Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844-1900)

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Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844-1900)
La filosofÃ−a de Nietzsche, considerada como vitalista, ejerció una considerable influencia a finales del
XIX y buena parte del siglo XX, tanto por su caracter crÃ−tico como por su propuesta de trasmutación de
los valores de la cultura occidental, plasmada en el ideal del superhombre.
BiografÃ−a
Friedrich Wilhelm Nietzsche nació el 15 de octubre de 1844 en Röcken, una pequeña ciudad de la
Sajonia prusiana, hijo de Carl Ludwig (1813-1849) y Franziska Oehler(1826-1897). La temprana muerte de su
padre, pastor luterano, a causa de un proceso de degeneración cerebral, provocado supuestamente por una
herida en la cabeza producida por una caÃ−da, obliga a la familia a abandonar la casa en que residÃ−an, para
ser ocupada por el nuevo pastor, trasladándose en 1849 a Naumburgo. AllÃ− vivirá con su madre, su
hermana Elisabeth, su abuela Erdmuthe y dos tÃ−as, Auguste y Rosalie, realizando sus primeros estudios en
el instituto ("Gymnasium") local, entre 1854 y 1858.
En 1858 ingresa en el internado de Pforta, que habÃ−a adquirido un gran renombre en la época, y en el que
se observaba un régimen estricto y tradicional, donde permanecerá hasta 1864. En esta época se
desarrolla su admiración por el genio griego, leyendo sobre todo a Platón y Esquilo, asÃ− como por la
música y la poesÃ−a, siendo un admirador de Hölderlin, realizando entonces sus primeros ensayos como
poeta y músico, tanto respecto a la composición, (Allegro para piano, Phantasie for piano, Miserere, entre
otras), como a la interpretación, llegando a ser considerable su habilidad al piano. Por lo demás, comienzan
los problemas de salud de Nietzsche, sufriendo en numerosas ocasiones intensos dolores de cabeza que
podÃ−an llegar a durar varios dÃ−as.
En 1864 ingresa en la universidad de Bonn, junto con su compañero y amigo Paul Deussen, quien
posteriormente serÃ−a profesor de filosofÃ−a en Kiel y admirador de la filosofÃ−a India y de Schopenhauer
y que, pese a no compartir la futura filosofÃ−a de Nietzsche, mantendrÃ−a con él una relación de sincera
amistad. El Departamento de FilologÃ−a de Bonn gozaba entonces de gran reputación con Otto Jahn y
Friedrich Wilhelm Ritschl, quienes mantenÃ−an un larvado desacuerdo que estallarÃ−a al año siguiente,
trasladándose Wilhelm Ritschl a la Universidad de Leipzig. Nietzsche se traslada también en 1865 a dicha
universidad, donde permanecerá hasta 1869, siguiendo los pasos de su maestro Ritschl, continuando en ella
los estudios filológicos bajo su dirección, llegando a ser su discÃ−pulo predilecto. De esa época data su
amistad con Erwin Rhode, que se irá rompiendo a medida que Nietzsche radicaliza su pensamiento,
terminando en un alejamiento total. También de esta época data su admiración por la música de
Wagner y su primer encuentro con el músico. La lectura de Schopenhauer y el abandono definitivo del
cristianismo coinciden con su actividad como filólogo, publicando varios trabajos en el "Rheinisches
Museum" por los que obtiene un gran prestigio entre los especialistas. En 1869 la Universidad de Basilea le
ofrece la cátedra de FilologÃ−a, ante los informes favorables recibidos por su profesor Ritschl, y antes
incluso de haber obtenido el grado de Doctor, cátedra que Nietzsche ocupa en mayo de ese mismo año.
De 1869 a 1879 Nietzsche permanecerá en Basilea, desarrollando su actividad como profesor. La amistad
con Wagner se afianza y Nietzsche le visita en numerosas ocasiones en su villa en el lago de Lucerna. En
1872 pública "El origen de la tragedia", obra muy mal recibida en los medios académicos y criticada
virulentamente por algunos especialistas en filologÃ−a clásica; algunos de sus amigos, no obstante, salen en
su defensa, como Erwin Rhode; y otros, como Wagner, por ejemplo, la celebran con entusiasmo. Pese a ello,
su prestigio entre los filólogos mermará considerablemente. Entre los años 1873 y 1876 publica las
"Consideraciones intempestivas", en las que crÃ−tica a David Strauss y el historicismo, en las dos primeras, y
alaba a Schopenhauer y Wagner, en las dos últimas. A pesar de ello, en 1876 comenzará su distanciamiento
de Wagner, que culminará poco después en una abierta oposición. Hasta entonces Nietzsche habÃ−a
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tomado como referencia el ideal del artista y el genio creador; en los próximos años, aunque de forma
provisional, orientará su reflexión hacia el papel de la ciencia, interés que se plasmará en obras como
"Humano, demasiado humano", escrita entre los años 1878 y 79.
