El formidable boom de los aficionados prácticos

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REPORTAJE
El formidable boom de
los aficionados prácticos
De noche sueñan con su grandeza, escasa y tal vez insignificante. Se conforman con apenas uno, o ya puestos
a pedir, con dos y un remate, se dicen una y otra vez. De noche, pero también de día. Son anónimos y muy probablemente nunca lleguen a ser conocidos y mucho menos reconocidos, pero viven de una ilusión anclada en
una palabra: pasión.
Texto: David Plaza Hernández
Fotos: Cedidas por aficionados prácticos
L
as 6:00 h., suena el reloj, comienza una nueva jornada. Una ducha
forzosa, un café, zumo, cereales,
dulces, tostadas, algo de fruta y rápidamente vestirse y salir pitando. Van a
trabajar; o a buscar; o quizás a estudiar,
quien sabe. En ese agónico despertar que
sufrimos, nuestro cerebro en una reducidísima partícula de tiempo reconecta
con los procesos que habíamos suspendido unas horas antes de irnos a descansar. Sin embargo, algunas cosas permanecen inamovibles, como las pasiones que arden en nuestro interior, que
anegan hasta nuestros sueños y que son
como tormentas permanentes. En el pequeño universo de los aficionados prácticos o de los que quieren serlo hay precisamente eso, sueños que nunca se apagan. Viven de ese crepitar arterial in-
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confundible. Se sitúan a la contra de lo
preestablecido, porque si algo caracteriza al toreo frente al mundo de las rutinas es que las certezas apenas se dan
cita. No saben si lo conseguirán, pero extraen sus miedos, alegrías, decepciones
con tal de alimentar su gran pasión. Sin
pretender compararles con ningún profesional, ellos lo viven con una intensidad a prueba de kilotones.
La Fiesta tiene mucho de juego a vida
o muerte, así lo viven todos los años infinidad de pueblos del mundo. Cultura
popular que no puede ser borrada de
nuestro ADN. Gracias a sus hondas y ricas raíces pervive con fuerza. En ese caldo de cultivo se han cocido historias de
chicos que buscaban robarle pases a un
toro o a una vaca de gran edad y llena
de resabios. La honda satisfacción de
vencer a esas circunstancias fraguó a veces grandes toreros. Pero los conocidos
comúnmente como ‘capeos’, acostumbrados a devorar con ferocidad muchas
vidas y del que solo han sobrevivido
muy pocos, no tienen mucho que ver
con lo que hoy conocemos como aficionados con ganas de torear o de
aprender. Aunque en su tiempo sí, ya
que solo algunas fiestas camperas, las tapias de las ganaderías y estas improvisadas plazas de pueblo con talanqueras
acogían con crudeza los deseos de estos
‘locos apasionados’. En realidad, aficionados prácticos eran ganaderos y
poco más. Unas décadas después ya es
una práctica globalizada. La crisis ha permitido la expansión de este heterogéneo
colectivo que en los últimos años alquilan vacas sin torear y compran becerros a precios muy asequibles. De este
movimiento también ha surgido un
mercado consistente en profesionales
que enseñan la técnica y algunos de los
secretos. La ola ha ido haciéndose cada
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vez más grande. El mundo de los aficionados prácticos hoy afronta un período ‘casi de profesionalización’.
TOREO DE SALÓN
EN CENTRAL PARK
Como dice un conocido manifiesto
obrero, los aficionados prácticos del
mundo se han unido. Algunos hacen ya
temporada a ambos lados del Atlántico,
otros compiten en bolsines e incluso los
hay, como el estudiante de Medicina,
Michael Cammarata, que apenas nueve
meses de aprendizaje en la escuela de
tauromaquia de Madrid, ha conseguido
alzarse con el primer certamen internacional celebrado unas semanas atrás
en la finca del maestro Dámaso González. El ganador del encuentro global
no ha nacido en el barrio de San Bernardo, ni en Chamberí, lo hizo en Virgina, Estados Unidos. Estudia medicina
y desea ser cirujano taurino.
Otros como Robert Weldon engrosan
la lista de norteamericanos amantes
de la Fiesta, que peregrinan todos los
años a las principales ferias taurinas europeas. Weldon, nació en Royal Oak,
Michigan, tiene 41 años y desde hace 20
vive en New York. Graduado en teatro
intentó con todo su afán hacer carrera
sobre las tablas pero no le fue posible.
