una experiencia para el control obrero del cine y la tv

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Mayo
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La experiencia de la Asociación de trabajadores de Cine,
TV y Técnicos de Gran Bretaña
una
experiencia
para el
control
obrero del
cine y la tv
Violeta Bruck y Javier Gabino
Documentalistas, TVPTS.
En 1895 los hermanos Lumière presentaron su
cámara, el cinématographe, de la cual ellos mismos eran operadores. Ante el impacto, para el
año siguiente encargaron la construcción de 200.
Podía transportarse como una pequeña maleta,
de manejo manual, no dependía de la electricidad. Notablemente se podía ajustar para convertirla en proyector y máquina de copiar, por lo
que un solo operateur con el equipo representaba una unidad completa de trabajo. Podían ir a
una ciudad, ofrecer presentaciones, rodar nuevas películas en el día, revelarlas, copiarlas en su
cuarto y exhibirlas por la noche. Y eso hicieron.
Los operadores de Lumière trabajaron en todos
los continentes, salvo en la Antártida; y tras las
proyecciones el público se los llevaba en andas.
En poco más de dos años hicieron crecer la colección de películas de la firma a más de 750,
pero en los anuncios y en la prensa siempre figuraban las palabras Lumière y cinématographe,
pero rara vez la del operateur.
En 1995, en ocasión del primer centenario del nacimiento del cine, el British Films
Institute encaró un proyecto audiovisual para repasar la historia. En Francia es Jean-Luc
Godard quien encara la tarea, pero realiza un
controvertido film llamado 2x50 años de cine
francés. En él discute con Michel Piccoli, encargado de los acontecimientos institucionales
que se preparan para la celebración. Entre varios ataques, Godard le pregunta incisivamente qué es exactamente lo que se celebra. Piccoli
responde: “Se celebra el primer siglo del cine.
Hemos tomado como fecha el año 1895 que es
la fecha de la primera exhibición pública con
espectadores que pagaron para ver una película”. A esto Godard replica: “Es decir que se
celebra la explotación del cine, no la producción”. La epopeya del primer cine había sido
reducida oficialmente al cobro de una entrada.
En el siglo que separa ambas historias, el cine
fusionado con la industria dio lugar a un nuevo
tipo de experiencia cultural. Para encarar producciones a escala masiva, el viejo cinématographe se diversificó en múltiples dispositivos
de registro y producción, mientras el operateur
mutó a un colectivo de técnicos y trabajadores
de la industria del cine. A su vez, la industrialización dividió el trabajo en tres grandes aéreas:
Producción, Distribución y Exhibición, sin los
cuales los films tampoco llegarían al gran público. Sin ellos no habría películas, ni series de TV,
ni noticiarios, no habría historias. Ese trabajo
está siempre a la vista porque el plano filmado
es el resultado de la confluencia entre electricidad, iluminación, fotografía, sonido, vestuario, maquillaje, escenografía, limpieza, catering,
guionistas, actores. En el silencio de “la toma”
se captura ese producto colectivo, pero en los
anuncios y en la prensa siempre figuran brillantes las palabras “director” y “productor”.
Este artículo tiene el objetivo de divulgar el
punto de vista sobre la “industria” que intentaron adoptar en Inglaterra sus trabajadores, a
través de su Sindicato, la Asociación de trabajadores de Cine, TV y Técnicos de Gran Bretaña
(ACTT en sus siglas en inglés1). En un momento de crisis económica tuvieron el atrevimiento de pensar que podían tomar en sus manos »
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CULTURA
Cine & Televisión
bajo control obrero y sin compensaciones de toda la industria del cine y la TV británica.
En vistas del fracaso de la propiedad privada
En las páginas del proyecto se encuentra un
estudio pormenorizado, a través de los años,
sobre los principales monopolios, procedencia,
ganancias, datos de distribución, costos de producción, publicidad, relación con los salarios,
etc. de la industria británica. Transcribimos aquí
algunos fragmentos cortos de las conclusiones.
