezco.
toda de hiedra revestida y
60
muda,
escuchado,
ser
q u e en h e r m o s u r a
de verdes
casi
inocente,
d e ti
te d o y ,
tú,
desnuda;
oídos
elocuente.
razón
salieron j u n t a s ,
55
lengua
falten otras,
que puedo
De
gracia va
d'ánimo
q u e la c u r i o s i d a d
ruda,
oídos,
son m e j o r
testigos limpios
sentidos
zampoña
pues d ' o r n a m e n t o
45
III
encadena,
Orlando, X I V , XCII-XCIII: «Giace in
Arabia una valletta amena, / lontana
da cittadi e da villaggi, / ch'all'ombra
di duo monti è tutta piena / d'antiqui
abeti e di robusti faggi. / Il sole indarno il chiaro di vi mena; / che non
vi può mai penetrar coi raggi, / sì gli
è la via da folti rami tronca, / e quivi entra sotterra una spelonca...» (véanse vv. 61-63).
6 1 - 6 3 La descripción de una espesura que el sol no puede atravesar es tópico que se remonta a Teocrito, Idilios, VII, 7 - 8 , imitado por Virgilio,
Bucólicas, IX, 42, y recreado por otros
autores latinos e italianos; Garcilaso parece seguir a Ariosto, Orlando, XIV
(véanse vv. 57-80) y I, x x x v i l , 7 - 8
(«E la foglia coi rami in modo è mista, / ch'il sol non v'entra, non che
minor vista»).
VERSOS
que'l
sol n o
41-82
h a l l a p a s o a la
el a g u a b a ñ a e l p r a d o
a l e g r a n d o la v i s t a y
65
Con
el
tanta m a n s e d u m b r e
Peinando
apenas que
Movióla
fino,
moraba
ameno
de sombras
lleno.
el sitio u m b r o s o ,
las a v e s e n e l f r e s c o
el m a n s o
florido
vuelo;
s e c a b a e n t o n c e s el t e r r e n o
aliento
el s o l ,
del
subido
e n la m i t a d
un
se
de abejas q u e
Habiendo
contemplado
aquel lugar
65-68 ' Q o n t a n t a mansedumbre el
cristalino Tajo fluía (caminaba)..., que
los ojos apenas podían (pudieran) determinar la dirección (el camino) que llevaba' ; la corriente silenciosa del río Tajo
está descrita en términos similares al
Ródano en Julio César, De bello gallico, I («In Rhodanum influii incredibili
lenitate, ita ut oculis, in utram partem
fluat, iudicari non possit»), y en Pomponio Mela, Chorographia, III, 40 («Labitur placidus et silens, neque in utram
partem fluat, quamquam intuearis, manifestum»), aunque tiene otros paralelos menos literales en la poesía latina e
italiana.
7 °" 7 2 La escena de una ninfa sacando
la cabeza del agua combina elementos
de Virgilio, Geórgicas, IV, 351-352 («sed
ante alias Arethusa sorores / prospiciens
summa flavum caput extulit unda»), y
cielo;
'scuchaba
susurro
atentamente
viento,
suelo;
apartamiento
descansar del trabajoso
en el silencio s o l o
80
camino
s a c ó , y el p r a d o
el s u a v e o l o r d ' a q u e l
cristalino
llevaba.
sus c a b e l l o s d ' o r o
vido de flores y
vio
el
caminaba,
una ninfa del agua d o
la c a b e z a
75
sonido,
oído.
q u e p u d i e r a n l o s o j o s el
70
verdura;
con
T a j o en aquella parte
determinar
233
sonaba.
una gran
pieza
sombrío,
Sannazaro, De parlu uirginis, III, 323-325
(«dum sublevat undis / muscosum caput et taurino cornua vultu; adspicit insuetas late florescere ripas»).
7 8 El calor estival del mediodía se
describe según un modo especialmente común en la literatura pastoril desde Teócrito, Idilios, I: «et medium iam
sol conscenderat axem»; véase, además,
Virgilio, Geórgicas, IV, 426-427
(«... et medium Sol igneus orbem /
hauserat...»), y Boiardo, Orlando innamoralo, I, XVII, LXI, 5 («Era salito a
mezzo il cielo il sole»); y también égloga I, 43-4580 La aliteración producida con el
zumbido de las abejas parece inspirarse en Virgilio, Bucólicas, I, 54-55: «saepes Hyblaeis apibus florem depasta salicti / saepe levi somnum suadebit inire
susurro» (véase égloga II, 64-76).
ÉGLOGA
234
s o m o r g u j ó de n u e v o
y
85
III
su
cabeza
al f o n d o se d e j ó calar d e l
a sus h e r m a n a s a c o n t a r
d e l v e r d e s i t i o el a g r a d a b l e
y q u e v a y a n les r u e g a y
allí c o n
No
90
río;
empieza
frío,
amonesta
su l a b o r a estar la siesta.
perdió en esto m u c h o
t i e m p o el
q u e las tres d ' e l l a s su l a b o r
y en m i r a n d o defuera vieron
el p r a d o ,
hacia el c u a l
ruego,
tomaron
luego
enderezaron;
el a g u a clara c o n l a s c i v o j u e g o
nadando dividieron y
95
cortaron
hasta q u e ' l b l a n c o pie t o c ó
mojado,
s a l i e n d o d e l a r e n a , el v e r d e
prado.
P o n i e n d o y a e n l o e n j u t o las
e s c u r r i e n d o d e l a g u a sus
los cuales esparciendo
100
cubijadas
las h e r m o s a s e s p a l d a s f u e r o n
luego,
que'n
s a c a n d o telas
dellos;
delicadas
delgadeza competían con
en lo más escondido
pisadas,
cabellos,
ellos,
se
metieron
y a su l a b o r a t e n t a s se
pusieron.
83 somorgujó (del latín *submergulio):
'metió debajo del agua, sumergió'.
84 calar: 'bajar, descender'; parece
haber una reminiscencia de Virgilio,
Eneida, XII, 886: «Et se fluuio Dea
condidit alto».
86 'la agradable frescura (frío) del
verde lugar' donde pasar mejor la siesta
u hora sexta, esto es, las doce del mediodía (véase égloga II, 431, etc...).