Sin embargo, el rumbo que llevaba su
vida cambió radicalmente un 2 de mayo
de 1998. Robert se encontraba en Madrid visitando a su hermana cuando justo ese día tomó la decisión de ver su primera corrida de toros. “Toreaba José Tomás y al verle arriesgar todo por hacer
pasar al toro muy despacio y muy cer-
Morante impartiendo una clase de toreo a miembros del Club de Aficionados Prácticos.
ca de su cuerpo viví una especie de catarsis”, explica. “No entendía nada,
pero aquello me conmocionó. Salí de la
plaza con unas incontrolables ganas de
entender el espectáculo y vivirlo otra
vez. Sabía que tenía que volver a España”, nos confiesa. Nada más regresar a
New York compró 6Toros6 y con el semanario taurino en una mano y el diccionario español-inglés en la otra intentaba comprender aquello que tanto
le había deslumbrado unos días antes.
Después “devoré a Corrochano y a
Pepe Alameda”, admite, pero comprendió que aprender español era necesario. Robert estudió concienzudamente nuestro idioma. Después se matriculó en la universidad para licenciarse en literatura española e hispanoamericana y gracias a ello encontró trabajo de profesor de español. Ahora en-
El estadounidense Robert Weldon con un novillo en México.
seña la lengua cervantina en una buena
escuela situada en Manhattan. “Siempre
digo que los toros me enseñaron el castellano y me cambiaron la vida”. Tanto
que desde 1999 ‘hace temporada’ en España. Un año después de aquel episodio iniciático volvió a España, “me pasé
cuatro meses viendo toros y siguiendo
a José Tomás”, dice. Después ha ido repitiendo, y conociendo ferias, gentes.
Bilbao, Santander, El Puerto y Azpeitia
son sus plazas predilectas. José Tomás,
su ojito derecho. Aunque reconoce que
le gustan otros toreros ha tenido la suerte de ver algunas de las mejores tardes
de la carrera del de Galapagar. Robert es
Miembro del Club Taurino de New York
(fundado en 1961) y del algo más joven
New York City Club. Y aficionado
práctico, en la plaza y en el parque, donde entrena como si de mayor fuese a ser
matador de toros. Algunos parques neoyorquinos han visto desde 2001 algunas de sus andanzas. Un buen día cogió
los trastos, desdobló un capote, montó
la muleta y se puso a torear. La cara de
los transeúntes sería un poema, pero Robert no hacía nada raro, “lo veo como
un ejercicio”, afirma. Mientras otros
“practican yoga o Tai Chi a mí me gusta torear de salón; es mi deporte favorito”. Algunas veces ha tomado el hatillo junto a amigos, también taurinos y
se han ido a Central Park, el parque más
conocido de la ciudad, a volar los trastos, aunque precisa que habitualmente
lo hace en un parque próximo a su apartamento. “Ha habido años que iba dos
veces a la semana aunque normalmente no puedo hacerlo con tanta regularidad”, explica. La preparación aumenta
cuando tiene en perspectiva torear en la
plaza. “Entonces me preparo tres o
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cuatro meses antes. Lo hago de salón y
físicamente”, detalla, “y sobre todo correr, ya que si no estoy en forma me quedó sin aire después de tres tandas”. Entre los años 2001 y 2010 se ha probado
con vacas en medio mundo. Ha lidiado
ocho novillos en distintos festivales
celebrados en México. “Allí es fácil hacerlo, se celebran festivales para aficionado prácticos o toreros retirados y si
pagas, puedes actuar”, dice.
EL SAN ISIDRO DE LOS
AFICIONADOS PRÁCTICOS
En el mismo continente aunque bastante
más al sur se gestó la estructura más profesionalizada de todas cuantas existen a
día de hoy. Partían con ventaja ya que en
Ecuador había mucha tradición. “Todas
las peñas taurinas creadas en Quito a partir de los años 50 y 60 (con el boom que
generó la construcción de la nueva plaza monumental y la creación de la feria
de Quito como tal), se caracterizaban por
que la mayoría de sus miembros eran aficionados prácticos, quienes organizaban
de forma permanente festivales benéficos por toda la geografía nacional”, explica el ecuatoriano José María Morán,
abogado y aficionado práctico. En los
años 70 la competencia entre peñas de
aficionados era muy grande, “se llegaron
a organizar ya unas primeras series de
festejos continuados”, apunta. Sin embargo, puntualiza José María, la primera generación fue decayendo, una larga
travesía que ha encontrado su particular oasis en los hijos de ‘aquellos locos’.