En 1879, probablemente por problemas de salud, renuncia a su cátedra en la universidad de Basilea, y
comienza un perÃ−odo que durará diez años caracterizado por el constante viajar de Nietzsche por Suiza,
Italia y Alemania (que sólo visitará ocasionalmente), asÃ− como por la efervescencia creativa que le
conduce a la elaboración de la mayor parte de su obra. En 1880 reside en Naumburgo, Venecia, Marienbad y
Génova. En 1881 residirá fundamentalmente en Génova y Sils-Maria, pequeña localidad de los Alpes
suizos donde Nietzche intuirá las principales ideas de su filosofÃ−a futura, como la del eterno retorno y la
de la voluntad de poder. Nietzsche mantendrán una activa correspondencia con sus amistades, con las que se
encontrará también en numerosas ocasiones a lo largo de estos años, como F. Overbeck, P. Rée, E.
Rhode, K. Hillebrand, Peter Gast, Lou Salomé, a la que conocerá en 1882, etc., asÃ− como con su madre
y hermana. En 1882 y siguientes residirá en ciudades como Génova, Messina, Roma, Orta, Basilea,
Lucerna, Naumburgo, Leipzig, Santa Margherita, Florencia, Rapallo y Niza, entre otras, pasando varios
veranos en la localidad de Sils-Maria, especialmente querida por Nietzsche. De este perÃ−odo datan algunas
de sus obras más significativas, como "La genealogÃ−a de la moral", "AsÃ− habló Zaratustra" y "Más
allá del bien y del mal".
En 1889 su salud, que ya le habÃ−a dado motivos de preocupación en los años "errantes", empeora
bruscamente, comenzando a manifestar sÃ−ntomas de desequilibrio mental. Trasladado de TurÃ−n a Basilea
es tratado en la clÃ−nica de dicha ciudad, y posteriormente en la de Jena, dando muestras de una ligera
recuperación. No obstante su estado empeora de nuevo, instalándose en Naumburgo con su madre y, luego
de la muerte de ésta, en 1897, con su hermana Elisabeth en Weimar. Pero ya no se recupera jamás.
Morirá en agosto de 1900, habiendo alcanzado una considerable fama y ejerciendo un notable influjo que se
dejará sentir en el desarrollo del pensamiento contemporáneo.
Obras
La obra de Nitezsche es extensa, incluso sin contar su abundante correspondencia, y buena parte de ella ha
sido publicada póstumamente. A continuación recogemos los principales elementos de la misma ordenada
cronológicamente; al final se hace referencia a algunos de los escritos póstumos que han alcanzado mayor
relevancia en la valoración de su pensamiento.
Obras de Nietzsche
1872 "El origen de la tragedia en el espÃ−ritu de la música" (En 1874 se publicó la 2ª edición, con
algunas correcciones; en 1886 la 3ª, idéntica a la 2ª, pero con el tÃ−tulo, ya definitivo, de "El origen de
la tragedia o Grecia y el pesimismo", y añadiendo un "Ensayo de autocrÃ−tica")
1873-76 "Consideraciones intempestivas"
1878-79 "Humano, demasiado humano", (en tres entregas)
1881 "Aurora"
1882 "La gaya ciencia"
1883 "AsÃ− habló Zaratustra", (primera y segunda parte)
1884 "AsÃ− habló Zaratustra", (tercera y cuarta parte)
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1886 "Más allá del bien y del mal"
1887 "La genealogÃ−a de la moral"
1888 "El caso Wagner" (Todas las obras escritas en 1888 fueron publicadas con posterioridad a su
enajenación mental).
1888 "Nietzsche contra Wagner"
1888 "El crepúsculo de los Ã−dolos "
1888 "El anticristo "
1888 "Ecce homo"
Fragmentos póstumos:
Además de su poesÃ−a y otros escritos, algunos autobiográficos, destacamos: "La voluntad de poder",
"Sobre verdad y mentira en sentido extramoral ", "Aforismos", "El nihilismo", "El viajero y su sombra", y una
abundante "Correspondencia" (sólo una parte traducida al castellano).