93-94
movimiento de las ninfas en
el agua está descrito en coincidencia
con Sannazaro, De partu virginis, III,
288-289 (
Dinameneque / Asphaltisque adsueta leves fluitare per undas»),
a quien Hernández de Velasco traduce
siguiendo a Garcilaso: «Y Asfaltis, que
entre todas se esmeraba, / en cortar
el agua con lascivo juego»).
9 7 - 9 8 La escena de las ninfas secán-
dose los cabellos parece proceder de
Ovidio, Metamorfosis, II, 12: «pars in
mole sedens uiridis siccare capillos»; escurriendo se ha interpretado como «verbo indigno de la hermosura de los cabellos de las náyades» (Herrera).
99-100
¡ m a g e n j e ]as n i n f a s c o n
las espaldas cubiertas por su larga cabellera es la misma de la égloga II,
6 2 6 - 6 2 7 ( c o n I a repetición de la palabra cubijadas).
101-104 L a s Náyades y las Nereidas,
que salían del agua con frecuencia (véanse vv. 95-98), acostumbraban a hilar
y tejer en sus grutas submarinas (Sannazaro, De partu virginis, 499: «quos
udis nevere sub antris...»); Garcilaso llegó a ser objeto de censura por presentarlas fuera del agua (v. 97), si bien metidas en una caverna (v. 103).
VERSOS
105
83-116
235
Las telas eran hechas y tejidas
del o r o q u e ' l felice T a j o envía,
apurado después de bien cernidas
las m e n u d a s arenas d o se cría,
y de las verdes o v a s ,
110
reducidas
en estambre sotil, cual c o n v e n í a ,
para seguir el delicado estilo
del o r o , y a tirado en rico hilo.
L a delicada estambre era distinta
de las colores que antes le habian dado
115
c o n la fineza de la varia tinta
que se halla en las conchas del pescado;
107apurado:
'pulido'.
105-108 L 3 S p e p ¡ t a s
oro
q U e arras-
traba el T a j o en medio de sus arenas
era fenómeno descrito por biólogos y
cosmógrafos antiguos (Plinio y Pomponio Mela), además de aludido por
la mayor parte de poetas (desde C a t u lo a Claudiano); la descripción de ríos
con tales riquezas forma parte del paisaje ideal de la literatura pastoril (véanse
v v . 105-120).
105-120
descripción de las lelas,
aunque sea un m o t i v o bastante conocido, se basa fundamentalmente en Sannazaro, Arcadia, XII, 16 («E quivi dentro sovra verdi tappeti t r o v a m m o
alcune ninfe sorelle di lei, che con bianchi e sottilissimi cribri cernivano oro,
separandolo da le minute arene. A l t r e
filando il riducevano in mollissimo stame, e quello con sete di diversi colori
intessevano in una tela di maraviglioso artificio...»), con la adición de elementos procedentes de otros textos,
bien del mismo autor (v. 109), bien
de O v i d i o ( w . 115-116).
1 0 9 - 1 1 2 ' y de las verdes ovas, reducidas en fino hilo (en estambre sotil), cual
convenía para adecuarse (seguir) a la delicada forma (estilo) del oro, ya reducido (tirado) en rico h i l o ' .
Las verdes ovas, en lugar de la lec-
tura verdes hojas, que traen todas las
ediciones antiguas, parecen más adecuadas al m u n d o acuático al que pertenecen las ninfas, en correspondencia exacta con V i r g i l i o , Bucólicas, VIII, 87
(«virides... ulvae»), y de acuerdo con
Sannazaro, De partu virginis, III, 5 0 0 501 («Naiades, molli ducentes stamina
musco / Sidonioque rudes saturantes
múrice telas»).
La referencia al estambre, que otros
editores interpretan c o m o sinónimo de
' u r d i m b r e ' , se explica fundamentalmente por la influencia del De partu
virginis, III, 500 («molli... stamina»);
pero el adjetivo que le acompaña (sotil) parece eco de la Arcadia, XII, 16
(véanse v v . 105-120).
La palabra estilo o bien puede relacionarse con su sentido etimológico (del
griego 'columna delgada'), o bien puede pensarse en una reminiscencia del
italiano stelo 'talle'.
113-116 ^ a delicada urdimbre (estambre) estaba adornada por (era distinta de)
los colores que antes le habían dado gracias a (con) la pureza (fineza) del variado color (varia tinta) que se halla en las
conchas del molusco (del pescado)'.
La palabra distinta está usada con uno
de los significados que tenía en latín
(véase la Epístola a Boscán, v . 6).
236
ÉGLOGA
tanto
y
arteficio muestra
teje cada ninfa en
cuanto
120
mostraron
el c e l e b r a d o
Filódoce
llamada
125
en
la
de Estrimón:
de
d'otra
d'aspereza
tarde o
nunca
el a m o r
movió
lengua
de pie
con
del de
f i g u r a d a la
mano,
sierpe
e n t r e la h i e r b a y
121 Filódoce teje la historia de O r feo (el de Tracia) y Eurídice, difundida
por varias fuentes, que Garcilaso emplea en distinta medida (véanse abajo,
vv. 129-144).
124 Estrimón: el río más grande de
Tracia, patria de O r f e o (véase v. 128).
gracia
Tracia.
pie
flores
118 labrado: 'conjunto de telas que ha
preparado cada ninfa'.
"9 tablas: 'cuadros', llamados así
porque se pintaban en tablas.
120 Apeles y Timantes: dos grandes
pintores griegos, mencionados con frecuencia como términos de ponderación.
humano,
tanta
mordida
ponzoñosa,
estaba c o m o
La tinción de la estambre de las verdes ovas (véanse vv. 109-11 o) con los
colores de la púrpura (la varia tinta) aparece en Sannazaro, De partu Virginis, III,
501 (véase arriba, v. 109), y en O v i dio, Metamorfosis, VI, 6 1 - 6 2 («Illic et
Tyrium quae purpura sensit aénum /
texitur et tenues parui discrirainis umbrae...»); la púrpura se obtenía por la
cocción del molusco múrex.
llano
fiera,
hermosa
e n el b l a n c o
descolorida
era
diestra
u n a p a r t e el v e r d e
el m o n t e
d e la p e q u e ñ a
antes
Timantes.
ribera
donde
Estaba
sus tablas
con
pisado
Eurídice,
pinta
labrado,
así d ' a q u é l l a s
la m a y o r ) ,
la d o l o r o s a
130
(que
en lo q u e
su
Apeles y
tenía figurada
y
III
escondida;
rosa
125 el monte, descrito con un elemento característico (v. 126) de la literatura pastoril desde Sannazaro (véase
égloga II, 449-451), podría ser el
Ródope.