Creemos que tienen una enorme actualidad para pensar una respuesta a problemas similares
que enfrentan hoy trabajadores del cine y la TV,
en Europa, tras la crisis capitalista. Podría haber
sido una salida incluso en los casos de cierres y
reestructuraciones del sector público, como la
TV griega (ERT) compuesta por tres cadenas,
o la Radiotelevisión Valenciana (RTVV); ambas
cerraron dejando a miles de familias en la calle, a pesar de la lucha y resistencia de sus trabajadores. El proyecto de la ACTT en cuanto a
la caracterización y política general planteaba:
el control, lo cual abre algunas reflexiones que
abordaremos al final del artículo. Para esta investigación, además de la traducción al español
del informe original de la ACTT, se realizó hace unas semanas una entrevista en video a Peter
Cox2, miembro del Comité Ejecutivo Nacional
de BECTU (Broadcasting Entertainment Cinematograph and Theatre Union), quién rescató
esta historia en 2010. El video, e informe completo traducido, puede verse en internet.
Ante la crisis, ¡tomar la industria
en nuestras manos!
En agosto de 1973, la ACTT publicó el informe
“Nacionalizar la industria del cine y TV”, que
fue la culminación de aproximadamente dieciocho meses de trabajo de un foro abierto con decenas de miembros. El foro había sido creado
dos años antes, en 1971, en medio de una gran
crisis del sector audiovisual. Se impulsa por iniciativa de militantes del grupo de tendencia
trotskista Socialist Labour League, a partir de la
regional de “freelances” que plantean en asambleas esta perspectiva; como resolución se organiza el foro para debatir el tema.
Hay que destacar que la discusión de casi dos
años que da lugar al informe final de la ACTT se
dio en el medio de un ascenso de la lucha de clases en Gran Bretaña. Del ‘68 al ‘74 se vivió una
gran oleada de luchas obreras. La más destacada
fue la huelga minera nacional en 1972, que triunfó, por aumento salarial contra el gobierno de Edward Heath (Partido Conservador), donde por
primera vez se organizaron los “flying pickets”
(piquetes móviles) en la entrada de las fábricas para que no entren los carneros, incluso a otras industrias relacionadas con el sector. La oleada de
huelgas es lo que más tarde hizo caer al gobierno
conservador de Heath.
En esta situación, cuando en 1971 el debate es llevado a las bases del Sindicato de Cine y TV, surge
la conclusión de que la crisis es producto del dominio capitalista del sector. Peter Cox cuenta que
el ala derecha intentó sabotear y retrasar el
proceso. Pero no tuvieron éxito. (…) Era una
perspectiva para atraer a todos los trabajadores
en la industria del cine, escritores, productores,
directores, a todo el mundo, a los trabajadores
que barren el escenario.
En el Foro se investiga y elabora un programa
para dar salida a la crisis. Se apunta a los monopolios nacionales y extranjeros, que desinvierten,
precarizan el trabajo, cierran estudios, generan
desempleo, porque la producción cinematográfica es un simple negocio. El programa luego es
votado en un congreso de varios gremios que
lo apoyan, y plantea como conclusión la audaz
propuesta de que es necesaria la nacionalización
En vista del fracaso total de la presente propiedad privada del sistema de producción cinematográfica, distribución y exhibición, no solo
para proporcionar a los miembros de este y gremios aliados empleo completo, la seguridad del
trabajo y un futuro seguro para ellos y sus familias, sino también para garantizar la propia
continuidad de la producción cinematográfica
en sí, y la existencia y desarrollo de los medios
técnicos necesarios, esta Unión exige la nacionalización de la producción cinematográfica,
distribución y exhibición sin indemnización y
bajo el control de los representantes de los trabajadores elegidos por ellos, con el fin de servir
a la sociedad adecuadamente en sus necesidades culturales y de entretenimiento.