El rebrote se produce en 2007 cuando un
grupo de aficionados prácticos organizaron dos festivales seguidos, en beneficio de unas obras de caridad. Alternaron “más de catorce prácticos”, quedándose fuera de los carteles otro gran
grupo. “Nos sirvió para percatarnos por
un lado, del inmenso interés que existía
en el Ecuador por la afición práctica; y,
por otro, sobre la necesidad de encontrar un espacio para que toda esa afición
pudiera dar rienda suelta a su pasión por
la tauromaquia”, explica Morán. Fue entonces cuando en 2008 organizaron la
primera Feria del Aficionado Práctico
(FAP) con una doble motivación: “reconocer la riquísima tradición de aficionados prácticos existente en el Ecuador
y promover a su vez que las nuevas generaciones tuvieran la oportunidad de seguir esa estela”. El éxito fue absoluto,
más de 80 ‘soñadores’ alternaron en cinco fines de semana consecutivos pudiendo dar muerte a los becerros lidiados. La FAP se convirtió en el San Isidro
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Feria de Aficionados Prácticos que se celebra desde 2008 en Ecuador.
Dámaso González enseña a torear.
Convivencia con aficionados de todo el mundo.
del toreo para los aficionados prácticos,
una programación que todos los años se
divide en dos niveles. Según el conocimiento y capacidad se celebran festivales nocturnos con picadores para los más
noveles, que lidian vaquillas; mientras
que los expertos dan muerte a erales a
plena luz del día. En todos estos espectáculos hay un jurado encargado primero
de elegir finalistas y posteriormente un
ganador por cada categoría.
Ecuador no se cruzó de brazos ante el
brutal ataque del gobierno de la República que intentó –y continúa– queriendo prohibir los toros en todo el país,
consiguiéndolo solo en la capital –y por
un estrecho margen– que el toro no muriera en la plaza. Especialmente por las
calles de Quito donde grupos de gente
joven salieron a manifestarse, pintaron
grafitis en la madrugada, vistieron estatuas, torearon de salón en las calles y
defender voto a voto la tauromaquia durante la última consulta popular.
La FAP se financia gracias a aportaciones de empresas privadas más el de
los propios aficionados prácticos, que
pagan una inscripción y el coste del animal que van a lidiar. Por su parte, los festivales a muerte donan a la organización
el valor de las carnes, a efectos de que
con la venta de las mismas se financie
la compra de las reses a lidiar en cada
una de las finales- La Feria ha valido además para “valorar en justa medida la importancia de todo lo que hacen los toreros profesionales”. José María cree que
también ha supuesto “crear nuevas generaciones de aficionados a los toros”.
Cada año aumenta la cifra “de nuevos
niños y chavalitos desconocidos que
ahora quieren torear en la FAP y que se
han convertido en promotores y defensores a ultranza de la tauromaquia”.
Gracias a ellos, el activismo taurino en
PORTUGAL Y ESPAÑA
En Portugal en cambio hubo que guiar
el camino. Con la creación hace tres
temporadas de la Academia de Campo
Pequeño para jóvenes aspirantes, Rui
Bento, gerente del coso lisboeta, vio la
posibilidad de abrir también las puertas
del templo arquitectónico de Campo Pequeño, reinaugurado en 2006, a aficionados. Los profesores y futuros matadores de toros comparten espacio con
niños y no tanto pero con unas extraordinarias ganas de aprender a torear. “Lo hicimos para que conocieran todo
lo que significa el toreo y entender al
toro”, explica Rui. Padres e hijos, personas de distintas edades, de 30, 40 y 50,
buscan conocer el misterio. Gente singular, como el embajador de Perú en Por-
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El mal tiempo no es obstáculo para estos ‘locos apasionados’.
Muchos profesionales se han volcado con este movimiento.
Un aficionado practicando el toreo de salón.
tugal, entre otros, vuelan sus trastos con
el afán de ponerlo en práctica ante los
animales y sentir la emoción de pasar las
embestidas de una becerra. Rui Bento
cree que gracias a estas iniciativas, que
han ido replicándose por muchos puntos del mapa mundial taurino, la Fiesta
se abre a la sociedad, se comunica mejor y de paso abre la posibilidad a que
se incorporen nuevos aficionados, que
tanta falta hacen. Eso y sacar nuevos toreros, de momento en la Academia de
Campo Pequeño creen estar en la buena dirección con Diogo Pesseiro y Sergio Nunes.