130 Las escenas de la muerte de Eurídice y el descenso de O r f e o a los infiernos parecen ampliar a Sannazaro,
Arcadia, XII, 17-18: «...tra li molti ricami tenevano allora in mano i miserabili casi de la deplorata Euridice: sì
come nel bianco piede punta dal velenoso aspide fu costretta di esalare la
bella anima, e come poi per ricoprarla
discese a l'inferno, e ricoprata la perdé
la seconda volta lo smemorato marito»; el detalle de la pequeña sierpe podría estar sugerido por Petrarca, Canzoniere, CCCXXIII, 6 9 - 7 0 («punta poi
nel tallón d'un picciol angue, / come
fior colto langue»), quien, además, introduce la comparación con la flor cortada (véanse v v . 133-134), al igual que
Poliziano, Orfeo, II, 1 6 6 - 1 6 7 , y Molza, Ninfa Tiberina, 8o, 1 - 5 .
VERSOS
II7-I5 3
que ha sido fuera de s a z ó n
135
y el á n i m a , l o s o j o s y a
d e la h e r m o s a c a r n e
Figurado
se v í a
el o s a d o m a r i d o ,
despidiendo.
estensamente
que
y la m u j e r p e r d i d a
y cómo,
bajaba
después desto,
él,
la
a perder o t r a v e z , y del
se q u e j a al m o n t e
Dinámene
gente
recobraba;
por mirarla de n u e v o ,
145
cogida,
volviendo,
al t r i s t e r e i n o d e la e s c u r a
140
237
impaciente
tornaba
tirano
solitario en
no menos
vano.
artificio
m o s t r a b a e n la l a b o r q u e h a b í a
pintando a A p o l o
d e la s i l v e s t r e c a z a
Mudar
150
tejido,
e n el r o b u s t o
oficio
embebecido.
p r e s t o le h a c e el e j e r c i c i o
la v e n g a t i v a m a n o d e
Cupido
que hizo a A p o l o consumirse en lloro
d e s p u é s q u e le e n c l a v ó c o n p u n t a d ' o r o .
D a f n e , c o n el c a b e l l o s u e l t o al v i e n t o ,
133-134 L a i m a g e n de la rosa cortada
a destiempo procede de Ariosto, Orlando, X X I V , LXXX, 4 - 6 : «...languidetta come rosa, / rosa non colta in sua
stagione, sì ch'ella / impallidisca in su
la siepe ombrosa» (véanse otras variantes en la égloga II, 1258-1259).
el osado marido es Orfeo.
139 La hipálage parece estar sugerida por Virgilio, Eneida, VI, 268-269
(«Ibant obscuri sola sub nocte per umbram / perque domos Ditis uacuas et
inania regna»); la denominación de los
habitantes del infierno (v. 140) coincide con Dante, Inferno, i n , 3 («per me
si va tra la perduta gente»).
143 El tirano es Plutón, rey de los infiernos; el calificativo posiblemente está
tomado de Virgilio, Geórgicas, IV,
492-493.
138
145 Dinámene borda en tres partes la
historia de Apolo y Dafne, correspondientes a Ovidio, Metamorfosis, I,
452-567; la referencia a Dafne se halla en un contexto afín a Sannazaro,
Arcadia, II, 113-114.
149 Entiéndase: 'el ejercicio de la caza'
(véase égloga II, 836).
150-152 Cupido lleva en su aljaba dos
tipos de flechas: unas, con la punta afilada y de oro, producen amor (v. 151);
otras, romas y de plomo, inspiran odio
(v. 160).
153 Esta imagen de Dafne deriva directamente de Ovidio, Metamorfosis, I,
529 («et leuis impulsos retro dabat
aura capillos»), quizá con alguna reminiscencia de Sannazaro, Arcadia, II,
108 («deh spargi al vento le dórate
chiome»).
238
ÉGLOGA
III
sin perdonar al blanco pie corría,
155
p o r áspero c a m i n o tan sin t i e n t o ,
q u e A p o l o en la pintura parecía
q u e , p o r q u e ' l l a templase el m o v i m i e n t o ,
c o n m e n o s ligereza la seguía:
él va s i g u i e n d o , y ella h u y e c o m o
160
q u i e n siente al p e c h o el o d i o s o p l o m o .
M a s a la fin los b r a z o s le crecían
y en sendos r a m o s v u e l t o s se m o s t r a b a n ;
y los cabellos, que vencer solían
al o r o f i n o , en hojas se t o r n a b a n ;
165
en torcidas raíces s'estendían
los blancos pies y en tierra se hincaban;
llora el amante y busca el ser p r i m e r o ,
besando y abrazando aquel m a d e r o .
C l i m e n e , llena de destreza y
170
el o r o y las colores
maña,
matizando,
iba de hayas una g r a n
montaña,
de robles y de peñas variando;
u n p u e r c o entre ellas, de b r a v e z a estraña,
estaba los c o l m i l l o s
175
aguzando
contra un m o z o no menos
animoso,
c o n su v e n a b l o en m a n o , que h e r m o s o .
T r a s esto, el p u e r c o allí se via herido
d ' a q u e l m a n c e b o , p o r su mal valiente,
y el m o z o en tierra estaba y a t e n d i d o ,
180
abierto el p e c h o del rabioso diente,
c o n el cabello d ' o r o
desparcido
barriendo el suelo m i s e r a b l e m e n t e ;
154-158 ' c o r r í a p 0 r ásperos caminos
tan alocadamente (sin liento) y sin evitar el daño (perdonar) a su blanco pie,
que Apolo parecía en la pintura seguirla
con menos rapidez (con menos ligereza),
para que ella corriera menos (porque'lla
templase el movimiento)'; sobre el sentido de perdonar, véase el soneto x x n ,
II; y arriba, v. 45.