Hay que tomar en cuenta que no solo tomaron este programa en defensa de sus puestos de
trabajo, sino que expresaron en él un proyecto distinto para la industria del cine, a la que
consideraban “un medio de expresión cultural
nacional, una fuente de riqueza general de la
comunidad, de bienestar y disfrute, un medio
básico de comunicación y educación”. En contraposición a que “desde su desarrollo tecnológico y la subsecuente industrialización inicial, el
cine ha sido el instrumento de las fuerzas sociales y económicas dominantes en la sociedad…
una industria que es propiedad y está controlada por grandes imperios financieros cuya única
preocupación es el balance social y el dividendo”. Por esto concluían que sus razones para
exigir la propiedad pública de la industria eran
sociales y políticas.
A su vez, la idea del “control obrero” surge de
la experiencia negativa ante nacionalizaciones
anteriores, que según ellos les habían enseñado
algunas lecciones:
…el alcance de nacionalizaciones anteriores siempre ha sido insuficiente desde el principio, y las industrias, una vez en manos del
sector público, han sido manipuladas para servir
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a las necesidades del sector privado. (...) Nuestra demanda es para una industria en la que los
propios trabajadores sean responsables de la
gestión de la industria… sin los cuales no podría existir. El Control de los Trabajadores de
la industria del cine no es un adorno bonito, sino una parte esencial de nuestra demanda…sin
ella, ni la relación del trabajador con su vida,
ni la relación de la industria con la comunidad
puede cambiar.
Para terminar se planteaba que todo esto debía implementarse sin compensaciones, porque:
No hay que pagar por los productos de la explotación de la población y los trabajadores de
la industria... Los activos de la industria de cine se encuentran casi exclusivamente en manos
de los monopolios nacionales y extranjeros que
han estado estrangulando y apretando la industria y el público, y la posibilidad de compensar
a estos monopolios para su explotación, nos repugna.
La adopción de este programa por parte de un
Sindicato provocó una dura oposición desde la
derecha, ya que demostraba un cerrado enfrentamiento a que la crisis la paguen los trabajadores. A la vez ponía en marcha ideas sobre la
“industria cultural” y los medios, que apuntaban en una perspectiva anticapitalista. Demostrando al mismo tiempo que los sindicatos no
tienen porqué limitarse a levantar demandas
mínimas.
Silenciar y condenar al olvido
A las pocas semanas de publicarse, como reacción al avance de las bases, Peter Cox cuenta
que desde la conducción se organiza un “gran
golpe, un golpe del ala derecha, en el Sindicato” en unidad con los sectores estalinistas. “El
efecto deseado era silenciar a quienes habían
producido el informe sobre la nacionalización
y enterrar el informe”. Una verdadera caza de
brujas interna que desplaza a los impulsores,
para disciplinar a los trabajadores del cine.
Peter Cox, que participó en aquel foro como
un miembro más, dice que para él,
los medios son una parte muy importante del
control social y la gran batalla es –y la ha sido durante varias décadas aunque no se hable
de esto–, ¿qué clase debe controlarlos? ¿Quién
debería controlarlos, la burguesía o los trabajadores?
De ahí que fuera quien se ocupara de rescatar el proyecto de la ACTT para el presente.
Aunque las cosas parecen no haber cambiado
porque, según él, “fue una larga batalla, logré
convencer al Sindicato de que suban el informe en el sitio web, aunque no lo adoptaran como política propia, en parte porque han pasado
cuarenta años y en parte, bueno, ¡no quieren
adoptarla como política propia!”, aunque sea
“un buen momento para sacar a relucir estas
ideas, porque deben volver a cobrar vida” en el
contexto de la crisis capitalista.
Planes para la industria cultural
Hay varios aspectos interesantes para rescatar
de esta historia. Uno de ellos es que el planteo
de la ACTT de “Nacionalización sin pago y bajo
control obrero de la industria cinematográfica”,
en Inglaterra, surge como salida realista luego de
un análisis concreto de la crisis de la industria,
desde adentro de un Sindicato y por el debate
de las bases. Al ser un Sindicato de trabajadores y técnicos quien organiza el foro y prepara
este programa, se tiñe la experiencia de componentes distintos a otros planes de ataque a la
industria cultural con visiones más “utópicas”.
