Esta historia que hoy cuento es una leyenda porque nunca se ha podido constatar como cierta. Así piensan muchos que surgió el topónimo de nuestro barrio; otros, creen que es por la naturaleza de las piedras que conforman nuestra montaña y que podía servir para hacer piedras de molino. Lo cierto es que hemos escogido la primera opción porque es más bonita, más original y con mejor soporte para crear una historia. Allá va, léanla con cariño, entreténgase con ella y disfrútenla. La Leyenda de Piedra de Molino Hace muchísimos años, tantos que ni mis padres lo saben, al molino que estaba allá arriba, la piedra que usaban para moler el gofio, de tanto uso se había ido gastando, tenían que reponerla, y la encargaron. Después de muchos “tira y encoge” sobre el precio de la misma y de la forma de traerla hasta el molino, acordaron hacerlo aquel día... ¿Llovía o hacía sol?... No lo sabemos, pero sí que algo muy importante iba a ocurrir... Íbamos a encontrar nuestro lugar... Iba a nacer nuestro sitio, nuestro barrio, nuestro pueblo... …La jornada había sido dura, pero sólo les quedaba esa cuesta. Las ruedas de la carreta se habían sentido al pasar por Vergara; por el Risco de la Aguililla tuvieron que parar para enderezarlas, algo no iba bien; pero tenían que llegar antes de que se hiciera de noche o la bruma de los barrancos les cerraría el paso. - ¡Arrastra!, ¡Tira!... ¡Venga ya, que nos queda poco! - ¡Cuidado! ¡La rueda se está doblando! ... - ¡No te preocupes, aguantará! La cuesta se iba quedando atrás. Quedaba ya un poquito y de repente... - ¡Se soltó la rueda! - ¡Cuidado!. ¡Intenta agarrar el carro! - ¡Cuidado, que se salen las piedras! - ¡Dios mío! ¡Se van! ... Efectivamente, la rueda del carro no pudo más y se soltó. Al virarse, se salieron las piedras que llevaban al molino y rodaron por toda la cuesta. Llegaron al llano y allí se pararon. De nada había servido todo aquel esfuerzo, porque las piedras se habían roto. No merecía la pena llevárselas y arreglarlas. Las dejaron allí... Con los años las piedras sirvieron como lugar de encuentro y de descanso a la gente de las cercanías. - ¡No vemos en las piedras de molino!... - Anda mi niño, que ya descansaremos cuando lleguemos a las piedras de molino!... - ...Siga usted hasta las piedras de molino y eche por la vereda que está a la izquierda y la cueva que vea enfrente, ésa es mi casa... Así años, hasta que alguien pensó: "Este llano es un buen sitio para hacer mi casa". Y la hizo. Otros vieron buena esa idea y también construyeron sus casas y empezaron a labrar esas tierras. Cuando esto ocurrió, se quiso hacer una ermita... y se hizo; también una fuente y más casas y más gente. Y llegaron los Pérez, los Díaz, los Almeida, los Rodríguez... y nació mi barrio y nació mi lugar. Aquí, vivo feliz. Gracias... ¡Piedra Molino!