El caso español es curioso. La acertada
idea de popularizar el toreo sacándolo
a la calle, tiene varias caras de las que
han salido magníficos e innumerables
proyectos. La gran demanda ha origi-
nado la creación de escuelas, seminarios
o cursos para aficionados prácticos.
Uno de los más conocidos es el que gestionan el matador de toros Eduardo Dávila Miura, Nacho Moreno de Terry y
Rafael Peralta Revuelta. Pero la idea
como tal no fue exactamente de ninguno de los tres. Eduardo cuenta que el
germen del Club de Aficionados Prácticos fue cosa de su mujer. “Estábamos
en el club deportivo Pineda de Sevilla y
mi mujer me dijo: qué pena, en un club
tan grande, con tantos socios y con actividades para casi todo y que no hubiera
nada taurino”. Al poco tiempo, Eduardo habló con la junta directiva y les propuso dar clases de toreo de salón. “La
sorpresa”, relata, “es que se apuntaron
bastantes niños”, pero aún fue mayor
“cuando a los dos meses de empezar vienen los padres de los niños a pedirme
que abriera un grupo para mayores”.
Después vino la creación del Club de
Aficionados Prácticos. Cursos intensivos
de tres días por toda España, siempre
con una misma estructura: los dos primeros días aprender nociones básicas de
toreo (capote, muleta y suerte de matar)
y el último día ponerlas en práctica delante de una vaca. “No hace falta ningún
conocimiento previo”, advierte el torero sevillano, “los cursos son para gente
que nunca ha cogido una muleta y
para los que quieren perfeccionar su técnica”, dice. Gente de todas edades,
“desde una señora con 65 años a chicos
con 18”. En total más de 1.200 personas
han pasado ya por las manos del Club
de Aficionados Prácticos. Espartinas
fue la punta de lanza. La inesperada respuesta les hizo replantearse rápidamente el proyecto y desde hace dos años
han incorporado a Espartinas un circuito
de entre siete y diez. “Puerto de Santa
María, Olivenza y Valdemorillo los dos
últimos años. Este año hemos arrancado en Albacete, Pamplona, Mérida…”.
Eduardo agradece las facilidades que han
puesto toreros, ganaderos, empresarios y propiedades de las plazas: “todas
las figuras a las que hemos llamado nos
han dado un gran apoyo: desde Espartaco, Curro Romero, El Cid, Morante,
Dámaso González, Galloso, El Juli, Talavante, Pablo Hermoso… También están las empresas de las plazas. Y, por supuesto, los ganaderos porque terminar
el curso con un tentadero en una finca
es un privilegio. Juan Pedro, Lagunajanda, Manolo Vázquez, casa de El Juli,
de Pablo Hermoso, de Talavante… nos
han abierto las puertas de sus casas”,
concluye. Eduardo está completamente sorprendido por el alcance y la grandeza que tiene la Fiesta, como torero en
activo era algo que no se imaginaba.
Ahora, con el Club le sale ese sentimiento de aficionado práctico que él
tuvo antes de querer ser torero. Y le fascina ver cómo fluye el toreo en personas de todo el Mundo que nunca habían tenido contacto con él. Por último, se
encuentra la parte solidaria en la que
siempre estuvo el toreo y que el club tiene muy en cuenta. “Para nosotros es
fundamental”, contesta. “Allá donde
nos han llamado hemos ido con capotes y muletas a enseñar el toreo. Hemos
estado en la cárcel de Sevilla, a colegios,
a residencias de ancianos, de niños
desfavorecidos. Y estamos abiertos a ir
al sitio que nos llamen” en una labor de
‘evangelización’ a favor de la Fiesta que
no tiene precio.
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FOTOGRAFÍA
Aficionados prácticos
La FAP está considerada el San Isidro de los aficionados prácticos.
Una aficionada prueba sus conocimientos ante una becerra.
Los más novatos, con animales más pequeños.
Algunos muestran un innato sentido del toreo.
También los hay más experimentados.
Aficionados de muchas artes del mundo acuden a Ecuador.
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El toreo de salón es fundamental.
El movimiento de aficionados prácticos está popularizando el toreo.
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