Hay varias ediciones alemanas de las obras de Nietzsche. La mejor edición de referencia de su obra, en
alemán, probablemente sea la de Colli y Montinari:
"Nietzsche, Friedrich. Saemtliche Werke: Kritische Studienausgabe. Giorgio Colli & Mazzino Montinari.
Muenchen und Berlin: Deutscher Taschenbuch Verlag GmbH & Co. KG and Walter de Gruyter, 1980."
1. Introducción
La filosofÃ−a de Nietzsche: Introducción
La obra de Nietzsche no se deja tratar fácilmente de forma sistemática, pese a los intentos de algunos de
sus discÃ−pulos por hacerlo asÃ−. Su influencia se ha dejado sentir de forma dispar y, a veces, contradictoria,
pero en todo caso no ha tenido un carácter uniforme: Nietzsche ha significado cosas distintas según sus
distintos intérpretes. Su misma forma de expresión contribuye a ello, ya que al utilizar preferentemente el
aforismo como vehÃ−culo de su pensamiento, el carácter metafórico del mismo se presta con frecuencia a
distintas interpretaciones. Además, a menudo podemos encontrar en sus obras aforismos contradictorios
entre sÃ−, siendo difÃ−cil poder determinar cuál de ellos representa su "auténtica" posición sobre el
tema tratado, si es que tiene algún sentido ese tipo de pregunta en el conjunto de la obra de Nietzsche.
La reacción de Marx (1818-1883) contra el idealismo le lleva a rechazar la identificación del sujeto con la
conciencia y, manteniéndose dentro de la tradición filosófica que comienza con la modernidad -y que
afirma la centralidad del sujeto en el filosofar-, termina por identificar ese sujeto con la acción, con la
"praxis" (y más concretamente con la actividad productiva: es en su actividad productiva donde el hombre
genera y constituye la realidad, la suya propia y la del mundo que objetivamente transforma y modifica).
Nietzsche dará un paso semejante, alejándose de la identificación del sujeto con la conciencia, pero en
otra dirección: en lugar de la actividad productiva postulará la "vida" como factor en torno al que se
constituye la realidad. El sujeto es, fundamentalmente vida, y no conciencia, pensamiento. El fenómeno vital
pasa asÃ− a constituirse en el centro de la reflexión filosófica, ejerciendo una considerable influencia a
finales del XIX y durante la primera mitad del siglo XX, aunque con distintas interpretaciones, como las de H.
Bergson y Ortega y Gasset (racio-vitalismo), entre otros. Por lo que a Nietzsche respecta, la realidad es
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esencialmente contradictoria, pero interpretará esta contradicción de un modo distinto a como lo habÃ−an
hecho Hegel (Idealismo) y Marx (materialismo histórico), siguiendo de un modo a veces literal la
cosmovisión de Heráclito, aunque trasladada a la referencia de lo vital como único eje interpretativo
válido. La realidad está sometida al cambio, que está regulado por la lucha de elementos contrarios y
abocada a una repetición infinita en el contexto de un ciclo cósmico que la conduce a un eterno retorno, en
relación con el que todo alcanza su sentido. En esa lucha, la conciencia trata de fijar el movimiento, de
anularlo, sustituyendo por conceptos el movimiento real de las cosas, sustituyendo lo vital por una
representación de lo vital. Pero toda representación es falsa, en cuanto representación, por lo que la
no-vida termina por sustituir a la vida, lo falso a lo verdadero. Recuperar la verdad, poner de manifiesto la
radical prioridad de la vida sobre la conciencia será, en buena medida el proyecto nietzscheano.
2. La crÃ−tica de la tradición filosófica
FilosofÃ−a: la crÃ−tica de la metafÃ−sica y la moral
La filosofÃ−a de Nietzsche supondrá un enfrentamiento radical con buena parte de la tradición filosófica
occidental, oponiéndose a su dogmatismo, cuya raÃ−z sitúa en Sócrates, Platón y la filosofÃ−a
cristiana. La distinción y oposición, realizada en sus primeras obras, entre lo apolÃ−neo y lo dionisÃ−aco,
le llevará a desarrollar una original interpretación de la historia de la filosofÃ−a, según la cual el
pensamiento se verá sometido a un alejamiento de la vida, a partir de la reflexión socrática, que le
llevará a oponerse a ella, negándola mediante la invención de una realidad trascendente dotada de
caracterÃ−sticas de estabilidad e inmutabilidad, justo las contrarias de las que posee la única realidad que
conocemos, contradictoria y cambiante.
a) La crÃ−tica de la metafÃ−sica. Nietzsche se opone al dualismo ontológico, fiel reflejo del dualismo
platónico:
- este mundo, sensible e imperfecto
- el otro mundo, suprasensible y perfecto, fundamento de aquel.
