NUEVO2

Anuncio
NO SR.RECTOR, NO
Por entender que se trata de una información que
interesa a toda la comunidad universitaria murciana, pongo en
conocimiento
de
la
misma
los
acontecimientos
que
a
continuación se relatan (entrecomillo la cita literal de
documentos):
1.Con fecha 10 de abril de 2006 recibí un oficio de Don
José Antonio Cobacho Gómez, Rector de esta Universidad, en el
que me comunicaba que Doña Esperanza Orihuela Calatayud,
Decana de la Facultad de Derecho, había solicitado que se me
abriese un expediente sancionador porque el 15 de marzo
anterior “al parecer en el horario en que se iba a celebrar
el evento con el COIE debía impartirse una asignatura
optativa del Área de Derecho penal por el profesor Landrove
Díaz, Catedrático de Derecho Penal; al parecer también,
cuando dicho profesor fue a recoger el micrófono en la
dependencia en la que en aquel momento se encontraban las
auxiliares de servicios de la primera planta del aulario y
éstas le transmitieron la información y las circunstancias
que la vicedecana y yo misma les habíamos dado, el Dr.
Landrove se pronunció también al parecer en tono despectivo y
en los siguientes o parecidos términos: la Sra. Decana debe
preocuparse de que imparta clase y si no tiene nada mejor que
hacer que se vaya a fregar las escaleras de su casa”.
Y añadía la Sra. Decana que, unos días después, el
Profesor Peris Riera, Catedrático de Derecho Penal “me
confirma en conversación privada el incidente descrito y
apuntándome que según le habían comentado las auxiliares de
servicio a las que al salir de clase encontró alteradas,
tales manifestaciones se habían producido en voz alta en un
cambio de clase y ante alumnos y profesores, sin que pueda
saberse realmente quién o quiénes lo escucharon”.
El 23 de marzo –concluye la Sra. Decana- “ la profesora
Sánchez Jiménez, enterada de los hechos y pretendiendo su
confirmación, me informó de que se había presentado en el
aulario y había corroborado la realidad del incidente en los
términos expuestos”.
En el oficio rectoral se me daba el plazo de diez días
para que alegase lo que pudiera considerar pertinente.
2.Naturalmente, ni me molesté en contestar a un escrito
de aquellas características, aunque bien hubiera podido
alegar que me había limitado a cumplir con mi deber dando
clase, ya que nadie la había suspendido para organizar otro
acto a la misma hora, y que me esperaban en el aula 150
alumnos de distintas Facultades; también, que nunca había
pronunciado
la
frase
que
“al
parecer”
me
atribuían
fantasmagóricos oyentes, en los términos “o parecidos” a los
antes reproducidos.
3.Ante mi legítimo silencio, y por resolución de 1 de
junio de 2006, entiende el Sr. Rector que del escrito de
denuncia “se infiere la posible comisión” por mi parte de una
falta tipificada en el Reglamento Disciplinario de los
Funcionarios de la Administración del Estado por –se afirmahaber pronunciado la frase de referencia “en horario lectivo
y de forma que fue escuchada por alumnos y usuarios que en
ese momento circulaban por las inmediaciones del habitáculo
donde se encontraban los auxiliares de servicio en la primera
planta del aulario de la Merced, con lo que dichas
afirmaciones tuvieron una evidente notoriedad”.
Ante la ausencia de alegación alguna por mi parte hasta
aquel momento “el Rectorado entiende realizadas y ciertas las
manifestaciones denunciadas que el profesor Landrove profirió
el 15 de marzo de 2006” y me impuso la sanción de
apercibimiento, por la comisión de una falta leve tipificada
en el Reglamento antes aludido.
4.Agotada la vía administrativa, y al margen de lo
liviano de una sanción no ajustada a derecho, en defensa de
la justicia y de la verdad, interpuse recurso ante el Juzgado
de lo Contencioso-administrativo nº 6 de Murcia en el que, en
síntesis exponía lo siguiente:
Insistía en la negativa de unos hechos que se me
atribuían por unos anónimos testigos; que mi legítimo
silencio en la fase de audiencia no podía fundamentar un
juicio de culpabilidad; que el único medio probatorio tenido
en cuenta por el Rectorado era la denuncia de la Sra. Decana
en la que recogía las manifestaciones que según ella misma le
habían referido otras personas, lo que no sirve –en modo
alguno- para desvirtuar el vicio de nulidad radical invocado
al amparo de la doctrina constitucional sobre la presunción
de inocencia; que en el expediente no había existido –porque
no podía existir- actividad probatoria alguna sobre la frase
que se me atribuía y no se mencionaba, en concreto, a nadie
que hubiese escuchado la misma; que el relato de unos hechos
por la autoridad académica -de oídas- no conlleva la
presunción de veracidad que me obligue, como inculpado, a
demostrar mi inocencia.
5.Como no podía ser de otra forma, la Sentencia de 27 de
septiembre de 2007, dictada por el Magistrado-Juez titular
del Juzgado Contencioso Administrativo nº 6 de Murcia,
declaró la sanción de apercibimiento que me había sido
impuesta por el Sr. Rector "contraria a derecho, dejándola
sin efecto”.
La providencia del mismo Juzgado de 12 de noviembre de
2007 declaró firme dicha sentencia y ordenó la remisión de
testimonio al Rectorado “a fin de que la lleve a puro y
debido efecto y practique lo que exija el cumplimiento de las
decisiones contenidas en el fallo”.
Cada lector de este documento debe alcanzar sus propias
conclusiones,
sólo
añadiré
que
la
mayoría
de
los
intervinientes en el affaire relatado enseñan en una Facultad
de Derecho. En la de Murcia, naturalmente.
Gerardo Landrove
Catedrático de Derecho penal
Descargar