161-168 L a transformación de Dafne
en laurel está basada en Ovidio, Metamorfosis, I, 548-552, al igual que en
el soneto XIII.
1 6 9 Climene teje la muerte de Adonis por un jabalí y el llanto de Venus
sobre su cadáver, no ciñéndose exclusivamente a Ovidio, Metamorfosis, x ,
708-739.
VERSOS
las r o s a s b l a n c a s
por
tornaban
sangre
185
Adonis
según
que,
con
éste
viendo
boca
con
parte
del
La
no
en
por
Nise
en
labor
en
su
act¡tu(J
de
tomó
sotil
V e n u s
la p a r t e
es
la
a
destajo
trabajo
historia;
su claro
la
Tajo
gloria,
donde'1
felice tierra de
suelo
memoria,
la c e l e b r a d a
misma que adopta en Bión, Canto fúnebre, v v . 4 5 - 4 7 («tantum m e osculare, quanto vivat osculum, / spiritus
tuus effluet, quod dulce philtrum
auriam / omnemque ebibant...»); la
costumbre de recibir boca con boca el
último aliento de un m o r i b u n d o (ami-
vida
este
cielo.
antigua
de
183-184
p r 0 a i g i 0 s e relata de forma diferente en otros autores. Las rosas, que hasta entonces siempre habían
sidó blancas, adquieren el color rojo no
por la sangre que A d o n i s está derramando c o m o consecuencia de la herida del jabalí, sino por la que Venus
derramó al pincharse con una espina
cuando corría en busca de su moribundo amante. Garcilaso seguramente está
recordando la transformación de la sangre de A d o n i s en rosa, según Bión,
Canto fúnebre, 6 5 - 6 6 : «cuanta sangre
vierte A d o n i s . . . : de la sangre nace la
rosa».
189-190
fiera,
postrera
ella e n
no
entretejer
mostrando
la m á s
la
c a s o s la
antes,
su
abierta y
al a l t o
de
que'ra,
dolorida,
solía dar
quien
tuvo
la l a b o r
quiso
sembradas
amortecida;
coge
pasados
la f i g u r ó
200
casi
boca
blanca
de los
y
la h e r i d a
239
coloradas.
Venus
aire q u e
aborrecido
allí
se m o s t r a b a
estaba
al c u e r p o
195
su
se m u e s t r a
sobre'l
190
154-2OO
baña
España.
g o o familiar) está descrita por otros
autores, desde V i r g i l i o , Eneida, IV,
6 8 4 - 6 8 5 , a A r i o s t o , Orlando, XXIV,
LXXXII, 5 - 8 («Così dicendo, le reliquie estreme / de lo spirto vital che
morte fura / va ricogliendo con le labra meste / fin c h ' u n a minima aura
ve ne reste»), a quien se ha propuesto
c o m o fuente más inmediata de Garcilaso.
193 aborrecido: 'disgustado, enojado',
posiblemente en referencia a los celos
de Marte, con quien se suele identificar al jabalí que da muerte a Adonis;
véanse los v v . 1 6 9 y 183-184.
193 a destajo: aquí, en el sentido lato
de ' c o n trabajo', aunque podría haber
una reminiscencia humorística de su
sentido más literal, ya que el trabajo de
tejer solía pagarse a destajo (por obra
acabada); c o m o expresión usadísima en
la lengua coloquial, se ha considerado
«indigna de Garcilaso» (Herrera).
240
ÉGLOGA
Pintado
que,
un
el c a u d a l o s o
áspera
monte
con
205
en
en
alrededor
corriendo
cercarlo
su v o l v e r ,
y
todo
VERSOS
rio
estrecheza
casi
ímpetu
querer
III
se
vía,
la e s p e s u r a ,
a la r i b e r a
el s e m b l a n t e
cestillos
parecía
era
afán
fin
derecho,
perdido;
contento
mucho
había
hecho.
sobre
225
Estaba
aquella
y
en
la s u b l i m e
desd'allí
ilustre y
clara
por
él
cumbre
sembrada,
pesadumbre
d'antiguos
edificios
D'allí
agradable
mansedumbre
siguiendo
su
con
el T a j o
215
puesta
del m o n t e ,
y
va
regando
con
En
los c a m p o s
artificio
de
las
y
las altas
la h e r m o s a
entretejidas,
adornada.
tela
se
silvestres
202-203 <qUe_ haciéndose estrecho, ceñía un monte casi alrededor suyo'; se trata
del monte donde está asentada la ciudad
de T o l e d o (véanse v v . 2 I I - 2 I 2 ) .
205-208 L a p e r s o n j f ¡ c a c i ó n ¿ e j T a j 0 j
que se siente satisfecho (v. 208) por
haber intentado dar la vuelta completa al monte (aun sin haberlo logrado),
forma parte del tratamiento h u m a n o
y divino que los antiguos daban a los
ríos (véase elegía I, 145); sublime (v.
2 0 9 ) : 'alta'.
clara pesadumbre: 'excelsa masa';
los antiguos edificios (v. 212) son los de
la ciudad de T o l e d o .
215-216 a i t a s m e ¿ a s . j a s r u e c ) a s de las
azudes o presas, con las que se saca el
agua de los ríos aprovechando el mism o impulso de su corriente; a principios del siglo XVI, el arquitecto Juanelo T u r r i a n o construyó unas en el paso
del T a j o por T o l e d o , que fueron conocidas c o m o «el artificio de Juanelo».
211
La imagen de campos regados por este
procedimiento aparece también en la
jornada
arboledas
ruedas.
veían,
diosas
primera oda latina de Garcilaso, 7 0
(«prata gyris uvida roscidis»), y puede
recordar a Sannazaro, Arcadia, XII,
4 1 - 4 2 («...ove quella picciola acqua in
due parti si divide, l'una effundendosi
p e r l e campagne, l'altra per occolta via
andandone a' commodi e ornamenti de
la città»), en mayor coincidencia con
Pietro da Eboli, De balneis Puteolanis
(«L'acqua chi loco venence, pártese in
due parte, / la una ad mare vadende,
l'altra, c o m e per arte, / unde uscì tornase per chilli lochi arcti»).