Hay que recordar igualmente que en situaciones agudas de lucha de clases o procesos revolucionarios en otros países, cuando se enfrentó
abiertamente el dominio capitalista, los técnicos y trabajadores del cine fueron parte sustancial, aunque a veces se recuerden más los
nombres conocidos de directores. En esos momentos también surgió la idea del “control obrero”. El mayor límite que tuvo la experiencia de
la ACTT fue la total confianza en el Partido Laborista, para una supuesta aplicación pacífica y
gubernamental del mismo. La historia demuestra que un programa de estas características solo puede ser impuesto por medio de una lucha
revolucionaria, que decida enfrentarse a la violencia impuesta por el Estado para defender los
intereses de la “industria cultural”. Esta conclusión debe acompañar la revalorización de esta
perspectiva, que adquiere una enorme actualidad, ante la crisis capitalista actual.
En Argentina, conocer esta experiencia sirve
para pensar alternativas realistas para los trabajadores del sector. Aunque no estamos ante casos de cierres masivos o desempleo, en el sector
existe un alto índice de precarización laboral, a
pesar de la permanente propaganda oficial sobre los supuestos beneficios de la nueva Ley de
Servicios Audiovisuales. Aprovechando esto y el
bajo costo de la mano de obra, grandes productoras internacionales encuentran en Argentina
una base donde finalizan trabajos que destinan
a distintos países. A la vez, el monopolio norteamericano de la distribución y exhibición cinematográficas se mantiene sobre el 70 % de las
salas de cine; mientras las políticas para la “producción nacional”, solo mantienen un espacio de
producción subordinado a muy bajo costo. Conocer y difundir esta experiencia es también un
aporte para que los trabajadores de medios audiovisuales y realizadores pensemos la necesidad
de recuperar también los sindicatos, para transformarlos en herramientas de lucha por los intereses de los trabajadores, con una orientación
que comprenda los medios de producción cultural desde una perspectiva anticapitalista.
Cabe una última reflexión que va más allá de
esta experiencia. La idea misma de “industria
cultural” de la cual la industria cinematográfica es un paradigma, es una contradicción en los
términos, en vista de que es el primero (industria) el que domina y determina el segundo. Y
así, lo que podría contribuir al crecimiento de
la creatividad y subjetividad humana, se reduce a la historia del cobro de un boleto de entrada. De ahí que los avanzados medios técnicos
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de producción estén en manos de monopolios
concentrados, que además no permiten su uso
por parte de la aplastante mayoría de la población, arrogándose el derecho supremo de definir los contenidos e imponer las formas.
En la introducción a este artículo quisimos
mostrar cómo el trabajo de la legión de “técnicos” queda relegado y oculto, producto de una
forma de producción y realización que bien podría ser otra. Podemos decir también que, de
alguna manera, en las particularidades de la industria cinematográfica, los trabajadores involucrados directamente en la realización sufren
no solo una expropiación desde el punto de vista del valor, sino otra desde el punto de vista
del aporte creativo. Aunque el director aporte
“su mirada” y sea considerado “un genio”, todas las películas están construidas en base a innumerables aportes creativos que construyen el
plano finalmente recortado por el camarógrafo. El solo hecho de pensar que los avanzados
medios técnicos de producción pudieran pasar
a ser bienes públicos controlados por los operateurs despierta la imaginación ante la segura explosión creativa resultante de tal experiencia.
1. Association of Cinematograph, Television and
allied Technicians.
2. La entrevista fue realizada por José María Martinelli, documentalista argentino residente en Londres,
corresponsal de TVPTS (puede verse en el canal de
Youtube “londoninformes”). Peter Cox es documentalista, miembro del Comité Ejecutivo Nacional de
BECTU (sindicato de los trabajadores técnicos de Radiodifusión, Entretenimiento, Cine y Teatro), en representación del sector/regional de producciones de
Londres.
MULTIMEDIA
Esta nota incluye un video de 10 min. y un
archivo en PDF que pueden encontrarse
en este QR o buscarse en la web de Ideas
de Izquierda y en el blog de los autores:
www.ensayosilegales.net.
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