pergolini, el libro, el librero y la cultura

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EDITORIAL
PERGOLINI, EL LIBRO, EL LIBRERO Y LA CULTURA
Por Carlos Gazzera
Director/Publisher Eduvim
Hace unos días ya, venimos viendo una publicidad de Mario Pergolini en la TV
para una tarjeta de crédito donde ni el mozo, ni el agente de viajes, ni el cajero de
un cine, ni nadie parece querer cobrarle por ser "Mario Pergolini". La publicidad
busca demostrar que el beneficio de ser famoso y de tener free access es, al final,
menor que pagar con una tarjeta que te da puntos y otros beneficios mayores que
acceder libremente a casi todo.
El chiste es que al final, lo único que Mario Pergolini parece dar como natural que
le regalarán es un LIBRO. Sin embargo, el Librero le dice algo así como vos
podrás ser Mario Pergolini y yo Marilyn Monroe, pero el libro me lo PAGÁS. Si aún
no han visto o reparado en algunos de los detalles de esa publicidad, les
recomiendo que lo hagan. Es muy interesante.
http://www.youtube.com/watch?v=b69xff4wkuA&feature=player_embedded
La publicidad me disparó varias preguntas: ¿Por qué alguien como Mario Pergolini
no querría pagar un libro? ¿Ese es el valor le dan los "referentes" a la cultura del
libro? ¿El libro está allí para que cualquiera lo tome, cualquiera se sienta con el
derecho a ser “tomado” por el arrebato de la “fama”? ¿Es que el libro como
portador, como soporte cultural es un adminículo que cualquiera podría llevárselo
con la excusa de que la cultura es para todos, es libre para todos? Podrían
inferirse un conjunto de problemáticas referidas a este costado de la interpretación
sociológica que seguramente los publicistas no quisieron nunca escenificar pero
que de algún modo dejaron que se deslizara en sus imágenes. ¿Qué significa “no
pagar” por un producto cultural como lo es un libro? ¿Es verdaderamente
democrático no pagar por un libro? Esta es una discusión que seguramente hoy
resulta transversal al sistema editorial. Los defensores del “free access” y el
software libre están llevando adelante con una batería de argumentos que parecen
irrebatibles. Nos interesa discutir entonces, el rol futuro de los editores, el rol de
las Editoriales, el rol que en un futuro muy cercano deberemos dar quienes
tenemos algo que ver con el hecho de hacer libros.
Sin embargo, y más allá de todo este aspecto en el que desde Eduvim estamos
preocupados en dar, yo quisiera detenerme aquí en otro aspecto que se
desprende por “extensión” (como diría Umberto Eco) del discurso del spot
televisivo. Se trata del rol que ocupa aquí el librero. ¿Los libreros? Si. La
publicidad muestra una actitud muy valorable de los libreros, sobre todo de este
librero que, más allá de que quien pretende llevarse el libro, él está dispuesto a
cobrárselo. Perfecto. Es un librero cuyo estereotipo da perfectamente con aquellos
libreros que saben del valor de los libros, del valor de lo que tienen la
responsabilidad de hacerle llegar a sus lectores, a sus clientes. Si un escritor debe
estar dispuesto a “matar a la madre para escribir” como diría Heminway, un librero
para ser un verdadero librero debe estar dispuesto a cobrarle hasta la madre
(Pergolini incluido) los libros que nutren su catálogo.
Y entonces llegamos a otra pregunta que me dispara la publicidad: ¿por qué ese
mismo empeño que ponen los libreros en cobrarle a la madre, no lo ponen
también para pagarle a los Editores?
Señores: hay que decirlo. ¡El sistema de consignaciones en Argentina no va más!
La Editoriales pequeñas, alternativas o independientes, hoy subsidiamos a los
grandes grupos editores. Para dar un ejemplo: hoy, 2011, algunos datos no
oficiales nos dicen que cerca del 50% de los libreros de la ciudad de Bs. As. (es
decir más del 50% de todo el sistema de librerías) están endeudados entre 30 y 40
mil pesos con las editoriales pequeñas, alternativas o independientes. Venden los
libros de estas editoriales pero, en el mejor de los casos, no se los liquidan en su
totalidad. Incluso, algunas no liquidan desde hace un año. Pero claro, sí le liquidan
los libros puntillosamente a los grandes grupos para que no se les corten las
entregas de novedades, las llegadas de los best sellers, etc. Mientras tanto, los
editores pequeños, alternativos o independientes, subsidiamos la toma de
ganancias o el desastroso negocio que hacen algunos libreros. Es hora de pensar
algo.
La cadena de significación del video de la publicidad donde el librero le cobra
“hasta” el mismísimo Pergolini, Caiga Quien Caiga, debería completarse con los
otros actores de la cadena. Terminar con las consignaciones eternas. Volver a un
sistema de consignaciones a 90 o 120 días con devolución de los libros no
vendidos o la informatización en red y liquidaciones cifradas entre Editores y
Libreros. Pero también es hora de terminar con las Editoriales truchas que le
cobran a los autores la publicación de sus libros. Es hora de sanear todo un
sistema que no sólo amenaza a una industria que le da trabajo a mucha gente,
que fortalece el peso específico de la identidad cultural de los argentinos. Es
necesario resguardar aquello que nos dio valor agregado como país lector, como
país cultural en América Latina. No se trata solo de un eslabón más de la Industria
Cultural, se trata de pensar el valor que los libros tienen en el proceso
democratizador. En una era donde las mediaciones están cambiando de un modo
tan radical, (lo que significa que los mediadores están desapareciendo) la figura de
mediadores como el Editor, el Librero sigan entendiendo que ambos constituyen
las dos caras de una misma moneda: la moneda que se imprime en la superficie
de nuestra cultura.
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