2 1 7 El cuadro sobre la muerte de Elisa está basado en Virgilio, Bucólicas, V,
2 0 - 4 4 , c ° n claras reminiscencias de
Sannazaro, Arcadia, v (véanse, más abaj o , vv. 41-48).
2 1 8 Las silvestres diosas no parecen caracterizar a un grupo específico de ninfas terrestres y se corresponden con las
genéricas «ninfe» de Sannazaro (véanse w . 2 2 2 - 2 2 4 ) , así c o m o con los «silvestri duoni» que allí mismo llevan los
faunos ( v , 31).
230
Todas,
ninfa
con
una
que
tristes,
de
y
vida
de
mostraba
cerca
del agua,
tiempo
y
traían
rosas,
derramaban
que
el c a b e l l o
antes
venían
purpúreas
muerta
ninfa
cuya
estaba
y
presurosas,
esparciendo
una
lloraban
210
blancos
las c u a l e s
en
que
todas
en
rüido;
mas
lo
220
ceñía,
con
dejábase correr
de
salir d e
reducido,
241
201-230
lloraban.
desparcido,
delicada,
que
casi
en u n
había
en
lugar
e n t r e las h i e r b a s
sido
flor
cortada;
florido,
igualada
222-224 Los antiguos solían esparcir
flores sobre el cuerpo o sepulcro del
difunto, c o m o recuerda varias veces
Virgilio, Bucólicas, V, 40 («spargite hum u m foliis»), y Eneida, VI, 883-884
(«Manibus date lilia plenis; / purpúreos spargam flores»); el detalle de los
cestillos blancos procede de Sannazaro,
Arcadia, V, 32: «le convicine ninfe...
v e n g o n o ora tutte con canistri bianchissimi pieni di fiori».
to podría explicar la discrepancia entre
igualada y degollada, la primera como una
mala lectura de las grafías y la segunda
c o m o una traducción.
2 2 5 El cabello suelto (desparcido es sinónimo de esparcido) podía interpretarse
c o m o «señal de tristeza» (Tamayo), de
acuerdo con una larga tradición literaria, desde Bión.
La v o z degollada, por otro lado, da
nombre a un valle sobre la ribera del
T a j o , donde, según la leyenda, en tiempos de A l f o n s o V I , una dama mora
murió de «un profundo tajo en el
cuello» producido por jinetes musulmanes, cuando huía j u n t o a un caballero leonés; a partir de este dato, se ha
propuesto leer degollada (preposición +
sustantivo) c o m o topónimo ('entre las
yerbas [del valle] de Gollada'), habida
cuenta de que el lugar y sus alrededores (el valle de la C o l o m b a ) han sido
descritos c o m o «valles amenos y deleitosos», en coincidencia con los v v .
57-58 de esta misma égloga.
228 Así
traduce Bernardino D a z a
(1549) el «occidit ante diem» de Alciato, Emblemas, CLVI, 3.
230 igualada:
'tendida, derribada',
mejor que 'amortajada' (las hierbas la
envolverían a m o d o de mortaja).
N o cabe descartar, sin embargo, la lectura de la primera edición (degollada), no
tanto con el sentido de 'decapitada' (defendido por quienes ven en la muerte de
Elisa la evocación del asesinato de Inés
de C a s t r o , o por quienes lo relacionan
con la imagen de la flor cortada del
v. 228), sino con el sentido no excepcional en la época de 'herida en el c u e l l o ' ,
que ha sugerido la enmienda por iugulada ('herida en la vena y u g u l a r ' ) , en tan-
Pero, además, se han propuesto significados menos literales de degollada:
el de 'desangrada', en referencia a la
muerte de Isabel Freyre por un sobreparto; o el de 'con el cuello dislocado
o doblado', a semejanza del cisne mencionado a continuación (vv. 231-232).
La escena presenta analogías, aunque
también notables diferencias, con un
cuadro de Piero di Cosimo, en que aparece una ninfa tendida entre la hierba,
con una herida en la garganta, de donde le salen hilillos de sangre.
242
CANCIÓN
cual
queda
la d u l c e
Una
del
apartada
de
un
como
240
que
24$
soy,
se l a m e n t a
testigo
del
en
por
y
llama:
responde
que'n
semblante
y
tristeza
en
letras
la
había,
corteza
escribía
d e la n i n f a
bella,
ansí p o r
parte
en
nombre
cuyo
el m o n t e
dolor
mí
y
grave
'Elisa';
el T a j o ,
2 3 1 - 2 3 2 N o parece claro el eco de Virgilio, Geórgicas, II, 1 9 8 - 1 9 9 : «...camp u m / pascentem niveos herboso ilumine cycnos».
238-240
unas letras... della: 'unas letras... puestas en boca de ella'. La palabra epitafio se ha usado indebidamente en lugar de inscripción (Herrera).
241-242
en cuyo nombre... el monte cavernoso: 'en recuerdo o memoria de
cuyo nombre... el monte lleno de cuevas y cavernas', c o m o en Sannazaro,
Arcadia, v , 34: «mentre il m o n d o sarà
sussurreranno il nome tuo».
2 4 5 - 2 4 6 El artificio de la repetición
del nombre de una persona en forma
de eco se remonta a V i r g i l i o , Bucólicas, II, 69, y VI, 44; Geórgicas, IV,
252-257; y lo imitan P r o p e r c i o , Elegías, I, XVIII, 3 1 - 3 2 («Sed qualis c u m
que es resonent ' C y n t h i a ' siluae, / nec
deserta tuo nomine saxa uacent»), y
Sannazaro, Arcadia, v , 51-52 («'Androg e o , A n d r o g e o ' sonava il bosco»).
N o conviene descartar la puntuación
de la primera edición, menos original
y
della:
suena
cavernoso,
se a f l i g e
'Elisa',
belleza
la
triste caso
tanto,
epitafio
pierde
verde.
ecedía,
unas
hablaban
que
diosas
el
algún
álamo
«Elisa
y
en
funesto
cisne c u a n d o
la h i e r b a
a todas
mostrando
que
entre
d'aquellas
al p a r e c e r
235
el b l a n c o
vida
IV
lleva
pena
Nemoroso
a boca
llena
presuroso
en subrayar los efectos del eco, pero más
acorde con los modelos imitados: «y
(Nemoroso) llama 'Elisa, Elisa' a boca
llena; responde el T a j o y lleva presuroso
c o m o tampoco parece imposible
establecer la pausa fuerte antes de a boca
llena: «y (Nemoroso) llama 'Elisa, Elisa'; a boca llena responde el T a j o . . . » .
