¡Se nos murió el Padre Horacio! Nos cuesta creer que Desde nuestra pobre pena, nos sentimos mucho de menos, nos sea verdad, que ya no está con nosotros. perspectiva humana, nos da una inmensa desamparados. Ya los estamos echando hará demasiada falta! Sin embargo, sabemos que tenemos que consolarnos, llenarnos de alegría por él, porque tenemos el convencimiento pleno de que hoy, en el CIELO hay fiesta! Nuestro padrecito se encuentra con su Padre Dios que tanto lo ha querido. La Mater no puede más que haber sonreído al verlo llegar. Nuestro Padre Fundador, junto al Padre Hernán lo tienen que haber estado esperando. Quien regresa a la casa del Padre, con las manos llenas, con su labor cumplida con creces, habiendo dejado inmensos frutos en la tierra, no puede haber recibido más que felicitaciones y agradecimientos. A pesar de todo eso, no podemos dejar de sentir esta tristeza. Cada uno de nosotros, cada uno de los que lo quiere entrañablemente, hoy siente que se LE murió el padre Horacio. Es que él era TAN padre, que nos hizo sentir únicos, oídos, acompañados, reconocidos, por él. Con ese amor que brotaba físicamente de su sonrisa dulce y de su mirada profunda, siempre supo sacar lo más nuestro, lo mejor de nosotros porque nos hablaba al corazón. Estamos seguros de que cada uno de nosotros recuerda su último encuentro con él, o una decisión que tomó con su apoyo, o un problema en que lo aconsejó, o una conversación pausada, tranquila y profunda con él, o una broma que le hizo, un chiste que contó, una canción que tarareó, o una anécdota que recordó. Estaba, siempre dispuesto, siempre ahí para nosotros, a pesar de sus múltiples actividades, acompañándonos, guiándonos y ayudándonos a que encontráramos claramente el camino que Dios nos tiene preparado, ayudándonos a que lo encontráramos sin decirnos él, cuál era o cómo debíamos hacerlo. Nos atreveríamos a decir que, casi no hay encuentro, conversación o reunión en que él no nos mostrara “un pedacito de cielo”. El inmenso cariño y admiración que generó en cada lugar en que le tocó trabajar, en cada comunidad a la que le tocó acompañar, en cada matrimonio, cada pareja de pololo o de novios a los que acompañó, es un fiel testimonio de la imagen paternal de Dios que el mostró en la tierra. Gracias Padre Dios por habernos regalado tantos y tan fructíferos años de Padre Horacio. Gracias querida Mater por haberte valido de ese instrumento tuyo, para trasmitirnos tu carisma, ¿Quién mejor que el Padre Horacio nos mostró en la vida diaria lo que era caminar por la vida siendo FUERTES, DIGNOS, SENCILLOS Y BONDADOSOS? Con qué fortaleza, con qué dignidad, con qué sencillez y humildad enfrentó estos últimos meses de su enfermedad. Incluso nos atreveríamos a decir que lo enfrentó con alegría, Sacándole el jugo hasta la última gota de sus fuerzas. Todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo, sabemos que eso no es más que un reflejo fiel de lo que fue toda su vida. Gracias Padre Fundador, por haber elegido y educado al Padre Horacio. Realmente no pudiste haber escogido mejor. Somos cientos y tal vez miles, los que nos encantamos y enamoramos del Padre Fundador a través del testimonio vivo que era el Padre Horacio. Es cierto que existe mucha literatura y muchos testimonios de la vida, del pensamiento y del carisma del Padre Kentenich, pero sin lugar a dudas, el testimonio personal y cercano que en cada oportunidad que podía entregó el Padre Horacio, constituían el enganche necesario para convertir las adhesiones intelectuales y teóricas, en compromisos personales y filiales con el Fundador. Por todo esto, a nombre de la Rama de Familias de la Zona Cordillera, queremos agradecer por las cientos de jornadas en que nos acompañó, por los cientos de matrimonios que celebró, por las miles de Alianzas de Amor y de Santuarios Hogares que consagró, por todos los hijos de nuestra Rama que acogió en grupos de pololos mostrándole el matrimonio como un camino vigente de santidad, por los miles de bautizos y millones de confesiones que en todos estos años tuvo la paciencia de escuchar. Pese a su increíblemente apretada agenda, son muy pocos los Consejos de Rama a los cuales no asistió. Dejándose siempre algún tiempo para asistir a reuniones de grupos de nuestra Rama que por meses esperaban con paciencia que se hiciera un espacio en esa famosa agenda. Tantas reuniones en que, hablando al final de todos y con un tono amigable y certero, nos daba su opinión para que viéramos nosotros cómo lo hacíamos. Por ahora, sólo decirle que la Rama de Familias de la Zona Cordillera queda profundamente comprometida con el proyecto de un nuevo centro para la familia de Schoenstatt en Lo Barnechea, proyecto que usted tanto quería y que tanto anheló. Esperamos que pronto un nuevo Santuario y una nueva Casa de la Rama de Familias en esa zona sea una realidad. Querido Padre Horacio, bien sabe usted que nuestro egoísmo lo quería tener de carne hueso al lado de nosotros y de todos los nuestros, pero Dios es más sabio y más bondadoso, y ha escogido lo mejor para usted. Con mucho cariño, Alfredo Tagle y Trinidad Silva Rama de Familias Zona Cordillera