EL OSO MISTERIOSO PEDRO EXPÓSITO · 2º ESO · COLEGIO EDITH STEIN Era 23 de julio de 1986 y toda la ciudad de Springfield estaba aterrorizada por un monstruo que todas las noches atacaba una casa del pueblo. Un día nos reunimos todos en la plaza del pueblo. Decidimos hacer guardias de tres en tres por cada casa. Empleamos todo tipo de armamento, para poder parar los pies a ese terrorífico monstruo. Al día siguiente, vimos todos los del pueblo a tres guardias de una casa con mordiscos en el cuello y varios arañazos en la cara y la espalda. Apareció un hombre encapuchado de casi dos metros y nos habló con un tono grave y elevado y dijo: - Aquí está vuestro salvador. Todos nos quedamos boquiabiertos unos minutos observándole hasta que reaccionamos y le dijimos: - Usted es quien nos va a salvar de esta catástrofe. El asombroso hombre contestó: - Sí, pero para ello necesito que me prestéis todo el armamento que yo necesite. El pueblo se puso en marcha y empezó a llevar al pozo del pueblo todas las armas y armamentos para que el hombre encapuchado matase a ese monstruo terrorífico. El cazador dejó todas las armas en una caseta. Las iba colocando para comer una cada día. Al llegar la noche, el cazador salió en busca del monstruo. Sobre las 4:00 de la mañana empezó a oír ruidos extraños: el cazador no lo dudó, cargó su escopeta y fue sigilosamente recorriéndose todas las casas de pueblo. Al llegar a la última casa vio que había una sombra negra de dos metros en la puerta de la casa. El cazador ni se lo pensó dos veces y le disparó con su escopeta, pero falló y le dio a la puerta de la casa. El terrible monstruo se dio a la fuga mientras el cazador cargaba su escopeta. Al día siguiente, el cazador reunió a todo el pueblo en la plaza. Allí les dijo que ese terrible monstruo era un oso, pero no un oso cualquiera sino un oso mutante ya que era más grande de lo normal y tenía una garra gigante en la mano. El cazador dio dos opciones al pueblo: quedarse esperando a que volviera a atacar el oso y así darle caza; o ir en su busca -con voluntarios del pueblo- y así darle caza o alejarlo del pueblo. El 67% eligió la segunda opción y salieron voluntarios: cinco hombres, los más fuertes y valientes del pueblo. Les dije que al día siguiente tendrían que coger sus mejores armas y armaduras y salir en busca y captura del oso. Al día siguiente, salimos en busca del animal los cinco hombres y yo. Fuimos localizando todos los rastros del terrible "animal" ya que Rufo -uno de mis acompañantes- era un experto en rastreo de animales. Mientras Rufo rastreaba, Quebranta se encargaba de ir afilando todas las armas; Ronny se encargaba de vigilar las espaldas; Robert, Erik y yo estábamos vigilantes para cualquier imprevisto. Al cabo de las horas, vimos una montaña que en su cima había como una especie de cueva. Subimos Ronny, Quebranta y yo. Los demás se quedaron abajo esperando a que bajáramos. Cuando llegamos a la cima, vimos que había una cueva. Ronny y yo decidimos entrar. Quebranta y Ronny se quedaron fuera. - ¿No necesitas esto? -me dijo Ronny. Y de su mochila sacó una antorcha y unas cerillas. Yo le respondí: - Sí, muchas gracias, Ronny. Al entrar a la cueva, vi que había una bifurcación. Decidí entrar por el camino de la derecha y de allí sólo salieron murciélagos. Salí y volví a entrar, pero en este caso elegí el camino de la izquierda. “Lo mismo allí no había nada”, pensé. Al salir, decidimos pasar la noche acampando. Fuimos más abajo ya que podría ir allí a alojarse el oso por la noche. Cuando amaneció, vi a Ronny y a Quebranta recogiendo todas las cosas