247 al mar de Lusitania:
en posible
alusión a la nacionalidad de la ninfa Elisa, identificada con Isabel Freyre y también con doña Inés de Castro; o en referencia a la ninfa narradora (Nise),
relacionada exclusivamente con la segunda dama (v. 230).
2 4 8 El epitafio grabado en la corteza de un álamo presenta cierta analogía con la inscripción que figura en el
t ú m u l o de M o p s o (Virgilio, Bucólicas, V, 43-44), que recuerda la costumbre entre los pastores de grabar en los
árboles, bien sus versos de amor (Virgilio, Bucólicas, V, 11-12; y Calpurnio,
I, 33-88), bien el nombre de su amada
(Virgilio, Bucólicas, x , 54-55; y O v i dio, Heroidas, V, 2 1 - 2 4 ) .
VERSOS
23 I - 2 7 2
243
al mar de Lusitania el n o m b r e m í o ,
donde será escuchado, y o lo fío».
E n f i n , en esta tela artificiosa
250
toda la historia estaba figurada,
que en aquella ribera deleitosa
de N e m o r o s o fue tan celebrada;
porque de t o d o aquesto y cada cosa
estaba N i s e ya tan informada,
255
que, llorando el pastor, mil veces ella
se enterneció escuchando su querella;
y porque aqueste lamentable cuento
no sólo entre las selvas se contase,
mas dentro de las ondas
260
sentimiento,
con la noticia desto, se mostrase,
quiso que de su tela el a r g u m e n t o
la bella ninfa muerta señalase,
y ansí se publicase de u n o en u n o
p o r el h ú m i d o reino de N e p t u n o .
265
Destas historias tales variadas
eran las telas de las cuatro hermanas,
las cuales con colores matizadas,
claras las luces, de las sombras vanas
mostraban a los ojos relevadas
270
las cosas y figuras que eran llanas,
tanto, que al parecer el cuerpo vano
pudiera ser t o m a d o con la m a n o .
264 húmido reino: idéntica perífrasis
emplea Virgilio, Geórgicas, IV, 363
(«umida regna»). La divulgación de una
triste historia (lamentable cuento) tanto
por tierra como por mar es motivo
que recuerda el de la repetición del
nombre de la amada (vv. 245-246):
«E mi pare che le concave grotte, i
fonti, le valli, i monti con tutte le selve
la chiamano, e gli altri arbusti risoneno sempre il nome di lei» (Sannazaro,
Arcadia, v i l , 21-22); y, más secundariamente, recuerda la canción III, que
recorre y se anega en las aguas del Da-
nubio; la celebración de la muerte de
Elisa por parte de Nemoroso (v. 258)
parece alusión a la égloga I.
267-272 ,j a s c u a j e s
mostraban... en relieve las cosas y figuras que
eran llanas, con las luces claras y las
sombras inconsistentes, tanto, que en
apariencia el cuerpo irreal...'; la técnica
de los bordados es la misma de la pintura renacentista, que intenta conseguir la
impresión escultórica de los objetos,
según señalan los numerosos tratados
sobre la materia (especialmente el De
pintura de Leon Battista Alberti).
ÉGLOGA
244
Los
rayos ya
escondiendo
275
tras
altos
lugar
los
280
hacia
En
285
de
suave y
tanto,
y
pastores
de
dos
claro
las
tras
el g a n a d o ,
aquel
y
verde
a la m a j a d a ,
recogido
qUe
interrumpen
su regreso al agua parecen tener relación con Sannazaro, Salices,
el
cantaban.
son
también
soto
279-280
u n a d e s c r i p c i ó n semejante de las ninfas en el soneto XI, 9 - 1 0 :
«dejad un rato la labor, alzando / vuestras rubias cabezas a mirarme».
ninfas
que
oían
que
276 blanca cara se ha considerado una
expresión cacofónica (Herrera), y por
ello se ha sugerido la enmienda de blanca por blanda, de acuerdo con Plinio,
II, XVIII.
277-278 l o s p e c e s e n a c t i t u d j u g u e tona parecen tener un cierto paralelo
en Virgilio, Eneida, V, 595: «...luduntque per undas».
98-100:
«...iamque in fluvium se mergere ador-
oídos
tañían
escuchaban
venían
273 se trastornaban: 'se transponían,
se ocultaban'.
281-283 j_ as
las
que
ya
sus
que
zampoñas
le l l e v a n ,
metidos
detenidos,
cada vez
pastores
ya
querían
cuando
a veces
por
paseando.
zampoñas
sin m u d a r s e
de
clara,
dejando,
ondas
dulcemente
Más
290
saltaban,
reclinar
cuerpos,
dos
que
al s o n
dos
y
daban
cara;
el a g u a
se f u e r o n
pies
los blancos
fueron
ya
la l a b o r
templadas
los
cara
su b l a n c a
azotando
agua
trastornaban,
a la l u n a
a menudo
las
teman
y
las n i n f a s ,
el
se
al m u n d o
mostrar
la c o l a
cuando
sol
su l u z
montes,
para
peces
con
del
III
se
oía
cantando
venía
caminando
pasado
el
día,
alegrando
tae, / membra reclinabant et aquas prono ore petebant, / cum subito obriguere pedes...».
2 8 8 'dos pastores que cantaban alternadamente (a veces)', en referencia al
canto amebeo tradicional de la literatura pastoril (véase égloga I): «Logisto che cominciasse e a Elpino che,
alternando a vicenda, rispondesse»
(Sannazaro, Arcadia, IV, 29); «desde
aquí adelante es esta égloga de pastores, porque la pintura no lo era» (Herrera).
294-29« p a s tores cantando para aligerar el camino de vuelta aparecen ya en
V i r g i l i o , Bucólicas, IX, 6 4 : «Cantantes licet usque (minus uia laedet)
eamus, / cantantes ut eamus, e g o hoc
te fasce levabo».