Según tal concepción, la realidad queda escindida en dos ámbitos: una realidad suprasensible, estática e
imperecedera, frente a una realidad cambiante, sensible, perecedera... que es el producto residual,
"despreciable" de la anterior . Frente a este esquema ontológico reaccionará Nietzsche esgrimiendo tres
objecciones.
1.- La infravaloración de la realidad sensible se debe a su mutabilidad, mientras que la razón humana opera
con categorÃ−as inmutables (conceptos); pero el hecho de que la razón funcione con tales categorÃ−as no
demuestra la "imperfección" ni la "dependencia" del mundo sensible, sino sólo la inadecuación de la
razón para conocerlo... ¿Y si la razón no fuera la facultad adecuada para conocer el mundo?¿Es posible
acceder de forma no racional al conocimiento del mundo? ¿Es la razón nuestra única posibilidad
cognoscitiva?
2.- El mundo suprasensible no es más que una ilusión, una ficción, una fantasÃ−a construida como
negación del mundo sensible, única realidad para nosotros.
3.- Recurrir a un mundo suprasensible lo interpreta, pues, como una reacción anti-vital, como una negación
de la vida, (vida que está marcada por el sufrimiento tanto como por la alegrÃ−a), como una venganza
contra la naturaleza, propia de espÃ−ritus ruines que odian la vida, un producto del resentimiento contra la
vida. Incapaces de aceptar un destino trágico, los hombres se rebelan contra esa vida que les aboca al
sufrimiento y la niegan, convirtiéndola en un mero residuo de otra realidad, perfecta ésta, donde ahogan
su resentimiento.
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b) La crÃ−tica de la moral. Nietzsche acusa a la moral platónico- cristiana de antinatural por ir en contra de
los instintos vitales. Su centro de gravedad no está en este mundo, sino en el más allá, en la realidad en
sÃ−, o en el mundo sobrenatural del cristianismo. Se trata de una moral trascendente que no gira en torno al
hombre, sino en torno a Dios y que impone al hombre un rechazo de su naturaleza, una lucha constante contra
sus impulsos vitales, por lo que significa un rechazo general de la vida, de la verdadera realidad del hombre,
en favor de una ilusión generada por el resentimiento contra la vida. Tal moral es sÃ−ntoma y expresión de
la decadencia de la cultura occidental.
c) La crÃ−tica del conocimiento. Por lo que respecta a la explicación del conocimiento, la metafÃ−sica de
tradición platónico-cristiana hace corresponder a una realidad inmutable un conocimiento y una verdad
igualmente inmutables: el conocimiento conceptual. Pero el concepto, dice Nietzsche, no sirve para conocer la
realidad tal y como es. El concepto tiene un valor representativo, pero siendo lo real un devenir, un cambio,
no puede dejarse representar por algo como el concepto, cuya naturaleza consiste en representar la esencia, es
decir, aquello que es inmutable, que no deviene, que no cambia, lo que permanece idéntico a sÃ− mismo,
ajeno al tiempo. El concepto no es más que un modo impropio de referirse a la realidad, un modo general y
abstracto de captar la realidad y por ello, de alejarnos de lo singular y concreto, de alejarnos de la realidad.
Lejos de ofrecernos el conocimiento de la realidad, el concepto nos la oculta.
El concepto no es más que una metáfora de la realidad, una representación general de una realidad que es
individual. Prescinde, por tanto, de toda diferencia individual. Y la filosofÃ−a tradicional ha olvidado este
carácter metafórico del concepto y ha pretendido encontrar en él no una simple generalización de las
cosas, sino la "esencia", una supuesta realidad suprasensible de las cosas.
Nietzsche dirigirá también su atención al papel que ha jugado el lenguaje en la reflexión filosófica.
