Verdún 1916 En 1916 los ejércitos francés, británico y alemán se encontraban sumidos en una larga y sangrienta lucha por todo el Frente Occidental. Los avances eran escasos y el número de bajas aumentaba cada día. Los ejércitos se quedaban bloqueados en sus fortificaciones, estáticos. Las trincheras se extendían desde el Mar del Norte hasta la frontera de Suiza. Para desequilibrar la balanza a favor del ejército alemán el general Von Falkenhayn decide atacar en Verdún. Esta es la historia de uno de aquellos soldados. Recorro en silencio la trinchera procurando no mirar a mi alrededor. Ellos me miran con curiosidad y oigo algunos comentarios acerca del misterioso sobre que llevo conmigo. A decir verdad yo tampoco se mucho sobre él. Todo ha sido tan vertiginoso: el duelo de cañones entre nuestra artillería y las baterías francesas, la carga de bayonetas enemiga, nuestro contraataque frustrado por las ametralladoras y el gas y el regreso extenuados y derrotados a nuestras posiciones. Cuando regresé me entregaron la carta en la que se me ordenaba recoger todo mi equipo y reunirme con otras dos personas cerca del búnker de mando. Tengo un mal presagio. No es la primera vez que se nos obliga a castigar a nuestros soldados por haber mostrado “cobardía” frente al enemigo. De repente me detengo al oír una voz. - ¿Se encuentra bien teniente?- Me pregunta un joven soldado de aspecto lamentable. - Sí, no es nada. Tan solo cansancio.- Le respondo. - Pues como todos. Ese ataque era un suicidio, una locura. Pero a ese demente de Falkenhayn le dan igual nuestras vidas con tal de que él consiga una asquerosa condecoración.- Comenta un enorme cabo. - Le sugiero que no diga esas cosas a no ser que quiera que lo acusen de traición y lo fusilen.- Le digo a aquel soldado tan insolente- y salude, no olvide que estamos en el ejército y que yo soy su oficial. - No le haga caso a Karl señor- Me pide un corpulento servidor de ametralladoras de aspecto amable- ha perdido a su mejor amigo en el ataque de hoy víctima de una mina. -´Todos hemos perdido a alguien querido y sabemos el dolor que se siente.- Digo dirigiéndome a Karl- Lo siento mucho por lo de tu amigo pero yo solo te advierto de que tengas cuidado con lo que dices, hay otros muchos oficiales que pueden no comprender tu dolor y considerarte un traidor. - Lo tendré presente- responde con poco convencimiento. - Adiós caballeros, que pasen una buena tarde.- me despido de ellos. Vuelvo a ponerme en camino y reflexiono sobre las palabras del cabo Karl. No dice nada falso. El general quiere una medalla y no le importarán cuantas vidas deba sacrificar para conseguirla. Es un carnicero que cree que por haber estado en una academia es ya todo un soldado prusiano. Es terrible ver como se ríe al ver a sus soldados acurrucados muertos de miedo a causa de un bombardeo. Es un tipo despreciable pero nuestro Kaiser lo considera el hombre apropiado y no podemos cuestionar eso. Ya casi llego hasta el lugar indicado y veo a dos oficiales con sus impecables uniformes. El corazón se me acelera al ver a aquellos oficiales de alta graduación. Conforme me voy aproximando a ellos pienso “ mierda, debería haberme puesto el uniforme limpio y haberme aseado”. Por fin llego hasta ellos. - Hola, es usted el teniente Max Dieker. -Pregunta uno de ellos. - Sí, soy yo. - Respondo con voz decidida. - Permítame que me presente, soy el comandante Heinrich Von Zimmer y él es el mayor Franz Swasser, de las nuevas fuerzas de asalto.- Explica Von Zimmer. - Le hemos hecho llamar porque su historial de servicio es brillante.- Continua Swasser. - Creo que el mayor exagera.-respondo. - Vamos, no sea modesto.- Dice Zimmer. - No me andaré con rodeos, le hemos llamado para pedirle que lidere una de las nuevas fuerzas de asalto.- Dice secamente Swasser. - Se lo agradezco,¿ pero que pasará con mi unidad actual?-pregunto con ingenuidad. - Serán enviados mañana por la noche a realizar una incursión en las trincheras enemigas, los que sobrevivan serán asignados a otra unidad.-Continua hablando Swasser sin mostrar sentimiento alguno. - Tiene hasta hoy a las 12 del mediodía de mañana para decidirse.-Concluye Von Zimmer. - Pero... Mis hombres... -intento replicar pero no me salía la voz del cuerpo. - Ya se lo hemos explicado todo con claridad, hasta mañana.-Dice algo airado Swasser. Lo que me piden es terrible, pero que debo hacer. ¿ Abandonar a los soldados más valientes del mundo y comandar a las nuevas fuerzas de élite del ejército? ¿Qué otras opciones tengo? Creo que ninguna. El sol ya se está poniendo y comienzo a andar hacia mi pequeña habitación. En el camino veo a un soldado rezar y a otro escribir a casa. Cierro los ojos y echo a correr lejos. Lejos de aquellos que han sido mis amigos. Lejos de aquellos que han sido mi familia. Lejos de aquellos a los que ahora traiciono.