VERSOS
295
las v e r d e s
haciendo
selvas c o n
y
300
entrambos
sobre cuantos
con
mancebos
pacen
de una
a responder,
cantando
la
sus v a c a s
y
ribera
d'una
manera
aparejados
aquesto
el u n o
era;
estimados
enseñados;
edad,
a cantar j u n t a m e n t e
y
süave,
grave.
d e s t o s d o s el u n o
el o t r o :
del T a j o
el s o n
su t r a b a j o m e n o s
Tirreno
Alcino
245
273-312
van
el o t r o
diciendo,
respondiendo.
Tirreno
305
Flérida,
más
que
para m í
más blanca
que'l
q u e la l e c h e y
prado
por
Si t ú r e s p o n d e s
310
sabrosa
pura y
al v e r d a d e r o
amor
a mi
majada
arribarás
que'l
cielo
nos
ajeno,
más
abril de flores
hermosa
lleno.
amorosa
de tu
Tirreno,
primero
amuestre
enseñados: 'instruidos, diestros'.
301-304 L a e d a d de los dos pastores
y la forma de canto amebeo que adoptan parecen tomados de Virgilio, Bucólicas, VII, 4 - 5 y 18 («Ambo florentes
aetatibus, / Arcades ambo, / et cantare pares, et respondere parati / ...Alternis igitur contendere versibus ambo /
coepere...»), probablemente a través de Sannazaro, Arcadia, IV, 17-18
(«...ambiduo di Arcadia et egualmente
a cantare et a rispondere apparecchiati»).
305-306 g s t a comparación (insinuada
en la elegía II, 104-105) parece tener origen en los Proverbios 9, 17:
(«Aquae furtivae dulciores sunt et pañis absconditus suavior»), sin descartar otras fuentes clásicas, como O v i dio, Ars amatoria, I, 349 («fertilior
300
dulce y
la f r u t a d e l c e r c a d o
su
lucero.
seges est alienis semper in agris»); el
símil con la fruta no necesariamente hay
que interpretarlo como una preocupación de Garcilaso por el pecado original.
311-312primero
que: 'antes que'. Esta
interpelación a la amada, con la ponderación de su belleza, contiene elementos de Teocrito, Idilios, XI («Más blanca eres que la leche cuajada, / más
delicada que un cordero...»), y Virgilio, Bucólicas, VII, 37 («Nerine Galatea,
thymo mihi dulcior Hyblae, / candidior cycnis...»), así como de Sannazaro, Arcadia, II, 101-102 («Fillida mia,
più che i ligustri bianca, / più vermiglia ch'il prato a m e z z o aprile»), quizá
influidos por Ovidio, Metamorfosis, XIII,
7 9 0 - 7 9 1 («Candidior folio nivei, Galatea, ligustri, / floridior pratis»).
ÉGLOGA
246
III
Alcino
Hermosa
amargo
315
y
Filis,
siempre y o
al g u s t o
d e ti d e s p o j a d o y o
c u a l q u e d a el t r o n c o
si m á s q u e y o
la e s c u r i d a d ,
me
deste día,
sea
retama,
vea
de su v e r d e
el m u r c i é g a l o
n i m á s la l u z
p o r v e r y a el f i n d e u n
320
te
m á s q u e la
desama,
término
para m í m a y o r
rama,
desea
tamaño,
que un
año.
d e su
bando,
Tirreno
Cual
suele,
acompañada
a p a r e c e r la d u l c e
cuando
Favonio
al c a m p o
325
y
van
tornan
primavera,
y
Céfiro,
soplando,
su b e l d a d
primera
artificiosos
de rojo,
esmaltando
a z u l y b l a n c o la
313-314 Garcilaso prefiere la
como término de ponderación
amargura, por más popular y
do que las «Sardonis... herbis»
gilio (véanse vv. 313-320).
retama
para la
conocide Vir-
3 2 0 El deseo de la llegada de la noche está expresado en términos bastante
afines a Virgilio, Bucólicas, VII, 41-43:
«Imo ego Sardois videar tibi amarior
herbis, / horridior rusco, proiecta uilior
alga, / si mihi non haec lux toto iam
longior anno est»; exageraciones similares sobre la duración de uno o varios
días aparecen, por ejemplo, en Ovidio,
Heroiias, XVIII, 25 («séptima nox agitur, spatium mihi longius anno»), y
Marco Flaminio, Lusus XI, 3 - 4 («Dumque venis longo brevio hora videbitur
anno longior»).
321 Los efectos producidos por la llegada de la primavera puestos en relación con los provocados por la presencia de la amada parecen adoptar, si bien
ribera;
con otras imágenes, el esquema de Sannazaro, Piscatorias, III, 54-57: «Qualis
tranquillo quae labitur aequore cymba, /
cum Zephyris summae crispantur leniter undae, / tuta volat luditque hilaris per transtra inventus: / talis vita
mihi, mea dum me Chloris amabat»;
en la descripción de la primavera confluye una amplia tradición literaria (véase v. 325).
323 Favonio y Céfiro: «aquí sin duda
se descuidó nuestro poeta porque hace
dos vientos siendo uno...: al que los
griegos llaman Céfiro, porque trae
vida, llaman los latinos Favonio, porque favorece a la vida...; mas si alguien
quiere defender a Garcilaso, sepa Turnebo... dice que son diferentes vientos» (Brócense).
325 La imagen procede de Sannazaro, Arcadia, VIII, 142-143: «Vedi le valli e i campi che si smaltano / di color
mille...».
VERSOS
e n tal m a n e r a ,
viniendo,
313-341
a m í Flérida
reverdece m i
247
mía
alegría.
Alcino
¿ V e s el f u r o r d e l a n i m o s o
330
embravecido
e n la f r a g o s a
viento
sierra,
que los antigos robles ciento a ciento
y los pinos altísimos
atierra,
y de tanto destrozo aun n o
al e s p a n t o s o m a r m u e v e la
335
P e q u e ñ a es esta f u r i a
contento,
guerra?
comparada
a la d e F i l i s c o n A l c i n o
airada.