Dada la Ã−ntima relación existente entre el pensamiento y el lenguaje que lo expresa, a medida que el valor
de los conceptos es falsificado por la metafÃ−sica tradicional, queda también falsificado el valor de las
palabras y el sentido en que se usan. De este modo el lenguaje contribuye decisiva y sutilmente a afianzar ese
engaño metafÃ−sico acerca de la realidad. Recuperar el sentido de lo real exige, por lo tanto, recuperar
simultáneamente el sentido, el valor de la palabra. De ahÃ− el estilo aforÃ−stico de su obra.
d) La muerte de Dios. El análisis de la trayectoria del pensamiento y la cultura occidentales le llevará a
Nietzsche a constatar la muerte de Dios. Dios habÃ−a sido la brújula del hombre occidental. Pero el hombre
ha ido matando a Dios sin darse cuenta, expulsándolo poco a poco de su pensamiento y de su cultura. Al
descubrir la muerte de Dios el hombre queda desorientado, su vida pierde el sentido.
La muerte de Dios es, en realidad, la muerte del monoteÃ−smo cristiano y de la metafÃ−sica dogmática,
para quienes sólo hay un Dios y una verdad. Y el responsable de ello es el hombre. Al cobrar conciencia de
ello el hombre sustituye a ese Dios y a esa verdad única por múltiples dioses y múltiples verdades, en un
intento desesperado por salvar los valores asociados a esa imagen de Dios. Pese a ello, con la caÃ−da del Dios
y de la metafÃ−sica tradicionales los valores asociados a ellos no pueden subsistir, no encuentran
justificación trascendental alguna y, carentes de fundamentación, serán el blanco de las crÃ−ticas más
exacerbadas y negados como valores. El ateÃ−smo conduce, pues, al nihilismo.
e) El nihilismo. El nihilismo es el proceso que sigue la conciencia del hombre occidental y que quedarÃ−a
expresado en estos tres momentos:
1) El nihilismo como resultado de la negación de todos los valores vigentes: es el resultado de la duda y la
desorientación.
2) El nihilismo como autoafirmación de esa negación inicial: es el momento de la reflexión de la razón.
3) El nihilismo como punto de partida de una nueva valoración: es el momento de la intuición, que queda
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expresada en la voluntad de poder, en quien se expresa a su vez el valor de la voluntad.
Esta es la base sobre la que ha de construirse, según Nietzsche, la nueva filosofÃ−a. El hombre provoca, en
primer lugar, la muerte de Dios, sin apenas darse cuenta de ello. En segundo lugar, el hombre toma conciencia
plena de la muerte de Dios y se reafirma en ella. En tercer lugar, y como consecuencia de todo lo anterior, el
hombre se descubre a sÃ− mismo como responsable de la muerte de Dios descubriendo, al mismo tiempo, el
poder de la voluntad, e intuyendo la voluntad como máximo valor.
3. La nueva filosofÃ−a
Para Nietzsche la voluntad es la verdadera "esencia" de la realidad. La realidad no es más que la expresión
de la voluntad: ser es querer (...ser). La realidad no es algo estático, permanente, inmutable; ni la
consecuencia de algo estático, permanente, inmutable. Siendo el fruto de la voluntad ha de ser multiforme y
cambiante, como aquella. La realidad es devenir, cambio, y no está sometida a otra determinación que a la
de su propio querer. Y el querer de la voluntad, al igual que el de todo lo real, es un querer libre, que rechaza
toda determinación ajena a su propio devenir. La voluntad, el querer, no se somete a lo querido, sino que se
sobrepone a todos sus posibles objetos. No quiere "esto" o "lo otro", sino sólo su propio querer. Se trata de
una voluntad libre y absoluta a la que Nietzsche denomina "voluntad de poder": es una voluntad vital,
expansiva, dominante... una voluntad que se engendra a sÃ− misma y que tiende a crecer hasta la
omnipotencia.
A la nueva concepción de la realidad corresponde una nueva concepción de la verdad. La verdad no reside
en el juicio, ni en la adecuación del intelecto con el objeto. Todos los juicios son falsos, en la medida que
consisten en una "congelación" de un determinado aspecto de la realidad mediante el uso de conceptos.
Siendo la realidad cambiante no podrÃ−a dejarse encerrar por conceptos, que son estáticos, inmutables. Y
siendo los conceptos la base de todos los juicios estos no pueden expresar ni captar la realidad, el devenir de
lo real. Los conceptos no nos sirven para captar lo real, ni los juicios para expresar la verdad de lo real.