ya que estaban todas rotas y desperdigadas por el suelo. ¡Sí, sí, ha sido el oso! -dijo Ronny. Sin pensármelo dos veces cogí el fusil y avisé a todos de que el oso no estaría muy lejos. Al andar unos kilómetros vimos por fin al temible oso. Se encontraba bebiendo agua en una parte del río Monisti, al sur de Asia. Procuramos no hacer mucho ruido y nos acercamos con sigilo, pero a Quebranta se le disparó la escopeta. Con suerte le dio en una pata al enorme oso. Este salió corriendo hacia el otro lado del río. Intentamos perseguirlo pero en seguida perdimos de vista al animal. Al cabo de unos días vimos en el suelo una huella gigante. Se parecía mucho a la de un oso. No debe de estar muy lejos: húmedas aún -dijo Ronny. estas huellas están Nos pusimos en camino con todo nuestro armamento y fuimos a capturar a la fiera. Íbamos sigilosos ya que estábamos en una zona del bosque donde en la que había marcas por todos lados: arañazos, huellas, sangre, excrementos de oso... Ronny iba el primero; Quebranta, segundo; Rufo, tercero; Robert, quinto; Erik, sexto. Yo iba en cuarta posición. Nos tiramos un rato andando, siguiendo las huellas del oso. Cuando escuchamos el tiro de una escopeta todos miramos para atrás y nos dimos cuenta de que Erik no estaba con nosotros. Nos asustamos, pero lo peor que podíamos hacer era salir en su busca ya que era lo que pretendía el oso, pensamos. Al rato vimos a un hombre muerto colgado de un árbol nos acercamos y… ¡sí! se trataba del cuerpo de Erik. Muchos de los nuestros rompieron a llorar. Sin embargo, hablando concluimos que eso no nos podía asustar, que teníamos que seguir luchando y acabar con el asesino animal. Al día siguiente, después de haber estado toda la noche en busca del oso, decidimos acampar ya que estábamos demasiado cansados. Lo hicimos dentro de una cueva que estaba al lado del río. Al despertar nos remojamos y aseamos con el agua del río. Al levantar la mirada... ¡vi al terrible oso mirándome con una cara amenazante! Me alejé poco a poco sin hacer movimientos bruscos para acercarme a la cueva y alcanzar una de las armas. El oso, que es muy inteligente, me atacó en cuanto di el primer paso atrás. Me cubrí la cara inmediatamente y me quedé encogido en el suelo. Pasó algo extraordinario: el oso no me hizo nada y me empezó a chupar la cara. Yo me quede insólito y llegué a acariciarlo. De pronto, se escuchó un disparo y la sangre del oso se esparció por todo mi cuerpo. Al cabo de unos segundo mis compañeros me recogieron del suelo metiéndome en la cueva. Desde allí vi cómo le remataban con disparos hasta acabar con su vida. Luego arrastraron su pesado cuerpo preguntaron que si estaba bien: hasta la cueva. Me - Sí, estoy bien, pero no deberíais haber disparado. - ¡¡¿¿qué??!! -exclamaron todos. - Sí, lo que escucháis. El oso no era tan malo como pensábamos. Cuando estaba en el suelo no me intentó matar, sino al revés me lamió la cara. - ¿Entonces por qué mataba a la gente del pueblo? exclamaron todos. Yo esa respuesta no la sabía; lo que sí sabía es que el oso tenía la oportunidad de matarme y no me mató. En esas circunstancias, volvimos al pueblo con el oso a cuestas y, lamentablemente, sin un hombre menos. Al llegar al pueblo estaba todo el mundo esperando nuestro regreso. Incluso había un pequeño estrado al que nos hicieron subir. Desde allí, el pueblo entero escucho toda nuestra historia mientras los familiares del caído lloraban sin consuelo. Al sacar al oso muerto todos jaleaban y gritaban nuestros nombres. Hicieron unas estatuas en nuestro nombre y todo el pueblo vivió tranquilo. _____Fin_____