Tirreno
El blanco t r i g o multiplica y
crece;
produce'1 c a m p o en abundancia
p a s t o al g a n a d o ; el v e r d e m o n t e
340
a las f i e r a s s a l v a j e s su
a doquiera que miro,
327-328 Aunque en aplicación de otro
tema (véanse vv. 337-344), hay una reminiscencia clara de Virgilio, Bucólicas,
v i l , 59: «Phyllidis aduentu nostrae nemus omne virebit».
329-336 a n ¡ m o s o : ' q u e sopla con ímpetu'; los precedentes de este adjetivo
aplicado a viento podrían hallarse en
Virgilio, Geórgicas, II, 441 («animosi
Euri»), y Ovidio, Amores, I, VI, 51
(«animoso... vento»). En el verso siguiente, se emplea el epíteto fragosa
('áspera, escarpada, rocosa') en un contexto similar a Ovidio, Metamorfosis,
IV, 778: «...et silvis horrentia saxa fragosis».
La comparación de las iras de la amada con la furia de una tormenta sigue
a Virgilio, Bucólicas, III, 80-81 («Triste lupus stabulis, maturis frugibus im-
tierno
ofrece
gobierno;
me
parece
bres, / arboribus venti, nobis Amaryllidis irae»), ampliado con Sannazaro,
Piscatorias, III, 58-61 («Aspicis iratae
feriant ut saxa procellae, / ut validis
imae Coris turbentur harenae? / Iam
scopulis furit unda, tremit iam terra
tumultu. / Fallor, an haec ipsa est Nisae indignantis imago?»).
337-368 l o s dos pastores desarrollan
el tema de la prodigalidad de la naturaleza condicionada por la presencia de
la amada, siguiendo básicamente a Virgilio, Bucólicas, v i l , 53-59.
340 gobierno: 'alimento, comida, sustento' (véase égloga I, 192). Hay una
ampliación de Virgilio, Bucólicas, VII,
55-56 («Omnia nunc rident, at si formosus Alexis / montibis his abeat, /
videas et flumina sicca»), a través de
Horacio (véase v. 342).
248
ÉGLOGA
III
q u e d e r r a m a la c o p i a t o d o el
m a s t o d o se c o n v e r t i r á e n
cuerno;
abrojos
si d e l l o a p a r t a F l é r i d a sus
ojos.
A Icino
345
De
la e s t e r e l i d a d es
el m o n t e ,
el c a m p o ,
la m a l i c i a d e l aire
oprimido
el s o t o y el
h a c e m o r i r la h i e r b a m a l su
350
ganado;
corrompido
grado,
las a v e s v e n su d e s c u b i e r t o
nido
que ya de verdes hojas fue
cercado;
p e r o si F i l i s p o r a q u í
tornare,
hará reverdecer c u a n t o
mirare.
Tirreno
El á l a m o de A l c i d e s
escogido
f u e s i e m p r e , y el l a u r e l d e l r o j o
355
d e la h e r m o s a V e n u s f u e
e n p r e c i o y e n e s t i m a el m i r t o
el v e r d e s a u z d e F l é r i d a es
y por suyo entre todos
Apolo;
tenido
solo;
querido
escogiólo;
d o q u i e r a ^ q u e d e h o y m á s sauces se h a l l e n ,
360
el á l a m o y el l a u r e l y el m i r t o
342 La referencia al cuerno de Amaltea, del que rebosaban flores y frutos
en abundancia, parece tener presente
a Horacio, Epístolas, I, XII, 28-29:
aurea fruges / Italiae pleno defundit Copia cornu».
345-34« ' p o r i a esterilidad es afligido
(ioprimido) el monte...', en correspondencia con Virgilio, Bucólicas, VII, 57:
«Aret ager».
347-348 ' e i jagQ
md/ía'd) del aire
corrompido', seguramente por la sequía estival, que absorbe toda su humedad, como describe Virgilio, Bucólicas, VIL, 57: «uitio moriens sitit aeris
herba»; es menos probable que el aire
haya sido corrompido por gérmenes procedentes de las nubes o de la misma
callen.
tierra, según parecen interpretar los comentaristas antiguos.
351-352 Alcino podría estar jugando
con el nombre de Phyllis (derivado del
griego phullis 'follaje'), al igual que Virgilio, Bucólicas, VII, 57-58 («Phyllidis
adventu nostrae nemus omne virebit»).
353-361 Xoda la estrofa sigue bastante de cerca (con la supresión de la referencia a Baco y la sustitución del corólos por el sauz) a Virgilio, Bucólicas,
v i l , 61-64: «Populus Alcidae gratissima, vitis Iaccho, / formosae myrtus
Veneri, sua laurea Phoebo: / Phyllis
amat corylos, illas dum Phyllis amabit, / nec myrtus vincet corylos, nec
laurea Phoebi».
VERSOS
342-376
249
Alcino
El fresno por la selva en hermosura
sabemos ya que sobre todos vaya;
y en aspereza y m o n t e de'spesura
se aventaja la verde y alta haya;
365
mas el que la beldad de tu figura
dondequiera mirado, Filis, haya,
al fresno y a la haya en su aspereza
confesará que vence tu belleza.
Esto cantó T i r r e n o , y esto A l c i n o
370
le respondió; y habiendo ya acabado
el dulce son, siguieron su camino
con paso un poco más apresurado;
siendo a las ninfas ya el rumor vecino,
juntas s'arrojan por el agua a nado,
375
y de la blanca espuma que m o v i e r o n
las cristalinas ondas se cubrieron.
368 El encarecimiento de la belleza
de la amada por encima de algunos árboles compendia a Virgilio, Bucólicas,
VIL, 65-68: «Fraxinus in siluis pulcherrima, pinus in hortis, / populus in
fluuiis, abies in montibus altis; / saepius at si me, Lycida formonse, reuisas, / fraxinus in siluis cedat tibi, pinus in hortis».
374-376 £) regreso de las ninfas a las
aguas del río tiene como antecedente
más próximo a Sannazaro, De partu virginis, III, 503-504 («Atque ita se tandem currenti reddidit alveo / spumeus
et motas aspergine miscuit undas»),
aunque pueden hallarse otros paralelos
en Homero, Odisea, IV, 570, y Virgilio, Geórgicas, IV, 527-528.
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