La verdad ha de ser un resultado de la intuición de lo real, de la captación directa de la realidad. Por ello, no
podrá ser una verdad inmutable, y ni siquiera única, pues el mismo cambio de lo real no está exento de
contradicciones.
En la medida en que la expresión de la verdad se realiza mediante el lenguaje éste se convierte en algo
fundamental a la hora de hablar de la verdad. Nietzsche verá en el lenguaje una supeditación a los
conceptos que hacen de él un instrumento poco útil para reflejar la verdad de los real, por lo que la
construcción de un nuevo lenguaje será una de sus tareas prioritarias, buscando en la metáfora, en la
alusión, en la ironÃ−a, elementos útiles para forzar el nuevo sentido de las palabras.
Frente al lenguaje de la razón, del concepto, propondrá el lenguaje de la imaginación, basado en la
metáfora. Mientras que el lenguaje conceptual pretende ser un fiel reflejo de la realidad (quedando
petrificada en él) el lenguaje metafórico respeta la pluriformidad y el movimiento de la realidad. El
lenguaje conceptual es el de la lógica dogmática. El metafórico es el lenguaje del arte, de la vida, de la
equivocidad, de la ambivalencia, de la belleza y, en definitiva, expresión de la libertad de la voluntad.
Todo ello conlleva un nuevo modo de entender el hombre, una nueva antropologÃ−a. El hombre actual debe
ser sustituido por el "superhombre", un hombre que haga de la afirmación de nuevos valores el eje de su
vida. Lo único valioso que hay en el hombre actual es su carácter de "puente" hacia el superhombre. El
tema del superhombre guarda una relación estricta con el de la muerte de Dios: el superhombre aparece
cuando Dios es definitivamente expulsado del espacio que hasta entonces habÃ−a usurpado, cubriendo el
superhombre el vacÃ−o dejado por Dios. El hombre crea al superhombre al matar a Dios.
Mientras que el hombre actual es un ser domesticado, el superhombre es un ser libre, superior, autónomo; un
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animal que posee sus propios instintos, los comprende y los desarrolla en la voluntad de poder. Para alcanzar
este estadio el hombre actual ha de recorrer un camino largo y no exento de dificultades: ha de experimentar
un triple metamorfosis de su espÃ−ritu: de camello (animal sumiso) ha de convertirse en león (sÃ−mbolo de
la negación de todos los valores) y de león en niño (sÃ−mbolo del superhombre que, superando la
sumisión del camello y la autosuficiencia del león conquista la auténtica libertad.)
Este hombre nuevo sólo será posible con una nueva moral que surgirá de la transmutación generalizada
de todos los valores vigentes. Las nociones morales de "Bien" y "Mal" como puntos de referencia objetivos y
opuestos quedan desbordados por la nueva realidad. Los viejos valores racionales y suprasensibles son
sustituidos por valores vitales y sensibles. El superhombre defiende la desigualdad, la jerarquÃ−a, el cambio,
el experimento y el riesgo frente a la igualdad, la seguridad, que serÃ−an valores propios de la moral del
"rebaño", una moral de esclavos, representada fundamentalmente por el cristianismo.
La moral tradicional, judeo-cristiana, es una moral de la "renuncia" y cuyos valores no se encuentran en esta
vida, sino en otro mundo, en el verdadero, en el más allá. Esta moral se dirije contra los instintos vitales, ya
que propone una evasión con respecto al hombre concreto y respecto al mundo real. En sus obras Nietzsche
pretende analizar las raÃ−ces de las que brotan estos conceptos morales negativos. Realiza el análisis de lo
moral entre los griegos y del giro que van sufriendo los conceptos morales en la dirección de alejarse de lo
vital de lo que surgen, a partir de Sócratres y Platón. Si entre los primeros griegos la virtud era equivalente
a la fuerza y "bueno" era el noble, el que despreciaba la debilidad y el miedo, a partir de Sócrates la virtud se
convierte en renuncia a los placeres, pasiones, ambiciones, y el único bien que se admite es el de la
"sabidurÃ−a". Con ello se inicia en Grecia la moral de "esclavos", gregaria y antivital.
Esta nueva moral se basa fundamentalmente en valores estéticos y sensibles, dejando de lado todas las
preocupaciones metafÃ−sicas propias de la moral cristiana tradicional. Asimismo defiende una posición
extremadamente individualista, frente al gregarismo de las morales tradicionales.
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